viernes, 6 de septiembre de 2024

País Corrupto se Mira al Espejo

El "audio Hermosilla" ha estremecido al país porque lo retrata tal como es. Un abogado de élite le dice, en ese audio, a su cliente empresario, que si quiere seguir sin pagar ningún impuesto cuando el SII le está cobrando $3 mil millones, como ya lo logró una vez (en que "terminé pagando cero", confiesa el cliente en el mismo audio), debe tener una "caja negra" que entregue $10 millones mensuales para sobornar a un funcionario del SII. Y añade que, en ese momento, ya están en mora con ese "aporte" mensual.

Esa revelación es la que ha estremecido a Chile. Este país funciona así desde años inmemoriales. Pero lo hemos "barrido bajo la alfombra". Ello nunca había sido públicamente confesado. Ése es el cambio de situación, a raíz de la publicación del audio. 

Sin que ésta tuviera lugar, el país sólo lo comentaba sotto voce, fundado en los casos que conocía. Pero podía hacer como que nadie se daba cuenta de que éramos un país corrupto. Como en el caso de los juicios de DD. HH., pensiones a falsos exonerados, pensiones a falsos torturados que, a diferencia del caso Sauer-Hermosilla, le han costado al erario no sólo miles de millones de pesos, sino miles de millones de dólares. Todo eso lo hemos cohonestado y lo seguiremos haciendo. 

Lo que tienen en común todos estos otros casos, distintos del "audio Hermosilla", es que benefician a la izquierda y, obviamente, ésta, que controla "el relato" en el país, no hace escándalo con ellos en los medios. Y la centroderecha contemporizadora, que maneja los medios de la corriente dominante, hace como que no se entera. Como si así, no haciendo ningún escándalo, pudiera mantener tranquila a la "bestia revolucionaria". 

Lo cual ha generado "el peor de los mundos": pues se ha perdido la guerra comunicacional y eso no ha impedido la violencia revolucionaria.  

El fraude de los juicios de DD. HH. comenzó hace casi veinte años y entonces el penalista Miguel Alex Schweitzer escribió, el 16 de marzo de 2005, en La Segunda, tras haber enumerado principios básicos del derecho penal, como el de legalidad, el de no retroactividad de la ley penal y la presunción de inocencia: "Pues bien todos, y repito todos, esos principios básicos del derecho han sido abandonados en algunos casos que actualmente se tramitan en nuestros tribunales". Era sólo el comienzo. Después se desataron y la corrupción se generalizó. Desde entonces hasta hoy, casi semanalmente, esta forma de corrupción se viene reiterando sin que haya reacción social alguna. 

Es que no hay un audio en que un abogado de DD. HH. reconozca, como Hermosilla, "esta h... es delito". Como lo es. La corriente dominante lo ha cohonestado, "mirando para otro lado".

Como la opinión general se ha acostumbrado a convivir con la corrupción, cuando en varios podcasts a que se me ha convidado yo he dado a conocer casos concretos que he comprobado a lo largo de mi vida, he recibido una reacción de molestia "por decir esas cosas". 

Ningún "diario grande" ha destacado, por ejemplo, el "incómodo" caso de las licencias de conducir, sin dar ningún examen, del presidente del club Colo Colo y varios jugadores, que se ha publicado en un "diario chico". Se está arreglando discretamente. Ya la próxima semana se olvidará.

Como no quiero seguir molestando a la gente, no me extiendo en detalles. Pero dejo constancia de que "el audio", lo que ha hecho, ha sido obligarnos a todos a mirarnos al espejo y confesarnos a nosotros mismos que somos un país mucho más corrupto de lo que creíamos ser. Y tenemos la completa seguridad de que no se va a hacer nada al respecto más allá del "caso Hermosilla".

Yo me conformaría con que la ciudadanía votara por los que se comprometan a combatir la corrupción, pero TODA la corrupción. Porque ya antes la mayoría ciudadana ha votado, a sabiendas y más de una vez, cohonestando la corrupción. Y no quiero añadir detalles para no seguir siendo "tan odioso". 

