En lo económico-social ni la Concertación ni Aylwin se perdieron. Por eso respetaron el modelo. Sólo "le rayaron la pintura" subiendo impuestos y deteriorando el mercado laboral. Eso tuvo un costo: mientras el impuesto a las empresas fue 10 % (1985 -1991), el país creció 6,32 % anual; Aylwin lo subió a 15 % (1992-2002) y el país creció menos, 5,6 %; cuando Frei R-T lo subió a 17 % (2003-2011) el país creció todavía menos, 4,7 % anual; Piñera y Bachelet II lo volvieron a aumentar a 27 % (2012-2017) y el crecimiento del PIB bajó a 2,7 % anual. En esos años Donald Trump bajó el mismo impuesto en EE. UU. de 35 % a 21 % y hubo un aumento del crecimiento allá (Camilo Cammas, Economía y Sociedad 13.03.19). El izquierdismo achicó la torta y generó malestar social.
Pero Bachelet II y el comunismo, llegados al gobierno en 2014, necesitaban más "pegas" y propusieron cambiar la Constitución, cosa que no le interesaba a la gente. La izquierda no produce nada útil y, entonces, necesita más puestos en el Estado, para vivir mejor y repartir "pegas". Como la Constitución limita a éste a un papel subsidiario y no le permite crecer, la "izquierda con fines de lucro" necesita derogarla para que haya más Estado y así poder dar más "pitutos" a su clientela. Incluso con la actual Carta, desde 1990 y hasta la fecha se arreglaron para que los burócratas tuvieran sueldos 50 % mayores que en el sector privado ("La Tercera" 20.11.21). Ése es todo el tema. Si no derogan la Constitución no pueden crear más pegas ni ganar más plata a costa de "we the people".
Las políticas de izquierda provocaron malestar social, porque "la torta" --vimos-- creció menos. Además Lagos hizo el plan socialista Transantiago, que aumentó el malestar porque quitó horas de hogar a los trabajadores y ocasionó enormes pérdidas fiscales (700 millones de dólares anuales; mientras el sistema libre de las micros amarillas dejaba ganancias). Más encima, Bachelet II discurrió otro negocio socialista, el de la inmigración descontrolada, que perjudicó a los pobres, porque llegaron haitianos que pagaron caro el pasaje para venir a hacer acá trabajos por menos plata que la que ganaban los chilenos. Menos crecimiento, menos trabajo, menos tiempo en la casa, peor locomoción hicieron que se acumularan las deudas y el malestar popular: El descontento, pues, fue de origen exclusivamente socialista. Y Lagos con su reforma constitucional de 2005 deterioró el sistema electoral y transformó al Congreso en un circo que irritó adicionalmente al ciudadano común.
Entonces los marxistas, causantes del malestar social, hicieron una maniobra propagandística maestra, la "Gran Willy" o "Gran Cambiaso": desataron las violencia callejera culpando al modelo neoliberal y a la Constitución. La ocasión la dieron las tarifas de la locomoción que tuvieron que subir, en parte por cambiar al Metro su fuente de electricidad a las energías verdes, que son más caras. Piñera se rindió, en lugar de declarar la inconstitucionalidad de los 14 partidos sediciosos, inhabilitar a sus parlamentarios comprometidos con la violencia, de acuerdo a los artículos 19 número 5 y 60 de la Constitución y meter presos a discreción a los violadores de la Ley de Seguridad, la Antiterrorista y el Código Penal. Siempre lo habían hecho así Presidentes con pantalones ante las insurrecciones de 1934, 1949, 1957 y 1964, y Pinochet en los 17 estallidos insurreccionales de los 80.
Tras la rendición de Piñera era inminente la Tercera República Socialista, después de las de 1932 y 1973, cuando a alguien se le ocurrió hacer obligatorio el voto, para asegurar el triunfo del Apruebo. Y ahí vino la gran sorpresa: ganó la derecha. Kast había sacado 3 millones 649 mil votos en 2021 y el Rechazo sacó 7 millones 882 mil votos el 4 de septiembre de 2022. La Constitución recibió un respaldo adicional de 4 millones 200 mil votos. Boric había sacado 4 millones 620 mil votos y el Apruebo subió apenas a 4 millones 860 mil votos. Conclusión: el que antes no votaba era mayoritariamente ¡de derecha! Una marea silenciosa de 4 millones 200 mil votos no quería otra Constitución y respaldó la actual. Los estudios comprobaron que entre los más pobres el Rechazo ganó 70% vs. 30 %, mientras entre los más ricos ganó sólo 60 % vs. 40 %. También que entre los que tenían sólo enseñanza media el Rechazo ganaba por más que entre los que tenían educación universitaria. Los más pobres son más derechistas, pero no votan si no están obligados y no hablan ni saben de política. Sólo tienen sentido común, el cual, como sabemos, se hace fuego con el socialismo. Y liquidaron a éste el 04.09.22.
En la comuna más pobre de la RM, La Pintana, ganó el Rechazo; la elegante Ñuñork fue una de las 8 del país donde ganó el Apruebo. ¿Cómo se entiende eso? Mera imbecilidad, dicho "con respeto". Igual que la del niñito bien que destruyó un grifo y era partidario del Apruebo. O que los grandes empresarios apoyando lo mismo que los comunistas. En la Araucanía, donde están radicados la revolución armada comunista y el separatismo, el Rechazo ganó con el 80 % de los votos. En una comuna del norte, ciento por ciento indígena aymara, Colchane, el Rechazo ganó con el 95 % de los votos. Es la más derechista y la que más sufre con el negocio izquierdista de la inmigración ilegal. El sentido común es antisocialista y no está correlacionado con la educación superior ni con la riqueza.
Restablecida la verdad política por el voto no-voluntario de la gente con sentido común, se confirmó la Constitución de 1980, como lo dice expresamente su artículo 142. Y, por ahora, se salvó Chile del comunismo por segunda vez desde 1973. Entretanto, el principal adalid de la nueva Constitución, Gabriel Boric, obtiene dos tercios de rechazo, 66 % (Cadem).
Pero ¡oh sorpresa! ¡Boric recibe apoyo del "vientre blando" de la centroderecha! A la izquierda le presta ropa el primer editorial de El Mercurio del 05.09.22, según el cual ¡el proceso constituyente sigue! Francisco Chahuán y Javier Macaya, presidentes de RN y UDI, respectivamente, corrieron el 5 a La Moneda a apoyar a Boric y decirle que están con él en su deseo de cambiar la Constitución. Boric mismo repite: "el proceso no ha terminado." Sólo falta que aparezca de nuevo Macaya con la camiseta con Jaime Guzmán baleado y que vaya a reconfortar en París a su asesino Palma Salamanca, al igual que Boric. Los grandes empresarios ¡también quieren darles a los comunistas su nueva Constitución! Por suerte los más chicos, los de Cumsille, son muchos más y anhelan orden público antes que nueva Constitución, entonando el himno de Carabineros.
La derecha ganó con el 62 %, pero su "vientre blando" entreguista no halla cómo arreglarse para perder. Hasta excomunistas, como Sergio Muñoz Riveros o Max Colodro, ya han visto la luz y se preguntan hasta cuándo el piñerismo insistirá en entregarse. Éste responde, como el escorpión picando a la rana, "es que está en mi naturaleza, no sé hacer otra cosa". Pero los votantes obligados de la mayoría silenciosa recitan: "Que no ataje nuestro paso mina, foso ni trinchera/ cuando oigamos que nos gritan la Constitución y la bandera: "¡Hijos míos, defendednos, estamos aquí!".