No tiene
derecho Michelle Bachelet a aparecer, con lágrimas en los ojos, a decir que se
está dando un testimonio de “igualdad ante la ley”, al ser formalizada su nuera
por trasgredir la ley en actividades de aprovechamiento del poder de la
Presidencia, para así lucrar y situar a su familia en condiciones de máxima
desigualdad, entre el uno por ciento más rico del país.
¿Y de qué “igualdad
ante la ley” habla, sabiendo que hay un sector al cual ni siquiera se le aplica
la ley, como es el de los Presos Políticos Militares? Entre ellos hay personas
que jamás han delinquido y, sin embargo, cumplen largas condenas a manos de los
correligionarios de Michelle Bachelet, promovidos por la izquierda y
enquistados en los Tribunales.
El teniente coronel (r) Pablo
Rodríguez Márquez, cuya carrera fue truncada por la justicia de izquierda,
lleva cinco meses de una condena a diez años de presidio, sin haber cometido delito
alguno. Su madre y su señora tienen más derecho a derramar lágrimas que
Michelle Bachelet, pues ésta no puede decir, como ellas sí de su hijo y marido,
que su nuera no ha cometido delito.
En primera instancia aquel
oficial fue condenado a tres años, con pena remitida. Ya era injusto, pero después
cayó en manos de Carlos Cerda, que desde hace años confiesa públicamente no
respetar las leyes que benefician a uniformados. Y entonces le sube a Rodríguez,
de tres años remitidos, a diez años de presidio efectivo, por haber cumplido la
orden, no constitutiva de delito, de trasladar al químico Berríos desde Punta
Arenas a Río Gallegos, pasando por controles de Carabineros e Investigaciones,
donde, evidentemente, si Berríos hubiera viajado contra su voluntad, podría
haberlo denunciado. Lo dejó en Río Gallegos y regresó al país. En dos días.
Siguió su carrera, ascendió, hizo
un magíster en Historia Militar y llegó a profesor de la respectiva Academia.
Hasta caer en manos de Cerda, hoy juez supremo ¡gracias a votos de la derecha!
La misma derecha que ahora busca reconciliarse con la “familia militar”, en
vista de que Sebastián Piñera, que engañó a ésta una vez, ya compró la
candidatura presidencial del sector (ver mi blog del 21.12.15) y necesita
volver a engañar a dicha “familia”, como en 2009, para contar con sus votos. ¿Tropezará
ésta de nuevo con la misma piedra?
Cerda, el
máximo vengador del extremismo de izquierda junto con Solís, le aumentó la pena
al teniente coronel Rodríguez fundado en que, dos años después de haber viajado
dos días con Berríos y haberlo dejado en Río Gallegos, éste fue asesinado en
Uruguay. ¿Puede llamarse esto “justicia igual para todos”, como dice Michelle
Bachelet? ¿Tiene derecho a decirlo ella, que encabeza el trío de mujeres odiosas, junto a
Isabel Allende y Javiera Blanco, que se han propuesto volver a empeorar las
condiciones carcelarias de los Presos Políticos Militares septuagenarios y
octogenarios, trasladándolos a un penal peor, como lo hiciera Piñera en 2013 al
cerrar “Cordillera” y hacinar Punta Peuco, provocando el suicidio de Odlanier
Mena y el jolgorio comunista?
Michelle
Bachelet llora porque la justicia llegó al umbral de su casa, pero hay un
delito efectivo en el que se investiga la participación de su nuera y su hijo.
Sin embargo, no derrama una sola lágrima por la condena a diez años, sin ningún
delito, de un oficial honorable. Ni tampoco por los numerosos confinados en virtud,
no de delitos probados, sino de “ficciones judiciales”, como confesara tan
campante Solís ante la TV.
Michelle
Bachelet llora con publicidad a causa de la justicia, pero muchas mujeres
lloran por la injusticia, sin ninguna publicidad. Pues sus hijos y maridos no
cometieron delito y han sido condenados. Sí fueron ingenuos, pero eso no
constituye delito. Pues ante el llamado de auxilio de los políticos y civiles DC,
de derecha y de izquierda democrática, que hoy miran para otro lado,
enfrentaron la agresión armada (que Michelle Bachelet conoció bien) y salvaron
al país de la esclavitud política (que ella conoció todavía mejor, aún admira y
a la cual reconduce al país).
Ella,
además, sabe que ni su nuera ni su hijo pasarán un día en la cárcel. Llora sólo
porque sus conductas (que dice haber conocido por la prensa) han quedado
expuestas ante la opinión pública. Pero hay otras mujeres cuyos hijos y maridos
están presos, muchos de por vida, siendo inocentes o por desconocérseles sus
derechos legales, y cuya injusta condición actual la misma Michelle Bachelet se
propone agravar.
Tendrían más
derecho que ella a que la sociedad supiera de sus lágrimas.