Con que sólo eso se lograra, ya habríamos avanzado algo. 

lunes, 2 de septiembre de 2024

Fidel Admiró a Pinochet

Una fundación privada me confirió el premio "Pablo Pérez Zañartu" (un galardón muy prestigiado) por defender los valores que profeso. Para resumirlos, por si alguien necesita precisiones al respecto, diré que soy de derecha sin apellidos y rindo culto a la libertad, tal como Augusto Pinochet, que en su tiempo fue honrado, por eso, con el mismo premio. Puntualizo, asimismo, que rechazo absolutamente la idea de que su gobierno violó derechos humanos, y puedo probarlo en cada caso que se me presente; y dejo constancia además de que él, como presidente, fue más probo que todos los que le sucedieron y también puedo probarlo con un dictamen del Servicio de Impuestos Internos publicado en La Tercera del 18.10.05, p.4. 

El premio viene acompañado de una considerable suma que, con la cooperación abnegada del abogado Rodrigo Cooper (¿cómo Cooper podría no Cooper-ar?) pondré en manos de los más pobres y urgidos entre los 328 (y contando) exmilitares que mantiene tras las rejas la dictadura judicial de izquierda y con fines de lucro imperante. La única restricción que impondré a Rodrigo consistirá en que no podrá emplear el donativo en honorarios de abogados, pues los servicios de éstos son inútiles en un contexto de jueces que atropellan sistemáticamente las leyes expresas y vigentes. Pues en Chile, desde hace casi 20 años, no existe estado de derecho para los exmilitares, como ha sido ampliamente comprobado por juristas reconocidos y objetivos (Miguel Alex Schweitzer y Gonzalo Vial, citados en mi blog del 27 de agosto pasado).

En el breve discurso de aceptación del premio, recordé la convicción de Fidel Castro de que los mejores años de la historia de Chile se los debemos a Pinochet, según le expresó al empresario chileno Andrónico Luksic Abaroa, al final de una cena en La Habana a mediados de lo '90 y apuntándole enfáticamente con el dedo. 

Esto lo publiqué en la página 610 de mi Historia de la Revolución Militar Chilena 1973-1990, cuya primera edición apareció en 2018. "Eso se lo deben ustedes a Pinochet", afirmó perentoriamente Castro, apuntando con el índice a Luksic, y según el relato de éste, cuando le terminó de describir a Fidel la bonanza chilena a mediados de los años '90. Nadie lo ha desmentido nunca. Menos los redactores y autoridades de El Mercurio que, al igual que yo, estaban presentes.

¿Qué significa que un gobernante marxista-leninista reconozca el éxito de políticas liberales diametralmente opuestas a las suyas y no cambie éstas? ¿Qué implica que él, principal coautor del magnicidio frustrado contra Pinochet en 1986, el cual costó la vida a cinco de sus escoltas, haya reconocido, diez años después, que su víctima había sido un gobernante exitoso? ¿Qué le impedía e impidió a Castro dar un vuelco en sus propias políticas y restablecer la libertad y la propiedad privada en Cuba, al convencerse del beneficio de haber hecho esto en Chile? 

Andrónico Luksic Abaroa falleció en 2005, Augusto Pinochet en 2006 y Fidel Castro en 2016. 


viernes, 30 de agosto de 2024

¿Cuándo Enloqueció Chile?

El domingo pasado vi en El Mercurio que el best-seller, la obra literaria más vendida de "ficción", se titulaba "El Libro de Bill". En una tincada demostrativa de lo perdido que ando en la vida, pensé que era un texto humorístico y lleno de ironías cultas.

Lo mandé comprar, porque no salgo a ninguna parte por temor a las encerronas, asaltos y balas locas. Pero me contestaron que estaba agotado y que, cuando llegaba a las librerías, desaparecía en el acto.

Más ganas me dieron de leerlo. Así es que, pagando un sobreprecio razonable, me lo iban a "reservar", me dijeron. Porque si no, se iba.

Hace un par de días ¡por fin! me llamaron y lo fui a buscar, antes de que otro, alguien, me arrebatara ese precioso ejemplar puesto a salvo de la voracidad lectora de los chilenos. Porque ya estaba agotado el último pedido de treinta ejemplares que había recibido la misma librería. Manejé desalado, recién almorzado. 

