Dentro de la posición minoritaria que he mantenido durante ya muchos años, supongo que no debería sorprenderme. Pero por suerte no he perdido todavía la capacidad de sorprenderme, así es que, de hecho, me he seguido sorprendiendo en estos días al ver que el sector de la derecha con el cual me sentía identificado, el de José Antonio Kast y su Partido Republicano en formación, no tenían nada qué decir en su Declaración de Principios sobre el legado del Gobierno Militar y el abandono que han hecho los jueces de izquierda, que predominan en el Poder Judicial, de todas la bases del derecho y del debido proceso en los juicios contra militares (r).
Cuando observé eso en este blog y en algunos comentarios en YouTube, también me sorprendí de que me refutaran públicamente el diputado Ignacio Urrutia y el académico Gonzalo Rojas, a quienes siempre en mis comentarios he destacado precisamente por lo mucho que tenían ambos qué decir acerca del legado del Gobierno Militar, de la calidad de estadista del ex Presidente Pinochet y de los abusos legales y judiciales a expensas de los derechos básicos de los militares que combatieron el terrorismo de extrema izquierda. Eran las personas de las que menos habría esperado una refutación a mi crítica de que el Partido Republicano, en su Declaración de Principios, no tuviera nada qué decir sobre esos temas.
Gonzalo Rojas, en un comentario de la televisión por streaming de Radio Bío Bío, expresa que no hay un fundamento para tratar esos temas en la Declaración de Principios republicana. Pero yo leo esta última y encuentro en su punto 11° una descripción de la situación del narcotráfico y la lenidad de las autoridades gubernativas y judiciales para combatirlo, y me pregunto por qué sobre esa situación el partido en formación sí tiene algo qué decir y, en cambio, sobre una tanto o más grave, ilegal y amenazadora para la sana conciencia nacional, como lo es la desfiguración histórica y el abandono del debido proceso, no merece siquiera una mención en la misma Declaración de Principios. Es que hay "algo" o "alguien" que se lo impide.
En "La Segunda" de hace algunos días se reproduce nuevamente una supuesta conversación --pues ella nunca tuvo lugar-- que el diputado Urrutia dice haber tenido conmigo sobre esos temas y en la cual, afirma, terminaba diciéndome "entonces ándate a Fuerza Nacional". Pero siendo Fuerza Nacional otro partido de derecha en formación, el único que tiene algo qué decir y que lo dice en su Declaración de Principios, sobre el legado del Gobierno Militar y la persecución ilegal de los jueces de izquierda contra los militares (r), es obvio que he hecho lo que Urrutia sostiene que me dijo, pero no me dijo (pues nunca he conversado con él de eso) que es "irme a Fuerza Nacional". En concreto, estoy planificando aportar a esa colectividad en formación lo mismo que aporté a los inicios de la candidatura presidencial de José Antonio Kast: un mes de avisos radiales grabados por mí, convocando a quien quisiera oírlos a ir a firmar en notaría por esa postulación y, ahora, por la inscripción del único partido en Chile que "tiene algo qué decir". Y donde, evidentemente, no hay "alguien" o "algo" que les impida referirse a esos temas.
En estos mismos momentos, en el grupo de whatsapp "Abogados por la Vida", el ex diputado Gonzalo Ibáñez Santa María ha emitido una declaración y convocado a una reunión el 19 de agosto, expresando una serie de puntos básicos de pensamiento y acción con los cuales concuerdo plenamente, pero en los cuales tampoco "tiene nada qué decir" respecto al legado del Gobierno Militar ni la prevaricación de los jueces de izquierda. Por supuesto, esa omisión hace que no me sienta convocado por el ex diputado a su reunión, porque yo pienso que hay mucho qué decir al respecto, sobre todo en este tiempo, y estimo que su documento adolece de una grave omisión.
Hace unos años la Armada también declaró que "no tenía nada qué decir" sobre un fallo judicial en que la ministra sumariante de la Corte de Valparaíso, Eliana Quezada, afirmaba que el ex sacerdote Miguel Woodward, quien tras abandonar los hábitos abrazó la causa guerrillera en 1973, era mantenido "bajo detención o encierro en recintos de la Armada, lo que se ha prolongado desde el mes de septiembre de 1973 hasta la época actual". Preguntada la superioridad de la Armada sobre ese delito que habría estado cometiendo hasta la actualidad, declaró que "no tenía nada qué decir". Increíble. Admite tácitamente ("quien calla otorga") tener detenido ilegalmente a Woodward hasta hoy.
Cuando le llevé mi libro "Historia de la Revolución Militar Chilena 1973-1990" a la Academia de Guerra del Ejército el año pasado, me contestaron que no lo editarían por "alejarse de la orientación editorial de esta institución". Es que era una obra que reivindicaba la verdad de la actuación militar 1973-1990. El traductor al inglés de dicha obra me refirió que un distinguido ex alto funcionario civil del Gobierno Militar le habría objetado ex ante su contenido, por ser indefendible dicho régimen. El traductor le preguntó por qué y me refirió que aquél habría mencionado los "ratones en la vagina" de las presas de ese régimen. Su ex alto funcionario, un hombre de derecha, repite la más grosera consigna comunista, como si la Junta, al mismo tiempo que en su Declaración de Principios establecía el respeto a los DD. HH. y emitía circulares y ordenanzas conocidas disponiendo el buen trato a todo detenido, hubiera dictaminado introducir "ratones en la vagina" de las presas. ¡Qué increíble viraje derechista!
El Colegio de Abogados, devenido una institución funambulesca a raíz de su "corrección política" (funambulesca, pues incorporó las "cuotas de género", totalmente antidemocráticas, para incorporar a más mujeres, pero éstas sacaron tantos más votos que los hombres que la cuota de género entonces operó al revés y obligó a incorporar a hombres sin suficientes votos, marginando a mujeres con superior votación, de la directiva: eso es lo funambulesco). Pues bien, el Colegio de Abogados, con más o menos hombres y mujeres, "no tiene nada qué decir" del hecho de que la justicia de izquierda atropelle sistemática, pública y desembozadamente el debido proceso, siendo que en los Estatutos del Colegio se estipula como una de sus misiones la de velar por el estado de derecho y el debido proceso.
Tanto "no tiene nada qué decir" al respecto que rechazó un artículo mío que, como abogado, presenté a la Revista del Abogado, exponiendo textualmente cómo un abogado integrante, redactor de un fallo de la Corte Suprema, reconocía no haberse probado un delito y, sin embargo, aplicaba una condena a quienes no podía probar que lo habían cometido, entre otros atropellos a la legalidad, a la verdad y al sentido común. Como el Colegio "no tenía nada qué decir" al respecto, publiqué mi artículo en este blog el 27 de marzo de 2015 y éste ya ha pasado de dos mil lecturas, las cuales aumentan cada vez que menciono el increíble episodio de censura previa a la libertad de expresión de los abogados.
Cuando ya tanta gente en la derecha "no tiene nada qué decir" no cabe sino apoyar a los únicos que sí tienen algo qué decir, los que esforzadamente, sin cobertura de prensa, con escasos medios pero con mucha personalidad y pertinacia, sí mencionan en su Declaración de Principios el legado del Gobierno Militar y los actuales atropellos de la dictadura judicial de izquierda. Son quienes procuran fundar el partido Fuerza Nacional, que con todos los pecados que les imputan los que "no tienen nada qué decir", merecen ganar una tribuna pública para expresar lo que los demás silencian.