domingo, 29 de diciembre de 2019

Chile en Manos del Miedo

En 1973 el porcentaje de crecimiento del PIB de Chile era el último en América Latina. En 1989 ese crecimiento era el primero en América Latina. Cualquiera puede comprobarlo en Google. 

Se había producido entre ambos años un gran cambio en el país: de un modelo que concentraba las decisiones de producción en el Estado se había transitado a otro en que esas decisiones habían sido entregadas a la libertad de las personas. En eso consistió lo que en todo el mundo se llamó "el milagro chileno". 

Eso motivó al presidente norteamericano Bill Clinton, antes de venir a Chile, a escribir al presidente chileno Eduardo Frei Ruiz-Tagle una carta en que le decía que Chile era "la joya más preciada de la corona latinoamericana". Yo eso lo leí en el diario y estoy seguro de ello, pero hoy es imposible encontrar la referencia. Testimonios como ése han sido hechos desaparecer por alguna razón misteriosa.

Pero también en 1989 había una atmósfera de orden público y seguridad ciudadana muy superior a la que existía en 1973 y a la que existe hoy, treinta años después. La sensación predominante era en 1973 y hoy es en Chile actual el miedo. 

Por miedo ha sido suspendido hasta el campeonato nacional de fútbol, el deporte más popular. El mismo motivo ha conducido al cierre de establecimientos educacionales. La Prueba de Selección Universitaria se rendirá en medio de una atmósfera de temor a la violencia.

Y hoy la mayoría parece querer en la economía un Estado poderoso como el que nos puso en el último lugar en 1973 en lugar de un régimen libre como el que nos condujo al primero en 1989. 

El miedo impide hasta reabrir los supermercados de barrios populosos, que han sido saqueados e incendiados. Por miedo los partidos políticos gobernantes han accedido a poner en juego la Carta Fundamental, lo que ni siquiera estaba en su programa de gobierno. Pues políticos opositores (Camilo Escalona, Heraldo Muñoz) advierten que si una mayoría no deroga la Constitución en abril, la violencia se volverá a apoderar del país. La fuerza del miedo va a viciar, evidentemente, el veredicto ciudadano.

Los que tienen edad suficiente saben que en 1989 miraban con mucha mayor tranquilidad el presente y el porvenir que como los miran hoy, pero si dicen eso en público son acusados de "negacionismo" y de "ofender a la audiencia". Sus acusadores hasta preparan mociones de ley para penar con cárcel a quienes manifiesten semejantes opiniones.

Mandan en el país los que infunden temor. Obedecen, o se marchan, si pueden hacerlo, los que tienen miedo. Lo más notable es que la opinión predominante llama a eso "el Chile que todos queremos".

miércoles, 25 de diciembre de 2019

Chile Vuelve a la UP

Estamos volviendo a la UP, y con los votos de la derecha. Es increíble.

La vez anterior, en 1973, nos salvaron la DC, arrepentida de haber elegido a Allende en el Congreso Pleno, en 1970, por miedo a que si no lo hacía correría sangre por las calles. Pero más miedo le dieron los atropellos de la UP y entonces se alió con la derecha sin deserciones ni vacilaciones para llamar a las fuerzas armadas. Chile en 1973 era un desastre. Económicamente sólo superaba a Haití en América Latina. El modelo de sociedad libre que se forjó a partir de ese año nos elevó a la cabeza de América Latina en los años 90.

Hoy ese modelo está en demolición, en medio de la proclamación del mayor número de imbecilidades que se ha oído en la historia del país. Pues culpan al modelo cuando bastaría redistribuir el dinero fiscal que se lleva la burocracia marxista para que no hubiera pobres y disminuyera la desigualdad. El problema no es el modelo, sino el Estado y los políticos que lo manejan y se pagan sueldos millonarios con sus recursos. 

Y así Chile vuelve al marxismo en medio de la violencia, de la ignorancia y del miedo. Escalona y Heraldo Muñoz amenazan con que si no se aprueba una nueva Constitución rebrotará la violencia. Toda una "confesión de parte". Entonces, con los votos a favor y la complicidad de la "derecha cobarde" y del "gobierno timorato" que denunció el diputado Ignacio Urrutia el jueves pasado en la Cámara, al fundar el único voto de derecha en contra de la derogación de la Constitución, hemos emprendido el retorno a la UP. Increíble. 

El discurso de Urrutia dura 4 minutos y deberían verlo y oírlo todos los chilenos en Youtube y debería reproducirse en las escuelas. 

Al día siguiente, viernes, en el Senado, todavía se podía salvar la Constitución, pero un solo senador de derecha, Kenneth Pugh, votó en contra de su derogación. Todos los demás, que podrían haberla salvado, desertaron. La derecha está deshecha y dividida, que es lo que le sucede cuando parte de ella arranca hacia la izquierda (recuérdese 1965). Esta vez siempre supe, desde un principio, que Piñera la iba a liquidar de nuevo, pero nadie me hizo caso.