Llegando de vuelta a casa le saqué (a la joya literaria más vendida del momento) el envoltorio plástico e, impaciente, quise empezar a leerla y disfrutarla cuánto antes. Y ¡no pude! 

Es una mescolanza satánico-drogadística de disparates latosos, lugares comunes, invocaciones esotéricas, todas difíciles de leer porque están escritas en letra sepia sobre fondo amarillo, negro o rojo o vice versa. Nada es normal ni tiene sentido. Es una gigantesca pitanza. 

Incoherencia total. Hay páginas enteras que dicen "ha-ha-ha" y nada más. 

Otra página al azar, en colores, dice "POPOTES BOBOS. ¡Oye, mira mi colección de popotes bobos!" y otras sandeces, y hay unos tubos plásticos de diferentes colores. Otra dice "CÓMO LLEGAR AL CIELO" en la primera línea... y el resto está en blanco.

Dos páginas completas de monos animados muy desanimados. Fomes. Inexplicables.    

Nada tiene que ver con  nada. En otra página dice (sic) "El libro de Bll" (sin la "i"), fondo rosado, luego estupideces inconexas.

¿Quién me está tomando el pelo? En la portada dice "Planeta". ¡Ah, ya! ¡Devuélvanme mis dieciséis lucas!

¡Aquí hay unas escasas páginas "normales"! Las leo con dificultad, porque son borrosas. Son reproducciones sacadas de una antigua novela norteamericana, "El Gran Gatsby". Lamentablemente, son pocas. No permiten concluir nada.

Otra página con letras blancas dice: "VAYA VAYA VAYA" en distintos tipos, sobre fondo negro y añade: "¡Aquí estamos al fin. He esperado una eternidad para conocerte!". Y otras sandeces. Y nada más.  

Otra se titula "El exorcismo de William Lucifer" y es una lata ramplona y aburrida. Ni siquiera demoníaca.

Hay una página con un artefacto que parece lunar o marciano, en cuyo texto, apenas legible y de letras negras sobre fondo oscuro, dice "ah, aha, ahaha, ahahaha, ahahahahahaha" y así sucesivamente. Otro pistoleo.

En las contratapas, que hay que leer con lupa, están los "créditos" que les reconocen derechos de autor a cada una de las locuras, como si se tratara de genialidades beneméritas. 

Hay otra página de fondo negro y texto un poco amarillo, que sólo dice: "EL LIBRO DE BILL. ESCRITO POR BILL. PUBLICADO POR BILL. LAMIDO POR BILL." Y un poco más abajo, en tipo más pequeño, "DISTRIBUIDO POR BILL". Y eso sería todo.

En fin, en otra, un portón grande, viejo, desvencijado, con cadenas. Y al pie dice: "Oh, jo-JO. Vaya. No debieron publicar esto". Por supuesto que no.

En otra página un buen consejo: "Sácale punta a ese lápiz, amigo. ¡Es hora de ver de qué estás hecho! Además de bilis y células muertas". Genial. 

En otra sólo una palma de mano rojiza y demoníaca, para que pongas la tuya encima, a ver qué pasa. Lo hice y no me pasó nada. Hasta ahora. 

Después de media hora de ser víctima de un franco "pistoleo", tiré el bodrio lejos y grité de nuevo: "¡Devuélvanme la plata!".

La gente se pelea el libro, se lo arrebata. Lo paga caro. La gente está loca o drogada. Nunca me he drogado. A lo mejor si lo hiciera y en estado de idiotez, el libro me entretendría. ¡Cuidado! La que lo agota es la gente que elige a quienes nos gobiernan. O como yo, incauta. Es con la que te cruzas en la calle o en auto. ¡No la mires! Puede ser, no como yo, inofensiva, sino como Bill, enloquecida. Te va a pistolear. Y hasta te puede disparar. 

martes, 27 de agosto de 2024

Hermosilla: Más "Barato" que la Suprema

Según el audio de su famosa "conversación profesional", Luis Hermosilla y sus clientes evitaron pagar tres mil millones de pesos en impuestos, valiéndose de sobornos de funcionarios. 

