jueves, 28 de junio de 2018

Las Huellas Digitales de Piñera

Como todo el mundo sabe o debiera saber, el mayor atentado a la libertad de expresión perpetrado este año en Chile fue la supresión, por orden expresa del Presidente de la República a su ministra de las Culturas, de una muestra del Museo Histórico, referida al ejercicio de la libertad en Chile, por el hecho de exhibirse en ella la efigie del ex Presidente Augusto Pinochet y una frase suya alusiva a la derrota del marxismo en el país. 

El Gobierno se puso así al nivel del coraje político del Café Torres de la Alameda, que en un panel con los nombres de los Presidentes de Chile ha debido omitir el de quien ejerció entre 1973 y 1990, porque los comunistas lo han amenazado que si lo incluye se le puede quemar el local.

La ministra Alejandra Pérez, además, dispuso la destitución del director del Museo, Pablo Andrade, que había ganado el cargo por concurso.

En fin, ella pidió públicamente perdón a nombre del Gobierno a las supuestas personas que pudieran haberse sentido ofendidas porque en la muestra se exhibiera la efigie de Pinochet y se reprodujera una frase suya. En realidad, las únicas expresiones en contra de la exhibición las había registrado internet en las llamadas “redes sociales”, donde habían aparecido algunos de los ataques acostumbrados contra el ex Presidente de parte de quienes profesan la doctrina del odio, que es el marxismo-leninismo. 

Y la sanción de destitución del director del Museo fue considerada una exageración hasta por la senadora socialista Isabel Allende, cosa que lo dice todo.

Pero yo he exculpado a la ministra Alejandra Pérez en el caso porque sé que obró por orden expresa del Presidente de la República y no le era exigible la conducta heroica de negarse a cumplirla. Y lo sé porque ella era una persona de trayectoria profesional tal que jamás podría habérsele ocurrido por sí sola destituir a un dependiente suyo por publicar la efigie y la frase mencionadas ni tampoco censurarlas, atropellando de paso flagrantemente la libertad de expresión que la Constitución garantiza a todos los habitantes de la república.

En cambio Piñera, un alma DC típica, que entra en pánico ante cualquier crítica del comunismo —éste es el rasgo más definitorio del alma DC— dejó todas sus huellas digitales en la perpetración de la petición de renuncia al director del Museo y, en particular, en la censura de la muestra y en la abyecta reacción de pedir perdón por haber publicado una imagen y una frase de Pinochet llena de verdad histórica.

Entrevistada por “El Mercurio”, y en acápite separado, la ministra Alejandra Pérez debió explicar el atentado de Piñera a la libertad de expresión y asumir ella toda la culpa. Lo hizo arguyendo que el director del Museo militaba en el PPD (¡) y que se había requerido informes sobre la muestra y éstos habrían arrojado una negativa evaluación de la misma.

Pero hoy en “El Mercurio” aparece una carta del destituido director, Pablo Andrade, negando militar en el PPD y negando también que se hubiera contado con informes de evaluación de la muestra, pues nunca fueron entregados al Museo. Al contrario, dice, el 92 % de los visitantes que se manifestaron en el libro de visitas “expresaron opiniones favorables en relación con la exhibición”. Su conclusión es que la explicación de la ministra “constituye un despliegue amplio e ilustrativo de lo que en estos tiempos se ha denominado la posverdad”.


Pobrecita. Es que ella debe dar la cara por una decisión que le fue impuesta. Piñera, una vez más, lanzó la piedra y escondió la mano. Así como Santiago Valdés es procesado en lugar de él en el caso SQM, Alejandra Pérez debe cargar con la censura a la libertad de expresión en el Museo Histórico Nacional. Lo único bueno para ella es que siempre es conveniente para un ministro que el Presidente le deba algo.

domingo, 24 de junio de 2018

Éxitos de la Dictadura

Como es bien sabido, en Chile los tres poderes del Estado los controla una sola tendencia tendencia política: la del “No”. Ésta ha venido eligiendo Presidentes de la República del mismo sector desde hace 28 años, ininterrumpidamente; preside y controla el Poder Judicial y tiene amplia mayoría en el Poder Legislativo. Es un poder único y dictatorial, que ha reescrito la historia, establecido una posverdad que está prohibido contradecir y ha dominado la calle y todos los medios de comunicación social. 

Su exponente judicial, el Presidente de la Corte Suprema, Haroldo Brito, y una mayoría de izquierda como él persiguen y encarcelan implacablemente a quienes defendieron al “Sí” de la amenaza armada del “No”. Tanto es así que mientras esta última se aplica a sí misma un sistema procesal penal lleno de garantías, somete a los defensores del “Sí” a otro distinto, sin ninguna garantía real y que permite a los jueces del “No” imponerles penas que a veces suman centenares de años. Éstas violan todas las bases ancestrales del estado de derecho, como el debido proceso, basado en el principio de legalidad (nadie puede ser condenado por un delito establecido por una ley posterior a los hechos); nadie puede ser condenado sin pruebas ni juzgado por tribunales especiales (pues a los del “No” los juzgan jueces ad hoc, llamados “ministros en visita extraordinaria”); y desconocen otras instituciones como la cosa juzgada, la prescripción y la amnistía. Rigen en todo el mundo, pero en Chile no para los del “Sí”.

En fin, la dictadura controla también el Poder Legislativo, así es que no hay fiscalización real sobre el Poder Ejecutivo, como en teoría debería ejercer la Cámara de Diputados.

De hecho, el Gobierno forma, para enfrentar los problemas, comisiones integradas por las diversas corrientes del “No”. (Entre esos problemas no está, por cierto, la existencia de su dictadura de 28 años de vigencia). 