Pues ese personaje siempre ha sido servil al marxismo y ahora encabeza la marcha hacia la Asamblea Constituyente a lo Maduro, siendo que en 2017 fue elegido por una mayoría que se formó, precisamente, para evitar una AC como la de Maduro. Encabeza el suicidio de nuestra democracia. 

Piñera está en pánico, se ha rendido y no se atreve a enfrentar a la subversión ni al vandalismo. Su gobierno incluso les paga a los que lo acusan de violar los DD. HH., los ex miristas del Instituto de DD. HH. que ganan casi 5 millones de pesos mensuales y se dedican a vigilar a los carabineros para que no abusen de los vándalos, cuando el principal problema nacional es la destrucción provocada por éstos. La fuerza pública hoy tiene las manos amarradas.

Siempre me opuse a Piñera, pero muchos derechistas me decían que él era un "mal menor". Yo les replicaba que era un "mal mayor" y hoy se está comprobando eso, cuando el país ha sido demolido y marcha al marxismo encabezado por él.

La derecha misma es una vergüenza. He aquí las opiniones del diputado de la UDI, Guillermo Ramírez, en "La Segunda" del lunes 23: "...reconozco que se violaron sistemáticamente los derechos humanos en el régimen de Pinochet y eso siempre voy a condenarlo". Compró entera la mentira propalada por el marxismo. Y, preguntado por la forma en que echaron a Hermógenes Pérez de Arce del matinal de canal 13, respondió: "Si hay alguien que justifica los campos de concentración soviéticos yo no lo echaría, dejaría que hablara, pero después lo hago pedazos". Y añadió: "no lo debieran haber invitado, porque él siempre dice lo mismo". Típico exponente de la derecha de hoy.

La DC se alió hace tiempo con el marxismo, Piñera siempre fue su compañero de ruta y ahora se ha puesto a su servicio, derogando la Constitución. Para impedir esto la derecha tenía los votos, pero sólo dos, Urrutia y Pugh, trataron en vano de evitar la debacle institucional que nos hará entrar en dos años de incertidumbre, decadencia, retraso y violencia.

El norteamericano George Santayana escribió que los pueblos que no aprenden de su historia están condenados a repetirla. Chile y su retorno a la UP son el mejor ejemplo de ello.

domingo, 22 de diciembre de 2019

Por Qué Falló mi Golpe

Por si alguien no se dio cuenta, yo intenté dar un golpe de estado "blanco" la semana pasada. Les comuniqué a los diputados de derecha, primero, el jueves, y luego a los senadores de derecha, el viernes, que podían ese mismo día salvar al país de la incertidumbre.

Pues el Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución o, lo que es lo mismo, la rendición incondicional del gobierno y la derecha a la izquierda, implica que, como lo dije en mi blog del 3 de noviembre, Chile se j... No escribo la palabra, porque después grabo este blog para Youtube y esa entidad me ha notificado que el término resulta inaceptable para sus estándares.

Me explico: tanto los diputados como los senadores de derecha tenían la posibilidad cierta de terminar la chacota y, con más del tercio de los parlamentarios de que disponen, reafirmar la vigencia de la Constitución indefinidamente el mismo jueves o viernes. Y, por lo tanto, asegurar el futuro institucional, que es lo importante. Se terminaba ahí mismo la incertidumbre que ahora tiene liquidado al país.

Ya los desórdenes públicos iban a ir disminuyendo, anunciando que Piñera podría terminar su mandato, desprestigiado y todo y en medio de la desorientación máxima que lo caracteriza hoy. Pero, por lo menos, no gobernando según el programa del Foro de Sao Paulo y los dictados de Maduro, como lo está haciendo ahora.

Y entonces, en 2021, José Antonio Kast habría tenido el triunfo asegurado por los votos de una mayoría silenciosa, agotada por el caos y deseosa de ver de nuevo imperar el orden y el progreso que nos legaran Pinochet y la Junta.

En cambio, como mi golpe blanco no resultó, hoy reina el pesimismo entre la gente que importa (que es la que entiende algo) y ni siquiera sabemos si va a haber elecciones limpias en el 2021 o nos va a estar gobernando una AC como la de Maduro.

Es verdad que lo que yo pedía a los parlamentarios de derecha era, efectivamente, dar un verdadero golpe político, porque implicaba desconocer el ilegal Acuerdo del 15.11 adoptado entre las directivas de los partidos.

Es decir, les pedía provocar un terremoto político, pero estrictamente sujeto a la legalidad, la cual prohíbe a las directivas dar órdenes a los diputados y senadores acerca de cómo votar y, además, tratándose de un Acuerdo viciado por la fuerza ilegal (representada por la alianza del izquierdismo extremo, el lumpen, la delincuencia y los narcos, que destruyó, saqueó e incendió al país, todo lo cual vició, a través de la fuerza del miedo, el consentimiento de la derecha). 

Como se aprendía en primer año de derecho, cuando los estudiantes iban a clases, los vicios del consentimiento son el error, la fuerza y el dolo.

Nótese, de paso, que implícitamente el Acuerdo reconoció de manera oficial y pública que la izquierda política era coautora o, por lo menos, cómplice de la violencia destructiva, pues se comprometía a terminar con ella a cambio de la rendición de la derecha. Es decir, la izquierda confiesa que controla la violencia ilícita. Fue, evidentemente, toda una extorsión mafiosa.

