La democracia suele resolver los problemas colectivos al más bajo nivel de eficacia. Por eso Churchill decía que era el peor de los sistemas de gobierno, si se exceptúan todos los demás. Y, por lo tanto, la solución que se da al tema del salario mínimo, año a año (y no sólo en Chile, sino en la casi totalidad de los países) es la que propician las personas menos inteligentes de la sociedad, que a la vez son mayoría. Pues la idea de un salario mínimo obligatorio es muy popular en todas partes, pero es una muy mala idea, tanto que todas las personas más lúcidas reconocen, en privado, que es una mala solución.
Bajo un gobierno que no era plenamente democrático, como el militar, se podían dar soluciones apropiadas, incluso al problema del salario mínimo. En esa época el Ministro de Hacienda, Hernán Büchi, unánimemente considerado uno de los hombres más inteligentes del país, congeló el salario mínimo, a mediados de los '80. ¿Y saben ustedes qué pasó? Que en enero de 1990 la tasa de desempleo había descendido a cinco por ciento. Y los mayores aumentos del empleo se registraron entre los más pobres.
Si uno examina la encuesta CASEN (Caracterización Socio-Económica Nacional) comprueba que en el nivel de las personas jóvenes más pobres y con el menor nivel educacional el desempleo llega a cerca del 50 por ciento, mientras en el nivel de los más ricos hay pleno empleo o, más aún, escasez de personas dispuestas a trabajar (pues su desempleo llega apenas al dos por ciento, siendo que el cuatro o cinco se consideran pleno empleo).
¿Qué se hace cuando los problemas se resuelven al nivel del intelecto mínimo? Que se sube el salario mínimo. Es decir, si ya al que hay casi el cincuenta por ciento de los más pobres, más jóvenes y menos educados sufren casi 50 por ciento de desempleo ¡subimos el precio de contratarlos, para ver si pasamos del cincuenta por ciento!
Lo que sucede es que la idea de un salario mínimo obligatorio es muy popular en todas partes, porque la democrcia funciona al nivel de la mayoría y la mayoría entiende poco o nada acerca de cómo funciona un mercado, en este caso, el del trabajo no calificado. La paradoja es que, cuando se sube el salario mínimo, hay más desocupados entre los más pobres y a ellos usted ¡sí, usted! los contrata por menos del salario mínimo. Pues cuando un malabarista ante un semáforo le pide a usted lo que quiera darle y usted le da unas monedas, usted le está pagando menos que el salario mínimo, por definición, pues ese desempleado no ha podido conseguir que una empresa lo contrate por el salario mínimo.
Como el tema se resuelve al nivel del intelecto mínimo, al subirse el salario mínimo se consigue que haya más desocupados en el mercado formal, lo que los obliga a irse al mercado informal, a "cuidar autos", "hacer malabarismos en los semáforos" o, simplemente, pedir limosna. Esos son los más pobres entre los pobres. Entonces, cuando se sube el salario mínimo, lo que se hace es ¡disminuir lo que ganan los más pobres entre los pobres! Porque hay más malabaristas, más cuidadores de autos, más pordioseros, y la misma plata que antes les daban las personas se debe repartir entre más pobres sin trabajo. Es decir, al aumentarse el salario mínimo, se hace más pobres a los que ya antes eran los más pobres.
Por eso, año a año, este tema se resuelve al nivel del intelecto mínimo. La gente que tiene un intelecto superior a ése lo sabe, pero también sabe que la mayoría no lo entiende. Y por eso no podremos volver nunca, en democracia, al cinco por ciento de desempleo de enero de 1990, porque desde entonces este tema no se resuelve al nivel del intelecto máximo, sino del mínimo.
jueves, 17 de junio de 2010
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Aunque encontré interesante su artículo, me pareció algo exagerada y despectiva su afirmación de que el aumento del sueldo mínimo sólo consigue multiplicar el número de cuidadores de autos, malabaristas y "pordioseros". Hay una serie de actividades económicas que se desarrollan al margen del mercado formal y que no por eso deben aparecer como menos dignas, incluso aunque sean perseguidas por la ley, como el caso del comercio ambulante.
ResponderEliminarEn la medida que el ingreso al mercado del trabajo impone obligaciones contractuales y deberes que no existen en el mercado informal, es justo que sea regulado y retribuido con derechos y garantías que acoten la indefensión en la que quedaría un trabajador frente a la omnipotencia de un empleador que sabemos, legítimamente o no, actúa movido por consideraciones que no son necesariamente éticas.