Ese perjuicio al erario es una minucia, "peanuts", una "pitajaña" en comparación con lo que le ha birlado al fisco la Corte Suprema durante casi veinte años, en procesos de derechos humanos contra exmilitares. Pues terminan en indemnizaciones a terroristas de izquierda o sus descendientes y suman, en casi 20 años, también miles de millones, pero de DÓLARES, violando las leyes penales básicas.

Estos delitos de prevaricación de los ministros de la Suprema ("porque esa h... es delito", como dijo Luis Hermosilla en la grabación) comenzaron a cometerse hace casi veinte años y no han parado.

Eran tan evidentes ya las primeras prevaricaciones, fallos "contra leyes expresas y vigentes", que cuando empezaron a darse, el distinguido penalista Miguel Alex Schweitzer escribió en La Segunda de 16 de marzo de 2005, después de enumerar los principios básicos del derecho penal (ramo del cual era profesor), como el de legalidad, el de la no retroactividad de la ley penal y la presunción de inocencia, lo siguiente: "Pues bien, todos y repito todos, esos principios básicos han sido abandonados en algunos casos que actualmente se tramitan en nuestros tribunales".

A su vez, el jurista e historiador Gonzalo Vial Correa, crítico a esas alturas del gobierno militar del que había formado parte, señalaba, también en La Segunda del 2 de febrero de 2005, que existía "una denegación de justicia a un grupo de chilenos por no darles debido proceso, cuya responsabilidad corresponde a la Corte Suprema".

A medida que la extrema izquierda ganó mayoría en el más alto tribunal, y a partir de la ruptura del "pacto de caballeros" entre la izquierda y la derecha, que habían acordado votar para ministro de la Suprema por Haroldo Brito (de izquierda) y Alfredo Pfeiffer, que no era de derecha ni de izquierda pero se caracterizaba por respetar las leyes (rasgo de derecha, es cierto), la izquierda obtuvo la designación de Brito y, después,  ¡rechazó la de Pfeiffer! Obvio ¿a quién se le ocurre hacer un pacto de caballeros con la izquierda?

De ahí en más se desató la multimillonaria exacción ilícita de fondos públicos perpetrada por la mayoría izquierdista de supremos y en favor de los guerrilleros o sus herederos. A estas alturas debe sumar miles de millones, pero de dólares.

El establishment chileno, ante eso, eligió hace dos décadas "mirar para otro lado". Pero ha sido una verdadera vergûenza nacional. ¿Por qué "miró para otro lado"? Porque su candidato presidencial autoproclamado, Sebastián Piñera, necesitaba para ganar la presidencia --según él creía-- no ser satanizado por comunistas y socialistas. Precio a pagar: miles de millones de dólares, no de él, sino del erario, para la "izquierda con fines de lucro", es decir, casi toda.

Como dijo una vez el diputado y después ministro Felipe Ward "para la izquierda los derechos humanos son un cajero automático con el cual le saca plata al Estado".

En el hecho, Sebastián Piñera fue coautor de esa exacción ilegal, porque durante su primer gobierno y bajo la responsabilidad de su subsecretario de Interior, Rodrigo Ubilla, interpuso 980 querellas prevaricatorias contra exmilitares, en circunstancias que en las cuatro presidencias anteriores se habían interpuesto sólo 300.

Así la centroderecha se convirtió en coautora del mayor saqueo al erario, en beneficio de la extrema izquierda, registrado en la historia de Chile, que sigue hasta hoy. Un "legado de Piñera".

Semana a semana se sustraen, en sucesivos y cada vez más numerosos fallos, decenas o centenares de millones de pesos, junto con mandar a presidio a más ancianos exmilitares. Hay 328 Presos Políticos Militares. Un cálculo que lanzó una vez el ministro de Justicia de Piñera, Hernán Larraín, aventuró que hasta entonces habían sido sustraídos así unos 6.500 millones de dólares.  

