El otro día los periodistas Claudia Alamo, Patricio Fernández y Rafael Gumucio me convidaron a su programa radial de las ocho y media de la mañana y parecieron bastante sorprendidos cuando les dije que una medida fundamental de gobierno que yo consideraba necesaria era la de promover el matrimonio y su estabilidad por medio de incentivos económicos.
Soy autor de un breve "Programa de Gobierno" (está "en las buenas librerías" y en YouTube) que contempla medidas en tal sentido. Se trata de crear incentivos pecuniarios para que las personas se casen, tengan hijos y mantengan sus matrimonios en el tiempo.
Considero que eso es esencial para remendar el tejido social chileno, que está tremendamente dañado por veinte años de disolución e inmoralidad en las políticas, que han conducido a la destrucción de los hogares tradicionales. Esto ha derivado en que legiones de niños y adolescentes "anden sueltos" en las calles de ciudades y poblaciones, caigan en la droga y consiguientemente en la delincuencia, pues ésta les permite financiar su adicción.
Por otra parte, toda la sociedad parece estar conteste en que la gran falla existente en ella reside en la mala educación, y parece no notar que la sede educativa por excelencia es el hogar bien constituido, donde padres presentes instruyen a sus hijos acerca de todas las cosas necesarias para la vida, les transmiten la cultura que puedan tener y los inducen a respetar la moral, las buenas costumbres y el orden público.
La destrucción de los hogares bien constituidos ha traído consigo la pérdida general de valores de las nuevas generaciones, la extinción paulatina del matrimonio como centro del hogar y de la transmisión de los más altos principios rectores de la existencia de una a otra generación.
Hoy día he leído en los diarios que diputados del principal partido político chilen, la UDI, encabezados por el parlamentario Felipe Ward, han presentado una moción de ley para crear incentivos económicos para el matrimonio entre un hombre y una mujer y bonos adicionales para premiar la duración de este vínculo y el nacimiento de nuevos hijos, pues otro de los problemas nacionales es la paulatina disminución de los nacimientos, lo que conducirá progresivamente a la desaparición de la raza chilena.
El fortalecimiento de la institución matrimonial y de su permanencia en el tiempo y el hecho de que al amparo de ella haya más hijos que en la actualidad, conducirá a que los chilenos nazcan cada vez en mayor número en hogares bien constituidos, donde padres presentes y preocupados de su educación velen por transmitirles a éstos no sólo sus conocimientos y cultura, sino también sus valores y principios, alejándolos de los flagelos que hoy los corrompen desde la niñez más temprana, como son la drogadicción y la delincuencia que se presenta como medio para financiar aquella.
El proyecto de los diputados de la UDI apunta al problema más esencial que aflige hoy a la sociedad chilena y que la amenaza de disolución, y pone de manifiesto la importancia de que esta colectividad exista en nuestro medio, aunque lamentable y transitoriamente no haya encontrado a un personero propio para optar a las más altas responsabilidades de gobierno.
viernes, 30 de abril de 2010
miércoles, 28 de abril de 2010
El IV Presidente DC
El cuarto Presidente DC es, para todos los efectos prácticos, Sebastián Piñera, sucesor de Frei Montalva, Aylwin y Frei Ruiz-Tagle. No milita en la DC pero es DC de alma (y lo fue activo el '88 y '89, según me lo refirió Frei Ruiz-Tagle una vez). Su afinidad DC la prueba, en primer lugar, la sonrisa con que hoy aparece saludando en La Moneda al diputado comunista Hugo Gutiérrez, el más fiero perseguidor de militares y defensor de asesinos y secuestradores de extrema izquierda ante los tribunales. La sonrisa de Piñera parece permanente, pero se esfuma apenas se apagan los focos y las cámaras. Y nunca es más afectuosa que cuando saluda a un comunista. Hoy a los diputados de esa colectividad, invitados a La Moneda, les ha prometido nunca indultar a "los violadores de los derechos humanos", que es cómo los comunistas denominan a los militares que derrotaron su asonada totalitaria. Ya Piñera rechazó la solicitud de indulto del general Odlanier Mena, injustamente condenado (porque nunca violó derechos humanos), como lo reconoció públicamente el miembro de la Comisión Rettig, Gonzalo Vial.
Aparte de este rasgo DC congénito de tratar siempre de congraciarse con los comunistas y hacer, "en la medida de lo posible", lo que éstos dicen, el Presidente ha procurado nombrar a otros DC como altos funcionarios, confirmando así su impronta partidaria innata. Había suficientes ministerios para ellos, pero no suficientes DC, pues uno solo aceptó, Jaime Ravinet. Hoy día leemos que otro DC, Gabriel Valdés, rechazó la embajada en Roma.
Por otro lado, el IV Presidente DC se destaca por dar preferencia a la conveniencia política y a la imagen popular, por sobre el interés del país, rasgo también propio de la DC. Por eso ha preferido subir los impuestos a las empresas grandes para financiar la reconstrucción, en lugar de emplear los sobrados recursos para emergencias que el Estado ahorró en años anteriores (precisamente para emergencias) y que cubren demás los daños a la infraestructura pública. Lo que sucedía era que las encuestas favorecían impuestos a las grandes empresas, aunque éstas son las que más invierten y, por tanto, al soportar mayores tributos van a invertir menos y crear menos empleos. Pero eso no lo entiende la masa, que es la que responde a las encuestas. Piñera sí lo entiende, pero él necesita satisfacer a la masa y no al bienestar permanente del país.
Por lo mismo, como un DC cualquiera, no vacila en aumentar el royalty a la minería, que ha puesto en tela de juicio la validez de la palabra del país. Inicialmente el royalty nació de una iniciativa de otro DC. Ahora quieren sentar a las empresas mineras para que renuncien al compromiso de invariabilidad tributaria de que gozan, torciéndoles los brazos, tal como lo está haciendo el socialista bolivariano Correa, de Ecuador, con las petroleras internacionales.
Todo esto es tan DC que va aparejado a una baja de impuestos para las pequeñas y medianas empresas, que suma 3.045 millones de dólares, es decir, más que el alza de impuestos a las demás. En otras palabras, los impuestos aumentados a las empresas grandes no eran para la reconstrucción, sino para bajárselos a las empresas menores. Este subterfugio tiene un perfume netamente político inconfundible. Otro rasgo DC.
