miércoles, 30 de noviembre de 2011

¡¡¡Auxilio!!!

De paso ayer en Santiago, me di cuenta de la gravedad de la situación. Un hijo me dice: "Usted es el único que defiende a Krassnoff". En el diario salió una carta del profesor Gonzalo Bustamante, de la Universidad Adolfo Ibáñez, afirmando que se debía castigar penalmente a "quienes nieguen, justifiquen o minimicen", como reza una moción de ley que hay en la Cámara, las "violaciones a los derechos humanos". Bustamante le replica a la ex ministra de la Corte de Apelaciones, Raquel Camposano, la cual había escrito que le parecía ilegal, inconstitucional y antidemocrático sancionar opiniones sobre hechos pasados.

Obviamente, a estas alturas, las violaciones a los derechos humanos sólo las cometieron los militares. Pues desde hace ya mucho tiempo los crímenes de los terroristas dejaron de ser tales violaciones. En rigor, los crímenes de éstos, y ellos mismos, "se esfumaron". Por algo todos fueron acogidos a la Ley de Amnistía. Y los que no pudieron acogerse, por haber matado después de 1978, fueron indultados. Todos, más de novecientos terroristas libres. Es que no fueron violadores de los derechos humanos.

Otro hijo me dice, con tono incriminatorio: "Gómez-Pablos dijo en radio 'El Conquistador' que era un escándalo homenajear a un condenado a más de cien años de cárcel por crímenes contra los derechos humanos". Y me informa que hasta Pablo Zalaquett, alcalde de la UDI, ha condenado el homenaje en el Club Providencia. "¡También se nos fue para el otro lado!", le comento. "Pero si no hay otro lado", me replica. "Todos, todos dicen que no se puede homenajear a un condenado a más de cien años por violaciones a los derechos humanos".

Y el diputado Hugo Gutiérrez presenta querella contra los carabineros que impidieron que la horda marxista nos linchara en el Club Providencia. Es el mundo al revés.

Yo entonces, ante mis hijos, saco una fotocopia de un certificado de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de RR. EE., donde dice que don Ricardo A. Troncoso Muñoz está asilado en México. Pues bien, el ministro sumariante Joaquín Billard condenó a diez años de presidio a Miguel Krassnoff por secuestro y desaparición de ese señor que está asilado en México.

El abogado de Krassnoff hizo valer el antecedente, pero legiones de testigos de izquierda acudieron a declarar que no, que él secuestró al integrante del MIR, porque eso era, Ricardo Troncoso Muñoz. Condenado Krassnoff por Billard, apeló ante la Corte. ¿Analizó ésta el caso, se planteó que un certificado de la Secretaría de Derechos Humanos establecía una "duda razonable" de que Krassnoff hubiera secuestrado y hecho desaparecer a Troncoso? ¡Nada! ¿En qué país vive usted? Un escueto: "Confírmase la resolución de fojas xx", y punto. ¡Qué tanto estudio, si Krassnoff es culpable por unanimidad, todos lo dicen! Y se le agregan diez años más, hasta pasar de cien.

El primer paso fue "esfumar" a los terroristas, para que los militares aparecieron "atropellando los derechos humanos de personas inocentes". El segundo, declarar que sólo cometen "violaciones a los derechos humanos" los uniformados, puesto que ya no hay terroristas y, en todo caso, lo que éstos hacen no constituye tal violación. El tercero, desconocerles a aquéllos la amnistía, la prescripción, la cosa juzgada y la presunción de inocencia. Los militares deben probar su inocencia, ésta no se les presume, como en los Estados de Derecho. Y el cuarto paso es rechazar toda prueba de inocencia: se condena "sí o sí". Y así se acumulan más de cien años. Y después se repite la frase mil veces, "condenado a más de cien años por violaciones a los derechos humanos". La mentira mil veces repetida pasa a ser verdad. O sea, el Chile actual.

"Todos contra Krassnoff", es el lema. El otro día leí en "El Mostrador" una columna de una integrante del Consejo Nacional de Televisión, Marcia Scantlebury. La titulaba contra Krassnoff. La leí entera y en ella relataba sus 23 días detenida y los malos tratos recibidos, poco después del 11 de septiembre de 1973. ¿Y Krassnoff? Una sola mención: dice que "oyó sus gritos". ¿Cómo podía identificar "los gritos" de alguien a quien jamás había conocido? Es que es el momento de "todos contra Krassnoff". Todo vale. Él cometió el delito de "gritar"... si es que era él.

Y ya queda poco para poder siquiera decir estas cosas. La moción de ley que llevará a la cárcel a los que "nieguen, justifiquen o minimicen" las violaciones a los derechos humanos, defendida por el profesor Bustamante, de la Universidad Adolfo Ibáñez, me va a llevar a la cárcel si es que vuelvo a exhibir o esgrimir el certificado de que el mirista Ricardo Troncoso Muñoz, asilado en México, según certificado de la Secretaría de Derechos Humanos, no fue secuestrado ni hecho desaparecer por Miguel Krassnoff, que cumple diez años de presidio por eso. Pues "negar" ese secuestro será delito. Lo mismo probar que Krassnoff no estaba en el país o que no hay evidencias en su contra, como sucede en los demás casos de condenas que suman "más de cien años" y que han establecido ya una "verdad oficial", de la cual nadie puede apartarse. Ni siquiera el alcalde Zalaquett.

Se habrá completado el círculo: no hay presunción de inocencia, ni siquiera se admite probar la inocencia; y al que presente alguna prueba, se le mete preso. El país orwelliano perfecto. Estamos muy cerca.

¡¡¡Auxilio!!!

lunes, 28 de noviembre de 2011

Anoche Ví Tolerancia Cero

Habitualmente no veo "Tolerancia Cero" porque, para mí, es un monólogo concertacionista a cuatro voces. Pero en esta oportunidad habían ido una periodista y un camarógrafo de ese espacio a mi oficina a hacerme una entrevista sobre el caso Krassnoff, y me interesaba ver mi desempeño.

Como es mi costumbre, en la entrevista "fui al hueso" y argumenté que las condenas al brigadier eran completamente ilegales y que el juez que lo había sentenciado más veces ni siquiera lo había interrogado ni lo conocía, siendo esa declaración indagatoria un trámite esencial de todo proceso. También recordé el terrorismo de extrema izquierda, cuya existencia "se ha esfumado"; la amnistía y el indulto otorgados a todos los terroristas de izquierda, que se deniegan a los militares, y otras cosas por el estilo.

Por supuesto, en la edición reprodujeron otras entrevistas, pero no la mía. Estoy acostumbrado a eso. Ya en los años '70 la BBC de Londres me entrevistó con gran parafernalia, llenando de cables, focos y micrófonos mi oficina, para un programa sobre el Gobierno Militar. También esa vez "fui al hueso". Pero comprobé, tiempo después, que mi entrevista no fue incluida en el programa. Luego fui a Londres y en la BBC me conviedaron a presenciar la grabación de otra edición del mismo programa y aproveché de quejarme al director de mi exclusión. Sólo se rió y me dijo: "Facts of life".

También hace un par de años, con el mismo despliegue, fue un grupo de cineastas a entrevistarme para un film que después se tituló "El Diario de Agustín". Eran, naturalmente, de extrema izquierda. Como de costumbre, "fui al hueso" en mis respuestas y creo que les demolí la trama anti-Mercurio. Cuando se exhibió la película de ese nombre le pregunté a alguien que tuvo estómago para ir a verla si aparecía yo, y me confirmó que no. Obvio.

Pero tengo que decir, en descargo de "Tolerancia Cero", que el jueves en la tarde me llamó el productor del programa para convidarme para el domingo. Lamentablemente, yo tenía comprometido con mi familia un viaje fuera de Santiago a partir del viernes, así es que tuve que decirle que no. Yo siempre he querido servir a la verdad y a la Patria e incluso estoy dispuesto a morir por ellas, salvo cuando eso interfiere con algún panorama familiar. El orden es Dios, la Familia y la Patria.

Entonces quedamos en que sintonicé "Tolerancia Cero" para verme yo, pero no salí. Y comprobé, una vez más, lo del monólogo concertacionista a cuatro voces para referirse al caso Krassnoff. La derecha está tan ausente de ese programa que quien terminó quedando situado en esa posición fue Fernando Villegas. Le tengo aprecio personal, pero eso no me impide darme cuenta de que si en cualquier parte él queda a la derecha, es porque allí no hay nadie de derecha. En todo caso, Fernando advirtió que había un sector, que hasta podía ser el 20 por ciento, que pensaba distinto a la unanimidad que había en ese espacio para condenar a Krassnoff.

Pues en ese programa estuvo, obviamente, vedado hacer la menor referencia a: 1) Que hubo un terrorismo de izquierda dispuesto a tomar el poder por las armas y bajo el amparo del gobierno de Salvador Allende; 2) Que hubo documentadas acusaciones de tortura contra el gobierno de Allende, que fueron citadas como una de las razones del Acuerdo de la Cámara de 22 de agosto de 1973 para pedir la intervención militar; 3) Que también hubo acusaciones documentadas de tortura contra el gobierno de Frei Montalva, formuladas por abogados de izquierda, entre ellos Ricardo Lagos; 4) Que se han acogido a la Ley de Amnistía de 1978 seiscientos terroristas de izquierda y que, bajo los gobiernos de la Concertación, se ha indultado a TODOS los que estaban condenados o procesados por actos terroristas, de modo que hay una brutal discriminación en el tratamiento de la sociedad a uno y otro bando participante en la lucha armada (que fue iniciada por la izquierda); 5) Que las condenas por más de un centenar de años contra Miguel Krassnoff han sido dictadas por jueces de izquierda reconocidamente tales y que uno, en particular (el que más condenas le ha impuesto), no sólo ha contravenido un verdadero rosario de leyes vigentes y válidas, sino que NI SIQUIERA LO HA INTERROGADEO PERSONALMENTE UNA SOLA VEZ.

En resumen, la edición que vi de "Tolerancia Cero" hizo honor a su nombre, porque toleró cero exposición de los argumentos básicos a favor de la actuación de las Fuerzas Armadas y Carabineros en 1973, para salvar al país de un inminente golpe totalitario.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Q.E.D.

Yo le advertí hace tiempo a Carlos Larraín que el mismo personaje que sacó a Bielsa quería ahora sacarlo a él, porque le gusta ser dueño de todas las bolitas. Y, así como Bielsa había convertido a la Selección en una bolita que aquél no podía controlar, Carlos ha convertido a RN en una colectividad que no le está facilitando al Gobierno la tarea de ejercer su cometido con "las banderas de la Concertación", frase usada en memorable entrevista a "Qué Pasa" de Rodrigo Hinzpeter, al describir cómo habían logrado ganar el Gobierno.

RN siempre ha querido "irse para el otro lado". Antes de 1989 estaba incómoda apoyando al Gobierno Militar. Andrés Allamand era la figura más díscola en ese menester. No querían plebiscito, sino elecciones libres. Pero al final apoyaron el "Sí". Sebastián Piñera aún no había ingresado a la colectividad y su actividad política se reducía a trabajar, dentro de su hábitat natural, la DC, para que Eduardo Frei Ruiz-Tagle fuera candidato presidencial si ganaba el "No".

Ganó el "No", don Patricio pasó por el aro a los aspirantes Andrés Zaldívar, Eduardo Frei y Gabriel Valdés y se quedó con la candidatura de la Concertación, tras haber anunciado que él asumía la conducción de la DC porque "no era candidato".

Y después le ganó la elección a Hernán Büchi, que había llamado a Sebastián Piñera como "generalísimo", yo supongo que para dar la impresión de que representaba tanto al "Sí" como al "No" y así ganar la elección contra don Patricio, que sólo representaba al "No".

Sebastián fue elegido senador de RN y después entró al partido, diciendo que no iba a la Cámara Alta a "calentar asientos" y haciendo evidente que iba a ser candidato presidencial en 1993. Vino la política de los consensos, en que RN apoyó los aumentos de impuestos y las reformas laborales rigidizadoras del mercado del trabajo que propuso don Patricio ("para legitimar el modelo", decía Sebastián), todo esto mientras éste compraba acciones de LAN que estaban en manos del Estado, porque una mano lava la otra y las dos lavan la cara.

La grabadora Kyoto frustró ese sueño presidencial y debió "calentar asientos" hasta 1998.

RN era un partido más grande que la UDI y era "common knowledge" que ésta, conducida por Jaime Guzmán, no tenía mucho futuro político. "Van a desaparecer", me dijo una vez Andrés Allamand en uno de los almuerzos periódicos que hacía Roberto Pulido, director de "Qué Pasa". Algo parecido me dijo en ese tiempo un importante dueño de empresas que estaba buscando "moverse hacia el centro".

