La crisis moral que denunciaba Mac Iver hace ciento veintiún años palidece al lado de la de hoy. Aquí la moral ha pasado a ser un chiste. Se miente, se roba y se agrede a diario y en todas partes, claro que en unas más que en otras. En la Convención más que en el Congreso, en el Poder Judicial más que en La Moneda, en La Moneda más que en el hogar promedio y en la Araucanía más que en el norte. Pero en todas partes. El actual es un país lleno de delincuentes y gente mentirosa y tramposa. Aquí en Santiago, date a santo si no te atracan cuando sales a la calle o no te roban el auto en una encerrona cualquier día. Ésa es la verdad y es mejor partir por admitirla.
En Europa los chilenos somos famosos, primero que nada, como ladrones y asaltantes. Familias completas del hampa criolla residen y delinquen allá para después venir a pasar sus vacaciones a Chile trayéndoles plata a sus familiares pobres, que delinquen sólo acá. Todo el mundo lo sabe.
En el mundial de 1998 de Francia, en Montpellier, sede de Chile, se advertía por los parlantes de los supermercados a la gente para que cuidara sus pertenencias "porque había entrado un grupo de chilenos". Vergüenza.
La primera vez que fui a Londres yo tenía 29 años e hice fila por una habitación en el Regent's Palace, donde a todos antes que a mí les entregaban la llave al registrarse, pero cuando presenté mi pasaporte la cajera me dijo: "Temo que va a tener que pagar por anticipado". Quizás cuántos compatriotas les habían hecho "perro muerto".
Acá desde la primera línea de las escrituras públicas ante notario ya hay varias mentiras: "En Santiago a 10 de agosto de 2021 comparecen ante mí", dice la escritura y es todo mentira, porque nunca la fecha de la misma es la de la firma y es muy raro que alguien vea siquiera al notario. Y al final de la escritura comparecen unos testigos de todo que no han visto nada y son unos jureros que se ganan unos pesos pululando a la salida de la notaría.
En Chile los que más mienten y hacen trampas son los políticos. Bismarck decía: "Nunca se miente tanto como antes de una elección, durante una guerra y después de una cacería". Como acá ahora vivimos en elecciones, se miente casi todo el tiempo. Y los más mentirosos, los políticos, han formado un Club para que a ninguno de ellos nunca le pase nada. Cuando quisieron acusar a Pinochet porque en sus 17 años no había explicado el destino de 541 mil dólares de gastos reservados que había recibido, se descubrió que los gobernantes de la Concertación se llevaban para la casa, desde los '90, esa misma suma en sobres con billetes cada dos meses... hasta que los pillaron. Pero entonces el Club acordó aumentarles el sueldo en lo mismo que estaban robando y aquí no ha pasado nada. Y no devolvieron nada, salvo Jorge Burgos, que sí lo hizo y pagó hasta el impuesto correspondiente. Otro político entonces comentó que era un tonto.
A Piñera lo eligieron la primera vez cuando había sido recién condenado por comprar acciones con información privilegiada y sabiéndose que años antes había estado 23 días prófugo a raíz de la quiebra del Banco de Talca. Nada de eso importó. En 2017 lo volvieron a elegir, pese a haberse abultado su prontuario durante su primer mandato, con inversiones en paraísos fiscales incluidas y una condena a su compañía LAN en EE. UU. más un procesamiento pendiente en su contra por soborno ante el juez bonaerense Canicoba Corral (ver mi blog del 31.12.16). Además había sido pillado cursando facturas ideológicamente falsas para conseguir dinero de empresas, supuestamente para su campaña, pero lo empleó en pagar bonos de desempeño a sus ejecutivos Mario Conca y Jaime de Aguirre, de Chilevisión, empresa que tenía a la venta y cuyos resultados le interesaba mejorar. ME-O sufrió el "juicio por los diarios" y ha sido marginado de una candidatura por hechos parecidos, mientras que Piñera se libró de todo culpando al gerente de Bancard, Santiago Valdés, quien estuvo largamente procesado por ello y al final resultó absuelto. Menos mal, porque "mandado no es culpado". Pero está claro que si bien somos todos iguales ante la ley, algunos son más iguales que los demás ("La Granja de los Animales", Orwell).
La opinión pública, cansada del desprestigio de los políticos por sus andanzas, votó por los independientes de la Lista del Pueblo en la elección de Convención Constitucional, pero ahora resulta que los "candidatos independientes" hacían trampas como consumados políticos y hasta llevaban un candidato presidencial gracias a 9 mil firmas acreditadas ante un notario muerto. Y el vicepresidente de la Convención, también de la Lista del Pueblo, simuló una enfermedad terminal que no tenía. Los convencionales se han aumentado sus estipendios de manera impúdica y una docena de ellos ha cobrado, más encima, el Ingreso Familiar de Emergencia para los pobres, pese a ganar dos y medio millones de pesos al mes, lo que los sitúa en el 20 % de más altos ingresos,
Y acá los jueces mienten por sentencia ejecutoriada. La mayoría de los más de 200 Presos Políticos Militares están entre rejas por un motivo falso: mantener hasta el día de hoy, según dicen las sentencias, secuestrados a terroristas en sus celdas desde 1973, 1974 o 1975. Cuando le pregunté en cámara al ministro Alejandro Solís cómo podía sostener eso, me replicó que se trataba de una "ficción jurídica". Pero el código exige a los jueces probar los delitos, no fingirlos. Cuando en un caso similar denuncié el mismo delito judicial en otra sentencia, mediante un artículo para la revista del Colegio de Abogados, éste se negó a publicarlo, haciéndose encubridor del mismo hecho denunciado. (Puede leerse en este blog del 27.03.15).
Los canales de TV y la calle escenifican públicamente degeneraciones manifiestas. ¿Y "la moral y las buenas costumbres"? Bien, gracias.
¿Le preguntarán a Sebastián Piñera por estas cosas en Europa? No lo creo. Creo más bien en la letra de "Cambalache": "el mundo fue y será una porquería/ ya lo sé / en el 510 y en el 2000 también".
¿Qué diría Mac Iver, que por mucho menos declaró al país en crisis moral en 1900, si viera todo esto?