Ello ponía de manifiesto la nulidad jurídica del Acuerdo, por existir un del vicio del consentimiento, la fuerza.

Pero para dar el golpe legal y borrar de un plumazo la perspectiva de los dos años de incertidumbre institucional que hoy nos esperan y que arruinarán al país; y para haber restablecido la normalidad institucional desde el mismo jueves o viernes pasado, se habría requerido de un equipo parlamentario como el que el 22 de agosto de 1973 forjó una mayoría de 87 votos para pedir a las fuerzas armadas poner término a la situación entonces existente.

Esa falange parlamentaria, que habría necesitado esta vez sólo 67 votos de diputados o 15 de senadores para restablecer el estado de derecho desde ya, hoy simplemente no existe. Los kerenskys han vuelto a su papel histórico de hacer posible lo que pretenden los comunistas; y el propio contingente de la derecha se encuentra debilitado por las deserciones y desfallecimientos de los Desbordes, los Ossandón, los Jaime Bellolio y el propio senador Allamand, que votará "Sí" a la nueva Constitución en abril, según ha declarado.

De hecho, ya no quedaba ningún "veterano del 73" para volver a salvar al país y evitarnos los dos sucesivos annus horribilis de incertidumbre, 2020 y 2021. De hecho, sólo se atrevieron a intentarlo dos héroes parlamentarios de nuestro tiempo: Ignacio Urrutia en la Cámara y Kenneth Pugh en el Senado, que votaron contra la derogación de la Carta de 1980, Carta ratificada popularmente en 1989 y parlamentariamente en 2005.

El 89 % que hoy apoya la locura de la AC, según la encuesta COES, citada por el "Wall Street Journal" ("El Mercurio", 20.12.19) parece muy difícil de revertir, sobre todo si entre los propios parlamentarios de derecha la preferencia por el Sí en abril predomina 60 a 40, según "El Mercurio" de hoy.

Quise, pero no pude, si bien, como decía Fidel con menos fundamento, confío en que la historia me absolverá.

viernes, 20 de diciembre de 2019

Fin de una Época

Cuando ayer el Senado votó por aprobar el proceso constituyente, puso fecha de término a la Constitución de 1980. Se cierra así la etapa más exitosa de la historia del país en términos de crecimiento económico (el producto per cápita se multiplicó por cuatro entre 1973 y 2013, versus 0,5 entre 1933 y 1973); de estabilidad política y social (hubo una paz interna sin precedentes hasta el 18-O); y de certidumbre hacia el futuro (nadie lo podía privar a uno de sus derechos fundamentales sin un exigente quórum de 2/3 de los parlamentarios en ejercicio). 

Hoy todo eso tiene fecha de término. "El Mercurio" reproduce al "Wall Street Journal" de EE. UU., que dice sobre Chile: "Una encuesta de diciembre que llevó a cabo COES, un instituto de estudios de Santiago, indicó que el 65 % apoya la continuación de la protesta. El estudio encontró que el 89 % de los chilenos planeaba respaldar una nueva Constitución". El plebiscito de abril tiene un resultado anunciado.

Pues ayer el Senado, última instancia que podría haber prolongado la vida de la actual Carta si 15 senadores hubieran votado por eso (teniendo la derecha 19 escaños), no lo hizo. En efecto, 38 senadores votaron por el término de la Constitución y sólo tres en contra (uno solo de derecha, Kenneth Pugh, independiente).

Hace dos años Sebastián Piñera fue elegido porque prometía que lo anterior no iba a suceder, es decir, que acá no habría Asamblea Constituyente, como en Venezuela, lo que dio origen al deterioro general de ese país y a la pérdida de su democracia. Ahora Piñera ha terminado encabezando la instalación de la AC en Chile, primer paso a la "Chilezuela" que el electorado de 2017 quiso evitar cuando se trasladó, en parte, desde la izquierda (que es mayoritaria) a la derecha y votó por Piñera y no por Guillier. 

El primero ha hecho lo que se temía hiciera el segundo y la ciudadanía ha vuelto a trasladarse, pero en sentido inverso, y ahora apoya en un 89 % el camino hacia la AC.

Yo disparé todos mis cañones en este blog y en Youtube para impedir lo que ha sucedido. Apelé a las creencias de los parlamentarios. Me fundaba en la Ley de Partidos Políticos, cuyo artículo 24 dice que las directivas no pueden ordenarles votar en determinado sentido, en este caso para derogar la Constitución de 1980. 

Pero una cosa es lo que dice la ley y otra la realidad, en que las directivas dan a entender discretamente a sus parlamentarios que si no votan como ellas les sugieren, se pueden olvidar de su reelección o ascenso de la Cámara al Senado.

En conclusión, el elegido para evitar una "Chilezula" se ha puesto a la cabeza de la tarea de implantarla acá, comenzando por facilitar el primer paso, la AC. Las encuestas dicen que el 89 % quiere una nueva Constitución, lo que anticipa el resultado del plebiscito de abril y también dos años de completa incertidumbre institucional. 