Bueno, pero la UDI se quedó a la derecha y en todos estos años cosechó más y mejor que RN. Desde luego, Carlos Bombal venció a Andrés Allamand en la disputa por el asiento que ocupaba Piñera. Y la UDI, "sin moverse hacia el centro", pasó a ser el primer partido de Chile.

Pero entonces tuvo un desfallecimiento inverosímil y en 2009 no fue capaz de tener un candidato presidencial propio y de sus ideas. Apoyó al que había sido "su peor cuchillo" dentro de RN, Sebastián Piñera, sin otro argumento que el de que "iba a ganar" (porque así lo decían las encuestas)... y ganó. Pero ¿quién ganó? No la UDI, por supuesto, porque uno gana el Gobierno cuando éste pone en práctica las ideas de uno. Y Sebastián Piñera ha hecho lo que decía Hinzpeter: ha abrazado las ideas de la Concertación.

Pero sucedió algo inesperado: dentro de RN surgió una figura completamente imprevista, Carlos Larraín. Inicialmente integró la mesa como tesorero del partido. Recorrió el país. Conoció a los dirigentes y militantes, "las bases". Seguramente puso plata de su bolsillo cuando las arcas partidarias flaqueaban (porque es un hombre de fortuna) y, cuando hubo elecciones internas y Sebastián Piñera patrocinaba otra candidatura para que condujera a la colectividad, ¡ganó Carlos Larraín! ¡Le robó los huevos al águila!

Fue muy parecido a 2005, cuando RN oficialmente apoyaba a Joaquín Lavín como candidato presidencial y se reunió la máxima instancia partidaria para proclamarlo ("yo soy el primer lavinista", decía Sergio Diez, presidente de la colectividad) y alguien propuso votación, porque había otro pre-candidato: Sebastián Piñera. Y fue proclamado éste. Hasta le sobraron votos. Es que había recorrido el país y había convencido a suficientes convencionales para que lo apoyaran. Ahí él le había "robado los huevos al águila".

El problema es que Carlos Larraín es un hombre de principios. Y sus principios son de derecha. Pero Sebastián Piñera no es de derecha (lo ha dicho así). En lo valórico Carlos es un conservador. Se opone al aborto y al matrimonio homosexual. Cree que se debe fortalecer la familia. Y en lo económico no le gusta el estado hipertrofiado. Todo lo contrario del ala liberal del partido, que apoya el aborto terapéutico, abre la puerta al matrimonio homosexual a través del Acuerdo de Vida en Común, que a la vez facilita la disolución de las familias tradicionales, pues les da un título a los que se "emparejen". Y que ahora marcha al ritmo de la Concertación para liquidar la educación particular, privándola de la subvención estatal; y busca penalizar a las universidades privadas que, amparadas en la Constitución, han obtenido ganancias económicas.

Entonces las personas de RN más próximas a Sebastián Piñera se hallan en plena batida para sacar a Carlos Larraín y volver a poner el partido en manos del "dueño de todas las bolitas". Hacen las veces de Colo Colo en el caso de Bielsa. En ambos el Presidente declara no tener nada que ver. ¡Por favor, los que insinúan que está detrás de todo son unos "miserables canallas"!

Al final, Carlos Larraín ha declarado, al igual que Bielsa, que está dispuesto a dar un paso al lado.

Como decían los profesores de matemáticas cuando terminaba una demostración de un teorema: Q. E. D. "Quod Erat Demostrandum". Y lo digo yo ahora: era lo que trataba de demostrar, cuando hace tiempo en este blog le anuncié a Carlos Larraín que iba a correr la misma suerte de Bielsa.

Y RN, por fin, cumplirá el antiguo sueño de su ala liberal: irse para el otro lado.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Breve Digresión Sobre la Tortura en Chile

Esa gente fantástica que es la adherente al marxismo-leninismo tiene como lema favorito para denostar a los uniformados que le impidieron hacerse del poder por las armas en 1973 el de que éstos fueron "torturadores".

Naturalmente, para hacer tal acusación los rojos necesitan, primero, de un cinismo que sólo puede aprenderse leyendo los escritos de Lenin; o de una mala memoria rayana en el Alzheimer. Porque una de las razones que tuvieron los diputados democratacristianos, nacionales, democráticos radicales y de izquierda radical, en el Acuerdo de 22 de agosto de 1973, para pedir a las fuerzas armadas y carabineros que pusieran término a la situación que había provocado Allende fue, precisamente, que los opositores eran víctimas de torturas cuando eran apresados por la policía del régimen.

Los marxistas en el gobierno eran consumados torturadores. En particular los comunistas. En "El Mercurio" de un día de enero de 1972 que no puedo precisar ahora por estar lejos de mis archivos, el entonces presidente de la Juventud Nacional, Juan Luis Ossa, refería las torturas que había sufrido en un sillón electrizado ad hoc en el cuartel de Investigaciones de Rancagua, y el posterior interrogatorio a que lo sometió, estando todavía desfalleciente, el subdirector del servicio, el militante comunista Carlos Toro, que buscaba hacerle confesar un supuesto complot para derrocar a Allende.

¿Ustedes creen que el señor Toro o el gobierno de Allende hicieron algo a raíz de esa destacada publicación? No. El señor Toro siguió en su cargo como si tal cosa. Era una práctica habitual de su servicio la de torturar a opositores. Y tenían variedad de procedimientos para atormentarlos.

Al entonces (1972) director del diario "El Cóndor", de Santa Cruz, Maximiano Errázuriz, lo fueron a detener detectives de Investigaciones para hacerle confesar, también, una conspiración para derrocar a Allende. Como los interrogatorios tenían lugar en una zona rural, donde no contaban con el notable adelanto del sillón electrificado, le quemaron el pecho y los brazos con cigarrillos encendidos, tras lo cual lo depositaron amarrado en posición fetal a los rieles del ferrocarril, en una línea por la cual pasaba cada ciertas horas el tren. Por fortuna, volvieron a buscarlo a tiempo y a salvo, probablemente porque bajo el gobierno comunista-socialista los trenes siempre estaban atrasados. Luego lo encerraron en la cárcel de Rancagua, pero entre los homicidas más peligrosos, con la recomendación de que le dieran a Maximiano un tratamiento adecuado.

También los kerenski chilenos se suman, en estos días, a la denuncia de "¡tortura!" contra los militares, olvidando que los abogados de los partidos de izquierda, hoy sus aliados, presentaron a fines de los años '60 y bajo el gobierno de Frei Montalva un circunstanciado relato de ls torturas que sufrían los terroristas del MIR, cuando eran apresados por la policía política del régimen DC.

El MIR era entonces una asociación ilícita terrorista y no una empresa, como lo es ahora, según lo ha declarado la Contraloría, ni menos tenía la respetabilidad de hoy, en que un jefe de servicio del sedicente "gobierno de centroderecha" (risas en la sala) declara orgullosamente pertenecer a él (Patricio Bustos, Director del Servicio Médico Leghal, en declaraciones a CNN).

Los kerenski torturaban bajo su gobierno (1964-70), Allende torturaba durante el suyo (1970-73) ¿y querían que esa sana costumbre fuera repentinamente suprimida por los militares, en circunstancias que, a diferencia de ambos gobiernos anteriores, en el de estos últimos sí había una organización armada terrorista clandestina que contaba con no menos de veinte mil guerrilleros?

Que yo sepa, sin embargo, los primeros condenados por torturas de que tuve conocimiento en mi condición de abogado y periodista lo fueron precisamente bajo el Gobierno Militar (detectives del autodenominado "Comando de Vengadores de Mártires", fines de los años '70).

Como tantas otras cosas buenas para el país que hizo dicho gobierno, se preocupó realmente de que se prescindiera de la tortura, pese a que había una amenaza terrorista grave, que no existía bajo Frei y Allende, no obstante lo cual torturaron igual o más.

Quería sólo aportar esta píldora sanadora de cerebros lavados para avivar el juicio de algunos lamentables opinantes de derecha que han hecho ostentación de su lamentable condición en estos días.

viernes, 25 de noviembre de 2011

La Funa Contra Gonzalo Rojas

Es tal el grado de control que el comunismo y la extrema izquierda han conseguido sobre el alma del país, que ya no se tolera que ni siquiera la derecha pueda expresar la verdad histórica.

El único derechista tolerado en el contexto actual es el que condena a los militares. Es el que se comporta como los cardenales Midzsenty de Hungría o Wysczinsky de Polonia, tras los lavados cerebrales perpetrados en su contra por los comunistas que los habían apresado, en los años 40 y 50, cuando aparecían demacrados y con la mirada vaga, declarando: "Sí, el gobierno comunista tiene toda la razón cuando me condena".

Si un derechista chileno no ofrece testimonio de haberse lavado el cerebro, se le funa. Es lo que le está sucediendo al columnista y profesor de la Universidad Católica, Gonzalo Rojas, por su última publicación en "El Mercurio" del miércoles. La directiva de los estudiantes (que es de izquierda) y un colectivo de cincuenta profesores (en el cual están, por cierto, los "kerenskis" de siempre), dicen que no se puede tolerar que un académico haya escrito lo que escribió Rojas.

¿Y qué escribió Rojas? Seleccioné sus "atentados" más graves contra la "verdad oficial orwelliana" del Chile actual:

Refiriéndose a 1965-73: "Unos vimos venir la marea revolucionaria; otros, por propia voluntad y convencidos de su legitimidad, la impulsaron". Por favor, díganme ustedes, ¿no es eso la más estricta verdad? Sólo cabría aclarar que los "kerenskis" estuvieron, alternativamente, como es su costumbre y personalidad, en uno u otro lado. Pero esos lados existieron, qué duda cabe. Rojas ha dicho una primera verdad.

Luego pregunta a los revolucionarios pre-11.09.73: "¿Eran conscientes de que cuando quisieran imponer sus posturas violando toda la institucionalidad democrática iba a haber Fuerzas Armadas que se iban a resistir, invocando el bien de Chile?"

¿No es ésa una pregunta más que pertinente, formulada en términos "respetuosos y convenientes"? ¿Es que en el Chile actual se debe funar a alguien por hacer esa pregunta?

Luego Gonzalo Rojas se pregunta y se responde: "¿Conocían las técnicas para sobrevivir y golpear durante un período de férrea persecución? Así era, y eso posibilitó que mientras tenían numerosas bajas en su guerra subversiva, pudieran también asestar terribles golpes que costaron muchas vidas de civiles y uniformados".

¡Es que eso sí que no se podía decir! ¡Aquí sí que Rojas sobrepasó toda medida! Porque simplemente el ejército guerrillero se esfumó. Dejó de existir. Recuérdese la memorable carta del general Cheyre a "El Mercurio" en que hablaba de "nuestros camaradas" y "las víctimas". Esos pasaron a ser los dos bandos oficiales: uniformados y víctimas. No importa que las Comisiones Rettig I y II determinaran que entre las 3.197 muertes totales hubiera cerca de quinientas provocadas por la extrema izquierda.

También es inaceptable para la "historia oficial" que Rojas haya escrito: "Tenían varios miles de hombres en armas --entre el PC, el PS, el MAPU y el MIR--" ¡Si eso está borrado de la historia, no obstante que la contabilidad la hizo el propio líder socialista Carlos Altamirano, en su libro-entrevista a Patricia Politzer! Eso también se esfumó. Es intolerable recordarlo. Menos los 12 mil ingresados clandestinamente, según la OEA (esto lo añado yo).

También añado yo que el 40 por ciento de todas las muertes en 17 años de régimen militar se produjo cuando los DC defendían a este último públicamente (declaraciones internacionales de Frei Montalva y Aylwin).

En fin, lo que menos se perdona a Gonzalo Rojas es la frase: "No, todos estaban en la misma", refiriéndose a los civiles militantes de los partidos de izquierda en los '60 y '70. ¿Cómo no lo iban a estar, si en los congresos partidarios se acordaba que la única forma de conseguir el poder era por las armas y destruyendo el "aparato político-militar" de la burguesía? ¿Cómo no lo iban a estar si los traslados de armas en camionetas registradas a nombre de la Presidencia de la República se descubrían gracias a accidentes del tránsito?

