CAPÍTULO
XVIII Y FINAL
1990:
Misión cumplida
“Leyes
de amarre”
Se hizo mucha
cuestión acerca de las leyes dictadas bajo el Gobierno Militar en 1990, antes
de dejar el poder en la fecha fijada, el 11 de marzo. Según un estudioso
próximo a la DC, Carlos Huneeus, de 2.126 leyes aprobadas por la Junta y el
Gobierno después del plebiscito de 1988, 69 habrían sido “de amarre”, es decir,
destinadas a frenar posibles cambios que quisiera hacer la Concertación en un
eventual posterior gobierno.
Por
ejemplo, se acordó conferir al Estatuto
de las Fuerzas Armadas el rango de ley orgánica constitucional, que
demandaba un quórum más alto para su modificación; y en febrero de 1990 se
dictó la ley N° 18.948, que fijó un piso al gasto militar: no podría ser
inferior al de 1989 más un reajuste anual según la inflación, garantía a la
cual se incorporó poco después a Carabineros, por ley N°18.961 de 7 de marzo de
1990. Para atar algunos cabos sueltos fue preciso dictar dos leyes más, las
números 18.967 y 18.973, el día anterior a la transmisión del mando.
También
se dictó la Ley Orgánica Constitucional
del Banco Central, N° 18.840, ratificando su autonomía frente a cualquier
otra autoridad, ya establecida en la Constitución.
Sin
ley, pero administrativamente se aceleraron las privatizaciones pendientes, en
el caso de LAN, de la Compañía de Teléfonos, la Empresa Nacional de
Comunicaciones (Entel), el Instituto de Seguros del Estado y las empresas
eléctricas Endesa y Pehuenche, y las regionales de Arica,
Antofagasta, Iquique y Magallanes.
Acusación
infundada
Después de los
atentados a las Torres Gemelas en 2001, en Nueva York, se dictó en los Estados
Unidos la llamada Ley Patriótica
destinada, entre otras cosas, a facilitar la investigación de las cuentas
corrientes para descubrir remesas destinadas a terroristas como los de Al Qaeda.
Como
la izquierda en todas partes está más concentrada en sus intereses políticos que
en los de su respectivo país, los más enconados adversarios norteamericanos del
Gobierno Militar chileno emplearon las facultades extraordinarias así
consagradas para averiguar si los integrantes del Gobierno Militar chileno
tenían fondos en los Estados Unidos. Así descubrieron que había en el Banco Riggs cuentas a nombre del general
Pinochet y familiares o personas relacionadas con él.
El
conocimiento de eso dio lugar a que se abriera en Chile una de las
investigaciones más amplias que se recuerda, tanto por la vía judicial como por
la administrativa, para determinar los haberes del ex Presidente.
Para
los efectos de esta obra, que abarca el período de gobierno entre 1973 y 1990,
vale citar el cuidadoso estudio que el Servicio de Impuestos Internos, con ese
motivo, hizo de los ingresos y gastos del Presidente Pinochet entre esos años.
Sin
conferirle a éste el derecho a réplica sobre dicho informe, el hecho fue que el
mismo determinó que en los 16 años y medio en que estuvo a la cabeza del poder,
el total de la cantidad que el Director socialista de Impuestos Internos pudo
atribuir a gastos más allá de sus ingresos legales fue de 544 mil dólares. La
pormenorizada liquidación fue publicada en el diario La Tercera y nunca ha sido refutada (1).
Teniendo
en cuenta que los gobernantes de la Concertación,
desde el gobierno de Patricio Aylwin en adelante, suplementaban sus
remuneraciones legales con sobres con
billetes de gastos reservados de la Presidencia y ministerios (“fue una
corruptela”, reconoció Aylwin en entrevista a El Mercurio), lo que implicaba sustraer más de 500 mil dólares cada
dos meses, es decir, casi lo mismo que se imputaba a Pinochet haber hecho en 16
años y medio, se advierte lo absurdo de la acusación de enriquecimiento ilícito
contra él.
Esos
cálculos del Director socialista de Impuestos Internos dejaron de manifiesto
que, bajo el Gobierno Militar, no había justificación alguna para suponer que
su principal exponente pudiera haber amasado una gran fortuna.
Como
el tema de los dineros de Pinochet ha sido usado como principal herramienta de
denigración en su contra, aún más que el tema de los derechos humanos, en el
apéndice de este libro se publica un completo análisis sobre él.
“Más
que en 50 años”
En
aspectos sociales hubo grandes progresos derivados de la Revolución Militar,
que no han sido conocidos ni divulgados mayormente. En un estudio de quien fue
subsecretario de Salud entre 1974 y 1990, el doctor Augusto Schuster Cortés,
quedan en evidencia los avances en esa área, entre 1973 y 1990, iguales a los
que antes se conseguía en 50 años: 117 hospitales, 196 consultorios y 374
postas de atención.
El
aumento de la dotación de médicos fue de 1.743 y el de otros profesionales de
la salud de 1.209 (2).
A
raíz de publicaciones erróneas sobre la situación sanitaria de la población en
1991, el ex ministro de Obras Públicas del Gobierno Militar, general (r) Bruno
Siebert pudo escribir, sin ser desmentido, al diario El Mercurio de Santiago, la siguiente carta, basada en la Memoria
de ese ministerio:
“La
cobertura de agua potable urbana en el país, que en 1973 alcanzaba al 68,6 % de
la población, en 1989 había llegado al 98,5 %.
“La
cobertura de agua potable rural, que en 1973 alcanzaba al 34,8 % de la
población, en 1989 había subido al 77,0 %.
“El
alcantarillado, que en 1973 estaba al alcance del 36,5 % de los habitantes, en
1989 lo estaba al del 82,9 %.” (3).
Éstos,
como otros logros sociales de la Revolución Militar, fueron obtenidos pese a la
restricción de recursos impuesta por sucesivas crisis (la ruina económica
legada por la UP, la crisis del petróleo desatada a fines de 1973 y la de la
deuda en 1982). Y gracias a una mejor gestión, pese a tener recursos públicos y
burocracia menores que en el pasado.
La
revolución en la eficiencia
Fueron numerosas las razones que explicaron el
avance de Chile entre 1973 y 1990, desde lugares rezagados en la fila de los
países subdesarrollados, hasta ponerse a la cabeza de América Latina. Una de
ellas fue que numerosas Leyes Rastrillo
dictadas bajo el Gobierno Militar a lo largo de su desempeño fueron eliminando
obstáculos a la libertad de emprender, trabajar y contratar en Chile.
Ya
a inicios del régimen, en enero de 1974, se había derogado la paradójica
prohibición de plantar viñas en el país, siendo la uva vinífera una de las
mayores fuentes de riqueza futura. Ciertamente, la influencia de productores ya
instalados, deseosos de protegerse de la competencia, había conseguido en gobiernos
anteriores esa protección monopólica.
La
revista Economía y Sociedad, de José
Piñera, ha destacado que, como parte de la modernización económica, “en 1979 se
inicia el proceso aprobando el DL 2.950 que deroga la obligación de obtener un
carnet profesional para desempeñar una actividad, muchas veces entregado por
los sindicatos tras un oneroso curso, para dificultar la competencia:
“Derogación
de decretos y leyes, abriendo trabajos:
N°
9613, 1967 Peluqueros
N°
14.890 (ley) Hoteleros, matarifes y
cortadores de carne
N°
613, 1963 Músicos de orquesta
N°
278, 1970 Trabajadores de fiambrerías y rotiserías
N°
288, 1971 Vendedores de vino y ramos
similares
N°
888, 1975 Montadores y ascensores
N°
843, 1966 Actores y artistas
N°
597, 1967 Colocadores y pulidores de
parquets
N°
1.005, 1967 Locutores
N°
797, 1967 Choferes locomoción colectiva
N°
8, 1969 Gráficos
N°
197, 1970 Electricistas
N°
383, 1970 Cargadores y descargadores
de camiones
N°
448, 1970 Controladores de cine y
espectáculos públicos
N°
332, 1971 Panificadores
N°
1.416, 1972 Técnicos cinematográficos
“Leyes:
N°
17.772 Operadores
cinematográficos
N°
16.724 Matrícula trabajadores
marítimos y portuarios
N°
17.260 Empleados auxiliares de
agentes de aduana
“Desmalezando
la cancha”:
Normas legales
derogadas por la ley 18.018 que intervenían las remuneraciones y condiciones de
trabajo de grupos de trabajadores:
N°
17.077 Obligación a radios de mantener periodistas
contratados por la empresa
N°
17.255 Remuneraciones controladores de cine
N°
6.242 Choferes de casa particular
N°
14.837 Remuneraciones periodistas
N°
17.115 Sueldo mínimo empleados de farmacias
N°
17.570 Fuero especial a empleados de notarías
DL
572 Choferes de locomoción colectiva
N°
5.181 Indemnizaciones trabajadores petroleros
N°
6.192 Indemnización especial para periodistas
N°
6.686 Indemnización
obreros de ferrocarriles
N°
16.617 Indemnización
trabajadores del cobre
N°
17.400 Indemnización
trabajadores del hierro
N°
9.588 Comisiones
vendedores ambulantes
N°
7.388 Propinas
de garzones y camareros
N°
9.613 Peluqueros
DFL
N° 4 Panificadores
“Fin
a la intervención salarial:
Decretos derogados
por la ley 18.018 que obligaban al Estado a intervenir en las negociaciones de
remuneraciones y condiciones laborales de trabajadores a través de ‘comisiones
tripartitas’ por industria.
N°
983, 1974 Construcción
N°
895, 1974 Fideos
N°
889, 1974 Gráfica
N°
34, 1977 Lavanderías
N°
136, 1976 Molinera
N°
212, 1975 Montaje industrial
N°
890, 1974 Papel
N°
892, 1974 Textil
N°
99, 1978 Pesquera
N°
115, 1975 Banca
N°
28, 1976 Transporte urbano e interurbano
N°
894, 1974 Montaje y mantención de
ascensores
N°
891, 1974 Lubricantes y combustibles
N°
126, 1975 Fabricación de prendas de
vestir
N°
135, 1976 Cristal y vidrio
N°
115, 1976 Laboratorios farmacéuticos
N°
155, 1975 Locomoción colectiva
N°297, 1977
Trabajadores marítimos de bahía
N°
297, 1977 Trabajadores marina
mercante” (4).
Esas
medidas liberaron a la economía de muchos lastres –algunos consagrados en los
primeros años del propio Gobierno Miliar-- que le impedían al país ser más
eficiente. Las privatizaciones, la salud privada, la previsión privada y las
“leyes rastrillo” liberalizadores fueron un gran impulso a la libertad de iniciativas
y de elección de los chilenos y están en la base del “milagro” del cual se
habló en el resto del mundo.
“Thatcher
y Reagan vinieron después”
La Revolución
Militar no sólo tuvo profunda influencia internacional en el aspecto económico,
sino también en el político. Veamos un ejemplo de lo primero, citado por el ex
ministro José Piñera:
“El
historiador Niall Ferguson escribió en su best-seller
mundial “The Ascent of Money” que esta reforma estructural (al sistema de
pensiones en Chile) fue ‘el más profundo desafío al Estado de Bienestar en una
generación. Thatcher y Reagan vinieron después. El desafío al Estado de
Bienestar comenzó en Chile” (5).
Pero la obra del
Gobierno Militar casi carece de defensores ante la opinión pública. Ni siquiera
los uniformados pueden defenderla: con motivo del fallecimiento del general
Augusto Pinochet en diciembre de 2006, el general Ricardo Heargreaves, en
servicio activo, declaró a la prensa: “Fue nuestro líder indiscutido durante
mucho tiempo. Fue capaz de asumir una responsabilidad cuando el país estaba
convulsionado y colapsado”.
Inmediatamente
fue marginado del Ejército y vio truncada su carrera (6).
Cualquier
discusión acerca del Gobierno Militar termina al comenzar, con la acusación
lapidaria sobre las “torturas y violaciones a los derechos humanos” y falsas
acusaciones --como se demuestra en el
Apéndice— de corrupción contra Pinochet. Eso parece no dejar terreno a ninguna
defensa posible.
Se
afirma que practicó torturas y asesinatos y que lucró, sin citar pruebas, y
basta eso para que sea condenado. Veamos qué sucedió en los hechos en esos
temas.
Recapitulación
sobre la tortura
Se
olvida que hasta 1973 la tortura era una práctica generalizada en Chile. ¿Podía
terminar instantáneamente a partir del 11 de septiembre de 1973, cuando había
un desafío guerrillero y subversivo como nunca antes había existido?
Hasta
un distinguido periodista e historiador –Gonzalo Vial Correa— había ironizado
en 1971, bajo la UP, en la revista Portada,
recomendando legalizar la tortura,
dado que todos tácitamente la aceptaban cuando afectaba a sus adversarios
políticos y sólo la criticaban cuando afectaba a los del propio bando (7).
El
8 de agosto de 1970 la revista izquierdista Punto
Final publicó una extensa relación de las torturas sufridas por elementos
de izquierda durante el gobierno de Frei Montalva (1964-1970), contenidas en
una presentación hecha a la Corte Suprema por abogados de esa tendencia, entre
ellos distinguidos penalistas y profesores de derecho como Eduardo Novoa,
Álvaro Bunster, Aníbal Bascuñán, Eduardo Long Alessandri y el entonces
Secretario General de la Universidad de Chile y después Presidente de la
República, Ricardo Lagos.
En
ese escrito de 71 páginas, acompañado de 66 documentos que contenían manuscritos
con relatos de víctimas de las torturas y flagelaciones, así como fotografías y
grabaciones, se describía seis homicidios cometidos por la policía, 17 casos de
torturas y vejámenes físicos y morales,
tres allanamientos ilegales, y numerosos casos de violencia innecesaria.
En
la denuncia se añadía que el profesor francés Benjamín Fabre había sido
sometido a castigos policiales y sufrido la rotura de un tímpano, tras lo cual
el gobierno de Frei Montalva lo había expulsado del país, sin que el gobierno francés
se preocupara de protestar ni de pedir una investigación.
