Viendo antenoche el noticiero de TV advertí que en el último episodio de vandalización de nuestras ciudades, protagonizado por comunistas, "compañeros de ruta", "tontos útiles" y "kerenskys chilenos", aparecieron ahora legiones de "cascos azules" con chalecos identificatorios de "observadores de derechos humanos". Ahí supe que ya el país transitaba al borde de la imbecilidad.
Pues estos "cascos azules" son, por supuesto, ex terroristas más viejos, que tienen por misión velar por la impunidad de los actuales y formar gran alboroto si sorprenden a la fuerza pública actuando contra éstos. Pero, por esas paradojas de la existencia, resultó que las "víctimas de violaciones a los derechos humanos" estaban a punto de linchar a un pobre sujeto, como si hubiera sido un Alfonso Márquez de la Plata cualquiera, que había tenido la mala idea de andar por la calle y a quien alguien había acusado de ser un carabinero de civil. Los "observadores de derechos humanos" entonces se vieron obligados, muy a su pesar, a conseguir que "las víctimas" no terminaran de lincharlo y así el sujeto, más muerto que vivo, logró escapar. Por supuesto, los "observadores" no dejarán constancia alguna de este hecho en ninguna parte, porque su misión es denunciar como autor de violación a los derechos humanos a todo carabinero que sorprendan impidiendo a algún encapuchado destruir, incendiar o saquear, pero no la de velar por que las leyes se apliquen a los que asuelan las ciudades.
El estado de imbecilidad es tal que el gobierno se defiende de su evidente incapacidad de mantener el orden diciendo que ha enviado al Congreso un proyecto para castigar a los vándalos, siendo que las actuales leyes, desde el Código Penal hasta la de Seguridad del Estado, castigan precisa y rigurosamente todas las conductas de los "encapuchados". Pero, como en Chile no hay estado de derecho, resulta que de más de cuatrocientos detenidos por Carabineros, uno solo ha sido formalizado, porque fue sorprendido y filmado incendiando un bus policial lleno de efectivos y con la manifiesta intención de que se quemaran adentro, como sucedió tantas veces durante el Gobierno Militar; pero entonces con el resultado de que los extremistas eran apresados, procesados y condenados. Claro, después todos ellos se acogieron a la Ley de Amnistía (que hoy se niega a los uniformados) y los que cometieron delitos después de ella, en su totalidad fueron indultados en 1991 por Patricio Aylwin.
El hecho es que ahora el terrorismo y el vandalismo incendiario campean en el país y quedan impunes, y por eso en el sur los pequeños propietarios constantemente atacados por extremistas han decidido armarse y organizarse. ¿Y qué hace, entretanto, el ministerio del Interior? Yo les voy a decir lo que hace: su medio centenar de abogados de izquierda de su "Instituto de Derechos Humanos" activa más querellas contra ex uniformados por hechos de 1973 y 1974 que se encuentran prescritos, aministiados y muchas veces ya juzgados. Y lo hace con tal saña que días atrás apeló ante la Sala Penal de la Corte Suprema (integrada por cuatro ministros reconocidamente de izquierda y un abogado integrante kerensky) de un fallo que había condenado a 541 días de presidio remitido (es decir, que se cumple en libertad) a tres ex oficiales de la Armada, uno de Carabineros y otro de la policía civil, por hechos de 1973. Entonces los abogados de izquierda del ministerio del Interior apelaron ¡para que se aumentara la pena!, lo que sala de izquierda y su integrante kerensky acogieron por unanimidad, decretando que los hoy ancianos oficiales (r) deben cumplir ¡cinco años y un día y sin remisión!, es decir, presidio efectivo, lo que el sentido común del juez de primera instancia y de la Corte de Apelaciones sureña les había sugerido que era desproporcionado. Pues ya que se estaba violando el derecho para condenarlos, parecía natural que por lo menos no tuvieran que terminar sus días tras las rejas. Pero cuando un país camina, guiado por el odio político, al borde la imbecilidad, estas consideraciones de sentido común no valen.
Pero eso no es ni siquiera todo, pues resulta que la cárcel de uniformados de Punta Peuco ya está repleta, gracias a la acción o inacción del actual gobernante que les prometio a los uniformados pasivos que velaría por la legalidad de los juicios y porque éstos no se eternizaran y se aplicara la prescripción (nada de lo cual ha cumplido, sino al contrario). Y entonces resulta que ya no hay cupos para los cinco oficiales recién e ilegalmente condenados por acción del gobierno y que deben presentarse en los próximos días en Punta Peuco. Sobre todo que en el otro penal, el Cordillera, también ya se dan situaciones de hacinamiento.
De este modo, entre los muchos testimonios de que, bajo su actual conducción, el país camina al borde de la imbecilidad, sin duda el más elocuente es esta situación en que la autoridad es incapaz de aplicar las leyes a los terroristas actuales y activos, mientras sus abogados del ministerio del Interior despliegan ingentes esfuerzos para, con la complicidad de la judicatura de izquierda, materializar la vindicta del odio marxista, atropellar las leyes y poner tras las rejas a quienes, hace casi cuarenta años, sí cumplieron la misión de impedir que el extremismo se enseñoreara del país mediante las armas y le impusiera un yugo totalitario.
sábado, 30 de junio de 2012
jueves, 28 de junio de 2012
El Partido de los Destructores de Valor
Hay un partido mayoritario en Chile, pero que nunca se ha registrado en el SERVEL. Si lo hiciera, arrasaría en las elecciones: es el de los que destruyen valor, el de los que apenas ven alguna iniciativa creadora, se lanzan encima y aglomeran para hacerla fracasar.
Ahora se les ha dado en el gusto bajo el lema "no al lucro en la educación". Pues bajo el Gobierno Militar, que sentó las bases en Chile para una sociedad libre, se establecieron dos libertades fundamentales, entre muchas, en la Constitución: la de trabajo y la de enseñanza. Y, en concordancia con eso, se dictó la ley orgánica constitucional de educación que permitió crear universidades, lo que antes estaba vedado a cualquier particular.
Cuando en una sociedad libre hay una necesidad insatisfecha, siempre existe un buen premio para el que se ofrezca a satisfacerla. En Chile había una gran necesidad de universidades, y por eso cuando se estableció la libertad de crearlas se fundaron muchas y se multiplicó por seis el número de jóvenes chilenos que accedió a la educación superior.
Pero en el fondo de todo chileno siempre late un virus socialista, contrario a la libertad, y entonces a alguien se le ocurrió, en el propio Gobierno Militar o en la Junta, o en ambos, que no se podía establecer la libertad de fundar unversidades así como así, sino que se les debía poner una cortapisa. Porque los chilenos somos socialistas desde la colonia, cuando estaba fijado hasta el precio de los clavos de las herraduras; o desde los pueblos originarios, que no conocían la propiedad privada cabal. Entonces el virus socialista que había en el Gobierno o en la Junta o en ambos discurrió la gran tontería de establecer que las universidades no podían tener fines de lucro. Y lo pusieron en la ley, pese a que la Constitución garantiza la libertad de trabajo con una retribución, es decir, un lucro; y la libertad de enseñanza, es decir, la de educar en cualquier nivel obteniendo esa retribución o lucro. Y el virus quedó ahí, tal como había quedado lo de la propiedad estatal de todas las minas, engendro socialista que costó mucho deshacer, pero por lo menos se deshizo durante el propio Gobierno Militar, cuando se creó el derecho real de concesión minera, para sortear el virus estatista que habían introducido algunos militares en la Constitución (no me extrañaría que surgiera alguien que quisiera revivirlo y destruir valor en la minería).
El hecho es que la libertad de fundar universidades permitió crear mucho valor. Había una necesidad de enseñanza universitaria y un buen premio por impartirla. Decenas de universidades se fundaron y se convirtieron en un negocio muy rentable. Por eso llegaron inversionistas extranjeros y compraron universidades chilenas y las hicieron crecer. Y hubo chilenos que también levantaron fortunas en ese rubro. Porque, tal como en la minería, había maneras legales de eludir la inconstitucional prohibición del lucro que había sido establecida por la ley orgánica constitucional.
Hasta que apareció "la calle", esa genial personificación de lo peor del alma nacional, donde se imponen la violencia y la consigna. Y una consigna que prendió el año pasado en la calle fue "no al lucro en la educación". Y donde encontró más asidero fue en la letra de la ley orgánica de la enseñanza universitaria que, tal como el virus de la hepatitis B, había sido contagiado y estaba latente, pero el cual la realidad de las libertades constitucionales había permitido sortear "de facto".
Obedeciendo a la calle se formó una comisión parlamentaria contra el lucro en las universidades. Como de costumbre, gente de derecha arrancó hacia el bando socialista. Y ahora está en manos de la justicia criminal el asunto, pues se buscará convertir en delito la conducta de enseñar en universidades obteniendo una retribución, es decir, un lucro.
La cantidad de valor que ya se ha destruido y todavía se promete destruir es inmensa. Si a todos los inversionistas nacionales y extranjeros que han invertido en la enseñanza superior les permitieran arrancar del país sólo con los aportes que pusieron, lo harían felices. Pero ya están presos. Ya una gran parte de las gigantescas inversiones que hicieron se ha perdido, pues valen mucho menos: ¿quién en cualquier lugar del mundo va a querer invertir en educación superior en Chile si cualquier ganancia que obtenga es considerada delictual?
Si imperara el estado de derecho el problema no sería muy grande, porque el Tribunal Constitucional debería restablecer la vigencia de la Carta Fundamental y dictaminar que una ley que prohíbe el lucro en las universidades (porque, curiosamente, en los institutos profesionales y centros de formación ténica y colegios no está prohibido) es inconstitucional. Pero todos sabemos que en Chile las consignas callejeras prevalecen sobre el estado derecho. Si no fuera así no habría centenares de presos políticos y procesados uniformados sin fundamento legal. Si no fuera así el ministro Solís habría tenido alguna vez que tomarle declaración indagatoria a Miguel Krassnoff antes de condenarlo a más de un siglo de presidio. Pero el hecho es que no hay estado de derecho para esos casos.
Y el país, entonces, está comprometido entusiastamente en la destrucción de valor en las universidades. Y así vamos marchando por las calles, "creando el Chile del futuro", del cual sólo una cosa podemos predecir con certeza, si todo sigue igual: que será peor, que valdrá mucho menos como sociedad, porque una gran mayoría de ella se ha dedicado a destruirle su valor.
Ahora se les ha dado en el gusto bajo el lema "no al lucro en la educación". Pues bajo el Gobierno Militar, que sentó las bases en Chile para una sociedad libre, se establecieron dos libertades fundamentales, entre muchas, en la Constitución: la de trabajo y la de enseñanza. Y, en concordancia con eso, se dictó la ley orgánica constitucional de educación que permitió crear universidades, lo que antes estaba vedado a cualquier particular.
Cuando en una sociedad libre hay una necesidad insatisfecha, siempre existe un buen premio para el que se ofrezca a satisfacerla. En Chile había una gran necesidad de universidades, y por eso cuando se estableció la libertad de crearlas se fundaron muchas y se multiplicó por seis el número de jóvenes chilenos que accedió a la educación superior.
Pero en el fondo de todo chileno siempre late un virus socialista, contrario a la libertad, y entonces a alguien se le ocurrió, en el propio Gobierno Militar o en la Junta, o en ambos, que no se podía establecer la libertad de fundar unversidades así como así, sino que se les debía poner una cortapisa. Porque los chilenos somos socialistas desde la colonia, cuando estaba fijado hasta el precio de los clavos de las herraduras; o desde los pueblos originarios, que no conocían la propiedad privada cabal. Entonces el virus socialista que había en el Gobierno o en la Junta o en ambos discurrió la gran tontería de establecer que las universidades no podían tener fines de lucro. Y lo pusieron en la ley, pese a que la Constitución garantiza la libertad de trabajo con una retribución, es decir, un lucro; y la libertad de enseñanza, es decir, la de educar en cualquier nivel obteniendo esa retribución o lucro. Y el virus quedó ahí, tal como había quedado lo de la propiedad estatal de todas las minas, engendro socialista que costó mucho deshacer, pero por lo menos se deshizo durante el propio Gobierno Militar, cuando se creó el derecho real de concesión minera, para sortear el virus estatista que habían introducido algunos militares en la Constitución (no me extrañaría que surgiera alguien que quisiera revivirlo y destruir valor en la minería).
El hecho es que la libertad de fundar universidades permitió crear mucho valor. Había una necesidad de enseñanza universitaria y un buen premio por impartirla. Decenas de universidades se fundaron y se convirtieron en un negocio muy rentable. Por eso llegaron inversionistas extranjeros y compraron universidades chilenas y las hicieron crecer. Y hubo chilenos que también levantaron fortunas en ese rubro. Porque, tal como en la minería, había maneras legales de eludir la inconstitucional prohibición del lucro que había sido establecida por la ley orgánica constitucional.
Hasta que apareció "la calle", esa genial personificación de lo peor del alma nacional, donde se imponen la violencia y la consigna. Y una consigna que prendió el año pasado en la calle fue "no al lucro en la educación". Y donde encontró más asidero fue en la letra de la ley orgánica de la enseñanza universitaria que, tal como el virus de la hepatitis B, había sido contagiado y estaba latente, pero el cual la realidad de las libertades constitucionales había permitido sortear "de facto".
Obedeciendo a la calle se formó una comisión parlamentaria contra el lucro en las universidades. Como de costumbre, gente de derecha arrancó hacia el bando socialista. Y ahora está en manos de la justicia criminal el asunto, pues se buscará convertir en delito la conducta de enseñar en universidades obteniendo una retribución, es decir, un lucro.
La cantidad de valor que ya se ha destruido y todavía se promete destruir es inmensa. Si a todos los inversionistas nacionales y extranjeros que han invertido en la enseñanza superior les permitieran arrancar del país sólo con los aportes que pusieron, lo harían felices. Pero ya están presos. Ya una gran parte de las gigantescas inversiones que hicieron se ha perdido, pues valen mucho menos: ¿quién en cualquier lugar del mundo va a querer invertir en educación superior en Chile si cualquier ganancia que obtenga es considerada delictual?
Si imperara el estado de derecho el problema no sería muy grande, porque el Tribunal Constitucional debería restablecer la vigencia de la Carta Fundamental y dictaminar que una ley que prohíbe el lucro en las universidades (porque, curiosamente, en los institutos profesionales y centros de formación ténica y colegios no está prohibido) es inconstitucional. Pero todos sabemos que en Chile las consignas callejeras prevalecen sobre el estado derecho. Si no fuera así no habría centenares de presos políticos y procesados uniformados sin fundamento legal. Si no fuera así el ministro Solís habría tenido alguna vez que tomarle declaración indagatoria a Miguel Krassnoff antes de condenarlo a más de un siglo de presidio. Pero el hecho es que no hay estado de derecho para esos casos.
Y el país, entonces, está comprometido entusiastamente en la destrucción de valor en las universidades. Y así vamos marchando por las calles, "creando el Chile del futuro", del cual sólo una cosa podemos predecir con certeza, si todo sigue igual: que será peor, que valdrá mucho menos como sociedad, porque una gran mayoría de ella se ha dedicado a destruirle su valor.
miércoles, 27 de junio de 2012
Anda un Tipo Decente Suelto
El país político se ha ido acostumbrando a transar con la sinvergüenzura. Casi todos prefieren mirar para otro lado cuando el inverecundo trepa hacia las alturas. Lo importante es ganar.
