La ministra Tohá dijo que "le daba miedo" decretar el traslado de la estatua del general Baquedano a la Plaza Italia, a su plinto (palabra que aprendimos gracias a la asonada marxista). Añadió que tampoco le agradaba la idea de reponer el monumento, porque, obviamente, ella fue parte de la revolución que lo vandalizó y obligó a sacarlo de ahí, cosa que todo el mundo no revolucionario, muerto de miedo ante la destrucción, los incendios y los saqueos de la "primera línea", también toleró.
Pues opino que por lo menos el Ejército habría debido llevar a efecto, al día siguiente del primer atentado a Baquedano, un desfile público de desagravio, con marcha de tropas y banda de músicos. Y, además, habría debido instalar una guardia armada permanente en torno al monumento.
Pero su comandante en jefe en 2020 era Ricardo Martínez, que abjuraba de la gesta militar libertadora, tanto que publicó un libro calumnioso contra su propia institución, acusándola de disponer en 1973 de la comitiva de Arellano para cometer crímenes y culpar a los regimientos locales. Este blog fue el único medio que desvirtuó la publicación, pero debo reconocer que el actual comandante en jefe, Javier Iturriaga. por lo menos ordenó bajar de la página web del Ejército el deleznable libelo.
No obstante, éste recibió un vergonzoso respaldo del rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, injuriador habitual del Gobierno Militar, quien facilitó el Aula Magna de la UC para presentar el canallesco panfleto. Ello me dio ocasión para escribir un blog titulado "La Universidad Católica Miente", recordatorio del letrero "Chileno: El Mercurio Miente", que colgaron en la UC, en 1967, los extremistas que se habían tomado esa casa de estudios, en venganza porque el diario decía que eran títeres del comunismo. Pero el dúo Martínez-Sánchez no contaba con que el más valiente de los militares retirados, comandante Jaime Manuel Ojeda Torrent, hoy preso político prófugo de la injusticia, subiera al estrado del Aula Magna, calificara a Martínez de traidor y explicara por qué su padre había sido cesado en el Ejército.
Si la ministra tiene miedo, hoy los que no amparamos delincuentes ni terroristas estamos muertos de miedo, porque los maleantes se han enseñoreado del país y han recibido masivos refuerzos desde el extranjero, mientras la justicia deja libres a los malhechores y los fiscales acosan y acusan a los carabineros, y en particular a la carabinera para la cual un fiscal pide 25 años de presidio por haber permitido que se obligara a un grupo subversivo detenido a cantar la Canción Nacional, lo que puede haber constituido un suplicio para quienes los oían, pero no para ellos.
Todo conduce a que los delincuentes son cada vez más violentos y numerosos y ya las turbas hasta entran a saco a las casas particulares. Mientras, los fiscales persiguen carabineros y los jefes de éstos los dan de baja, en lugar de defenderlos.
El Mercurio del martes, pág. A4, informa pero destaca poco que la encuestadora inglesa Ipsos de nuevo nos sitúa como el país con más miedo del mundo. Ya lo había comprobado la misma firma el año pasado. Ahora estamos peor.
Mientras no haya un cambio de régimen, de éste a otro no nacido de la violencia, el delito ni la subversión, esto no va a cambiar.