Ésta tiene un costo, ya reflejado en la reducción que ha hecho el Banco Central de la expectativa de crecimiento para 2020, del rango de 2,75 % a 3,75 % que era, a otro de 0,5% a 1,5%. El gasto público crecerá 9,8 % real en 2020, según el Ministerio de Hacienda, lo que implicará un déficit estructural del 3 % del PIB. Y la deuda pública subirá de 25 % actual  a 38 % del PIB a fines de 2024.

Fin de la etapa cuando en 40 años se multiplicaba por cuatro nuestro ingreso por habitante y vuelta a aquella en que aumentaba apenas media vez. Al Chile que la izquierda ya una vez forjó y siempre anheló reeditar.

domingo, 15 de diciembre de 2019

67 Parlamentarios Honestos

Bastan 67 parlamentarios honestos para salvar al país. Defino como tales a los que respetan la ley. Pues Chile no puede permitirse dos años de la incertidumbre derivada del llamado "proceso constituyente". Como ha advertido un grupo de diputados de RN, que llama a votar No en abril, ese período se caracterizará por "un enorme gasto de recursos públicos y con inestabilidad". El país ya está gastando sus reservas y aumentando su endeudamiento sin tasa ni medida a raíz de la crisis delictiva actual y la rendición del gobierno ante la violencia.

La economista Bettina Horst dice hoy en "El Mercurio": "...hacia fines del próximo año nuestra economía habrá producido US$13.600 millones menos que lo que era posible hasta el 17 de octubre, y (eso) significa que, en promedio, los hogares en Chile, hacia fines del 2020, tendrán menores ingresos por US$2.795". Cada uno. ¿Cuántos hogares pueden permitirse reducir su consumo en más de dos millones de pesos en el año? Muchos no podrán siquiera subsistir. Y súmele a eso otro ejercicio más, el de 2021, de descalabro. Eso no se puede permitir. Es una cuestión de sobrevivencia de mucha gente.

Pues bien, bastará que haya 67 parlamentarios patriotas y respetuosos de la ley para evitarlo mañana mismo, lunes, cuando se vote el proyecto que modifica el título sobre reforma de la Constitución. Pues no habrá dos tercios de los parlamentarios en ejercicio, como se necesita para modificarlo y llevar a cabo el nefasto "proceso constituyente". Si no lo hay, no habrá cambio y queda incólume la Constitución actual, que le ha dado a Chile los mejores años de su vida política, económica y social. El economista Carlos Williamson escribió en "La Tercera" de 13.12.19: "No hay en la historia de Chile un período de prosperidad similar a 1973-2013, en que el ingreso per cápita se multiplicó por cuatro. Y tampoco un período de mayor parálisis económica en los mismos 40 años, como fue 1933-1973, con un magro crecimiento de 0,5 veces en el mismo indicador".

Bastan 67 parlamentarios para salvarnos de dos sucesivos annus horribilis, como los que vendrán si se insiste en el "proceso constituyente", más el desorden público y la incertidumbre que éste genera. Pues si 52 diputados y 15 senadores votan mañana lunes contra la reforma de la Constitución, no habrá proceso constituyente y seguirá incólume la Carta Fundamental firmada por Ricardo Lagos y todo su gabinete en 2005, tras ser ratificada en dos plebiscitos, el de 1980 (por el 67 %) y el 1989 (por el 91 %); y en 2005 por el Congreso Pleno con 150 votos a favor, tres en contra y una abstención.

Pues los parlamentarios honestos respetarán el art. 32 de la Ley de Partidos Políticos, según el cual dichas colectividades no pueden darles "órdenes de partido" acerca de cómo votar. Por lo tanto, el "Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución", suscrito tras la rendición del gobierno ante la violencia y que fuera firmado por las directivas de los partidos de gobierno y casi todos los de oposición, debió partir de la base de que se suscribía sometido al respeto a la ley. Si partía de la base de que se iba a imponer mediante "órdenes de partido" de cómo votar, habría sido nulo por tener un objeto ilícito, como lo es el de atropellar una ley. Pero, además, ese acuerdo fue nulo por otro concepto: se obtuvo por la fuerza. Los vicios del consentimiento, según el Código Civil, son el error, la fuerza y el dolo.

En este caso el impotente gobierno de Chile Vamos, incapaz siquiera de mantener el orden público, debió firmar amenazado por los autores, cómplices y encubridores de la violencia desatada sobre el territorio. Sus directivas firmaron "con la pistola al pecho". Eso carece de toda validez. Y, aunque la tuviera, tampoco podría haber incurrido en una ilegalidad, como imponer a los parlamentarios la obligación de votar de determinada manera en el desempeño de sus funciones.

Bastan, entonces, 52 diputados y 15 senadores patriotas y respetuosos de la ley en Chile Vamos para poner término ahora a la incertidumbre y mejorar las perspectivas del país en los próximos dos años. Esa coalición tiene 62 diputados y 19 senadores, así es que hasta puede darse el lujo de albergar diez diputados y cuatro senadores tránsfugas, dispuestos a votar por la alternativa peor, y todavía salvar al país.

