Mientras la
Gran Prensa concentra todos sus fuegos en las predecibles pilatunadas de
Asesorías y Negocios S.p.A. hace unos años, la Pequeña Prensa, a la cual pertenece
este blog, los concentra en las impredecibles pilatunadas, del mismo género
anterior, de Bancard, el “vehículo de inversión” favorito de Sebastián Piñera.
En Bancard “no se mueve una hoja” sin que Sebastián lo sepa.
Leyendo
completa la entrevista a Jaime de Aguirre en “The Clinic” de 26.05.15, se puede
saber cómo "se movieron las hojas". La verdad de su salida de Chilevisión queda ahí
más que clara, aunque él mismo –poniendo de manifiesto el miedo que todavía le
tiene a Piñera, su ex patrón— siga “pro forma” sosteniendo que habría obedecido a las pérdidas del canal en los dos últimos años. Pero esto se
contradice con el hecho, que él mismo revela, de que Time Warner le mejoró las
condiciones de su contrato hace un mes, cuando ya tales pérdidas eran tan conocidas
como hoy. Y también se contradice con su propia y espontánea “segunda explicación”
de su salida: “Sé que puede parecer ridículo, pero no pienso que esto fue una
conspiración contra Jaime de Aguirre. Esto fue una desprolijidad gigante hecha
por Bancard”. “He ahí la madre del cordero”.
¿En qué
consistió “la desprolijidad”, aunque al escribirlo repita lo que escribí ayer?
En pedirle a de Aguirre, para pagarle parte de su remuneración, que emitiera
facturas de una sociedad de inversiones suya (“La Música”) a diferentes empresas
a las cuales Piñera les había solicitado financiamiento para su campaña
presidencial. Lo que no sabían ni podían prever las empresas –SQM, Aguas
Andinas, Pampa Calichera e Inversiones Ilihue— era que Sebastián Piñera iba a
usar esos fondos, no para su campaña, sino para pagar remuneraciones a los
ejecutivos de otra empresa suya, Chilevisión. Otra “pasada” rentable.
La versión
que dio Piñera cuando se destapó el asunto fue que había un contrato de prestación de asesorías de la
sociedad de de Aguirre a Bancard, pero de Aguirre desmiente eso. Cuando se le
sugiere que el enredo de facturas lo hizo Bancard “para ahorrar plata”,
contesta: “Probablemente, pero no me consta. Me imagino que sí, si no nadie hace
leseras. Se me paga por una vía que a mí no me pareció, pero soy tan
despistado, que hasta pensé que podía ser un canje, alguna cuenta que se
estaban pagando entre Bancard y las otras empresas que me hicieron facturar”.
“¿Asesorías
de “La Música” a Bancard”, como dijo Piñera? No era verdad.
De Aguirre
añade que “sabe” algo importante. Cuando le preguntan “¿Te dan ganas de
preguntárselo a Piñera?” afloran el miedo y algo de la verdad. Contesta: “No.
Hay un grupo social en Chile que está criado para hacer que las empresas tengan
las utilidades que les corresponden y ojalá un poquito más, y para eso se
estudia ingeniería civil industrial, ingeniería comercial, se hacen MBA en
Estados Unidos, entonces para qué voy a preguntar, si sé.”
El entrevistador le dice,
entonces: “La pillería…” De Aguirre no contesta con palabras (miedo) pero hace
un gesto, dice el entrevistador: “Mueve las manos como asintiendo”.
De Aguirre afirma que tampoco estuvo
disponible para ciertas “piñericosas” que le fueron sugeridas:
“¿Te plantearon alguna vez
alguna posibilidad de armar un arreglo distinto?" "Sí, se me sugirió."
“¿Qué tipo de cosas se te
sugirió?" "No se alcanzaron a implementar, porque dije ‘no cuenten conmigo para
ningún arreglín’. No tengo nada que ocultar y si la he cagado tendré que asumir
la responsabilidad. No estoy en ánimo ni en disposición, ni disponible frente a
nadie para ir a mentirle al fiscal ni a Impuestos Internos”.
Ir a mentirle al fiscal y a
Impuestos Internos. Queda claro el “arreglín” que se le proponía.
Pero la
huella más importante, y más negativa, que dejó de Aguirre en la televisión
chilena consistió en la gigantesca conspiración de falsedades izquierdistas
propaladas por su canal permanentemente, pero muy en particular con motivo del
40° aniversario del 11 de septiembre de 1973.
Producciones cuidadosamente
preparadas, como “Imágenes Prohibidas” y “Ecos del Desierto”, a gran costo (y
que deben haber incidido en el déficit de 2013, que ya entonces habría sido
razón para despedir a de Aguirre por parte de la nueva dueña, Time Warner,
porque ésta no debe haber estado dispuesta a dilapidar millones de dólares en
lavar el cerebro de los chilenos al gusto del KGB) fueron fundamentales para
consagrar una nueva visión del 11 y del Gobierno Militar, y posiblemente hayan
sido el sustento teórico del discurso de Piñera del 11.09.13 sobre los “cómplices
pasivos”. Porque siendo un hombre de muy escasa cultura histórica y cambiante memoria
política es posible que su propia visión del Pronunciamiento resultara moldeada
por las teleseries patrocinadas por su ex canal y su director, el ex mapucista
de Aguirre.
En mi libro
“Ni Verdad Ni Reconciliación”, que cualquiera puede consultar en este blog si
va a la fecha 10.09.13 y que ha atraído unos 4.500 lectores, está muy bien
detallado cómo las teleseries citadas condicionaron a la opinión pública y
llevaron a dos connotados columnistas de “El Mercurio” y “La Segunda”, Correa
Sutil y Ricardo Solari, a construir argumentaciones lapidarias contra el
Gobierno Militar exclusivamente sobre la base de falsedades propaladas y
filmadas en “Imágenes Prohibidas” y “Ecos del Desierto”, teleseries “onda KGB”,
pero financiadas con las pérdidas imperialistas de Time Warner.
La catastrófica
(para la derecha chilena) “pasada” de Sebastián Piñera por la Presidencia alcanzó
su clímax cuando, inspirado por su ex canal Chilevisión, bajo la dirección de
de Aguirre, sentó en el banco de los acusados con condenas falsas al Gobierno
Militar y sus partidarios; y, no contento con eso, trasladó a un penal hacinado
a ancianos presos políticos uniformados víctimas de la ilegal vindicta judicial
marxista.
Bien por el
país que de Aguirre y su vocero Paulsen abandonen Chilevisión. Merecido el “homenaje”
que al segundo se le ha rendido en "blogdemaximo.blogspot.com", que recomiendo
leer. Y, ciertamente, muy ilustrativas de los procedimientos de Bancard, donde
no se mueve una hoja sin que lo sepa Sebastián Piñera, las revelaciones a “The
Clinic”, hogar periodístico que refleja muy bien el talante moral del Chile de
hoy y donde de Aguirre se sintió confortable y a sus anchas para contar parte
de la verdad. Y con tanto menos miedo a su ex patrón como para desvirtuar la
inverosímil versión que éste transmitió a la opinión pública.