sábado, 31 de julio de 2021

Sichel es Piñera 3

Estoy reviviendo tiempos de hace trece años. En 2008 yo era columnista de “El Mercurio” y escribía contra la idea de apoyar a Piñera en 2009. No sólo ese diario, sino sus lectores, estaban en desacuerdo conmigo. Reproduzco de mi columna del 24.12.08: “Magdalena Concha escribió (cartas al director, jueves 18): “¿Cuántas columnas más destinará Hermógenes Pérez de Arce a boicotear la oportunidad histórica que tenemos los chilenos que votamos por la Alianza de celebrar la llegada de nuestras ideas a La Moneda”? Yo le replicaba que “nuestras ideas” no eran las de Piñera, sino las de quienes votamos “Sí” el 80 y el 88 y que Piñera era del “No” a todo eso. Otro lector, Gerardo Zegers, en carta del 19 de diciembre de 2008, afirmaba que los argumentos míos “están requetecontra dichos y conocidos”, a lo cual yo replicaba que los Diez Mandamientos también y no por eso había que votar por alguien que los contraviniera. Y añadía: “Un amigo de mis hijos me manda decir que está de acuerdo conmigo y que anulará el voto “pero que no le cuente a nadie, porque lo matan en su casa”. En fin, el 31.12.08 escribí mi última columna, no quise saber más del piñerismo y me fui del diario, mientras la “gente de derecha”, impenitente enamorada del mal menor, preguntaba: “¿Qué le pasa a Hermógenes?”.

Bueno, vinieron Piñera 1, Bachelet y Piñera 2, este último de nuevo en brazos de los partidos de derecha, que en el interín habían borrado diligentemente de sus declaraciones de principios todo reconocimiento al gobierno militar. En lugar de traer a Piñera a la derecha, se fueron a la izquierda en la estela de aquél y nos trajeron a donde estamos hoy, ad portas de la demolición final del modelo de sociedad libre a manos del “Apruebo”. Éste fue encabezado por Piñera y la mayoría de sus ministros (entre ellos Sichel), el alcalde Alessandri, el hasta hace poco presidente de la SFF, además, naturalmente, de los demoledores permanentes de la grandeza de Chile, la DC y la izquierda. Es que la derecha en masa se pasó al enemigo.

Y lo que hoy acontece es culpa de su debilidad. Reeligió a Piñera en 2017, tras, literalmente, centenares de blogs míos conminándola a no hacerlo. Ya en 2008 yo me había jugado en la UDI porque llevaran como candidato a José Antonio Kast. Recuerdo que el único parlamentario que me apoyó en esa idea, expuesta por mí ante la juventud UDI de Viña del Mar, fue el senador Jorge Arancibia. Ni siquiera el propio Kast, que era diputado entonces, se la jugó en esa oportunidad. Después sí lo hizo, en 2017, pero entonces la UDI, encabezada por dos líderes del entreguismo, Joaquín Lavín y Pablo Longueira, conspiraron contra José Antonio con un video de amplia circulación, en que afirmaban que no se debía “perder el voto”, pues Piñera 2 estaba a punto de ganar con el 50 % en primera vuelta. Sacó 36 %. Y Cadem predecía que Kast tenía apenas entre 0 y 2 %, pero obtuvo 8 %, doblando a la Candidata DC, Carolina Goic. Cualquier semejanza con el presente no es mera coincidencia.

Si nuestra derecha actual hubiera estado en el gobierno en 1879, le habría aconsejado a Prat y Condell negociar con los peruanos y entregarles los buques nacionales. Gesto equivalente a la rendición de la Constitución en 2019 y al “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución”, no la de 1980, la de la libertad y la democracia y los mejores treinta años de la historia de Chile. Ésa fue entregada como víctima propiciatoria al enemigo.

Así y todo, por ella nos jugamos el 22 % de los chilenos, los que ahora debemos salvar al país. Sólo con una buena derecha, como la de 1879, lo lograremos. Y ello probablemente sólo sucederá después del gran desastre que provocará la mayoría del “Apruebo” actual, antes de que se vuelque en su contra suficiente gente, como lo hiciera en 1973, en busca de salvación ante el desastre generado por la izquierda y todos los que se han pasado a ella.

Entretanto, la derecha entreguista vuelve a traicionar sus propias ideas y le pide a Kast que se retire y apoye a su sepulturero, Piñera 3, que hoy se llama Sichel. ¿O saldrá de alguna parte un Arturo Prat?

martes, 27 de julio de 2021

La Imparable Mujer Que Regala Plata

La sombra de Pinochet está omnipresente en la vida chilena. Léase el art. 130 de la reforma constitucional, nacida del acta de rendición de Piñera y de la democracia chilena ante la izquierda violenta del 15 de noviembre de 2019, y esa sombra se verá. Dice así:

“En el plebiscito señalado la ciudadanía dispondrá de dos cédulas electorales. La primera contendrá la siguiente pregunta: ‘¿Quiere usted una Nueva Constitución?’”.

La respuesta alternativa natural, obvia y de sentido común era “Sí” o “No”. Pero no podía ser, porque “Sí o No” había sido la del plebiscito de Pinochet en 1988. Chile y el mundo se habían dividido entre “Sí” y “No” entonces. Resultado: 56 vs. 44%, influido por los millones de dólares para financiar la campaña del “No” del “Endowment for Democracy” de Estados Unidos y otro tanto de Europa Occidental, que querían “castigar” a quien salvó a Chile del comunismo. Otro rasgo de lo que Oswald Spengler había llamado “la decadencia de Occidente”.

Entonces, para ocultar la sombra de Pinochet, pusieron artificiosamente la alternativa “Apruebo” - “Rechazo”. La parte más inculta y desinformada del país prevaleció y triunfó el “Apruebo”, con 78 % vs. 22 % del “Rechazo”. La mayoría cree que una nueva constitución será un árbol de pascua del cual colgarán regalos para todos.

Por consiguiente se desató la locura y la diputada Pamela Jiles logró llevar a cabo el retiro del 30 % del ahorro previsional, dinero con el cual los chilenos salieron en masa a comprar autos, plasmas y artículos electrónicos, gastándose la plata que era para su vejez. 

Y después de eso la presidente del Senado, Yasna Provoste, pidió darles a quince millones de chilenos dinero mes a mes hasta septiembre, como ingreso familiar de emergencia. Un sueldo sin trabajar. Lo obtuvo. Su nombre se disparó en las encuestas presidenciales y ella acaba de anunciar su candidatura. Parece invencible, imparable: además, es mujer, diaguita, corresponde al fenotipo de la mayoría y regala plata. ¿Quién podrá contra ella?

