Einstein dijo que había dos cosas infinitas: la estupidez humana y el tamaño del universo, pero que de la segunda no estaba seguro. Si viviera en Chile reafirmaría su certeza sobre la primera. En efecto, ha circulado un video donde están Jackson y Boric en medio de las pequeñas y primerísimas protestas por el alza de $30 en la tarifa del metro, en octubre de 2019. Ya estaban saltándose los torniquetes. Encabezaban a unos pocos revoltosos. Si los hubieran mandado presos ese mismo día por alteración del orden público, en Chile no habría pasado nada. Es decir, habríamos seguido siendo el mejor país de Sudamérica. Pero estaba Piñera en el poder y no sólo no hizo nada, sino que se rindió a los revoltosos y ha pasado de todo.
Cualquier chileno que haya leído un mínimo sabe desde antiguo que un alza de la locomoción es siempre aprovechada por los comunistas para iniciar desórdenes, en la esperanza de terminar en una revolución roja, su sueño desde que existen. Los mayores recordamos la "revolución de la chaucha" (20 cts.) en 1949, iniciada por un alza de ese monto y sofocada eficazmente por González Videla, que hizo lo que se debía hacer, es decir, poner fuera de la ley a los comunistas..
Pero antes de diez años se derogó su Ley de Defensa de la Democracia y ahora, en 2019, los comunistas, Jackson y Boric, éstos últimos como "tontos útiles" (el término es insultante, pero fueron los propios comunistas quienes lo introdujeron para describir a tipos como los nombrados), empezaron los desórdenes. Si en ese mismo día se hubiera "matado la perra", se "acababa la leva". Pero el Presidente era Piñera.
Bueno, el alza misma del pasaje no fue una estupidez sino una necesidad derivada de una estupidez, consistente en encarecer la electricidad del metro. Michelle Bachelet había abrazado la causa del "calentamiento global", el cual no existía (pues duró sólo hasta 2000 y por eso debieron cambiarle el nombre a "cambio climático"). Pues la temperatura del planeta ha bajado desde 2000. Y el régimen de Bachelet obligó al metro a consumir sólo electricidad de fuentes "renovables no convencionales" (viento y sol), más caras, pero que supuestamente no generarían CO2. Esa estupidez hizo subir en 200% la cuenta de electricidad del metro, lo cual obligó a aumentar el pasaje en $30.
Pero todo esto es, a su turno, adicionalmente estúpido porque las Energías Renovables No Convencionales producen prácticamente ¡el mismo CO2 que las derivadas de combustibles sólidos!, como lo han probado estudios de Douglas Pollock que comparte en Gran Bretaña con Lord Monckton y que ambos publicarán allá. La razón es que las generadoras eólicas y solares requieren plantas tradicionales de respaldo para las horas sin viento y sin sol. En definitiva "la vaina cuesta lo mismo que el sable". Douglas Pollock ha hecho los cálculos y determinado que las carísimas ERNC disminuyen el CO2 en apenas 0,1 %. ¡No valen la pena!
Por supuesto, una estupidez adicional es que Chile contribuye con "la nada misma" al CO2, porque genera apenas el 0,24 % de la emisión mundial. Los gases de efecto invernadero son el uno por ciento de la atmósfera. El 95 % de esos GEI son vapor de agua, el 3,6 % CO2 y el 1,4 % otros gases. O sea, Chile produce el 0,24 % del 3,6 %, es decir, el 0,00864 % del CO2. En la práctica CERO.
Y debido a todas esas estupideces basadas en otras estupideces, una revolución se ha apoderado del país y nadie sabe lo que pasará mañana, porque una mayoría de chilenos ha elegido a un revolucionario y coautor del desastre para que se haga cargo del caos reinante, de modo que lo único seguro es que éste se va a acentuar.