La
presentación de los abogados de izquierda “se inicia con la carta-denuncia de
la profesora Magaly Honorato, que tras escribirla en 1965, se suicidó
desesperada por las torturas que le fueron aplicadas en Investigaciones” (8).
Otras
torturas “en democracia”
Cuando
tuvo lugar un complot de derecha para impedir el acceso de Allende al poder, en
1970, los imputados de conspirar y asesinar al Comandante en Jefe del Ejército,
René Schneider, también fueron sistemáticamente torturados para extraerles
información.
Los
autores de las torturas fueron detectives de Investigaciones, pese a que dicho
servicio había sido puesto, justamente a raíz del complot que provocó la muerte
de Schneider, bajo la dirección de un militar intachable y distinguido.
Después,
las torturas bajo la UP fueron un mal generalizado, tanto que el Acuerdo de la Cámara de Diputados que
llamó a los militares a intervenir, del 22 de agosto de 1973, decía
textualmente:
“10)
Que entre los constantes atropellos del Gobierno a las garantías y derechos
fundamentales establecidos en la Constitución, pueden destacarse los
siguientes:
“g)
Ha incurrido en frecuentes detenciones ilegales por motivos políticos, además
de las ya señaladas con respecto a los periodistas, y ha tolerado que las
víctimas sean sometidas en muchos casos a flagelaciones y torturas” (9).
Conste
que el gobierno de la Unidad Popular no debió enfrentar a grupos subversivos
armados que cometieran atentados sistemáticos, lo que habría explicado
interrogatorios con apremios. Los grupos subversivos eran justamente
partidarios suyos. Por eso reservó las torturas para meros opositores
políticos, como lo denunció la Cámara, entre ellos dos diputados del Partido
Nacional, Maximiano Errázuriz y Juan Luis Ossa.
El
primero ha publicado en sucesivos libros, sin ser refutado y sin rencor, lo
apremios ilegítimos que sufrió durante la UP a manos de funcionarios policiales
de izquierda con el amparo oficial. Su libro “Maximiano: Recuerdos, Perdón y
Olvido”, es toda una lección espiritual, contrastante con el odio crónico que
mantiene y propaga la extrema izquierda y que imposibilita toda reconciliación.
El
segundo, Juan Luis Ossa, denunció las torturas sufridas bajo la UP en el diario
El Mercurio del 23 de enero de 1972, con
lujo de detalles sobre las aplicaciones de electricidad que recibió en el
cuartel de Investigaciones de Rancagua, sus consecuencias de convulsiones y
caída del cabello, nombrando como su interrogador principal al subdirector de
Investigaciones de Allende, el militante comunista Carlos Toro, que nunca
refutó el relato de Ossa ni se querelló ni menos fue removido del cargo tras la
denuncia.
En
El Mercurio de Santiago del 20 de
enero de 1972 el Partido Nacional protestó
públicamente por dichas torturas a un vicepresidente de la colectividad, en
presencia del subdirector comunista de Investigaciones. Tampoco hubo réplica ni
explicaciones.
Paradójicamente,
por primera vez la investigación judicial efectiva y exitosa de las denuncias
de tortura se llevó a cabo en Chile bajo el Gobierno Militar, y en el caso más
conocido condujo a la condena a diez años de presidio a su autor, un oficial de
Ejército.
La
versión más publicitada sobre el caso decía que el torturado fue un “transportista
democratacristiano”, Mario Fernández, quien al ser apresado fue golpeado por
agentes de la CNI y perdió la vida debido a los malos tratos recibidos.
Pero
la verdad completa era que Fernández trabajaba para el grupo guerrillero
comunista FPMR, como lo reconoció su jefe, Sergio Buschmann. Apresado Fernández
por la CNI, fue golpeado para que entregara información y como presentara un
estado grave a raíz de golpes de puño recibidos en el tórax, fue llevado por
los agentes de seguridad a un hospital, donde falleció debido a traumatismo en
su pared abdominal.
Antes,
en 1980, habían sido condenados a presidio por la Justicia varios policías
civiles a raíz de la muerte, tras un interrogatorio, del estudiante Eduardo
Jara Aravena, militante del MIR a quien se interrogaba a raíz del asesinato del
coronel Roger Vergara, como se ha visto en el capítulo VIII.
El
mito del exilio
El Gobierno
Militar, ocasionalmente y no siempre en forma justificada, como hemos visto en
capítulos anteriores, expulsó a algunos opositores políticos o les vedó su
reingreso al país, pero esos casos pueden contarse con los dedos de las manos.
Sin embargo, cuando se le critica se suele hablar de “miles de exiliados”, con
tan poca base como cuando se habla de “miles de desaparecidos”.
Se
confunde con el exilio el extrañamiento, es decir, la condena a abandonar el
territorio nacional, mediante conmutación de la pena de presidio aplicada por
la Justicia, como sanción sustitutiva y en beneficio del afectado. Eso sucedió
frecuentemente, pero no constituyó exilio, sino una sanción penal sustitutiva
del presidio, a petición del afectado.
En
un estudio hecho por el general (r) Gastón Frez, no publicado pero del cual
guardo un ejemplar, hecho sobre la base de documentación oficial, se comprueba
que el Gobierno Militar envió a extrañamiento, por vía de sustituir la pena de
presidio, a 999 presos miristas, comunistas y socialistas.
Además,
durante su ejercicio se concedió la libertad condicional a 96 condenados por
los Tribunales Militares y a 22 individuos que habían sido condenados por leyes
especiales, y que viajaron al exterior. Estas medidas, lejos de constituir una
sanción, fueron un beneficio otorgado para mejorarles su condición y
obedeciendo a peticiones de otros gobiernos o de sus familiares.
El
mito de los “miles de desaparecidos”
La
más frecuente diatriba contra el Gobierno Militar es la de que “hacía
desaparecer personas” y suele acusársele de generar “miles de desaparecidos”.
Esas imputaciones no tienen base.
Sí
sucedió durante ese gobierno, especialmente en sus primeros tiempos, que se
diera muerte ilegalmente a personas por parte de personal uniformado, a veces
con participación de civiles, pero sin orden superior ni conocimiento de la
Junta ni de su Presidente –que habían ordenado, como más arriba se documentó,
respetar los derechos de las personas--; y aconteció en esos casos clandestinos
que se procediera a inhumar los restos.
También
sucedió que se arrojara restos humanos al mar después de algún enfrentamiento o
de la ejecución de detenidos por elementos de los servicios de seguridad, perpetrados
sin conocimiento de las autoridades de gobierno. Al divulgarse los hechos con años
de posterioridad y todavía durante el Gobierno Militar, alguna autoridad nunca
precisada resolvió que los restos clandestinamente inhumados fueran lanzados al
mar, con aquiescencia oficial, creyendo así disminuir el daño a la imagen del
régimen que, repito, no había tenido como política la eliminación física de los
detenidos.
Esto
fue un grave error de la política oficial, pues lo adecuado habría sido
informar sobre las conductas indeseadas de uniformados y civiles, y entregar
esos restos a los familiares de los caídos. Pero en la mayoría de esos casos
existía una nómina de esas bajas y, por tanto, se sabía el destino de los
restos de cada persona. En rigor, entonces, no eran ni son “desaparecidos”.
Y nunca hubo
“miles”.
De partida, en 1980 el ex diputado DC
Claudio Orrego Vicuña y la periodista Patricia Verdugo publicaron, en pleno
Gobierno Militar, el libro Detenidos-Desaparecidos:
Una Herida Abierta. En su página 6 señalan que esa situación se refiere a “más
de seiscientas personas” (10). No “miles”.
La
Comisión Rettig determinó en 1991 que
habían sido 979. La Comisión que la
siguió, Nacional de Reparación y
Reconciliación, formada probablemente debido a los apetitos despertados por
los múltiples beneficios económicos recibidos por las víctimas determinadas por
la primera, añadió 123 desaparecidos más. Es decir, un total de 1.102. Tampoco
“miles”.
En
el curso de los años, desde 1991, han “reaparecido” seis, de acuerdo a
sucesivas publicaciones de prensa, lo que daría un total restante de 1.096.
Cuando
vino al país la escritora francesa Suzanne Labin se preocupó de certificar los
casos de detenidos desaparecidos que le denunciaron, pero no pudo encontrar
precisiones. Antes de venir a Chile, en septiembre de 1978, preguntó a la
policía francesa cuántas personas desaparecían allá mensualmente: se le
respondió que, de 19 mil denuncias, se encontraba a 13 mil de las personas
buscadas. Es decir, cada mes desaparecían seis mil. Escribe Labin:
“Yo
he venido (a Chile) considerando el primer número de 2.500 desaparecidos citado
por Rosalynn Carter (la cónyuge del Presidente norteamericano Jimmy Carter), el
cual era desde ya considerablemente bajo en relación a los números lanzados por
todos los medios de comunicación y que rondaban los 15.000 desaparecidos. Mi
primera sorpresa fue constatar que la Vicaría no mantenía sino 651 casos de
desaparecidos. Primer golpe: el número de desaparecidos había caído de 15.000 a
651.” (11).
En
el curso de 1978 y 1979 la Vicaría de la Solidaridad del Arzobispado de
Santiago publicó una serie de siete tomos titulados ¿Dónde Están?, relativos a personas cuyos paraderos se ignoraban y
que podían haber sido detenidas por agentes del Gobierno. Es el detalle de 478
casos en total, es decir, un promedio algo inferior a 70 por tomo, en que se
relatan las circunstancias de las presuntas detenciones y las diligencias desplegadas
para encontrar a las personas respectivas (12).
El
Informe Rettig detalla los casos de
detenidos desaparecidos año a año:
1973:
383
1974:
224
1975: 83
1976:
97
1977:
18
1978
a 1990: 23 en total (13).
Como
se ve, ya desde 1978 los casos denunciados a la Comisión fueron menos de dos al año.
También suele achacarse a la DINA la política de
hacer desaparecer personas, pero el propio Informe
Rettig le reconoce sólo una minoría, del total de casos, de su
responsabilidad:
DINA:
316
Carabineros:
248
Ejército:
161
Aviación:
21
Armada:
5
Investigaciones:
20
CNI:
8
Particulares
civiles: 45
TOTAL
ATRIBUIDO: 824 (14).
Recapitulando,
de acuerdo con el citado Informe, el
total de detenidos desaparecidos entre 1973 y 1990 fue de 979.
Como
antes se dijo, con posterioridad a la Comisión
Rettig se formó la Comisión Nacional
de Reparación y Reconciliación (que contribuyó a lo primero pero no a lo
segundo) y añadió 123 casos, de modo que, sumados a los 979 de la Comisión Rettig, el total oficial de
detenidos desaparecidos llegó a los 1.102 antes aludido.
Para
tener un punto de referencia, y como se describe en detalle más adelante, en
2006 desaparecieron en Chile 2.432 personas, entendiendo por tales las que,
tras la denuncia de “presunta desgracia”, no son encontradas en el mismo año
(15).
Personas
con paradero precisado
Con respecto a las personas no
encontradas y supuestamente desaparecidas en el curso de la acción
antisubversiva durante el Gobierno Militar, una información de El Mercurio establece que:
(I) Se ha hallado los restos de 172
individuos cuyo paradero se ignoraba y que fueron entregados a sus familiares.
Pero no se sabe si corresponden a desaparecidos o a personas que estaban
comprobadamente muertas.
(II) Adicionalmente hay 281 personas
cuyos restos no han sido identificados ni entregados a sus familiares, en
diversas sepulturas en el Cementerio General.
(III) También hay restos de otras 96
personas en el Instituto Médico Legal que tampoco han sido identificados o, cuando
lo fueron, lo fueron mal (16).
(IV) En carta a este autor de 30 de
septiembre de 2005, copia de la cual su remitente manifestaba haber enviado a
siete ministros sumariantes de las Cortes de Apelaciones de Santiago y de San
Miguel, que concurrieron a su lugar de detención para que ratificara lo
expresado en ella, el ex Director de la DINA, general (r) Manuel Contreras
indicó que, en un proceso instruido por un ministro de la Corte de Apelaciones
de Santiago que no especifica, hay constancia de que 113 individuos de los llamados
detenidos desaparecidos o muertos en combate se encuentran enterrados en los
patios 9, 12, 25, 26, 27, 28 o 29 del Cementerio General, sin identificar.
(V) Luego añade que los restos de 153
individuos fueron sepultados en la Cuesta Barriga, de donde fueron
posteriormente retirados y, se supone, lanzados al mar, según se estableció,
afirma, en la Mesa de Diálogo de 2001.
(VI) En la nómina de detenidos
desaparecidos entre 1973 y 1977, detallados en la carta del general (r) Contreras,
antes citada, hay 365 cuyos restos se hallaban en el Instituto Médico Legal,
sin identificar.
(VII) Hay 26 personas que las
Comisiones creadas bajo la administración Aylwin dan por desaparecidas entre
1975 y 1976, pero no figuran en el Registro Civil, es decir, no tienen existencia
legal.
(VIII) Hay 56 personas calificadas
como detenidas-desaparecidas que figuran, según documentación oficial de la
República Argentina, ingresando a dicho país.
(IX) Hay 33 personas, igualmente
calificadas como detenidas-desaparecidas, que figuran abandonando el
territorio, según documentación legal chilena.
(X) Hay cuatro personas a las cuales
igual número de testigos, mediante declaración jurada ante notario público,
manifiestan haber visto con vida después de declarada su detención y desaparición.
Eso
da un total de 1.299 personas.
El
total de detenidos-desaparecidos consignados en los informes de las dos Comisiones (de Verdad y Reconciliación y de
Reparación y Reconciliación), como más arriba se indicó, llegó a un total
de 1.102 personas. Es evidente la posibilidad de dobles contabilizaciones en el
listado precedente, pero queda claro que la acusación sobre “el gobierno que
hacía desaparecer a miles de personas”, que es la consigna más voceada contra
el régimen militar, carece de base.