Pero no falta el antipático que pregunta "¿de dónde sale toda esta plata?" La economista Carolina Grünwald, en “El Mercurio” de 22.07.21, ha tenido la bondad de explicarnos: a diciembre de 2019 los fondos soberanos y reservas de Chile eran de US$ 23.045 millones de dólares, pero ahora “estaríamos cerrando el año con US$ 10.000 millones”. ¡Nos hemos comido más de la mitad de las reservas en dos años! Más encima, habremos pasado de una deuda externa pública del 27,9 % del PIB en 2019 a otra del 34,1 % del PIB en 2021 “con tendencia al alza en el mediano plazo”. La gente que algo entiende saca su plata para afuera: antes había diez mil millones de dólares anuales de ingreso neto de capitales. El año pasado el saldo se tornó negativo en 2.500 millones de dólares, que es lo que se fue del país (Sebastián Claro, columnista de "El Mercurio", 02.05.21).  

Como se da mucha plata sin trabajar, ya la agricultura y la construcción tienen dificultad para encontrar mano de obra, pues ésta, por ahora, no tiene necesidad de ocuparse. Una agencia de empleadas domésticas anuncia su quiebra: ya no hay nanas que se ofrezcan. ¿Cómo va a crecer un país en que tanta gente deja de producir? A este ritmo, en dos años más ya no van a quedar reservas de fondos soberanos ni de la previsión y la deuda externa va a ser tan alta que ningún banco ni entidad financiera nos va a querer prestar, por aumento del riesgo país, salvo a tasas que no vamos a poder cubrir. 

Chile, tras este nuevo "disparo en el pie", va a quedar como está Argentina hoy, pero ya Argentina entonces va a ser como Venezuela hoy... y Venezuela como Cuba hoy. Y, a lo mejor, Cuba ya para entonces va a haber sido liberada, como lo fue Chile en 1973... si la sombra de Pinochet se marcha para allá.

viernes, 23 de julio de 2021

Once Razones Para No Votar por Sichel

(Este blog es inclusivo, pero sólo para "derechistas y derechistos". Si usted no lo es, no siga leyendo. Es una orden.)

Primera razón, porque Sichel no es de derecha. Fue DC, renunció porque se izquierdizó y se fue a Ciudadanos, de Andrés Velasco. De ahí lo capturó la grúa de Piñera (que también tiene alma de izquierda) en una “toma de control hostil” de "Ciudadanos" que dejó a Velasco con el libro de actas, el timbre y la oficina vacía, pues le reclutó a todos sus lugartenientes (otra “pasada” típica suya) e incorporó a Sichel a una “buena pega” en su segundo y peor gobierno .

Segunda, porque también es candidato José Antonio Kast, que sí es de derecha y por quien los derechistas de una sola línea debemos votar.

Tercera, porque Sichel sostiene que “el hombre más malo del mundo” es Pinochet. Es decir, es ignorante, un cero en Historia Contemporánea. O, peor aún, es antena repetidora del KGB. ¡Ni siquiera pasaría de curso en la educación media, salvo con profesor comunista, y quiere ser Presidente!

Cuarta, porque es un Piñera 3.0, aunque no sea un mal sujeto, como éste, ni tenga su prontuario. Pero, como él, "le mira la cara a la izquierda" y cree que ella es “el pueblo”, otro grave error, común en nuestra clase política.

Quinta, porque no se puede confiar en él: traicionó a su amigo Velasco y puede anticiparse que, de igual manera (también como Piñera y ya con tu voto en su bolsillo), te va a traicionar a ti.

Sexta, porque, como la mayoría de los políticos (lamentablemente), Sichel hace como si no existiera el mayor escándalo de falsedad, prevaricación judicial y corrupción de nuestra historia, los juicios “ilegales, inconstitucionales y arbitrarios” (libro de Adolfo Paúl) contra exmilitares. Mira para el otro lado.

Séptimo, porque dijo que iba a cerrar Punta Peuco y luego se dio una vuelta de carnero y anunció que lo iba transformar en cárcel de ancianos. Pero, tal como Piñera 1.0 y 2.0, finalmente hará lo que exija la grita comunista: discriminarlos y perseguirlos todavía más.

Octavo, porque votó “No” en 1988 y tú votaste “Sí”. Es de un mundo político diferente al tuyo, que es el de la libertad, del orden y del crecimiento. Tú eres de "El Ladrillo" y él de "El Otro Modelo".

Noveno, porque él votó “Apruebo” y tú votaste “Rechazo” a la idea de otra Constitución, que transformará al Chile de hoy, donde la actual Carta nos ha convertido en “the United States of South America”, mientras la que prepara la "bolsa de gatos", si es que produce una, nos convertirá en “Chilezuela”.

Décima, porque critica el actuar de Carabineros y preanuncia su incapacidad de derrotar la violencia y mantener el orden público, misma de su ex jefe Sebastián Piñera. Lo último que necesita el Chile de hoy, revolucionado, gobernado de facto, violento y a punto de caer en el comunismo, es un Piñera 3.0.

Undécima, porque desune a la derecha al rechazar un pacto parlamentario de Chile Vamos con el Partido Republicano (y, con mayor razón, podemos suponer, con Fuerza Nacional en formación), lo que lo convierte en factor de división del único sector que, unido, sería capaz de evitar el peligro actual más inminente: que el país se vuelva “a dar un balazo en el pie” y repita los mil días de Allende.


miércoles, 21 de julio de 2021

"El Hombre Más Malo del Mundo"

Este país, anteayer en Wall Street, acaparó los letreros luminosos de Morgan Stanley, orientados a los cuatro puntos cardinales, que decían a grandes caracteres: “Sube fuerte la Bolsa en Chile al ser eliminado en primarias presidenciales el candidato comunista”.

Es que Chile hoy hace titulares mundiales. Pues todavía es “the United States of South America”, adonde muchos pobres de Sud y Centro América acuden a aprovechar las oportunidades que les abre el modelo de economía libre, surgido de la Constitución de la Libertad de Pinochet. Pero también hoy el 78 % de los votantes chilenos quiere reemplazarla, porque está escrito que cada ciertos años deben “pegarse un balazo en el pie” (según Robert Haldeman, ex gerente de la Compañía Chilena de Electricidad, que –como él mismo decía y no resisto volver a citarlo-- no era “Compañía”, sino sociedad limitada; ni “Chilena”,  pues sus dueños eran norteamericanos; ni daba “Electricidad”, porque los radicales y socialistas del gobierno le habían congelado las tarifas y por eso no invertía y debía cortar la luz ante el aumento de la demanda en las horas peak). (En Chile no se puede escribir “horas pico”, como en el resto del mundo hispano. Si alguien requiere más explicación al respecto, que visite un baño público y lea lo escrito en sus paredes.)