Durante la semana pasada el principal representante de una de las corrientes del “No”, Ricardo Lagos, fue a expresar sus puntos de vista al que encabeza otra y es, por ahora, Presidente de la República, para afinar la forma en que debería continuar su dictadura sin término. Los hombres de confianza de Lagos están en las comisiones de Piñera, dignas sucesoras de las numerosas comisiones de su antecesora Bachelet.

La dictadura respeta las formas. Siempre admite un “negrito de Harvard”. En la última elección presidencial hubo siete candidatos del  “No” y uno del “Sí”. Pero a éste lo agreden y lo silencian dondequiera que se presenta.

Pero la dictadura, naturalmente, no admite la libertad de expresión. Tan es así que ha destituido al director del Museo Histórico Nacional por exhibir en una muestra la efigie del principal exponente histórico del “Sí", el ex Presidente Augusto Pinochet, y una frase suya. Y la muestra fue suprimida bajo el pretexto de que la figura del personero del “Sí” y sus palabras “ofenden a la ciudadanía” En el hecho, la dictadura monopoliza los principales medios de comunicación. Está cada vez más parecida al régimen descrito por Orwell en “1984”, en particular en lo relativo a sus “minutos de odio general” a su principal adversario y “enemigo público número uno”, que en Chile es el recuerdo de Augusto Pinochet.

En los últimos días la dictadura ha obtenido señalados éxitos, además del ya señalado de suprimir el derecho a expresión del “Sí” en el Museo: ha logrado que la justicia del “No” dicte el desafuero de un diputado del “Sí”, Ignacio Urrutia,  por oponerse a un bono de tres millones de pesos para cada una de las personas que fueron interrogadas antes de 1990 por sus vinculaciones con el terrorismo que prohijaba el “No” y que era muy violento. Ese terrorismo ha sido hecho desaparecer de la historia reciente por los medios de comunicación del “No”, es decir, todos.

Un segundo éxito ha sido impedir que quien fuera yerno de Pinochet ejerza siquiera como asesor de la empresa que controla. Como se ha demostrado en mi blog anterior, “Piñera y Ponce Lerou”, del 11 de junio, las razones para proscribir a éste de su empresa son aplicables, punto por punto, al sexto Presidente en línea del “No”, actualmente en el poder. Es que si hubiera igualdad ante la ley, la del “No” ya no sería dictadura. Como lo es, Ponce Lerou no puede ser asesor de una empresa por las mismas razones que Piñera sí puede ser Presidente.

Otro gran éxito de la dictadura actual ha sido que la Corte Suprema reabriera, mediando la actividad conjunta de la principal agente de persecución de los militares del “Sí”, la diputada comunista Carmen Hetz, y la diligente actividad de la abogada del Consejo de Defensa del Estado, María Elena Horwitz, la única causa que permitía mantener vivo el “caso Riggs”, constructo de la dictadura del “No” para mantener vivo el “juicio por los diarios” contra Pinochet que una inadvertida Corte de Apelaciones había echado abajo aplicando la simple legalidad fundamental y había, por tanto, sobreseído. 

En efecto, seis oficiales que fueron secretarios del Comandante en Jefe del Ejército entre 1981 y 1997 volverán a quedar expuestos a condenas de cuatro años de presidio, como rezan sus autos de procesamiento, por no haber conservado veinte y hasta treinta años después la documentación explicativa de los movimientos de sus sucesivas cuentas corrientes para compras en el extranjero de la Comandancia en Jefe en el Banco Riggs de Washington. Pero dos de esos oficiales, que conservaban la documentación del movimiento, los generales Gustavo Collao y Guillermo Garín, han debido ser sobreseídos, lo que de seguro ha representado un enorme pesar para el “No”.

Y, así, la dictadura del “No” se consolida en su ininterrumpido y prolongado tránsito por el poder, pisoteando la verdad, la justicia y la integridad.


miércoles, 20 de junio de 2018

La Importancia (Perdida) de Este Blog

Hace cuatro años este blog les hizo ver a los parlamentarios de izquierda que protestaban contra la desigualdad en los ingresos que ellos, con su dieta, ganaban más de veinte veces lo que un trabajador con salario mínimo y que estaban entre el diez por ciento de más alta renta del país. Por consiguiente, les sugerí renunciar a la mitad de su dieta parlamentaria y entregarla a algún número de trabajadores que ganaran el salario mínimo, dando así un paso inicial y un ejemplo de sacrificio en aras de una mayor igualdad en Chile.

En ese tiempo reproducía habitualmente este blog un diario digital de  izquierda de alta lectoría y, por tanto, mis ideas llegaban a mucha gente de ese lado, entre ella un flamante diputado joven de nombre Giorgio Jackson, el cual acogió la de que los parlamentarios rebajaran su dieta, siendo él uno de ellos, en aras de una mayor igualdad.

Por supuesto, los demás diputados y senadores, y en particular los que reclamaban contra la desigualdad, tras leer lo que yo había escrito habían decidido olvidar este tema, porque no se habían dado cuenta de que ellos estaban en el decil de ingresos más altos y que debían renunciar a parte de ellos si es que iba a haber más igualdad. Porque los izquierdistas son partidarios de redistribuir la riqueza, pero siempre que sea de los demás. En ese sentido, Jackson fue una excepción digna de destacar, porque estaba dispuesto a perder para ayudar a disminuir la desigualdad. Pero la naturaleza humana es más parecida a la del resto de los parlamentarios que a la de Jackson.