En otros términos, la posibilidad de que no
exista ningún detenido-desaparecido propiamente tal es real y el único
obstáculo que nos separa de la verdad deriva de que, desde 1990, han
transcurrido 28 años a esta fecha sin que se haya identificado los restos enterrados
sin identificar en el Cementerio General o los que todavía permanezcan en esa
calidad en el Instituto Médico Legal. ¿Por qué? La respuesta parece entregada a
las más amplias especulaciones.
Un
libro del general (r) Contreras, Verdad
Histórica II: ¿Desaparecidos?, destina 184 páginas de anexos con facsímiles
de los documentos oficiales chilenos y argentinos que fundamentan sus afirmaciones
(17).
Nunca
se ha publicado un desmentido a las mismas ni se ha objetado la autenticidad de
los documentos oficiales chilenos y argentinos que esas páginas reproducen.
En
un país donde constantemente se forman comisiones diversas y donde la Cámara de
Diputados, con gran frecuencia, acuerda instalar Comisiones Investigadoras de
cualquier hecho de pública notoriedad, nunca se ha formado ninguna para
precisar el número de los denunciados como detenidos-desaparecidos ni para
investigar por qué no han sido identificados los restos que permanecen sin
identificar, por ejemplo, en los patios 9, 12, 25, 26, 27, 28 y 29 del Cementerio
General. ¿Por qué?
Por
otra parte, la magnitud del problema, si es que hubiera aún personas cuyo
paradero se ignora, desaparecidas por razones políticas, es numéricamente
mínima, pues sólo serían muy pocas.
Como
adelanté más arriba, cuando yo estudié esa materia para escribir mi libro Terapia para Cerebros Lavados consulté
la página web de Carabineros y comprobé que en 2006 hubo 23.970 denuncias por
“presunta desgracia”, es decir, por personas desaparecidas, de las cuales
fueron encontradas 21.538 en el curso de ese año, como más arriba se citó. Es
decir, 2.432 seguían desaparecidas en 2007, más del doble de todas las
denunciadas por la comisiones formadas por Aylwin en los ’90 para los 16 años y
medio de la Revolución Militar (18).
Por
otra parte, en febrero de 2018 El
Mercurio informó que más de 15 mil personas están desaparecidas en Chile
desde 2003 (10.984 registradas por Carabineros y 4.532 por Investigaciones), lo
que daría un promedio de mil al año, de las cuales poco o nada se informa, en comparación
con la publicidad política que recibe el caso de los pocos –si los hubiere— que
restaría por ubicar del período 1973-1990 (19).
La
amnistía benefició mayoritariamente a civiles
Dada
la denegatoria ilegal, constitutiva de prevaricación, por parte de los
tribunales chilenos a aplicar la amnistía a uniformados, en definitiva quienes
se beneficiaron más de ella fueron los elementos armados que combatieron al
Gobierno Militar.
A
partir de la dictación del decreto-ley de amnistía en 1978, 9.552 extremistas
comprometidos en la lucha armada fueron dejados libres de toda culpa. Muchos se
encontraban en el extranjero y pudieron regresar al país.
Hubo
999 individuos beneficiados con el extrañamiento en sustitución a sus penas
privativas de libertad, como antes se dijo, que posteriormente se acogieron a
la amnistía y regresaron a Chile. Fueron parte de lo que se ha denominado “el
exilio”, no habiendo sido tal.
En
fin, hubo 96 individuos condenados por su participación en la lucha armada que
recibieron la libertad condicional durante el Gobierno Militar y se
establecieron en 32 ciudades del país.
En
el cuadro de cifras antes citado del general (r) Gastón Frez consta que el
Presidente Patricio Aylwin indultó a 258 individuos, todos terroristas de
izquierda, que se hallaban condenados por los Tribunales de Justicia y que
habían herido o muerto a 760 hombres de la Defensa Nacional entre 1973 y 1990.
Entre
ellos fueron liberados los asesinos del Intendente de Santiago, general Carol
Urzúa, del coronel de Carabineros (r) Luis Fontaine y del teniente coronel de
Ejército Roger Vergara, todos éstos acribillados a mansalva y a sangre fría.
El
lucro y los derechos humanos
Gran parte de la
denigración histórica del Gobierno Militar ha tenido su origen en un móvil de
ganancia económica: el tema de los supuestos “atropellos a los derechos
humanos” ha dado lugar y sigue dándolo crónicamente, a cuantiosas
indemnizaciones pagadas por el Estado a quienes han sido declarados víctimas o
a sus familiares.
Una
sola cifra es reveladora: el propio representante de los “exonerados
políticos”, Raúl Celpa, ha declarado que reciben pensiones como tales unas 160
mil personas, de las cuales 100 mil lo hacen indebidamente.
La
Contraloría General de la República hizo un examen de cuentas sobre la base de
una muestra que arrojó tres mil casos de falsos exonerados, pero el presidente
de la Comisión Nacional Unitaria de
Exonerados, el mencionado Raúl Celpa, ha denunciado los negocios indebidos
que se han montado en torno al tema y estima que los 100 mil falsos exonerados,
que cobran mensualmente pensiones como tales, con un costo fiscal del orden de
400 millones de dólares anuales. Esto consta en entrevista del periodista Tomás
Mosciatti para Radio Bío Bío del 30 de mayo de 2013, en la cual Celpa denunció
además cobros excesivos del orden de 30 millones de dólares anuales
aprovechando las Becas Valech (Comisión
para la Prisión Política y la Tortura) (20).
Un
veredicto desapasionado
El 5 de agosto de
1974 prestó declaración ante el Subcomité de Asuntos Interamericanos del Comité
de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos el Senior Fellow de la
Brookings Institution de ese país, Ernest W. Lefever, que nos había visitado para
formarse una impresión de las circunstancias que se vivía en Chile y, llegado
al punto de preguntarse si el Gobierno Militar había abusado de su poder,
emitió el siguiente juicio, que destaco por lo equilibrado y objetivo y hago
mío acerca de este tema, recordando que entre el 11 de septiembre de 1973 y
agosto de 1974 tuvieron lugar las muertes de los dos tercios del total de los
fallecidos en la lucha subversión-gobierno hasta el 11 de marzo de 1990.
Declaró míster Lefever ante el Subcomité de la Cámara:
“Altos
funcionarios de gobierno libremente admiten que ha habido abusos contra
sospechosos, incluyendo la tortura por parte de interrogadores movidos por
excesivo celo. Pero ellos apuntan a extenuantes circunstancias, incluyendo la
acción de francotiradores que disparan contra policías y soldados y un clima emocional
de odio generado por los militantes marxistas.
“Uno
también podría añadir la inexperiencia total de los militares en el arresto e
interrogatorio se manifiesta en individuos súbitamente ubicados en una posición
de autoridad. Debería hacerse notar que los estudiosos de las prácticas
policiales y de las prisiones de América Latina muestran un mínimo de tales
abusos en todos los países, que está propenso a aumentar en los tiempos de
turbulencia y confusión.
“Tal
vez más importante, yo no encontré pruebas de que las autoridades militares
superiores alguna vez hayan ordenado o aprobado el abuso contra los
sospechosos, aunque se podría defender la tesis de que no hubieran actuado
temprana ni vigorosamente como habrían podido hacerlo para eliminar esos abusos.
Estos fueron condenados a comienzos de este año y al menos cinco chilenos
fueron arrestados, enjuiciados y castigados por los abusos contra sospechosos,
uno condenado a 15 años de prisión. Más aún, de acuerdo con el testimonio de
observadores chilenos y extranjeros, los atropellos más serios fueron
virtualmente eliminados ya a fines de abril de 1974. De ahí que los hallazgos
de norteamericanos que visitaron Chile antes de esa fecha, incluyendo
testimonios en las audiencias sobre Derechos Humanos en el Subcomité de Organizaciones y Movimientos
Internacionales de la Cámara de Representantes, están desfasados” (21).
El
adiós de Pinochet
En 1990 el
Presidente recorrió todas las regiones despidiéndose, y explicó: “Estoy
haciendo una gira por Chile, porque si yo me voy de una casa o de cualquier
parte, me despido” (22).
Había
sido muy activo en viajar por el país durante sus 16 años y medio de
gobernante, de un extremo a otro: 64 visitas a la I Región, 50 veces a la XII,
por ejemplo.
Se
despidió de los periodistas que cubrían La Moneda y hubo lágrimas, a las que
replicó: “¿Por qué lloran? ¡Si yo no me he muerto! ¡Aquí no se ha muerto nadie!”
(23).
Su
último Consejo de Gabinete lo celebró en Temuco. El 10 de marzo se despidió de
los ministros y sus cónyuges en La Moneda. En la noche ofreció en Palacio la
recepción de estilo a los delegados extranjeros.
A
primera hora de la mañana del 11 de marzo recibió en su domicilio de la calle
Presidente Errázuriz al vicepresidente de los Estados Unidos, Dan Quayle,
enviado del gobierno del Presidente Reagan.
Un
testigo ha referido que Pinochet, junto con recibir al vicepresidente norteamericano
con un apretón de manos significativo, como los que acostumbraba darles a
algunas personas a las cuales no les tenía particular afecto, y tras tomar nota
de la felicitación de Quayle por la misión cumplida, le replicó enérgicamente que
los chilenos habíamos logrado vencer al comunismo, reconstruir el país y
restablecer la democracia pese a la hostilidad de los Estados Unidos.
El
traductor se quedó helado por unos momentos, pero cumplió su función. Quayle se
mantuvo inalterable al oír la traducción y la despedida entre ambos gobernantes
fue finalmente cortés.
El
ex ministro Cáceres obvió en sus recuerdos ese instante de franqueza e
incomodidad, limitándose a rememorar:
“Acompañado
de su ministro de Relaciones Exteriores, Hernán Felipe Errázuriz, Pinochet
recibió las felicitaciones de Quayle, quien le destacó su compromiso y el de
las Fuerzas Armadas con el cronograma constitucional y la transición pacífica a
la democracia (24)”.
A
la mañana siguiente Pinochet recorrió entre aplausos del público el trayecto de
su domicilio en Av. Presidente Errázuriz a la Escuela Militar, para abordar el
helicóptero que lo llevaría a Valparaíso, donde entregaría la banda
presidencial y la piocha del mando a su sucesor.
Finalmente,
ya en la V Región, se dirigió a la Escuela de Caballería de Quillota, donde se
despidió de generales, ministros y altos funcionarios, muchos de ellos luciendo
la medalla con la leyenda Misión Cumplida
sobre sus pechos.
Pues,
en efecto, la Misión había sido Cumplida. Habían recibido a un Chile al
borde de una guerra civil y que iba a la zaga de las naciones subdesarrolladas
y habían entregado otro, en paz y que estaba a la cabeza de América Latina, lo
que llevó al presidente demócrata norteamericano Bill Clinton a reconocer, en
1993, que “Chile hoy se erige como un modelo de soberbia conducción económica y
buena gobernanza democrática” (25).
Momento
estelar tras la transmisión del mando
Recuerda
Carlos Cáceres sobre la transmisión del mando:
“Dada
la relevancia histórica del acto, días antes, en las oficinas del ministerio
del Interior, se había llevado a cabo un ensayo general, teniendo en cuenta que
todas las cámaras de televisión de Chile y el mundo enfocarían la escena. En
dicho ensayo, participó el propio Presidente Pinochet y, además, lo hicieron el
Secretario General de Gobierno, Cristián Labbé, y el Canciller, Hernán Felipe
Errázuriz. Entre risas, Labbé hizo las veces de ‘Aylwin’ y Errázuriz de
‘Presidente del Senado, Gabriel Valdés’.
“Todo
estaba programado al milímetro. Lo único diferente fue que, llegado el momento
real y después de la entrega de la banda presidencial por parte de Valdés, el
Mandatario saliente retuvo la piocha –símbolo del mando—y sin intermediarios se
la pasó directamente a Aylwin” (26).
A
veces las circunstancias más importantes de la historia no se dan en el marco
de ceremonias trascendentales, firma de documentos fundamentales o encuentros
oficiales de estadistas, sino en minutos fugaces que resultan determinantes
para el futuro. Un famoso ensayista europeo, Stephan Zweig, recolectó algunos
de esos instantes decisivos en su obra Momentos
Estelares de la Humanidad.
En
la noche del 11 de marzo de 1990, día de la transmisión del mando del
Presidente Pinochet a su sucesor civil, Patricio Aylwin, se produjo un momento estelar, a juicio de este autor.
Fue fugaz pero decisivo y probablemente cambió el rumbo de la nueva
administración y predeterminó en ese mismo instante que en Chile jamás habría
reconciliación, como de hecho no la ha habido en 28 años. Porque el odio de la
extrema izquierda desataría una persecución ilegal e injusta contra los
militares y la imposibilidad de un equivalente al “ya es hermano el que ayer invasor”, de nuestra Canción Nacional.
Por
el contrario, ese momento estelar
anticipó que el odio marxista permanecería vivo y vendrían décadas de procesos
judiciales plagados de ilegalidades, arbitrariedades e inconstitucionalidades,
abusos a expensas de la memoria, denigraciones y falsificaciones históricas que
jamás permitirán enterrar el pasado.
Y
ese instante crucial se presentó cuando Aylwin, en un colmado Estadio Nacional,
le habló al país del futuro de una democracia sin odios, de paz, de civilidad y
de reconciliación entre todos. Y los fue mencionando a todos, hasta que dijo la
frase más representativa de su aspiración: “reconciliación entre civiles y
militares”. En este punto se generó una ensordecedora rechifla, que obviamente
no provenía de la mayoría democrática ni de los no pocos derechistas que habían
votado por él e improbablemente estaban ahí, creyéndolo un político moderado; y
ni siquiera provenía de los izquierdistas renovados, sino de la abigarrada masa
comunista, marxista-leninista que hasta 16 años y medio antes había querido
tomarse el poder por las armas y no había podido; que durante esos mismos años
había combatido, usando métodos terroristas, en procura de derrocar al Gobierno
Militar; que en las recientes elecciones había formado el pacto PAIS en torno
al “partido del odio”, el Partido Comunista y sus compañeros de ruta que no
habían tenido cabida en la Concertación, porque no pedían ni daban cuartel ni
tregua en el uso de la violencia armada. Estaban en el estadio, no eran la
mayoría pero sí eran los más ruidosos.