Es que el candidato comunista Jadue, que encabezaba las encuestas --equivocadas, por lo demás-- perdió ampliamente ante un ¿joven? (35) egresado de derecho que ha reprobado dos veces el examen de grado, pero habla de corrido y promete dar mucha plata a los pobres. Aventajó a su rival comunista porque nunca manifestó, como éste, ganas de "salir a matar judíos" ni que iba a hacer quebrar a las pymes, obligándolas a pagar 500 mil pesos de sueldo mínimo, ni que iba a perseguir a la prensa opositora, como su contrincante. De modo que terminó venciéndolo ampliamente. Y entonces la Bolsa volvió a subir. Pero ni Wall Street ni la Bolsa parecen haberse enterado de que Boric es “un tiro al aire”, pues ofrece repartir mucha plata inexistente. Lo cual, por otro lado, siempre le ha encantado a gran parte del electorado chileno. (Otro día hablaremos de Provoste, que ofrece lo mismo, y está en stand by).

El otro triunfador del domingo, Sichel, es un ex DC que en el pasado se fue más a la izquierda, a “Ciudadanos” de Andrés Velasco, hasta que su tocayo Sebastián Piñera lo atrajo ofreciéndole un alto cargo en su gobierno, el cual aceptó. Tiene una biografía que hace palidecer a las de Madame Bovary y Jean Valjean y que numerosos aspirantes a “Gustave Flaubert o Víctor Hugo chilenos” están al acecho para novelar. 

Tiene un fenotipo del agrado de las clases alta y media-alta chilena (buena estatura y ojos claros) y no tiene la más mínima idea de la historia reciente, como que repite lugares comunes propios de los millenials, que son antenas repetidoras de las consignas del KGB soviético, hoy en el basurero de la historia pero cuyas mentiras permanecen vigentes acá. Eso explica su respuesta al periodista Roka Valbuena, tras éste preguntarle “¿quién es el hombre más malo del mundo?”: “Augusto Pinochet Ugarte”.

Ése ha pasado a ser un “examen de suficiencia” para alcanzar el apoyo de la centroderecha, que en su tiempo clamaba por Pinochet y lo aplaudía. Sebastián Piñera sorteó el mismo examen con honores en 2009, como expartidario del “No” a Pïnochet; y en 2017 por eso mismo y además por haber sido el más sañudo perseguidor judicial de los exmilitares que vencieron al terrorismo marxista, la mayoría de los cuales son, por eso, genuinos “presos políticos” de la centroderecha (condenados por razones políticas y no por lo que dicen las leyes).

Ahora esa misma centroderecha voluble está entusiasmada con Sichel y, como yo apoyo al único candidato presidencial declaradamente de derecha, José Antonio Kast, que votó “Rechazo” a derogar la Constitución y todavía opina lo mismo que Eduardo Frei Montalva, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Patricio Aylwin, la DC casi completa (salvo trece) y yo opinábamos en 1973, es decir, que los militares salvaron a Chile de un autogolpe marxista, las “élites habladoras” a que se refería Paul Johnson vuelven a preguntar, contrariadas, “pero ¿qué le pasa a Hermógenes?”. 

Ya en 2009 y 2017 "Hermógenes" insistía en que preferir a Sebastián Piñera por sobre José Antonio Kast iba a resultar nefasto para el país. Y parece que tenía razón. ¿Volverá a tenerla otra vez?

lunes, 19 de julio de 2021

Primarias Que Pudieron Ser Peores

Pues pudo ganar Jadue y quedar en posición de expropiar todo y hasta dispararles a los judíos, tal como prometía en el anuario del Liceo Alemán, del cual egresó, probando así que la educación particular pagada también es capaz de engendrar monstruos.

También pudo ganar Lavín, que en su desenfrenada e incontenible carrera hacia la izquierda –el ex “gallo de pelea” del gobierno militar ya había asumido últimamente de lleno la socialdemocracia— ahora amenazaba convertirse en el primer expinochetista en ofrecer un “socialismo del siglo XXI” con sello del Opus Dei.

Es decir, el resultado fue, en primer lugar, bueno porque la primaria de la izquierda fue un triunfo de la derecha: Boric proviene de un hogar acomodado de Punta Arenas, donde la madre enciende velas a la Virgen cuando es necesario y seguramente lo hará cuando su hijo quiera emprender, como lo ha prometido, la marcha de Allende por “las anchas Alamedas”, ahora convenientemente inclusivas, pues serán recorridas por “el hombre y la mujer libres”, para volver a dejar al país con la mayor inflación del mundo, el menor crecimiento (en realidad, el mayor decrecimiento) de América Latina y al borde de una guerra civil, como en 1973. La única incógnita es que ya no están los salvadores de entonces, que nos libraron  del primer Salvador. Pero está la Virgen de la mamá, que puede sanar al hijo de su TOC marxista.

En la primaria del piñerismo, es decir, la del “Apruebo”, que por definición excluía al 22 % del electorado derechista que votó “Rechazo” y a su mayoría de 60 %, en las cuatro comunas más prósperas del país, por el referido “Rechazo”, se registró un sorpresivamente amplio triunfo del tocayo y émulo de Sebastián Piñera, Sebastián Sichel. También éste viene, como aquél, de la DC, aunque no exhibe (para fortuna suya) el mismo prontuario. Pero se le parece en el completo desconocimiento de la historia reciente del país, pues ha proclamado públicamente que Augusto Pinochet Ugarte es “el hombre más malo del mundo”, por los 3.097 muertos de su lucha contra la guerrilla y el terrorismo marxistas, olvidando que 423 de éstos cayeron a manos de los subversivos de izquierda y que Stalin tuvo una cuenta personal de 20 millones de muertos, Hitler otra de seis millones de judíos, Pol Pot su millón y medio y que Idi Amin Dada, “el carnicero de Uganda”, devoraba a sus adversarios caídos. Seguramente Sichel siguió el mismo curso abreviado de Historia Reciente de Chile ofrecido por el KGB, que inspiró a su tocayo Piñera para proclamar haber votado “No” en 1988 “para llegar cuanto antes a la plena democracia”, en circunstancias que votando “Sí” ésta habría tenido lugar un año antes.

Sichel representa el sueño húmedo de la derecha sempiternamente devota del “mal menor”: viene de la DC, votó por Bachelet y mostró “habilidades blandas” como ministro de Piñera, pues fue el más popular del gabinete. Esto desató los celos del "presidente-todo-protagonista", que lo envió a un “exilio dorado” en la presidencia del Banco del Estado, desde la cual saltó a su candidatura independiente, exitosamente culminada ayer.