Lo que está sucediendo en la Universidad Católica es un reflejo del Chile actual, donde la agenda la impone la violencia; donde, si pretendes decir la verdad, te funan; donde la derecha sólo es admitida a participar en el juego si presenta un certificado de haberse lavado bien el cerebro, para no proferir expresiones tan intolerables como las que el miércoles publicó Gonzalo Rojas.

jueves, 24 de noviembre de 2011

El Futuro en Manos de la Calle

¿Ustedes creen que las políticas del futuro las discurren los más sabios? ¡No! Surgen del griterío, la vociferación y la violencia callejera.

Cuando, a fines de los '80, Chile crecía al 7 por ciento anual, es decir, al doble que en los últimos años, el impuesto a las empresas era la mitad que hoy. Al final del Gobierno Militar el desempleo era poco más de cinco por ciento. Hoy es un 50 % más alto.

Como está probado que el crecimiento económico es el mejor remedio para la pobreza, el bajo impuesto a la renta de las empresas favoreció a los pobres. Como había menos costo de contratación de trabajadores, más de ellos encontraban empleo.

La demagogia se instaló a partir de 1990 y por eso el impuesto a las empresas hoy es el doble que en dicho año y el país crece, en promedio, a la mitad que entonces.

Y ahora mucha gente ha salido a las calles a gritar y causar destrozos, lo cual ya parece haber convencido a todos ¡hasta a los empresarios! de que debe hacerse aquello que pide la calle pero perpetúa la pobreza, porque disminuye el crecimiento: subir el impuesto a la renta de las empresas.

Pero los que realmente saben de impuestos, los fiscalizadores de Impuestos Internos, que no salen a las calles a gritar y a lanzar piedras, han dicho una cosa muy importante en "El Mercurio" del lunes: que tras la última alza de la tasa del impuesto a la renta de las empresas la recaudación de este tributo NO HA AUMENTADO.

La razón es que las empresas, para financiar sus proyectos, y dado que tienen menos beneficios líquidos después de impuestos, recurren al crédito bancario. Y como la ley las autoriza a rebajar de la renta imponible los intereses de los préstamos, dicha base imponible disminuye y, por tanto, la recaudación tributaria no crece. El alza de la tasa de 17 a 20 por ciento no allega más recursos, porque se reduce la renta imponible tributaria, resultando que cuando se gravaba con 17 por ciento una cantidad mayor, se obtenía lo mismo que ahora, gravando con 20 por ciento una cantidad menor.

Entonces, la calle ordena subir el impuesto a las empresas para allegar más recursos para la educación, pero dicha alza no generará esos recursos. Como los empresarios saben que pueden anular el aumento tributario endeudándose más y rebajando los intereses de su renta imponible, le dicen a la calle (que, por supuesto, no entiende nada de nada): "Bueno, somos socialmente solidarios y responsables; súbannos los impuestos". ¡Qué emocionante!

Y por eso algunos prestigiados economistas han hecho un estudio que parece concluir que un alza del tributo a las empresas no disminuye la inversión, argumento que les sirve, precisamente, para propiciar una reforma tributaria y un alza del impuesto a la renta de las empresas. Lo que sucede es que la inversión no disminuye por lo mismo que dijimos más arriba: porque pasa a financiarse con crédito bancario y la rebaja, como gasto para producir la renta, de los intereses del crédito, reduce la base imponible y se termina pagando por concepto de impuesto a la renta lo mismo que antes del alza tributaria.

Pero, obviamente, cuano ese impuesto a la renta, hace veinte años, era de la mitad del actual, se invertía más, se crecía más, había menos desempleo y se podía reducir más aceleradamente la pobreza.

Todo indica que ahora se va a hacer lo que dice la calle: se va a subir el impuesto (o mantener en 20 % la tasa que debía bajar primero a 18,5 y un año despues a 17%); no va a haber más recaudación, porque la tasa más alta será anulada por la baja de la base imponible; la inversión se va a financiar con crédito en vez de con utilidades y lo único que va a quedar en pie es que cuando la tasa del tributo era de la mitad, el país crecía al doble y el desem.pleo era de poco más del 5 por ciento y no más del 7 por ciento, como hoy.

Porque siempre queda en pie el hecho de que un peso en manos de la burocracia ewstatal genera menos crecimiento que un peso en manos de una empresa particular.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

DECLARACIÓN JUDICIAL DE EX MIRISTA ERIC ZOTT

(ORBE) SANTIAGO, 21 de Noviembre de 2011 13:51
DECLARACION JUDICIAL DE EX MIRISTA ERIC ZOTT NIEGA TODA PARTICIPACION DE KRASSNOFF EN TORTURAS CONTRA DETENIDOS

En el marco de la polémica generada por el acto en homenaje al brigadier (r) Miguel Krassnoff, continúan apareciendo diversas informaciones relacionadas con el uniformado, entre ellas la declaración judicial dada por el jefe del MIR en la Región de Valparaíso, Eric Zott, quien también era integrante del Comité Central, en la cual niega que el ex militar haya torturado a integrantes del movimiento.

En los careos sostenidos ante la ministra en visita Gloria Olivares, a partir de Octubre de 1992, Krassnoff fue informado que sería careado con con un testigo clave que acababa de arribar al país procedente de Londres, y el cual se presentó ante Olivares afirmando: "Señora, mi nombre es Eric Zott".

En la declaración, el ex MIR indicó que "mire, señora Ministro, son la una diez de la tarde. A mí me invitaron a esto, a participar en este proceso como testigo. Al saber que se trataba del señor Krassnoff, acepté de inmediato. Felizmente me pagaron el pasaje, la estadía y todo. Mi avión aterrizó, aproximadamente, a las once de la mañana. Yo vivo en Londres actualmente y trabajo en la BBC. Pero no estoy aquí para lo que usted cree señora Ministro, yo vine exclusivamente porque quería conocer personalmente al, en esa época, señor Teniente Krassnoff".

"Pese a no haber tenido jamás ningún contacto con él, quería conocerlo. A este señor yo no lo vi nunca antes, para que usted sepa, señora Ministro. Que quede claro, él no me detuvo, ni me torturó, ni nada. Sin embargo, mientras yo estaba en actividades, cuando estaba a cargo del MIR en mi región, escuché hablar mucho de él. Porque él, evidentemente, cooperó bastante en nuestra derrota", expresó.

Mientras Krassnoff miraba de reojo la escena, Zott prosiguió: "En nuestras conversaciones clandestinas internas se hablaba mucho del Teniente Krassnoff. Él hizo, realmente, un trabajo de inteligencia. Conversó mucho con cada uno de los capturados, habló mucho con los nuestros. La verdad es que yo no tuve acceso a ninguna información relacionada ni con tortura, ni con nada parecido, practicada o supuestamente practicada por el entonces Teniente Krassnoff, que es el Coronel que está sentado aquí. Por eso me llamó mucho la atención, porque realmente con su trabajo quebró muchos compañeros nuestros. Muchos terminaron delatando depósito de armas, depósitos logísticos, casas de seguridad".

"Por nuestras redes me llegó también la información sobre la historia de su familia. Con todo respeto, mi Coronel, qué carajada le hicieron los marxistas a su familia, ¿no? Me interesó tanto esto que, tras ser detenido, cuando fui expulsado y exiliado del país, decidí irme a Austria. ¿Sabe por qué escogí Austria? Porque quise comprobar la historia del Teniente Krassnoff. Efectivamente, me fui a Austria, porque usted nació en el Tirol, ¿cierto?" "... Sí, efectivamente...", respondió el oficial. "¿Y fue bautizado en la Iglesia de San Miguel?" "...Sí..." "Yo vi su partida de nacimiento, señora Ministro. Nació ahí. Vi también un monumento a los caídos, a los Cosacos, a los combatientes del Ejército Ruso Blanco, caídos y traicionados por los ingleses y entregados a los soviéticos. Eso fue una barbaridad, eso fue un holocausto. Los soviéticos se encargaron de liquidar a toda una casta, una casta privilegiada, hombres intelectuales, gente guerrera, que representaba la máxima tradición del alma rusa. Ellos los martirizaron. Al papá y al abuelo de mi Coronel, que está sentado aquí, se los llevaron después a Moscú. Estuvieron dos años en la cárcel de Luvianca. ¿Sabe usted, señora, que le ofrecieron al papá y al abuelo trabajar para los marxistas y que ellos se negaron? ¿Sabe que fueron colgados y sus cuerpos fueron hechos desaparecer? ¿Sabía usted esto, señora Ministro?", afirmó.

Finalmente, Zott terminó afirmando que "ya le conté que en la actualidad yo trabajo en la BBC de Londres. Nosotros estamos esperando obtener la autorización de desclasificación de los últimos documentos de la Conferencia de Yalta. Este fue el último de los horrendos crímenes cometidos por los aliados y manejado por Moscú. Esto no puede quedar en la impunidad. Nosotros, la BBC de Londres, estamos esperando la desclasificación de los documentos, porque vamos hacer un documental al respecto. Señor Krassnoff, aquí tiene mi tarjeta. Señora Ministro, usted me va a perdonar, pero yo tengo vuelo a las cuatro de la tarde. Señor Coronel, con todo respeto, ha sido un honor, me tiene su disposición, lo que se le ofrezca. Con permiso. Hasta luego".

Funcionario de la Confianza del Presidente

Saldos llamativos del episodio Krassnoff vivido en los días recientes han sido dos.

El primero, que ha aparecido como supuesto "torturado" por el entonces teniente, hace 36 o 37 años, el actual Director del Servicio Médico Legal, Patricio Bustos. En extensa declaración en CNN sobre sus "torturas", aparte de decir algunas otras mentiras sobre mis actuaciones y escritos (pues me atribuyó haber dado una información que no di y enviar al exterior escritos que no he enviado), ha expresado pertenecer a "mi partido, el MIR" (sic).

No deja de ser extraordinario, porque él es un jefe de servicio de la exclusiva confianza del Presidente Sebastián Piñera. ¿Se puede ser tal y pertenecer, al mismo tiempo, a una asociación ilícita terrorista de antigua data en la vida chilena, comprometida en la guerrilla revolucionaria desde mediados de los años '60 e inspirada (hasta hoy) en el propósito de instalar en Chile un régimen totalitario marxista-leninista, de partido único, por las armas y aplastando las libertades de todos los chilenos? Yo pensaba que no, pero la realidad indica que sí.

Esta extraña acogida en el gobierno a un personaje revolucionario, contrasta con el cuidado que ese régimen ha puesto en despedir, en particular en el Ministerio de Defensa, a oficiales en retiro que prestaban asesorías y habían en alguna ocasión pertenecido a la CNI. Hasta se despidió a un general (r) ¡por ser yerno del ex jefe de la DINA!

El mismo escrúpulo presidió también el despido de la secretaria que envió una carta-tipo que incluía una frase de apoyo a la presentación de la cuarta edición de la biografía de Krassnoff. Y también el mismo que se ha puesto en no designar a altos funcionarios que se hubieren dsempeñado bajo el Gobierno Militar. Sin embargo, sí se admite que sean antiguos y actuales militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. ¡Qué celo para no contaminarse hacia la derecha y sí contaminarse hacia la extrema izquierda!

Bueno, en cierto modo hay que reconocerle coherencia al gobernante: si acoge como jefe de servicio a un mirista, parece natural despedir a los ex miembros de un servicio de inteligencia que tenía por objeto combatir al MIR. Pero, claro, eso no creo que haya sido lo que tuvieron en vista los votantes de derecha que eligieron a Sebastián Piñera, entre los cuales, con rara penetración y visión del futuro, yo me cuidé de no contarme.

El segundo corolario que se desprende de las declaraciones del funcionario mirista de la confianza del Presidente es su afirmación de que recuerda como torturador a Miguel Krassnoff porque éste se caracterizaba por identificarse con su nombre antes de proceder a atormentarlo.

Precisamente cuando conversé hace años con el brigadier (r) Krassnoff sobre las acusaciones que se le hacía, me señaló que nunca había sometido a nadie a algún apremio ilegítimo, ni el mismo se había aplicado a nadie en su presencia, pues, me expresó, él se adelantaba a poner sus credenciales sobre la mesa y a decir su nombre a quienes interrogaba.

La tortura es un delito y lo era hace 36 y 37 años. ¿Quién podría haber sido tan torpe de dar a conocer su identidad antes de cometer ese delito? Krassnoff podrá ser cualquier cosa, pero no es tonto.

Esta declaración del supuesto "torturado" Bustos pone de manifiesto la falsedad de su acusación. Por eso, como he expresado antes, entre la versión de un oficial del Ejército con impecable hoja de servicios y la de un mirista, le creo al primero.