Asimismo, el alza de las contribuciones de bienes raíces sólo castiga a los que tienen buenos inmuebles, de valor superior a 97 millones de pesos. Eso también les encanta a los DC: "que paguen los poderosos". Pero sólo para la foto, porque si alguien sabe cómo sacarles el bulto a los impuestos altos son los poderosos (estúdiese la OPA de Piñera en LAN). Ellos pueden llevar sus recursos a los lugares del mundo donde los impuestos son más bajos y lo hacen con suma facilidad. Además, aunque no sean tan poderosos, como es mi caso, que vivo con dos hijos casados y sus familias en un inmueble de avalúo superior a 97 millones de pesos, deberán buscar la manera de evitar ese impuesto discriminatorio construyendo inmuebles separados de avalúo inferior al que será objeto del aumento de contribuciones. Para ilustrar el caso diré que por este concepto hoy los que vivimos en nuestra casa pagamos al Estado quinientos mil pesos mensuales, a raíz de los aumentos de avalúo de los últimos años; y con la iniciativa de Piñera pasaremos a pagar 625 mil pesos mensuales (un "arriendo" que nos cobra el fisco por vivir en nuestra propia casa).
Bueno, lo evitaremos más temprano que tarde, como lo hará mucha otra gente. Cuando en Londres comenzaron a tomarse medidas socialistas como la anotada y gravaron con impuestos a las casas que tenían amplio frente, la gente empezó a hacer casas del mismo tamaño, pero con muy poco frente y mucho fondo, tal como la embajada chilena de hoy.
En cuanto a las empresas, el mensaje que reciben es que deben dividirse. Si son grandes, pagan más impuestos. Sin son pequeñas, se les rebajan. Luego, se achicarán, todo esto con sacrificio de la eficiencia y la productividad. Piñera se hará muy popular porque hace lo que dicen las encuestas, pero el país crecerá menos, como se lo ha vaticinado el ex ministro Hernán Büchi, por lo cual ha sido lapidado por los políticos que alguna vez quisieron hacerlo a él Presidente, lo cual habría sido mucho mejor para el país que el resultado real: Aylwin Presidente.
Todo impuesto acarrea por sí mismo una pérdida irrecuperable de eficiencia para la economía, pero los tributos que, además de gravar, inducen al pequeñismo de las empresas y de las construcciones, redoblan esa ineficiencia.
Por eso los Presidentes DC siempre terminaron con el país peor y creciendo menos de lo que habría podido. Frei Montalva tuvo el entorno externo más favorable de la historia de Chile (nunca el cobre estuvo más caro que bajo su gobierno) y, sin embargo, terminó creciendo a una tasa similar a la histórica anterior y fue "el Kerenski chileno". Aylwin sentó las bases para que empezara a decaer el ritmo de crecimiento legado por las políticas de Pinochet y Büchi, para lo cual contó con el voto de Sebastián Piñera, quien, como senador, aprobó sus aumentos de impuestos y sus rigidizaciones laborales. Y Frei Ruiz-Tagle terminó su período con menor crecimiento y alto desempleo. Y ahora el IV Presidente DC sigue, lamentablemente, las huellas de sus antecesores.
Es que, como dijo el escorpión al picar con su cola venenosa a la rana sobre la cual cruzaba el cauce y antes de que ambos se ahogaran, "es lo único que sé hacer".
Aparte de este rasgo DC congénito de tratar siempre de congraciarse con los comunistas y hacer, "en la medida de lo posible", lo que éstos dicen, el Presidente ha procurado nombrar a otros DC como altos funcionarios, confirmando así su impronta partidaria innata. Había suficientes ministerios para ellos, pero no suficientes DC, pues uno solo aceptó, Jaime Ravinet. Hoy día leemos que otro DC, Gabriel Valdés, rechazó la embajada en Roma.
Por otro lado, el IV Presidente DC se destaca por dar preferencia a la conveniencia política y a la imagen popular, por sobre el interés del país, rasgo también propio de la DC. Por eso ha preferido subir los impuestos a las empresas grandes para financiar la reconstrucción, en lugar de emplear los sobrados recursos para emergencias que el Estado ahorró en años anteriores (precisamente para emergencias) y que cubren demás los daños a la infraestructura pública. Lo que sucedía era que las encuestas favorecían impuestos a las grandes empresas, aunque éstas son las que más invierten y, por tanto, al soportar mayores tributos van a invertir menos y crear menos empleos. Pero eso no lo entiende la masa, que es la que responde a las encuestas. Piñera sí lo entiende, pero él necesita satisfacer a la masa y no al bienestar permanente del país.
Por lo mismo, como un DC cualquiera, no vacila en aumentar el royalty a la minería, que ha puesto en tela de juicio la validez de la palabra del país. Inicialmente el royalty nació de una iniciativa de otro DC. Ahora quieren sentar a las empresas mineras para que renuncien al compromiso de invariabilidad tributaria de que gozan, torciéndoles los brazos, tal como lo está haciendo el socialista bolivariano Correa, de Ecuador, con las petroleras internacionales.
Todo esto es tan DC que va aparejado a una baja de impuestos para las pequeñas y medianas empresas, que suma 3.045 millones de dólares, es decir, más que el alza de impuestos a las demás. En otras palabras, los impuestos aumentados a las empresas grandes no eran para la reconstrucción, sino para bajárselos a las empresas menores. Este subterfugio tiene un perfume netamente político inconfundible. Otro rasgo DC.
Asimismo, el alza de las contribuciones de bienes raíces sólo castiga a los que tienen buenos inmuebles, de valor superior a 97 millones de pesos. Eso también les encanta a los DC: "que paguen los poderosos". Pero sólo para la foto, porque si alguien sabe cómo sacarles el bulto a los impuestos altos son los poderosos (estúdiese la OPA de Piñera en LAN). Ellos pueden llevar sus recursos a los lugares del mundo donde los impuestos son más bajos y lo hacen con suma facilidad. Además, aunque no sean tan poderosos, como es mi caso, que vivo con dos hijos casados y sus familias en un inmueble de avalúo superior a 97 millones de pesos, deberán buscar la manera de evitar ese impuesto discriminatorio construyendo inmuebles separados de avalúo inferior al que será objeto del aumento de contribuciones. Para ilustrar el caso diré que por este concepto hoy los que vivimos en nuestra casa pagamos al Estado quinientos mil pesos mensuales, a raíz de los aumentos de avalúo de los últimos años; y con la iniciativa de Piñera pasaremos a pagar 625 mil pesos mensuales (un "arriendo" que nos cobra el fisco por vivir en nuestra propia casa).