Pero de repente llega un tipo que planta en el campo de juego un estándar moral. Denuncia el clientelismo político y da el nombre de su principal gestor. Nadie estaba preparado para eso.
El país enfermo se retuerce y se estremece. Le han aplicado el termocauterio.
El senador denunciado responde con un ataque devastador. Le dice al denunciante una cosa atroz: "Como ministro no quiso ser populista y se opuso al posnatal de seis meses y a suprimir el 7% de salud de los jubilados y ahora resulta que sus adversarios han hecho ambas cosas desde el gobierno y se las han acreditado para sí". Una imputación supuestamente demoledora para un político: pasarse de serio. ¡Serlo más que su oponente! ¡Qué barbaridad!
Es que el senador acusado ha salido de sus casillas porque no ha estado acostumbrado a que le recuerden cosas. Él fue elevado el año pasado a la máxima dignidad legislativa, la Presidencia del Senado, en brazos de una mayoría de sus pares que a la hora de votar por él olvidaron por completo cómo se gastó fondos de la Cámara para enviar 27 mil cartas a adherentes del PPD y así conseguir la presidencia de la colectividad; cómo cobró fondos para el financiamiento electoral con una factura falsa de Publicam; cómo ofreció al menor menor L. Z. un par de zapatillas nuevas, con tal de que acusara falsamente de pedofilia a un senador adversario.
Esa mayoría senatorial prefirió perder la memoria y elevar al autor de las fechorías a la segunda dignidad nacional. Porque en materias políticas estamos acostumbrados a que no haya la menor exigencia moral. Los prontuarios más oscuros se blanquean con sorprendente celeridad, a la hora de alcanzar el poder. Los cerebros son lavados de toda recordación inconveniente con extraordinaria facilidad. La amnistía (para los políticos) siempre es total.
Por eso ahora suenan todas las alarmas: "¡anda un tipo decente suelto en la arena política! ¡Cuidado!"
Es hora de que los sedicentes "prohombres republicanos" --término este último con el que les gusta hacer gárgaras-- se pongan a temblar.
Pero de repente llega un tipo que planta en el campo de juego un estándar moral. Denuncia el clientelismo político y da el nombre de su principal gestor. Nadie estaba preparado para eso.
El país enfermo se retuerce y se estremece. Le han aplicado el termocauterio.
El senador denunciado responde con un ataque devastador. Le dice al denunciante una cosa atroz: "Como ministro no quiso ser populista y se opuso al posnatal de seis meses y a suprimir el 7% de salud de los jubilados y ahora resulta que sus adversarios han hecho ambas cosas desde el gobierno y se las han acreditado para sí". Una imputación supuestamente demoledora para un político: pasarse de serio. ¡Serlo más que su oponente! ¡Qué barbaridad!
Es que el senador acusado ha salido de sus casillas porque no ha estado acostumbrado a que le recuerden cosas. Él fue elevado el año pasado a la máxima dignidad legislativa, la Presidencia del Senado, en brazos de una mayoría de sus pares que a la hora de votar por él olvidaron por completo cómo se gastó fondos de la Cámara para enviar 27 mil cartas a adherentes del PPD y así conseguir la presidencia de la colectividad; cómo cobró fondos para el financiamiento electoral con una factura falsa de Publicam; cómo ofreció al menor menor L. Z. un par de zapatillas nuevas, con tal de que acusara falsamente de pedofilia a un senador adversario.
Esa mayoría senatorial prefirió perder la memoria y elevar al autor de las fechorías a la segunda dignidad nacional. Porque en materias políticas estamos acostumbrados a que no haya la menor exigencia moral. Los prontuarios más oscuros se blanquean con sorprendente celeridad, a la hora de alcanzar el poder. Los cerebros son lavados de toda recordación inconveniente con extraordinaria facilidad. La amnistía (para los políticos) siempre es total.
Por eso ahora suenan todas las alarmas: "¡anda un tipo decente suelto en la arena política! ¡Cuidado!"
Es hora de que los sedicentes "prohombres republicanos" --término este último con el que les gusta hacer gárgaras-- se pongan a temblar.
martes, 26 de junio de 2012
El Reinado de la Consigna
La izquierda maneja las consignas como nadie, para su conveniencia. Crearon "las violaciones a los derechos humanos" y tienen a muchos derechistas repitiendo esa consigna como autómatas. Pues los grupos armados los organizó la izquierda, y su objetivo era tomarse el poder, eliminando a quienes se les opusieren. Por supuesto, la democracia se defendió con lo que tenía y los derrotó, pero ellos lograron que las "violaciones a los derechos huymanos" hayan sido solamente las muertes de sus terroristas y no las provocadas por éstos, que fueron los que declararon la guerra. ¡Éstas no fueron violaciones a los derechos humanos! Y al final ellos han resultado premiados, son "las víctimas", reciben cientos de millones de dólares anuales en indemnizaciones, pensiones y beneficios, le extraen al Estado ingentes recursos para su Museo de la Memoria unilateral, esquizofrénica, que oculta el hecho de que ellos rompieron el fuego y la violencia. Y hasta se han arreglado para que en ese instrumento básico del lavado cerebral de los incautos, llamado "Informe Rettig", los caídos de la guerrilla se imputen al Gobierno Militar, pero los caídos a manos de esa misma guerrilla resulten no haber sido muertos por nadie, pues son denominados "víctimas de la violencia política". ¿Quién la ejerció? Nadie. ¿El MIR, el FPMR, los socialistas, comunistas, mapucistas, izquierdistas cristianos armados? No, ellos no mataron a nadie. La que mató fue "la violencia política", Rettig dixit.
Ahora el reinado de la consigna se ha extendido al "sistema binominal". Tienen a muchos derechistas repitiendo la consigna y hablando ya de "cambiar el sistema binominal". ¿Por qué? Porque es un eslogan. Pero el domingo en "El Mercurio" el diputado Patricio Melero, presidente de la UDI, único partido que no ha abrazado esta consigna (¿por cuánto tiempo?) los dejó callados a todos, porque probó: 1) No es verdad que el binominal produzca un empate y una sobrerrepresentación de la minoría: siempre la mayoría en votos se ha reflejado en mayorías en los parlamentarios electos; 2) No hay falta de representación, pues ocho de los doce partidos obtienen parlamentarios y los otros cuatro que no, es porque tienen apenas 2,17 por ciento de los votos; 3) Los ex presidentes Lagos y Bachelet se han transformado en adalides del cambio al binominal, pero NUNCA PRESENTARON UN PROYECTO DE REFORMA BAJO SUS GOBIERNOS. Bachelet convocó a la Comisión Boeninger, que le presentó tres proyectos alternativos, pero ella no patrocinó ninguno; 4) Los que proponen reemplazar el binominal NO TIENEN ninguna propuesta formal.
¿Cuál es la madre del cordero? Una sola: quieren más cupos parlamentarios; más pegas de 15 o más millones de pesos mensuales. Eso es todo. Dicen que hay desigualdad en la distribución del ingreso porque el quintil más rico gana 46 veces lo que el más pobre, pero un parlamentario cobra OCHENTA veces más que un trabajador de salario mínimo. Y los partidarios del binominal quieren MÁS PEGAS DE ÉSTAS, PARA ACENTUAR LA DESIGUALDAD.
Eso es todo. Sólo otra consigna para succionar más dineros públicos. Para tener más pegas millonarias para ellos, porque la única forma que esos caciques sedientos conocen de enriquecerse es a costa del Estado. La única razón que los mueve a reemplazar el binominal, en el fondo, la de tener más ubres fiscales de las cuales succicnar.
Ahora el reinado de la consigna se ha extendido al "sistema binominal". Tienen a muchos derechistas repitiendo la consigna y hablando ya de "cambiar el sistema binominal". ¿Por qué? Porque es un eslogan. Pero el domingo en "El Mercurio" el diputado Patricio Melero, presidente de la UDI, único partido que no ha abrazado esta consigna (¿por cuánto tiempo?) los dejó callados a todos, porque probó: 1) No es verdad que el binominal produzca un empate y una sobrerrepresentación de la minoría: siempre la mayoría en votos se ha reflejado en mayorías en los parlamentarios electos; 2) No hay falta de representación, pues ocho de los doce partidos obtienen parlamentarios y los otros cuatro que no, es porque tienen apenas 2,17 por ciento de los votos; 3) Los ex presidentes Lagos y Bachelet se han transformado en adalides del cambio al binominal, pero NUNCA PRESENTARON UN PROYECTO DE REFORMA BAJO SUS GOBIERNOS. Bachelet convocó a la Comisión Boeninger, que le presentó tres proyectos alternativos, pero ella no patrocinó ninguno; 4) Los que proponen reemplazar el binominal NO TIENEN ninguna propuesta formal.
¿Cuál es la madre del cordero? Una sola: quieren más cupos parlamentarios; más pegas de 15 o más millones de pesos mensuales. Eso es todo. Dicen que hay desigualdad en la distribución del ingreso porque el quintil más rico gana 46 veces lo que el más pobre, pero un parlamentario cobra OCHENTA veces más que un trabajador de salario mínimo. Y los partidarios del binominal quieren MÁS PEGAS DE ÉSTAS, PARA ACENTUAR LA DESIGUALDAD.
Eso es todo. Sólo otra consigna para succionar más dineros públicos. Para tener más pegas millonarias para ellos, porque la única forma que esos caciques sedientos conocen de enriquecerse es a costa del Estado. La única razón que los mueve a reemplazar el binominal, en el fondo, la de tener más ubres fiscales de las cuales succicnar.
lunes, 25 de junio de 2012
Piñera Baila al Son de Chávez
Luis Fernando Lugo es un obispo de izquierda con permiso de la Iglesia para (des)gobernar al Paraguay y, al parecer, también para tener hijos. Como llevara al caos y al derramamiento de sangre a su país, el 94 por ciento del senado votó a favor su destitución en un juicio político llevado a cabo según la Constitución paraguaya.
Sebastián Piñera es un gobernante chileno cuyas dos aspiraciones permanentes son las de ocupar toda tribuna hacia la cual estén dirigidas las cámaras de TV y desde ella decir cosas que sean del agrado de la izquierda, porque esto último está en su ADN, que es DC.
Por el interés de Chile, esta vez él no tenía nada qué meterse en los asuntos internos del Paraguay. Sin embargo, lo ha hecho, pues su vocación es la de protagonista de todo. Entonces ahora aparece bailando al son de Hugo Chávez, en una intervención absurda e ilegal en los asuntos internos paraguayos, declarando que "no ha habido un debido proceso", en circunstancias que el juicio político contra Lugo se hizo según la Constitución; y que "no tuvo derecho a defensa", siendo que le dieron dos horas para hacerla, de las cuales sus representantes emplearon tan solo una hora y 25 minutos.
El propio Lugo acató el veredicto, pero cuando se dio cuenta de que Chávez había logrado armar un tinglado en su favor, sobre el cual bailaba hasta Sebastián Piñera, ahora ha vuelto sobre sus pasos y está encabezando un "gobierno paralelo", que terminará en un ridículo del cual será partícipe el presidente chileno.
De modo que Sebastián Piñera, tomando a su cargo personalmente esta vez nuestra política internacional, está haciéndole tanto daño al país en su relación con una nación tradicionalmente amiga como se lo ha inferido tomando en sus manos la política energética (inexistente) de su gobierno, que ya lleva cinco ministros de Energía y que amenaza con dejarnos sin luz a partir de 2017.
Balance: esta intervención presidencial en la diplomacia nos pone en malos términos con la mayoría del pueblo paraguayo, respalda a un presidente constitucionalmente destituido y nos tiene bailando al son que marca el gobernante más desprestigiado del continente, nada de lo cual sirve a la imagen internacional de Chile.
Sebastián Piñera es un gobernante chileno cuyas dos aspiraciones permanentes son las de ocupar toda tribuna hacia la cual estén dirigidas las cámaras de TV y desde ella decir cosas que sean del agrado de la izquierda, porque esto último está en su ADN, que es DC.
Por el interés de Chile, esta vez él no tenía nada qué meterse en los asuntos internos del Paraguay. Sin embargo, lo ha hecho, pues su vocación es la de protagonista de todo. Entonces ahora aparece bailando al son de Hugo Chávez, en una intervención absurda e ilegal en los asuntos internos paraguayos, declarando que "no ha habido un debido proceso", en circunstancias que el juicio político contra Lugo se hizo según la Constitución; y que "no tuvo derecho a defensa", siendo que le dieron dos horas para hacerla, de las cuales sus representantes emplearon tan solo una hora y 25 minutos.
El propio Lugo acató el veredicto, pero cuando se dio cuenta de que Chávez había logrado armar un tinglado en su favor, sobre el cual bailaba hasta Sebastián Piñera, ahora ha vuelto sobre sus pasos y está encabezando un "gobierno paralelo", que terminará en un ridículo del cual será partícipe el presidente chileno.
De modo que Sebastián Piñera, tomando a su cargo personalmente esta vez nuestra política internacional, está haciéndole tanto daño al país en su relación con una nación tradicionalmente amiga como se lo ha inferido tomando en sus manos la política energética (inexistente) de su gobierno, que ya lleva cinco ministros de Energía y que amenaza con dejarnos sin luz a partir de 2017.
Balance: esta intervención presidencial en la diplomacia nos pone en malos términos con la mayoría del pueblo paraguayo, respalda a un presidente constitucionalmente destituido y nos tiene bailando al son que marca el gobernante más desprestigiado del continente, nada de lo cual sirve a la imagen internacional de Chile.
domingo, 24 de junio de 2012
Piñera es Chile
¿Por qué tanta crítica a Piñera por intentar censurar la entrevista de la BBC y tratar de evitar ser sorprendido, una vez más, diciendo una cosa por otra? Si en ese tema (Pinochet) el 90 por ciento de los chilenos es igual a él.
Cuando la Junta sacó a Allende la inmensa mayoría aplaudía el uso de las armas. Aylwin y Frei Montalva explicaban que había un ejército guerrillero más poderoso que las fuerzas armadas regulares y decían que los militares habían salvado a Chile y ellos no se sentían autorizados a criticarlos "sentados detrás de su escritorio". Pero después que los militares hicieron la tarea difícil, a Aylwin, a Frei y a cada vez más civiles se les quitó el miedo y se les despertó el apetito de poder. Entonces se convirtieron en "generales después de la batalla" y dijeron que ellos lo habrían hecho mucho mejor, impecablemente, sin ningún "atropello a los derechos humanos".
Y para lograr el poder, si bien tuvieron que esperar más años de los que habrían querido, se pasaron al otro bando, condenaron a los militares por las "violaciones a los derechos humanos" y ganaron las elecciones desde 1989 en adelante diciendo eso. Piñera hizo exactamente lo mismo en 2009 y 2010, pero como sabía y sabe que el grueso de su electorado había sido partidario del Gobierno Militar, elude ese tema. Como hombre habituado a "quedarse con todas las bolitas" quiere tener los votos de los opositores y los partidarios del Gobierno Militar y para eso lo mejor es quedarse callado al respecto.
Cuando un reportero de la BBC de Londres le preguntó sobre un supuesto "homenaje a Pinochet" podría haber contestado que se trataba de la exhibición de un documental y que ese era un derecho de todo ciudadano en uso de su libertad de expresión, derecho que el gobierno no podía conculcar; y habría quedado bien con Dios y con el Diablo. Pero seguramente temió que después iban a venir otras preguntas más difíciles, que lo iban a malquistar con más de alguien, y de lo que se trata es de estar bien con todos. Entonces incurrió en la censura (al procurar interrumpir la entrevista) y faltó a la verdad (al decir que lo hacía por falta de tiempo). Y ambas cosas trascendieron, aunque los principales diarios no las habían dado a conocer en su momento. Pero las "redes sociales" se impusieron y, una vez más, a Piñera "lo pillaron".