Pues en la primera mitad del siglo pasado se refería una anécdota de la entonces todavía joven Unión Soviética, donde un extranjero le había preguntado a un campesino si era partidario de que a los que tuvieran dos casas les quitaran una y expresó que sí; y si era partidario de que a los que tuvieran dos autos les quitaran uno, y también contestó que sí. Pero cuando le preguntaron si era partidario de que a los que tenían dos gallinas les quitaran una, dijo que no, pues, añadió, “yo tengo dos gallinas”. Así es la naturaleza humana y por eso en todas partes ha fracasado el socialismo. En cambio la economía de mercado respeta la naturaleza humana y por eso se impone en todas partes. Y los países en dificultades lo están por apartarse de las indicaciones del mercado y de lo que la naturaleza humana enseña.

Entonces, cuando los parlamentarios igualitaristas se dieron cuenta de que el mandato de la igualdad iba a demandarles parte de su dieta, abandonaron su anterior predicamento porque “tenían una dieta”. Y ahí quedó la moción de Jackson.

Pero él no se olvidó de mi idea y ahora la ha renovado, encontrándose con un apoyo imprevisto, el del Presidente de la República, que no cobra dieta, así es que se ha mostrado partidario de reducirla. Es  una idea muy popular, porque el 99,9999 % de los chilenos no son parlamentarios y odian a éstos por todo lo que cobran. En este momento la dieta de los diputados es de 33 veces el salario mínimo y, además, se ha demostrado que es la más alta internacionalmente. Pero la vocera de gobierno ha dicho que, en esta materia, el Presidente ha emitido una opinión personal y no representa la del Gobierno. Insólito. Esto no había sucedido nunca. Pero es que ya el Gobierno se ha enajenado el apoyo de suficientes parlamentarios de su propio sector, que declaran estar “pateando la perra” a raíz de las políticas y los nombramientos hechos por el Presidente, y no van a tolerar que, además, les reduzca sus ingresos. Casi ninguno de ellos es un joven soltero que se desplaza en bicicleta, como el diputado Jackson, que jamás ha usado corbata y se conforma con el sandwich que lleva en la mochila en lugar del regado almuerzo parlamentario habitual. Jackson es un buen tipo y por algo es el político más popular, según las encuestas. Su problema es que no tiene idea de cómo funciona una economía y por eso es izquierdista. Cuando madure y aprenda, va a virar a la derecha. Eso lo doy firmado.

Lo malo para Jackson es que ya no lee mi blog, porque el diario digital de izquierda que lo publicaba hace cuatro años, por alguna razón que sólo intuyo, dejó de publicarme desde que Piñera se presentó de candidato, a fines de 2016 y menos desde que es Presidente, pues aquí se le dicen todas las verdades que nadie más le dice. Hace poco y excepcionalmente el diario digital me reprodujo, pero creo que fue el artículo que menos tiempo ha durado en sus páginas desde que existe, porque a los pocos minutos fue borrado. Entonces ya no se va a poder repetir la situación de que una buena idea mía sea recogida por alguien de izquierda a raíz de haber leído el diario digital.

Pero don José Piñera Carvallo, padre del actual Presidente, que sostenía largas conversaciones conmigo cuando yo era director de “La Segunda”, entre 1977 y 1981, y como era un hombre muy culto y leído, citaba con frecuencia a los grandes autores y, en particular, la frase de Víctor Hugo según la cual “no hay nada más poderoso que una idea a la cual le ha llegado su tiempo”. Se la oí citar a su hijo Sebastián cuando competíamos por un sillón del Senado en 1989 y nuevamente se la oí hace pocas semanas, en alguna de las intervenciones diarias que hace ante los medios con motivo de las más variadas situaciones.

Y parece que le ha llegado su tiempo a la idea de que debería reducirse la dieta parlamentaria, a la cual ahora se han sumado, aparte del Presidente —pero sin representar a su gobierno— otro diputado joven, Boric, de Magallanes, que también anda con mochila en bicicleta y jamás ha usado una corbata. Y se han sumado varios columnistas y opinólogos que no la cobran. Pero también la dieta podría terminar aumentando todavía más, que fue lo que sucedió después de que lancé la idea en 2014 y la tomó el diputado Jackson. Porque más poderosos que una idea a la que le ha llegado su tiempo son el olvido de los chilenos y la viveza de los parlamentarios. 

martes, 19 de junio de 2018

La Hora Más Oscura

El desafuero por la Corte de Apelaciones del diputado UDI Ignacio Urrutia, el más genuino representante de la derecha política apegada a la verdad y a los principios, por expresar su rechazo al bono extra de tres millones de pesos fiscales para cada uno de los 30 mil sospechosos de terrorismo interrogados en los años 70 y 80, los cuales ya fueron antes premiados con pensión vitalicia desde 2005 por la risible Comisión Valech formada por Ricardo Lagos, señala la hora más oscura para la libertad de expresión en el país.


Urrutia es quien más se ha aproximado a la verdad en sus juicios, pues el terrorismo de extrema izquierda fue activo y frecuente durante el Gobierno Militar. Si éste no lo hubiera combatido, bien pudo haber sido depuesto, como les sucedió a otros regímenes que cayeron asolados por la violencia extremista en esos años, como los de Vietnam del Sur, Irán y Portugal.

Pues las personas que iban a ser premiadas con el bono extra de $3 millones eran justamente las sospechosas de terrorismo interrogadas por las policías. Éstas no apresaban ni investigaban a la gente pacífica y de orden, sino a la comprometida con la violencia armada que asolaba al país. El absurdo histórico chileno es que toda esta calaña es hoy la más premiada, subsidiada, pensionada y bonificada en el país, con un costo económico sideral que ya sobrepasa a los subsidios a otros dislates socialistas de renombre, como el Transantiago. A la gente pacífica y honrada nada le han dado.