Bueno, lo evitaremos más temprano que tarde, como lo hará mucha otra gente. Cuando en Londres comenzaron a tomarse medidas socialistas como la anotada y gravaron con impuestos a las casas que tenían amplio frente, la gente empezó a hacer casas del mismo tamaño, pero con muy poco frente y mucho fondo, tal como la embajada chilena de hoy.
En cuanto a las empresas, el mensaje que reciben es que deben dividirse. Si son grandes, pagan más impuestos. Sin son pequeñas, se les rebajan. Luego, se achicarán, todo esto con sacrificio de la eficiencia y la productividad. Piñera se hará muy popular porque hace lo que dicen las encuestas, pero el país crecerá menos, como se lo ha vaticinado el ex ministro Hernán Büchi, por lo cual ha sido lapidado por los políticos que alguna vez quisieron hacerlo a él Presidente, lo cual habría sido mucho mejor para el país que el resultado real: Aylwin Presidente.
Todo impuesto acarrea por sí mismo una pérdida irrecuperable de eficiencia para la economía, pero los tributos que, además de gravar, inducen al pequeñismo de las empresas y de las construcciones, redoblan esa ineficiencia.
Por eso los Presidentes DC siempre terminaron con el país peor y creciendo menos de lo que habría podido. Frei Montalva tuvo el entorno externo más favorable de la historia de Chile (nunca el cobre estuvo más caro que bajo su gobierno) y, sin embargo, terminó creciendo a una tasa similar a la histórica anterior y fue "el Kerenski chileno". Aylwin sentó las bases para que empezara a decaer el ritmo de crecimiento legado por las políticas de Pinochet y Büchi, para lo cual contó con el voto de Sebastián Piñera, quien, como senador, aprobó sus aumentos de impuestos y sus rigidizaciones laborales. Y Frei Ruiz-Tagle terminó su período con menor crecimiento y alto desempleo. Y ahora el IV Presidente DC sigue, lamentablemente, las huellas de sus antecesores.
Es que, como dijo el escorpión al picar con su cola venenosa a la rana sobre la cual cruzaba el cauce y antes de que ambos se ahogaran, "es lo único que sé hacer".
martes, 27 de abril de 2010
Variaciones en Torno al Caso Macari
La frustrada designación de Mirko Macari como director de "La Nación" hace oportuno recapitular sobre la causa de la revocación de su nombramiento: el recuerdo de su participación en las publicaciones, primero en "La Nación", y luego en su revista-apéndice, "Plan B", de hechos de pedofilia, conductas homosexuales y participación en orgías de distinguidos senadores de la UDI.
Al final las denuncias resultaron completamente falsas. Las supuestas conductas escandalosas o delictuales, y que una gran variedad de los medios de comunicación acogió en mayor o menor medida (particularmente Canal 13, que dedicó un programa de alta audiencia a presentar a la denunciante principal y supuesta víctima de los abusos y delitos, que ella atribuía a un senador de la UDI), eran un invento.
Probablemente si no hubiera existido una completa confesión y retractación de Gemita Bueno, la denunciante principal, el clima de ludibrio y desprestigio de los parlamentarios de la UDI habría, de uno u otro modo, permanecido flotando en el ambiente, destructivamente para ella. Y aun con dicha retractación, la candidatura presidencial de la UDI (de Joaquín Lavín), que hasta 2002 parecía como la carta segura para ganar en 2005, según todas las encuestas, tras el episodio inició una progresiva declinación.
Nunca hubo una mayoría en la Cámara de Diputados para aprobar una investigación acerca de dónde provenían los fondos que financiaban a "Plan B", la publicación que lanzaba las peores denuncias falsas contra los personeros de la UDI.
El Ministro del Interior era, a la sazón, el astuto José Miguel Insulza. Ya una pérfida campaña anterior de "La Nación" había conseguido crear un clima de opinión favorable a la destitución del Comandante en Jefe de la FACH, general Ríos, por parte del Presidente Lagos, sin ningún fundamento legal ni constituciuonal.
Pero lo que brindó más verosimilitud a la infame denuncia contra los senadores fue el respaldo que ella recibió de una diputada y vicepresidenta de RN, Pía Guzmán, de la línea del presidente de la colectividad, Sebastián Piñera.
El partido víctima de la conjura, la UDI, se querelló y pidió una investigación. En el proceso, una testigo se presentó voluntariamnente a declarar que supo, a través de su hermana, secretaria del ex presidente de RN, Andrés Allamand, que éste había recibido un llamado de Piñera pidiéndole hablar con Pía Guzman, en la vispera de la denuncia de ésta, porque la misma tenía "una bomba contra la UDI". Allamand reconoció haberse reunido con la diputada, pero negó haber recibido la llamada de Piñera.
Antes, la testigo-hermana de su secretaria había intentado informar de todo a Joaquín Lavín, entonces alcalde de Santiago, pero éste la derivó a un asesor, quien la puso en contacto con un diputado de la UDI. Éste grabó la versión y derivó a la testigo a la justicia, ante la cual ella ratificó sus dichos, bajo condición de reserva de su identidad, para no perjudicar a su hermana. Pero el secreto duró poco: encarada por dicha hermana y amenazada de expulsión del hogar de esta última, donde era acogida, se retractó.
Entonces Piñera dirigió sus dardos hacia donde le interesaba: acusó de deslealtad a Joaquín Lavín. Antes se había manifestado "conmovido y desgarrado" por el testimonio televisivo falso de Gemita Bueno contra el senador UDI Jovino Novoa. También declaró en su oportunidad que Pía Guzmán, la diputada que respaldaba a Gemita Bueno, "no mentía".
Cuando Pablo Longueira, presidente de la UDI, anunció que iba a instar ante la justicia por aclarar hasta sus últimas consecuencias los dichos de la hermana de la secretaria de Allamand, Piñera lo consideró como un agravio y un intento de destruir a la Alianza.
En todo caso, no creo que el papel de Mirko Macari en la conjura haya sido mayor que el cumplido por personalidades de RN que contribuyeron a dar viabilidad a "la bomba" contra la UDI.
Pero, como frecuentemente sucede en Chile, todo quedó olvidado. Finalmente Sebastián Piñera fue candidato presidencial de la UDI y alcanzó así la Presidencia de la República. Gracias al partido que, años antes, estaba destinado a volar en pedazos, víctima de "la bomba" que se había preparado cuidadosamente para ese efecto.
Al final las denuncias resultaron completamente falsas. Las supuestas conductas escandalosas o delictuales, y que una gran variedad de los medios de comunicación acogió en mayor o menor medida (particularmente Canal 13, que dedicó un programa de alta audiencia a presentar a la denunciante principal y supuesta víctima de los abusos y delitos, que ella atribuía a un senador de la UDI), eran un invento.