En realidad, el origen primero de Sichel en la centroderecha proviene de “una pasada” política exitosa de Piñera, como las que en los negocios le han permitido hacer fortuna. Es decir, una pasada sin atenerse a las reglas del marqués de Queensberry: se apropió de “Ciudadanos”, el movimiento con aspiraciones de partido político de Andrés Velasco, contra la voluntad de éste y en una “toma de control hostil”: viendo la acogida que en la centroderecha tenía el proyecto moderado del ex titular de Hacienda y que éste antes había encabezado el sector “autocomplaciente” de Bachelet 1.0 (2006-2010), y había sido mantenido en su cargo por ésta pese al fuego graneado que le disparaban los “autoflagelantes” más afiebrados, como Francisco Vidal, Piñera reclutó para su administración a los principales lugartenientes de Velasco, Sebastián Sichel, Juan José Santa Cruz, Gonzalo de la Carrera y el economista Patricio Arrau, dejando al fundador del movimiento con el libro de actas, el timbre y la oficina vacía, de la cual debió limitarse a apagar la luz y cerrar la puerta por fuera, además de irse con un palmo de narices. Velasco entonces se marchó a Londres a un alto cargo académico, probablemente diciéndose “mientras más conozco a los hombres, más quiero a mi perro”.

En conclusión, los del “Rechazo” “estamos bien, los 33”. Salvo algunos despistados de los nuestros, que fueron a votar a la primaria piñerista “para salvar al país del comunismo”. Los que conozco lo hicieron por Lavín, pese a todas las veces que los ha defraudado (a mí, una sola, pues posteriormente "supe mejor"). 

Y, en fin, estamos bien porque tenemos candidato propio y de derecha, José Antonio Kast. Esperamos pasar a la segunda vuelta presidencial y ganarla en nombre de que no queremos ser otra Venezuela. Ya se logró una vez, desperdiciada por Piñera. Por suerte Kast no es como Piñera. Y tenemos la mejor Constitución, la de 1980, que nos ha dado los mejores años de la historia de Chile en términos de paz política, crecimiento, supresión de la pobreza, creciente igualdad y mucha plata al Estado para ayudar a los más necesitados. Lo malo ha sido que con gran parte de ésta se han quedado los políticos y sus apitutados. 

Y eso es lo que deberemos remediar entre 2022 y 2026: el gran cambio de destino desde manos de la burocracia a las de las familias vulnerables, para que en Chile no haya pobres y se reduzca aún más la desigualdad. Con autoridad, orden y pantalones volveremos a la “rule of law”, a los bandidos en la cárcel y no como ahora, llenos de garantías, cobrando indemnizaciones millonarias gracias a la justicia roja y redactando constituciones. 

Así volveremos a vivir en paz y a ser todos chilenos una vez más.

sábado, 17 de julio de 2021

No Votaremos Mañana

Ni los del “Sí” ni los del “Rechazo” votaremos mañana. Nuestro voto es la expresión de nuestra razón y nuestros valores. ¿Cómo podríamos ir a votar mañana, si todos los candidatos contradicen nuestros principios? 

Un amigo muy inteligente llega hasta la cuarta derivada para convencer a otros de votar por Sichel, un tipo que, preguntado por Roka Valbuena acerca de “quién es el más malo de la historia”, contestó “Augusto Pinochet Ugarte”. Se saltó a Stalin con 20 millones de muertos en su cuenta personal; a Hitler con seis millones de judíos en la suya (un verdadero adelantado de Daniel Jadue en la historia); a Pol Pot, con su millón y medio de muertos sobre una población de siete millones y a Idi Amín Dada, el caníbal de Uganda. Sichel calumnió a Pinochet, bajo quien hubo apenas 3.097 bajas, de las cuales 423 mató la guerrilla izquierdista, y habiendo salvado a Chile de un régimen totalitario sempiterno y también de la guerra civil que iba a causar 500 mil víctimas (Carlos Prats). 

“¿Dónde la viste” Sichel?”. ¿Cómo puede alguien votar por un tipo tan ignorante y descriteriado, habiendo leído a Paul Johnson situar a Pinochet entre los héroes de la historia, desde César a Churchill, porque, como escribió en su último libro, “yo conozco los hechos”? Por favor. Un poco más de respeto por nosotros mismos.

Sobre todo si los del “Sí” y del “Rechazo” (44 % en 1988 y hoy 22 % en todo el país y 60 % o más en las cuatro comunas más ilustradas y con mejor educación, pues ésta es particular pagada) tenemos un candidato que nos representa, que no ha desertado al “No” ni votó “Apruebo”: José Antonio Kast. Ya tiene el cupo y respaldo legal para participar en la elección presidencial del 18 de noviembre, que será donde todos, pero absolutamente todos los de una sola línea deberemos ir a votar.

Pues mi voto soy yo. Y yo soy de una sola línea. Para mí, el fin no justifica los medios. No iría a votar por Boric, que contradice todos los valores y principios en que creo, para “atajar a Jadue”, aunque éste los contradiga peor y sea el más troglodita de los comunistas. 

Tampoco votaría en la primaria del piñerismo, donde sólo postulan candidatos que apoyaron el “Apruebo derogar la Constitución de la Libertad”, exministros y cómplices del peor de los Presidentes, que ha rendido al país ante la violencia, los saqueos y el vandalismo y hasta ha tolerado la secesión de territorios sureños, con tal de eludir las amenazas de un prevaricador universal como Baltasar Garzón. ¿Cómo voy a votar por personajes que son tan distintos y piensan tan distinto que yo?

Por respeto a nosotros mismos, los herederos del “Sí” y partidarios del “Rechazo” no podemos ir a votar mañana en la primaria del “Apruebo”.

jueves, 15 de julio de 2021

Regreso a Santiago

Estuve seis meses en aislamiento sanitario en la costa. Volví la semana pasada a Santiago y al ir a mi escritorio me encontré con que no tenía internet. Llamé al teléfono de Entel señalado en su última factura de $50.400 mensuales y una niña me dijo que llamara a otro teléfono. Lo hice y otra niña, esta vez con acento centroamericano, me dijo que yo no era cliente de Entel. Le repliqué que estaba leyendo la última factura que le pagué a esa empresa, número 17337133 y ella insistió en que no tenía esa factura en su sistema y en que yo no era cliente.

Entonces escribí a “Línea Directa” de “El Mercurio” el 6 de julio relatando que yo no era cliente de Entel para recibir servicio pero sí para pagar la factura. No publicó mi reclamo, pero parece que algo hizo, pues me llamó una niña de Entel, muy altanera, y me dijo que por no haber usado varios meses mi internet había sido “dado de baja”. Yo le repliqué que me seguían cobrando $50.400 mensuales y le pedí que me restableciera el servicio. No lo hizo, de modo que llamé a un experto particular, que por módicos $30 mil pesos me informó que el aparato tenía una señal roja, que llamara para que me lo resetearan o mandaran a alguien a revisar la conexión desde la calle.