Sea como fuere, cada día conocemos nuevos rasgos de la curiosa personalidad de nuestro gobernante.

martes, 22 de noviembre de 2011

Funcionario de Confianza

El funcionario de la exclusiva confianza del Presidente y Director del Instituto Médico Legal, Patricio Bustos, declarando pertenecer "a mi partido, el MIR", ha justificado hoy, en CNN, la violencia terrorista contra el acto de presentación de la biografía del brigadier (r) Miguel Krassnoff.

Su "partido", como él lo llama, nació como un grupo terrorista que tenía por misión tomar el poder por las armas para establecer un régimen totalitario y, como preparativo para eso, asesinaba a sangre fría. Así lo hizo con el Intendente de Santiago, Carol Urzúa, su chofer y sus escoltas. Pero esos asesinos, por supuesto, hoy gozan de completa libertad. Desde luego, nunca fueron procesados, porque recibieron asilo en la Nunciatura, donde se ocultaron tras cometer su múltiple crimen, y hoy son respetables indultados por el Presidente Aylwin. Eso se llama, en el lenguaje corriente, "ley del embudo", con una parte ancha para los terroristas (905 indultados) y una angosta para los uniformados (sólo un indultado y 70 presos, y estos últimos aumentando).

Y los terroristas que no fueron indultados fueron amnistiados. Pero a los uniformados se les desconoce la amnistía, pese a estar legalmente vigente.

Hoy el correligionario de los asesinos de Urzúa y tantos otros, Patricio Bustos, acusa al brigadier (r) Miguel Krassnoff de haberlo torturado en 1975, colocándolo, dice, junto con su pareja, sobre un sommier electrificado, para interrogarlos.

El brigadier (r) Krassnoff, sin embargo, me ha asegurado que nunca torturó a nadie, ni nadie fue torturado en su presencia.

¿A quién creerle, a un mirista en ejercicio (Bustos se refirió a "mi partido, el MIR", en su entrevista de hoy de CNN) o a un oficial de Ejército con impecable hoja de servicios, que se retiró voluntariamente ante la evidencia de que su carrera se frustraba por razones políticas? Yo no vacilo en creerle al oficial y no al mirista. Sobre todo que este último mantiene vivo el odio propio de su ideología, como lo demostró al justificar ampliamente que se impida por la violencia refutar la "verdad oficial" sobre el terrorismo y la lucha contra éste, en un acto pacífico.

Pero tengo una razón adicional para no creerle: en la citada entrevista de hoy en CNN ha mentido también respecto de mi persona, diciendo que fui responsable de una "mentira" de un periódico donde se publicó que "119 miristas murieron como ratas". No trabajaba en ese diario cuando se publicó ese titular ni tuve responsabilidad alguna en el hecho.

Digno funcionario de confianza del gobierno de Sebastián Piñera. Este por un lado confirmó al mirista en su cargo, y por otro despidió a una funcionaria por enviar una respuesta deseando éxito a un evento de reivindicación de un militar.

Bajo este gobierno se puede pertenecer a una asociación ilícita terrorista y no perder la confianza del Presidente, pero no se puede desear éxito a la defensa de un militar ilegalmente procesado, sin perderla.

Esa es la escala de valores del gobierno actual.

lunes, 21 de noviembre de 2011

EL DISCURSO

LIBRO MIGUEL KRASSNOFF 21.11.11

    ¿Por qué estamos reunidos aquí hoy? Supongo que para nadie ha sido fácil venir, en medio de las amenazas que se ha voceado públicamente. Hasta hubo un invitado que declinó asistir y, no contento con eso, despidió a su secretaria por haber respondido deseando que este acto fuera exitoso.

    Otros han dicho que la presentación de este libro es una provocación. Y preparan un proyecto de ley que penalice como delito publicar un libro como el que se presenta hoy.

    Pero no he respondido mi pregunta inicial: ¿por qué estamos reunidos aquí hoy? Sólo puedo responder por mí mismo. He venido por muchas razones.

    La primera es que en Chile se ha instalado una flagrante y sostenida falsificación de la verdad histórica, la cual el libro cuya cuarta edición se presenta hoy contribuye a restablecer. Y eso es bueno.

    La segunda es que, como país, hemos dejado que esa distorsión histórica suceda, en términos de que una gran mayoría de la población ha llegado a compartir la versión falsificada de lo acontecido entre 1970 y 1990. Y en esa mayoría hay mucha gente de nuestras mismas ideas que ha sido objeto de un verdadero lavado cerebral y ha cambiado su juicio acerca de lo que sucedió en Chile en ese período. Peor es la condición de los más jóvenes, que sólo han conocido la versión falsificada predominante.

    La tercera razón por la cual estoy aquí es que nuestra inacción ha conducido a un estado de cosas que compromete el futuro del país. Hay un antiguo dicho, que se ha aplicado a otras naciones que han perdido el rumbo debido a la falsificación de su verdad histórica: "para que el mal triunfe, basta que las personas de bien no hagan nada". En Chile las personas de bien, entendiendo por tales a las que queremos un país libre, pacífico y democrático, nos estamos dejando avasallar por los que profesan un credo totalitario.

    La cuarta razón es que estoy convencido honestamente de que, si en algo apreciamos la convivencia civilizada en nuestra Patria, no podemos permanecer indiferentes cuando a una persona o a un grupo de personas se las priva de los derechos que les reconocen las leyes. Este es un camino que se sabe dónde comienza y se puede sospechar muy bien dónde termina, porque ya lo recorrimos una vez. Hoy en Chile no puede hablarse de libertad, de democracia ni de estado de derecho si un juez o muchos jueces fallan sistemáticamente contra lo que ordenan no una, sino numerosas leyes expresas y la propia Constitución de la República. Y el libro que presentamos hoy en su cuarta edición, incorpora un capítulo, escrito por el abogado Carlos Portales, que precisa esas numerosas prevaricaciones en que han incurrido los jueces en perjuicio de la persona de Miguel Krassnoff. Denunciar eso es de la más extrema necesidad.

    Durante más de veinte años se ha destinado muchos miles de millones de pesos del erario público a financiar instituciones, museos, filmes, teleseries, publicaciones y escenificaciones para convencer al país de una versión errónea y sesgada de su pasado. Se creía que este proceso, que yo he denominado "de lavado cerebral masivo", iba a terminar o cambiar si los gobiernos de la Concertación, que lo habían llevado a cabo, eran desplazados del poder por un régimen de centroderecha. Pero en la práctica ha continuado en la misma línea establecida por todos sus antecesores concertacionistas. Toda la institucionalidad financiada con fondos públicos destinada a ocultar la responsabilidad de la izquierda en la lucha armada y la preparación de su golpe totalitario, y a presentar como atropellos a los derechos humanos la necesaria acción de las fuerzas armadas, carabineros e investigaciones apara combatir el terrorismo, continúa recibiendo del presupuesto público un financiamiento multimillonario. Decenas de abogados de izquierda, cuya misión es, justamente, mantener la persecución ilegal contra quienes debieron enfrentar el desafío terrorista totalitario que nuestras fuerzas uniformadas fueron llamadas (por la civilidad) a combatir y vencer en 1973, siguen siendo pagados por el Ministerio del Interior. Los reales enemigos de la libertad y la democracia son los ejecutores de la venganza contra nuestros uniformados y están en el seno mismo del Ministerio del Interior.

    La situación de completa anormalidad del juicio público prevaleciente en nuestra patria ha llevado a que una conducta perfectamente civilizada, moral y hasta imperativa, como es la de buscar restablecer la verdad y la legalidad respecto de una persona, en este caso Miguel Krassnoff, esté siendo descrita generalizadamente como un acto escandaloso y que no puede siquiera tolerarse. ¿Por qué sucede esto? Porque, precisamente, se ha consagrado generalizadamente la falsedad.

    Ayer un columnista de izquierda se preguntaba cómo es posible que se rinda un homenaje al autor de más de sesenta crímenes. Pero la verdad es que el homenaje se le rinde, aprovechando la presentación de la cuarta edición de su biografía, porque él es inocente de esos delitos y porque al enjuiciarlo no se han respetado las leyes.

    ¿Cómo no va a ser una escandalosa falsificación de la verdad el solo decir que un grupo de personas se va a reunir para rendir homenaje al autor de sesenta crímenes? El autor de esa descripción sabe que él está faltando a la verdad y sabe que si estamos reunidos aquí es, precisamente, porque estamos convencidos de la inocencia de Miguel Krassnoff. Si se le rinde homenaje es, precisamente, porque es inocente y no porque haya cometido esos delitos.

    Además, todo esto se da en un contexto de extrema discriminación. ¿Se oye alguna voz, siquiera, que se pregunte por qué en Chile se ha indultado a 905 extremistas de izquierda procesados o condenados por toda suerte de delitos terroristas, muchos de ellos autores de crímenes sangrientos y, en cambio, sólo se ha indultado a un uniformado procesado por atropellos a los derechos humanos?

    Nadie parece recordar que la lucha contra el terrorismo de izquierda en Chile tuvo que darse porque ese terrorismo le declaró la guerra a la democracia. Explícitamente sostenía que era preciso tomar el poder por las armas para establecer un régimen totalitario, porque su modelo era el entonces vigente en la Unión Soviética, Europa Oriental y Cuba.

    Este proceso de deformación de la conciencia interna ha convertido a Chile en un país en que nadie recuerda quién prendió el fuego, pero todos de lo único que se preocupan, es de condenar, castigar y desprestigiar a quienes apagaron el incendio. Se juzga severamente todas sus actuaciones, reales o inventadas, y se olvida por completo, perdonándolos y hasta glorificándolos, a los incendiarios.

    Un gobernante totalitario dijo una vez que una mentira mil veces repetida se convertía en verdad. Aquí en Chile ha sucedido exactamente eso. El predominio sin contrapeso de la izquierda en los medios de comunicación le permite repetir una y otra vez y remachar en sus escritos, discursos, teleseries y películas (pues los fondos estatales de cultura parecen exclusivamente destinados a eso) la idea de que los uniformados chilenos violaron los derechos humanos, asesinaron y torturaron. Y han convencido al país de eso. Han convencido a muchos de los propios partidarios del Gobierno Militar. Hace días un joven columnista de derecha escribía que una de las razones por las cuales el senador Carlos Larraín debía dejar de ser presidente de RN era que no había condenado a los militantes que participaban de un acto como éste en que nos encontramos. Es que una mentira mil veces repetida se convierte en verdad. Es que los hombres de bien, por el solo hecho de no hacer nada, hemos dejado que eso suceda. Y hoy parece que somos parias en una sociedad cuya inmensa mayoría se escandaliza de que estemos aquí, mientras se gesta una moción de ley para criminalizar el hecho de que alguien discuta la mentira miles de veces repetida.

    ¿No se está pareciendo Chile cada vez más al estado totalitario que describía George Orwell en su novela futurista "1984"? Cuando la escribió, en los años 30 o comienzos de los 40, era ciertamente futurista. Y lo que sucede en el Chile de hoy es muy parecido a lo que él anticipaba en el estado totalitario regido por el "Big Brother", el Hermano Mayor o, como otros prefieren traducirlo, el "Gran Hermano".

En la novela se convocaba periódicamente a la ciudadanía a "un minuto de odio" contra el único opositor del régimen totalitario. En Chile, en estos días, con motivo de la presentación de la cuarta edición de este libro, hemos vivido nuestro "minuto de odio" contra Miguel Krassnoff porque él y unos pocos hemos tenido la osadía de defender su inocencia y denunciar que, para juzgarlo y condenarlo, se han atropellado las leyes.

    Yo hace años mantuve largas conversaciones con Miguel Krassnoff, porque quise conocer a fondo su caso. En esas conversaciones él me describió en detalle la misión que desempeñó dentro de la DINA, como joven teniente: interrogar detenidos y analizar y cotejar sus declaraciones. Detenidos a los cuales él no había apresado. De hecho, él me dijo textualmente: "Yo nunca detuve a nadie". Simplemente, no era su función. Yo le pregunté si en esos interrogatorios se les aplicaban apremios a los detenidos, y él me contestó categóricamente, también en forma textual: "No; y nunca en mi presencia se torturó a nadie".

    Ya he dicho que una mentira mil veces repetida se convierte en verdad. Un manual de la guerrilla terrorista, conocido como "Manual de Marighela", por el apellido de su autor, un terrorista brasileño, establece como norma de conducta de todo extremista detenido la de declararse torturado. Y todos lo hacen. Pero nunca lo denunciaron a los tribunales en su tiempo. Bajo el Gobierno Militar hubo casos, y fueron denunciados y comprobados, por lo que los autores de las torturas sufrieron condenas. Pero nunca hubo una denuncia contra Miguel Krassnoff, sin perjuicio de lo cual periodistas y columnistas de izquierda y derecha lo proclaman "torturador". Es que una mentira mil veces repetida pasa a ser verdad.