Aylwin mostró
coraje en ese instante, pero sólo en ese instante, y replicó a la rechifla
comunista, reafirmando a voz en cuello: “¡Sí señores, civiles y militares, la
reconciliación debe incluirlos a todos!” Y se ganó una ovación de la mayoría. Tal
vez tuvo la genuina buena intención en ese momento, pero sólo hasta ahí le
duró.
Después
se dio cuenta de dónde podía provenir la más grave amenaza de violencia durante
su administración y se entregó a los comunistas en estas materias de la mejor
forma en que podía hacerlo: convirtiéndose en el verdugo de los militares.
Porque en ese mismo instante de la rechifla comunista supo –y todos quienes
conocíamos la historia del Chile contemporáneo, lo conocíamos a él, a su
partido y al comunista supimos— que si tenía que elegir entre la reconciliación
genuina o perpetuar el odio, dándoles en el gusto a los rojos, iba a hacer esto
último.
A
partir de ese mismo instante Aylwin se convirtió en el perseguidor de los uniformados,
en el gobernante que iba a formar una Comisión sesgada e inconstitucional para
sentarlos en el banquillo de los acusados ante el país y el mundo; en el
Presidente que iba a interceder inconstitucionalmente ante la Corte Suprema
para que no se aplicara la Ley de Amnistía a los que habían combatido a la
subversión, sino en la sentencia final, para mantenerlos desfilando por los
pasillos de los tribunales, vejados por frentistas y miristas impunes; en el
estadista que iba a dar dinero, mucho dinero (no suyo, por cierto, sino fiscal)
al extremismo de izquierda para tenerlo contento e indemnizarlo por no haber
podido tomar el poder por las armas ni instalar un régimen totalitario.
Y
también se convirtió en el que iba a fundar paralelamente un Museo de la Memoria marxista en homenaje
al extremismo armado y en el precursor de un presidio en Punta Peuco para
internar y denigrar a los militares que liberaron a Chile (lo que habían hecho
instigados y con el aplauso, entre otros, del mismo Aylwin).
Hoy
ese presidio está colmado de presos
políticos uniformados ya ancianos, ilegalmente privados de libertad y carentes
hasta de los beneficios carcelarios que la humanidad civilizada reconoce a
todos los reos. Hasta el otrora crítico del Gobierno Militar en el tema de los
derechos humanos, José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch, ha intercedido por ellos en vano.
El
epítome de la doble actitud de Aylwin quedó perpetuado en YouTube, donde basta
digitar “buscar” y luego “Aylwin” para encontrar al personaje diciendo una cosa
en 1973 sobre la Revolución Militar y luego, en 1993, afirmando que jamás la
había dicho y aseverando la contraria.
El
legado de la Revolución Militar
Termino este libro
citando palabras que no son mías, sino de un serio historiador, aunque en
algunos aspectos sesgado y crítico de la Revolución Militar, Gonzalo Vial
Correa. Donde él menciona a Augusto
Pinochet me tomo la libertad de escribir en vez de ese nombre, en algunas
ocasiones, Revolución Militar Chilena,
pues si bien él fue su principal conductor, la misma también triunfó gracias al
esfuerzo y sacrificio de miles de militares, civiles colaboradores y millones
de ciudadanos comunes que le prestamos nuestro apoyo cívico:
“Al
respaldar un golpe que probablemente no deseaba, Augusto Pinochet evita la guerra civil. Es decir,
decenas de miles de muertos; persecuciones aún más envenenadas y odiosas de las
que por desgracia de todos modos ocurrirían; y la posibilidad de un ‘socialismo
real’ –experiencia escasamente positiva dondequiera que se vivió durante el
siglo pasado--, que quizás hubiera caído junto con el muro de Berlín o quizás
subsistiría hasta hoy, como en Cuba…
“Sortea
la Revolución Militar, luego, dos
guerras inminentes, con Perú y Argentina. Respecto a la segunda, además,
alcanza una paz definitiva y fecunda.
“Devuelve
al país su institucionalidad, dándole una Constitución vigente hasta hoy, y
según cuyas normas y plazos los civiles recuperan puntualmente el poder y la
democracia.
“Restaura
la plenitud del derecho de propiedad, y sobre tal base establece un nuevo
esquema económico, cuyos principios son el Estado pequeño y subsidiario, la
asignación de recursos por el mercado, los grandes equilibrios de las finanzas
públicas –el presupuestario, el primero de todos--, la libre empresa, la libre
competencia, la libertad de precios e intereses, la desregulación en general, y
la apertura al exterior. De allí parte, en 1987, una carrera de crecimiento que
corrida una década doblará el tamaño del país (…) una década de auge material
sin paralelo en el siglo pasado, y quizás en los dos siglos de la República.
“Mejora
todos los índices globales de salud. Permite al Estado focalizar la atención
médico-hospitalaria hacia los sectores de mayor pobreza, al originar un sistema
privado, las Isapres, que sirva a los estratos medio/bajo, medio/alto, y alto
de la sociedad.
“Hace
flexible el régimen de trabajo mediante el Plan Laboral, que se adecúa a las
exigencias de una economía abierta.
“Reemplaza
una previsión en quiebra, y anarquizada por múltiples ‘fondos’ y ‘cajas’ de
diversísimos beneficios. Advienen así las AFP. Dentro de estas entidades
privadas, cada ahorrante es individualmente dueño de las imposiciones que hace
para financiar su retiro. Ellas –llegado el momento— serán el capital que
genere como renta la jubilación. El Estado garantiza sólo la pensión mínima.
“Inventa
e impulsa un exitoso sistema para fomentar la vivienda popular –los
‘subsidios’-- vigente y operante hasta
hoy.
“Descentraliza
al nivel de municipalidades la enseñanza básica y media. Mediante la subvención
escolar, estimula que los particulares den aquélla gratuitamente. Abre la
puerta a las universidades privadas.
“Todo
lo anterior, por supuesto, puede ser y es discutido, criticado, desde numerosos
y plausibles puntos de vista. Y quedaron sin duda vacíos sin tocar en áreas
importantes. Pero, sumando y restando, el país que habitamos es inimaginable si
se le quita la impronta de la Revolución
Militar (…)
“Luchan
algunos por eliminar los ‘enclaves autoritarios’ de la Constitución de 1980.
Están en su derecho y pueden acertar. Pero no se discute que esa Carta nos
permite vivir libremente y en paz, y que muchas de sus normas –v. gr., el
recurso de protección o las reglas sobre responsabilidad del Estado o garantías
de la persona-- han sido innovadoras y
positivas.
“Se
quejan algunos del binominalismo electoral, pero suelen reconocer que él ha
reforzado la gobernabilidad, a través de facilitar se formen dos grandes
bloques de partidos, desalentando la anarquía y el chantaje de los grupúsculos
políticos.
“El
Plan Laboral, según sus adversarios, fue prácticamente un arrasamiento de ‘las
conquistas de los trabajadores’. Mas hoy también subsiste con escasos cambios.
“Son
innúmeros los aspectos del Chile pre 1973, especialmente económicos, que ni
siquiera podemos imaginar en la actualidad como viables, ni menos como dignos
de aplauso.
“¿Precios
fijados a los hot-dogs --entre miles de artículos sujetos al
mismo régimen-- según la ciudad donde se
vendan y considerando además su calidad de simples, con mayonesa, completos,
etc.? ¿Dólares de distintos precios, baratos si los venden los exportadores,
caros si los compran los importadores? ¿Permisos para importar, asignados ‘a
dedo’? ¿Electrodomésticos y automóviles nacionales, malos y onerosos,
protegidos de la competencia foránea por barreras tarifarias? ¿Impuestos que
son una jungla? ¿Reformas constitucionales –las de 1963, 1967, 1971— enderezadas
contra sectores propietarios para quitarles sus bienes y pagárselos a precios
ilegítimos, larguísimos plazos y sin reajuste que compense la inflación… o aún
no pagárselos en absoluto? ¿Un Banco Central emitiendo dócilmente el dinero que
haga falta para financiar el presupuesto? ¿Imposiciones previsionales que no se
capitalicen individualmente en las cuentas de quienes las hagan, sino que se
sumerjan y pierdan en el tonel sin fondo de ‘cajas’ manirrotas y quebradas?
¿Atención médico-hospitalaria uniformemente mala para todos quienes no sean muy
ricos, a cargo exclusivo de los servicios públicos de salud? ¿La mitad de las
actuales vacantes universitarias? ¿Diez mil escuelas y colegios, y cien mil
profesores, manejados centralizadamente desde Santiago?
“¿Quién
concebiría todo esto como probable… o aun meramente posible comenzando el siglo
XXI?
“La
piedra de toque de la importancia de la Revolución
Militar Chilena es lo poco que sus enemigos han podido y probablemente
querido modificar su obra. Lo que hablaban pre 1990 y lo que han hecho tras
conquistar el poder, ha sido completamente distinto. Se sigue compitiendo en la
cancha que la Revolución Militar rayó,
y suyas continúan siendo –fundamentalmente—las reglas de juego” (27).
El
mismo legado según Margaret Thatcher
Una voz de resonancia
mundial también reconoció el legado de ese régimen. En la convención del
Partido Conservador, en Blackpool, el 6 de octubre de 1999, estando detenido el
senador Pinochet en Londres, la ex Primera Ministra Margaret Thatcher dijo:
“Me
sorprende que quienes corren a acusar a Pinochet de todo abuso imaginable, no
mencionan el positivo legado que dejó su gobierno en Chile.
“¿Qué
hay, por ejemplo, del hecho de que Chile fue transformado desde el caótico colectivismo a una economía modelo en
América Latina?
“¿Qué
hay, por ejemplo, del hecho de que más chilenos adquirieron vivienda, que la
atención de salud mejoró, que la mortalidad infantil se desplomó, que programas
altamente eficientes para derrotar la pobreza fueron implementados?
“Sobre
todo ¿por qué no le dicen al mundo que fue el Presidente Pinochet el que
estableció una Constitución para el retorno a la democracia? ¿Qué él se sometió
a un plebiscito para decidir si continuaba o no en el poder? ¿Qué él perdió el
plebiscito (aunque obtuvo el 44 % de la votación), que respetó el resultado y
entregó el poder a un sucesor elegido democráticamente?
“Pero,
por supuesto, sabemos por qué no se habla de ninguno de estos logros. Porque la
izquierda no quiere hablar de esos logros ni quiere, si puede evitarlo, que se
sepan.
“La
izquierda perdió la Guerra Fría en Chile, al igual que en todas partes” (28).
Y
un “broche de oro” (o de dólares) final: siendo Chile el país que salió primero
de la “crisis de la deuda” de los 80, el porcentaje de esta deuda, que era de
143 % del PIB en 1985, descendió al 74 % de la misma en 1990. Ningún otro país
pudo decir lo mismo (29).
Y
el reconocimiento del peor enemigo
Para
mí, con todo, el más valioso testimonio de que la misión de la Revolución
Militar Chilena había sido bien cumplida lo recibí durante un almuerzo campestre
ofrecido a mediados de los años 90 por el almirante (r) Maurice Poisson Eastman
a la Redacción de El Mercurio, en su
fundo de La Calera, y teniendo como invitados de honor al empresario Andrónico
Luksic Abaroa y su cónyuge Iris Fontbona de Luksic, él tenido en esa época por
uno de los hombres más ricos de Chile.
Luksic
venía llegando de una visita a Cuba. Él siempre cultivó una buena relación con
la extrema izquierda. Incluso fue protagonista de “el Año de la Inversión”
durante la Unidad Popular, “prestándole ropa” al gobierno de Allende, que
estaba arruinando al país. Circunstancia que Luksic aprovechó para comprar
activos que otros vendían.
Durante
la sobremesa del almuerzo campestre nos refirió que había obtenido una
entrevista con Fidel Castro durante su estadía en La Habana. Éste los había
convidado a una tardía cena, en la cual monopolizó la palabra, cosa que siguió
haciendo hasta ya entrada la madrugada. Entonces, en un momento dado y
dirigiéndose a Luksic, se autointerrumpió y le dijo:
“Cuénteme
cómo está Chile”.
El
aludido se explayó en detalles de la “década dorada” vivida desde 1986 hasta
entonces, doblando el PIB en diez años, con estabilidad política y paz social.
Cuando terminó su descripción Fidel le dijo, enérgicamente y apuntándole con el
dedo índice:
“Eso
se lo deben ustedes a Pinochet”.
FIN
REFERENCIAS DEL CAPÍTULO XVIII:
(1) “La Tercera”, 8 de octubre de 2005,
p. 3.
(2) Schuster Cortés, Augusto: “Nivel de
Vida Después del Gobierno de las Fuerzas Armadas”, Subsecretaría de Salud,
1990.
(3) Ídem.
(4) “Economía y Sociedad”, N° 93,
octubre-diciembre de 2017. Tomado del trabajo de Rodrigo Álamos, “La
Modernización Laboral”, Estudios Públicos N° 26 de 1987, Centro de Estudios
Públicos.
(5) Piñera, José en “Economía y Sociedad”,
noviembre 2016-febrero 2017.
(6) “El Mercurio”, Santiago, 15 de
diciembre de 2006, p. C2.
(7) Revista “Portada” N° 16, Santiago,
noviembre de 1970, Suplemento “El Mes”, p. 9.
(8) Revista “Punto Final”, Santiago, 8 de
agosto de 1970, separata.
(9) Acuerdo de la Cámara de Diputados, 22
de agosto de 1973, op. cit., número 10), letra g).
(10)
Verdugo, Patricia y Orrego, Claudio: “Detenidos Desaparecidos: Una Herida
Abierta”, Editorial Aconcagua, Santiago, 1980, p. 6.