Volví a llamar a Entel y un señor me dijo que no podían hacer nada de eso y que yo debía llevar el equipo a una sucursal de Entel. Yo le dije que el aparato estaba arriba de un estante alto y me podía caer al bajarlo y además no quería salir a contagiarme con la variante delta. Le pedí que lo resetearan desde Entel o mandaran un técnico a revisar el cable desde la calle, que aparentemente está bueno. Me replicó que ellos no reseteaban ni mandaban técnicos a casos como el mío.

Entonces recurrí a un nieto experto en internet y me conectó el computador de la oficina con el internet de mi celular y quedé con servicio gratis, salvo, claro, lo que pago a Entel por no dar servicio.

Después me llegó una encuesta de Entel para que le pusiera nota a la atención a sus clientes, y le puse un uno en todo. Estoy esperando la factura de este mes, para no pagarla. De “Línea Directa” nunca más se supo. En mi oficina quedaron dos teléfonos y un aparato, que creo que se llama router, y ninguno funciona.

Ha sido lo más llamativo de mi regreso a casa.

lunes, 12 de julio de 2021

Abomino de la Primaria del Piñerismo

Soy de derecha a secas. Soy el polo opuesto al dicho irónico de Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”. Los míos no los cambio “por ninguna plata”. Tengo pocos seguidores. En este blog, mi casi única tribuna estable, unos mil y tantos habitualmente. Pero a veces se dispara su número y se multiplican por diez o por quince, cuando “pongo el dedo en la llaga”. Hace años que un diario de circulación nacional no me entrevista y casi ningún medio me nombra. En Chile, “soy la voz que clama en el desierto”, minoritario absoluto, "de la derecha pinochetista". No he firmado por ningún partido hoy existente, Republicano incluido, porque ninguno adhiere en su Declaración de Principios expresamente al legado de Pinochet, como yo exijo. El único que lo hace, Fuerza Nacional, está en formación y todavía no reúne las firmas necesarias para existir. 

Ese partido me designó, sin yo solicitarlo. “vicepresidente honorario” y me proclamó su candidato presidencial, noticia (si es que lo fue) que apareció un día en un solo diario, el vespertino “La Segunda”, y de la cual ningún otro medio nacional ni internacional (con razón) se ha dado por enterado. Entré en política electoral (que no es lo mío) en 1989 porque Jaime Guzmán creía que yo tenía muchos votos y por eso me llamó y me dijo que debía derrotar a Sebastián Piñera en la senatorial por Santiago Oriente, porque ese tipo iba a destruir tanto a la derecha como la imagen del Gobierno Militar desde el Senado. Con el tiempo, Piñera, que me derrotó en esa elección, ha cumplido ambas misiones al pie de la letra.  

Con esos antecedentes declaro, aquí y ahora, como diría Ricardo Lagos (un tipo perennemente equivocado en todo lo que ha dicho, pero no en lo que hizo como gobernante) que abomino de la primaria del piñerismo y no participaré en ella ni menos me prestaré, como más de alguien me ha sugerido, a "votar por Boric para atajar a Jadue”, pues también abomino de la estrategia de “votar por el mal menor”, después de haberlo hecho por Eduardo Frei Montalva en 1964 y haber visto y vivido las consecuencias.

Peor aún, en las próximas primarias del piñerismo compiten cuatro tipos del "Apruebo", caracterizados por abandonar los principios de la derecha, abrazando muchos postulados de la izquierda (a lo que llaman ser “de derecha social”); y caracterizados también por abominar del Gobierno Militar, cuyo legado es justamente el que yo proclamo como mejor destino nacional. Todos esos precandidatos son ex ministros de Piñera y seguidores de su línea destructiva del país pacificado, ordenado, próspero, democrático y de mayor crecimiento en América Latina (sin conflicto en la Araucanía) que entregó Pinochet a la civilidad en 1990.

No acojo ninguno de los argumentos que llaman a votar en esa primaria de los candidatos de ChileVamos, la llamada “centroderecha”, pues todos hicieron campaña y votaron por el “Apruebo”, equivalente a la rendición incondicional ante la violencia marxista y que implicó la derogación de hecho de la Constitución de 1980, la mejor de la historia del país y en la cual se contenían los preceptos fundamentales para la existencia de una sociedad libre. Esta fue redactada por los mejores juristas de las fuerzas políticas representativas de la mayoría democrática nacional a partir de fines de 1973, el principal de los cuales fue Alejandro Silva Bascuñán, entonces presidente del Colegio de Abogados y el más destacado constitucionalista de la DC, que si bien después abandonó esa Comisión Constituyente en la estela de la hégira de su partido en busca del “sol que más calienta” (como lo ha hecho a lo largo de toda su camaleónica existencia), se alejó no sin antes proclamar la “legitimidad en derecho” del Gobierno Militar y publicar, "para perpetua memoria", la respectiva Declaración del Colegio de Abogados, que él presidía, en la edición de la Revista de Derecho y Jurisprudencia de octubre de 1973.

Pero, como decía un empresario norteamericano residente, cada cierto número de años “Chile se dispara un balazo en el pie”. La actual generación de millenials, es decir, de “cerebros lavados por la izquierda”, lo está gatillando precisamente ahora, repitiendo de corrido increíbles estupideces. Y lo hace contando, como en 1970, con la complicidad o coautoría del camaleón DC. En conjunto son incontrarrestable mayoría. Así, Chile está pronto a perpetrarse otro “balazo en el pie”. En concordancia y por 78 versus 22 % de los votos, el electorado acordó reemplazar la Constitución de la libertad. Por añadidura y también por mayoría aplastante, en mayo último, formó una Convención Constituyente en la cual 105 miembros de 155 ya comenzaron por violar su propio estatuto para pedir indulto a los delincuentes extremistas de la revuelta. Eso lo dice todo: implica que ya tienen más de los 2/3 necesarios para desmantelar el país. Por eso el 99 por ciento de los inversionistas de grandes corredoras nacionales les pide a éstas, en estas mismas horas, llevar sus fondos a buen recaudo al exterior, según dos de dichas grandes firmas me han informado. El economista Sebastián Claro ha afirmado en su columna de “El Mercurio” que el flujo positivo de 10 mil millones de dólares anuales de recursos del exterior que llegaba a Chile hasta 2019 se tornó ya negativo en 2.500 millones en 2020. Chile ha vuelto a 1970. "Chile vuelve a ser Chile", como pontifiqué en un blog anterior, en que rememoraba el país rasca en que viví la mayor parte de mi existencia, antes de que dijéramos "adiós, América Latina" entre 1973 y 1990, lamentablemente de manera transitoria.