    Me explicó Miguel en nuestras conversaciones que, en realidad, nunca tuvo problema para obtener declaraciones de los detenidos, porque ellos se explayaban espontáneamente para responder sus preguntas. Al parecer, hacía los interrogatorios con mucha habilidad, como lo prueba el que muchos años después, a comienzos de los años 90, cuando se abrieron procesos para investigar casos de supuestos atropellos a los derechos humanos, en uno de ellos la parte querellante, bien provista de medios, trajo a un ex jefe mirista de Valparaíso que se encontraba exiliado en Inglaterra, trabajando en la BBC de Londres, de nombre Eric Zott. Y éste, ante la ministra sumariante Gloria Olivares, declaró dos cosas de interés: la primera, que Miguel Krassnoff era reconocidamente hábil interrogador y había obtenido información que había permitido la destrucción de la actividad terrorista del MIR en mayor grado que ningún otro factor; y la segunda cosa que dijo fue que nunca había oído decir a nadie decir que Miguel Krassnoff hubiera empleado la tortura en sus interrogatorios. Su exilio en Inglaterra había cambiado al ex mirista Zott y allá había aprendido a hablar con la verdad, para gran desilusión de quienes le habían pagado el viaje.

    El testimonio de Eric Zott está reproducido en el libro cuya reedición se presenta hoy. Y forma parte de un caso paradigmático de la injusticia en la persecución contra Miguel Krassnoff. Porque ese proceso en que aquél vino a declarar se abrió en relación con la desaparición de un mirista de ascendencia francesa, Alfonso Chanfreau, quien, en primer lugar, no desapareció, sino que murió en un enfrentamiento; en segundo lugar, se trata de un caso prescrito, porque aconteció en 1974; por lo mismo, está cubierto por la ley de amnistía de 1978; en tercer lugar, por declaraciones como la del mirista Eric Zott y otras, se comprobó la inocencia de Miguel Krassnoff en él (porque en Chile, en relación a uniformados, rige una especie de "anti-estado de Derecho", pues hay que probar la inocencia, en lugar de ésta presumirse, como en el resto de los estados de derecho). Además, ese caso fue investigado y juzgado a comienzos de los años '90 y la ministra sumariante absolvió de toda responsabilidad en él a Miguel Krassnoff. Recurrido el caso ante la Corte Suprema, ésta confirmó el sobreseimiento. Hubo cosa juzgada, lo que significa que en derecho ese caso no puede volver a juzgarse. Pero eso es en los estados civilizados. En Chile este año un juez de izquierda, el ministro Jorge Zepeda, reabrió el proceso, inculpando a Miguel Krassnoff y violando las leyes sobre amnistía, prescripción y cosa juzgada, es decir, todas las aplicables al caso, amén de la presunción de inocencia, que además estaba probada en el anterior proceso de comienzos de los '90.

    En Chile se da una situación muy particular, además, pues hay un juez que se ha caracterizado por incluir en sus procesamientos a Miguel Krassnoff. Se trata de Alejandro Solís, de reconocido pasado vinculado a la izquierda, como ya en los años '70 el Gobierno Militar le hizo ver a la Corte Suprema. Pero el presidente de ésta en esos años, don Enrique Urrutia, le aseguró al Presidente Pinochet que velaría por la independencia de Solís en sus sentencias. Pero todo el mundo sabe que no es un juez imparcial en el juzgamiento a uniformados.

    Desde luego, asimila al entonces teniente Krassnoff a la llamada "cúpula de la DINA" en los años '74 y '75, siendo que entre ese teniente y dicha cúpula mediaban centenares de oficiales de mayor rango. Nunca perteneció a dicha cúpula, Solís le asimila a ella y le condena por presunción de haber cometido delitos que se le atribuyen a la misma y de los cuales ni siquiera tuvo conocimiento. Purga penas de presidio por tener secuestradas a personas que nunca ha visto en su vida.

    ¿Por qué los jueces de izquierda le hacen lo que le hacen? A ellos el código aplicable les ordena todo lo contrario: siendo evidente que en su caso hay no sólo una, sino varias causales de extinción de responsabilidad penal; no hay pruebas que lo incriminen, y en algunos, peor aún, hasta consta su inocencia, como en el de la muerte de la mirista Lumi Videla, en que un hermano de la misma declaró que Krasnoff no había tenido participación; o en el de Chanfreau, en que el citado jefe del MIR acreditó que no era responsable. Bueno, existiendo todos esos antecedentes, los jueces reinciden en procesarlo y condenarlo, contrariando lo que les ordena el código.

Sobre todo que éste obliga a todo juez a investigar con igual celo tanto las pruebas de la participación del inculpado como las de su inocencia o las razones para sobreseerlo. Pese a todo eso, insisten en condenarlo.

    Las razones, ya que no son legales, hay que buscarlas en otra parte, y son evidentemente políticas. Se nos ocurren básicamente dos. La primera, que Miguel Krassnoff representa la quintaesencia del anticomunismo. Su padre y su abuelo fueron ajusticiados en Rusia por ser anticomunistas. Él también siempre lo ha sido. Para los jueces rojos eso es suficiente motivo para condenarlo. Y la segunda razón es que en sus interrogatorios, hábiles y sin salirse de la legalidad, como lo ha reconocido el ex mirista Eric Zott, Krassnoff obtuvo, entre otros antecedentes, el paradero del jefe del MIR, Miguel Enríquez. Acudió al lugar y, tras un enfrentamiento que iniciaron el propio Enríquez y sus cómplices, pues dispararon a través de la puerta ante la cual se encontraba nuestro homenajeado, que salvó ileso gracias a un suboficial de carabineros que lo empujó a un lado al oír amartillar los fusiles, se hizo posible eliminar al cabecilla del principal grupo terrorista que existía en Chile en esa época.

    Los detalles de la captura de Enríquez, que le valieron a Krassnoff una condecoración del Ejército, se encuentran en el libro cuya reedición se presenta hoy.

    Este contiene elementos nuevos, como todo lo relacionado con su publicación en Rusia, donde ha concitado gran interés público. La televisión rusa ha enviado equipos a nuestro país para interiorizarse de la situación de Miguel Krassnoff. En ese país el Gobierno Militar chileno merece gran admiración. Cuando se enteran de que el Informe Rettig dio cuenta de 2.279 caídos en los 17 años desde el 11 de septiembre de 1973, entre los que hay medio millar de víctimas de los propios terroristas de izquierda, no pueden dejar de pensar en los cien millones de muertos que ha sembrado el comunismo en los 70 años en que tuvo hegemonía sobre gran parte del mundo, y encuentran que el costo pagado en Cjhile por librarse de él es ridículo. A los rusos la izquierda chilena no puede venderles la misma pomada que ha vendido al resto del mundo y, durante los últimos veinte años, también a Chile.

    Esta cuarta edición de la biografía va a tener seguramente más eco que las anteriores, que ya lo tuvieron muy grande y se mantuvieron muchas semanas en la lista de libros más vendidos. Y esto lo digo porque esta vez los enemigos de la democracia y partidarios de la violencia se han encargado de promover la edición como ninguna de las anteriores.

    Gracias a ellos por eso. También hay que dar gracias al infatigable editor de los libros de la recta doctrina, Alfonso Márquez de la Plata y, por supuesto, a la historiadora y escritora Gisela Silva Encina, que, como heredera de su tío Francisco Antonio, ha hecho con este libro otro aporte para que los chilenos conozcamos la realidad de nuestro pasado. También merece nuestro agradecimiento el organizador de este acto, tarea en la cual ha desplegado grandes esfuerzos, el ex oficial naval Patricio Malatesta, que no omitió detalle e incluso recordó invitar al Presidente de la República, que por las razones de todos conocidas no pudo asistir.

Y, en fin, gracias a ustedes por haber venido a apoyar este gran esfuerzo por la justicia, la verdad y la libertad que implica divulgar entre los chilenos la realidad de la persecución contra el brigadier Miguel Krassnoff, cuya libertad esperamos más temprano que tarde conseguir.

Secuestro Semi-permanente

La presentación de la cuarta edición de la biografía de Miguel Krassnoff, que escribió la historiadora Gisela Silva Encina, concitó unas tres o cuatro veces más público que los lanzamientos de las anteriores, además de hordas de terroristas cuyo número no sé cuantificar y que hirieron a personas de edad y a carabineros, lanzaron centenares de piedras contra el salón de actos y pusieron a prueba la solidez de los grandes vidrios de sus ventanales, que resultaron dañados pero, sorprendentemente, no dejaron pasar los proyectiles.

La concurrencia no pudo salir del recinto al final del acto porque sus potenciales asesinos (que, paradójica y rítmicamente gritaban "¡asesinos, asesinos!", obviamente con el propósito de identificarse) rodeó el inmueble por los cuatro costados.

Pero bajo la lluvia de piedras, la inspiración aportada por los gases lacrimógenos, el estruendo de los terroristas al golpear los cercos metálicos del contorno, los discursos se sucedieron sin interrupción durante dos horas y fueron coronados por las voces del millar de asistentes entonando el himno patrio con singular unción y hasta su mejor estrofa, la de los "valientes soldados". Nadie se movió de su sitio hasta el final, pero los primeros que intentaron salir para volver a sus casas regresaron pronto heridos, vejados y despojados por los terroristas de izquierda, que habían sobrepasado al piquete de carabineros que resguardaba el recinto.

Una señora de 77 años me pidió dejar constancia de que la habían golpeado con pies y manos y le habían vaciado sobre la cabeza un líquido avinagrado, lo que la obligó a regresar al interior. "Eran muy jóvenes", me dijo, "¿éste será el futuro de Chile?".

Hubo carabineros y civiles heridos de variada consideración. Estoy seguro de que no necesito leer el diario de mañana para saber que no hubo detenidos.

Finalmente, después de las once de la noche sucesivos buses blindados de Carabineros nos fueron liberando del secuestro por grupos, en medio de la agresión y el insulto terroristas. Un suboficial me dijo al pasar que extrañaba mucho mis columnas en el diario, así es que lo remití a este blog.

Todos decían que un secuestro colectivo como éste no se había visto nunca antes en Chile, ni siquiera bajo la UP.

Nos fueron a dejar más allá de la barbarie izquierdista, a un lugar desde el cual cada uno pudiera discurrir su respectivo regreso a casa o la forma de volver a recuperar su automóvil sin ser presa del terrorismo marxista.

Durante el tiempo que vivimos secuestrados varios me pidieron publicar en este blog mi discurso recién pronunciado. Les respondí que no sabía hacerlo, así es que me enseñaron. Si aprendí o no se sabrá si dicho discurso aparece o no en el blog siguiente.

domingo, 20 de noviembre de 2011

¿Por Qué la Izquierda No Es Feliz?

El país funciona según lo que dice la izquierda, pero ésta no es feliz. Ella es violenta, amenaza, subvierte, destroza, usurpa e incendia. Nadie feliz hace todas esas cosas. Todavía más, como pese a todas ellas nadie le hace nada, mayor razón para tranquilizarse y ser feliz. Pero no lo es.

Quiere un Estado más grande, y se lo dan: más ministerios, más subsecretarías y superintendencias, más SERNAC, más gasto público. Pero sigue violenta e infeliz.

Desató la lucha armada para tomarse el poder, formó grupos terroristas, cometió crímenes y atentados, y se los perdonaron todos. Y no quedó contenta. Castigan a quienes defendieron al país de todo aquello, y tampoco eso la contenta. Más encima, le pagan enormes cantidades de plata cada año, les dan estudios gratis a los familiares jóvenes de la guerrilla armada, como también salud gratis para los parientes (programa PRAIS), pensiones a los que dicen haber sido echados del trabajo o declaran haber sido maltratados, millonarias indemnizaciones por los guerrilleros muertos. Y, sobre todo, se les brinda el placer más grande de todos: la venganza. Muchos de los que les vedaron tomarse el poder por las armas están presos y ellos, en cambio, perdonados y con plata encima. Pero los izquierdistas siguen descontentos.

De los 905 indultos concedidos a quienes se vieron envueltos en la lucha armada, 904 fueron para guerrilleros o terroristas de izquierda y uno, apenas uno, para un ex uniformado. Ricardo Lagos indultó al suboficial Manuel Contreras Donayre, seguramente para burlarse de Manuel Contreras Sepúlveda, y nadie dijo nada... nadie dijo nada. Estas cifras las ha publicado el abogado especialista en derechos humanos Marcelo Elissalde Martel, que investiga infatigablemente esas cosas.

