Desde que abrí una cuenta de blog en abril pasado creo que he escrito todos los días, salvo contadas excepciones, porque, primero, siempre hay temas que me siento motivado a comentar y, segundo, el blog, de vez en cuando, hace las veces de la "chaisse-longue" de un siquiatra en la cual uno se tiende y manifiesta las inquietudes que lo asaltan y se alivia de ellas. En ese sentido, los lectores, que en este caso son unos quinientos al día, según he comprobado en "sitemeter.com" (aunque a veces son más, pues también reproducen mi blog otras publicaciones, en particular "El Mostrador" y "Chile Informa"), son utilizados por mí para una "terapia de escucha". Esta, según los entendidos, a veces resulta tan efectiva como una practicada por un siquiatra profesional.
Y precisamente fue en este último carácter que utilicé hace algunos días el blog para exponer las incomodidades e insuficiencias a que estaba sometida nuestra residencia costera y que afectaban el ánimo de sus ocupantes. Entre ellas la más grave eran las fallas del abastecimeiento eléctrico que, tras haber sido crónicas durante años, desde que alguien se robó los cables de cobre del tendido eléctrico, se habían tornado ya intolerables, pues no había energía para operar el motor de abastecimiento de agua de la propiedad.
Acostumbrado a llamar a Chilquinta, estampar un reclamo y no recibir la solución que esperaba, me había resignado al menguado alivio que siempre procura "el derecho a pataleo", cuando se produjo una situación insólita: llegó un equipo de no menos de media docena de trabajadores de Chilquinta que, con eficiencia y energía encomiables, pusieron cables forrados y nuevos a lo largo de cinco o seis postes, reemplazaron la conección con nuestra residencia y, no contentos con eso, enviaron posteriormente a una pareja de expertos que instaló nuevos medidores junto a la puerta de la casa, en reemplazo de los arcaicos y distantes de ella que había antes.
El hecho fue que quedé con un abastecimiento eléctrico de 220 volts absolutamente sorprendente e inesperado y sin osar explicarme qué podía haber hecho mejorar las cosas en ese grado, hasta que se presentó un jefe de relaciones públicas de Chilquinta, quien dejó su tarjeta expresando que cualquier inconveniente en el futuro abastecimiento se le comunicara a él para solucionarlo y agregando que "yo los había dejado 'a la altura del unto' en el blog". A raíz de ello me di cuenta de que había sido precisamente el lamento mío expresado por este medio el que había provocado la solución de mis problemas.
Antes de que esta milagrosa solución tuviera lugar y también antes de acudir a agradecerle a mi santo vecino, San Expedito, el restablecimiento de mi condición de cliente normal de Chilquinta, que por tanto tiempo me había sido negada (pues sólo era normal en cuanto se me cobraban los consumos y yo los pagaba, pero no en cuanto a la calidad de los mismos), sucedió algo muy ilustrativo de la realidad chilena: entre fines de diciembre y comienzos de febrero acudieron a nuestra residencia costera, a raíz de los insistentes llamados de reclamo que formulábamos, exactamente ocho funcionarios de Chilquinta, uno agresivamente displicente y siete razonablemente amables, que tuvieron una característica en común (salvo el octavo y último): no hicieron nada, sino que prometieron que alguien haría algo. En el mejor de los casos, algunos de los siete fueron a ver los medidores, comprobaron que llegaba un voltaje anormalmente bajo y se quedaron observándolos atentamente, cosa que yo, por cierto, también había hecho ya muchas veces sin ningún resultado, pese a que ponía en juego todas mis energías mentales. Sin embargo, el octavo de esos funcionarios llegados antes de que se produjera "el milagro del blog" hizo algo que ninguno de sus antecesores había hecho: extendió una escalera amarilla y subió al poste de donde venía el abastecimiento de la casa, descolgó numerosos alambres que habían conectado allí nuestros "vecinos en situación de calle" y comprobó que uno de los cables de abastecimiento a nuestra morada estaba cortado, procediendo a reemplazarlo, cosa que mejoró ostensiblemente el voltaje de nuestra conección.
Yo salí a felicitarlo efusivamente, porque en el país donde todos, y en particular los funcionarios de Chilquinta, siempre decían y dicen "hay que hacer algo", pero no hacen nada (de paso, confieso que frecuentemente me cuento entre ellos) hubo uno, "el octavo visitante", que "hizo algo" y dio una solución al problema como la que habíamos venido reclamando telefónicamente desde hacía meses.