¿Con que autoridad moral se escandaliza la sociedad chilena ante la exacción de miles de millones de pesos, perpetrada por el "grupo Hermosilla", cuando nada dice ni hace, y deja que se perpetúe, la de miles de millones de dólares? Con ninguna. 

Se ha perdido la moral de los encargados de conducir los asuntos públicos y de formar la opinión nacional predominante.

sábado, 24 de agosto de 2024

Ganar la Guerra y Perder la Posguerra

Ganamos la guerra contra el comunismo gracias al gobierno militar, del cual fui parte, pero, junto con el mismo, perdimos la posguerra. Ésta la ganó Allende, después de muerto por su propia mano. Hoy sus partidarios reciben chorros de dinero fiscal y dominan los medios más importantes. Lea a su principal pluma, panegirista de Allende, Carlos Peña, en El Mercurio hoy.

El que tiene un monumento en la Plaza de la Constitución, junto a La Moneda, es Allende, el perdedor de la guerra,  y no Pinochet, el victorioso. Pues éste ha sido transformado en innombrable. 

Y el comunismo está en el gobierno. Pero, además, la oposición se ha rendido a él y es, en su mayoría, antena repetidora de la versión comunista de la historia. "¡Qué duro lo de las torturas!" dicen, cuando las de Allende se denunciaban en la primera plana de El Mercurio y ni siquiera él las refutaba. 

El episodio Isabel Amor lo ha puesto en evidencia. Ha sido expulsada de su cargo, ganado en concurso público, por no condenar a su padre, sentenciado a 3 años y un día de presidio en un juicio ilegal. Y por un delito que no sólo no cometió, sino que no existió, pues nunca ha sido probado. Claro, los vencedores de la posguerra sostienen que en 1974 hubo supuestas torturas al hijo del secretario general comunista Luis Corvalán. Pero ¿por qué no las denunciaron entonces?

Ese hijo fue liberado en 1974. Podría haber ido a la comisaría de Carabineros más próxima, tras constatar lesiones. La constancia habría sido un "auto cabeza de proceso" en un juzgado del crimen y, si se hubiera acreditado torturas, los responsables habrían sido condenados y él indemnizado. Esto sucedió en otro caso en los '70, el de los "Vengadores de Mártires". Hubo detectives condenados.

Pero hemos perdido la posguerra. Los victimarios como Corvalán (cuyas armas "por si las moscas" no han sido descubiertas hasta hoy) y que, confesamente (véase entrevista de Allende a Regis Debray publicada en "Le Nouvelle Observateur" de 27.09.73) estaba preparando el golpe final para quedarse en el poder, como Castro. Pero se han transformado en "víctimas." Sus herederos, inducidos por abogados, cobran sumas millonarias cuotidianamente.

Y de agresores se transformaron en "agredidos". Y de totalitarios que iban a dar el golpe e imponer "una tiranía comunista" (Aylwin '73) se transformaron en "demócratas" (Aylwin '91, "Conversaciones Entre Demócratas"). 

Los militares a quienes él instigó el '73 han sido transformados en "agresores" y han caído y siguen cayendo presos, como el inocente doctor Manuel Amor Lillo. Condenado por un delito inexistente, "no haber podido menos que saber" de torturas que ellos han denunciado ex post.

"Vae victis" (¡Ay de los vencidos!) decían los romanos. "¡Ay de los vencedores!" decimos los chilenos hoy. Pues están en Punta Peuco, Colina II y otros penales, tras haber perdido la posguerra. Y los denunciantes de todo eso confinados a este blog. ¿Alguien ha visto en otro medio lo que aquí se ha expuesto? Yo no.

martes, 20 de agosto de 2024

Presumidos Culpables

Después de más de 50 años desde su desempeño como médico del Ejército en el Estadio Nacional, donde fueron llevados en 1973 muchos sospechosos de subversión y terrorismo que, en número no inferior a veinte mil, había en el país, y con el aplauso de la derecha y la DC en videos de Aylwin y Frei (después, como buenos chilenos, cambiaron) el doctor Manuel Amor Lillo creía tener derecho a una vejez tranquila. Nadie lo había acusado de nada.