Ya había señalado un hito en el camino liberticida del desafuero de Urrutia la reciente censura a la libertad de expresión constituida por la prohibición de exhibir la efigie del ex Presidente Pinochet y una frase suya en el Museo Histórico Nacional, exhibición que acarreó la destitución de su director, designado en concurso público y que se mostraba respetuoso de la verdad y el pluralismo.

Tal censura fue dispuesta por Piñera ante la crítica totalitaria en las redes sociales contra la mención de Pinochet en la exposición del Museo. Porque es impensable que la ministra de las Culturas, Alejandra Pérez, una persona de derecha, hubiera discurrido ese atropello a la libertad de expresión en perjuicio de la imagen de un gobernante de derecha como el Presidente Pinochet. La actitud de Piñera de echar sobre los hombros de Alejandra Pérez ese atropello ha constituido también un acto anti feminista en plena campaña del feminismo. Pues ella ha debido arrostrar todas las consecuencias y el desprestigio derivados de tal censura informativa dispuesta por su jefe. 

Y también la extrema izquierda, maestra en el manejo de la opinión pública, está reactualizando el proyecto de la diputada comunista Karol Cariola, presentado en la Cámara en 2014 (Boletín 9746-17), que castiga con presidio desde 3 años y un día a 20 años y multa de $21,5 millones a $ 129 millones a quien desempeñe cualquier “actividad que comprenda tanto actos de honor, apología o alabanza, como de negacionismo o justificación respecto del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, de sus perpetradores y colaboradores, tanto civiles como militares”.  

La censura a la muestra del Museo Histórico se encuadra en el mismo espíritu de la moción de la diputada comunista, de manera que no sería de extrañar que Piñera la respaldara o, en la habitual actitud presidencial de lanzar la piedra y esconder la mano, no hiciera nada por impedir que fuera aprobada en el Congreso, con las anticipables abstenciones y hasta posibles votos a favor de parlamentarios de derecha que ya antes se han abstenido cuando se ha votado otra iniciativa de la extrema izquierda para impedir expresiones favorables al régimen que salvó a Chile de ser otra Cuba.


Por mi parte, me he apresurado a escribir la “Historia de la Revolución Militar Chilena 1973-1990” antes de que ello sea constitutivo de delito. Aparte de ponerla a disposición del público en este blog y para ser adquirida como e-book, como ya lo he hecho, espero que pueda encontrarse en librerías a fines del presente mes, antes de que rija el castigo con presidio y multa a quien proclame la verdad histórica de que el Gobierno Militar salvó del comunismo a Chile en 1973 y lo devolvió a la democracia en 1990 como la nación más próspera de América Latina.  

domingo, 17 de junio de 2018

Mano Dura Contra el Emprendedor

La gente joven no sabe la historia de ciertas cosas por ser joven; la de más edad, porque las ha olvidado, pero ni el tema del conductor de un auto de arriendo en el aeropuerto ni el de la reducción de la dieta parlamentaria son temas nuevos. Lo único nuevo son los balazos del carabinero.


Como antiguo columnista, traté ambos temas en el pasado distante. Ahora me referiré al primero. Mañana o pasado, al segundo. 

Pues en décadas anteriores los taxistas del aeropuerto, constituidos en “grupo de presión”, consiguieron impedir que cualquier otro taxi tomara o dejara pasajeros en el terminal aéreo, cosa esta última que habría convenido tanto a los taxistas ajenos a ese grupo como a los pasajeros, porque el oligopolio de “los que tenían permiso” cobraba un sobreprecio. 

Éstos habían conseguido impedir que cualquier otro auto de arriendo pudiera embarcar o llevar a alguien al terminal. A los que lo intentaban los llamaban “piratas” y el oligopolio tenía la solidaridad de la prensa para condenarlos en “juicios por los diarios”. Los carabineros les pasaban partes a los “piratas” por ejercer una libertad individual consagrada en la Constitución, como es la de ofrecer sus servicios para desempeñar una actividad lícita, la de trasladar pasajeros. La sospecha de que los carabineros que pasaban partes a los “piratas” estuvieran incentivados por el oligopolio del aeropuerto era inevitable.

Pero como la economía de mercado es abierta a la creatividad, aparecieron Uber y Cabify, con autos que no son taxis y la libre competencia desafió más que los “piratas” a los taxistas, que habían conseguido con los gobiernos de turno limitar el número autorizado de autos de arriendo para así mantener artificialmente altas sus tarifas. A las agresiones físicas contra los conductores Uber o Cabify que ejercían su derecho a trasladar personas en sus autos, los taxistas autorizados añadieron la acción de bloquear el aeropuerto. Pero generaron así el “primer mártir de la libertad de transporte en automóvil”, un turista brasileño que murió de un infarto al tener que caminar cuatro kilómetros cargando sus maletas para no perder su vuelo, y cuya estatua de homenaje recordatorio es muy improbable. 

Como todo chileno lleva en su mochila la hoz y el martillo socialistas, los  periodistas de los noticieros en estos días han clamado pidiendo “la regulación de los Uber y Cabify”, cuando sin regulación han funcionado muy bien, han disminuido sanamente la tasa de desempleo, pues los conductores son más de 70 mil; y han trasladado a su satisfacción a millones de pasajeros que han ahorrado tiempo y dinero.

Pero el hecho es que si los carabineros sorprenden a alguno llevando o yendo a buscar a alguien al aeropuerto, entonces le pasan un parte, le requisan el auto, se lo envían a un terreno municipal donde hay que pagar más de 200 mil pesos por rescatarlo, además de haber perdido muchos días de trabajo. Entonces se explica la reticencia del conductor del otro día a entregar su auto, pasando a llevar a un carabinero, que entonces le disparó dos balazos, hiriéndolo y, por suerte, no matándolo. Si se hubiera tratado de un terrorista conduciendo un auto-bomba bajo el Gobierno Militar y un carabinero le hubiera disparado, este último hoy estaría preso por delito de “lesa humanidad”, y es posible que el gobierno de Piñera, a través de su subsecretario Ubilla y su Departamento de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, se hubiera querellado contra él y ahora residiera en Punta Peuco. 