Pues ahora de nuevo la izquierda, que ya nos arruinó antes, reina acá en todo. Las únicas dos esperanzas actuales de la derecha, electoralmente (pues ya la “reserva moral” de otrora no existe), residen en el triunfo de José Antonio Kast en la elección presidencial y en la victoria en el “plebiscito de salida” del próximo año, si hubiere una nueva propuesta constitucional (sostengo que no la habrá). J. A. Kast no es un legatario del pinochetismo (si lo fuera sería un “bien mayor”, en mi concepto); pero ciertamente es mejor que “un mal menor”. Es decir, representa “un bien menor”. ¿Sus posibilidades de ser Presidente, lo que sería una buena solución para el país? Escasas, según las encuestas, pero todo es posible. Una mayoría podría reaccionar de aquí a diciembre ante la perspectiva de una “Chilezuela” o al ver la angustia de los cubanos, como lo hizo hace cuatro años, creyendo equivocadamente que Piñera era de derecha. Ojalá suceda, pero es improbable, dado el grado del lavado de cerebros y del predominio sin contrapeso de la opinión izquierdista en los medios (piénsese que “La Tercera”, bastión del diarismo de derecha, según la izquierda, llamó editorialmente a votar “Apruebo”, es decir, a la ruina izquierdista del país, el año pasado.) Con esos “partidarios” la derecha no necesita adversarios. Y la falange de columnistas de izquierda o indefinidos de otro gran diario, “El Mercurio”, predomina sin contrapeso frente a la minoría de columnistas de derecha definidos que todavía conserva.

Entonces, si miro con poco optimismo la elección presidencial, miro igual el “plebiscito de salida”. Sería un milagro que este otro año triunfara el “Rechazo” salvador de Chile. La probabilidad de revertir ese 78 vs. 22 por ciento es remota. Al parecer, vienen otros mil días de “socialismo real”. Otro "disparo en el pie."

Por consiguiente ¿qué va probablemente a suceder? Lo que ya sucedió en 1970: el país va a recaer en el socialismo y sólo a los mil días va a brotar la desilusión y la desesperanza general por todas partes, como entonces, dados el retraso y la escasez inevitables bajo tal régimen fracasado. Hasta la directiva del camaleón DC, de nuevo, se va a dar cuenta. Y a dar vuelta. Émulos de Aylwin y Frei Montalva se van a trasladar al sol que más caliente de entonces, que estará a la derecha. En ésta ya no va a mandar Piñera –nadie sabe dónde va a estar mil días después del desastre que él mismo generó— y el país se volverá a salvar. 

Hasta que de nuevo transcurra otra generación y la izquierda le vuelva a lavar el cerebro y Chile se pegue el siguiente enésimo balazo en el pie. Pues "los países que no aprenden de su historia están condenados a repetirla" (Santayana).

jueves, 8 de julio de 2021

Constructores vs. Destructores y Pusilánimes

En mi ya no corta existencia he visto de todo en mi patria, pero lo que nunca creí ver y se ha generado en el actual paroxismo de la disparatada, irracional e ilegítima Convención Constitucional, nacida del pánico de las "élites habladoras" y de la vehemencia destructiva de los revolucionarios de siempre, ha sido la degradación y vejamen de los máximos emblemas y símbolos nacionales que ha tenido lugar en estos días aciagos.

Dos protagonistas de lo mejor y lo peor, respectivamente, de nuestra sociedad se han destacado recién: uno, Isaac Hites, a raíz de su fallecimiento; y otro, Daniel Jadue, a raíz de su posible acceso a la primera magistratura de la nación.

Como joven estudiante y procurador de un abogado, ya en los años 50 penetré en los vericuetos del primer rascacielos que hubo en Santiago, conocido como Palacio Ariztía, pero convertido a través de los años y la desidia en una ratonera indescriptible, donde cientos de sucuchos servían de asilo a toda suerte de actividades dudosas. En busca de deudores de letras protestadas, mediante cuyo cobro me ganaba mis primeros pesos como futuro abogado, penetré no pocas veces a los tugurios del ex Palacio Ariztía, digno de figurar en “Los Miserables” de Víctor Hugo y pensando que era un vestigio del antiguo esplendor del centro de Santiago en épocas mejores y anteriores al izquierdismo que tanto deterioró al país desde el Frente Popular de 1938 en adelante.

Hace más de diez años me enteré con incredulidad de que un señor llamado Isaac Hites había comprado completa la gran ratonera y unos años después vi que la había restaurado y transformado en un edificio elegante y de lujo, con locales comerciales de primera categoría y oficinas decentes, rescatando así una joya arquitectónica de comienzos de siglo y poniéndola a la altura de la sociedad libre y próspera que nos habían legado Pinochet y su Constitución de 1980.

Yo sabía todo lo que había tras ese logro de Hites, porque en mi interior había pensado que “alguien tenía que hacer algo” con ese fantástico edificio tradicional venido a menos y convertido en hacinamiento de tugurios. Pero había que tener una paciencia infinita para ir negociando con cada dueño de oficina o local hasta adquirirlo completo y luego lidiar con arquitectos y constructores hasta dejarlo transformado en lo que merecía ser. “Alguien tiene que hacer algo”, pensaba yo “a la chilena”. Y alguien, Isaac Hites, hizo algo, según me enteré con admiración. Así se construyen los países. Así tienen éxito los países.

Por los mismos años 2010 en que ocurría lo anterior llegaba como alcalde a Recoleta un personaje llamado Daniel Jadue, que comenzó a llamar la atención porque desconoció el contrato que la municipalidad tenía con una firma de parquímetros y les robó su derecho, anunciándoles a los automovilistas que podían estacionar gratis, arruinando así a la concesionaria. Poco después leí en el diario que un gran edificio de doce o catorce pisos de departamentos, recién construido en Recoleta y que ya había sido vendido a centenares de adquirentes, no podía ser ocupado por éstos porque Jadue se negaba a otorgarle su recepción municipal final. Y el afán destructivo sigue hasta hoy, con el edificio terminado, sus constructores arruinados y los adquirentes de departamentos frustrados de haber perdido su inversión. Daniel Jadue, símbolo del daño que un sujeto destructivo puede hacer, ahora piensa convertir a todo Chile en campo de sus afanes demoledores. Así fracasan los países. Pregúntenles también a los constructores del hotel Punta Piqueros.