(11) Labin,
Suzanne: “Chili: Le Crime de Resister”, Nouvelle Editions Debresse, París,
1980, p. 243.
(12) Vicaría
de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago: “¿Dónde Están?”, siete tomos,
Talleres Gráficos Corporación, Santiago, 1978-79.
(13) Informe
Rettig, op. cit., Anexo II.
(14) Ídem.
(15) Página
web de Carabineros de Chile citada en Pérez de Arce, Hermógenes: “Terapia para
Cerebros Lavados”, El Mercurio-Aguilar, 1908, p. 251.
(16) “El
Mercurio”, Santiago, 22 de marzo de 2007, p. C 10.
(17)
Contreras, Manuel: “La Verdad Histórica”, dos tomos, Ediciones Encina,
Santiago, 2000, t. II, ps. 281 y sigtes.
(18) Ver
nota (15).
(19) “El Mercurio”, Santiago, 12 de
febrero de 2018, p. C 1.
(20) Entrevista de Tomás Mosciatti a Raúl
Celpa en Radio Bío Bío, 30 de mayo de 2013: buscar en Google con ambos nombres.
21) Instituto de Estudios Internacionales
de la Universidad de Chile, Francisco Orrego Vicuña, editor: “Chile: The
Balanced View”, Editora Gabriela Mitral, Santiago, 1975, p. 277.
(22) Vial, Gonzalo: “Pinochet…”, op.
cit., t. II, p. 591.
(23) Ídem.
(24) Arancibia, Patricia: “Carlos F.
Cáceres…”, op. cit. p. 13.
(25) Archivo Presidencial 004952, 18 de
septiembre de 1993.
(26) Arancibia, Patricia: “Carlos F.
Cáceres…”, op. cit., p. 17.
(27) Vial, Gonzalo: “Pinochet…”, op.
cit., t. II, ps. 739 a 741.
(28) Discurso ante la Convención del
Partido Conservador Británico, citado por “Economía y Sociedad”, abril-junio de
2018, Santiago, p. 27.
(29) Collier, Simon y Sater, William:
“Historia de Chile…”, op. cit., p. 317.
APÉNDICE
LA “FORTUNA” DE PINOCHET
(Reproducción parcial del capítulo XV del libro “Terapia para Cerebros Lavados” de
Hermógenes Pérez de Arce, El Mercurio-Aguilar, 2008).
Probablemente el lavado cerebral que se ha hecho a nivel chileno y
mundial a propósito de la cuenta del ex Presidente Pinochet en el Banco Riggs,
de Washington, ha hecho más daño a su imagen que cualquier otra acusación de
las muchas propaladas antes en su contra.
La campaña resultó tan devastadora
como carente de fundamento.
Maniobra fracasada
Los lavadores de cerebros se
superaron a sí mismos, tratándose del patrimonio del ex Presidente Pinochet, y
llegaron a un verdadero paroxismo cuando dijeron haber descubierto ¡9.620
toneladas de oro! del ex mandatario en Hong Kong. ¡185 mil millones de dólares!
¡El hombre más rico del planeta! ¡Todo el PIB chileno en sus bolsillos, y no lo
sabíamos! Multiplicaba por más de tres veces la fortuna de Bill Gates.
La noticia la dio un
corredor de valores de Los Angeles, California, Al Landry. Inmediatamente el
Gobierno de la Concertación, a través del ministro de RR. EE., Alejandro
Foxley, la validó y declaró que “fue entregada por una fuente fidedigna, por
lo menos desde el punto de vista nuestro”.[1]
Los diputados
socialistas estaban exultantes. Uno de ellos comparó a Pinochet con “el Rey
Midas”. El senador Carlos Ominami fue más cauto, pero se autodelató al
declarar: “Si fue verdadero o falso lo del oro, todo Chile quiso creerlo.
Eso es lo grave”.
Confesó que el país de los
cerebros lavados cree cualquier cosa de Pinochet.
Joan Garcés, el
abogado español, representante de la Fundación Allende se aprestaba,
según anunciaba, a embargar los lingotes del general.
El Consejo de Defensa
del Estado salió, como de costumbre, a decir una malignidad. Siempre que se trata
del patrimonio del general, su abogada María Teresa Muñoz aparece en la
prensa exclamando cosas sin ninguna base, como “¡lavado de dinero!” o “¡comisiones
por venta de armas!”.
Pero el tinglado se
vino al suelo: el HSBC (Hong Kong & Shanghai Banking Corporation) declaró
que el certificado del oro, supuestamente emitido por él, era falso.[2]
Sí, pero ¿quién remedia el daño nacional e internacional a la imagen del
general?
Cuando fueron pillados, los autores del engaño
se esfumaron, pero no sin cinismo. Pues hasta surgió un alemán de apellido
Schell, quien declaró que en su firma existía un comprobante de depósito del
HSBC por los 9.620.000 kilos de oro o 9,62 toneladas métricas, de 99,9% de
pureza. Y entregó el facsímil de su certificado, que se publicó en El
Mercurio del 27.10.06, p. C 3. Pese a ser de una firma alemana, estaba en
inglés, pero con una falta de ortografía: en lugar de decir “safe deposit”, que
es algo así como “caja de fondos”, se leía “save deposit”, error muy raro en
una institución financiera seria.
Y este supuesto certificado original del HSBC,
cuyo facsímil también se publicó, ni siquiera tenía correctamente escrito el
nombre del banco, pues lo denominaba “Hong Kong Shanghai Corporation Bank”, en
lugar de “Hong Kong & Shanghai Banking Corporation”. No existe ningún banco
con el primer nombre. Un fraude burdo y rudimentario.
Todo se derrumbó como
castillo de naipes. Tanto que el comentarista Patricio Navia, que si bien es
inclinado a la Concertación, vivió algún tiempo en los Estados Unidos, donde
mentir —al contrario de acá— tiene consecuencias, escribió una columna titulada
“9 Mil Kilos de Errores”. En
ella, junto con reírse de Foxley, quien “se animó a decir que la información
que le había llegado merecía ‘ser tomada en cuenta, en serio, en los
tribunales’”, añadía:
“Además, recién se
había destapado un notorio caso de corrupción en Chiledeportes. Las
revelaciones sobre el supuesto oro de Pinochet parecían caer como anillo al
dedo al Gobierno: los escándalos más grandes hacen olvidar los alborotos
menores.”.[3]
Un frustrado asesinato de imagen,
con la complicidad (¿o autoría?) oficial. Todo falso. ¿Quién responde? Nadie.
¿Quién lo perpetró? Nadie.
La verdad de las platas del general
El general Augusto Pinochet fue
siempre una persona ahorrativa. Además, fue un gobernante probo, como se
demostrará más adelante.
En la última oportunidad en que se reunió socialmente con amigos
suyos en un almuerzo, al que tuve el honor de asistir, nos declaró, a propósito
de la infamante campaña de que estaba siendo objeto:
“Juro por la memoria de mi madre que nunca tomé un peso que no me
correspondiera.”
Durante su gobierno, las campañas a través de las cuales se
intentó enlodarlo, fundadas en un hecho de escasa significación, como la
adquisición de un terreno del Ejército, quedaron aclaradas como no
representativas de un beneficio pecuniario para él. Después de terminado su
gobierno, se le acusó de influir para que el Ejército adquiriera una fábrica de
armamento, cosa que éste hizo, a raíz de lo cual recibió una comisión de tres
millones de dólares el hijo mayor del general Pinochet, Augusto.
Fue el episodio conocido como “de los Pinocheques”. Entonces
la Cámara de Diputados nombró una comisión investigadora, cuya conclusión fue
que la adquisición había sido ventajosa para el Ejército, sin objetar la
comisión pagada.
Hay que admitir que hubo, en la intervención de un familiar tan
cercano al entonces Comandante en Jefe, una falta de delicadeza, pero no se acreditó
dolo ni perjuicio fiscal.
En relación a los dineros del general depositados en el exterior,
la verdad fue que, al término de su Gobierno, amigos suyos previeron lo que
vendría, porque la doctrina del odio, el marxismo-leninismo, no le perdonaría
jamás haber puesto término a su intentona totalitaria.
“Nunca más puede haber otro Chile”, había
proclamado Leonid Brezhnev, en septiembre de 1973.
Todos sabíamos que bajo el gobierno de izquierda tarde o temprano
se iniciarían juicios plagados de prevaricaciones en contra del ex Presidente y
que se procuraría, a través de ellos, despojarlo del patrimonio que había reunido
a lo largo de una vida.
Por eso, en mi
presencia, en 1992, dos hombres de fortuna chilenos (uno de ellos con muchos
contactos en los Estados Unidos), se pusieron de acuerdo en recolectar para el
ex gobernante un fondo que estuviera a salvo de la rapiña marxista-leninista.
Obviamente, debía depositarse en el exterior. Hubo personalidades nacionales y extranjeras que encabezaron la tarea
de crear un patrimonio externo en favor del general Pinochet, a salvo de la
venganza izquierdista.
A raíz de saberse que mantenía una cuenta en el Banco Riggs, de
Washington, el régimen socialista se lanzó en picada para tratar de demostrar
que el gobierno presidido por el general había sido corrupto. El director
socialista de Impuestos Internos evacuó entonces una completa liquidación de
los supuestos ingresos declarados y no declarados de aquél, pero la primera
gran sorpresa que derivó de ahí fue que en
todo su gobierno, entre 1973 y 1990, él aparecía recibiendo, en total, 544 mil dólares más que lo declarado.[4] Pues
la cuenta del Riggs fue abierta bastante después de que dejó el gobierno.
Es decir, mientras era Presidente aparecía “sustrayendo” apenas un
promedio de 32 mil dólares al año, algo más de un millón de pesos al mes. ¡Menos que el contenido de uno solo de los
“sobres con billetes” que sustraían mensualmente los Presidentes, ministros,
subsecretarios y altos funcionarios de gobierno de la Concertación, recién
sorprendidos y perdonados en 2003! Más que eso, premiados, porque, tras
sorprenderlos, la oposición aceptó que se les subiera el sueldo en el
equivalente de lo que sustraían por debajo de la mesa.
¿Qué gobernante corrupto, dotado de amplísimos poderes, se va a
conformar con rapiñar poco más de un millón de pesos mensuales del erario para
llevárselos a la casa?
Origen de la cuenta del Riggs
El Informe de la Subcomisión del Senado norteamericano
que investigó las cuentas en el Banco Riggs dice que la de Pinochet fue
abierta, no por iniciativa suya, sino de los directivos del Banco; y no durante
su gobierno, sino sólo en 1994:
“Se reunieron con el sr. Pinochet y
explícitamente pidieron al sr. Pinochet abrir una cuenta en el Riggs”.[5]
El 14 de febrero de 1996 Mr.
Joseph Albritton, presidente del Riggs, tras una visita a Chile, escribió lo siguiente
al general Pinochet:
“Chile es un país muy impresionante, con un
excelente futuro, gracias a usted y a las políticas y a la reforma que usted
instauró. Como le expresé, estaría muy satisfecho de prestarle ayuda a usted y
a su país de cualquier manera que yo pueda en Washington DC.”[6]
De lo anterior queda claro que la relación con el Banco Riggs fue
posterior al gobierno de Pinochet y que el máximo jefe de esa institución le
ofreció sus servicios para administrar sus recursos, lo que permitió obtener con
éstos altas rentabilidades.
Los temores de los simpatizantes del general
más arriba aludidos se demostraron fundados cuando, en 1998, se iniciaron
acciones judiciales en su contra, por hechos de los cuales era completamente
inocente, como las muertes registradas al paso de la comitiva del general
Arellano, en octubre de 1973.
Se vio que la justicia, en manos del ministro
de fuero Juan Guzmán, prestaba acogida a esas acciones. La inocencia de
Pinochet está acreditada en dos libros sobre el caso, antes citados y, por lo
demás, se ha ido confirmando de manera paulatina recientemente, a raíz de que
en dicho proceso, tras pasar el mismo a manos de un ministro de fuero más
apegado al derecho, Víctor Montiglio, se han venido desvirtuando una a una las
acusaciones del anterior, Juan Guzmán.
Juicios
y embargo de bienes
Como
de todo juicio penal nace una acción civil de indemnización de perjuicios, la
eventual condena espuria del general Pinochet conducía a que se decretaran
embargos sobre sus bienes. El propio general aseveró, en su declaración pública
de 10 de agosto de 2005, publicada en los principales diarios del país y dada a
conocer en los noticieros televisivos de la misma fecha, lo siguiente:
“Reitero que jamás defraudé al Estado ni obtuve
provecho ilegítimo del ejercicio de los cargos que desempeñé. Entregué, por
razones de prudencia, ya que sería objeto de persecución y hostigamiento
político, a instituciones profesionales extranjeras los ahorros de toda mi
vida. Si hubo alguna diferencia tributaria, mis asesores han pagado todo lo que
correspondía.”
Como era obvio, si se
quería poner esos recursos a salvo, no podía hacerse en el país, donde los
servicios públicos están en manos de los mismos que persiguen a Pinochet en
todos los ámbitos. Incluso la doctrina moral justifica la evasión tributaria
cuando un régimen consuma persecuciones o despojos arbitrarios, y hasta
autoriza procurarse compensaciones a costa de él, aunque puedan ser formalmente
ilegales, en nombre de un “justo resarcimiento”.
Aprovechamiento de la “Ley Patriótica”
Pero quienes deseaban
proteger una parte del patrimonio del general de la venganza izquierdista no
pudieron prever que aquélla no reconoce fronteras. A raíz de los atentados a las
Torres Gemelas de Nueva York, se hizo excepción al secreto bancario en los
Estados Unidos para permitir la investigación de posibles fondos usados por los
terroristas de Al Qaeda (“Ley Patriótica”).