En conclusión, mañana lunes sabremos si había o no en nuestro Congreso Nacional 67 parlamentarios capaces de evitarnos los dos peores años de nuestra historia, iniciados ese fatídico 18 de octubre de 2019.

jueves, 12 de diciembre de 2019

Paralizados de Espanto

El pánico que hay en Chile no deriva tanto de que la izquierda violenta se haya enseñoreado del país, sino de que la derecha gobernante ha puesto pies en polvorosa.

Sebastián Piñera, líder de esta última, levantó las manos en señal de rendición incondicional y les dijo a sus adversarios opositores: "Bueno, hagamos otra Constitución, pero paren de saquear e incendiar". Y entregó a los lobos la Carta de Lagos, que dictó el decreto supremo N° 100 de 17 de septiembre de 2005, estampando su firma al final junto a las de sus ministros y celebrando poner en vigor el nuevo texto fundamental más ratificado, consensuado y plebiscitado de la historia de Chile. 

Pero ahora, con un gobierno rendido, nadie sabe qué van a hacer los lobos de la izquierda con la Constitución y se ha desatado el pánico. La gente de derecha, que es la que mueve el país, está paralizada de espanto. La de izquierda, que vive del Estado, está entusiasmada y se apresta a quedarse con lo que pueda a partir de la "hoja en blanco", en la cual va a escribir lo que se le ocurra, partiendo por la mayor facilidad posible para expropiar aguas, tierras, bancos y fábricas de la derecha, pagándolos como en la reforma agraria o en la nacionalización del cobre (es decir, no pagándolos) y sin otro requisito que tener mayoría simple en el Congreso, como la que tiene hoy.

Hasta hace poco Chile era un oasis de cuentas equilibradas, amplias reservas, poca deuda pública y tranquilidad. Hoy, tras el estallido delictual y sin gobierno de verdad, en menos de dos meses ha perdido 6 mil millones de dólares en destrucción, 2.400 millones de dólares por menor crecimiento, 5.500 millones de dólares por urgencias sociales y la necesidad de financiar un déficit de 16 mil millones de dólares (4,7 % del PIB). Todo lo cual cubrirá aumentando la deuda pública en 9 mil millones de dólares y liquidando reservas por 7.600 millones de dólares (Francisco Castañeda, economista USACH, "La Tercera", 10.12.19). Es decir "echando la casa por la ventana". 

El oasis se convirtió en un espejismo. Pero lo peor no es sólo lo que se ha perdido ya: lo peor es que no hay futuro, pues existe incertidumbre total. En vez de Constitución, el acuerdo político de rendición ante la violencia sólo ofrece una "hoja en blanco", donde se podrá escribir cualquier cosa bajo amenaza de volver a incendiar el país.

Todo esto va a suceder porque ya no existe la derecha. Pues para que haya "hoja  en blanco" y la izquierda se quede con todo debe cambiar la Constitución o derogarla, y para ello necesita 2/3 de los parlamentarios en ejercicio: 103 votos en la Cámara y 29 votos en el Senado. Y no los tiene, pues la derecha, aunque inexistente, tiene 72 votos en la Cámara y 19 votos en el Senado, y necesitaría sólo 53 y 14, respectivamente, para rechazar la reforma. 

Si en Chile hubiera derecha, entonces, la incertidumbre desaparecería. Pero no la hay, porque la mayoría de sus parlamentarios desertó hacia la izquierda y apoya la derogación de la Carta de Lagos.

La certidumbre podría restablecerse en el país ahora mismo, en el Congreso, rechazando el proyecto de reforma constitucional. Depende de la derecha. Pero ésta huyó y se rindió detrás de su líder, que levantó los brazos y se entregó a la izquierda, a la asamblea constituyente y a la incertidumbre total.

¿Que los partidos acordaron modificar la Constitución? Uno, los partidos no pueden dar órdenes de voto a sus parlamentarios; dos, el país está primero; y tres, uno de los vicios del consentimiento es la fuerza, y los partidos de gobierno accedieron a la reforma con una pistola al pecho (la continuación de la violencia en las calles).

lunes, 9 de diciembre de 2019

Mi Mujer se Quiere Ir del País

Dice que, si hay Asamblea Constituyente, Chile será igual a Venezuela y Cuba. Dos de nuestros cuatro hijos la apoyan. Ella es de alto patrimonio y quiere liquidarlo e irse. Yo le he pedido que espere a la votación de la reforma constitucional en el Congreso, donde podría ser rechazada y todo quedar en nada. O, por último, que espere a abril, donde el triunfo del "No" podría salvar a Chile. Pero ella me replica que dos tercios de los parlamentarios de derecha están por el "Sí", según "El Mercurio", así es que van a aprobar la reforma y que mucha gente está tan perdida que en abril va a votar "Sí" y ya eso será "Chilezuela". Yo duplico argumentando que entonces todavía nos quedan el "plebiscito de salida" y la elección de 2021, pero ella cierra el debate afirmando que la mayoría de tontos de 2019 y 2020 no se va a volver inteligente en 2021 y que ya todo está perdido.