Probablemente si no hubiera existido una completa confesión y retractación de Gemita Bueno, la denunciante principal, el clima de ludibrio y desprestigio de los parlamentarios de la UDI habría, de uno u otro modo, permanecido flotando en el ambiente, destructivamente para ella. Y aun con dicha retractación, la candidatura presidencial de la UDI (de Joaquín Lavín), que hasta 2002 parecía como la carta segura para ganar en 2005, según todas las encuestas, tras el episodio inició una progresiva declinación.
Nunca hubo una mayoría en la Cámara de Diputados para aprobar una investigación acerca de dónde provenían los fondos que financiaban a "Plan B", la publicación que lanzaba las peores denuncias falsas contra los personeros de la UDI.
El Ministro del Interior era, a la sazón, el astuto José Miguel Insulza. Ya una pérfida campaña anterior de "La Nación" había conseguido crear un clima de opinión favorable a la destitución del Comandante en Jefe de la FACH, general Ríos, por parte del Presidente Lagos, sin ningún fundamento legal ni constituciuonal.
Pero lo que brindó más verosimilitud a la infame denuncia contra los senadores fue el respaldo que ella recibió de una diputada y vicepresidenta de RN, Pía Guzmán, de la línea del presidente de la colectividad, Sebastián Piñera.
El partido víctima de la conjura, la UDI, se querelló y pidió una investigación. En el proceso, una testigo se presentó voluntariamnente a declarar que supo, a través de su hermana, secretaria del ex presidente de RN, Andrés Allamand, que éste había recibido un llamado de Piñera pidiéndole hablar con Pía Guzman, en la vispera de la denuncia de ésta, porque la misma tenía "una bomba contra la UDI". Allamand reconoció haberse reunido con la diputada, pero negó haber recibido la llamada de Piñera.
Antes, la testigo-hermana de su secretaria había intentado informar de todo a Joaquín Lavín, entonces alcalde de Santiago, pero éste la derivó a un asesor, quien la puso en contacto con un diputado de la UDI. Éste grabó la versión y derivó a la testigo a la justicia, ante la cual ella ratificó sus dichos, bajo condición de reserva de su identidad, para no perjudicar a su hermana. Pero el secreto duró poco: encarada por dicha hermana y amenazada de expulsión del hogar de esta última, donde era acogida, se retractó.
Entonces Piñera dirigió sus dardos hacia donde le interesaba: acusó de deslealtad a Joaquín Lavín. Antes se había manifestado "conmovido y desgarrado" por el testimonio televisivo falso de Gemita Bueno contra el senador UDI Jovino Novoa. También declaró en su oportunidad que Pía Guzmán, la diputada que respaldaba a Gemita Bueno, "no mentía".
Cuando Pablo Longueira, presidente de la UDI, anunció que iba a instar ante la justicia por aclarar hasta sus últimas consecuencias los dichos de la hermana de la secretaria de Allamand, Piñera lo consideró como un agravio y un intento de destruir a la Alianza.
En todo caso, no creo que el papel de Mirko Macari en la conjura haya sido mayor que el cumplido por personalidades de RN que contribuyeron a dar viabilidad a "la bomba" contra la UDI.
Pero, como frecuentemente sucede en Chile, todo quedó olvidado. Finalmente Sebastián Piñera fue candidato presidencial de la UDI y alcanzó así la Presidencia de la República. Gracias al partido que, años antes, estaba destinado a volar en pedazos, víctima de "la bomba" que se había preparado cuidadosamente para ese efecto.
lunes, 26 de abril de 2010
Cálamo Currente
Dejé voluntariamente de tener una columna semanal en "El Mercurio" el 31 de diciembre de 2008. El mismo diario me ofreció reanudarla poco después, pero las razones para haberla interrumpido seguían y siguen vigentes.
Sin embargo, escribir para el público ha sido mi oficio principal durante casi medio siglo. No es que me resulte esencial, pero siempre me ha entretenido hacerlo. Además, muchas personas, en particular en mi entorno familiar más próximo, me instan constantemente a ello.
Pero yo me encontraba de lo más bien sin escribir para el público, aparte de que ocasionalmente emitía mis opiniones por diversos medios, ya fuere por iniciativa propia o porque los mismos me lo requerían.
Pero llegó un día en que mi tercer hijo, Felipe, simplemente procedió a dictarme las instrucciones computacionales para que yo abriera un blog (que es éste), instado por su madre, mi cónyuge. Y así nació este espacio, en el cual, tras unos días de perplejidad, volví a escribir sistemáticamente para el público.
Como tal vez sea sabido, la razón principal que tuve para dejar de escribir columnas en "El Mercurio" fue mi desacuerdo con el apoyo de la derecha (mi sector político) a la candidatura presidencial de Sebastián Piñera. Yo consideraba y considero que éste carece de los atributos para liderar, sobre todo a la cabeza del Gobierno, al referente de ideas y principios al cual adhiero y pertenezco.
Como reiterara mis argumentos para probar lo anterior en mi columna de "El Mercurio", empecé a recibir ininterrumpidamente ataques y críticas de lectores del diario que, profesando mis mismas o parecidas ideas políticas, discordaban de mis objeciones a la persona de Piñera. En realidad, casi todo el mundo, incluida mi propia familia, me decía: "Puedes tener razón en lo que dices, pero Piñera es la única posibilidad que tenemos de ganar el Gobierno".
Esto último era verdadero, pero también lo eran las razones que yo esgrimía para no apoyarlo. Cuando yo las exponía, solían surgir personas próximas al actual Presidente que decían públicamente: "Hermógenes Pérez de Arce opina así por resentimiento, debido a que Sebastián Piñera lo derrotó ampliamente en la elección parlamentaria de 1989". Recuerdo que el último de los hombres de confianza de Piñera que salió destacadamente en la prensa diciendo eso fue Rodrigo Hinzpeter, actual Ministro del Interior. Como yo pienso que Piñera siempre le encargaba refutarme con el mismo antedicho argumento a su hombre de más confianza del momento, creo que Hinzpeter lo era y pienso que el título más fuerte que tenía para ser Ministro del Interior era ése, sin perjuicio de que exhiba otros atributos, los cuales ciertamente no resultan realzados por su enfermiza inclinación a fotografiarse bajo el retrato de Salvador Allende, que sigue ocupando decidoramente un lugar destacado en uno de los salones de su Ministerio.