Pero en el caso del aeropuerto Piñera apoya al carabinero que disparó, porque no lo hizo contra un terrorista de izquierda sino contra un emprendedor libre que no cuenta con el apoyo comunista ni de los jueces de izquierda. Entonces, mano dura contra él. Así es la política.  

viernes, 15 de junio de 2018

Pateando la Perra

El senador Chahuán, primera mayoría nacional, tenía algo qué decir y lo dijo. En este gobierno, el VI de la Concertación (esto lo digo yo), la derecha “está pateando la perra”. Mariana Aylwin, de centroizuierda y ex DC, preside la Comisión de Educación formada por Piñera. Sebastián Sichel, de Ciudadanos, centroizquierda, preside la Corfo. Piñera se ha dedicado a formar comisiones con más fruición que la especialista, Michelle Bachelet. Se ha retratado con todas las “mesas de trabajo”, rodeado por todos sus miembros, desde UDIs hasta socialistas. Y ustedes saben cuáles van a ser los resultados: un camello es un caballo armado por una comisión. Lo único en que pueden ponerse de acuerdo en esas “mesas de trabajo” es en cosas sin importancia y que nadie objeta (el “consenso”, según Margaret Thatcher). Saldrá un camello de cada una. Es que lo importante para Piñera es la foto: él rodeado, querido por todos. 

También Chahuán dijo que a la ministra de las Culturas deberían haberla echado por una entrevista a “El Mercurio” de Valparaíso que ella misma pidió no publicar. ¿Qué diría en esa entrevista? Si hubiera en Chile real periodismo investigativo ya lo sabríamos. Sea lo que fuere lo que haya dicho, no es eso lo peor que hizo: lo peor fue atentar contra la libertad de expresión al suprimir del Museo Histórico la figura del ex Presidente Pinochet y una frase suya. La censura. Pero Piñera por eso no la puede echar, porque la censura fue orden personal suya y no decisión de ella, hoy limitada a guardar silencio y pagar el costo  de imagen.

Pero a Chahuán Piñera no puede echárselo al bolsillo, porque sacó más votos que nadie. Y Piñera cree que, como tiene a la derecha en el bolsillo, ya no tiene que explicarle ni darle nada. Ésta le perdona todo por haber impedido un gobierno de extrema izquierda. Pero no basta con eso. Pues dice Chahuán: “Hasta ahora no hay proyectos de ley que se tramiten en el Parlamento. No hay capacidad técnica del Gobierno para sacar proyectos de ley adelante. Afortunadamente y, gracias a Dios, tuvimos una oposición que está tan desarticulada que aceptó y acogió los llamados a las mesas de trabajo… si no hubiéramos tenido esa voluntad de la oposición estaríamos reventados y sin proyectos de ley que tramitar en el Parlamento… Tenemos problemas estructurales. Y el problema más profundo es que el Presidente no entiende lo que es un problema. No sabe lo que es un problema… Coloma patea la perra más que yo, Jacqueline van Rysselberghe patea la perra mucho peor. Le nombraron a dos casi enemigos de gobernadores en sus regiones…. Este es un gobierno al que se le han caído 30 seremis. El último por hurto. Seremi hay cero…” (“La Segunda”, 14.06.)

Es que el real programa de gobierno de Sebastián Piñera tiene un solo propósito: ponerlo a él al centro de la foto y saliendo todos los días en la primera plana de los diarios, en la principal escena de los noticiarios de TV y constantemente nombrado en las radios. Con cualquier pretexto, aunque sea tirar bolas de nieve en el patio de Los Naranjos. Protagonista y exhibicionista. ¿Quién critica a Piñera? Nadie. ¿Quién critica a Ponce Lerou? Todos. Hasta el presidente de los empresarios, Alfonso Swett (hijo, no el padre, cuyo cerebro no está lavado) no pudo abstenerse de mandar su carta al diario disparándole a Ponce Lerou, siendo que probé en mi blog anterior que tanto Piñera como él licitaron empresas estatales para hacer la base de su fortuna, al calor de gobiernos que los favorecían; ambos protagonizaron el tema de las facturas inventadas para obtener fondos electorales (Ponce Lerou dándolos y Piñera recibiéndolos); ambos acusados de usar información privilegiada, el primero en las transacciones de las Cascadas y el segundo en la compra de acciones LAN y condenado por esto. Pero el tratamiento a ambos es diferente: Ponce Lerou castigado por todos los opinólogos, que a su vez forman la opinión pública; y Piñera impune. ¿Cómo lo consigue? Adivine.

Conclusión: los cargos no alcanzan para todos, Piñera los usa para conquistar  adversarios y conseguir el aplauso general y sus partidarios quedan “pateando la perra”. 

lunes, 11 de junio de 2018

Piñera y Ponce Lerou

¿Por qué Piñera tiene más de 50 por cierto de aprobación en las encuestas y Ponce Lerou es un virtual proscrito en los medios y la opinión pública, contra quien todo el mundo dispara y seguramente, si lo incluyeran en las encuestas, tendría el mayor rechazo, en circunstancias que ambos han hecho las mismas cosas?