La verdad es que el problema de Chile hoy no consiste en tener razón o no, porque no es un problema racional. El otro día, en una conferencia donde había cuatrocientas personas de alta preparación, un destacado ex ministro y candidato presidencial pidió a la audiencia dar una sola razón para votar "Sí" en abril. Nadie pudo dar ninguna, aunque probablemente había algunos que iban a votar "Sí". Yo me abstuve de intervenir, pero habría debido puntualizar que el "Sí" no se funda en razones, sino en consignas que la mayoría ha "comprado": sueldos más altos, mejores pensiones, más igualdad, menos abusos, mejor salud y educación públicas. La plebe cree que una nueva Constitución le va a dar todo eso y parte de la gente ilustrada, pero irreflexiva, también lo cree.

Pero ésos son meros eslóganes. El problema de Chile no es la Constitución ni el modelo de libertad económico-social. El problema es el Estado, es decir, el de los políticos y sus clientelas, que se han apoderado del aparato estatal. En el sector público el 58,6% de los sueldos son de más de un millón de pesos, mientras en el privado la cifra es 19 %. En el sector público sólo el 2,8 % gana menos de 500 mil pesos, mientras en el privado ganan menos que eso el 39,6 % de los empleados (Informe Estadístico de la Dirección de Presupuestos, citado por Gustavo Latorre en "Chile Informa" 07.12.19.)

"Es el Estado, estúpido". Esa frase debería presidir el debate público chileno. Reitero una vez más: si el gasto fiscal social fuera a manos del 20 % más pobre de los chilenos, cada familia tendría un ingreso de dos y medio millones de pesos al mes (Rolf Lüders, "La Tercera", 01.11.19). No habría pobres en Chile y seríamos uno de los países más igualitarios de la OECD. Entonces, la revolución hay que hacerla en el Estado. Es allí donde están los abusos: le paga pensiones a cien mil "exonerados políticos" falsos. Multiplique 200 mil por cien mil: son 343 millones de dólares anuales robados. El gobierno de Piñera le da dos mil millones de pesos de subsidio al montaje comunista-socialista bautizado como "Museo de la Memoria", donde acaban de agregar la "Sala Frei" justo en los días en que se ha revelado que los informes sobre envenenamiento eran falsificados. Los falsos "torturados" de la Comisión Valech son 30 mil que cobran pensiones. Y todos los que medran de la Comisión Rettig y además de pensiones tienen educación y salud gratuitas. No en vano el gasto público en salud, en moneda de igual valor, se ha multiplicado doce veces entre 1990 y 2018 y el gasto en educación diez veces (Hernán Cheyre, "La Tercera" de hoy). 

¡Y dicen que la mala salud y mala educación públicas son culpa del "modelo"! ¡Si son culpa de los políticos y del Estado de cuyas ubres ellos y sus operadores y clientes maman in cesar!

Le digo a mi mujer que ésa es la revolución que vamos a hacer en Chile: la de convertir al Estado en algo que sirva a los chilenos comunes y no a los políticos y sus clientelas. Y ella me contesta que nadie se atreve contra la Bárbara Figueroa, el doctor Maturana o Mario Aguilar, el dirigente de los profesores rojos que anda con un ojo tapado en estos días. Que está todo hecho para que los revolucionarios ataquen a la fuerza pública, destruyan, incendien y saqueen y que cualquier reacción para detenerlos constituya "violación de DD. HH". Que esto ya no tiene vuelta y que no sea ingenuo.

Un experto en movimiento de capitales que hemos consultado nos ha dicho que el gran número de familias que están tomando la misma decisión de ella lo ha sorprendido.

El CEP podría hacer una encuesta preguntando: ¿en qué cree más usted, en que Chile será como Venezuela y Cuba o en que triunfará acá la revolución que reducirá el Estado y, con sus recursos hoy malgastados, les dará mayor libertad, igualdad y prosperidad a los chilenos? De su resultado podría depender que mi mujer se vaya o no del país.


viernes, 6 de diciembre de 2019

A Chilezuela de la Mano de Piñera

La ironía suprema es que Chile eligió a Piñera en 2017 para evitar convertirse en Chilezuela, como le ofrecía Guillier, el candidato de izquierda. Un porcentaje del electorado, que es de mayoría izquierdista, en 2017 se cambió a la derecha ante la visión de la escasez y la falta de democracia en Venezuela. Pero en estos días hemos visto que ahora Piñera encabeza la conversión de la otrora "joya más preciada de la corona latinoamericana", precisamente en Chilezuela, al iniciar el tránsito hacia una "Asamblea Constituyente", la cual sabidamente fue allá el preámbulo de la pérdida de la democracia, la libertad y la prosperidad.

En un ilustrativo video que muchos hemos recibido se observa el gráfico del tránsito, en los últimos veinte años, de Venezuela desde el primer lugar en ingreso per cápita en América del Sur en 1990 a uno de los últimos hoy, junto con el tránsito chileno del noveno lugar al primero. 