Me fundo en una extensa lista de razones, tanto atingentes a la persona como a las posturas políticas de Sebastián Piñera, para sostener que él carece de los atributos exigibles a quien debe desempeñar el cargo de Presidente de la República, pero no le tengo resentimiento personal, aun cuando habría varias razones para que se lo tuviera. Simplemente, creo que una persona como él y que tiene las posturas políticas de él no debería haber accedido a la Presidencia de la República.
Siempre que he expuesto mis razones a alguien (siempre), la respectiva persona coincide conmigo en que Sebastián Piñera no tiene los atributos exigibles a quien aspire a ejercer o ejerza el cargo de Presidente de la República, pero también siempre, invariablemente, me dice que, con todo, ha sido elegido, ha nombrado personas de nuestro sector político y ha tenido los medios, las capacidades y la suerte necesarios para ser Presidente y que con eso basta y no debe haber más discusión sobre ello. Y, en fin, también siempre, pero siempre, quienes discuten este tema conmigo me manifiestan su certeza de que mi postura nace del resentimiento personal y de la inquina que, supuestamente, le tengo a Piñera por haberme derrotado.
Bueno, simplemente no es así. No le tengo inquina. Nada personal me lleva a criticarlo. Pero lo que conozco de él como persona y como político, sus actuaciones concretas, (incluso como Presidente) me reafirman en el predicamento que tengo a su respecto. Y como nunca he pensado que "el fin justifica los medios", creo que apoyarlo para que ganara el poder por la sola consideración de que estaba en nuestro lado en la elección no era una postura moralmente válida.
Terminé en una condición solitaria. Debido a ella dejé de escribir una columna semanal en "El Mercurio". Sigo en la misma posición aislada. Creo que, efectivamente, ella era y es incompatible con la calidad de columnista en un medio de comunicación que manifiestamente adhirió a la candidatura de Sebastián Piñera y actualmente apoya a su gobierno. Pero esa postura irreductible no se hace fuego con un espacio tan personal, carente de pretensiones mayores e insignificante en medio del cúmulo de opiniones que pueblan el espacio virtual.
Así es que, sin renunciar a nada de lo que pienso y opino, feliz he reanudado la escritura, cálamo currente, como decían los latinos, es decir, "al correr de la pluma", de las cosas que se me ocurren o que opino cuotidianamente.
Me entretengo al hacerlo, les doy en el gusto a quienes insistentemente me piden que vuelva a escribir, no me he movido un milímetro de mi postura y tengo un espacio libre, ilimitado y garantizadamente permanente donde poder expresar lo que pienso sobre cualquier cosa.
Y me propongo hacerlo frecuente e indefinidamente, cualquiera sea el interés que mis opiniones despierten en los demás.
Sin embargo, escribir para el público ha sido mi oficio principal durante casi medio siglo. No es que me resulte esencial, pero siempre me ha entretenido hacerlo. Además, muchas personas, en particular en mi entorno familiar más próximo, me instan constantemente a ello.
Pero yo me encontraba de lo más bien sin escribir para el público, aparte de que ocasionalmente emitía mis opiniones por diversos medios, ya fuere por iniciativa propia o porque los mismos me lo requerían.
Pero llegó un día en que mi tercer hijo, Felipe, simplemente procedió a dictarme las instrucciones computacionales para que yo abriera un blog (que es éste), instado por su madre, mi cónyuge. Y así nació este espacio, en el cual, tras unos días de perplejidad, volví a escribir sistemáticamente para el público.
Como tal vez sea sabido, la razón principal que tuve para dejar de escribir columnas en "El Mercurio" fue mi desacuerdo con el apoyo de la derecha (mi sector político) a la candidatura presidencial de Sebastián Piñera. Yo consideraba y considero que éste carece de los atributos para liderar, sobre todo a la cabeza del Gobierno, al referente de ideas y principios al cual adhiero y pertenezco.
Como reiterara mis argumentos para probar lo anterior en mi columna de "El Mercurio", empecé a recibir ininterrumpidamente ataques y críticas de lectores del diario que, profesando mis mismas o parecidas ideas políticas, discordaban de mis objeciones a la persona de Piñera. En realidad, casi todo el mundo, incluida mi propia familia, me decía: "Puedes tener razón en lo que dices, pero Piñera es la única posibilidad que tenemos de ganar el Gobierno".
Esto último era verdadero, pero también lo eran las razones que yo esgrimía para no apoyarlo. Cuando yo las exponía, solían surgir personas próximas al actual Presidente que decían públicamente: "Hermógenes Pérez de Arce opina así por resentimiento, debido a que Sebastián Piñera lo derrotó ampliamente en la elección parlamentaria de 1989". Recuerdo que el último de los hombres de confianza de Piñera que salió destacadamente en la prensa diciendo eso fue Rodrigo Hinzpeter, actual Ministro del Interior. Como yo pienso que Piñera siempre le encargaba refutarme con el mismo antedicho argumento a su hombre de más confianza del momento, creo que Hinzpeter lo era y pienso que el título más fuerte que tenía para ser Ministro del Interior era ése, sin perjuicio de que exhiba otros atributos, los cuales ciertamente no resultan realzados por su enfermiza inclinación a fotografiarse bajo el retrato de Salvador Allende, que sigue ocupando decidoramente un lugar destacado en uno de los salones de su Ministerio.
Me fundo en una extensa lista de razones, tanto atingentes a la persona como a las posturas políticas de Sebastián Piñera, para sostener que él carece de los atributos exigibles a quien debe desempeñar el cargo de Presidente de la República, pero no le tengo resentimiento personal, aun cuando habría varias razones para que se lo tuviera. Simplemente, creo que una persona como él y que tiene las posturas políticas de él no debería haber accedido a la Presidencia de la República.
Siempre que he expuesto mis razones a alguien (siempre), la respectiva persona coincide conmigo en que Sebastián Piñera no tiene los atributos exigibles a quien aspire a ejercer o ejerza el cargo de Presidente de la República, pero también siempre, invariablemente, me dice que, con todo, ha sido elegido, ha nombrado personas de nuestro sector político y ha tenido los medios, las capacidades y la suerte necesarios para ser Presidente y que con eso basta y no debe haber más discusión sobre ello. Y, en fin, también siempre, pero siempre, quienes discuten este tema conmigo me manifiestan su certeza de que mi postura nace del resentimiento personal y de la inquina que, supuestamente, le tengo a Piñera por haberme derrotado.