Lo de la amnistía debería hacer inmensamente feliz a la izquierda. Se acogieron a ella todos los terroristas a quienes beneficiaba, y después se la han denegado a la gran mayoría de los uniformados que la han invocado. El Presidente Aylwin, para complacer a la izquierda, hasta trasgredió la Constitución, pues siendo jefe del Estado se abocó causas pendientes, lo que le estaba vedado, y conminó a la Corte Suprema a ordenar a todos los tribunales no aplicar la amnistía sino a hasta la sentencia de término. Estos no sólo le obedecieron, sino que empezaron a dejar de aplicarla del todo, tratándose de uniformados. Gran éxito de la izquierda. Pero se sintió todavía más infeliz.

La izquierda, hace poco, empezó a decir que había que subir los impuestos a las empresas, porque nadie de la izquierda tiene empresas, sobre todo si el Estado les paga aunque no trabajen, y ahora hasta connotados empresarios dicen que sí, que hay que subirlos. ¿No es éste un triunfo ideológico, económico, político y social como para celebrar? Pero la izquierda no está feliz.

En el colmo de la depresión ahora ha presentado una moción para que nadie pueda exhibir públicamente la imagen ni ninguna otra exteriorización de su enemigo histórico número uno, Augusto Pinochet, ni la de ningún miembro de la Junta Militar. Porque si ya la izquierda es infeliz, la hace serlo todavía mucho más el hecho de que en alguna parte aparezca Pinochet. No le basta con que el Ministro del Interior de un gobierno sedicente de centroderecha reciba (y se retrate) en un salón con dos óleos gigantes de Salvador Allende.

Y ahora se está preparando un proyecto de ley para penalizar a cualquier persona que "minimice los atropellos a los derechos humanos", concepto suyo que, por supuesto, excluye las muertes y secuestros perpetrados por ella misma y sólo se refiere a cualquier daño inferido a sus autores por haber emprendido la lucha armada.

Mañana se presentará la cuarta edición de la biografía de un preso político, que es tal porque está privado de libertad contrariando numerosas leyes y también la verdad de los hechos. La izquierda ha llamado a escándalo porque se homenajee a, dice, el autor de más de sesenta crímenes, de acuerdo al número de procesos que se le ha iniciado. Pero olvida que son sus propios jueces los que le inculpan sin pruebas, sólo basados en "presunciones", como si hubiera sido parte de la "cúpula de la DINA", a un teniente que en 1974 y 1975 sirvió en ella habiendo entre él y "la cúpula" alrededor de trescientos oficiales de mayor rango. ¿Por qué no es feliz la izquierda si un juez suyo puede alterar la verdad, contradecir las leyes o dejarlas sin aplicación y lograr que la opinión pública "compre" todo ese balurdo de mentiras?

Y más encima la izquierda sólo tiene que esperar, según todas las encuestas, un par de años para volver de lleno al Poder Ejecutivo, que si bien teóricamente ha salido de sus manos, en los hechos ha sido administrado casi igual como lo hacía ella hasta 2010.

Todos hacen y dicen lo que ella quiere. La mayoría le va a entregar el país en bandeja en dos años más. Y sigue infeliz. Con un mínimo de todo eso, cualquier derechista sería inmensamente feliz. ¿Por qué, entonces, no puede serlo la izquierda?

sábado, 19 de noviembre de 2011

Haga Usted el Test Krassnoff

El país apenas se ha repuesto de la enorme sorpresa que le ha producido ver que alguien de la derecha (a la cual todo el mundo, y con razón, suponía moribunda) ha dado una señal de vida. Pues algunos miembros de ella han hecho, por fin, ALGO que no sea repetir eslóganes de la izquierda: ha organizado un homenaje al brigadier (r), preso político condenado injusta e ilegalmente a perpetuidad por la justicia de izquierda.

A raíz de esto he encontrado una "piedra de toque" (ilustración para egresados de la educación prodominantemnte socialista chilena: piedra que usan los joyeros para comprobar la legitimidad del oro).

La piedra de toque es el "test Krassnoff". Se podría hacer con cuatro alternativas:

"(a) Usted opina que Miguel Krassnoff es un asesino y un torturador al que es preciso condenar, aunque sea ilegalmente;

(b) Usted opina que Miguel Krassnoff es culpable de crímenes, pero debe respetarse la legalidad y aplicársele la amnistía, la prescripción y la cosa juzgada;

(c) Usted opina que Miguel Krassnoff torturó y mató a terroristas, pero eso estuvo bien hecho, pues hasta los Estados Unidos lo hacen con los de Al Qaeda, interrogándolos bajo tortura o matándolos directamente, haciendo desaparecer sus cuerpos (caso Osama bin Laden), de modo que Krassnoff ni siquiera debió ser procesado o, en caso de serlo, debió ser indultado, como se ha hecho con 905 terroristas de izquierda en Chile y UN SOLO MILITAR (caso Contreras Donayre, por Ricardo Lagos);

(d) Usted opina que Miguel Krassnoff es un oficial y un caballero, que siendo teniente recibió la misión de interrogar, pero lo hizo sin torturar a nadie; y que no asesinó a nadie. Por tanto, si hubiera una justicia imparcial y propia de un Estado de Derecho, no debería haber sido siquiera procesado."

Pienso que el resultado de esa encuesta sería el siguiente: Alternativa (a): 60%. Alternativa (b): 25%. Alternativa (c): 14%. Alternativa (d): 1%.

Yo me pronuncio por la Alternativa (d), primero, porque conozco al brigadier (r) Krassnoff y, dado que siempre he confiado en mi juicio intuitivo acerca de las personas, creo que es un hombre de honor y un caballero. Creo que me ha dicho la verdad acerca de sus actuaciones, descritas por él como apegadas al buen trato de los presos terroristas que debía interrogar; y creo que no es culpable de ningún crimen. Segundo, porque su hoja de servicios en el Ejército, que he leído, se condice con lo anterior. Tercero, porque es un jefe de familia ejemplar de un hogar sólidamente constituido, que ha resistido incólume, si bien con enorme sufrimiento, la persecución política y judicial. Esto sólo se logra cuando hay una base moral muy firme en el carácter de quienes lo forman. Cuarto, porque me consta que ha solicitado a quien fuera su jefe en la DINA que declare qué oficiales nunca fueron parte de misiones que implicaran desaparición o muerte de personas, aclaración que no le ha sido posible obtener. Pero el hecho de pedirla revela la confianza de Krassnoff en su propia inocencia. Y quinto, porque quien fuera el jefe del MIR en Valparaíso en 1974, Eric Zott, fue traído desde Londres a declarar contra Krassnoff en los años '90, ante la ministra sumariante Gloria Olivares, pero lo hizo a favor de él, diciendo que su hábil forma de interrogar había sido muy eficaz para derrotar al MIR y que nunca oyó de atropellos, abusos o torturas cometidos por el oficial, tras lo cual Zott se despidió para tomar el vuelo de vuelta a Londres. No es extraño que la jueza Olivares haya sobreseído a Krassnoff en la propia causa que ha reabierto ilegalmente, hace poco, un juez de izquierda, para condenarlo.

El 99% de los chilenos se pronunciaría, creo yo, por alguna de las tres primeras alternativas, que implican un juicio moral condenatorio del brigadier (r). Sin ir más lejos, hoy he leído la columna en "El Mercurio" de Francisco José Covarrubias, un adherente a la "nueva derecha" de RN, quien critica a Carlos Larraín por "no condenar el homenaje a un torturador y enarbolar la tolerancia para ello". Viendo la foto del autor en el diario y leyéndolo, salta a la vista que es un joven con talento para escribir que ha comprado completo el contrabando mediático de la extrema izquierda, cosa que evidentemente lo hace sentirse muy progresista.

Si en la derecha se opina así ¿qué queda para el centro y la izquierda?

Y en "La Tercera" de hoy, cuerpo de reportajes, se revela que originalmente quien debía ir a la DINA en 1973 era el teniente Cristián Labbé, mientras el teniente Krassnoff debía ser el jefe de la escolta de Pinochet, pero un viaje obligó a este último a pedirle al primero que lo reemplazara en la escolta, cosa que hizo a satisfacción de la familia Pinochet. Lo cual llevó, entonces, a que a su regreso Krassnoff fuera destinado a la DINA y, dice "La Tercera" "es justamente durante esos años que Krassnoff cometió la serie de crímenes por los que cumple una condena superior a los 100 años en el Penal Cordillera". Revela así ese diario que también ha comprado completo el contrabando propagandístico de la izquierda.

Haga el test por su cuenta, estimado lector, y me atrevo a predecirle que los resultados serán los que he estimado, si es que el uno por ciento de la Alternativa (d) no resulta exagerado.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Venganza de Izquierda

Sabemos que en Chile se hace lo que manda la izquierda marxista, porque ella, por doctrina (lucha de clases) es violenta y la gente y el gobierno la temen. ¿Cómo se ha planteado el tema de la educación en Chile? A partir de la violencia de las tomas y los encapuchados. Y así en todo lo demás.

¿Un brigadier (r), preso político (pues según la ley debería estar libre) quiere presentar sus memorias? La izquierda no lo permite y llama a escándalo general. Hay que impedirlo. Se desata una campaña insólita de truculenta propaganda en su contra, presentándolo como un asesino y torturador. Aparece un extremista, que fue doble agente y que luego pasó a serlo triple, refiriendo cómo el entonces teniente Krassnoff asesinó de manera sangrienta a una mujer embarazada. En pantalla vemos desfilar a una mujer y a un médico que dicen haber sido torturados por el teniente Krassnoff. Eso es todo lo que sabe el pueblo.

El brigadier hoy está condenado en diez casos en que, supuestamente, "secuestró" a personas y, se supone, las mantiene privadas de libertad hasta hoy. En otros 56 procesos también se le imputa la misma conducta. Se ha hecho tabla rasa de la prescripción, la amnistía y la cosa juzgada (porque los casos habían sido ya sobreseídos en el pasado). Pero lo peor es que se ha hecho también tabla rasa de la verdad y del sentido común. Se consagra oficialmente la mentira judicial. Pues los jueces, los querellantes y los defensores, así como todo el que quiera enterarse, saben que no es verdad que Miguel Krasssnoff mantenga o haya mantenido secuestrado a nadie. Y esa mentira universal, sin embargo, prevalece y a nadie le importa, porque se debe complacer a la izquierda, que es tan violenta.

¿Y quién inició la lucha armada en Chile? La izquierda. Pero los culpables son los que la impidieron, no ella, que la desató. Es el mundo al revés.

Yo, hace años, a instancias de un amigo, sostuve horas de entrevistas con Miguel Krassnoff, cuando se comenzaron a reabrir procesos ilegales en su contra. Él adquirió notoriedad por un hecho muy importante: fue autor del hallazgo del escondite del jefe del MIR, Miguel Enríquez, en 1974, cuando ese grupo armado terrorista era la fuerza guerrillera más importante del país.

Después de conversar con Krassnoff, quedaron en mi recuerdo dos afirmaciones que él me hizo: la primera, que nunca detuvo a nadie, con una sola excepción, si pudiera decirse: al entrar a la casa donde se ocultaba Miguel Enríquez, y éste murió, tras un tiroteo prolongado con fuerzas de seguridad, Krassnoff encontró a una mujer joven herida, la conviviente de Enríquez, Carmen Castillo, a quien tomó en sus brazos y envió a un hospital; la segunda, que nunca torturó a nadie ni en su presencia se torturó a nadie. Me explicó: "Yo era teniente y tenía la misión de interrogar a los detenidos. Comenzaba por poner sobre la mesa mi credencial, para que supieran con quién hablaban, y luego les pedía antecedentes sobre los grupos a los cuales pertenecían. Y siempre ellos se explayaron ampliamente. No necesité ni nunca apliqué a nadie apremio alguno ni eso lo hizo nadie en mi presencia".

Nunca ha sido condenado con alguna prueba sólida. Sólo por presunciones. Los jueces de izquierda lo asignan a la "cúpula de la DINA", siendo que era teniente y entre él y la citada cúpula mediaban centenares de oficiales de mayor rango.

Krassnoff ha sido siempre, comprobadamente, un hombre honorable y de vida familiar ejemplar. Cuando fue comandante de regimiento en el sur por varios años fue muy apreciado por toda la comunidad local. Su hoja de servicios en el Ejército es impecable. Pero, por alguna razón (posiblemente por ser de ascendencia cosaca o rusa blanca, es decir, anticomunista, y haber descubierto el escondite de Enríquez) la izquierda y sus jueces se han ensañado con él y de hecho parece destinado a cumplir cadena perpetua por su contribución a la salvación de Chile.