Pero yo creo que más del 90 por ciento de la gente no tiene derecho a criticarlo, porque ese 90 por ciento es igual: estuvo feliz con el golpe, y con toda razón, porque se le venía un régimen totalitario y tenebroso encima; cuando el peligro pasó, volvió a votar por los políticos que habían gestado el desastre (izquierda) o les habían puesto la alfombra a éstos (DC); y aplaudió cuando, desconociendo la Constitución y las leyes, se condenó a los militares, convertidos hoy, por eso, en presos políticos. Piñera ha sido copartícipe de todo eso, junto con el 90 por ciento de los chilenos. Él refleja el temperamento mayoritario nacional como nadie.
¿Por qué tanto escándalo, entonces, cuando ahora ha quedado en evidencia? El chileno que sea distinto a él, que lance la primera piedra. Creo que le van a poder lanzar muy pocas.
Cuando la Junta sacó a Allende la inmensa mayoría aplaudía el uso de las armas. Aylwin y Frei Montalva explicaban que había un ejército guerrillero más poderoso que las fuerzas armadas regulares y decían que los militares habían salvado a Chile y ellos no se sentían autorizados a criticarlos "sentados detrás de su escritorio". Pero después que los militares hicieron la tarea difícil, a Aylwin, a Frei y a cada vez más civiles se les quitó el miedo y se les despertó el apetito de poder. Entonces se convirtieron en "generales después de la batalla" y dijeron que ellos lo habrían hecho mucho mejor, impecablemente, sin ningún "atropello a los derechos humanos".
Y para lograr el poder, si bien tuvieron que esperar más años de los que habrían querido, se pasaron al otro bando, condenaron a los militares por las "violaciones a los derechos humanos" y ganaron las elecciones desde 1989 en adelante diciendo eso. Piñera hizo exactamente lo mismo en 2009 y 2010, pero como sabía y sabe que el grueso de su electorado había sido partidario del Gobierno Militar, elude ese tema. Como hombre habituado a "quedarse con todas las bolitas" quiere tener los votos de los opositores y los partidarios del Gobierno Militar y para eso lo mejor es quedarse callado al respecto.
Cuando un reportero de la BBC de Londres le preguntó sobre un supuesto "homenaje a Pinochet" podría haber contestado que se trataba de la exhibición de un documental y que ese era un derecho de todo ciudadano en uso de su libertad de expresión, derecho que el gobierno no podía conculcar; y habría quedado bien con Dios y con el Diablo. Pero seguramente temió que después iban a venir otras preguntas más difíciles, que lo iban a malquistar con más de alguien, y de lo que se trata es de estar bien con todos. Entonces incurrió en la censura (al procurar interrumpir la entrevista) y faltó a la verdad (al decir que lo hacía por falta de tiempo). Y ambas cosas trascendieron, aunque los principales diarios no las habían dado a conocer en su momento. Pero las "redes sociales" se impusieron y, una vez más, a Piñera "lo pillaron".
Pero yo creo que más del 90 por ciento de la gente no tiene derecho a criticarlo, porque ese 90 por ciento es igual: estuvo feliz con el golpe, y con toda razón, porque se le venía un régimen totalitario y tenebroso encima; cuando el peligro pasó, volvió a votar por los políticos que habían gestado el desastre (izquierda) o les habían puesto la alfombra a éstos (DC); y aplaudió cuando, desconociendo la Constitución y las leyes, se condenó a los militares, convertidos hoy, por eso, en presos políticos. Piñera ha sido copartícipe de todo eso, junto con el 90 por ciento de los chilenos. Él refleja el temperamento mayoritario nacional como nadie.
¿Por qué tanto escándalo, entonces, cuando ahora ha quedado en evidencia? El chileno que sea distinto a él, que lance la primera piedra. Creo que le van a poder lanzar muy pocas.
viernes, 22 de junio de 2012
Anatomía del Arrepentimiento
En estos días el país está mostrando extraordinarias capacidades para superar sus niveles habituales de imbecilidad, pero quiero detenerme en uno solo de esos despliegues, el de los "arrepentimientos" de otrora partidarios del Gobierno Militar, en particular el de uno que le juró lealtad en solemne ceremonia, bajo la luz de las antorchas, en Chacarillas, hace casi 35 años.
Pues ¿"arrepentimiento" de qué? podría preguntar más de alguien. La respuesta vendrá con toda la prontitud que permite el repetir un eslogan comunista: "Por las brutales violaciones de los derechos humanos".
¿Puede haber algo más estúpido? Pues ¿nos quiere decir el hoy "arrepentido" que él habría estado en desacuerdo en 1973 con Aylwin, Frei Montalva, Jarpa, Bossay y todos los demás jefes políticos democráticos que llamaron a las fuerzas armadas a intervenir y enfrentar al extremismo armado? "No, por supuesto, no exageremos. Nadie podría decir hoy que se arrepintió de estar con el pronunciamiento.... ¡casi todos lo estábamos!"
¡Ah! ¿Y arrepentido de qué, entonces? "Bueno, esteee... de lo que sucedió después". ¡Pero si casi todo sucedió entonces! Pues 1.800 muertes de un total de tres mil se produjeron entonces mismo, antes del 31 de diciembre de 1973, cuando Aylwin, Frei et al proclamaban urbi et orbi que los militares habían salvado a Chile. ¿El hoy arrepentido cree que entonces debió ir él al resto del mundo a denunciar que estaba contra el golpe, cuando todos estaban a favor? ¿Cómo iba a hacerlo, si estaba exultante con él, si después trabajó en el Gobierno Militar, le juró lealtad en Chacarillas en 1977 y estaba contento como el que más de que se hubiera podido derrotar al extremismo?
Pero, entonces ¿cuándo debió arrepentirse? ¿A mediados de 1974? ¿Cuando la lucha había amainado y Aylwin fue a la Corte Suprema a hablar con el ministro Rafael Retamal porque había atropellos al debido proceso y, según dice el propio Aylwin en sus memorias, Retamal (un juez pro-DC) le manifestó: "Mire Patricio, los extremistas nos iban a matar a todos... Dejemos que los militares hagan la parte sucia. Después vendrá la hora del derecho". ¿El arrepentido debería haber sido más severo que eso, haber estado más advertido que el ministro Retamal y haber fulminado entonces al régimen con una condena moral?
"Es que desapareció gente..." Pero si hubo una guerra irregular, que era sucia porque la inició el extremismo de manera ilegal y subrepticia, formando un ejército clandestino. ELLOS declararon esa guerra. La casi totalidad de los desaparecidos se generó en esos primeros meses de guerra irregular. El Informe Rettig dice que, después, entre 1978 y 1990, desaparecieron sólo 23 personas, en doce años, por motivos políticos. ¿Sabe el arrepentido cuántas personas desaparecen en Chile cada año? Está en la página web de Carabineros. En 2006, por ejemplo, hubo 24 mil denuncias por "presunta desgracia"; y al final de ese año todavía 2.500 de esas -
+personas no había aparecido: 2.500 se perdieron ese solo año. ¿Y el "arrepentido" habría rasgado vestiduras, habría debido abandonar sus rentables ocupaciones en el Gobierno Militar, porque menos de dos personas al año no eran ubicadas, entre 1978 y 1990? ¿Y quién y cómo habría dicho él, entonces, que debía enfrentarse al terrorismo? Porque el MIR y el FPMR no fueron inventos de los militares... como tampoco lo fue el Plan Z, cuya autenticidad fue certificada por un adversario (ex-post) del Gobierno Militar, como el historiador Gonzalo Vial.
"¡Es que la tortura!" ¡Ah! El arrepentido culpa de ella a los militares y cierra filas con sus adversarios. ¿Y por qué, entonces, uno de los motivos por los cuales la Cámara pedía la intervención militar contra la UP eran las torturas de opositores políticos antes de 1973 por el gobierno? ¡Que el arrepentido lea el Acuerdo de la Cámara! Y que lea las acusaciones de cien abogados socialistas, en 1970, contra el gobierno de Frei Montalva, por las torturas sistemáticas de miristas. ¿Y quería entonces el arrepentido que el Gobierno Militar, enfrentado a veinte mil guerrilleros (Aylwin dixit), se dedicara a velar porque éstos fueran mucho mejor tratados en los interrogatorios que como el gobierno marxista y el DC trataban a sus propios presos políticos? ¿No era demasiado pedir en una emergencia como ésa?
¿Qué debería haber hecho, entonces, el arrepentido? Dado el carácter que hoy revela tener, lo mismo que otros que estaban muertos de miedo ante el inminente autogolpe comunista y entonces aplaudían y defendían a los militares: apenas derrotado el terrorismo, apenas pasado el susto, cambiarse de bando.
Bueno, ésa fue una vergüenza nacional y la historia --la que todavía no ha terminado de escribirse-- la dejará establecida como tal. Entonces, hoy la única superioridad moral que tiene el "arrepentido" sobre aquéllos es que se demoró 35 años más en darse vuelta la chaqueta. Valga para él ese reconocimiento.
Pues ¿"arrepentimiento" de qué? podría preguntar más de alguien. La respuesta vendrá con toda la prontitud que permite el repetir un eslogan comunista: "Por las brutales violaciones de los derechos humanos".
¿Puede haber algo más estúpido? Pues ¿nos quiere decir el hoy "arrepentido" que él habría estado en desacuerdo en 1973 con Aylwin, Frei Montalva, Jarpa, Bossay y todos los demás jefes políticos democráticos que llamaron a las fuerzas armadas a intervenir y enfrentar al extremismo armado? "No, por supuesto, no exageremos. Nadie podría decir hoy que se arrepintió de estar con el pronunciamiento.... ¡casi todos lo estábamos!"
¡Ah! ¿Y arrepentido de qué, entonces? "Bueno, esteee... de lo que sucedió después". ¡Pero si casi todo sucedió entonces! Pues 1.800 muertes de un total de tres mil se produjeron entonces mismo, antes del 31 de diciembre de 1973, cuando Aylwin, Frei et al proclamaban urbi et orbi que los militares habían salvado a Chile. ¿El hoy arrepentido cree que entonces debió ir él al resto del mundo a denunciar que estaba contra el golpe, cuando todos estaban a favor? ¿Cómo iba a hacerlo, si estaba exultante con él, si después trabajó en el Gobierno Militar, le juró lealtad en Chacarillas en 1977 y estaba contento como el que más de que se hubiera podido derrotar al extremismo?
Pero, entonces ¿cuándo debió arrepentirse? ¿A mediados de 1974? ¿Cuando la lucha había amainado y Aylwin fue a la Corte Suprema a hablar con el ministro Rafael Retamal porque había atropellos al debido proceso y, según dice el propio Aylwin en sus memorias, Retamal (un juez pro-DC) le manifestó: "Mire Patricio, los extremistas nos iban a matar a todos... Dejemos que los militares hagan la parte sucia. Después vendrá la hora del derecho". ¿El arrepentido debería haber sido más severo que eso, haber estado más advertido que el ministro Retamal y haber fulminado entonces al régimen con una condena moral?
"Es que desapareció gente..." Pero si hubo una guerra irregular, que era sucia porque la inició el extremismo de manera ilegal y subrepticia, formando un ejército clandestino. ELLOS declararon esa guerra. La casi totalidad de los desaparecidos se generó en esos primeros meses de guerra irregular. El Informe Rettig dice que, después, entre 1978 y 1990, desaparecieron sólo 23 personas, en doce años, por motivos políticos. ¿Sabe el arrepentido cuántas personas desaparecen en Chile cada año? Está en la página web de Carabineros. En 2006, por ejemplo, hubo 24 mil denuncias por "presunta desgracia"; y al final de ese año todavía 2.500 de esas -
+personas no había aparecido: 2.500 se perdieron ese solo año. ¿Y el "arrepentido" habría rasgado vestiduras, habría debido abandonar sus rentables ocupaciones en el Gobierno Militar, porque menos de dos personas al año no eran ubicadas, entre 1978 y 1990? ¿Y quién y cómo habría dicho él, entonces, que debía enfrentarse al terrorismo? Porque el MIR y el FPMR no fueron inventos de los militares... como tampoco lo fue el Plan Z, cuya autenticidad fue certificada por un adversario (ex-post) del Gobierno Militar, como el historiador Gonzalo Vial.
"¡Es que la tortura!" ¡Ah! El arrepentido culpa de ella a los militares y cierra filas con sus adversarios. ¿Y por qué, entonces, uno de los motivos por los cuales la Cámara pedía la intervención militar contra la UP eran las torturas de opositores políticos antes de 1973 por el gobierno? ¡Que el arrepentido lea el Acuerdo de la Cámara! Y que lea las acusaciones de cien abogados socialistas, en 1970, contra el gobierno de Frei Montalva, por las torturas sistemáticas de miristas. ¿Y quería entonces el arrepentido que el Gobierno Militar, enfrentado a veinte mil guerrilleros (Aylwin dixit), se dedicara a velar porque éstos fueran mucho mejor tratados en los interrogatorios que como el gobierno marxista y el DC trataban a sus propios presos políticos? ¿No era demasiado pedir en una emergencia como ésa?
¿Qué debería haber hecho, entonces, el arrepentido? Dado el carácter que hoy revela tener, lo mismo que otros que estaban muertos de miedo ante el inminente autogolpe comunista y entonces aplaudían y defendían a los militares: apenas derrotado el terrorismo, apenas pasado el susto, cambiarse de bando.
Bueno, ésa fue una vergüenza nacional y la historia --la que todavía no ha terminado de escribirse-- la dejará establecida como tal. Entonces, hoy la única superioridad moral que tiene el "arrepentido" sobre aquéllos es que se demoró 35 años más en darse vuelta la chaqueta. Valga para él ese reconocimiento.
miércoles, 20 de junio de 2012
Una Perfecta Fotografía del Chile Actual
Alguien se preguntará cómo es posible que la justicia haya demorado 38 años en comprobar que el general Bachelet falleció a causa de torturas recibidas en marzo de 1974.
Es que nunca se habían dado las condiciones para esta "tormenta perfecta": un gobernante como Sebastián Piñera, que designa y mantiene como Director del Servicio Médico Legal a un mirista activo (quien declaró paladinamente serlo ante la televisión, oportunidad en la cual incluyó, dicho sea de paso, una acusación falsa en mi contra); y un juez de izquierda dispuesto --como todos los de su clase-- a pasar por sobre las normas legales que le vedan conocer de hechos prescritos.
Entonces se da a conocer ahora, con amplia publicidad, que, fundado en un informe del Instituto Médico Legal, el juez da por acreditado que el general Bachelet falleció debido a las torturas recibidas en la Academia de Guerra, en marzo de 1974.
Pero he aquí lo que declaró al respecto un ex senador socialista, Eric Schnake, que estaba preso junto al general Bachelet cuando éste falleció: "Yo estaba con él cuando murió. ... Estuve detenido con el general Bachelet en la Academia de Guerra y después en la cárcel pública. Recuerdo que estábamos jugando un partido de básquetbol en la calle Los Aviadores (en la cárcel), cuando se sintió un poquito mal. Paramos el partido y Bachelet cayó al suelo. Entonces se lo llevaron a su celda y lo examinó rápidamente el doctor Yáñez, un viejo compañero mío del Liceo Manuel de Salas y médico de la FACH. Él pidió una ambulancia, porque pensó que se trataba de un infarto" (Entrevista en revista "Qué Pasa" de 26 de noviembre de 2006).
