Hoy me ha llegado la excelente noticia de que, por fin, existe legalmente en Chile el Partido Nacional Libertario, único de derecha a secas y que no reniega del legado de Pinochet.
Por tanto, será distinto a todos en un país en que tantos se "han dado vuelta la chaqueta". Es lo mejor que nos podía suceder, porque Chile sin derecha tiene vedado el éxito político, económico y social. Por algo nuestros "mejores treinta años", 1985-2015, fueron logrados gracias a las políticas discurridas por un gobierno de derecha, como fue el presidido por Augusto Pinochet tras ser elegido con el 67 % de los votos en 1980 y superar la "crisis de la deuda" de los '80. Incomprensiblemente, después de él los partidos que lo apoyaron, liderados por Sebastián Piñera y Evelyn Matthei, se fueron a la izquierda, a la más extrema de las cuales finalmente le entregaron en bandeja el gobierno de la nación. Consecuencia: estancamiento, miedo, tomas, destrucción, donde lo único que prospera es el delito.
El partido de derecha definido, para salir de esto, es la buena noticia. Pero hay otra todavía mejor: que existe una alternativa aún superior y la cual, no me cabe duda, dicho Partido Nacional Libertario procurará lograr: la del modelo de gobierno de Suiza. Allá no existen los partidos ni la política profesional que medran de los contribuyentes. Pese a ello, o a raíz de ello, el país "funciona de maravilla, con los impuestos más bajos y los servicios públicos más altos del mundo" (ver artículo de Eduardo Schindler, en El Mercurio de hoy).
En Suiza no hay partidos políticos financiados por el Estado. Tienen un parlamento de 125 integrantes, que reciben como remuneración un 15 % de la que tendrían a tiempo completo, pues sesionan una vez por semana por tres horas. Lo necesario. ¿Para qué más?
Acaba de haber en Suiza un referéndum (hay cuatro al año) porque los parlamentarios querían un aumento de su remuneración, que no ha aumentado en 27 años. Pero el 54 % del pueblo les dijo NO.
En Suiza hay sólo 22 mil personas elegidas para cargos en los poderes Ejecutivo y Legislativo a nivel nacional, regional y comunal, en un país de 9 millones de habitantes. Un funcionario por cada 400 habitantes. El 99 % trabaja a tiempo parcial y tiene otro medio de ganarse la vida. En Chile hay un funcionario por cada 20 habitantes, pues vamos para el millón de burócratas. En los EE. UU. hay uno por cada cien habitantes.
Y en Chile los funcionarios estatales ganan, en promedio, un 50 % más que en el sector privado. En Suiza el 99 % de los funcionarios debe tener un trabajo aparte para suplementar su ingreso, igual que los parlamentarios a los cuales no quisieron subirles el sueldo part-time.
Acá los políticos profesionales reciben miles de millones de pesos tras cada elección, porque se han ido construyendo un nicho privilegiado en que cobran al Estado mil pesos por cada voto obtenido. Por eso hay elecciones tan frecuentes y el incentivo a crear otras nuevas e inútiles pero rentables, como gobernadores (para los "caciques con pocos indios") y consejeros regionales (para los pocos "indios" que no han "agarrado pega".)
En Chile hay candidatos perpetuos, porque cobran suficientes millones con los votos que obtienen, aunque nunca sean elegidos, y con eso viven "a cuerpo de rey" entre una elección y otra. Lo que se llama "vivir de la política". A costa de los contribuyentes, por supuesto.
El modelo suizo, de democracia directa cuatro veces al año, es digno de estudiarse y aplicarse y no me cabe duda de que un gobierno de derecha a secas en Chile lo va a estudiar seriamente, para ponernos en camino a unos segundos "mejores treinta años de la historia nacional".