Hoy al leer “El
Mercurio” me encontré con una doble y grata sorpresa: venía una carta del
diputado Giorgio Jackson haciendo ver las falencias éticas de Piñera y el
diario tuvo el coraje moral de publicarla.
El diputado
parte con un reconocimiento al Ministerio Público “por no inhibirse ante un
proceso contra un ex Presidente y atribuirle participación en un delito, o sea
tratarlo como imputado”.
Esto es
importante, pero simboliza al estado de precariedad moral que vive nuestra
sociedad. Pues, como decía hace sesenta años un ex Contralor General de la
República, Humberto Mewes Bruna, que representaba el epítome de la integridad, “se
ha llegado a una situación en que el deber cumplido es un mérito señalado”.
¿Cómo podía inhibirse el Ministerio Público ante una situación en que las
sociedades del entonces Presidente de la República, constituidas en paraísos
fiscales, compraron acciones de una pesquera peruana evidentemente susceptible
de beneficiarse de una ampliación del mar peruano solicitada al Tribunal de La
Haya? Difícilmente puede concebirse una negociación más incompatible.
Jackson, a
la vez, reconoce el derecho a la presunción de inocencia de Piñera, pero añade:
“la defensa de sus derechos procesales no implica tolerar los privilegios
mediáticos y políticos que este caso devela. Esos privilegios exclusivos se
hacen evidentes al ver las portadas de los diarios –incluido éste-- y cómo no, al recordar la caída de Laurence Golborne,
precandidato de su mismo sector político, a quien bajaron como candidato
presidencial por conductas poco éticas, que han sido prácticas habituales del
ex mandatario”.
Añade que “crecemos
cuando exigimos a quienes aspiran a dirigir el país normas éticas por encima de
las exigencias de la justicia penal”. Y termina: “Sólo para que quede claro:
los derechos del ciudadano Piñera los queremos de manera igualitaria para
todos. Los privilegios mediáticos y políticos de que goza no los queremos para
nadie”.
La opinión de
Jackson es digna de consideración no sólo por su contenido moral en sí, sino porque
en las encuestas está a la cabeza de las preferencias ciudadanas y, si tuviera
edad para aspirar a la Presidencia de la República, sería gran favorito para
los comicios de noviembre. Desde mi punto de vista, lo considero completamente
equivocado en sus posturas políticas, económicas y sociales. Su juicio histórico
corresponde al de cualquier cerebro lavado del Chile actual. Pero es un tipo
honesto. Tanto como para reconocer que la dieta y gastos de representación
parlamentarios son excesivos –como lo son— y para adelantarse a patrocinar una
reducción de los mismos, que lo perjudicaría en lo personal.
¡Aún tenemos
honestidad, ciudadanos! Los de la derecha ética, que patrocinamos la
candidatura presidencial de José Antonio Kast, nos sabemos silenciados por los
medios. Yo quise vocear un llamado a firmar por José Antonio de un minuto en tres
radios, Agricultura, Bío Bío y Cooperativa, durante un mes y a un costo de dos
millones de pesos en cada una, y me fue denegado por razones exclusivamente
políticas. Este blog fue reproducido durante seis años casi semanalmente por un
diario digital de amplia lectoría. A partir de noviembre dejó de serlo. ¿Creen
que no sospecho la razón? He sido excluido de paneles radiales y televisivos en
que mi presencia ya había sido acordada. ¿Creen que no sospecho la razón?
La carta de
Jackson sobre las prácticas poco éticas del ex mandatario y el coraje de “El
Mercurio” de publicarla nos permiten esperar que no todo esté perdido y exclamar:
“¡Aún tenemos honestidad, ciudadanos!”