Bachelet tenía una condición cardíaca. Probablemente era congénita, porque un hijo suyo murió posteriormente, siendo muy joven y por la misma causa.
La verdad médica y testimonios objetivos hicieron imposible durante 38 años que la izquierda, sus abogados y la justicia de esa tendencia lograran el propósito de fabricar una "muerte por torturas" que no fue tal. Hasta que se dio la triple coincidencia actual, la "tormenta perfecta": un Presidente que pone a la cabeza del Instituto Médico Legal a un abierto y confeso militante del MIR y un juez de izquierda dispuesto a trasgredir los fundamentos básicos de la legislación penal.
La combinación perfecta de circuntancias para que la verdad histórica y judicial resulten derrotadas una vez más en Chile. Por eso es posible que, a 38 años de los hechos, una verdad pública y ampliamente conocida resulte desvirtuada por una triple coincidencia de trasgresión de los cánones de la medicina legal, de la legislación penal y del recto ejercicio del Poder Ejecutivo, a cargo de un gobernante elegido en aras de la promesa --formulada a los militares en retiro y reiteradamente incumplida-- de velar por la legalidad de los juicios.
Una perfecta fotografía del Chile actual.
Es que nunca se habían dado las condiciones para esta "tormenta perfecta": un gobernante como Sebastián Piñera, que designa y mantiene como Director del Servicio Médico Legal a un mirista activo (quien declaró paladinamente serlo ante la televisión, oportunidad en la cual incluyó, dicho sea de paso, una acusación falsa en mi contra); y un juez de izquierda dispuesto --como todos los de su clase-- a pasar por sobre las normas legales que le vedan conocer de hechos prescritos.
Entonces se da a conocer ahora, con amplia publicidad, que, fundado en un informe del Instituto Médico Legal, el juez da por acreditado que el general Bachelet falleció debido a las torturas recibidas en la Academia de Guerra, en marzo de 1974.
Pero he aquí lo que declaró al respecto un ex senador socialista, Eric Schnake, que estaba preso junto al general Bachelet cuando éste falleció: "Yo estaba con él cuando murió. ... Estuve detenido con el general Bachelet en la Academia de Guerra y después en la cárcel pública. Recuerdo que estábamos jugando un partido de básquetbol en la calle Los Aviadores (en la cárcel), cuando se sintió un poquito mal. Paramos el partido y Bachelet cayó al suelo. Entonces se lo llevaron a su celda y lo examinó rápidamente el doctor Yáñez, un viejo compañero mío del Liceo Manuel de Salas y médico de la FACH. Él pidió una ambulancia, porque pensó que se trataba de un infarto" (Entrevista en revista "Qué Pasa" de 26 de noviembre de 2006).
Bachelet tenía una condición cardíaca. Probablemente era congénita, porque un hijo suyo murió posteriormente, siendo muy joven y por la misma causa.
La verdad médica y testimonios objetivos hicieron imposible durante 38 años que la izquierda, sus abogados y la justicia de esa tendencia lograran el propósito de fabricar una "muerte por torturas" que no fue tal. Hasta que se dio la triple coincidencia actual, la "tormenta perfecta": un Presidente que pone a la cabeza del Instituto Médico Legal a un abierto y confeso militante del MIR y un juez de izquierda dispuesto a trasgredir los fundamentos básicos de la legislación penal.
La combinación perfecta de circuntancias para que la verdad histórica y judicial resulten derrotadas una vez más en Chile. Por eso es posible que, a 38 años de los hechos, una verdad pública y ampliamente conocida resulte desvirtuada por una triple coincidencia de trasgresión de los cánones de la medicina legal, de la legislación penal y del recto ejercicio del Poder Ejecutivo, a cargo de un gobernante elegido en aras de la promesa --formulada a los militares en retiro y reiteradamente incumplida-- de velar por la legalidad de los juicios.
Una perfecta fotografía del Chile actual.
lunes, 18 de junio de 2012
¿Cuánto Irá del Arrepentimiento al Derrumbe?
Que un caracterizado "coronel" UDI haya mandado al cuerno lo que hasta ayer defendió y, adoptando el idioma de la izquierda (junto con cerrar filas con ella) haya acusado al Gobierno Militar de "brutales violaciones a los derechos humanos", tiene que haber suscitado una reunión extraordinaria del Comité Central comunista para aprobar un voto de autocongratulación "debido a lo bien que lo estamos haciendo".
Hasta hace un par de días parecía sólo otra "vuelta de chaqueta" de un derechista en busca de aplausos del otro lado, algo no del todo infrecuente, por desgracia. La directiva del partido hizo una declaración "pro forma": era una opinión personal, dijo. Entonces un baluarte de la UDI (sí, todavía quedan) el columnista Gonzalo Rojas, puso las cosas en su lugar y dejó al, a esas alturas "ex coronel", al desnudo y degradado al rango de "cabo a punto de desertar". ¡Menos mal!
Pero entonces vinieron el apoyo de Lavín al arrepentido, que todos acogieron con un "bueno, ya, por supuesto, es Lavín"; y las cartas al diario del propio Chadwick y de la ex diputada Marcela Cubillos. "Claro", se dijeron muchos, "comprendemos las circunstancias de ella". Pero ella dijo algo nuevo y grave: trasladó de manera gratuita a Jaime Guzmán al bando suyo y de Chadwick.
Si todo hubiera terminado ahí tal vez nada más babría pasado, y la UDI habría quedado sólo otro poco peor, pero entonces salieron en "El Mercurio" las cuatro líneas de Julio Dittborn, otro "coronel" UDI... o cuasi: se sentía, decía, orgulloso de estar en un partido que profesaba los valores defendidos por Andrés Chadwick y Marcela Cubillos.
Entonces ahí sí que "the shit hit the fan" (es grosero, pero descriptivo, y en inglés suena menos vulgar que en castellano): hoy me llegó por mail copia de la renuncia a la UDI de un destacado y activo dirigente de Osorno. Y en "El Mercurio" aparece la carta del ex dirigente Pedro Lea-Plaza, pidiéndole a la directiva que se pronuncie sobre tantos "arrepentimientos", porque si no él va a considerar el suyo.
La UDI era el único partido con ciertos principios y valores sólidos que venía quedando. No demasiado firmes, con todo. Mal que mal, está en el gobierno de Piñera, algo antinómico con la defensa de valores sólidos. Y el mismo ministro Chadwick había corrido al Congreso días atrás, tras desaprobar todo homenaje a Pinochet, a hacer un agregado facilitador de la unión homosexual al proyecto antidiscriminación.
A estas alturas no parece fácil detener el derrumbe. ¿Ha devenido la UDI, entonces, en el partido de los "arrepentidos" que vocean eslóganes de los adversarios, o seguirá siendo el único que defiende verdades y valores y que antepone la verdad histórica a la "versión oficial" tipo "Museo de la Memoria"?
Militan en ella profesionales y académicos como Gonzalo Rojas, Jorge Reyes o Sergio García Valdés; y parlamentarios y dirigentes como Jovino Novoa o el propio Patricio Melero (todavía firme, parece, hasta ahora). No me atrevo a nombrar a ninguno más por no estar seguro. ¿Harán aquéllos prevalecer los principios y la historia o serán barridos por "los arrepentidos"?
Hasta hace un par de días parecía sólo otra "vuelta de chaqueta" de un derechista en busca de aplausos del otro lado, algo no del todo infrecuente, por desgracia. La directiva del partido hizo una declaración "pro forma": era una opinión personal, dijo. Entonces un baluarte de la UDI (sí, todavía quedan) el columnista Gonzalo Rojas, puso las cosas en su lugar y dejó al, a esas alturas "ex coronel", al desnudo y degradado al rango de "cabo a punto de desertar". ¡Menos mal!
Pero entonces vinieron el apoyo de Lavín al arrepentido, que todos acogieron con un "bueno, ya, por supuesto, es Lavín"; y las cartas al diario del propio Chadwick y de la ex diputada Marcela Cubillos. "Claro", se dijeron muchos, "comprendemos las circunstancias de ella". Pero ella dijo algo nuevo y grave: trasladó de manera gratuita a Jaime Guzmán al bando suyo y de Chadwick.
Si todo hubiera terminado ahí tal vez nada más babría pasado, y la UDI habría quedado sólo otro poco peor, pero entonces salieron en "El Mercurio" las cuatro líneas de Julio Dittborn, otro "coronel" UDI... o cuasi: se sentía, decía, orgulloso de estar en un partido que profesaba los valores defendidos por Andrés Chadwick y Marcela Cubillos.
Entonces ahí sí que "the shit hit the fan" (es grosero, pero descriptivo, y en inglés suena menos vulgar que en castellano): hoy me llegó por mail copia de la renuncia a la UDI de un destacado y activo dirigente de Osorno. Y en "El Mercurio" aparece la carta del ex dirigente Pedro Lea-Plaza, pidiéndole a la directiva que se pronuncie sobre tantos "arrepentimientos", porque si no él va a considerar el suyo.
La UDI era el único partido con ciertos principios y valores sólidos que venía quedando. No demasiado firmes, con todo. Mal que mal, está en el gobierno de Piñera, algo antinómico con la defensa de valores sólidos. Y el mismo ministro Chadwick había corrido al Congreso días atrás, tras desaprobar todo homenaje a Pinochet, a hacer un agregado facilitador de la unión homosexual al proyecto antidiscriminación.
A estas alturas no parece fácil detener el derrumbe. ¿Ha devenido la UDI, entonces, en el partido de los "arrepentidos" que vocean eslóganes de los adversarios, o seguirá siendo el único que defiende verdades y valores y que antepone la verdad histórica a la "versión oficial" tipo "Museo de la Memoria"?
Militan en ella profesionales y académicos como Gonzalo Rojas, Jorge Reyes o Sergio García Valdés; y parlamentarios y dirigentes como Jovino Novoa o el propio Patricio Melero (todavía firme, parece, hasta ahora). No me atrevo a nombrar a ninguno más por no estar seguro. ¿Harán aquéllos prevalecer los principios y la historia o serán barridos por "los arrepentidos"?
domingo, 17 de junio de 2012
Un Gobierno Increíble
Ayer vi en TV que una delegación de Carabineros, encabezada por el Ministro del Interior, visitó al NYPD (Departamento de Policía de Nueva York), para interiorizarse de las medidas que han permitido una gran disminución de los delitos en ese estado. Esa política fue denominada "Tolerancia Cero" por su creador, el gobernador republicano Rudi Giuliani.
Los carabineros chilenos se veían bien, ordenados, discretos, disciplinados en sus desplazamientos. El Ministro del Interior se mostraba muy interesado por esas políticas tan eficaces. Saludos, abrazos, apretones de manos. El pobre telespectador desprevenido debe haber pensado: "¡Qué bueno que se incorporen técnicas y conocimientos nuevos a la lucha contra el delito!".
"Tolerancia Cero", en Nueva York, significa que al que pillan cometiendo la menor infracción le caen duro y los tribunales inmediatamente le imponen una sanción. ¿Alguien cree que un sistema semejante puede implantarse en Chile? ¿A qué fueron a Nueva York? Si el problema es de falta de decisión de hacer respetar el orden público.
El domingo pasado, a pocas cuadras de La Moneda, centenares de individuos reclutados por las Juventudes Comunistas (mediante pago de $35.000), perpetraron los siguientes delitos: 1) Agresiones de pies y puños contra transeúntes que intentaran acercarse al teatro Caupolicán, en calle San Diego, resultando numerosos lesionados; 2) Apedreamiento de vehículos en las calles; 3) Destrucción de mobiliario urbano (letreros, bancos, depósitos de basura, rejas y jardines públicos); 4) Destrucción y saqueo de locales comerciales, en particular de una automotora en la cual decenas de autos flamantes fueron vandalizados y parcialmente destruidos, con enormes pérdidas económicas; 5) Provocación de lesiones a cinco carabineros que procuraron contener a los delincuentes.
Finalmente, ¡ninguno de éstos quedó detenido ni ha sido procesado por los numerosos delitos cometidos! ¿Tolerancia cero? Ni por asomo. Sí, en cambio, abogados comunistas han interpuesto querellas para que se sancione a carabineros que enfrentaron a los vándalos.
¿Qué sentido tiene que el Ministro Hinzpeter viaje a Nueva York con una numerosa delegación a aprender las técnicas policiales que acá, por expresas instrucciones suyas, no se admite practicar? Pues existe la política opuesta, es decir, "Complacencia Máxima", frente a los delitos, desmanes, atropellos y abusos cometidos en el ámbito público.
¿A qué dedica entonces el Ministro del Interior el amplio equipo de "abogados de derechos humanos" que mantiene? A perseguir ex uniformados por delitos prescritos, amnistiados y muchas veces ya juzgados, que se cometieron hace casi cuarenta años. La última gestión de los abogados de Interior consistió en obtener de la Sala Penal de la Corte Suprema, el agravamiento de la condena a tres oficiales de la Armada, uno de Carabineros y un detective, por hechos ocurridos hace 38 años, en los cuales los tribunales de primera y segunda instancia les habian aplicado la pena remitida (se cumple en libertad) de 541 días de presidio. La apelación de Interior fue exitosa, y cada uno de los oficiales deberá entrar ahora a cumpuir cinco años y un día de presidio efectivo.
Es decir, dedica a sus profesionales a hacer todo lo contrario de la promesa del candidato Sebastián Piñera a los uniformados (r). Bajo el anterior gobierno de la Concertación las causas contra uniformados (r) sumaban unas 300 en total; bajo el actual ya pasan de mil.
Pues he aquí, textual, lo que el candidato Piñera prometió a los uniformados (r) cuando les solicitó sus votos en 2009:
"En mi administración se terminará con la discriminación que afecta, en los tribunales, al personal uniformado... A los tribunales se les va a pedir, de acuerdo a nuestra legislación, la correcta aplicación de los tratados internacionales y el principio de prescripción de los delitos. Si se aplican tratados internacionales que no son leyes en Chile, ¡no hay juicio justo." Señaló a continuación: “Se demandará a los tribunales aplicar lo que es esencia, lo que garantiza un verdadero Estado de Derecho. La justicia tiene que ser aplicada en forma equitativa, y los principios de la justicia como el debido proceso, como las normas de prescripción, como la imparcialidad de los tribunales, como la presunción de inocencia, como la oportunidad en que la justicia debe ser aplicada; debe aplicarse a todos los chilenos sin ninguna distinción.”
Su gobierno hace todo lo contrario de lo prometido.
¿Es o no el actual, entonces, un "Gobierno Increíble"?
Los carabineros chilenos se veían bien, ordenados, discretos, disciplinados en sus desplazamientos. El Ministro del Interior se mostraba muy interesado por esas políticas tan eficaces. Saludos, abrazos, apretones de manos. El pobre telespectador desprevenido debe haber pensado: "¡Qué bueno que se incorporen técnicas y conocimientos nuevos a la lucha contra el delito!".
"Tolerancia Cero", en Nueva York, significa que al que pillan cometiendo la menor infracción le caen duro y los tribunales inmediatamente le imponen una sanción. ¿Alguien cree que un sistema semejante puede implantarse en Chile? ¿A qué fueron a Nueva York? Si el problema es de falta de decisión de hacer respetar el orden público.
