El entreguismo de la derecha ha sido fatal para la suerte del país, cuya "república en forma" fue fundada por la derecha en el siglo XIX, salvada por la derecha en el siglo XX (pues el de Pinochet fue un régimen de derecha, qué duda cabe) y entregado a la civilidad en 1990 pacificado, a la cabeza del crecimiento de América Latina y sin conflicto mapuche.
Pinochet nunca fue entreguista, pero la derecha que lo sucedió sí lo era y es, lamentablemente. Ése es el problema. Si no lo fuera jamás habría gobernado un Piñera, porque Piñera, que no es de derecha, es producto del entreguismo. Sin él no estaríamos donde estamos, al borde del colapso de la nacionalidad (¿saben ustedes cuántas veces se dice "nación chilena" en el texto ya aprobado por el pleno de la Convención? Ninguna (aporte de la convencional Katherine Montealegre). Ahí puede estarse escribiendo el último capítulo de la Historia de Chile propiamente tal. Gracias al entreguismo.
Hoy un buen columnista de derecha de "El Mercurio", Gerardo Varela, hace un recuento de los 60 y los 70 y termina el párrafo así: "Después vino Pinochet y la tragedia conocida". ¿Tragedia? ¿Conocida de quién? ¿Dónde estudió historia, en los textos de Baradit? Pues Pinochet pacificó el país. Habiendo en 1973 más de veinte mil guerrilleros confesos y la perspectiva de una guerra civil con 500 mil muertos (memorias de Prats) y hasta un millón (declaración del comandante Pepe a la periodista Nena Ossa), la intervención militar costó apenas 3.097 bajas. Y el 58 % de las mismas (1.823) cayó entre el 11 de septiembre y el 31 de diciembre de 1973, con el aplauso de Frei y Aylwin y el beneplácito mayoritario.
Y después Chile vivió uno de los períodos más pacíficos de su historia, ése fue el fruto de "la tragedia de Pinochet". Hasta que a comienzos de los '80 ingresó la guerrilla del FPMR con amplio apoyo de la URSS, Cuba, Alemania Oriental y otros países tras la Cortina de Hierro. Entre 1983 y 1987 le hicieron 27 estallidos insurreccionales al presidente constitucional Augusto Pinochet, que los sofocó todos en uno o dos días, hasta derrotar completamente al terrorismo, el que en 1990 estaba aniquilado. Es decir, "la tragedia de Pinochet" culminó entregando un país a la cabeza del crecimiento de América Latina, de nuevo pacificado, con el terrorismo de extrema izquierda derrotado, bajo una Constitución que garantizaba la libertad y la democracia y sin conflicto mapuche ni de ninguna otra índole. ¡Cuánto daría Chile actual por "sufrir" otra "tragedia" como ésa!
¿De dónde deriva el entreguismo? De que se ha dejado "contar el cuento" a la extrema izquierda. Y la derecha ha terminado por creérselo y, peor, repetirlo, siendo que es falso. Yo escribí la "Historia de la Revolución Militar Chilena 1973-1990" refiriendo la verdad. Nunca un medio de derecha la ha siquiera comentado ni mencionado, para no decir promovido.
El historiador inglés Paul Johnson, reconociendo que las que llama "élites habladoras" del mundo condenan a Pinochet porque "han comprado" el asesinato de su imagen por parte del KGB y los repetidores de falsedades, considera al ex presidente como uno de los "héroes" de la historia de la Humanidad porque, dice, "yo conozco los hechos".
Hoy vi un video de ocupantes ilegales de un fundo en la Araucanía, que se saben impunes, conminando al dueño a irse de su propiedad "o los weichafes lo van a echar". Ése es el fruto del entreguismo: que hay que entregar ya la legítima propiedad a usurpadores ilegales impunes. Hoy en "Hace 50 años" de "El Mercurio" se reproduce un discurso de Allende de 1972 donde incita a los trabajadores a tomarse las empresas, lo que luego hicieron y fue el comienzo del fin del gobierno de aquél. Está pasando de nuevo, por ahora en el campo.
Las palabras tienen consecuencias. Los entreguistas no saben medirlas y siguen repitiéndolas con el país al borde del abismo, tildando de "tragedia" lo que ya una vez fue su salvación. "Júpiter confunde a los que quiere perder".