A Piñera muchos lo admiran porque ha reunido un patrimonio de miles de millones de dólares, pero a Ponce Lerou, que según leí ha reunido uno todavía mayor, parece que nadie lo admira por eso. Al contrario, dicen, “es que fue yerno de Pinochet”, bajo cuyo gobierno licitó SQM, base de su fortuna. Pero si alguien hubiera ofrecido más por SQM en la licitación no se la habría llevado él sino ese alguien. Y si hubiera habido algo irregular en la misma, alguien la habría anulado en treinta años de gobiernos concertacionistas y de izquierda, y nadie siguiera lo intentó, tal vez porque transformó una compañía que, en manos del Estado, perdía veinte millones de dólares al año en otra que ganó 4 millones en 1991, 17 millones en 1992 y cien millones sólo en el primer trimestre de 2017.

Por su lado, Piñera adquirió LAN, la empresa-base de su fortuna, a partir de 1990, cuando, como senador y presidente de RN, la negoció con la Corfo al mismo tiempo que negoció con Aylwin la “política de los acuerdos”. Pero en los 27 años posteriores nadie ha dicho “¡negociación incompatible!” ni pedido anular esa compra, validada así igual que la de Ponce Lerou. Pero este último adquirente es “sospechoso” del uso de influencias y el otro no.

Es que, dicen entonces, Ponce Lerou fue el que le dio el mayor golpe a nuestra democracia al dar dinero para sus campañas a políticos de todos los colores. Claro, pero uno de los políticos a los cuales más les dio, porque él mismo se lo fue a pedir personalmente a SQM, según declaró la funcionaria de ésta, Danitza Yepes, en “La Tercera” de 5 de mayo de 2015, p. 15, fue Piñera. Y para cobrar ese donativo entregó facturas que no correspondían a servicios efectivos, según el gerente de SQM, Gerardo Illanes, también en “La Tercera” de 5 de mayo de 2015, p. 15.

Es decir, a un lado del mesón estaba Piñera pidiendo y al otro estaba Ponce Lerou dando, así es que el “golpe a nuestra democracia” se lo dieron ambos de consuno. ¿Por que sólo el segundo es acusado de ello, cuando sólo accedió a lo que le pedía el primero?

Pero es que, agregan entonces, además Ponce Lerou ha sido acusado de beneficiarse de operaciones bursátiles teniendo información privilegiada. Pero esa acusación de la Superintendencia no ha podido probarse ante los tribunales. En cambio, Piñera fue condenado por eso mismo, comprar acciones con información privilegiada; y en reconocimiento de que lo había hecho no apeló sino que pagó una elevada multa. Sin embargo después de eso no sufrió vindicta social alguna, sino que fue elegido Presidente de la República. ¿Por qué, por una misma conducta, condenan y proscriben a Ponce Lerou y hasta objetan que asesore a una empresa y, sin embargo, nadie objeta que, pese a ella, se eleve a la máxima dignidad de la República a Piñera?

¿Y por qué un “sesudo editorial” objeta que Ponce Lerou sea designado asesor del directorio de SQM “luego de los escándalos por irregularidades en el financiamiento de la política”, sin haber dicho antes una palabra ni objetado nada cuando la contraparte de Ponce Lerou en el caso del más cuantioso financiamiento irregular de una campaña, la de Sebastián Piñera, éste asumía nada más y nada menos que como Presidente de la República? ¿O el diario del “sesudo editorial” cree su propia crónica del 6 de junio último informando que el único responsable de “la facilitación de facturas ideológicamente falsas a Task Andes, Aguas Andinas, Inversiones Pampa Calichera y Asesorías en Inversiones Ililhue” fue Santiago Valdés, único formalizado en la causa y único mencionado en dicha crónica?

Esta enorme disparidad de tratamiento a Piñera y Ponce Lerou, en cuanto a que frente a las mismas conductas reciban tan diferente respuesta de la opinión pública, los medios y el “establishment”, tiene, por cierto, una explicación: el primero “maneja” a los tres a su amaño y el segundo evidentemente no maneja a ninguno, pues con seguridad creyó que financiando a los políticos bastaba. Y no basta. “Políticos honrados”, según un analista norteamericano, son quienes cumplen con el que los compró. Y obviamente los de acá no han cumplido con Ponce Lerou.

Es que en Chile hay que hacer lo que hace Piñera y no hace Ponce Lerou: “manejar” la opinología. Todo lo demás vendrá por añadidura. Pues la gente de todos los niveles sólo repite lo que opinan los que escriben en los diarios, hablan en las radios y aparecen en la televisión. Piñera los controla a todos, créanme, a todos (salvo a este blog, pero ha conseguido que no se publique en ninguna otra parte); y Ponce Lerou a ninguno. Ahí está la explicación.

Declaración de intereses: no conozco a Julio Ponce Lerou y sólo le di la mano una vez, sin cruzar palabras, en una ceremonia a que SQM me invitó en el norte en los 90, a la que también asistió el ex Presidente Frei. Sí conozco a Sebastián Piñera y su modus operandi y sé todo lo que hace. Si existiera una cátedra universitaria sobre la materia, yo aspiraría a ser doctorado en ella.

viernes, 8 de junio de 2018

Un País Desvergonzado

El penoso espectáculo de la interpelación de la diputada comunista Carmen Hertz al ministro de Justicia, Hernán Larraín, tras el que ambos terminaron tomados efusivamente de los brazos, contentos de coincidir en los juicios falsos e injuriosos acerca de la “dictadura”, que es como ambos llaman al gobierno que salvó a Chile, ha sido un testimonio más de cuán bajo hemos caído. 

Pues el gobierno anterior dejó un proyecto de ley para premiar con un “bono extra” de tres millones de pesos per cápita a todos los que alguna vez fueron interrogados respecto de atentados, hasta 1990. Eso debería costar al erario noventa mil millones de pesos, cuyo financiamiento el inmoral proyecto no especificaba. Y entonces la extrema izquierda “interpeló” al ministro por haberlo retirado, pero sólo por estar desfinanciado. Porque en materia de falsificación histórica el piñerismo y la extrema izquierda corren a parejas.