El domingo pasado, a pocas cuadras de La Moneda, centenares de individuos reclutados por las Juventudes Comunistas (mediante pago de $35.000), perpetraron los siguientes delitos: 1) Agresiones de pies y puños contra transeúntes que intentaran acercarse al teatro Caupolicán, en calle San Diego, resultando numerosos lesionados; 2) Apedreamiento de vehículos en las calles; 3) Destrucción de mobiliario urbano (letreros, bancos, depósitos de basura, rejas y jardines públicos); 4) Destrucción y saqueo de locales comerciales, en particular de una automotora en la cual decenas de autos flamantes fueron vandalizados y parcialmente destruidos, con enormes pérdidas económicas; 5) Provocación de lesiones a cinco carabineros que procuraron contener a los delincuentes.
Finalmente, ¡ninguno de éstos quedó detenido ni ha sido procesado por los numerosos delitos cometidos! ¿Tolerancia cero? Ni por asomo. Sí, en cambio, abogados comunistas han interpuesto querellas para que se sancione a carabineros que enfrentaron a los vándalos.
¿Qué sentido tiene que el Ministro Hinzpeter viaje a Nueva York con una numerosa delegación a aprender las técnicas policiales que acá, por expresas instrucciones suyas, no se admite practicar? Pues existe la política opuesta, es decir, "Complacencia Máxima", frente a los delitos, desmanes, atropellos y abusos cometidos en el ámbito público.
¿A qué dedica entonces el Ministro del Interior el amplio equipo de "abogados de derechos humanos" que mantiene? A perseguir ex uniformados por delitos prescritos, amnistiados y muchas veces ya juzgados, que se cometieron hace casi cuarenta años. La última gestión de los abogados de Interior consistió en obtener de la Sala Penal de la Corte Suprema, el agravamiento de la condena a tres oficiales de la Armada, uno de Carabineros y un detective, por hechos ocurridos hace 38 años, en los cuales los tribunales de primera y segunda instancia les habian aplicado la pena remitida (se cumple en libertad) de 541 días de presidio. La apelación de Interior fue exitosa, y cada uno de los oficiales deberá entrar ahora a cumpuir cinco años y un día de presidio efectivo.
Es decir, dedica a sus profesionales a hacer todo lo contrario de la promesa del candidato Sebastián Piñera a los uniformados (r). Bajo el anterior gobierno de la Concertación las causas contra uniformados (r) sumaban unas 300 en total; bajo el actual ya pasan de mil.
Pues he aquí, textual, lo que el candidato Piñera prometió a los uniformados (r) cuando les solicitó sus votos en 2009:
"En mi administración se terminará con la discriminación que afecta, en los tribunales, al personal uniformado... A los tribunales se les va a pedir, de acuerdo a nuestra legislación, la correcta aplicación de los tratados internacionales y el principio de prescripción de los delitos. Si se aplican tratados internacionales que no son leyes en Chile, ¡no hay juicio justo." Señaló a continuación: “Se demandará a los tribunales aplicar lo que es esencia, lo que garantiza un verdadero Estado de Derecho. La justicia tiene que ser aplicada en forma equitativa, y los principios de la justicia como el debido proceso, como las normas de prescripción, como la imparcialidad de los tribunales, como la presunción de inocencia, como la oportunidad en que la justicia debe ser aplicada; debe aplicarse a todos los chilenos sin ninguna distinción.”
Su gobierno hace todo lo contrario de lo prometido.
¿Es o no el actual, entonces, un "Gobierno Increíble"?
sábado, 16 de junio de 2012
No Nos Perdamos en la Polvareda
¿Le ha oído alguien decir alguna palabra al Presidente o a su (estremecido-por-el-arrepentimiento) ministro-vocero, sobre las miles de "brutales violaciones a los derechos humanos" que se estaban produciendo, a vista y paciencia de la autoridad interior, a cuatro cuadras de La Moneda el domingo 10, y que quedaron completamente impunes?
¿Quiénes las perpetraban? Los que lo han hecho siempre en todo el mundo: los comunistas. Es decir, en el Chile actual (un país tan particular) ¡las propias "víctimas"! Pues ellas habían convocado a una funa violenta, ese domingo, contra la exhibición del documental "Pinochet". (Acá se puede convocar públicamente y sin problemas a una actividad ilícita).
La señora Eugenia Aguilar Soto, presidenta de la Fundación Pinochet de Ñuble, había llegado a la Estación Central a las 9.30 y creyó que tenía derecho a bajarse del metro frente a San Diego y a caminar hacia el teatro Caupolicán, llevando un distintivo. Pero hordas de sujetos violentos la atacaron, golpearon y lanzaron al suelo. Carabineros lograron rescatarla apenas y detuvieron a uno de los violadores de sus derechos humanos, quien resultó ser ¡un profesor del Hogar de Cristo!. Éste les manifestó que había recibido $35.000 por participar en la funa.
Maltrecha y golpeada, la señora Eugenia logró finalmente reanudar su camino y llegar al teatro. Calculó que había cuatro mil personas. (Se preguntó, después, por qué la prensa hablaba de mil. "Señora Eugenia ¿en qué país vive usted?")
Cuando, finalizado el acto, quiso salir del teatro, no pudo hacerlo. Los funadores otra vez habían violado su derecho humano al libre desplazamiento. Entonces Carabineros la escoltó hasta una calle cercana. Pero ahí de nuevo fue atacada por "las víctimas", que la lanzaron al suelo otra vez y, cuando intentaba levantarse, le reventaron entre los ojos un huevo crudo, un pedazo de cuya cáscara le quedó incrustado en el globo ocular. Viéndola en esa condición, un grupo de jóvenes concurrentes al acto la auxilió. Finalmente pudo encontrarse con una hija que se preocupó de sus lesiones.
Muchos ciudadanos pacíficos fueron sometidos a similares torturas físicas y ataques violentos a mansalva ese día, a cuatro cuadras de La Moneda, por parte de encapuchados cuyas mochilas estaban cargadas con piedras. ¿No había inquietud en Palacio por estas "brutales violaciones a los derechos humanos" que tenían lugar casi bajo sus narices? No, el ministro-vocero ya tenía suficiente con los estertores provocados por su propio arrepentimiento por hechos de treinta o más años atrás, cuando fue uno de los 77 que juraron en Chacarillas no rendirse jamás, emulando a los de La Concepción. Claro... eran... son otros chilenos distintos a los de La Concepción... qué le vamos a hacer...
¿Y los abogados de Interior? ¿No se querellaron contra los flagrantes violadores de los derechos humanos de los transeúntes? Hinzpeter y Ubilla ¿no han siquiera dicho algo? No, pues; están en otra cosa: apelaron ante la Corte Suprema contra un fallo por hechos de hace 38 años que condenó a 541 días de presidio remitido a tres oficiales de la Armada, uno de Carabineros y un detective. Y tuvieron éxito: la Sala Penal, hoy más de izquierda que nunca, les subió la condena a cinco años y un día de presidio efectivo a los uniformados y el detective. ¿Así cumple Interior la promesa presidencial de hacer respetar la prescripción? Así.
En cuanto al principal ocupante de La Moneda y autor de dicha promesa ¿qué le importa a él ahora que se violen derechos humanos esenciales casi bajo sus mismos balcones? Ese domingo él estaba preocupado de otras cosas mucho más importantes que los derechos humanos de la señora Eugenia y similares. Estaba preocupado de su viaje a Los Cabos, México, al G-20; de la cobertura gráfica de cualquier encuentro suyo con gente importante, Merkel, en lo posible. Si no, el español ¿Rajoy, se llama?, si bien es demasiado alto; y, bueno, entonces hasta serviría Hollande, que es chico. Claro que, para evitar lo del año pasado en Río, esta vez tendrá que cuidarse de que las cámaras no lo sorprendan rondando indisimuladamente a Obama y extrayéndole, poco menos que a la fuerza, un apretón de manos. Eso fue ridículo y quedó consignado como otra "piñericosa" más. Ahora hay que tener cuidado.
Y de México se irá a Brasil, al Río+20. Piensa llevarse a extranjeros importantes en el avión. ¿Qué tal una mini-cumbre en el aire, en avión chileno y presidida por él? Eso hará muy buenas fotos. Que la avanzada esté lista para sacarles el máximo provecho...
¿Violaciones a los derechos humanos al lado de La Moneda? ¿Quién está hablando de eso? ¿Alguien ha visto siquiera un editorial en algún diario sobre el tema? Por favor, no nos quedemos en el pasado, no nos perdamos en la polvareda.
¿Quiénes las perpetraban? Los que lo han hecho siempre en todo el mundo: los comunistas. Es decir, en el Chile actual (un país tan particular) ¡las propias "víctimas"! Pues ellas habían convocado a una funa violenta, ese domingo, contra la exhibición del documental "Pinochet". (Acá se puede convocar públicamente y sin problemas a una actividad ilícita).
La señora Eugenia Aguilar Soto, presidenta de la Fundación Pinochet de Ñuble, había llegado a la Estación Central a las 9.30 y creyó que tenía derecho a bajarse del metro frente a San Diego y a caminar hacia el teatro Caupolicán, llevando un distintivo. Pero hordas de sujetos violentos la atacaron, golpearon y lanzaron al suelo. Carabineros lograron rescatarla apenas y detuvieron a uno de los violadores de sus derechos humanos, quien resultó ser ¡un profesor del Hogar de Cristo!. Éste les manifestó que había recibido $35.000 por participar en la funa.
Maltrecha y golpeada, la señora Eugenia logró finalmente reanudar su camino y llegar al teatro. Calculó que había cuatro mil personas. (Se preguntó, después, por qué la prensa hablaba de mil. "Señora Eugenia ¿en qué país vive usted?")
Cuando, finalizado el acto, quiso salir del teatro, no pudo hacerlo. Los funadores otra vez habían violado su derecho humano al libre desplazamiento. Entonces Carabineros la escoltó hasta una calle cercana. Pero ahí de nuevo fue atacada por "las víctimas", que la lanzaron al suelo otra vez y, cuando intentaba levantarse, le reventaron entre los ojos un huevo crudo, un pedazo de cuya cáscara le quedó incrustado en el globo ocular. Viéndola en esa condición, un grupo de jóvenes concurrentes al acto la auxilió. Finalmente pudo encontrarse con una hija que se preocupó de sus lesiones.
Muchos ciudadanos pacíficos fueron sometidos a similares torturas físicas y ataques violentos a mansalva ese día, a cuatro cuadras de La Moneda, por parte de encapuchados cuyas mochilas estaban cargadas con piedras. ¿No había inquietud en Palacio por estas "brutales violaciones a los derechos humanos" que tenían lugar casi bajo sus narices? No, el ministro-vocero ya tenía suficiente con los estertores provocados por su propio arrepentimiento por hechos de treinta o más años atrás, cuando fue uno de los 77 que juraron en Chacarillas no rendirse jamás, emulando a los de La Concepción. Claro... eran... son otros chilenos distintos a los de La Concepción... qué le vamos a hacer...
¿Y los abogados de Interior? ¿No se querellaron contra los flagrantes violadores de los derechos humanos de los transeúntes? Hinzpeter y Ubilla ¿no han siquiera dicho algo? No, pues; están en otra cosa: apelaron ante la Corte Suprema contra un fallo por hechos de hace 38 años que condenó a 541 días de presidio remitido a tres oficiales de la Armada, uno de Carabineros y un detective. Y tuvieron éxito: la Sala Penal, hoy más de izquierda que nunca, les subió la condena a cinco años y un día de presidio efectivo a los uniformados y el detective. ¿Así cumple Interior la promesa presidencial de hacer respetar la prescripción? Así.
En cuanto al principal ocupante de La Moneda y autor de dicha promesa ¿qué le importa a él ahora que se violen derechos humanos esenciales casi bajo sus mismos balcones? Ese domingo él estaba preocupado de otras cosas mucho más importantes que los derechos humanos de la señora Eugenia y similares. Estaba preocupado de su viaje a Los Cabos, México, al G-20; de la cobertura gráfica de cualquier encuentro suyo con gente importante, Merkel, en lo posible. Si no, el español ¿Rajoy, se llama?, si bien es demasiado alto; y, bueno, entonces hasta serviría Hollande, que es chico. Claro que, para evitar lo del año pasado en Río, esta vez tendrá que cuidarse de que las cámaras no lo sorprendan rondando indisimuladamente a Obama y extrayéndole, poco menos que a la fuerza, un apretón de manos. Eso fue ridículo y quedó consignado como otra "piñericosa" más. Ahora hay que tener cuidado.
Y de México se irá a Brasil, al Río+20. Piensa llevarse a extranjeros importantes en el avión. ¿Qué tal una mini-cumbre en el aire, en avión chileno y presidida por él? Eso hará muy buenas fotos. Que la avanzada esté lista para sacarles el máximo provecho...
¿Violaciones a los derechos humanos al lado de La Moneda? ¿Quién está hablando de eso? ¿Alguien ha visto siquiera un editorial en algún diario sobre el tema? Por favor, no nos quedemos en el pasado, no nos perdamos en la polvareda.
viernes, 15 de junio de 2012
Derecha Transida de Dolor
Tras el giro copernicano de uno de los 77 "leales hasta la muerte" que juraron en Chacarillas hace 34 años, ha surgido una nueva escisión en la derecha, constituida ahora por un sector de ella "transido de dolor" por el tratamiento recibido por los extremistas a manos del régimen militar.
El relato de horrores que ha hecho suyo esta "derecha transida de dolor" no le va en zaga a los que escenifican las mujeres oficialmente personificadoras de las "víctimas", Mireya y Lorena, en nuestro país, mujeres que, si te pillaban el domingo cerca de las once encaminando tus pasos al teatro Caupolicán y tenías aspecto de sujeto que se cambia de camisa todos los días, bien podía significarte "ir a parar a la posta", salvo que fueras muy bueno para correr.
Pues las "víctimas", no se andan con chicas y, no contentas con recibir pensiones, indemnizaciones y salud y educación gratuitas para ellas y sus hijos por más de doscientos millones de dólares anuales, a título de compensación por habérseles impedido el ejercicio de su derecho a consumar un golpe totalitario, no soportan la idea de que alguien pueda exhibir pruebas, en el Chile actual, de que ellas y sus partidos y movimientos iban a esclavizarnos a todos los chilenos, como claramente el domingo aparecieron testimoniando en el documental personajes para ellas tan calificados como Patricio Aylwin y Salvador Allende.
Entonces resulta que el giro copernicano de uno de los 77 de la fama ha sido defendido por este nuevo sector de la "derecha transida de dolor", que no le va en zaga a la Mireya o a la Lorena en las expresiones de horror por lo que los malvados militares hicieron a sujetos tan dignos de respeto como los miristas que dieron muerte a Carol Urzúa (bueno, éstos quedaron libres pronto, bajo la protección del Vaticano) o al teniente Carevic o al mayor Roger Vergara o al teniente Zegers; o los frentistas que sacaron de este mundo a Simón Yévenes o a Jaime Guzmán. Al contrario, esta nueva "derecha transida de dolor" pretende presentar ahora al asesinado senador como en actitud benigna y compasiva hacia el terrorismo extremista. ¡Increíble, cuando justamente éste lo ejecutó por haber él votado en el Congreso públicamente contra el otorgamiento de la facultad al Presidente Aylwin de indultar a terroristas!