Yo desde niño me percaté de que había una veta o parte de Chile dedicada a dañar, obstaculizar y destruir. Cuando tenía diez años llegaron a la capital centenares de buses Reo norteamericanos, flamantes y hasta de buen olor, completamente distintos de nuestras góndolas y micros destartaladas de entonces. Y vi con mis propios ojos a un sujeto con una navaja darle tajos al cuero de los elegantes asientos y nada dije, por temor a que una puñalada me llegara a mí, pero no lo olvidé más. Y ese mismo impulso atávico lo vi en la “Revolución de la Chaucha” en 1949 y en la del 2 y 3 de abril de 1957, en que sendas muchedumbres destructivas destrozaban todo lo mejor de la ciudad. Lo mismo que hemos visto hacer a las hordas que ahora van a dejar libres hasta de los pocos procesos seguidos en su contra a raíz de los destrozos perpetrados desde el 19 de octubre de 2019, fecha de la última revolución de los destructores de Chile, que ahora han tenido éxito y se han enseñoreado del poder, mereciendo el título de portavoces de “un nuevo paradigma” traducido en una “Convención Constitucional con Licencia Para Robar”, porque eso es lo que la mayoritaria convencional María Rivera dice que van a hacer, partiendo por “las grandes familias” a las cuales, anuncia, las privarán de lo suyo, “porque ya han ganado bastante”.

Pero hay centenares de miles, si es que no millones, de chilenos que tienen acciones y propiedades, si bien cada cual menos que las “grandes familias” y se enteran con sorpresa de que bajo la nueva Constitución les van a ocupar sus casas y terrenos sin pago, porque la propiedad pasará a ser “un derecho secundario”, frente a la sed de los que quieren apoderarse de lo ajeno. Y se enteran de que también les robarán el agua que hayan adquirido, así como antes, a partir de 1964, les robaron la tierra a tantos agricultores y a partir de 1970 robaron los yacimientos mineros sin pagar nada –y por la unanimidad de los “representantes del pueblo”-- a sus legítimos dueños norteamericanos.

Entre Hites y Jadue, entre la creación de riqueza y su destrucción, entre la UP que arruinó al país y el Gobierno Militar que lo reconstruyó, entre el incentivo que hay en la sociedad libre para crear, producir y generar empleos y la licencia para robar lo que otros han creado, “Chile vuelve a ser Chile”, como escribí alguna vez, recordando mi niñez, en que debía estudiar a la luz de las velas porque los socialistas, comunistas y radicales gobernantes congelaban las tarifas a la empresa de electricidad norteamericana y ésta dejaba explicablemente de invertir en ampliaciones y pagábamos el pato los consumidores, que por iguales razones debíamos untar el pan con margarina, porque le habían fijado precio a la mantequilla y debíamos comer carne de equino porque habían hecho lo mismo con la de vacuno.

País de creadores y constructores amenazados por los vándalos y destructores impunes. ¿Cómo podía y puede ser esto? Les diré por qué: porque siempre hubo y hay una clase dirigente timorata, pusilánime y propensa a pasarse al otro bando. De muy joven contemplé atónito, recién incorporado a los 26 años a la redacción de “El Mercurio”, cómo el abogado y redactor Carlos Urenda instaba a que el diario acogiera las declaraciones de Eudocio Ravines, el más inteligente de los comunistas latinoamericanos, de nacionalidad peruana, que había visto la luz y escrito un memorable libro, “La Gran Estafa”, denunciando al comunismo por lo que es. Y ante la petición de Urenda el director del diario le replicaba que no publicaría nada de él, porque Ravines era un sujeto “desprestigiado”. ¿Desprestigiado por quién? Por los comunistas, por supuesto, los mismos que desde el KGB y hasta el último militante del partido rojo en Chile se han dedicado a demonizar a Pinochet y a quien todavía hoy muchos derechistas tránsfugas, sin conocer la verdad, consideran “desprestigiado”. Pero el historiador Paul Johnson se ríe de esas “élites habladoras” pusilánimes y reafirma, en su último libro, “Héroes”, que “Pinochet es un héroe para mí, porque yo conozco los hechos.”

Y yo como chileno, que también los conozco, abismado de la licencias para robar y destruir que se han prodigado en Chile y podrían multiplicarse bajo la presidencia de un individuo que ha permitido, cohonestado y colaborado con la destrucción de lo mejor de la nacionalidad, proceso que está en curso, no puedo sino preguntarme si va a prevalecer el espíritu emprendedor, creador y constructivo de un Hites o el destructor, persecutorio y vengativo de un Jadue en el futuro de la nacionalidad, todo en medio de la pusilanimidad de una a clase dirigente timorata, permisiva y entreguista que no ha sido capaz de exhibir la fortaleza de carácter ni el coraje indispensables para preservar y defender lo mejor de la nacionalidad.

  

miércoles, 7 de julio de 2021

Dèjá vú

En democracia no hay nada que hacer contra la mayoría. El 78% - 22% del último plebiscito fue inapelable. La mayoría de izquierda elegida para la Convención también. Paradójicamente eligió para presidirla a un personaje muy minoritario, Elisa Loncón, de la etnia mapuche, que dijo sus primeras palabras en un idioma que casi ningún chileno entiende, el mapudungún. Pero pertenece a la mayoría de la izquierda revolucionaria.

En mi anterior blog dije que hoy estábamos en el equivalente a 1971 de la UP, cuando todavía los trabajadores eran felices porque el gobierno había aumentado los sueldos y congelado los precios, de modo que podían comprar más cosas que antes. Un empresario muy rico y anciano, que fabricaba muebles metálicos, nos decía ese año: “Vendo todo lo que produzco, aunque a pérdida, pero el banco me presta todo el dinero que necesito. Así es que no sé en qué va a terminar esto.” El clima mayoritario entonces, tal como hoy, era de abundancia, porque todavía había plata. Claro, la bolsa bajaba y el dólar subía, como hoy. Rara vez se equivocan. Pero el pueblo tenía suficiente, al igual que ahora, cuando un empresario de la construcción escribe a “El Mercurio” que no encuentra trabajadores a los niveles normales de salarios pues las leyes les regalan más. Por eso Frei Montalva, presidente saliente en 1971, les dirigía a sus ex ministros del sector económico una carta de reprimenda por no haberle dado al pueblo en su período (1964 -70) la abundancia que les entregaba Allende. Probaba así que sabía tan poco de economía como Allende.

Yo había dado en 1971 unas conferencias sobre Milton Friedman, quien recomendaba hacer todo lo contrario de Allende, y entonces el presidente de la Radio Agricultura, Rolando Molina, me contrató para hablar todos los días de eso, al punto que un tío de mi mujer me preguntó: “¿Tú crees que puede haber economía libre cuando el país y el mundo marchan en sentido contrario?”. Es que yo todavía no había estudiado economía pero sí había leído “David Copperfield” y la ecuación de Mr. Micawber, que decía: “Gastos mayores que Ingresos = Miseria. Gastos menores que Ingresos = Felicidad”, todo eso expresado en libras, chelines y peniques. Y yo creía y creo en eso.