Bueno, simplemente no es así. No le tengo inquina. Nada personal me lleva a criticarlo. Pero lo que conozco de él como persona y como político, sus actuaciones concretas, (incluso como Presidente) me reafirman en el predicamento que tengo a su respecto. Y como nunca he pensado que "el fin justifica los medios", creo que apoyarlo para que ganara el poder por la sola consideración de que estaba en nuestro lado en la elección no era una postura moralmente válida.
Terminé en una condición solitaria. Debido a ella dejé de escribir una columna semanal en "El Mercurio". Sigo en la misma posición aislada. Creo que, efectivamente, ella era y es incompatible con la calidad de columnista en un medio de comunicación que manifiestamente adhirió a la candidatura de Sebastián Piñera y actualmente apoya a su gobierno. Pero esa postura irreductible no se hace fuego con un espacio tan personal, carente de pretensiones mayores e insignificante en medio del cúmulo de opiniones que pueblan el espacio virtual.
Así es que, sin renunciar a nada de lo que pienso y opino, feliz he reanudado la escritura, cálamo currente, como decían los latinos, es decir, "al correr de la pluma", de las cosas que se me ocurren o que opino cuotidianamente.
Me entretengo al hacerlo, les doy en el gusto a quienes insistentemente me piden que vuelva a escribir, no me he movido un milímetro de mi postura y tengo un espacio libre, ilimitado y garantizadamente permanente donde poder expresar lo que pienso sobre cualquier cosa.
Y me propongo hacerlo frecuente e indefinidamente, cualquiera sea el interés que mis opiniones despierten en los demás.
viernes, 23 de abril de 2010
Y los Militares le Creyeron...(I)
Cuando Sebastián Piñera era candidato, pidió una reunión con los uniformados en retiro, cuyos votos necesitaba, pues la "familia uniformada" es una amplia red que alcanza a unas 800 mil personas.
El principal problema que aflige hoy a esa familia uniformada es el desconocimiento del estado de derecho para sus miembros en retiro perseguidos por los gobiernos y los jueces de izquierda por haber derrotado a los brazos terroristas de esta última en la guerra sucia que intentaron entre 1973 y 1990, pero que venían preparando desde antes.
Los gobiernos y los jueces de izquierda, desconociendo la Constitución y las leyes, pues trasgreden el principio pro reo, la inamovilidad de las sentencias ejecutoriadas, la amnistía, la prescripción, la cosa juzgada y las leyes reguladoras de la prueba, han procesado y perseguido a centenares de uniformados en retiro. Éstos esperaban del candidato que creían de centroderecha que satisficiera sus aspiraciones.
Y Piñera les dijo que él haría lo posible por acelerar los juicios y velar porque se respetaran las leyes. Pero, como es un político astuto, él sabía lo que los militares entendían por "cumplir las leyes", muy distinto de lo que él mismo ha sustentado. Pues en los años '90, como senador, aportó un voto decisivo para destituir a un ministro de la Corte Suprema (Hernán Cereceda) acusado constitucionalmente por la izquierda por, justamente, cumplir la ley de amnistía y aplicarla a uniformados procesados.
Pero el personal en retiro quedó tranquilo y convencido de que con Piñera como Presidente las cosas cambiarían. Pero no cambiaron, y si algún cambio ha habido, ha sido para peor.
Él ha puesto a la cabeza de la oficina de derechos humanos del Ministerio del Interior, que fuera formada por la Concertación con el preciso fin de respaldar la persecución ilegal contra ex uniformados, a doña Rossy Lama, quien ha declarado que continuará la tarea realizada por dicha oficina bajo los gobiernos anteriores, es decir, de apoyar la ilegal persecución de los militares.
Y, así, esta oficina del Ministerio del Interior ahora ha apelado contra una sentencia que declaró cerrado un proceso en que se había aplicado la amnistía y la prescripción y hay cosa juzgada.
Es decir, el gobierno de Piñera hace todo lo contrario de lo que los uniformados en retiro recibieron como promesa suya: que se respetarían las leyes a su respecto.
El Consejo de Defensa del Estado, que se ha plegado a la tarea de instar porque se persiga ilegalmente a los uniformados en retiro procesados (siendo que los procesos derivan necesariamente en demandas contra el Estado que dicho Consejo tiene por misión defender) permanece incólume en la misma tarea contraria a su misión legal, bajo el gobierno de Piñera.
Mientras tanto, el Ministro del Interior de éste, Rodrigo Hinzpeter, se retrata reiteramente en la prensa bajo una gran pintura de Salvador Allende, que conserva ostentosamente en una sala de recepción de su ministerio.
Y cuando uno de los más injustamente perseguidos oficiales de Ejército en retiro, el octogenario y enfermo general Odlanier Mena, reconocido por el ex miembro de la Comisión Rettig, Gonzalo Vial, como alguien que siempre respetó y defendió los derechos humanos de sus adversarios, solicitó hace meses el indulto presidencial, naturalmente Michelle Bachelet se dejó estar y legó la decisión al gobierno de Piñera.
Pues bien, uno de los primeros actos de éste consistió en rechazar el indulto al general Mena, no obstante que éste acreditó en el juicio su inocencia, aparte de estar amparado por la amnistía y la prescripción. Los jueces de izquierda no respetan las pruebas genuinas y se asilan en "presunciones" que ellos mismos fabrican; y tampoco acatan las leyes, así es que condenaron al general Mena.
Y ahora el Presidente que prometió a los uniformados en retiro velar por que se les hiciera justicia, se la denegó en la primera oportunidad que se le presentó de hacerla efectiva, indultando al general Mena.
Es que la "familia uniformada" ya le dio sus votos y hoy él puede decir que lo que quería decir, al aceptar velar por el respeto a las leyes, era que se siguieran aplicando como lo hacen los jueces de izquierda.
Estos, que estaban a la expectativa a raíz del cambio de gobierno, hoy se sienten envalentonados, pues nada ha cambiado. Recientemente un ex oficial que era subteniente en 1973, en Porvenir, y que había logrado acreditar su inocencia en muertes ocurridas allá en esa fecha, siendo absuelto por la Corte de Apelaciones respectiva, ha sido condenado a siete años de presidio tras un recurso de casación ante la Corte Suprema, sin expresión de causa. Como estaba absuelto, ni siquiera se había preocupado de defenderse ante la Suprema. Ahora, inocente y no obstante estar amparado por la amnistía y la prescripción, se apresta a entrar a cumplir 7 años de presidio.
Cuando uniformados en retiro me expresaban el año pasado su satisfacción por lo que les había prometido Piñera, yo les advertía que no podía ser creído y les previne que yo no votaría por él.