Luego, esta "nueva derecha", no parece condolerse en lo más mínimo de la ejecución de Guzmán, ni encontrar consuelo para su insondable pena por el sufrimiento extremista en la liberalidad con que Aylwin ejerció su factultad de perdonar a autores de delitos sangrientos, junto con propiciar que los jueces no pudieran aplicar la amnistía a militares sino hasta la sentencia de término (cosa que tampoco hicieron, finalmente, en las sentencias de término), consagrando el atroz doble estándar que persiste en la sociedad chilena y que el actual gobernante, digno continuador de Aylwin, ha acentuado.
La nueva "derecha transida de dolor" por la suerte sufrida por los 903 terroristas indultados y hoy libres y por el par de miles de caídos en el conato totalitario no reserva, sin embargo, ni media lágrima para los centenares de uniformados víctimas del terrorismo ni para el millar de ellos hoy ilegalmente procesados o presos por haber cumplido exitosamente su misión de salvación nacional.
¡Oh, derecha, qué mal pagas a quienes lo dieron todo por defender tu vida, tu libertad y, "last but not least", tus bienes!
El relato de horrores que ha hecho suyo esta "derecha transida de dolor" no le va en zaga a los que escenifican las mujeres oficialmente personificadoras de las "víctimas", Mireya y Lorena, en nuestro país, mujeres que, si te pillaban el domingo cerca de las once encaminando tus pasos al teatro Caupolicán y tenías aspecto de sujeto que se cambia de camisa todos los días, bien podía significarte "ir a parar a la posta", salvo que fueras muy bueno para correr.
Pues las "víctimas", no se andan con chicas y, no contentas con recibir pensiones, indemnizaciones y salud y educación gratuitas para ellas y sus hijos por más de doscientos millones de dólares anuales, a título de compensación por habérseles impedido el ejercicio de su derecho a consumar un golpe totalitario, no soportan la idea de que alguien pueda exhibir pruebas, en el Chile actual, de que ellas y sus partidos y movimientos iban a esclavizarnos a todos los chilenos, como claramente el domingo aparecieron testimoniando en el documental personajes para ellas tan calificados como Patricio Aylwin y Salvador Allende.
Entonces resulta que el giro copernicano de uno de los 77 de la fama ha sido defendido por este nuevo sector de la "derecha transida de dolor", que no le va en zaga a la Mireya o a la Lorena en las expresiones de horror por lo que los malvados militares hicieron a sujetos tan dignos de respeto como los miristas que dieron muerte a Carol Urzúa (bueno, éstos quedaron libres pronto, bajo la protección del Vaticano) o al teniente Carevic o al mayor Roger Vergara o al teniente Zegers; o los frentistas que sacaron de este mundo a Simón Yévenes o a Jaime Guzmán. Al contrario, esta nueva "derecha transida de dolor" pretende presentar ahora al asesinado senador como en actitud benigna y compasiva hacia el terrorismo extremista. ¡Increíble, cuando justamente éste lo ejecutó por haber él votado en el Congreso públicamente contra el otorgamiento de la facultad al Presidente Aylwin de indultar a terroristas!
Luego, esta "nueva derecha", no parece condolerse en lo más mínimo de la ejecución de Guzmán, ni encontrar consuelo para su insondable pena por el sufrimiento extremista en la liberalidad con que Aylwin ejerció su factultad de perdonar a autores de delitos sangrientos, junto con propiciar que los jueces no pudieran aplicar la amnistía a militares sino hasta la sentencia de término (cosa que tampoco hicieron, finalmente, en las sentencias de término), consagrando el atroz doble estándar que persiste en la sociedad chilena y que el actual gobernante, digno continuador de Aylwin, ha acentuado.
La nueva "derecha transida de dolor" por la suerte sufrida por los 903 terroristas indultados y hoy libres y por el par de miles de caídos en el conato totalitario no reserva, sin embargo, ni media lágrima para los centenares de uniformados víctimas del terrorismo ni para el millar de ellos hoy ilegalmente procesados o presos por haber cumplido exitosamente su misión de salvación nacional.
¡Oh, derecha, qué mal pagas a quienes lo dieron todo por defender tu vida, tu libertad y, "last but not least", tus bienes!
jueves, 14 de junio de 2012
Lo que Documentó el Documental
No parecía que pudiera ser, pero así es. Chile ya no será el mismo después del Documental. Y lo más paradójico es que se lo debemos a los más perjudicados con él, los marxistas.
Si ellos no hubieran hecho el menor caso de la exhibición de esta película, una vez más habríamos concurrido los quinientos o mil adherentes de costumbre a verla, como tantas veces lo hemos hecho en estas décadas, en medio de la indiferencia general; habríamos corroborado el silenciamiento del evento por "la gran prensa"; yo ni siquiera habría tenido que conseguir permiso en la casa para asistir y en la noche del domingo nadie habría siquiera comentado en la TV el asunto.
Pero, como "el odio es más fuerte", los de la doctrina que lo profesa no pudieron resistir la tentación de manifestarlo, de herir a otros, de perseguir a pacíficos espectadores a pedradas y de ocasionar grandes daños, porque la secuela del odio es siempre el daño a lo ajeno, al país (pues a ellos el país les es ajeno).
De modo que, gracias al odio, "los medios" no tuvieron más remedio que volver la mirada hacia el Documental, y en él encontraron dos gigantescas sorpresas: la primera, a un Patricio Aylwin diciendo que la Unidad Popular había formado un verdadero ejército paralelo, de miles de irregulares armados y más diez mil llegados del extranjero, con capacidad de desafiar a las fuerzas armadas regulares; y que mediante él la UP se proponía tomar la totalidad del poder para consumar una revolución comunista; y la segunda, a un Salvador Allende corroborando lo anterior y diciéndole a Regis Debray que él se proponía establecer un "régimen socialista marxista total" y refiriéndose a la inevitabilidad del enfrentamiento armado para el "derrocamiento de la democracia burguesa".
Esos dos testimonios cambiarán por completo el panorama de opinión en Chile. Tarde o temprano pasarán a ser de "común conocimiento". ¿Cómo alguien podría volver a decir, entonces, que el de Allende era un gobierno democrático y constitucional, si lo que se proponía era destruir la democracia y consagrar el partido único? ¿Cómo alguien podría denegar el derecho al uso de la fuerza por parte de las fuerzas armadas regulares, si estaban amenazadas por un ejército paralelo de veinte mil o más hombres bien armados?
¿Alguien puede sostener que el golpe fue injustificado?
La tarde del domingo pasado cambió el clima de opinión en Chile. Será un proceso paulatino, pero incontenible. La verdad ha comenzado a abrirse paso, gracias a los cultivadores de la mentira y del odio.
Si ellos no hubieran hecho el menor caso de la exhibición de esta película, una vez más habríamos concurrido los quinientos o mil adherentes de costumbre a verla, como tantas veces lo hemos hecho en estas décadas, en medio de la indiferencia general; habríamos corroborado el silenciamiento del evento por "la gran prensa"; yo ni siquiera habría tenido que conseguir permiso en la casa para asistir y en la noche del domingo nadie habría siquiera comentado en la TV el asunto.
Pero, como "el odio es más fuerte", los de la doctrina que lo profesa no pudieron resistir la tentación de manifestarlo, de herir a otros, de perseguir a pacíficos espectadores a pedradas y de ocasionar grandes daños, porque la secuela del odio es siempre el daño a lo ajeno, al país (pues a ellos el país les es ajeno).
De modo que, gracias al odio, "los medios" no tuvieron más remedio que volver la mirada hacia el Documental, y en él encontraron dos gigantescas sorpresas: la primera, a un Patricio Aylwin diciendo que la Unidad Popular había formado un verdadero ejército paralelo, de miles de irregulares armados y más diez mil llegados del extranjero, con capacidad de desafiar a las fuerzas armadas regulares; y que mediante él la UP se proponía tomar la totalidad del poder para consumar una revolución comunista; y la segunda, a un Salvador Allende corroborando lo anterior y diciéndole a Regis Debray que él se proponía establecer un "régimen socialista marxista total" y refiriéndose a la inevitabilidad del enfrentamiento armado para el "derrocamiento de la democracia burguesa".
Esos dos testimonios cambiarán por completo el panorama de opinión en Chile. Tarde o temprano pasarán a ser de "común conocimiento". ¿Cómo alguien podría volver a decir, entonces, que el de Allende era un gobierno democrático y constitucional, si lo que se proponía era destruir la democracia y consagrar el partido único? ¿Cómo alguien podría denegar el derecho al uso de la fuerza por parte de las fuerzas armadas regulares, si estaban amenazadas por un ejército paralelo de veinte mil o más hombres bien armados?
¿Alguien puede sostener que el golpe fue injustificado?
La tarde del domingo pasado cambió el clima de opinión en Chile. Será un proceso paulatino, pero incontenible. La verdad ha comenzado a abrirse paso, gracias a los cultivadores de la mentira y del odio.
lunes, 11 de junio de 2012
El Club de los que se Muerden la Lengua
Cuando el adversasio consigue que hables su idioma, estás perdido. Lo consiguió en el caso del ministro vocero. Después de 17 años de trabajar para el Gobierno Militar y de 22 años de gobiernos de la Concertación ¡recién se arrepintió de haber sido partidario del primero! Y no lo hizo en términos suaves, pues lo acusó de "brutales violaciones a los derechos humanos". Es decir, no sólo se cambió de bando, sino que adoptó el idioma del adversario. Por supuesto, sacó inmediatos aplausos de Osvaldo Andrade, Guillermo Teillier e Ignacio Walker.
Y también del "bacheletismo aliancista", pues el creador de sea lo que fuere eso, Joaquín Lavín, declaró: "En lo personal también hice esa reflexión hace ya varios años atrás y me siento interpretado por las palabras del ministro Chadwick".
Lavín, que supongo se habrá dado cuenta de su vertiginosa caída en las encuestas desde que se trasladó a la postura de los que nadie sabe dónde están (supongo que por tratar de subir en las encuestas) ha perdido otra oportunidad de quedarse callado ¡pues Chadwick se arrepintió de haberse arrepentido! Quien se excusa, se acusa: ahora "matizó" sus palabras, con algunas flores para el gobierno militar, pero repitió lo de las "brutales violaciones a los derechos humanos". Y éstas ¿cuándo se produjeron? Porque el 60 por ciento de las muertes '73-'90 tuvo lugar cuando Aylwin y Frei defendían al gobierno militar y la DC mandaba una representación a Europa para "explicarles" a los países civilizados que la verdad no era la voceada por el comunismo internacional. ¿Chadwick debería haber repudiado entonces a todos los DC? Por supuesto, no lo hizo. Y en esos meses (noviembre de 1973) Radomiro Tomic le fue a proponer al general Leigh un plan económico-social revolucionario. Tampoco le importaban "las brutales violaciones a los derechos humanos".
Golborne, que se está pareciendo cada vez más a los anteriores, también perdio la oportunidad de quedarse callado e hizo una declaración notable, que pasará al World Hall of Fame de las frases que no dicen nada: "Es relevante tener cierto grado de tolerancia, no con las acciones indebidas de violación a los derechos humanos, esa tolerancia no se puede tener jamás, sino con quienes pueden pensar distinto".
Ha surgido una luz en el horizonte.
Y también del "bacheletismo aliancista", pues el creador de sea lo que fuere eso, Joaquín Lavín, declaró: "En lo personal también hice esa reflexión hace ya varios años atrás y me siento interpretado por las palabras del ministro Chadwick".
Lavín, que supongo se habrá dado cuenta de su vertiginosa caída en las encuestas desde que se trasladó a la postura de los que nadie sabe dónde están (supongo que por tratar de subir en las encuestas) ha perdido otra oportunidad de quedarse callado ¡pues Chadwick se arrepintió de haberse arrepentido! Quien se excusa, se acusa: ahora "matizó" sus palabras, con algunas flores para el gobierno militar, pero repitió lo de las "brutales violaciones a los derechos humanos". Y éstas ¿cuándo se produjeron? Porque el 60 por ciento de las muertes '73-'90 tuvo lugar cuando Aylwin y Frei defendían al gobierno militar y la DC mandaba una representación a Europa para "explicarles" a los países civilizados que la verdad no era la voceada por el comunismo internacional. ¿Chadwick debería haber repudiado entonces a todos los DC? Por supuesto, no lo hizo. Y en esos meses (noviembre de 1973) Radomiro Tomic le fue a proponer al general Leigh un plan económico-social revolucionario. Tampoco le importaban "las brutales violaciones a los derechos humanos".
Golborne, que se está pareciendo cada vez más a los anteriores, también perdio la oportunidad de quedarse callado e hizo una declaración notable, que pasará al World Hall of Fame de las frases que no dicen nada: "Es relevante tener cierto grado de tolerancia, no con las acciones indebidas de violación a los derechos humanos, esa tolerancia no se puede tener jamás, sino con quienes pueden pensar distinto".
Ha surgido una luz en el horizonte.
viernes, 8 de junio de 2012
TRANSPARENTACIÓN DE UN ANTIHEROE
Siempre he admirado a Arturo Prat, y cuanto más sé de él, más lo admiro. Como él, siempre he estado dispuesto a morir por la Patria, pero, a diferencia suya, no estoy casado con una Carmela Carvajal, cónyuge resignada y sumisa, sino con María Soledad Vial, querendona pero autoritaria y que pone la vida del cónyuge, el matrimonio y la familia muy por sobre el superior interés de la Patria. En nombre de eso, cuando en 1989 fui candidato a senador, y aún siendo más sumisa que ahora, le hizo una manda a la Virgen para que yo no resultara elegido. Con la eficaz ayuda de Sebastián Piñera, Nuestra Señora accedió a posibilitarlo, en reconocimiento de lo cual María Soledad le levantó una gruta que mantiene desde entonces llena de flores y cirios de gratitud.
Ahora sucedió que alguien produjo en los Estados Unidos un documental titulado "Pinochet", revelador de aspectos de nuestra verdad histórica que la historia oficial chilena ha ocultado y hecho olvidar, como la circunstancia de que socialistas y comunistas se proponían hace 40 años tomar el poder por las armas, que tenían en abundancia; que Salvador Allende sumió al país en el caos económico y la violencia política; y que su gobierno de mil días fue un completo desastre, del cual nos rescató la Junta Militar, para devolverle 17 años después a la civilidad un país reconstruido, pacificado, próspero y democrático.
El comunismo y su entorno, que última y evidentemente mandan en Chile (no tengo espacio para probar esto ahora) se han propuesto impedir por la violencia que ese documental se exhiba el domingo a las 11 en el Teatro Caupolicán, violando todas las normas sobre libertad de expresión. Allá irán sus encapuchados a agredir a la concurrencia y tratar de impedir por la fuerza que tal documental se exhiba. Yo estaba dispuesto a arrostrarlo y asistir, cualquiera fuera el riesgo, y convoqué a amigos a hacerlo y les compré entradas. Por defender públicamente la libertad de expresión en este caso he sido frecuentemente entrevistado en estos días e invitado a programas de debate. Pero no estoy casado con una Carmela Carvajal sino con María Soledad Vial y ésta ha desplegado toda la autoridad que ha venido adquiriendo con los años sobre mí y la familia y ha opuesto un veto extremo y terminante a mi concurrencia al Caupolicán el domingo.
Yo me atrevería a ir y enfrentar a los encapuchados, pero no a desafiar a María Soledad ni a imponerle el sufrimiento que, dice ella, le generaría mi asistencia. Aparte de ello, ha conseguido el respaldo unánime de hijos, nietos, otros familiares y amigos. Entonces, finalmente, he retrocedido y no iré al Caupolicán el domingo. Por tanto, no seré héroe, sino antihéroe. Pero valga decir que gracias a decisiones como ésta hemos cumplido nuestras bodas de oro, que si no hubiera sido por la letra chica habitual de las promesas de Sebastián Piñera nos habrían granjeado el respectivo bono.