Esta normativa fue aprovechada por activistas de izquierda, que se
habían erigido por años en adversarios del Gobierno Militar chileno, procurando
perjudicarlo en todos los aspectos de su gestión y desprestigiarlo ante la
comunidad internacional. Desinteresados por completo de la finalidad de la Ley
Patriótica, que era la de descubrir los lazos financieros de Al Qaeda, una
falange de izquierdistas en que se hicieron notar el periodista y escritor
Peter Kornbluh y el representante del ala más extrema del Partido Demócrata,
Michael Harrington, buscaron depósitos a nombre de Augusto Pinochet y personas
relacionadas con él.
Así encontraron las
cuentas abiertas en el Banco Riggs, que sirvieron de base para lo que se voceó
como un informe de un “Subcomité Sobre Lavado de Dinero y Corrupción
Extranjera” del Senado norteamericano. Este informe, notablemente
descuidado y sustancialmente equivocado[7],
dio pie para que en Chile se hablara profusamente de “más de 125 cuentas o
instrumentos financieros relacionados a Pinochet”[8].
Se hablaba de 27 millones de dólares. Sin embargo, un examen de la Brigada de
Lavado de Activos (Brilac) de Impuestos Internos determinó que cuarenta de esas
cuentas o instrumentos eran repeticiones de otros.[9]
Ello puso de manifiesto la falta de seriedad de esa investigación y dejó en mal
pie al Senado norteamericano.
En efecto, una parte
del texto del propio Informe del Subcomité del Senado desvirtúa la otra
que denuncia las “125 cuentas” y los “casi 27 millones de dólares”[10]
que las publicaciones de prensa le atribuyen haber comprobado, pues afirma que “estas
cuentas vinculadas a Pinochet recibieron depósitos que sumaban más de siete
millones de dólares” y que “como mínimo el total excede los ocho
millones de dólares encontrados en las cuentas del Riggs en septiembre de 2001”[11]
En forma
injustificada y tal vez maliciosa se ha dado la denominación de “cuentas”
a simples renovaciones de depósitos. Asimismo, se ha atribuido a Augusto
Pinochet cuentas e instrumentos que no eran suyos, sino de familiares, de la
Casa Militar, de subordinados militares o de profesionales que le prestaron
servicios.
El abogado del general, Pablo Rodríguez, ha
sostenido que él no se apropió de dineros, sino que es acreedor del fisco
chileno por US$ 348.000 correspondientes a fondos propios que empleó en gastos
de, justamente, la Casa Militar de la Presidencia, que no le fueron
reembolsados.[12]
Prueba de
falsedad
Demuestra el descuido
y el ánimo ajeno a toda justicia de las publicaciones realizadas, el hecho de
que entre las “cuentas de Pinochet” apareció una de la sociedad de inversiones
Cornwall. Pero de la misma cuenta se aparecía girando US$ 48.000 a un almirante
en retiro de la Armada.
Consultado éste, señaló que había preparado un
informe de ingeniería naval para la firma inglesa British Aerospace y cobrado
un honorario de US$ 48.000, el cual se le había pagado con un cheque de la
sociedad Cornwall. Augusto Pinochet no tuvo nada que ver en la contratación de
su trabajo, en la elaboración del informe ni en el pago del honorario. La
cuenta no es suya.[13]
Pero, para el público, fue y es otra “cuenta de Pinochet”.
Así como no existían las 125 cuentas del general Pinochet ni su
fortuna de 27 millones de dólares, los fondos que tenía eran de procedencia
lícita. El tribunal chileno que investiga el caso, teniendo atribuciones para
embargar en cualquier lugar del mundo
cualquier suma perteneciente a Augusto Pinochet, mantiene un
saldo de alrededor de 2,5 millones de dólares, comose verá.
Donativos y ayudas
Los recursos
personales del general Pinochet en el exterior provinieron de ahorros suyos
durante sus permanencias profesionales en el extranjero, particularmente en el
Ecuador, antes de 1970; de sus fondos previsionales (desahucio), que recibió en
acciones de sociedades anónimas chilenas, cuya valorización a lo largo de los
años fue muy alta, justificando un monto actual no menor a dos millones de
dólares, aproximadamente. A ello deben añadirse los derechos de autor de sus
libros de geopolítica, publicados en otros países, sumas que no fueron menores.
Asimismo, la colonia cubana de Miami le hizo grandes donativos, de millones de
dólares. Igual cosa hizo el barón Von Thyssen, de Alemania. El hijo mayor de
don Augusto ha declarado, en entrevista televisiva de 2005 en el canal
Chilevisión, que viajó a expresar su personal agradecimiento a los cubanos y al
barón nombrado.
El ciudadano sueco Jorn Wilhelm Sjersted designó en 1982 a Augusto
Pinochet como heredero de su fortuna, según informó la prensa en ese año, bajo
el título de “Pinochet heredó fortuna”.[14]
La verdad se fue imponiendo por sí sola. El 30 de abril de 2007, bajo
un titular que decía “Caso Riggs: se Descarta Lavado de Dinero”,
El Mercurio informaba que el envío a la Fundación Pinochet
de 250 mil dólares desde el banco Conrad Heinrich Donner de Hamburgo al Banco
de Chile en Nueva York, que un juez chileno había calificado de “lavado de
dinero”, no era tal. El informe de la Brigada de
Investigaciones de Hamburgo señalaba:
“(El banco) explica que la familia (dueña de la cuenta) es ‘acaudalada’, por lo que se justifica la
cantidad de dinero”.
“Cabe
suponer que el pago efectuado a la Fundación Pinochet correspondió a una
donación. Como empresarios en Chile (vienen los
nombres de los donantes, que me han pedido no divulgarlos) o bien las
empresas que les pertenecen, seguramente se beneficiaron durante los años
comprendidos entre 1973 y 1990.
“Agregan que
esta familia no depositó el dinero directamente desde Chile para evitar que se
supiera. Querían mantenerse en un segundo plano para no ser objeto de debate
público.”
Otro caso, pues, en que se
ha sumado al supuesto patrimonio de Pinochet una cantidad que no fue para él y
en que se habló de “lavado de dinero”, como frecuentemente lo hacía la mencionada abogada María Teresa Muñoz,
del Consejo de Defensa del Estado.
Además, la justicia británica indemnizó al
general con cerca de dos millones de dólares, reembolsándole les gastos
provocados por el inicuo juicio que se le siguiera en Gran Bretaña, y que
culminara con su liberación por motivos de salud, no sin antes haber mediado un
fallo dividido de la Cámara de los Lores.
(Este fallo le fue desfavorable por habérsele
considerado responsable de ¡torturas a un joven detenido en un retén de
Carabineros en la localidad cordillerana de Curacautín, en el sur de Chile!
¿Cuántos Jefes de Estado no podrían ser enjuiciados por malos tratos a
detenidos en cuarteles policiales remotos de sus países? Por supuesto, condenas
semejantes chocarían con el sentido común de la gente, pero en el caso del
general Pinochet la venganza izquierdista logra que se pase por sobre, no sólo
de la legalidad, sino del más elemental sentido de la realidad.)
Asimismo, el general y su cónyuge recibieron
donativos de inmuebles o venta de los mismos a muy bajo precio, tanto en La
Dehesa (Santiago) como en Los Boldos (Santo Domingo), de particulares chilenos
que así deseaban expresarles su agradecimiento por haber salvado al país (y a
los patrimonios de los mismos donantes) de caer en manos de una dictadura
comunista.
En todo caso, con todas sus atribuciones y las
plenas facilidades que dio el general Pinochet al juez del caso Riggs, Carlos
Cerda, éste sólo ha podido embargar menos de US$ 13 millones, lo que coincide
con el peritaje contable realizado a sus haberes, detallado más adelante, de
los cuales cerca de US$ 10 millones se emplearon en pagar tributos girados por
Impuestos Internos, quedando sólo el saldo antes señalado de alrededor de US$
2,5 millones.
Por algo
la secretaria del general, Mónica Ananás, en entrevista a “El Mercurio”,
pudo dejar sin réplica a su entrevistador cuando éste le preguntó:
“¿Qué sintió cuando se descubrieron
públicamente los 17 millones de dólares que manejaba Pinochet?[15]
Respuesta de la secretaria, tras objetar esa cantidad:
Lo único que sé es que había
unos seis millones que están congelados”.
Eso era antes de reunirse todo el patrimonio
efectivo en el exterior y pagarse los impuestos por casi US$ 10 millones.
En todo caso, el periodista no rebatió la cifra
dada por la secretaria.[16]
La mejor prueba de honestidad
El general Pinochet hizo en 1973 una declaración pública de
patrimonio[17]
que, actualizando los valores y suponiendo un rédito normal, equivaldría hoy a
unos US$ 2 millones.
Si el Presidente
Augusto Pinochet hubiera querido beneficiarse económicamente del ejercicio de
su cargo, habría podido reunir una fortuna diez o veinte veces mayor a la que
se le atribuye, haciéndolo de una manera absolutamente legal, sin posibilidad
de que se ejerciera acción alguna en su contra. Le habría bastado la sola
decisión de hacer uso de los gastos reservados de la Presidencia de la
República.
Si los estimamos según los que en el año 2001
estaban a disposición del Presidente Ricardo Lagos, que eran de seis millones
400 mil dólares anuales[18],
en diecisiete años habrían sumado más de cien millones de dólares. Y, según lo
ha declarado recientemente el Servicio de Impuestos Internos (cuando se le
requirió investigar el uso personal de esos Gastos Reservados por parte del
Presidente Ricardo Lagos), esos gastos no pueden ser objeto de una
investigación tributaria.
Es decir, el Presidente Pinochet habría podido
apropiarse de más de cien millones de dólares, legalmente, y sin que ninguna
autoridad tuviera atribución para investigar el hecho. Pero él se ha negado a
recurrir a esa eximente de responsabilidad, porque ha negado haber hecho uso
personal —a diferencia de sus sucesores en La Moneda— de los Gastos Reservados
de la Presidencia.
En todo caso, queda
de manifiesto su absoluta inocencia del cargo de haber pretendido enriquecerse
a costa del Estado. Si pudo haber dispuesto para sí de más de cien millones de
dólares, más sus intereses, a lo largo de 17 años, y no lo hizo, siendo todo su
patrimonio actual una mínima fracción de dicha suma y toda ella explicada de
manera lícita, queda de manifiesto, y la historia lo corroborará, que las
acusaciones de falta de integridad lanzadas contra Augusto Pinochet Ugarte
carecen por completo de base y veracidad.
Peritaje contable
En el proceso judicial que
investigó el patrimonio del ex Presidente Pinochet se presentó un peritaje contable
hecho por el experto judicial de la Corte de Apelaciones de Santiago, ingeniero
comercial y contador auditor, Gonzalo Marín Orrego, fechado el 14 de septiembre
de 2006, que establece la realidad de los dineros que el primero mantenía en el
exterior.[19]
El activo de ese patrimonio en el
exterior sumaba US$ 15.782.983,92, al que debe restarse un pasivo de US$
1.997.165,22, lo que arroja un patrimonio líquido de US$ 13.785.818,70.
Pero el mismo Marín Orrego hizo un
segundo peritaje, ya con las cifras afinadas y sobre la base de los mismos antecedentes utilizados por el ministro
Sergio Muñoz, corrigiendo sus errores y los de la Brigada de Lavado de Activos
(BRILAC), y llegó a la cifra final de US$ 7,4 millones de dólares líquidos.
Esa cifra incluye los dineros de
las sociedades que son dueñas de los bienes del general y su familia y los
traspasos que él hizo para protegerse de la persecución judicial. El monto
coincide con el de las platas que el ministro Muñoz trajo de vuelta a Chile una
vez que asumió la causa del Riggs. El informe final de Marín Orrego detalla los
numerosos errores y dobles contabilizaciones del informe de Muñoz.[20]
Pero Impuestos Internos le liquidó
a Augusto Pinochet un impuesto a la renta total de US$ 9.800.000[21], es
decir, le aplicó un gravamen del 132% de sus rentas. ¡Justicia tributaria
chilena! Y Pinochet tuvo que arreglarse como fuera y pagar esa suma. Por eso
ahora su sucesión no tiene recursos ni siquiera para las contribuciones de los
inmuebles heredados, pese a lo cual los tribunales se niegan a liberarle los
US$ 2.500.000, más un depósito en moneda nacional de $138.000.000, que
mantienen incautados.
El ministro de fuero, Carlos
Cerda, tenía todas las atribuciones para que le fueran remitidos todos los
fondos a nombre de Augusto Pinochet que hubiera en el exterior. Y pese a los
tan voceados “US$ 27 millones” y “125 cuentas en el extranjero”, nunca pudo
reunir más que lo señalado por el peritaje contable del ingeniero Marín Orrego.
Una escueta información de El
Mercurio señaló hace poco:
“Las platas de Pinochet se
encuentran en depósito a plazo. ( ...) Las platas embargadas suman unos US$ 2,5
millones. A esto se suman los vales vista por 138 millones de pesos del
BankBoston, que Augusto Pinochet intentó cobrar cuando fue a la entidad
bancaria acompañado por personal de seguridad y que gatilló el embargo.
“El jueves, la Segunda Sala Penal
de la Corte Suprema declaró inadmisible el recurso de queja que presentó el
abogado Pablo Rodríguez en contra de los ministros de la Novena Sala de la
Corte de Apelaciones que no alzaron (el embargo
sobre) los dineros porque el origen era desconocido.
“De
esta manera, no se podrán cancelar los más de 7,7 millones de pesos en
contribuciones impagas de bienes raíces del ex gobernante y de su esposa, Lucía
Hiriart, como lo solicitaba su defensa. (...) al mantenerse las contribuciones
impagas las propiedades podrían salir a remate.”[22]
Juicio de un
historiador
El historiador Gonzalo Vial, en su
columna de La Segunda, ha analizado el proceso que sustancia el juez
Carlos Cerda contra la familia Pinochet en los siguientes términos: [23]
“El Debido Proceso y los
Juicios Contra el General Pinochet y su Familia (...)
“El año 2000, la justicia inglesa, previos estudios e
informes de especialistas médicos muy reputados, declaró que la salud mental
del ex Presidente, afectada por un proceso de destrucción neuronal irreversible
y progresivo, no le permitía enfrentar un juicio penal, organizando su propia
defensa.