Por otra parte, usted habla de que la popularidad de la idea del sueldo mínimo está relacionada con "inteligencias mínimas". Yo lo vería más bien desde el punto de vista de una inteligencia del sentido común. Si como vemos cotidianamente, sube el precio de los bienes, de los alimentos y del transporte, me cuesta comprender desde qué lugar podría defenderse un "congelamiento" del sueldo mínimo, como el que usted menciona a propósito de Buchi.
Bien considerada la "teoría", es imprescindible que quienes gobiernan, legislan y emplean tengan la capacidad o en último caso la solidaridad de asumir que el sueldo, mínimo o no, actúa sobre las posibilidades concretas de personas de carne y hueso, y que no por un dogma económico va a ser aceptable la pauperización de las condiciones de quienes han podido alcanzar un mejor nivel de vida optando por un trabajo asalariado.
Al menos eso creo yo.
Intelecto superior por aquí, intelecto inferior por allá. Creo que vuestra floreada columna se fue al pozo con tanto "intelecto".
ResponderEliminarClaramente a mi no me da el mio para analizar la profundidad de vuestro punto.
Tanto intelecto me pateó las corneas.
Se nota que el artículo fue escrito por alguien que entiende de economía.
ResponderEliminarQuien tenga un mínimo conocimiento del tema sabe que el aumento del salario mínimo produce un desempleo, el que afecta a los más vulnerables. Los últimos gobiernos, a pesar de saberlo siguen subiendo el salario mínimo por ser una medida que gana votos aunque sea nefasta para el más débil.
El problema no es de intelectos mínimos, sino de mayor equidad social, algo que claramente el mercado no resuelve. Poner como ejemplo la situación del empleo en Chile al año 1990, es un mal chiste.
ResponderEliminarSi quiere leer una reflexión de un "intelecto mínimo" sobre el tema, lo invito a leer y comentar la siguiente entrada:
http://www.elquintopoder.cl/fdd/web/trabajo/opinion/-/blogs/algunas-notas-sobre-la-discusion-del-salario-minimo
Antes de comentar, es un honor tenerlo de vuelta con la pluma, se le extraña los miércoles en el mercurio dando su opinión sobre los temas de actualidad.
ResponderEliminarYo opino que el sueldo mínimo no debe existir, porque este sirve como un instrumento para las grandes empresas, ya que al tener un valor estandarizado de lo que ganan las personas, y como ellos tienen economistas, saben cual es el máximo que esta dispuesto a pagar las personas por X servicio, al subir el sueldo mínimo, suben los productos y servicios (y eso sin contar con los cambios en el mercado y la inflación), al final tods las peronas quedan en un status quo.
Otra razón es que se merma la llegada de nuevos competidores al mercado, ya que para un emprendedor con pocos recursos, debido a las continuas alzas del sueldo mínimo no puede contratar el personal necesario para mover el negocio y tampoco tiene la capacidad para automatizar esos procesos que le permitiria tener trabajadores con un sueldo minimo actual.
Los únicos que se benefician son las grandes empresas, ya que asi se resguarda su mercado de nuevos competidores.
Hay que tomar en cuenta también el que una de las razones por las que los gobiernos optan por aumentar el sueldo mínimo es que, al hacer esto, la gente piensa "qué genial este gobierno que se preocupa de que tengamos un sueldo digno" y, al mismo tiempo, al haber más desempleo y menos contrataciones, al que culpan es al empresariado, que no los contrata. De esta forma el gobierno queda bien con el pueblo y, de pasada, le pasa la culpa del desempleo a las empresas.
ResponderEliminarDeagraciadamente al no haber una cota mínima se llegaría nuevamente a una suerte de esclavitud. Sí, el mercado es brutal, para mantener a flote a muchas industrias o actividades económicas competitivas lo más probable es que se recurra a la mano de obra barata. No estoy pensando el la gran industria si no en algunas pimes o mini pimes donde es más facil recurrir a este expediente que "pensar" y mejorar tecnológicamente su desempeño. Desgraciadamente en estos tiempos la "codicia" es el motor de la actividad humana. Ciertamente los empresarios conscientes son los menos.
ResponderEliminarNo está demás recordar que por algo las leyes de salario mínimo de la Concertacón fijaron uno más bajo para los muy jóvenes y los muy viejos.
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