He escrito mucho sobre la prevaricación de los jueces chilenos. No sólo sigue impune, sino que se ha agravado, con su secuela de exacciones millonarias a costa del indefenso erario nacional. Ahora incluyo un "relato de vida" de un hijo de otra víctima de esa prevaricación, para que se aprecie el dolor que la corrupción judicial genera en la sociedad. Con razón Tocqueville escribió que "la dictadura de los jueces es la peor de todas, porque es la única que no tiene remedio". Vaya mi solidaridad para los militares que salvaron a Chile y por eso sufren la venganza de los jueces rojos. Y en particular para el doctor Manfred Jürgensen, de la FACH condenado por cumplir con su deber, y su ejemplar familia. He aquí el testimonio de su hijo:
IMPOTENCIA DE NO PODER HACER NADA
Toda mi vida he visto a mi papá
dedicado a servir a la medicina, a sus pacientes, al bien, al cuidado de las
personas, guiarlas, ayudarlas en la parte médica, psicológica y humana. Fue
premiado por el presidente del momento Salvador Allende, como el mejor médico
de su generación y operó en su primer mandato al presidente Sebastián Piñera,
fue profesor universitario y capacitó a múltiples médicos actuales. Él es Manfred Jürgensen Caesar, médico de 79
años, mi PAPÁ.
Hoy día como familia estamos viviendo
una situación que es inexplicable, invivible y muy difícil de contar con
palabras, pero aquí vamos: todo se inicia hace 43 años, cuando mi papá se
encontraba de turno y lo llevaron en una ambulancia a examinar a una persona
que había sido detenida por orden del Ministerio del Interior. Mi papá lo
examinó de un simple dolor de guata durante un periodo de 15 minutos, le recetó
los medicamentos para su dolencia, se fue y nunca más tuvo contacto con él. Cuatro días después falleció por otras causas.
¿Cómo puede ser que realizar su vocación correctamente produce un cambio en el rumbo de la vida de mi papá y de toda nuestra familia? Esto es debido a que se inicia un proceso judicial en su contra injustamente La ministra en visita Gloria Ana Chevesich lo interrogó y no lo sometió a proceso, producto de que constató su inocencia.
Fue en el gobierno de Sebastián
Piñera, 31 años después de los hechos, donde su Ministro del Interior se
querelló y se reabrió la causa, en la cual el Ministro en Visita Mario Carroza
lo condenó como cómplice a 3 años y un día de presidio menor, aplicó una serie
de atenuantes y lo benefició en definitiva con libertad vigilada y firma
mensual.
Posteriormente la Corte de
Apelaciones ratifica la sentencia, manteniendo las mismas atenuantes y
beneficios.
Es la Corte Suprema la que cambia
radicalmente el análisis de los hechos, aumentando la condena a 8 años y un día
de presidio efectivo. Sí, presidio, sindicándolo ahora como autor de homicidio
calificado, sin tener derecho a defensa alguna.
¿En Chile, creen que una persona
tiene derecho a defenderse, a ser escuchado? Pues NO, los ministros y jueces
que hoy han condenado a mi papá, nunca lo han visto, ni escuchado y lo han
condenado por algo que él, NO ha hecho.
Hoy a sus 79 años de vida, con un
matrimonio de 54 años, 4 hijos, 11 nietos y una familia feliz construida a
través del bien, del ejemplo y de valores, está siendo separada, separado de mi
mamá, que padece de una enfermedad grave sin vuelta atrás sin poder
acompañarla, ni dedicar su tiempo, sus conocimientos y su cariño a ella, ¿por
algo que no ha cometido? ¿Esos son los derechos humanos? Todo esto vulnera la
Convención Interamericana de Derechos Humanos de las Personas Mayores.
Hoy en nuestro Chile, un país donde
el Presidente indulta a gente con un prontuario increíble; y el gobierno comete
errores a diario, sin responsabilidad alguna y en cambio a una persona
inocente, la declaran culpable de un crimen que no ha cometido, les pregunto:
¿quieren eso para sus hijos, para sus nietos, para su familia?
Yo nunca pensé que esto nos podría
pasar y aquí estoy, sentado delante de un computador, tratando de expresar mi
angustia, dolor, impotencia. Sí, IMPOTENCIA de no tenerle una explicación
lógica a mis hijos, de que su Opa, la persona más correcta que pueda existir
para ellos y para todos aquellos que lo conocen, hoy está siendo condenado por
un delito que no ha cometido.
IMPOTENCIA de ver a mi mamá sufrir
sin poder contar con el apoyo de su marido, pareja de toda la vida.
IMPOTENCIA COMO FAMILIA de sufrir
este dolor y NO PODER HACER NADA, NADA DE NADA.
Toda la vida les he dicho a mis hijos
que hay que ir con el bien por delante, hacer lo correcto y lo que es justo,
¿cómo les explico toda esta aberración? Lamentablemente yo no puedo, no tengo
las palabras y créanme que sé que nadie las tiene para hacernos entender esta
INJUSTICIA.
Como familia hemos mantenido el
silencio, buscando soluciones siempre por el lado correcto, pero todas las
puertas nos han sido cerradas, sin ni siquiera escucharnos, sin ni siquiera
leer toda la información que se ha entregado, NADA, ni hoy ni en todos los
momentos anteriores, rechazando TODO, ¿por tener otra ideología, por pensar
diferente que este gobierno?
¿Esto es JUSTICIA? porque la palabra
claramente es INJUSTICIA, injusticia que tenemos en nuestro (querido) país
CHILE.
Recurrimos a ustedes, familia y
amigos, para que conozcan la realidad que estamos viviendo, el sufrimiento,
impotencia, rabia, odio, para que el NADA cambie.
Ojalá que esto les llegue a las
personas que condenaron injustamente a mi papá, a esos ministros que no lo
conocen, que recapaciten del error que están cometiendo, que cumplan con lo que
ellos juraron defender, dándole la oportunidad de escucharlo y poder
defenderse, para así corregir el error que se está llevando a cabo.
Por favor, difundir este mensaje de
clara INJUSTICIA y que llegue lejos, para no ser de las personas que nos
quedamos calladas ante lo que estamos viviendo día a día en nuestro país.
Gregor Jürgensen Kroneberg