Ahora están desilusionados y reconocen que bajo un quinto gobierno de la Concertación no habrían podido estar peor que ahora. Y precisamente tienden a concordar con quien ha señalado que el actual parece ser "el quinto gobierno de la Concertación".
El principal problema que aflige hoy a esa familia uniformada es el desconocimiento del estado de derecho para sus miembros en retiro perseguidos por los gobiernos y los jueces de izquierda por haber derrotado a los brazos terroristas de esta última en la guerra sucia que intentaron entre 1973 y 1990, pero que venían preparando desde antes.
Los gobiernos y los jueces de izquierda, desconociendo la Constitución y las leyes, pues trasgreden el principio pro reo, la inamovilidad de las sentencias ejecutoriadas, la amnistía, la prescripción, la cosa juzgada y las leyes reguladoras de la prueba, han procesado y perseguido a centenares de uniformados en retiro. Éstos esperaban del candidato que creían de centroderecha que satisficiera sus aspiraciones.
Y Piñera les dijo que él haría lo posible por acelerar los juicios y velar porque se respetaran las leyes. Pero, como es un político astuto, él sabía lo que los militares entendían por "cumplir las leyes", muy distinto de lo que él mismo ha sustentado. Pues en los años '90, como senador, aportó un voto decisivo para destituir a un ministro de la Corte Suprema (Hernán Cereceda) acusado constitucionalmente por la izquierda por, justamente, cumplir la ley de amnistía y aplicarla a uniformados procesados.
Pero el personal en retiro quedó tranquilo y convencido de que con Piñera como Presidente las cosas cambiarían. Pero no cambiaron, y si algún cambio ha habido, ha sido para peor.
Él ha puesto a la cabeza de la oficina de derechos humanos del Ministerio del Interior, que fuera formada por la Concertación con el preciso fin de respaldar la persecución ilegal contra ex uniformados, a doña Rossy Lama, quien ha declarado que continuará la tarea realizada por dicha oficina bajo los gobiernos anteriores, es decir, de apoyar la ilegal persecución de los militares.
Y, así, esta oficina del Ministerio del Interior ahora ha apelado contra una sentencia que declaró cerrado un proceso en que se había aplicado la amnistía y la prescripción y hay cosa juzgada.
Es decir, el gobierno de Piñera hace todo lo contrario de lo que los uniformados en retiro recibieron como promesa suya: que se respetarían las leyes a su respecto.
El Consejo de Defensa del Estado, que se ha plegado a la tarea de instar porque se persiga ilegalmente a los uniformados en retiro procesados (siendo que los procesos derivan necesariamente en demandas contra el Estado que dicho Consejo tiene por misión defender) permanece incólume en la misma tarea contraria a su misión legal, bajo el gobierno de Piñera.
Mientras tanto, el Ministro del Interior de éste, Rodrigo Hinzpeter, se retrata reiteramente en la prensa bajo una gran pintura de Salvador Allende, que conserva ostentosamente en una sala de recepción de su ministerio.
Y cuando uno de los más injustamente perseguidos oficiales de Ejército en retiro, el octogenario y enfermo general Odlanier Mena, reconocido por el ex miembro de la Comisión Rettig, Gonzalo Vial, como alguien que siempre respetó y defendió los derechos humanos de sus adversarios, solicitó hace meses el indulto presidencial, naturalmente Michelle Bachelet se dejó estar y legó la decisión al gobierno de Piñera.
Pues bien, uno de los primeros actos de éste consistió en rechazar el indulto al general Mena, no obstante que éste acreditó en el juicio su inocencia, aparte de estar amparado por la amnistía y la prescripción. Los jueces de izquierda no respetan las pruebas genuinas y se asilan en "presunciones" que ellos mismos fabrican; y tampoco acatan las leyes, así es que condenaron al general Mena.
Y ahora el Presidente que prometió a los uniformados en retiro velar por que se les hiciera justicia, se la denegó en la primera oportunidad que se le presentó de hacerla efectiva, indultando al general Mena.
Es que la "familia uniformada" ya le dio sus votos y hoy él puede decir que lo que quería decir, al aceptar velar por el respeto a las leyes, era que se siguieran aplicando como lo hacen los jueces de izquierda.
Estos, que estaban a la expectativa a raíz del cambio de gobierno, hoy se sienten envalentonados, pues nada ha cambiado. Recientemente un ex oficial que era subteniente en 1973, en Porvenir, y que había logrado acreditar su inocencia en muertes ocurridas allá en esa fecha, siendo absuelto por la Corte de Apelaciones respectiva, ha sido condenado a siete años de presidio tras un recurso de casación ante la Corte Suprema, sin expresión de causa. Como estaba absuelto, ni siquiera se había preocupado de defenderse ante la Suprema. Ahora, inocente y no obstante estar amparado por la amnistía y la prescripción, se apresta a entrar a cumplir 7 años de presidio.
Cuando uniformados en retiro me expresaban el año pasado su satisfacción por lo que les había prometido Piñera, yo les advertía que no podía ser creído y les previne que yo no votaría por él.
Ahora están desilusionados y reconocen que bajo un quinto gobierno de la Concertación no habrían podido estar peor que ahora. Y precisamente tienden a concordar con quien ha señalado que el actual parece ser "el quinto gobierno de la Concertación".
¿Y Qué Creían Ustedes?
A principios de los '90 el impuesto a las empresas era de diez por ciento, pues el Gobierno Militar y en particular su ministro Büchi lo habían bajado, procurando aumentar la inversión y acelerar el crecimiento de nuestra economía. Por eso ésta creció al siete por ciento anual durante una década.
A principios de los '90 la tasa de desempleo era de de poco más del 5 %, gracias a las normas que habían reducido el costo de contratación de la mano de obra, en particular las que limitaron el salario mínimo obligatorio y redujeron a un máximo de cinco meses la indemnización por años de servicio. Por eso la tasa de desempleo en enero de 1990 había bajado a poco más del cinco por ciento.
La administración Aylwin, en cambio, de sesgo izquierdista, era partidaria de subir los impuestos a las empresas y de aumentar el salario mínimo y el pago de las indemnizaciones por años de servicio en caso de despido.
Como no tenía suficientes votos en el Senado, tuvo que conseguirlos de la oposición de centroderecha. Y para eso contó con un senador que lideró el apoyo a las alzas de impuestos y al encarecimiento del costo de contratación de la mano de obra, senador cuyo nombre era Sebastián Piñera, quien sostenía que de esa manera "se legitimaba" el modelo económico.
