No Quisiera Estar Por Nacer

          Si yo estuviera por nacer, el gobierno “igualitario” e “inclusivo” de la señorita Bachelet se propondría no sólo dejar de tratarme como un “igual”, sino que  “excluirme” de la propia existencia. Dicho crudamente, ¡matarme! Y sin siquiera preguntar mi opinión. No hablemos ya de derecho a defensa.

          Dicen que “madre hay una sola”. Bien, conmovedor, pero si yo hubiera ya nacido, a mi madre querida, una sola y todo, no la dejarían matarme por el hecho de considerar que mi existencia pone en peligro la suya o por estimar que soy “inviable” o si ella alegara que fui concebido contra su voluntad. Si yo ya hubiera nacido y ella me matara con cualquiera de esos pretextos, la procesarían y condenarían a las máximas penas por infanticidio o parricidio; y todo el mundo estaría de acuerdo en que habría violado mis derechos humanos. Yo estaría bastante protegido. Pero por el solo hecho de yo no haber nacido, se va a consagrar que ella puede terminar con mi existencia sin miramientos y con toda impunidad. Y la ley va a pasar, pues para eso tienen mayoría en el Congreso. Si yo estuviera por nacer, entonces, me aplastaría la aplanadora y después me enterraría la retroexcavadora “sin tu tía”.

          Por consiguiente, bajo este gobierno “inclusivo” e “igualitario” me sentiría más desamparado que un uniformado del ’73, de ésos que los jueces de izquierda “meten para adentro” contra la ley, sin fundamento y por muchos años. Me sentiría más desamparado que Gamaliel Soto, ese cabo retirado de Carabineros que cumple diez años y un día de presidio en Punta Peuco por haber detenido por orden superior, en 1973, al médico mirista  del Hospital de Cunco, a quien conocía; haberle proporcionado una frazada y comida de su propio peculio, porque en la Comisaría no había y él tenía hambre y frío; y haberlo entregado al día siguiente a la Fuerza Aérea en Temuco, perfectamente sano y sin malos tratos, todo cumpliendo órdenes de sus superiores. El cabo Gamaliel no le hizo nada malo al médico. Sólo lo llevó primero a la Comisaría y luego a la Base Aérea, porque así se lo mandaron. Se preocupó de que no tuviera frío ni hambre y lo entregó en perfectas condiciones.

Pero ahora los jueces de izquierda dicen que lo secuestró o mató o ambas cosas. Y no hay nadie más inculpado de haberlo hecho. Sólo él, que lo auxilió y trasladó para entregarlo sano y salvo a la Fuerza Aérea, ahora “carga con el muerto”.

El periodista Fernando Martínez Collins, que visita frecuentemente a los presos de Punta Peuco, le ha escrito una carta al Presidente de la Corte Suprema sobre la escandalosa condena a presidio de Gamaliel Soto, y la ha publicado en “Chile Informa”.

Pero fíjense ustedes en una cosa: si yo estuviera por nacer ¿a quién y cómo puedo escribirle una carta? ¿Quién me iría a visitar y preguntar por mí? ¡Estoy en la peor condición posible: peor que preso político uniformado!

          Bueno, pero el hecho es que ya nací y tengo un blog, y entonces yo le escribo al resto del país. ¡Qué privilegiado soy! Porque, si estuviera por nacer, ni siquiera el periodista Fernando Martínez Collins sabría de mi situación ni podría, por tanto, escribir al Presidente de la Corte Suprema sobre ella.

          ¡No dejemos que más chilenos y, potencialmente, muchos chilenos por nacer puedan llegar a quedar, bajo este “gobierno igualitario e inclusivo”, en tan desigual, penosa y excluyente condición!