“El año 2002, sobre la base de
estos informes y de otros, chilenos, la Corte Suprema siguió por el camino
británico y declaró a Pinochet caído en demencia, para los efectos de
procesarlo penalmente...
"Pero resulta que en 2005 se lo
declara apto para soportar nuevos juicios, desafueros, procedimientos criminales
(...) ¿Cómo explicar racionalmente esto? Un hombre de 85 años que la Corte
Suprema declara demente, a los 90 se ha recuperado hasta el punto de poder
defenderse en múltiples y variados nuevos pleitos. Esto constituye: A. Un
imposible científico y, B. Una aseveración totalmente falsa.
“Enfrentamos una aberración,
inexplicable, inexplicada e incomprensible, que la historia de la justicia
chilena juzgará, con la máxima seguridad, como violación flagrante del debido
proceso. (...)
“1. Ha permitido que los diarios
publiquen larga y selectivamente los interrogatorios al general Pinochet.
Entiendo que esto en derecho no se puede hacer, y en ética tampoco...
(...) el mal ya está en gran parte hecho
y es el que sigue:
“2. Constituye una falta de
respeto para un anciano de 89 ó 90 años, obviamente en plena decadencia del
espíritu, tolerar se publiquen sus dichos judiciales, de virtual
incoherencia, exponiéndolo a una vergüenza y un ridículo que saborean sólo
quienes lo odian con furia ciega. (...)
“Piénsese que a un hombre así
disminuido por los años y la enfermedad cerebral que padece, se le pide
organizar su defensa, recordando las circunstancias y detalles de hechos
numerosísimos y complejos, en los cuales, obviamente, no pudo tener
participación directa. Y ocurridos hace veinte, veinticinco, treinta años
atrás. Sin ese recuerdo imposible no puede siquiera intentar
justificarse, y de la misma incapacidad adolecerá su abogado defensor, por
competente que sea.
“3. El ministro de corte ha
añadido al procedimiento su propio e indebido escarnio, al iniciar un
interrogatorio informando al general Pinochet que le preguntará sobre algunas
“diabluritas” (sic) presuntamente cometidas por él.
“Aparte del claro prejuzgamiento,
no es forma de dirigirse a un inculpado, menos a un ex Mandatario y menos
todavía a un anciano de espíritu evidentemente decaído.
“El conjunto de las circunstancias
narradas, todas del mismo proceso, confirma el ambiente general que rodea estos
juicios, de que el general Pinochet carece de derechos como desaforado,
inculpado y procesado... carece de debido proceso.
“4. Por último, los tribunales superiores no uniforman
su parecer en cuanto al momento de declarar la prescripción de delitos, si se
desprende de los antecedentes ya reunidos... y si tienen variables políticas.
“En los juicios MOP-GATE, de
indiscutida trascendencia política, las prescripción por hechos ocurridos a
fines de los ‘90, se declara de inmediato y termina con el procesamiento.
En los juicios contra la familia Pinochet, de también indiscutida trascendencia
política, la prescripción por un hecho —el uso de pasaporte supuestamente
falsificado— ocurrido en el curso de los ‘80, se deja para la sentencia
definitiva y no pone fin al procesamiento. ¿Simple diferencia de criterio
jurídico? (...)
“El conjunto de estos antecedentes
configura una denegación de justicia a un grupo de chilenos, por no darles el
debido proceso, cuya responsabilidad última corresponde a la Corte Suprema.
(...) En lo judicial, el estado de derecho se llama debido proceso y lo cautela
la Corte Suprema. Si no cumple su
cometido, más temprano que tarde le pasarán la cuenta la Opinión y la
Historia.”
Citación judicial
Como en la liquidación de ingresos
de Augusto Pinochet, hecha por Impuestos Internos[25]
se determinaba que en el total de sus 17 años como Presidente de la
República habría percibido US$ 544.520 dólares y no los habría declarado,
lo que habría equivalido a, supuestamente, sustraer un millón 335 mil pesos
mensuales de gastos reservados, según se refirió más arriba, a mí se me ocurrió
hacer una comparación con el millón 800 mil pesos mensuales de gastos
reservados que confesó el ex ministro de OO. PP. Carlos Cruz (pues la opinión
pública no lo sabía) y que percibían todos los ministros, subsecretarios y
jefes de servicios de los gobiernos de la Concertación, y en particular del
Presidente Ricardo Lagos, en sobres con efectivo, no declarados; y, sobre todo,
con la suma equivalente aproximadamente al doble que percibía el Presidente
mismo.
Un subsecretario —ya
dimitido— me visitó en 2007 y me refirió:
“Todos los meses me llamaba la jefa de gabinete de Soledad Alvear
(Ministra de RR. EE.) y me decía: ‘don XX, por favor mande retirar un sobre que
hay aquí para usted’. El sobre contenía un millón ochocientos mil pesos”.
Era lo mismo que había declarado, en entrevista a El Mercurio, el
ex ministro de Obras Públicas de Ricardo Lagos, Carlos Cruz.
De manera que, a raíz de la declaración de este
último, yo saqué la cuenta de lo que se llevaban Ricardo Lagos y sus
colaboradores de confianza, sin declarar y clandestinamente, y calculé que cada
dos meses sustraían en conjunto más de US$ 540 mil, es decir, casi lo
mismo que Impuestos Internos imputaba a Augusto Pinochet haber percibido y no
declarado en el total de su gobierno de 17 años.
A raíz de que publiqué eso en una
de mis columnas de El Mercurio, un particular denunció ante la Justicia
del Crimen el delito envuelto, según él, en esa sustracción. La jueza
respectiva me citó a declarar, no sin antes haber encargado a Investigaciones
interrogarme sobre mis fundamentos para escribir lo que había escrito. Mi
respuesta fue la siguiente:
“Declaración de
Hermógenes Pérez de Arce Ibieta:
“En ‘El Mercurio’ de 17.11.02 aparece el ex ministro de Obras Públicas
Carlos Cruz declarando: ‘Recibía, me imagino que de fondos reservados de alguna
repartición, gastos de representación de un millón 800 mil pesos’.
“Esta declaración desató una ola política de escándalo, porque ese uso
de gastos reservados no parecía legal. Para poner fin a ese clima se llegó a un
acuerdo Gobierno-Oposición de legislar para que se aumentaran las
remuneraciones del Presidente, su gabinete, los Intendentes y Jefes de Servicio,
a cambio de que se disminuyeran los gastos reservados de la Presidencia y se
dictó una ley a ese efecto en 2003.
“De acuerdo con el pacto Gobierno–Oposición y según las leyes de
Presupuestos de cada año, los gastos reservados de la Presidencia disminuyeron
de $ 3.076 millones en 2002 a $ 1.386 millones en 2004. De ahí se puede deducir
que antes de legalizarse la situación de los gastos reservados empleados como
sobresueldos, se usaban dichos gastos reservados por $ 1.690 millones más al
año, es decir $ 282 millones cada dos meses, que equivalen a US$542.000
aproximadamente, para pagar sobresueldos a los hombres de gobierno.
“En ‘La Tercera’ de 8 de octubre de 2005 se publicó la lista de los
dineros recibidos por el entonces Presidente Pinochet, entre 1973 y 1989, lista
determinada por el ministro sumariante Sergio Muñoz. Esos dineros pueden
atribuirse a gastos reservados y sumaron en todos esos años, US$ 544.000,
aproximadamente.
“Sobre la base de todos esos antecedentes afirmé en una columna
del 25.11.05 que durante los 17 años de
gobierno del entonces Presidente Pinochet retiró gastos reservados totales de
544 mil dólares, mientras el actual gobierno hacía lo mismo cada dos meses.”
El tiempo aclara las cosas
Entretanto, otras cosas se han
aclarado. La hija mayor del ex Presidente, Lucía Pinochet Hiriart, había
sufrido el embargo de sus fondos bancarios y no sólo eso, sino la prisión en su
contra decretada por el juez Carlos Cerda Fernández, por aparecer teniendo
depósitos en dólares, supuestamente no declarados.
Cuando un contribuyente que no
lleva el apellido Pinochet es investigado, primero es citado por el Servicio de
Impuestos Internos (SII). Si sus explicaciones no son satisfactorias, el SII le
gira el impuesto que, a su juicio, no ha pagado. Si la persona no concuerda con
el giro, debe consignar el dinero de todas maneras, pero puede apelar ante el
mismo SII y después, si su apelación es rechazada, ante los tribunales de
Justicia. Si Impuestos Internos estima que hay evasión maliciosa, se querella
contra el contribuyente.
Solamente cuando se trata de una
evasión reiterada y maliciosa y el contribuyente no se ha allanado a pagar, el
SII presenta dicha querella.
Pero cuando una persona, en este
caso Lucía Pinochet, lleva ese apellido, suceden las siguientes cosas: 1) El
juez (en este caso el ministro sumariante Carlos Cerda Fernández) la somete a proceso sin siquiera
interrogarla, sin citación del SII y sin una querella del mismo SII,
todo lo cual es ilegal y contrario al debido proceso; 2) Despacha orden de
aprehensión en su contra, lo cual también es ilegal; 3) Se publica en todos los
diarios alguna suma sideral como evasión de impuestos por parte de Lucía
Pinochet (en su caso concreto, se la acusaba de evadir impuestos por un monto
superior a todo su patrimonio efectivo).
Como Lucía Pinochet creía que los
países democráticos y civilizados protegían a los ciudadanos perseguidos
ilegalmente en países incivilizados; y como era evidente que su detención era
ilegal y arbitraria y que los jueces chilenos ya habían hecho lo mismo con su
padre, su madre y el resto de su familia, viajó a la supuesta sede mundial del
respeto a las libertades y los derechos humanos, los Estados Unidos de América,
“the land of the free”, y pidió asilo allí.
Debería haberse informado mejor.
Primero, los Estados Unidos no siempreson lo que los Estados Unidos dicen ser.
Lucía Pinochet no se había dado cuenta de que los Pinochet no tienen derechos
humanos en ninguna parte. Los norteamericanos no sólo le confiscaron todas sus
pertenencias, sino que, sin derecho a abogado ni defensa jurídica, (ni menos
leerle sus derechos, como aparece en las teleseries norteamericanas, porque no
le reconocieron ninguno) le pusieron un delantal de presa y la encerraron en
una celda de dos metros cuadrados hasta que pidió perdón por creer en eso de “the
land of the free” y dijo que prefería estar ilegalmente presa en Chile.
Sólo en ese momento la gran democracia norteamericana la puso en un avión y la
deportó a su país de origen.
Bueno, todo eso quedó atrás y el
miércoles 6 de junio de 2007 uno pudo leer en la página 3 de Las Últimas
Noticias que Lucía Pinochet había
recibido de vuelta los US$ 152 mil que le habían sido embargados
como “platas de Pinochet” y ya no tenía nada que temer ni del “asilo
contra la opresión” ni de “the land of the free” porque había
recibido suficiente castigo por el solo hecho de llevar el apellido Pinochet.
Nadie le ha pedido excusas ni le
ha dado la menor explicación.
Todos los juicios contra los
Pinochet han sido sobreseídos.
Finalmente, el proceso contra
quienes fueron oficiales ayudantes de la Casa Militar del general desde 1981
hasta 1997, por la cuenta para gastos en el exterior que cada uno de ellos
mantuvo en el Banco Riggs, ha sido sobreseído.
Capítulo final de una telenovela
En mi blog
(blogdehermogenes.blogspot.com) de 23 de junio de 2017 pude escribir, al
efecto, lo siguiente, rubricando el fin de los inconducentes juicios derivados
de la imaginaria “fortuna de Pinochet”:
El famoso caso del Banco
Riggs, usado para enlodar a Pinochet, se generó en 1996, cuando el dueño de ese
banco vino a Chile, le manifestó su admiración política al general y lo
convenció de que, si depositaba sus ahorros en ese banco obtendría una alta
rentabilidad. Como la Concertación buscaba por todos los medios, en alianza con
la justicia de izquierda, perseguir a Pinochet hasta desprestigiarlo y
arruinarlo, éste hizo lo que el instinto aconseja en casos como ése y “ocultó
la billetera” en el Riggs y otros bancos del exterior.
Cuando
el Consejo de Defensa del Estado, controlado por la izquierda, descubrió una
cuenta de Pinochet en el Banco Espíritu Santo de Miami, demandó a la
institución en Estados Unidos acusándola de prestarse para un “lavado de
dinero”, “fraude fiscal” y “malversación de fondos públicos”, con enorme
publicidad y la complicidad de la prensa dominante local. El banco mandó a un
abogado a Chile, con quien me reuní y al cual probé que Pinochet había sido un
gobernante honesto y, finalmente, el Banco Espíritu Santo ganó el juicio al
Consejo de Defensa del Estado y la justicia norteamericana declaró que los
fondos depositados en Miami eran bien habidos. Por supuesto, esta noticia no se
dio en Chile, donde quedó flotando sólo el escándalo de los anuncios iniciales
de las odiosas abogadas de izquierda que habían interpuesto la demanda y
seguido otro “juicio por los diarios” contra el ex Presidente.
La
persecución inicialmente quedó en manos del más izquierdista de todos los
jueces, Carlos Cerda, que partió por sí y ante sí ordenando la detención de
toda la familia del ex Presidente. Su tinglado se vino abajo completo y la
familia resultó sobreseída, pero entonces Cerda y sus sucesores en la causa
descubrieron que los ayudantes personales del ex Comandante en Jefe habían
abierto, desde hacía muchos años, cuentas para gastos en el exterior que
necesitaran hacer, en el Banco Riggs. Y así, el “caso Riggs” pasó a ser el de
las cuentas de los oficiales ayudantes y pudieron seguir voceando que había
“lavado de dinero”, “malversación de caudales públicos” y “fraude al fisco”
para formar “la fortuna de Pinochet”.
Tras su paroxismo inicial de
ordenar la detención de toda la familia, Cerda alcanzó su epifanía cuando fue a
interrogar a su casa al ya anciano y decaído ex Presidente y comenzó con la
siguiente pregunta de antología: “A ver, cuénteme sus diabluritas”.