Pero el doctor no contaba con el afán de lucro propio de todos los seres humanos. Hoy y siempre lo único que importa es sacarle plata al fisco. El diputado UDI Felipe Ward había dicho alguna vez que "los derechos humanos son una especie de cajero automático que usa la izquierda para sacar plata". Ese dicho llevó a Sebastián Piñera a no nombrarlo ministro del Interior, cuando estaba a punto de hacerlo. Tenía el mayor cuidado de no rozar a la izquierda ni siquiera con el pétalo de una rosa. El episodio está en "Tiempos Mejores" de Jorge Selume, best-seller.

Pero ahora el doctor Manuel Amor Lillo ha sido condenado a 3 años y un día por no haber hecho nada. Como todo militar que ejerció entre 1973 y 1990, es presumido culpable. Las Cortes de Apelaciones y Suprema lo condenan porque "no pudo menos que haber sabido" de supuestas torturas a Luis Corvalán Castillo que hoy, 51 años después, denuncian a la justicia sus descendientes, y sobre todo los abogados de éstos. Se aprestan a cobrar millonaria indemnización. "He ahí la madre del cordero".  

Las condenas a militares para después cobrar se logran mediante el ardid del "secuestro permanente", ficción confesada por el juez Alejandro Solís ante la TV en 2015; y el ardid de los "delitos de lesa humanidad", que sólo existen en Chile desde 2009 y no pueden ser aplicados a hechos de 1973. En un rapto de honestidad, esto lo dictaminó hace poco la Corte de San Miguel. ¡Alarma general de los abogados de DD. HH!  Entonces la Corte Suprema reemplazó a todos los ministros de San Miguel por otros que fallaran al gusto de los abogados de DD. HH. (los dueños del negocio). Lo único que importa, Ward dixit. 

Entonces el doctor Amor es presumido culpable. Jurisprudencia establecida por el ministro sumariante de Temuco, Álvaro Mesa Latorre, que condena a militares por el delito de haber sido tales entre 1973 y 1990. Esto es presumir de derecho (es decir, que no se admite prueba en contrario) la responsabilidad penal. La Constitución garantiza que la ley no puede hacerlo. Pero los jueces lo hacen. Pueden hacer cualquier cosa, si es "buen negocio". Pueden hasta liquidar a las isapres y de hecho lo están haciendo. Ha sido un gran negocio para los abogados. Nadie sabe cómo se reparte el botín.

Si Corvalán Castillo fue torturado en 1973 ¿por qué no lo denunció? En esos mismos años 70 fueron denunciadas y  comprobadas torturas a otros detenidos de izquierda y resultaron condenados por la justicia unos detectives del autodenominado "Comando de Vengadores de Mártires". ¿Por qué Corvalán hijo no denunció? Fue liberado y se marchó al exterior.

No estoy negando la posibilidad de torturas, porque ya en 1970 y bajo Frei Montalva un centenar de abogados de izquierda (Lagos incluido) las habían denunciado ante la Corte Suprema, por afectar a gente del MIR. La Corte no les hizo caso. La prensa dominante tampoco. Después, en el gobierno de la UP, era público que torturaban a opositores. Salía en El Mercurio y Allende no lo desmentía, y permanecía en el cargo el subdirector comunista Carlos Toro, de Investigaciones, que era el hechor. Y en el Acuerdo de la Cámara de 22 de agosto de 1973 se inculpaba a Allende de torturas a opositores. 

Pero desde que el 10 de diciembre de 2004 apareciera en El Mercurio la declaración del comandante en jefe del Ejército Juan Emilio Cheyre  diciendo que su institución era responsable "de todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado", los jueces lo tomaron al pie de la letra y meten presos a todos los militares que quieren. "A confesión de parte, relevo de pruebas", parecen decirse. Y después los abogados a cobrar.

Pero que ahora a la hija del doctor Amor por un delito que los propios tribunales dicen que su padre no cometió, sino del cual sólo "supo", sobre todo si el supuesto torturado fue liberado y se marchó sin denunciar nada, ya fue demasiado. 