Un ejemplo de esa saña izquierdista contra él lo viví hace no mucho en carne propia. Una nieta mía estudió Periodismo en la Universidad Católica y, como parte del material de trabajo que le dio un profesor, había una publicación donde se señalaba que Krassnoff había asesinado al cantante Víctor Jara en el Estadio Chile, agregando que allí era apodado "El Príncipe". Mismo apodo que en estos días le atribuye un diario digital que reproduce un relato atroz del doble agente Osvaldo Romo, hoy triple agente, describiendo cómo Krassnoff habría asesinado por sus propias manos, que habrían quedado manchadas de sangre, a la presa Diana Arón.

Mi nieta no podía creer que yo defendiera a Krassnoff, pero yo le demostré que el texto era una falacia completa, pues él nunca estuvo en el Estadio Chile ni jamás fue apodado "El Príncipe". Al tiempo de la muerte de Víctor Jara estaba adscrito a la Escuela Militar y en diciembre de 1973 pasó a ser jefe de seguridad del general Pinochet. Y nunca fue siquiera procesado en el caso Víctor Jara. Pero las publicaciones de izquierda lo presentan como su asesino y los profesores de izquierda de la UC las usaban para lavar el cerebro de sus alumnas.

Un caso típico de prevaricación, injusticia flagrante y difamación en su contra es presentado por el abogado Carlos Portales en el libro que se lanzará el lunes: Krassnoff fue condenado a años de presidio por el secuestro en 1974 del mirista francés Alfonso Chanfreau. En este caso la justicia francesa, además, ha dictaminado que pedirá su extradición para juzgarlo allá.

Pero en 1992 la ministra en visita Gloria Olivares declaró la inocencia de Krassnoff en ese caso. Uno de los testigos miristas que declaró en el juicio, Eric Zott, expresó que el uniformado no había tenido participación en él. Luego la Corte Suprema revisó el caso y lo sobreseyó, pero por amnistía. Los ministros que aprobaron ese fallo fueron acusados constitucionalmente por la izquierda y uno de ellos, Hernán Cereceda, fue destituido, con el voto del entonces senador Sebastián Piñera, que se cambió de bando en esa votación. Pese a todo lo anterior, este año el ministro Jorge Zepeda volvió a procesar a Krassnoff por el mismo caso Chanfreau, por mantenerlo secuestrado. Pero en el expediente consta que el mismo mirista murió en un enfrentamiento con efectivos de seguridad en La Granja, en 1974.

Está la prueba de inocencia aportada por Eric Zott (en Chile, donde no hay Estado de Derecho, no se presume y hay que probarla); están la amnistía, la prescripción, la cosa juzgada, la verdad de los hechos. Todo confluye a la absolución de Krasnoff. Pero está preso por ese caso, entre otros similares.

Y se hace un escándalo porque se publica su biografía, donde se exponen abusos como ése.

Si hubiera estado vivo Émile Zola, habría escrito otro "J'accusse" como el que publicó en favor de la inocencia del capitán Dreyfuss. Pero eso habría podido tener lugar en una época y en un país de mayor moralidad, en que la verdad, la legalidad y la justicia hubieran merecido respeto, no en el Chile de hoy.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Perfeccionamiento de Carta-Tipo

El libro "Miguel Krassnoff, Preso por Servir a Chile", de Gisela Silva Encina, fue traducido al ruso y al inglés. Ahora se presentará acá su cuarta edición, porque ha sido todo un éxito de ventas (si bien silencioso, porque es políticamente muy incorrecto aludir a él).

En esta cuarta edición se le ha añadido un capítulo escrito por el abogado defensor de Krassnoff, Carlos Portales, detallando las numerosas e increíbles tropelías judiciales perpetradas en contra de su cliente. No las voy a repetir aquí, pero permiten concluir que los procesos seguidos contra Krassnoff son realmente kafkianos, en el sentido de que nada de lo que dice la ley respecto a lo que debe ser un juicio se respeta en ellos.

Por ejemplo, cuando hay manifiesta prevaricación (delito que comete un juez cuando falla contra derecho) y se interpone la respectiva querella, la Corte exige una fianza de calumnia millonaria que nadie puede pagar y ahí queda la acción, muerta al nacer. O cuando legiones de testigos de cargo manifiestamente falsos perjuran en forma ostensible, y se presenta una querella en su contra, ésta queda vegetando en el tribunal y todos se olvidan de ella.

A la presentación de la cuarta edición, que tendrá lugar el lunes en un local de la Municipalidad de Providencia, han sido invitadas numerosas personas y, entre ellas, el Presidente de la República. Pero éste contestó mediante una carta en la que lamenta su imposibilidad de asistir, por "razones de agenda", pero les expresa a los organizadores los mejores deseos de éxito en sus propósitos. Como los propósitos de éstos se dirigen a lograr cuanto antes la libertad de Miguel Krassnoff, dicha expresión de deseos ha provocado una violentísima reacción comunista y, en particular, de la personera del extremismo Lorena Pizarro, que se ha despachado las más fuertes invectivas contra el Presidente de la República, llamándolo a desmentir que haya expresado sus deseos de éxito para la liberación de Krassnoff. Asimismo, ha formulado amenazadoras expresiones contra el Alcalde de Providencia, Cristián Labbé, por facilitar un local municipal para la presentación del libro, y ha declarado que la misma es una provocación y, simplemente, no puede permitirse.

Desde la Presidencia se ha aclarado que la respuesta a la invitación es una "carta-tipo" que La Moneda tiene para los casos en que el Mandatario no puede asistir; y que la expresión de "sus mejores deseos de éxito" es sólo una frase de cortesía carente de significado. Pero la extrema izquierda, que a diferencia de su contraparte política opuesta es combativa y comprometida, no quiere dejar tranquilo al Presidente y le exige algo que es por completo ajeno a su temperamento: pronunciarse. Ya es sabiduría común que él siempre "le dice a todo el mundo que sí, pero hace lo que le conviene más", como el Alcalde de la Pérgola de las Flores. Por eso a los comunistas les ha dicho que va a perseguir a los "violadores de los derechos humanos", que es como ellos y él (cuando está con ellos) llaman a los militares; y a la "familia militar" le ha prometido velar por la aplicación de las leyes en los procesos contra uniformados y por evitar la eternización de los mismos. De ese modo cree conquistar votos en ambos sectores, y posiblemente lo ha logrado (por algo ganó), pero como la gente en Chile sólo es transitoriamente tonta, ha terminado por darse cuenta y ahora declara, muy mayoritariamente, según las encuestas, no creerle al Presidente.

¿Cuál es la solución para remediar estos inconvenientes en el futuro? Obviamente, agregar a la carta-tipo de la Presidencia la siguiente frase: "P. D. La expresión "los mejores deseos de éxito" no implica que S. E. comparta los propósitos de los organizadores, sino sólo el deseo de que la concurrencia al acto disfrute de un rato de sano esparcimiento y, si es del caso, de una placentera ingesta de alimentos sólidos y líquidos, sin por eso renunciar a la norma "elige vivir sano".

Con este añadido la "carta-tipo" presidencial dejará a salvo a S. E. de las reacciones extremistas y de tener que pronunciarse entre posturas contradictorias e incompatibles a las cuales, como es su costumbre, ha expresado por igual su "completa, firme y sincera adhesión."

martes, 15 de noviembre de 2011

"¡Aquí Estamos Otra Vez!"

Cuando en 1947 Gabriel González Videla se dio cuenta de que los comunistas estaban trabajando para derrocarlo, construyó rápidamente una mayoría legislativa y dictó la "Ley de Defensa de la Democracia", que los puso fuera de la ley. Al revés de Sebastián Piñera, de quien un embajador suyo dicen que dijo que "no entiende nada de política", pero él dice que no lo dijo (aunque habría tenido toda la razón), a Gabriel "le cayó la teja" a tiempo.

Después de 1952, el Presidente Ibáñez, a quien el pueblo había elegido para que fuera dictador, porque el país se había desordenado casi tanto como ahora, no lo fue, sino que respetó a sus opositores. En particular, a los comunistas les prometió que, si se portaban bien, derogaría la Ley de Defensa de la Democracia, que ellos habían bautizado como "Ley Maldita", porque les impedía no sólo hacer la revolución, su menester primario, sino hasta ocupar cargos públicos o parlamentarios, lo cual los obligaba a trabajar, cosa a la que nunca han estado acostumbrados.

Una vez derogada, los camaradas salían felices a las calles a hacer lo de costumbre, es decir, subvertir, atentar y destruir, mientras gritaban, saltando rítmicamente: "¡Y, qué fue, y qué fue, aquí estamos otra vez!" Y tanto lo estuvieron que en 1970, con el inevitable auxilio de los "kerensky", que votaron por ellos en el Congreso para que accedieran al poder, se hicieron de éste, ilusionados en que sería para siempre. Y entonces lo primero que discurrieron fue robarles a los norteamericanos, "el imperialismo", que era su principal blanco. Después vendrían los inversionistas chilenos y, finalmente, todos los demás, pero no alcanzaron, porque alguien cuya imagen, según una moción de ley en trámite (de un diputado comunista y otros), no podrá ser exhibida en Chile, se lo impidió.

Como, a diferencia de Gabriel González, Sebastián Piñera no se ha dado cuenta de que hay en curso una conspiración comunista, satisface sucesivas aspiraciones rojas, como la de hacer crecer al Estado (en pocos días creó otro Ministerio, el del Deporte, y otra Superintendencia, la de Educación Superior). Y ya estamos terminando en que el partido de la Camilita maneja la agenda interna y, tal como bajo el gobierno de Allende, está mirando complacido cómo el de Piñera entra en conflicto con inversionistas extranjeros importantes.

Ya Codelco, con pleno respaldo del Gobierno, ha llevado a los tribunales a la Anglo American y, según me he enterado por radio, pretende impedirle vender su participación en la ex minera Disputada, que ahora se llama Anglo American South. Y lo ha conseguido parcialmente al haber la Corte de Apelaciones dictado una orden de no innovar que le impide a ingleses y norteamericanos disponer de lo que tienen en Chile. Es una forma de expropiación sin pago. Pues, obviamente, cualquier cosa que uno tenga y que se le prohíba vender, ya, por ese solo hecho, pierde valor. Y el que les ha privado de ese valor es el Estado chileno.

Esto tiene un lado de dulce y otro de agraz. El de dulce es que, hace más de diez años, cuando vino la gordita Madeleine Albright, Secretaria de Estado de Clinton, y le preguntaron qué le parecía que el juez Juanito Guzmán hubiera sometido a proceso al ex Presidente Pinochet, en una causa en que (como lo pruebo en mi libro "La Verdad del Juicio a Pinochet") él no tenía nada que ver, ella dijo que estaba muy bien procesar a Pinochet, que eso era aplicar la justicia. Entonces yo me dije que iba a esperar sentado en la puerta de mi tienda a que un juez como Juanito desconociera la legalidad a expensas de algún connacional de Madeleine Albright y ¡qué me van a decir ustedes!, ahora Anglo American, mitad norteamericana, ha caído en manos de la justicia de izquierda. Y ahora te quiero ver. ¡Ojalá el proceso llegue a las manos del ministro Solís!

Porque el lunes seré uno de los que va a presentar la cuarta edición del libro "Miguel Krassnoff, Prisionero por Servir a Chile", donde se detallan las tropelías de Alejandro Solís para haber conseguido someter a presidio perpetuo de hecho a un oficial inocente y distinguido ¡sin ni una sola prueba real, por situaciones a las que es completamente ajeno y (esto no me lo va a creer nadie, pero es verdad) por un juez que nunca siquiera lo ha interrogado!

¡Al fin los compatriotas de la Albright van a empezar a probar algo de la medicina que ella recomendaba tanto! "¡Justicia divina!", habría exclamado Julio Martínez Prádanos.

Pero esto tiene otro lado de agraz y es el de que "el buen nombre de Chile", como país que da confianza a quienes invierten en él, sufrirá un embate más. Y eso que los comunistas, preocupados como están de hacer la revolución usando a los estudiantes, todavía no se han dado cuenta del "boccato di cardinale" que el oficialismo les ha puesto al alcance de la mano.