La mayoría no podía saber que hoy, diciembre de 2019, Piñera levantaría las manos en señal de rendición ante la violencia callejera de sus adversarios y, en lugar de restablecer el orden público con energía, patrocinaría una Asamblea Constituyente que, ya fuere llamándose "Convención Ciudadana" o "Convención Mixta", está llamada a ser el preámbulo de nuestro propio "socialismo del siglo XXI".


Tanto así que en el acto público de rendición incondicional para llegar al Acuerdo con sus adversarios empleó los términos que éstos usan para referirse a la nueva Constitución que, se supone, surgirá de la Asamblea Constituyente: "la casa de todos". Así la izquierda alude a la nueva Carta Fundamental en ciernes. Esta es la culminación de un proceso que G. K. Chesterton describía como la tarea de enseñarles a las personas a llamar "derechos" a sus aspiraciones personales y "abusos" a los derechos de los demás, la cual culmina con la muerte de la sociedad libre.

Los dos últimos años del gobierno de Piñera van a servir, precisamente, para darle un marco constitucional a la pérdida de nuestra democracia y nuestra libertad. Esto lo entiende bien el propio Piñera, pues, "si donde está tu dinero está tu corazón", según la denuncia del senador independiente Bianchi, el "family office" Piñera Moreal habría destinado parte de su patrimonio a invertir en la Bolsa de Colombia. Esto querría decir que hasta en los más altos círculos del poder nacional se ve con pesimismo el futuro económico del país. Yo no sé por qué el senador Bianchi expresó tamaña alarma ahora, cuando fue público y notorio que ya también en 2010 el entonces presidente Piñera, en su primer mandato, invirtió en el exterior, en paraísos fiscales, el 72 % de su patrimonio, tras poner a nombre de sociedades de sus hijos y nietos los dineros provenientes de la venta de sus acciones de LAN. Lo decidor era que. precisamente en ese tiempo, su gobierno alzaba los impuestos a los contribuyentes que seguíamos con nuestro patrimonio acá.

Lamentablemente las encuestas ahora señalan que entre el 73 y el 90 por ciento de la opinión pública se manifiesta dispuesto a votar en abril por que haya otra Constitución, mientras sólo entre el 6 y el 10 por ciento sería partidaria de votar "No" y conservar la actual, en el "plebiscito de entrada". Si vence el "sí", los dos años siguientes serán de extrema incertidumbre, pues habrá una "hoja en blanco" en la cual nadie podrá predecir lo que se va a escribir. Por lo tanto, el derecho de propiedad será completamente incierto. Esto es lo mismo que decir que nadie o muy pocos van a invertir en un país bajo esas condiciones y en el que, por añadidura, no hay capacidad para garantizar siquiera la propiedad y el orden público frente a los atropellos de la violencia extremista.. En otras palabras, la crisis a la cual hemos entrado, con la consiguiente recesión económica, se va a prolongar durante todo el desempeño de la Asamblea Constituyente, paso previo a convertirnos en la Chilezuela de la escasez, la inflación y el éxodo hacia países  civilizados como lo era Chile cuando todavía se le consideraba un "oasis" de estabilidad y se creía que tenía un gobierno.

No me siento personalmente responsable del desastre, porque no voté por Piñera y siempre procuré influir para que no fuera siquiera candidato, pero fui desoído. En todo caso, ha sido una buena lección para quienes me insistían en que votar por él era el mal menor y la única manera de que Chile no se convirtiera en otra Venezuela. Yo les contestaba que era "el mal mayor" y creo que ahora se está probando que tenía razón, pues nos estamos convirtiendo en otra Venezuela justamente de la mano de Piñera, mientras nosotros nos quedamos con nuestra plata acá y él se la lleva a un lugar más seguro.


Todavía es tiempo de "decir que no" en abril, pero si hasta los principales medios de comunicación y el gobierno y los políticos de derecha son funcionales a la izquierda, como se ha demostrado en estos días en que se censura a las voces que claman por algo tan mínimo como restablecer la ley y el orden en las calles, el futuro de nuestra sociedad libre no puede ser más negro.

lunes, 2 de diciembre de 2019

Derechos Humanos de la Persona Común

Como no veo farándula en la TV, cuando me convidaron a un panel político el viernes, en Canal 13, no estaba al tanto de que había surgido un nuevo culto en el país: el de los derechos humanos de los violentistas. No sabía que, según su Corán, ellos pueden tirar piedras y bombas molotov a los carabineros; destruir, saquear e incendiar, pero no se les puede tocar ni hacer nada, pues hay legiones de "inspectores de DD. HH", pagados por nosotros, los contribuyentes, vigilando celosamente para que nadie vaya a violar los derechos humanos de ellos, aunque ellos estén violando a diario los de los demás, las personas comunes.

Entonces, cuando en el panel me preguntaron si debía protegerse el orden público, bajo el cual desarrolla su existencia la persona común, aun por sobre el derecho de los vándalos, saqueadores y pirómanos a no ser maltratados, dije "por supuesto". Ello desató la ira de los sacerdotes del nuevo Corán.

