La mejor
prueba de que la hay es su incondicional adhesión a Sebastián Piñera. Pero
otros testimonios la tornan irrefutable. Llamé la atención, en mi comentario del
día 20, sobre un hecho insólito: el apoyo público al mismo Piñera del más
vehemente abogado defensor de los Presos Políticos Militares contra la
prevaricación de los jueces de izquierda. ¿Cómo podía ser posible que él adhiriera
al mayor promotor de querellas contra uniformados, al punto de que las triplicó
durante su mandato, convirtiéndose así en cómplice activo de la prevaricación
contra la cual ese abogado tanto ha luchado?
En “La
Segunda” de ayer 28 quedan de manifiesto las consecuencias de ese apoyo: la Multigremial
de miembros en retiro de las FF. AA. iba a emitir un comunicado llamando a
votar contra quien los traicionó, en las primarias del domingo, pero… (me
remito a lo que dice “La Segunda” de ayer): “…fue muy difícil llegar a un
acuerdo, porque un sector importante estaba por llamar a no votar por Sebastián
Piñera y sí hacerlo por Manuel José Ossandón. Con la intervención del abogado
Raúl Meza, que respalda a Piñera, se decidió dar libertad de acción”.
Si ustedes
de lo anterior no deducen nada, quiere decir, como afirma en su publicidad el
candidato de ultraizquierda, Alberto Mayol, que “no han entendido nada”.
¿Y qué creen
que he pensado yo cuando esta columna, que estuvo seis años siendo reproducida
por el diario digital “El Mostrador” semanalmente, y que fue siempre activa en
denunciar las irregularidades pasadas y presentes de Piñera, cesó de publicarse
en dicho diario digital justamente cuando éste se puso en campaña en noviembre
pasado?
¿Qué creen ustedes que pienso
yo de los comentaristas que alguna vez lapidaron a Piñera y de pronto pasaron a
elogiarlo y encubrirle sus trapisondas?
¿Qué creen que pienso cuando,
a iniciativa de terceras personas, una emisora acepta que yo sea panelista de
un escuchado programa y, tras estar todo acordado, el conductor del programa
expresa su rechazo a mi integración como panelista, que antes había aceptado?
Pues bien, todas esas veces he
pensado lo mismo que pienso ahora del inusitado giro y desempeño del abogado
defensor de los militares en favor del peor verdugo de éstos. Todo eso tiene
que ver con la crisis moral de que hablo.
Pero no todo
está perdido. Hoy me encontré en “El Mercurio” con una sorprendente carta del
intelectual Cristián Warnken, con quien, en materias económico-sociales, estoy
generalmente en desacuerdo. Pero ahora expresa puntos de vista morales con los
que sí estoy completamente de acuerdo. Digo que su carta es sorprendente en un
doble sentido: por evidenciar preocupación por la moral de un sector al cual él
no quiere pertenecer, la derecha partidista, y por el hecho de que “El Mercurio”,
diario visiblemente inclinado en favor de Piñera, la haya publicado. Estos solos
hechos encienden una luz de esperanza frente a la crisis moral de la derecha
representada por su apoyo a ese candidato.
La
denigración de este sector, generalmente soterrada, contra un hombre íntegro
como Ossandón, ha sido vergonzosa. A pretexto de que manifiesta ignorancia
sobre algunos hechos de actualidad, lo han lapidado con el lenguaje más grotesco,
olvidando que su propio candidato Piñera frecuentemente manifiesta ignorar aspectos
fundamentales de la cultura normal, como cuando, para excusar la ineficacia de
su gobierno contra el delito, expresó que la delincuencia había estado presente
desde los albores de la Humanidad, cuando “Abel mató con una quijada de burro a
su hermano Adán”.