Eso escandalizó hasta a los
más críticos de Pinochet, como lo expresó el historiador Gonzalo Vial en su
columna de “La Segunda”.
Hace
pocos días la Corte de Apelaciones de Santiago ha terminado de absolver a los
ocho oficiales que fueron ayudantes o secretarios personales del Comandante en
Jefe del Ejército entre 1981 y 1997, a seis de los cuales el último ministro
sumariante de izquierda a cargo de la persecución, Manuel Valderrama, había
condenado a cuatro años de presidio por supuesta malversación para enriquecer
al Comandante en Jefe.
Con
esto se viene abajo el tinglado armado por Cerda, premiado hace no mucho por la
“Alianza del No”, que va desde el comunismo hasta el piñerismo, con el ascenso
a la Corte Suprema. Cerda, merced a su tesis de que si él no estaba de acuerdo
con las leyes, peor para las leyes, estuvo al borde de ser marginado del Poder
Judicial en los ’80, pero como era de izquierda se salvó y con el tiempo
cayeron en sus manos las querellas comunistas y socialistas contra el ex
Presidente, acusándolo de enriquecerse con el uso de gastos reservados del
gobierno.
Como
era un proceso político, el ministro sumariante y sus sucesores se aferraron a
una última tabla que flotaba, las cuentas en el Riggs de cada uno de los ocho
oficiales secretarios privados o ayudantes personales del Comandante en Jefe
desde 1981 hasta 1997 y que utilizaban tal cuenta para las compras en el
exterior. El movimiento en ellas era, en general, de poca monta. Cuando cada
uno terminaba su gestión, cerraba la cuenta y se abría otra en el mismo banco a
nombre del sucesor, a la cual se trasladaban los fondos de la primera. Para
mala suerte de los ministros sumariantes de izquierda, hubo dos oficiales que
conservaban hasta hoy la documentación del movimiento de la cuenta, Guillermo
Garín y Gustavo Collao, y el respectivo sumariante se vio obligado a
sobreseerlos, porque todos sus comprobantes estaban en orden y no había
constancia de uso indebido de fondos públicos. De los seis restantes, hubo uno
que fue procesado y condenado por haberse limitado a depositar, una vez y por
orden del Comandante en Jefe, un cheque de 23 mil dólares en la cuenta y
simplemente no recordaba, después de más de veinte años, ni el motivo ni el
origen del depósito, “delito de olvido” que no está en el código, no obstante
lo cual fue condenado a cuatro años de presidio.
Ahora
la Corte de Apelaciones lo ha absuelto también a él y los otros cinco oficiales
condenados, por haber prescrito el supuesto delito. Y como era la única causa
en que se basaba el “caso Riggs”, el embargo o comiso de los bienes de la
sucesión del ex Presidente ha debido alzarse.
Todo el escándalo terminó en nada,
judicialmente. Pero eso recibe poca o nula atención de la prensa. Luego,
perviven “la fortuna de Pinochet”, los
“millones de dólares en el Riggs”, ambos inexistentes, y el enriquecimiento
ilícito del gobernante que nunca tuvo lugar.
Es que fue condenado en “el juicio
por los diarios”, aunque haya sido sobreseído por la justicia. 26
26 Después de la publicación de este libro, la diputada comunista Carmen Hertz, en concierto con la abogada del Consejo de Defensa del Estado María Inés Horwitz, presentaron sendos recursos de casación ante la Corte Suprema, aprovechando el último día que integraba la Sala Penal de dicha corte el jubilado ministro de izquierda Milton Juica. Así, contando con el voto de éste, anularon el sobreseimiento del "caso Riggs" y obtuvieron su prolongación y la incautación de propiedades por valor de US$ 1.696.000 de la familia Pinochet, renovando la persecución contra oficiales que fueron secretarios-ayudantes del ex Comandante en Jefe, con excepción de dos, que permanecieron sobreseídos porque habían conservado los papeles de sus respectivas gestiones, de los cuales consta, sugerentemente, que en ellas no hubo mal uso de gastos reservados. Es decir, en su respectivos períodos Pinochet no hizo empleo incorrecto de los mismos y en los demás el proceso se mantiene abierto sólo sobre la base de presunciones políticamente inspiradas y pasando por sobre la prescripción.
26 Después de la publicación de este libro, la diputada comunista Carmen Hertz, en concierto con la abogada del Consejo de Defensa del Estado María Inés Horwitz, presentaron sendos recursos de casación ante la Corte Suprema, aprovechando el último día que integraba la Sala Penal de dicha corte el jubilado ministro de izquierda Milton Juica. Así, contando con el voto de éste, anularon el sobreseimiento del "caso Riggs" y obtuvieron su prolongación y la incautación de propiedades por valor de US$ 1.696.000 de la familia Pinochet, renovando la persecución contra oficiales que fueron secretarios-ayudantes del ex Comandante en Jefe, con excepción de dos, que permanecieron sobreseídos porque habían conservado los papeles de sus respectivas gestiones, de los cuales consta, sugerentemente, que en ellas no hubo mal uso de gastos reservados. Es decir, en su respectivos períodos Pinochet no hizo empleo incorrecto de los mismos y en los demás el proceso se mantiene abierto sólo sobre la base de presunciones políticamente inspiradas y pasando por sobre la prescripción.
[2] “El Mercurio”, “HSBC Afirma que Certificados Atribuidos a Pinochet son
Falsos”, 27.10.06, p. C2.
[3] “La Tercera”, 27.10.06, p. 9.
[4] “La Tercera”, 08.10.05, p. 4.
[5] Informe publicado como anexo en “La Nación”, 03.04.05, p. 9.
[6] Idem.
[7] Publicado como anexo por el diario “La Nación” de Santiago, el 5 de
abril de 2005.
[8] “La Tercera”, 08.10.05.
[9] Ídem.
[10] Ministro Sergio Muñoz, en “La Tercera”, 07.10.05, p. 6.
[11] Separata de “La Nación”, op. cit., p. 5.
[12] “El Mercurio”, 25.12.05.
[13] “La Tercera”, 25.09.05
[14] “El Sur” de Concepción, 25.04.82.
[15] Nótese que la propia prensa que había hecho escándalo con los 28
millones de dólares ya los había rebajado a 17.
[16] “El Mercurio”, Santiago, 09.05.06.
[17] El 21 de septiembre de 1973 declaró US$ 118 mil en efectivo, bienes
raíces y valores mobiliarios. Ver “El Mercurio”, 06.09.04, p. C5.
[18] Ley de Presupuestos 2001, Gastos Reservados de la Presidencia de la
República.
[19] Publicado en “La Segunda” de 15.12.06, p. 15.
[20] Detalle en “El Mercurio”, Santiago, 20.10.07., p C-15.
[21] “El Mercurio”, Santiago, 26.04.08, p. A-10.
[22] “El Mercurio”, 19.01.08, p. C13
[23] “La Segunda”, 31.01.06, p. 9.
[24] Se trata del ministro de la
Corte de Apelaciones de Santiago, Carlos Cerda Fernández.
[25] Publicada en “La Tercera” de 08.10.05, p. 3.
EXELENTES CAPITULOS DE UNA PARTE DE LA HISTORIA DE CHILE,MUCHAS GRACIAS DON HERMOGENES.
ResponderEliminarExcelente y completo recorrido a través de este periodo tan notable de la Historia de Chile.
ResponderEliminarYa he comprado su libro online, sin embargo pertenezco al grupo etéreo no Millenial y por tanto espero que logre conseguir la edición impresa de este para agregarlo a mi pequeña biblioteca.
Muchas gracias. Este pais también le debe a personas como Ud
Excelente!!! Muchas gracias don Hermógenes
ResponderEliminarVuestros nombres, valientes soldados,
ResponderEliminarQue habéis sido de Chile el sostén,
nuestros pechos los llevan grabados;
Los sabrán nuestros hijos también.
Gracias Hermógenes
Buena version de parte de la Historia Contemporánea de Chile, algunas cosas se me habian olvidado. Ya podemos incluir en su curriculum la de Historiador, por qué no?.
ResponderEliminarEl Señor me prodigó una familia numerosa, fecunda y productiva. Nadie de ellos se quedará sin su copia de esta fundamental obra, que documenta cada cuestión que les he expuesto en mi combate a la gigantesca mentira en la que se transformado la realidad diaria de los chilenos.
ResponderEliminarHermógenes, ¿cuándo saldrá la versión en papel?, ¿fecha tentativa?
ResponderEliminarIncreíble como se escapan detalles de este tramo de la historia chilena. Gracias por Su esfuerzo de tenerlos siempre presente con Sus libros.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSimplemente extraordinario Hermógenes, leerlo me trajo grandes recuerdos de "la joya más preciada de la corona latinoamericana" que fuimos cabalmente entre 1973 y 1990, además de conocer detalles inéditos del glorioso período.
ResponderEliminarRecuerdo vívidamente una entrevista que en el Canal La Red le realizó Raquel Argandoña a Gabriel Valdés pocos días después del cambio de mando en 1990, en que éste expresó: "Cuando vi al poderoso general entregarle el símbolo del mando a Patricio Aylwin, ante mis ojos se convirtió de dictador en gran estadista".
¡Muchas gracias por este tremendo esfuerzo! Realmente me emocionó profundamente revivir todo ese período en que aporté un humilde granito de arena a la grandeza de Chile desde mi cargo en la Armada de Chile, y engrandece el amor que le tengo a mi Medalla Misión Cumplida.
Yo puedo responder la pregunta de Gonzalo Vial “¿Quién concebiría todo esto como probable… o aun meramente posible comenzando el siglo XXI?"
ResponderEliminar¡LOS COMUNISTAS! Y los "comunachos" afines.
¿Por qué Augusto Pinochet es tan odiado?
ResponderEliminarArtículo publicado en el “Miami Herald” el 29 de febrero del 2000.
ANTHONY DANIELS (autor de “Utopias Elsewhere”)
¿Por que es Pinochet, lejos, el más odiado (al menos por los intelectuales) de todos los dictadores de la segunda mitad del siglo XX? ¿Por qué él solo ha sufrido la humillante suerte de ser arrestado y detenido en un país extranjero a pedido de otro país extranjero?
Después de todo, en el bestiario del siglo pasado fue una criatura menor e insignificante, incluso si (lo que es poco probable) él fuera responsable de cada crueldad cometida en Chile mientras fue dictador. Cuando Sudáfrica, recientemente, se rehusó a extraditar al ex gobernante etíope Mengistu (Haile Mariam) a su país natal, no hubo ni asomos de protesta, aunque todos los crímenes de Pinochet habrían cabido en una tarde del reinado de Mengistu, y las torturas practicadas en Chile fueron meros procedimientos terapéuticos en comparación con lo que se hizo en Etiopía.
Incluso, entre los dictadores militares latinoamericanos conservadores Pinochet no fue el peor. De cada intelectual liberal al que le sale espuma de la boca con sólo mencionar su nombre, ¿cuántos son los que han oído hablar de Lucas García de Guatemala, por ejemplo? Y los generales de la junta argentina, cuyo récord ciertamente fue mejor que el de Pinochet, no son odiados -excepto en Argentina- con el mismo rencor. ¿Por qué no?
(sigue)
Existe una explicación obvia. Pinochet fue el único de los dictadores que fue increíblemente exitoso. Se encontró con un país económicamente desastroso y lo dejó como un faro cuya luz brilló mucho más allá de América Latina. Atrajo a quienes querían aprender del éxito de todas partes del mundo. Chile fue más próspero de lo que había sido en toda su existencia previa.
EliminarLo que es aún peor es que Pinochet efectuó este cambio siguiendo políticas contrarias a las que los intelectuales liberales habían apoyado durante décadas, y por las que se arrogaban a sí mismos roles de importancia primordial. Él demostró, con el éxito de su país, la falacia de que el imperialismo impedía el desarrollo de los países del Tercer Mundo: que sus esposas eran en gran medida autoforjadas y que lo mejor que podían hacer los gobiernos de esos países por su bienestar económico era no estorbar.
Un simple general de Ejército -del tipo al que habitualmente se describe como un gorila (muy distinto de la muy admirada guerrilla)- había logrado en unos pocos años lo que una gran cantidad de intelectuales liberales no habían sido capaces de conseguir en ninguna parte del mundo en períodos mucho más largos.
Esta fue una herida terrible para la autoestima de los intelectuales liberales. Si ya no eran necesarios para comités de solidaridad del Tercer Mundo ¿para qué servían? Ciertamente, el régimen de Pinochet no sólo había demostrado que ese tipo de intelectual no tenía ningún papel providencial en la salvación de los países del Tercer Mundo -como esperaron serlo mientras Salvador Allende gobernó Chile-, sino que representaban un obstáculo que debía ser superado en el camino hacia el desarrollo económico.
De modo que Pinochet significaba un reproche existencial para ellos. Si su régimen se hubiera limitado a torturar y a “hacer desaparecer" a sus opositores mientras el país caía de una crisis económica en otra, Pinochet habría sido objeto de un suave reproche teórico, pero no del ataque estridente y emocional que termina con demostraciones frente a embajadas. Fueron sus logros, y no sus fallas, los que fueron tan odiados.
Nada de esto se aplica, naturalmente, a los chilenos que odian a Pinochet porque un pariente, amigo o conocido fue torturado o desapareció durante su gobierno. Ciertamente no se necesita mucha imaginación para darse cuenta por qué ellos lo odian. Pero si uno lee literatura izquierdista sobre Chile (ningún placer desde el punto de vista literario), jamás verá una admisión de que la izquierda haya tenido culpa alguna en la llegada al poder de Pinochet. Nunca se admite que Allende abiertamente siguió una ideología que para ese entonces no sólo había suprimido la libertad prometiendo la prosperidad para una tercera parte de la superficie del globo, sino que había matado a millones de personas, o que sus tácticas (empleando medios constitucionales para lograr fines inconstitucionales) se semejaban peligrosamente a las de Hitler.