El único que ha dicho la verdad sobre esa iniciativa, el diputado Ignacio Urrutia (UDI), ha sido agredido, funado y desprestigiado en las llamadas “redes sociales”, que son un resumidero no sólo del detritus social sino también de las consignas falsas y del “bullying” a la verdad histórica.

Para que se entienda de qué se trata, reproduzco hechos de 1986, cuando el terrorismo comunista era más activo: el 4 de septiembre de ese año, en el aniversario de la elección de Allende, el FPMR comunista desató ataques con bombas y ácido contra garitas y vehículos de la locomoción colectiva y a todo ello se añadieron explosiones en un baño público en la Alameda (cuatro mujeres heridas), en la esquina de Teatinos con Alameda (36 heridos), en la  estación ferroviaria de Viña del Mar (tres heridos), en la estación Tobalaba del Metro (un muerto y seis heridos) y en la estación San Pablo del mismo Metro. Todo esto está documentado por diferentes autores y figura en mi último libro. ¿Qué podía hacer la autoridad ante tanto terrorismo? Lo mismo que ahora: interrogar a sospechosos, apresar a los sorprendidos en actividades terroristas y recolectar información en su entorno.

Pero, como se recordará, en un acto de infinita impavidez histórica Ricardo Lagos discurrió una comisión para premiar a los terroristas de izquierda y creó la “Comisión Nacional de Prisión Política y Tortura”, que aprobó dar pensiones vitalicias a todos los que hubieran sido interrogados por hechos de terrorismo entre 1973 y 1990. 

Obviamente, después de atentados como los arriba descritos las policías no interrogaban a los ingenieros hidráulicos ni a los farmacéuticos ni a los decoradores de interiores, sino a los sospechosos de terrorismo, es decir, al entorno del MIR, FPMR y grupos que ponían las bombas e incendiaban vehículos de la locomoción colectiva y particulares. Pero, pasados los años, los “indemnizados” no están contentos con las pensiones vitalicias que reciben desde 2005, el premio discurrido por Lagos (tal vez porque a su vez en su juventud también ponía bombas, como lo denunció en su biografía el revolucionario Clotario Blest, víctima inocente de ello, porque lo procesaban a él por las que ponía Lagos).

Pero hay que acreditarle a Hernán Larraín una cosa que dijo durante la interpelación, y que es una verdad histórica, similar a otra que comenté en este blog el mes pasado bajo el título de “Pillado Diciendo la Verdad”, cuando denunció, sin saber que estaba siendo grabado, que tenemos una justicia de izquierda. Pues en la reciente interpelación dijo otra verdad muy importante: que al extremismo el fisco le ha dado ya 6.170 millones de dólares. ¿Se dan ustedes cuenta? ¡Casi otro Transantiago! Pero con un objeto ilícito, como lo es premiar una actividad ilícita.

Yo he denunciado reiteradamente que al extremismo de izquierda y a su entorno  el fisco les da 400 millones de dólares anuales en pensiones reparatorias, beneficios de salud y educacionales, indemnizaciones por caídos en actos de servicio terrorista y otros pagos. Pero me he quedado corto, pues el principal dirigente de los “exonerados políticos”, como llaman a la gente en exceso que contrató la UP entre 1970 y 1973, y que el Gobierno Militar debió desvincular para poder recuperar el equilibrio presupuestario, ha revelado que les dan otros 400 millones de dólares en exceso, porque hay no menos de cien mil “falsos exonerados”. Así lo ha denunciado en entrevista a Tomás Mosciatti en CNN. 

Todo esto es una completa vergüenza y, como parece que nadie la siente, éste es un país desvergonzado.

lunes, 4 de junio de 2018

En Desacuerdo con los Acuerdos


          La Cuenta Pública de Piñera confirmó lo que yo les venía diciendo: éste es el VI Gobierno de la Concertación. Él lo confesó explícitamente y dijo que quiere reeditar el gobierno de Aylwin, el primero de la Concertación.

          Al fin y al cabo, la gente sólo lo eligió para impedir una Chilezuela. Los votantes de derecha lo dijeron en todos los tonos. Los de izquierda, que son mayoría (véase la votación parlamentaria), no lo dijeron pero lo hicieron, pues tampoco querían Chilezuela o, lo que es lo mismo, otra UP, y en la presidencial se trasladaron de izquierda a derecha en suficiente número como para derrotar al socialismo por diez puntos. Porque, de izquierda y todo, no les gustan los escaparates vacíos.

          En cuanto a Piñera, lo que más le interesa es estar siempre en el centro del escenario, acaparar todos los focos, micrófonos, flashes, titulares y cámaras. Eso lo hace feliz. Y para conseguirlo no hay que pronunciarse sobre nada. ¿Ideas de fondo? No le interesan. Eso se lo deja a los editorialistas. El de “El Mercurio” dice: “…allí donde Bachelet concebía al país desde lo que el Estado entrega a las personas, Piñera piensa en uno en que son las personas las que construyen su vida a partir de la expansión del universo de opciones que estén disponibles”. Pero Piñera no ha dicho eso ni lo piensa, ni tampoco todo lo contrario, porque él estructura sus opiniones a partir de lo que digan las encuestas, que puede ser estatismo al cubo o no o cualquier cosa. Por eso el editorialista se apresura a aclarar: “Y aunque ese no haya sido el lenguaje utilizado en su discurso, ésa era la intención implícita en su contenido”. Traducción: “Señor Presidente si usted no tiene ideas, nosotros se las proporcionamos”.