He puesto mi inasistencia a la exhibición en conocimiento de los entrevistadores que me han llamado y de un canal de TV que me invitó a su foro de la noche del domingo, pues evidentemente careceré del valor de testigo presencial de los hechos que van a ser noticia este domingo. Es muy diferente entrevistar a un combatiente callejero de la libertad de expresión que a un plumario o plumífero (a elección) que sólo la defiende desde su escritorio. Pero que, desertor y todo, sigue casado en buena armonía, cosa que el combatiente, según María Soledad, no habría podido conseguir.
No me enorgullezco de nada de lo anterior, pero por lo menos cumplo con ser transparente para revelar una realidad poco gloriosa. Ello me sitúa ciertamente al mismo nivel de casi todos los demás chilenos de derecha contemporáneos, tan distintos de los arrojados y valientes compatriotas del siglo XIX, simbolizados por Prat, Serrano, Carrera Pinto, Cruz Martínez, O'Higgins, Carrera y tantos otros compatriotas de coraje que sería tan largo enumerar como breve es la nómina de sus émulos de la actualidad.
A los de hoy nos calzaría muy bien la frase del escritor franquista español Muñoz Seca, en los años 30, momentos antes de ser fusilado por los izquierdistas republicanos: "Me podéis privar de todos mis derechos, pero hay algo que no me váis a poder quitar jamás: el miedo que tengo".
Ahora sucedió que alguien produjo en los Estados Unidos un documental titulado "Pinochet", revelador de aspectos de nuestra verdad histórica que la historia oficial chilena ha ocultado y hecho olvidar, como la circunstancia de que socialistas y comunistas se proponían hace 40 años tomar el poder por las armas, que tenían en abundancia; que Salvador Allende sumió al país en el caos económico y la violencia política; y que su gobierno de mil días fue un completo desastre, del cual nos rescató la Junta Militar, para devolverle 17 años después a la civilidad un país reconstruido, pacificado, próspero y democrático.
El comunismo y su entorno, que última y evidentemente mandan en Chile (no tengo espacio para probar esto ahora) se han propuesto impedir por la violencia que ese documental se exhiba el domingo a las 11 en el Teatro Caupolicán, violando todas las normas sobre libertad de expresión. Allá irán sus encapuchados a agredir a la concurrencia y tratar de impedir por la fuerza que tal documental se exhiba. Yo estaba dispuesto a arrostrarlo y asistir, cualquiera fuera el riesgo, y convoqué a amigos a hacerlo y les compré entradas. Por defender públicamente la libertad de expresión en este caso he sido frecuentemente entrevistado en estos días e invitado a programas de debate. Pero no estoy casado con una Carmela Carvajal sino con María Soledad Vial y ésta ha desplegado toda la autoridad que ha venido adquiriendo con los años sobre mí y la familia y ha opuesto un veto extremo y terminante a mi concurrencia al Caupolicán el domingo.
Yo me atrevería a ir y enfrentar a los encapuchados, pero no a desafiar a María Soledad ni a imponerle el sufrimiento que, dice ella, le generaría mi asistencia. Aparte de ello, ha conseguido el respaldo unánime de hijos, nietos, otros familiares y amigos. Entonces, finalmente, he retrocedido y no iré al Caupolicán el domingo. Por tanto, no seré héroe, sino antihéroe. Pero valga decir que gracias a decisiones como ésta hemos cumplido nuestras bodas de oro, que si no hubiera sido por la letra chica habitual de las promesas de Sebastián Piñera nos habrían granjeado el respectivo bono.
He puesto mi inasistencia a la exhibición en conocimiento de los entrevistadores que me han llamado y de un canal de TV que me invitó a su foro de la noche del domingo, pues evidentemente careceré del valor de testigo presencial de los hechos que van a ser noticia este domingo. Es muy diferente entrevistar a un combatiente callejero de la libertad de expresión que a un plumario o plumífero (a elección) que sólo la defiende desde su escritorio. Pero que, desertor y todo, sigue casado en buena armonía, cosa que el combatiente, según María Soledad, no habría podido conseguir.
No me enorgullezco de nada de lo anterior, pero por lo menos cumplo con ser transparente para revelar una realidad poco gloriosa. Ello me sitúa ciertamente al mismo nivel de casi todos los demás chilenos de derecha contemporáneos, tan distintos de los arrojados y valientes compatriotas del siglo XIX, simbolizados por Prat, Serrano, Carrera Pinto, Cruz Martínez, O'Higgins, Carrera y tantos otros compatriotas de coraje que sería tan largo enumerar como breve es la nómina de sus émulos de la actualidad.
A los de hoy nos calzaría muy bien la frase del escritor franquista español Muñoz Seca, en los años 30, momentos antes de ser fusilado por los izquierdistas republicanos: "Me podéis privar de todos mis derechos, pero hay algo que no me váis a poder quitar jamás: el miedo que tengo".
jueves, 7 de junio de 2012
GIRO COPERNICANO
La gente culta o que pretende fungir de tal llama "giro copernicano" a lo que los chilenos denominamos "vuelta de carnero", término que, como casi todo lo chileno, no es adecuado, porque el carnero después de la vuelta queda en la misma posición, y en cambio el protagonista del giro copernicano queda en una completamente distinta. Y así le ha sucedido al vocero de gobierno, Andrés Chadwick, quien ha dicho, hablando en primera persona del plural (para incluir, se supone, a su gobierno y su partido), respecto de la exhibición del documental "Pinochet": "No favorecemos ni colaboramos ni participamos ni somos partidarios de este tipo de homenajes".
Esto yo creo que completa el "giro copernicano", porque viene a situar a sus protagonistas en las antípodas de lo que concibió para la UDI su principal fundador, el senador Jaime Guzmán Errázuriz, asesinado en 1991 por el brazo armado del partido comunista, cuyo "encargado militar" era Guillermo Teillier, hoy diputado gracias a la DC y que se pasea por el país con el senador Ignacio Walker promoviendo la alianza electoral entre ambos.
Como es bien sabido, estos que mandan por la fuerza en el Chile actual, el comunismo y sus seguidores, han prohibido la exhibición, el domingo a las 11 horas en el Teatro Caupolicán, del documental "Pinochet", en el que aparecen escenas fílmicas como la de Patricio Aylwin aseverando que el gobierno de Allende amparaba milicias "poderosamente armadas" para llevar a cabo un autogolpe y establecer una dictadura comunista; o como la del mismo Allende declarándole a Regis Debray que él firmó el "Estatuto de Garantías" a la DC como una "necesidad táctica", pero que su propósito real era instaurar un régimen "marxista-leninista científico total" y que para eso era preciso "derrocar la democracia burguesa".
Esas cosas no pueden exhibirse en Chile, porque -dicen- debemos "cuidar la democracia" y hay un enemigo público oficial, Pinochet, y un salvador oficial de la Patria, Allende. Encabezan esta dignísima tarea de "cuidar la democracia" líderes "republicanos" (¡cómo les gusta usar esta palabra a los que querían hacer la revolución!; a quienes ya, por cierto, no les quedan en las manos huellas de sangre ni de los hierros que empuñaron ilo témpore). Hoy los mismos son los guardianes del "orden establecido" y estiman que constituye un atentado contra las libertades públicas exhibir testimonios documentales o fílmicos de que el movimiento encabezado por Pinochet en realidad salvó a la democracia precisamente de la dictadura de ellos y restituyó a la civilidad un país pacificado, próspero y convertido en la "joya más valiosa de la corona latinoamericana" (Bill Clinton, Santiago, 1991).
A quienes pretendan exhibir semejantes testimonios, los que hoy mandan en Chile, es decir, los comunistas y todas sus organizaciones de fachada, compañeros de ruta, tontos útiles y Kerenskys, les están advirtiendo que no lo hagan o serán castigados físicamente. Y el vocero del gobierno nominal ("pato cojo") que tenemos, y que es uno de los "coroneles" de la UDI, ha dejado muy claro que ellos (vocero, gobierno y UDI) "no favorecemos ni colaboramos ni participamos ni somos partidarios de este tipo de manifestaciones". Traduzco: "Óbrese según ordenan los comunistas".
Yo, ante todo eso, sólo me pregunto qué diría hoy Jaime Guzmán al respecto.
Esto yo creo que completa el "giro copernicano", porque viene a situar a sus protagonistas en las antípodas de lo que concibió para la UDI su principal fundador, el senador Jaime Guzmán Errázuriz, asesinado en 1991 por el brazo armado del partido comunista, cuyo "encargado militar" era Guillermo Teillier, hoy diputado gracias a la DC y que se pasea por el país con el senador Ignacio Walker promoviendo la alianza electoral entre ambos.
Como es bien sabido, estos que mandan por la fuerza en el Chile actual, el comunismo y sus seguidores, han prohibido la exhibición, el domingo a las 11 horas en el Teatro Caupolicán, del documental "Pinochet", en el que aparecen escenas fílmicas como la de Patricio Aylwin aseverando que el gobierno de Allende amparaba milicias "poderosamente armadas" para llevar a cabo un autogolpe y establecer una dictadura comunista; o como la del mismo Allende declarándole a Regis Debray que él firmó el "Estatuto de Garantías" a la DC como una "necesidad táctica", pero que su propósito real era instaurar un régimen "marxista-leninista científico total" y que para eso era preciso "derrocar la democracia burguesa".
Esas cosas no pueden exhibirse en Chile, porque -dicen- debemos "cuidar la democracia" y hay un enemigo público oficial, Pinochet, y un salvador oficial de la Patria, Allende. Encabezan esta dignísima tarea de "cuidar la democracia" líderes "republicanos" (¡cómo les gusta usar esta palabra a los que querían hacer la revolución!; a quienes ya, por cierto, no les quedan en las manos huellas de sangre ni de los hierros que empuñaron ilo témpore). Hoy los mismos son los guardianes del "orden establecido" y estiman que constituye un atentado contra las libertades públicas exhibir testimonios documentales o fílmicos de que el movimiento encabezado por Pinochet en realidad salvó a la democracia precisamente de la dictadura de ellos y restituyó a la civilidad un país pacificado, próspero y convertido en la "joya más valiosa de la corona latinoamericana" (Bill Clinton, Santiago, 1991).
A quienes pretendan exhibir semejantes testimonios, los que hoy mandan en Chile, es decir, los comunistas y todas sus organizaciones de fachada, compañeros de ruta, tontos útiles y Kerenskys, les están advirtiendo que no lo hagan o serán castigados físicamente. Y el vocero del gobierno nominal ("pato cojo") que tenemos, y que es uno de los "coroneles" de la UDI, ha dejado muy claro que ellos (vocero, gobierno y UDI) "no favorecemos ni colaboramos ni participamos ni somos partidarios de este tipo de manifestaciones". Traduzco: "Óbrese según ordenan los comunistas".
Yo, ante todo eso, sólo me pregunto qué diría hoy Jaime Guzmán al respecto.
martes, 5 de junio de 2012
SE CUMPLE EL PROGRAMA DE GOBIERNO
Como todos sabemos (o deberíamos saber), el programa de gobierno se centra en un solo propósito: hacer remontar al presidente en las encuestas. Luego, se cumplió en el último mes, porque en la encuesta Adimark Gfk él remontó siete puntos en su nivel de aprobación, pasando de 26 a 33 por ciento. Como el nivel de rechazo se mantuvo igual (58 por ciento) el apoyo vino de las personas que antes no opinaban o decían no saber qué responder.
Por lo tanto, el gobierno puede estar tranquilo, al menos hasta la próxima encuesta CEP, que el año pasado vino a echarle a perder las cosas.
En todo caso, esta mejoría produjo un importante efecto: la encuesta Adimark Gfk apareció destacada en la portada del diario. Cuando la aprobación cayó a 26 por ciento costaba mucho encontrar la información en algún rincón de páginas interiores.
La firma encuestadora atribuye el alza al Ingreso Ético Familiar y los bonos anunciados para los más pobres, a que los combustibles bajaron de precio en mayo y a que el presidente pidió perdón dos veces en su discurso del día 21.
Otros han observado que la mejoría puede deberse a que se ha confirmado que éste no es el "gobierno de los empresarios", pero eso no necesitaba de ninguna confirmación, porque nunca lo ha sido: éste es el gobierno de Sebastián Piñera y de nadie más. Supongo que a estas alturas eso está completamente claro.
Otra cosa que confirma la encuesta es el ranking de popularidad de los ministros, encabezado por enésima vez por la titular del Sernam, Carolina Schmidt, con 74 por ciento de aprobación. ¿Nadie se da cuenta de lo que esto significa? Pero ¿es que ya nadie recuerda que una cosa similar comenzó a pasar hace una década, cuando una ministra llamada Michelle Bachelet aparecía con la más alta aprobación y los "barones" socialistas miraban insistentemente para otro lado... hasta que debieron dejar de hacerlo? Bueno, yo pienso que es hora de que los "barones" de la derecha dejen de mirar para otro lado, porque tarde o temprano van a tener que dejar de hacerlo.
A propósito de lo mismo, hay algo más de cual Adimark Gfk no da cuenta, tal vez porque no estaba entre sus propósitos: en una encuesta presidencial publicada la semana pasada por "La Tercera" (hecha por el diario), apareció el candidato independiente Franco Parisi empatado en el cuarto lugar con Andrés Allamand, con seis por ciento, detrás de Bachelet, Golborne y Enríquez-Ominami, en ese orden. Luego, en la competencia de las candidaturas presidenciales están pasando cosas que este sondeo no recoge. Ni tampoco lo hacen los medios de comunicación.
En fin, hay otro detalle de la encuesta que no he visto mencionado por sus analistas: mientras el 25 por ciento apoya a la Alianza y el 19 por ciento a la Concertación, por una parte, por la otra el 28 por ciento se declara partidario del gobierno, mientras el 38 por ciento se declara de oposición. Sin duda hay una fuerza gravitante fuera de esos dos grandes conglomerados, que explica la aparente contradicción.
Por lo tanto, el gobierno puede estar tranquilo, al menos hasta la próxima encuesta CEP, que el año pasado vino a echarle a perder las cosas.
En todo caso, esta mejoría produjo un importante efecto: la encuesta Adimark Gfk apareció destacada en la portada del diario. Cuando la aprobación cayó a 26 por ciento costaba mucho encontrar la información en algún rincón de páginas interiores.
La firma encuestadora atribuye el alza al Ingreso Ético Familiar y los bonos anunciados para los más pobres, a que los combustibles bajaron de precio en mayo y a que el presidente pidió perdón dos veces en su discurso del día 21.
Otros han observado que la mejoría puede deberse a que se ha confirmado que éste no es el "gobierno de los empresarios", pero eso no necesitaba de ninguna confirmación, porque nunca lo ha sido: éste es el gobierno de Sebastián Piñera y de nadie más. Supongo que a estas alturas eso está completamente claro.
Otra cosa que confirma la encuesta es el ranking de popularidad de los ministros, encabezado por enésima vez por la titular del Sernam, Carolina Schmidt, con 74 por ciento de aprobación. ¿Nadie se da cuenta de lo que esto significa? Pero ¿es que ya nadie recuerda que una cosa similar comenzó a pasar hace una década, cuando una ministra llamada Michelle Bachelet aparecía con la más alta aprobación y los "barones" socialistas miraban insistentemente para otro lado... hasta que debieron dejar de hacerlo? Bueno, yo pienso que es hora de que los "barones" de la derecha dejen de mirar para otro lado, porque tarde o temprano van a tener que dejar de hacerlo.