Bueno, después de esta encomiable actuación del "octavo hombre" se desataron los ya descritos efectos milagrosos del blog y llegó un "team" eficiente y eficaz, como dicen ahora, aunque yo no he captado nunca la diferencia entre ambos conceptos, y solucionó todos nuestros problemas, reivindicando por completo el ejercicio del "derecho a pataleo" como manera de conseguir soluciones cuando nada más las procura.
Vayan mis agradecimientos a Chilquinta, aunque "el deber cumplido no es un mérito señalado" (si bien, atendido el estado de las cosas, ha pasado a serlo); y también mi reconocimiento a esta herramienta gratuita de libertad e información que nos ha procurado Internet, llamada "blog".
viernes, 11 de febrero de 2011
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Me alegra que le haya gustado esta herramienta, que se creó para los legos en lenguaje de programación. Ahora aprenda usar las otras funciones, como subir fotos o videos.
ResponderEliminarSabía usted que la ONU entre sus planes desea cobrarle un impuesto a las personas que emplean todos los artilugios que se usan en la red.
Hermógenes: Muy buena su columna. Ha servido para comprobar que no se necesita ser columnista de El Mercurio para seguir siendo líder de opinión. Felicitaciones.
ResponderEliminarFe de erratas:
ResponderEliminarDonde dice " comprobar que no se necesita"
Debe decir:" comprobar que ud ya no necesita"
Estimado Hermógenes:
ResponderEliminarSiempre es un gusto leer sus líneas.
La diferencia entre eficiencia y eficacia radica en que la primera consiste en alcanzar los objetivos con el mínimo de recursos, en cambio la segunda, en hacerlo sin escatimarlos. Un ejemplo de ello me lo dio un profesor: eficiencia es matar una mosca con el matamoscas, eficacia es matarla con un misil.
Un caluroso y muy afectuoso saludo.
Sumarse a los parabienes es poco, usted ya tiene ganado un espacio en la vida de millones de chilenos, unos que le guardamos respeto y cariño y bueno los otros poco importa, aunque sí a veces porque aumentan el "rating". Con toda modestia y con respeto, coloco sus posteos en Allvoices, lo que aumenta en unos cincuenta hispano parlantes que lo siguen en los Estados...por ahora
ResponderEliminarhttp://www.allvoices.com/contributed-news/8158389-chile-al-dia-con-hermogenes-fre-montalva-no-fue-asesinado-i
Atentamente
Para mi no es nada nuevo, la falta de etica de trabajo en Chile es gigantesca, yo lo vivo a diario. De vez en cuando una "apretada" es necesaria. Los que se quedan mirando hasta que las cosas se reparen solas son un producto tipico nacional solo comparable al indio picaro.
ResponderEliminarLo que le aseguro 100% es que sus distinguidos vecinos volveran a robar los cables por lo que no pierda el telefono de Chilquinta, lo necesitara antes de lo que piensa.
Don HPA, como en el colegio, escriba a mano cien veces "conexión" (con equis). No contribuya con errores de este tipo a la ignorancia de quienes escriben "conección", como lo hace usted un par de veces hoy en su blog, con esta palabra que no exiete en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. Le recomiendo visitar www.rae.es
ResponderEliminarEspero lo sepa agradecer.
Edmundo: Tiene razón y muchas gracias. Lo notable del caso es que hace unos 45 años, recién ingresado a "El Mercurio", escribí a la Cía. de Teléfonos solicitando la "conección" de un aparato para mi casa, y una funcionaria me contestó que procederían a dicha "conexión". Yo me avergoncé y me prometí no olvidar nunca más mi error; pero ahora, 45 años después, olvidé la lección que me dio la funcionaria y volví a cometerlo. Espero que por última vez. Saludos.
ResponderEliminargrande Hermógenes, y a quien podemos recurrir para que cambien al par de vacas que nos gobierna. A los Larraines, al chapulin, por favor alguien que de una idea
ResponderEliminarsoy vecino y los medidores quedaron muy expuestos: le bajaran los fusibles, trataran de romperlos, le pondran palitos de fosforos a las cerraduras de los candados, en fin, ahora que lo consideran pida que queden en un lugar protegido. A la Armada de Chile ya le paso con el medidor que alimenta el faro que esta cerca de su casa. (perdon por los acentos pero en la maquina que estoy escribiendo no los encuentro)
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