Griten de nuevo, camaradas, y con toda razón: "¡Y qué fue, y qué fue, aquí estamos otra vez!".

lunes, 14 de noviembre de 2011

Los Asaltantes, los Desprestigiados y los Mau Mau

Recién terminaba de enterarme de que los asaltantes de siempre de la democracia chilena, los comunistas, que hace meses encabezaron la toma por la fuerza de miles de establecimientos educacionales y, bajo esa amenaza, exigieron educación gratis para todos y persecución contra los que mejor educan (los emprendedores que se ganan la vida en eso), han obtenido la rendición semiincondicional del sector más desprestigiado del país, la Concertación (lo está tanto que su porcentaje de rechazo en las encuestas es el único mayor que el del Presidente de la República), para hacer una propuesta de legislación que le costará miles de millones de dólares al país. Es obvio: si a usted un asaltante le dice en una esquina oscura "la bolsa o la vida", usted le da la bolsa. Como aquí no hay gobierno ni fuerza pública efectiva, se tomaron todos los establecimientos educacionales, exigieron la plata, y hay que dársela.

En pleno estado de indignación por ese asalto en despoblado, recibo el llamado de un amigo desde el sur y me dice que acaba de alojar en casa de su hija en el lago Lleu Lleu, que ella inauguró y a la cual recién le había puesto cortinas, cuando llegaron unos sujetos torvos, de esos que pululan libremente por allá, y se la redujeron a cenizas. El marido de su hija es un proóspero agricultor de la zona y se pregunta en qué país vive. Yo le recuerdo a mi amigo el caso del agricultor Urban, que ha sobrepasado ya, como víctima, un centenar de atentados, muchos de ellos incendiarios, y que, con ejemplar tenacidad, reconstruye y vuelve a sembrar una y otra vez.

Entonces mi amigo se acordó de Rhodesia, que era un próspero país africano, regido por una minoría de agricultores venidos de Gran Bretaña, que repentinamente comenzaron a ser atacados por los "mau mau", unos aborígenes que les incendiaban sus sementeras y sus casas y, cuando podían, les violaban a sus mujeres e hijas. Como los mau mau recibieran amplio apoyo internacional, promovido por la izquierda mundial bajo la batuta de la Unión Soviética, los agricultores británicos terminaron por mandarse cambiar de sus tierras, los mau mau se apoderaron de todo y convirtieron a la próspera Rhodesia en lo que es hoy Zimbabwe, donde manda sin contrapeso un dictador sanguinario llamado Mugabe. Se acabó todo vestigio de democracia y la mayoría se muere de hamnbre.

Muchos temen que tras el asalto conjunto al presupuesto fiscal de los revolucionarios y los desprestigiados, la persecución contra la educación privada, que es la única de calidad; y la hemorragia de millones de dólares para fortalecer a la inepta burocracia educacional estatal, terminemos como los países donde los "estados benefactores" hacen agua. Pero yo les digo que es peor, pues todo eso, sumado al estado de barbarie a que viven sometidos los productores civilizados en la zona sur, por parte de quienes asaltan predios, queman bosques, cultivos y camiones madereros en la mayor impunidad, nos llevará más bien a terminar como Zimbabwe que como Grecia.

sábado, 12 de noviembre de 2011

La Voz del ¿Accionista Minoritario?

Como Codelco "es de todos los chilenos" y yo soy chileno, se podría concluir que soy un accionista minoritario suyo y tendría derecho a opinar sobre sus negocios. Pero como la mentada frase es una de las más repetidas en nuestro medio, ello establece una fuerte presunción de que no sea verdad. Bueno, en realidad, no es verdad. El dueño de Codelco es el Estado. Y el Estado lo maneja el gobierno de turno, que ha solido usar a la minera estatal, entre otras cosas, para favorecer a sus partidarios. Y por eso un señor de apellido Puccio, según se publicó años atrás, recibía de Codelco un suculento honorario mensual por escribir informes sobre la situación política en Asia, que tenían la particularidad de estar escritos a mano y con diferente letra cada vez, lo que revelaba una de dos cosas: o cambios de personalidad mensuales del señor Puccio o el empleo de varios "medios pollos" para escribir naderías sobre Asia y cobrarle a Codelco.

Pasando a la actualidad, supongo que casi ningún chileno "no-accionista minoritario", entiende muy bien a estas alturas la situación entre Codelco y la inglesa Anglo American, así es que la voy a explicar:

Un contrato entre ambas dice que Codelco puede, cada tres años y en el mes de enero, ejercer una opción de compra del 49 por ciento de la minera Anglo American South, dueña de la ex minera Disputada. Codelco no ejerció la opción en enero de 2009, pero hace poco anunció que lo haría en enero de 2012, lo que le permitiría adueñarse de ese 49 por ciento pagando unos 6.100 millones de dólares.

Como Anglo American sabía que ese 49 por ciento vale más de 6.100 millones de dólares, hizo lo que cualquier buen administrador de sus bienes haría: vendió en más. Pero en realidad sólo vendió la mitad del 49 por ciento (24,5 por ciento) sobre el cual Codelco tiene opción. Lo hizo en 5.390 millones de dólares, a la japonesa Mitsubishi. ¿Por qué no vendió el total? Tal vez no encontró comprador o tal vez para no desairar completamente a Codelco.

Por supuesto, Codelco quería comprar todo el 49 por ciento en 6.100 millones de dólares, pues sabía o debería haber sabido que valía 10.780 millones de dólares. Para eso se había asociado con la japonesa Mitsui, que iba a quedarse con la mitad de ese 49 por ciento, a cambio de aportar financiamiento para la operación. En buenas cuentas, aunque Anglo American no hubiera vendido nada, Codelco se iba a quedar, de todas maneras, sólo con el 24,5 por ciento de Disputada o Anglo American South. Y en este momento todavía tiene la posibilidad de ejercer una opción de compra en enero próximo, por 3.050 millones de dólares, sobre el 24,5 por ciento.

A juzgar por todo lo que se ha publicado en fuentes abiertas y no ha sido desvirtuado ni desmentido, la firma inglesa se ha ceñido al contrato y lo único que ha hecho ha sido algo que todos hacemos cuando podemos: vender más caro en lugar de más barato. Y hasta puede haberse comportado generosamente, pues podría haber vendido todo el 49 por ciento en 10.780 millones de dólares, y en cambio sólo ha vendido la mitad, dejándole la posibilidad a Codelco de hacerse de la otra mitad por 3.050 millones de dólares, pese a que, por supuesto, también vale 5.390 millones de dólares.

Claro, los ingleses podrían haberse comportado tan altruistamente que no hubieran vendido nada y haber regalado a Codelco toda la diferencia entre 10.780 y 6.100 millones de dólares, pero eso sólo era esperable de la Madre Teresa de Calcutta, que ya no está entre nosotros, y si Cynthia Carroll, la CEO de Anglo American, hubiera actuado como ella, los accionistas ingleses la habrían echado en la próxima junta.

En otras palabras, todo este asunto está resultando bastante beneficioso para Codelco, pues los ingleses, considerados habitualmente como unos piratas para los negocios, han renunciado caballerosamente a parte del botín.

Pienso que este problema no debería ser politizado, como ya está comenzando a serlo, desde luego a partir de los dichos del inefable Girardi, que invita a Anglo American a irse del país, pese a que ya ha invertido acá 6.500 millones de dólares y pagado impuestos por otros 4.500, dando empleo a diez mil personas.

Ni menos debería permitirse la judicialización del caso, lo cual probablemente sólo haría de conocimiento universal que nuestra justicia de izquierda es populista y no respeta las leyes ni el Estado de Derecho. Prueba: los presos políticos militares.

Entonces, como seudo accionista minoritario de Codelco voto porque se respete la letra del contrato con Anglo American, se ejerza la opción de compra del 24,5 por ciento de Anglo American South con financiamiento de Mitsui, y más temprano que tarde se venda todo Codelco a inversionistas particulares en licitación internacional y se entregue el producido a los dos quintiles más pobres de chilenos para financiar sus necesidades de educación, salud y vivienda, a ver si se vuelven igual de caballeros (o tan poco caballeros) como los de los otros tres quintiles.

Así Codelco se habrá beneficiado en 2.290 millones de dólares al comprar barato algo que es más caro; el conjunto de las operaciones habrá generado impuestos por otro par de miles de millones de dólares para el erario, eliminando el déficit en 2012, y los dos quintiles más pobres tendrán buenas viviendas, salud y educación de libre elección, como cualquier rico de la actualidad.

Como decía en los libros en que aprendí a leer hace muchos años, sería "la honradez premiada".

viernes, 11 de noviembre de 2011

Luis XVI, Matías Mancilla y Codelco

¿Qué tiene que ver Luis XVI con Matías Mancilla? Que ambos fueron afectados por la fimosis, defecto consistente en el estrechamiento de la piel sobre un órgano masculino muy necesario. Si bien cuando todavía era Delfín Luis XVI vivió de lo más bien cargando con el problema, éste se le hizo difícil de sobrellevar cuando contrajo matrimonio con María Antonieta. Su padre, Luis XV, comenzó a preocuparse de que su hijo no tuviera descendencia, y ahí recién vino a enterarse del problema del Delfín. Como éste no tenía que depender de las listas de espera de Fonasa, fue prontamente operado, pudo disfrutar de los encantos de María Antonieta y tener descendencia.

Pero Matías Mancilla es un menor chileno que, según nos informa "El Mercurio" de ayer (p. C19) vive en la población La Estrella, en cuyo consultorio, hace más de dos años, le examinaron la fimosis y lo enviaron al Hospital Félix Bulnes. Éste lo ha hecho esperar dos años para decirle que debe esperar todavía otro año más antes de tener turno para una cirugía.

La madre de Matías, Paulina Nicumán, es jefa de un "hogar monoparental", de los que son mayoría desde que los políticos de izquierda debilitaron la familia matrimonial, y gana el salario mínimo. Pero, en teoría, Paulina y su hijo tienen bastante plata, pues en todos los diarios, en la radio y la TV los políticos les dicen que son dueños de Codelco ("empresa de todos los chilenos"). Como ésta debe valer 50 o 60 mil millones de dólares, si es que no más, la parte de ambos suma unos seis mil dólares o tres millones de pesos, con los cuales el niño podría sobradamente operarse la fimosis en las clínicas Las Condes, Alemana o Santa María y librarse de las infecciones frecuentes que sufre. Así quedaría apto para la reproducción, para contraer matrimonio y para traer al mundo a más dueños de Codelco.

Pero Paulina Nicumán y si hijo saben que no es verdad lo que les dicen los políticos en el sentido de que Codelco es de ellos, como tampoco es verdad que la salud estatal es para todos los chilenos, a pesar de que Paulina paga sus imposiciones y cotiza el siete por ciento de su sueldo para el seguro de salud estatal de Fonasa. Que también es de mentira, porque no sólo no es "seguro", puesto que en tres años todavía no le van a operar la fimosis a Matías, ni es de salud, porque no se la aseguran y los torrentes de dinero que van al ministerio del ramo, y que se han multiplicado por siete u ocho veces, en términos reales, en los últimos veinte años, no le permiten siquiera, después de tres años de espera de Matías, conseguir una cirugía mínima pero muy necesaria.

Y, para más ironía, Paulina y Matías se enteran por las noticias de que la empresa de que son co-dueños, Codelco, está furiosa porque no le van a vender en cinco mil millones de dólares una parte de otra empresa minera. Paulina y Matías no entienden por qué su empresa no les puede dar algo de su parte en ella para pagar los cien o doscientos mil pesos que necesitan para sanar al niño de la fimosis, y sí le van a pagar miles de millones de dólares a Anglo American para comprar otra empresa más "de todos los chilenos". ¿Qué saca Martín con ser también dueño de Los Bronces si va a seguir lleno de infecciones debidas a la fimosis? ¿No es todo esto absurdo? ¿Y para qué el Estado le descuenta a ella de su sueldo el siete por ciento del seguro de salud si después ese seguro no responde?

Por eso es muy probable que, si estudiaran bien las cosas, Paulina y Martín preferirían que hubiera un gobierno de derecha que repartiera entre sus verdaderos dueños (todos los chilenos) las acciones de Codelco y que les permitiera contratar libremente un seguro de salud en una institución privada que no los tuviera tres años esperando por una cirugía menor.

Y, más aún, si lo pensaran más, caerían en la cuenta de que un gobierno de derecha podría disponer que el gasto social del Estado fuera directo a los pobres como ellos. Recibiría cada uno algo así como mil dólares mensuales. Podrían comprar un seguro de salud privado en alguna de las mejores clínicas del país, de esas que no tienen lista de espera.

Así es que, contra lo que podría haber parecido de sólo leer el título de este escrito, los casos de Luis XVI, Matías Mancilla y Codelco tenían mucho más que ver entre sí de lo que se habría podido imaginar.