A propósito de lo mismo, hay algo más de cual Adimark Gfk no da cuenta, tal vez porque no estaba entre sus propósitos: en una encuesta presidencial publicada la semana pasada por "La Tercera" (hecha por el diario), apareció el candidato independiente Franco Parisi empatado en el cuarto lugar con Andrés Allamand, con seis por ciento, detrás de Bachelet, Golborne y Enríquez-Ominami, en ese orden. Luego, en la competencia de las candidaturas presidenciales están pasando cosas que este sondeo no recoge. Ni tampoco lo hacen los medios de comunicación.
En fin, hay otro detalle de la encuesta que no he visto mencionado por sus analistas: mientras el 25 por ciento apoya a la Alianza y el 19 por ciento a la Concertación, por una parte, por la otra el 28 por ciento se declara partidario del gobierno, mientras el 38 por ciento se declara de oposición. Sin duda hay una fuerza gravitante fuera de esos dos grandes conglomerados, que explica la aparente contradicción.
domingo, 3 de junio de 2012
EL PROBLEMA DE SIEMPRE
¿Qué tienen en común el problema de Hidroaysén con el de la planta de cerdos en Freirina? Una cosa: que pueden hacer bajar más en las encuestas al presidente Sebastián Piñera. Y como éste no es el gobierno de Chile, sino el gobierno de, por y para Sebastián Piñera, se hace o deja de hacer todo lo que el dueño del fundo Tantauco (que, sugerentemente, le dio su nombre a los grupos que elaboraron el programa de gobierno, como para que fuéramos sabiendo de qué se trataba todo) según cómo incide en la primera prioridad del gobierno, que es hacer remontar al presidente en las encuestas.
La planta de cerdos de Agrosúper tuvo un problema de filtración de olores, como suele ocurrir en las plantas de ese género. Lo lógico era arreglar el problema y se irían los olores. Hoy en "El Mercurio" su dueño dice que él mismo vive al lado de una planta de cerdos y no tiene olores, salvo cuando hay una falla en la purificación del aire. ¿Por qué no se remedió la falla en Freirina? Porque los vecinos de Freirina hicieron lo que todo Chile ha aprendido a hacer ante cualquier problema (si es que uno quiere que se solucione): recurrieron a la violencia. Es decir, se tomaron los caminos por la fuerza, incendiaron propiedades de Agrosúper y pusieron en fuga ("sálvese quién pueda") al personal de la firma que podía solucionar los malos olores. Y éstos entonces aumentaron, porque comenzaron a morir los cerdos. ¿Y por qué la fuerza pública no impidió todo eso? Porque, como lo dice hoy en "El Mercurio" el dueño, venía el Mensaje Presidencial. Ésta es una ocasión de especial lucimiento presidencial, que nada ni nadie debía empañar, así es que la planta siguió tomada. El problema, que parecía no poder ser peor, empeoró. Y ahora una empresa que invirtió centenares de millones de dólares y que era la casi única empleadora de Freirina, que cumplió con todas las tramitaciones administrativas y ambientales, y es una de las mayores exportadoras de carne de cerdo del mundo, está viendo cómo liquidar a medio millón de cerdos sin perder más todavía, para lo cual la autoridad, para que el presidente no baje más en las encuestas, le ha puesto un plazo imposible de cumplir si es que Agrosúper quiere, a lo menos, salvar los cerdos que han quedado vivos. Pues, claro, la imagen de que el gobierno es duro con los empresarios puede hacer subir al presidente en las encuestas (pero no sirve para atraer inversiones).
¿E Hidroaysén? Es lo mismo. En 2017 van a comenzar los cortes de luz si no se hacen los proyectos necesarios. Pero ya uno de ellos, que estaba aprobado y había cumplido todos los requisitos ambientales, pero era objetado por los ecologistas, fue detenido por un llamado telefónico del presidente al dueño de la empresa eléctrica, llamado en el que, supongo, le hizo un ofrecimiento que éste no pudo rechazar. Y el país se quedó sin Barrancones. Los jueces, ni cortos ni perezosos (y que, cuando no son de izquierda o ecologistas, cosa rara, tampoco quieren ser impopulares), le han seguido la corriente al presidente y han retardado o rechazado las centrales Castilla, Cuervo, R. C. Ventanas, El Tatío, Chiloé, Pichidegua y Achibueno, como revela hoy el ex ministro de Energía Alejandro Jadresic en "La Tercera". Y ahora se paraliza Hidroaysén, porque una de las empresas socias del enorme emprendimiento no quiere seguir poniendo dinero en un proyecto cuyo destino es incierto y, tal como lo decidiríamos usted o yo si estuviéramos en esa situación, han dicho "no va más".
El ex ministro de Economía Juan Andrés Fontaine hoy, en "El Mercurio" expresa: "...la aprobación a nivel regional de las centrales de Hidroaysén ocurrió un año atrás. El consejo de ministros encargado de pronunciarse sobre los reclamos y apelaciones correspondientes aún no se reúne".
El problema es que las encuestas no favorecen a Hidroaysén. Si el presidente la impulsa, caerá aún más su popularidad. ¿Qué es preferible, eso o que se corte la luz en 2017? Él no tiene dónde perderse.
La planta de cerdos de Agrosúper tuvo un problema de filtración de olores, como suele ocurrir en las plantas de ese género. Lo lógico era arreglar el problema y se irían los olores. Hoy en "El Mercurio" su dueño dice que él mismo vive al lado de una planta de cerdos y no tiene olores, salvo cuando hay una falla en la purificación del aire. ¿Por qué no se remedió la falla en Freirina? Porque los vecinos de Freirina hicieron lo que todo Chile ha aprendido a hacer ante cualquier problema (si es que uno quiere que se solucione): recurrieron a la violencia. Es decir, se tomaron los caminos por la fuerza, incendiaron propiedades de Agrosúper y pusieron en fuga ("sálvese quién pueda") al personal de la firma que podía solucionar los malos olores. Y éstos entonces aumentaron, porque comenzaron a morir los cerdos. ¿Y por qué la fuerza pública no impidió todo eso? Porque, como lo dice hoy en "El Mercurio" el dueño, venía el Mensaje Presidencial. Ésta es una ocasión de especial lucimiento presidencial, que nada ni nadie debía empañar, así es que la planta siguió tomada. El problema, que parecía no poder ser peor, empeoró. Y ahora una empresa que invirtió centenares de millones de dólares y que era la casi única empleadora de Freirina, que cumplió con todas las tramitaciones administrativas y ambientales, y es una de las mayores exportadoras de carne de cerdo del mundo, está viendo cómo liquidar a medio millón de cerdos sin perder más todavía, para lo cual la autoridad, para que el presidente no baje más en las encuestas, le ha puesto un plazo imposible de cumplir si es que Agrosúper quiere, a lo menos, salvar los cerdos que han quedado vivos. Pues, claro, la imagen de que el gobierno es duro con los empresarios puede hacer subir al presidente en las encuestas (pero no sirve para atraer inversiones).
¿E Hidroaysén? Es lo mismo. En 2017 van a comenzar los cortes de luz si no se hacen los proyectos necesarios. Pero ya uno de ellos, que estaba aprobado y había cumplido todos los requisitos ambientales, pero era objetado por los ecologistas, fue detenido por un llamado telefónico del presidente al dueño de la empresa eléctrica, llamado en el que, supongo, le hizo un ofrecimiento que éste no pudo rechazar. Y el país se quedó sin Barrancones. Los jueces, ni cortos ni perezosos (y que, cuando no son de izquierda o ecologistas, cosa rara, tampoco quieren ser impopulares), le han seguido la corriente al presidente y han retardado o rechazado las centrales Castilla, Cuervo, R. C. Ventanas, El Tatío, Chiloé, Pichidegua y Achibueno, como revela hoy el ex ministro de Energía Alejandro Jadresic en "La Tercera". Y ahora se paraliza Hidroaysén, porque una de las empresas socias del enorme emprendimiento no quiere seguir poniendo dinero en un proyecto cuyo destino es incierto y, tal como lo decidiríamos usted o yo si estuviéramos en esa situación, han dicho "no va más".
El ex ministro de Economía Juan Andrés Fontaine hoy, en "El Mercurio" expresa: "...la aprobación a nivel regional de las centrales de Hidroaysén ocurrió un año atrás. El consejo de ministros encargado de pronunciarse sobre los reclamos y apelaciones correspondientes aún no se reúne".
El problema es que las encuestas no favorecen a Hidroaysén. Si el presidente la impulsa, caerá aún más su popularidad. ¿Qué es preferible, eso o que se corte la luz en 2017? Él no tiene dónde perderse.
viernes, 1 de junio de 2012
LA DERECHA EN SU ESTADO NATURAL
El estado natural de la derecha es el de tener miedo. El de la izquierda es el de infundirlo. Nunca quedó tan bien reflejado lo anterior como en esa frase del discurso inaugural de Michelle Bachelet, tras ganar la elección presidencial de 2005/2006: "Cuando la izquierda sale a la calle, la derecha se pone a temblar". Lo dijo textualmente esa noche en que reveló su verdadero "yo". Después no lo volvió a repetir, pero no era necesario, porque la derecha temblaría de todas maneras y lo sigue haciendo.
Ahora algunas personas de derecha, que apoyaron al Gobierno Militar, están intentando algo tan inocente como exhibir públicamente un documental que confeccionaron en los EE. UU., pero con material chileno. Es pro-Gobierno Militar y se titula "Pinochet", el polo opuesto de los que acá habitualmente hace y exhibe la izquierda,con ayuda de recursos públicos, desde hace más de veinte años y también bajo el actual V Gobierno de la Concertación. Sus títulos más recientes: "Los Archivos del Cardenal" I y II, "Vivir y Morir en Chile" (un panegírico del terrorismo de izquierda), y ahora la película "No", un elogio admirativo de la campaña publicitaria de la Concertación para el plebiscito de 1988. Todos aplauden, una tras otra, a esas producciones. El bombo con que las promueve la prensa de derecha es llamativo. En cambio "Pinochet" no es siquiera mencionado ni encontró, por supuesto, ningún canal de TV que se atreviera a exhibirlo ni tampoco alguna sala de cine donde estrenarse. Al fin sus creadores consiguieron el teatro-circo Caupolicán, para el domingo 10 de junio a las 11 horas.
Pero resulta que la extrema izquierda ha decidido impedir hasta eso. Mucho más que cualquier promoción del documental, lo único que ha trascendido es que el comunismo y su comparsa, organizaciones de derechos humanos, partidos de izquierda y parlamentarios del mismo sector (incluidos los que más se dicen "defensores de la democracia"), han llamado a "funar" la exhibición, lo que en buen castellano significa impedir por la fuerza que ella se realice y agredir y aterrorizar a la gente que asista, que es la gente de derecha, de modo que su miedo proverbial se ha acentuado. Mi mujer, a quien yo había convidado amablemente a acompañarme al estreno de "Pinochet", no sólo me ha dicho que no asistirá, sino que pretende prohibirme a mí hacerlo, acusándome de imprudencia temeraria ante el resto de la familia, que con este motivo se ha puesto en mi contra.
¿En qué país vivimos? Hoy ha habido una ovación en los tribunales porque los catorce imputados de haber colocado numerosas bombas terroristas han resultado absueltos por la justicia. Es decir, impunidad total. ¿De qué justicia me hablan? ¿De la misma que atropella las leyes para condenar a cinco años y un día de presidio efectivo a militares ya ancianos por haber dado muerte a un terrorista del MIR hace 38 años, mientras que, al mismo tiempo, desecha ¡siete mil pruebas! aportadas por el ministerio público e incluso la confesión de uno de los imputados, para decirle al país y al mundo que no hay evidencia de que ellos hayan puesto las bombas?
La derecha tiembla y bajo un gobierno supuestamente cercano a ella contempla cómo la izquierda se adueña de todo, de centenares de millones de dólares en subsidios a terroristas de izquierda y familiares, de la escena pública y de la prensa para propagar sus documentales llenos de mensajes políticos y del único poder que podría poner freno al terror izquierdista, el Judicial, que hoy día mismo le ha extendido a éste su manto protector. Ese es el país en que vivimos. Díganme si no hay derecho a ponerse a temblar.
Ahora algunas personas de derecha, que apoyaron al Gobierno Militar, están intentando algo tan inocente como exhibir públicamente un documental que confeccionaron en los EE. UU., pero con material chileno. Es pro-Gobierno Militar y se titula "Pinochet", el polo opuesto de los que acá habitualmente hace y exhibe la izquierda,con ayuda de recursos públicos, desde hace más de veinte años y también bajo el actual V Gobierno de la Concertación. Sus títulos más recientes: "Los Archivos del Cardenal" I y II, "Vivir y Morir en Chile" (un panegírico del terrorismo de izquierda), y ahora la película "No", un elogio admirativo de la campaña publicitaria de la Concertación para el plebiscito de 1988. Todos aplauden, una tras otra, a esas producciones. El bombo con que las promueve la prensa de derecha es llamativo. En cambio "Pinochet" no es siquiera mencionado ni encontró, por supuesto, ningún canal de TV que se atreviera a exhibirlo ni tampoco alguna sala de cine donde estrenarse. Al fin sus creadores consiguieron el teatro-circo Caupolicán, para el domingo 10 de junio a las 11 horas.
Pero resulta que la extrema izquierda ha decidido impedir hasta eso. Mucho más que cualquier promoción del documental, lo único que ha trascendido es que el comunismo y su comparsa, organizaciones de derechos humanos, partidos de izquierda y parlamentarios del mismo sector (incluidos los que más se dicen "defensores de la democracia"), han llamado a "funar" la exhibición, lo que en buen castellano significa impedir por la fuerza que ella se realice y agredir y aterrorizar a la gente que asista, que es la gente de derecha, de modo que su miedo proverbial se ha acentuado. Mi mujer, a quien yo había convidado amablemente a acompañarme al estreno de "Pinochet", no sólo me ha dicho que no asistirá, sino que pretende prohibirme a mí hacerlo, acusándome de imprudencia temeraria ante el resto de la familia, que con este motivo se ha puesto en mi contra.
¿En qué país vivimos? Hoy ha habido una ovación en los tribunales porque los catorce imputados de haber colocado numerosas bombas terroristas han resultado absueltos por la justicia. Es decir, impunidad total. ¿De qué justicia me hablan? ¿De la misma que atropella las leyes para condenar a cinco años y un día de presidio efectivo a militares ya ancianos por haber dado muerte a un terrorista del MIR hace 38 años, mientras que, al mismo tiempo, desecha ¡siete mil pruebas! aportadas por el ministerio público e incluso la confesión de uno de los imputados, para decirle al país y al mundo que no hay evidencia de que ellos hayan puesto las bombas?
La derecha tiembla y bajo un gobierno supuestamente cercano a ella contempla cómo la izquierda se adueña de todo, de centenares de millones de dólares en subsidios a terroristas de izquierda y familiares, de la escena pública y de la prensa para propagar sus documentales llenos de mensajes políticos y del único poder que podría poner freno al terror izquierdista, el Judicial, que hoy día mismo le ha extendido a éste su manto protector. Ese es el país en que vivimos. Díganme si no hay derecho a ponerse a temblar.
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