Y entonces subieron los impuestos a las empresas y se encareció el precio del factor trabajo. ¿Resultado? Que tras unos años la inversión, el empleo y la productividad crecieron cada vez menos, lo cual no se notó al principio, porque los efectos de aquellos errores se presentaron con rezago, pero el hecho fue que bajo Frei el país creció menos que bajo Aylwin; bajo Lagos creció menos que bajo Frei y bajo Bachelet todavía menos, apenas 2,8 por ciento anual, por debajo de la tasa histórica chilena anterior a 1973.
Y apenas hubo una crisis, a fines de los '90, el desempleo subió a cerca del diez por ciento y nunca pudo realmente volver a ser del cinco por ciento que legó el Gobierno Militar.
Entonces ustedes (porque yo no) eligieron Presidente a Sebastián Piñera y éste, al asumir el poder y verse en la necesidad de allegar recursos a raíz del terremoto, lo primero que ha hecho es lo que está en su naturaleza: ha subido los impuestos a las empresas (salvo que lo afecten a él, porque entonces hace una OPA como la de Axxion y se exime de parte de ellos).
El Estado tiene un fondo de emergencia en el cual hay sobradamente recursos (11 mil millones de dólares) para enfrentar, precisamente, una emergencia, como la destrucción de infraestructua pública representada por el terremoto (8 mil 500 millones de dólares). Pero el Gobierno, en lugar de usar esos fondos, que son precisamente para eso, prefiere aumentar impuestos.
Lo notable es que un estudio del Ministro de Hacienda, Felipe Larraín, y de su actual jefe de asesores, Rodrigo Cerda, publicado en 2008, dijo que cada punto de aumento del impuesto corporativo hace caer la demanda por trabajo en 0,2 % y disminuye el stock de capital (desinversión) en 0,12 %.
Es decir, habiendo fondos del Estado para emergencias, se grava a los privados para superar la que se ha presentado. Se arguye que así se evita una caída adicional del dólar, pero durante la crisis del 2008-2009 se trajeron de vuelta dólares equivalentes al actual monto del fondo (pues entonces era de 22 mil millones de esa moneda) y el dólar ha permanecido en un precio de equilibrio de largo plazo. Y, además, el aumento de impuestos también presiona a la baja del dólar.
¿Qué creían ustedes? Lo que ha sucedido es que Sebastián Piñera sigue siendo el msmo del año '90. Entre un Estado más grande y uno más chico, prefiere el primero; entre un sector privado más gravado por impuestos y uno menos gravado, que invierta más, también prefiere al primero. ¿Por qué? Porque ésa es su inclinación política y porque cree que ello le garantiza popularidad, lo cual es lo que siempre ha buscado en política. Pues las encuestas dicen que el alza del impuesto a las empresas es popular, aunque impida volver a un alto crecimiento y aunque los recursos para enfrentar la emergencia sobraban.
A principios de los '90 la tasa de desempleo era de de poco más del 5 %, gracias a las normas que habían reducido el costo de contratación de la mano de obra, en particular las que limitaron el salario mínimo obligatorio y redujeron a un máximo de cinco meses la indemnización por años de servicio. Por eso la tasa de desempleo en enero de 1990 había bajado a poco más del cinco por ciento.
La administración Aylwin, en cambio, de sesgo izquierdista, era partidaria de subir los impuestos a las empresas y de aumentar el salario mínimo y el pago de las indemnizaciones por años de servicio en caso de despido.
Como no tenía suficientes votos en el Senado, tuvo que conseguirlos de la oposición de centroderecha. Y para eso contó con un senador que lideró el apoyo a las alzas de impuestos y al encarecimiento del costo de contratación de la mano de obra, senador cuyo nombre era Sebastián Piñera, quien sostenía que de esa manera "se legitimaba" el modelo económico.
Y entonces subieron los impuestos a las empresas y se encareció el precio del factor trabajo. ¿Resultado? Que tras unos años la inversión, el empleo y la productividad crecieron cada vez menos, lo cual no se notó al principio, porque los efectos de aquellos errores se presentaron con rezago, pero el hecho fue que bajo Frei el país creció menos que bajo Aylwin; bajo Lagos creció menos que bajo Frei y bajo Bachelet todavía menos, apenas 2,8 por ciento anual, por debajo de la tasa histórica chilena anterior a 1973.
Y apenas hubo una crisis, a fines de los '90, el desempleo subió a cerca del diez por ciento y nunca pudo realmente volver a ser del cinco por ciento que legó el Gobierno Militar.
Entonces ustedes (porque yo no) eligieron Presidente a Sebastián Piñera y éste, al asumir el poder y verse en la necesidad de allegar recursos a raíz del terremoto, lo primero que ha hecho es lo que está en su naturaleza: ha subido los impuestos a las empresas (salvo que lo afecten a él, porque entonces hace una OPA como la de Axxion y se exime de parte de ellos).
El Estado tiene un fondo de emergencia en el cual hay sobradamente recursos (11 mil millones de dólares) para enfrentar, precisamente, una emergencia, como la destrucción de infraestructua pública representada por el terremoto (8 mil 500 millones de dólares). Pero el Gobierno, en lugar de usar esos fondos, que son precisamente para eso, prefiere aumentar impuestos.
Lo notable es que un estudio del Ministro de Hacienda, Felipe Larraín, y de su actual jefe de asesores, Rodrigo Cerda, publicado en 2008, dijo que cada punto de aumento del impuesto corporativo hace caer la demanda por trabajo en 0,2 % y disminuye el stock de capital (desinversión) en 0,12 %.
Es decir, habiendo fondos del Estado para emergencias, se grava a los privados para superar la que se ha presentado. Se arguye que así se evita una caída adicional del dólar, pero durante la crisis del 2008-2009 se trajeron de vuelta dólares equivalentes al actual monto del fondo (pues entonces era de 22 mil millones de esa moneda) y el dólar ha permanecido en un precio de equilibrio de largo plazo. Y, además, el aumento de impuestos también presiona a la baja del dólar.
¿Qué creían ustedes? Lo que ha sucedido es que Sebastián Piñera sigue siendo el msmo del año '90. Entre un Estado más grande y uno más chico, prefiere el primero; entre un sector privado más gravado por impuestos y uno menos gravado, que invierta más, también prefiere al primero. ¿Por qué? Porque ésa es su inclinación política y porque cree que ello le garantiza popularidad, lo cual es lo que siempre ha buscado en política. Pues las encuestas dicen que el alza del impuesto a las empresas es popular, aunque impida volver a un alto crecimiento y aunque los recursos para enfrentar la emergencia sobraban.
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