De acuerdo con ello, en 1973 las cosas habían empeorado tanto que había escasez con hiperinflación. Además todo el mundo sabía que la UP se estaba armando para una guerra civil, generando tanto miedo que hasta “el camaleón cambió de color” una vez más y el mismo Frei, que dos años antes fustigaba a sus ex ministros por no hacer lo mismo que la UP, les decía a los empresarios de la SFF (“Acta Rivera”): “Esto se arregla sólo con fusiles”.

El resto es historia. Y como para los pueblos que no aprenden de ella (caso chileno) la misma se repite, el “camaleón” volvió a cambiar de color después de 1990 y se unió a la izquierda, hasta hoy. Entonces, cuando de nuevo se cumpla la ecuación de Mr. Micawber y otra vez se haya acabado la plata (“el socialismo dura hasta que se le termina la plata de los demás”: M. Thatcher), probablemente el camaleón se unirá a la derecha para arreglar la situación. 

Ese camaleón es el que inclina la balanza en Chile en uno u otro sentido: “llamó a los militares para librarse de los comunistas y llamó a los comunistas para librarse de los militares”, como decía su exsenador y ministro, el recordado Juan de Dios Carmona.

Entonces ¿mi pronóstico sobre la Convención? Ella no será capaz de generar una nueva Constitución. Pero aun si inesperadamente la acordara, como se habrá acabado la plata, tal Carta perderá el plebiscito de salida. Entonces Chile, ya sin Piñera, volverá a ser una sociedad libre, como la que estructuró la Constitución actual. Sobre todo si en noviembre elegimos un Presidente capaz de garantizar el orden.

Si, en cambio, la Convención generara una nueva Constitución, el plebiscito la aprobara, el camaleón no hubiera vuelto a cambiar de color y se eligiera un Presidente de izquierda, al fin seremos “Chilezuela”, otro socialismo del siglo XXI e incorporado al interesante grupo de países que apenas tienen qué comer y no tienen con qué pagar, pero fundan otra próspera colonia derechista en Miami, como las actuales cubana, nicaragüense y venezolana.


viernes, 2 de julio de 2021

Estamos en Otro 1971

Los países que no aprenden de su historia están condenados a repetirla. Hoy estamos repitiendo la UP. Estamos en otro 1971, con una mayoría feliz con el régimen marxista. El actual de 2021 no es, en rigor, marxista, pero hace lo que dicen los marxistas: derogar de facto la Constitución, dejar que se destruya una base de la economía libre, el sistema de AFP; gastar desde el gobierno más de lo que se tiene. Todas recetas marxistas. 

Si Allende hubiera hecho un plebiscito para fundar una Asamblea Constituyente a su gusto en 1971 habría vencido en él, pues a mediados de ese año la Unidad Popular obtuvo más del 50 % de los votos en las elecciones municipales. Si Allende lo hubiera hecho, seríamos hoy igual que Cuba, millones de chilenos se habrían marchado y “las tres comunas donde triunfó el Rechazo” habrían constituido en algún país civilizado, posiblemente Estados Unidos, una colonia chilena próspera y derechista, como la actual cubana de Miami o como las venezolanas que se están constituyendo, entre otros países, en Chile.

Pero Allende no dio ese paso. Chile no fue marxista. “Chile es y será/un país en libertad”, coreábamos entonces, al son de “Libre” de Nino Bravo. 

Paradójicamente, 48 años después, en 2019, Piñera sí dio ese paso que Allende no dio, satisfaciendo así en todo a la izquierda. Hizo lo que quería y necesitaba el marxismo. En la secuela de eso estamos hoy. Se da el cuadro revolucionario clásico. La Revolución Francesa lo dio y formó una Asamblea Constituyente similar a la que se establecerá acá el domingo. Allá condujo al Terror. Acá tendremos nuestro propio Terror, espero sin guillotina, eso sí. Pero es un paso clásico previo a la dictadura totalitaria. En Rusia los bolcheviques también lo dieron, aunque eran minoría, como acá, y fundaron su Asamblea Constituyente, basados en la cual se quedaron 70 años en el poder. En Cuba y en Venezuela también lo dieron y, tras establecer sus respectivas Asambleas Constituyentes, se quedaron para siempre, por lo menos hasta ahora.

Acá Allende no dio ese paso en 1971 y al cabo de dos años la mayoría se había vuelto en contra del socialismo, porque es un sistema que no funciona. Los representantes populares de la mayoría (que no habían sido suprimidos por una asamblea constituyente) pidieron expresamente a los militares poner término a la caótica situación provocada por el socialismo. Los interpelados y sus civiles adeptos reconstruyeron el país, lo reconvirtieron al capitalismo y devolvieron a la ciudadanía “la joya más valiosa de la corona latinoamericana” (Clinton en carta a Frei Ruiz Tagle en los ‘90).

Pero después de 1990 todos sabemos lo que pasó: se reescribió la historia, fueron lavados los cerebros, la izquierda invadió el Poder Judicial, exmilitares fueron condenados y presos, el régimen que salvó a Chile fue injuriado y desprestigiado y los uniformados activos cayeron en pánico, pidiendo perdón y aceptando las acusaciones marxistas. 

En fin, todo eso condujo a que ahora “estemos de nuevo en 1971”, pero esta vez la izquierda extrema consigue su propósito: tiene su Asamblea Constituyente y aspira al poder total. Todo gracias a “las movilizaciones”, como reconoce en “El Mercurio” de hoy Fuad Chahín, máximo exponente kerensky. O sea, gracias a las movilizaciones que generaron la violencia revolucionaria que a su turno provocó el pánico de Piñera.

La mayoría del país, como no aprende de su historia, cree que hay salida. Pero ya no la hay. El socialismo llegó para quedarse. Pero es un sistema que no funciona. La mayoría millenial, por supuesto, se va a desilusionar y al cabo de unos años va a pedir a gritos lo mismo que otra mayoría pedía en 1973. Pero nadie puede asegurar que, tras la clásica Asamblea Constituyente de los totalitarios, habrá un régimen respetuoso de la mayoría. 

En lo económico, ya mataron a la “gallina de los huevos de oro”, si bien quedan todavía algunas unidades para sobrevivir un tiempo. Por ahora “estamos pegándonos el balazo en el pie” y eso puede durar años. 

Cuando la mayoría vuelva a reaccionar ¿habrá de nuevo elecciones en las que podamos creer? Si esta Asamblea Constituyente chilena resulta ser como las demás de su género, se preocupará de que no.