          Ha formado comisiones donde hay desde UDIs hasta socialistas. ¿En qué se van a poner de acuerdo? En nada. Pero van a alcanzar “consensos”. ¿Qué son éstos? “Conceptos que a nadie le importan mucho pero que nadie objeta” (Thatcher). O sea, generalidades sobre temas no esenciales. “Prohibido mover el bote”. ¿Privatizar Codelco y Enap? ¿Está loco? No hay acuerdo. Pero las verdaderas soluciones son así. No de consenso. Son simplemente las mejores.

          Luego, la delincuencia, la salud, la educación, la previsión y la Araucanía van a seguir igual, porque se les van a aplicar “acuerdos”, cosas que a nadie le importan pero que nadie objeta. Nada “irá al hueso”, porque lo que llega al hueso provoca desacuerdos y “funas”, y no hay nada que le provoque tanto pánico a Piñera como una funa.

          Y por eso los grandes problemas nacionales, como el escándalo de los dineros estatales para indemnizar a los terroristas, la prevaricación de los jueces de izquierda y su secuela de presos políticos militares, la delincuencia impune de los sujetos con más de veinte órdenes de aprehensión que asesinan a ciudadanos indefensos, el Museo de la Memoria Marxista, el terrorismo rampante en la Araucanía, la deuda hospitalaria, las listas de espera, los cierres de escuelas particulares subvencionadas, la persecución a la enseñanza superior privada, los dispendios de las universidades estatales, el negocio de la PSU van a continuar igual.

          Pero el país sabe que las soluciones de fondo provocan controversia y no consenso. Por eso las figuras que encabezan la encuesta presidencial son Beatriz Sánchez y José Antonio Kast, que no forman parte de las comisiones escenográficas de Piñera.

Las medidas de verdad, como las que sirvieron para trasladar a Chile del vagón de cola de los subdesarrollados al primer lugar de América Latina (que acabamos de perder, sintomáticamente, hace un par de semanas) no son las que provocan acuerdos y consensos, sino controversia. Mientras no la veamos podemos estar ciertos de que los problemas van a seguir más o menos igual.

viernes, 1 de junio de 2018

¿Y el Ministerio de la Felicidad?


          La felicidad es un derecho social y para consagrarla es necesario un nuevo ministerio, previa ley que diga: “Art. 1°: Declárase el derecho de todas las personas a ser felices. Art. 2°: Autorízase la existencia del Ministerio de la Felicidad, que tendrá por misión generarla en todos los habitantes de la República, comenzando por sus propios funcionarios, que a este efecto tendrán la remuneración correspondiente al grado superior al que ocupen, según establezca el reglamento.”

          Yo esperaba que en su primera cuenta pública Sebastián Piñera anunciara ese ministerio, pero no lo hizo, pese a que ha hecho de la creación de ministerios el principal móvil de sus gobiernos y, con la colaboración de su sucesora en 2010 y antecesora este año, Michelle Bachelet, en los últimos ocho ejercicios han creado ya seis nuevos ministerios, sin contar subsecretarías, superintendencias y nuevas agencias estatales.

          Las manifestaciones de júbilo de la población por estas nuevas instituciones no se han hecho esperar, porque el pueblo chileno siempre ha confiado en que sus problemas se solucionarán creando ministerios y dictando leyes.

          En esa onda el Ministerio de la Mujer ha hecho posible que el feminismo se apodere del país. Por supuesto, Piñera ha abrazado la agenda feminista, a la cual antes se oponía. Un interesante debate se ha suscitado entre dos ex intelectuales de izquierda, hoy devenidos “liberales”, acerca de si el cambio de opinión de Piñera es o no justificado.

Pero ambos están equivocados: Piñera nunca ha cambiado de opinión, porque nunca tenido una. Él resuelve su postura ante cada problema mirando las encuestas y se inclina por la preferencia mayoritaria. Y con el feminismo le ha sucedido igual: la mayoría lo apoya, luego él también lo apoya.

          En su primera cuenta pública mencionó veinte veces la palabra “libertad” y doce veces la palabra “libre”, nada de lo cual implica que él crea en la libertad o que en Chile la haya irrestricta. Por ejemplo, no la hay para que el Museo Histórico presente una muestra histórica en que figure una efigie del ex Presidente Pinochet y su frase “la gesta del 11 de septiembre incorporó a Chile a la heroica lucha contra la dictadura marxista”. Piñera destituyó al director del museo y suprimió la muestra. Y nadie dijo nada. Los adalides de la libertad de expresión en Chile guardaron silencio.

          En consecuencia, tampoco Piñera se sintió libre para convidar a su primera cuenta pública a José Antonio Kast, único político propiamente de derecha en el espectro partidista chileno. No, las encuestas vedan también eso. Pero sí rindió homenaje a Michelle Bachelet y Daniela Vega como mujeres ejemplares, abrazando así la ideología de género.

          También esta primera cuenta presidencial contiene el anuncio de una Ley de Probidad Pública. ¿No podrá tener acceso a la función pública el condenado por comprar acciones con información privilegiada, el hombre público que haya sido sorprendido llevándose las tres cuartas partes de su patrimonio a paraísos fiscales, comprando sociedades zombies para no pagar impuestos, o prestando, como gerente de un banco, fondos a sociedades de las cuales formaba parte; el autor de una moción para que los bancos, a los cuales exigía un precio más alto por el negocio de la tarjetas de créditos, tuvieran que pagar intereses por los saldos en cuentas corrientes; el que hubiere sido imputado por cohecho en Argentina o el controlador de una sociedad multada por cohecho en los Estados Unidos o el que hubiere obtenido fondos electorales mediante facturas no representativas de prestaciones reales?

          ¿Cómo lo va a hacer? ¿O pondrá cara de palo una vez más?