Pero, con
tal de “ganar”, la derecha pasa sobre todo: no le importa que su candidato haya
protagonizado el más vergonzoso escándalo en el uso de facturas falsas para
conseguir fondos electorales, con un agravante que ningún otro exhibe, como el
de haberlas usado para lucrar personalmente y cubrir con ellas gastos de una de
su empresas, como en los casos de los bonos a sus ejecutivos Conca y De Aguirre,
de Chilevisión. Están publicadas todas las falsedades que Piñera propaló para
justificar las supuestas “asesorías” que esos ejecutivos habrían prestado a
Bancard, para justificar tales facturas, la cuales los mismos desmintieron ante
la fiscalía.
Está publicado el
reconocimiento de la funcionaria de SQM, Danitza Yepes, de que Sebastián Piñera
cruzaba la misma puerta del sexto piso del edificio de la firma de Ponce Lerou
para solicitar aportes electorales. Pero el sujeto permanece en la completa
impunidad por eso, mientras su encargado electoral y gerente de Bancard,
Santiago Valdés, carga con todo el peso de la formalización por hechos en que
el único ganancioso fue Piñera.
Y la derecha
que lo apoya también hace caso omiso de que está imputado por soborno en Argentina,
por el juez del crimen Roberto Canicoba Corral, como se ha publicado en “La
Nación”, uno de los diarios importantes de Buenos Aires. También hace caso
omiso de la condena de LAN, cuando Piñera era su controlador, por el mismo
soborno y además por colusión, según dictamen de un ente supervisor
norteamericano.
Los múltiples
testimonios de votaciones en comisiones y en sala, en acciones parlamentarias investigativas
contra Piñera, habiendo en cada caso mayorías políticas adversas a él que, sin
embargo, “se dan vuelta” en su favor para frustrar la respectiva investigación
parlamentaria, en el caso de la grabación de la orden de compra de acciones LAN
con información privilegiada, en el caso de la comisión que investigó su falta
de abstención como Presidente en el episodio “Cascadas” y en el de la votación
de la sala que aprobaba otro informe condenatorio del ex Presidente, aprobado
por una comisión investigadora, no dan lugar a la menor sospecha en los medios.
Ninguno jamás les ha preguntado a los parlamentarios que “se dieron vuelta”
por qué lo hicieron. Es que el sistema entero está corrupto.
En cambio,
los principales medios publican advertencias de la más alta significación moral, como “si no es elegido Piñera no va a subir la Bolsa”.
Tantas evidencias de que el
dinero está corroyendo la probidad del sistema político quedan en el aire,
porque tanto la derecha como la izquierda “miran para otro lado”. En el fondo, integrantes
de la una y de la otra son vicarias del dinero de Piñera, que además cumple el
requisito básico de la “corrección política”: sumarse a la denigración del
Gobierno Militar y de su principal figura, que salvaron al país y lo situaron a
la cabeza de América Latina. Cumpliendo Piñera con pertenecer a ese bando, se
le perdona todo. Nunca olvidaré cuando Eugenio Tironi manifestó su
arrepentimiento de haber escrito un libro contra Piñera (“¿Por qué No Me Quieren?”)
tras éste haber multiplicado las querellas prevaricatorias contra militares y
haber cerrado el comparativamente digno Penal Cordillera y trasladado a los
altos jefes militares más ancianos (con la excepción del general Mena, que se suicidó
ante el atropello) a un atestado Punta Peuco, que seguramente el mismo Piñera
se propone también cerrar, si es electo, para, por fin, consumar la venganza
final de la izquierda y lanzar a los oficiales presos políticos en medio de los
delincuentes comunes.
Pero la
gente de derecha tiene el domingo la ocasión de reivindicarse y emitir un voto moral. Descreo
de que lo haga mayoritariamente, porque ya la vi votar en 2009 a favor de un
sujeto recién condenado por abuso de información privilegiada. Con tal de
“ganar”, para una mayoría los medios empleados no importan.
Y ése es el
predicamento que está en la base de la crisis moral. Como dice Warnken:
“Ossandón ha sido demonizado por la derecha oficial, pero son su coraje y lucidez
en este tema (el moral, aclaro yo) los que pueden salvar a la derecha de un
nuevo desastre político en el que siempre ésta termina por caer”.