Pero la izquierda no para de operar el cajero automático. Eso es lo único real. Y si usted es contribuyente, sepa que es el que paga. Y si es civil y cree que van a perseguir sólo a los militares ¡cuidado! A mí me citó la Brigada de DD. HH. de Investigaciones, a petición del abogado comunista Eduardo Contreras, por una frase que publiqué. Probé que la frase no era mía sino que estaba en el Acuerdo de la Cámara del 22 de agosto de 1973 y me dejaron libre. A un dirigente empresarial partidario del gobierno militar también lo citaron y me llamó muy preocupado. Pero no lo detuvieron. Con el tiempo él falleció y también el abogado querellante Eduardo Contreras. Y así nos vamos a morir todos los civiles que Contreras quería meter presos.

Como los chilenos no arreglamos los problemas, el tiempo se encarga.

sábado, 17 de agosto de 2024

Amor Versus Odio

Amor en retirada, odio rampante. Eso es Chile hoy. Isabel Amor es despedida del Sernam regional por creer que su padre es inocente. ¿Cómo no lo va a creer, si está recién condenado a 3 años y 1 día por un delito inexistente? ("No haber podido menos que saber", búsquelo en los códigos y las leyes y no lo encontrará en ninguno).

Los jueces que lo condenaron quisieron decir que él sabía que se aplicaban torturas en el Estadio Nacional, donde confinó a terroristas y sospechosos de serlo el "gobierno legítimo" de entonces (así lo denominaba una publicación del presidente DC del Colegio de Abogados, Alejandro Silva Bascuñán, en la Revista de Derecho y Jurisprudencia de octubre de 1973).

Ese gobierno internó a los miles que capturaba. Y eran "unos diez mil" según las cifras confesadas después por Altamirano a Patricia Politzer. Más los 12 a 15 mil extranjeros clandestinos denunciados por la OEA. Patricio Aylwin en La Prensa del 19 de octubre de 1973 estimaba que había "no menos de diez mil extranjeros". 

¿Dónde internar a esos miles que se iba apresando? Obvio, en el Estadio Nacional. Ahí el doctor Amor, asignado al lugar, tenía conflictos con las damas de la Cruz Roja, que iban a velar por el buen trato a los presos, pero se negaban a ser rociadas con Tánax y ponían de vuelta y media al médico, que sostenía que era una norma para todos los que iban al Estadio, para evitar infecciones. 

¿Cómo podía ser un "centro de torturas" si pululaban por él las damas de la Cruz Roja? 

¿Cómo condenan 50 años después al doctor Amor por "no haber podido menos que saber"? Cuando lo único que se sabía entonces, en 1973, sobre torturas eran, primero, las practicadas por la Policía de Investigaciones de Allende al joven abogado Juan Luis Ossa, que habían aparecido denunciadas en la primera página de El Mercurio del 23 de enero de 1972 y ni siquiera Allende, el gobernante responsable de Investigaciones, las había desmentido.

Y la otra denuncia de torturas que "no podía menos de saber" el doctor Amor a fines de 1973 era la contenida en el número 10 letra g) del Acuerdo de la Cámara de Diputados de 22 de agosto de ese año, que imputaba al régimen de Allende, textualmente: "10°: Que entre los constantes atropellos del Gobierno a las garantías y derechos fundamentales establecidos en la Constitución, pueden destacarse los siguientes: g) Ha incurrido en frecuentes detenciones ilegales por motivos políticos, además de las ya señaladas con respecto a los periodistas, y ha tolerado que las víctimas sean sometidas en muchos casos a flagelaciones y torturas".

Eso era todo lo que "no podía menos de saber" el doctor Manuel Amor Lillo en 1973. Y ahora lo meten preso por eso. Pero todos los que estábamos vivos ese año en ese tiempo sabíamos o "no podíamos menos que saber" lo mismo. ¿Nos vamos a ir todos presos? ¿Dónde vamos a caber? ¿En el Estadio Nacional?

Si la "ley pareja no es dura", sería lo único que estaría faltando, porque el odio ha vencido a la razón, mejor dicho, al Amor.