Pues apenas respondí vi inclinarse hacia mí la cabeza de Polo Ramírez, un periodista a quien conocí hace muchos años en "El Mercurio" como moderado y de derecha, preguntándome con aire escandalizado, y haciéndome recordar a un miembro del sanedrín que fulminaba a Cristo por no respetar el descanso de los sábados, si yo realmente estaba diciendo que para mantener el orden público se podía reprimir a los subversivos, lo que él hacía sinónimo de "violar sus derechos humanos". Me miraba con ojos que transmitían algo así como "si dices que sí te vamos a crucificar". Mirada muy típica derechista que conozco desde antiguo, y que transmite una infinita satisfacción de estar cumpliendo un anhelo comunista. Pues una desgracia de la política chilena reside en que, en el fondo de todo derechista, subyace un secreto deseo de que los comunistas lo perdonen. O al menos no lo maten.

Por supuesto, en las grandes democracias la respuesta a esa pregunta es clara: con tal de mantener la seguridad y el orden, que garantizan los derechos humanos de la persona común, de entrada les sacan la contumelia a los subversivos, sin decir "agua va", para expresarlo descriptivamente. Ayer vi la grabación de la captura en Londres del subversivo de ISIS que acuchilló a dos personas en el puente de la Torre: tres policías lo redujeron y lanzaron al suelo. Luego llegó un cuarto con una subametralladora y de un tirón quitó al colega que estaba forcejeando en el suelo con el subversivo caído y mató a éste con dos tiros. ¿Derechos humanos, debido proceso, "rule of law"? Eso queda para los chilenos y sus ciudades arrasadas. Pues acá hay ex militares cumpliendo condenas en Punta Peuco por conductas similares antes de los 90. Hoy en Londres prima por sobre todo la protección de los derechos humanos de la persona común y al que atenta contra los mismos se le da de baja. sin más.

Y los norteamericanos hacen lo mismo: acaban de matar a Abu Bakr al Bagdadi, jefe del ISIS, disparándole desde el aire. Y lo han celebrado bastante. ¿Debido proceso? Me recordó cuando en 2011 un comando norteamericano ubicó a Osama Bin Laden en Pakistán, tras interrogatorios con torturas; le dieron muerte junto a varios colaboradores y una de sus mujeres y después lanzaron su cadáver al mar. ¿Les miraron la cara a Amnesty International o Human Rights Watch? No: prima la protección de los derechos humanos de la persona común. En cambio acá prima el Corán comunista y similares procedimientos contra la subversión condujeron y conducen a Punta Peuco.

Recuerdo que Hillary Clinton, preguntada una vez por el periodista Wulf Blitzer, de CNN, sobre qué debía prevalecer, si los derechos humanos o la seguridad nacional, respondió sin vacilar que ésta. Está documentado en mis libros. Pero lo mismo le contesté a Polo Ramírez y se desató el escándalo. Si Hillary hubiera ido a "Bienvenidos", Tonka Tomicic la habría invitado a retirarse del programa.

Que fue lo que hizo conmigo cuando aseguré otra verdad indiscutible: que bajo el gobierno militar no había habido "violaciones sistemáticas de derechos humanos". Esto es muy fácil de probar y lo he documentado con los pronunciamientos de ese régimen, desde 1974, ordenando a sus funcionarios respetar los derechos de las personas. Ello corroborado, además, por la abundante evidencia de que el chileno era el régimen más vigilado del mundo en esa materia. Así, llegaban acá sucesivos inspectores de la ONU a examinar la situación de los derechos humanos. Se recuerdan las misiones del pakistaní Ali Allana y la del costarricense Fernando Volio, jurista que, tras una condena a Chile por parte de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, comentó que ella no se ajustaba a la realidad imperante. Pues todos los años éramos juzgados por esa Comisión. Y la condena por violar derechos humanos tenía graves consecuencias, como la "Enmienda Kennedy" que prohibía a los EE. UU. vender armas a Chile. 

Los miembros de la Junta y luego Pinochet, como presidente elegido, habrían sido sospechosos de haber perdido la razón si hubieran mantenido como sistema el atropello a los derechos humanos, pues ello les significaba no sólo castigos como el anterior, sino perder créditos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

Pero estas cosas hoy no se juzgan atendiendo a la verdad de los hechos históricos sino sólo a través de la repetición de las consignas de la izquierda. A mí casi me divierte otra acusación, la de "¡torturas!", gran favorita para fulminar al gobierno militar, en circunstancias que el 23 de enero de 1972, bajo el gobierno de Salvador Allende, según informaba "El Mercurio" de esa fecha, el presidente de la Juventud del Partido Nacional, Juan Luis Ossa, relataba in extenso sus torturas por aplicación de electricidad en el cuartel de Investigaciones de Rancagua y el posterior interrogatorio por parte del subdirector del servicio, el comunista Carlos Toro. Nada de ello fue contradicho ni desmentido por Investigaciones ni por Allende, que mantuvo en su cargo a Toro, por supuesto. No en vano una de las razones del Acuerdo de la Cámara. llamando a las Fuerzas Armadas a deponer a Allende, era que su régimen aplicaba torturas y flagelaciones a opositores. Poco antes de Ossa, el director del diario "El Cóndor" de Santa Cruz, Maximiano Errázuriz, había sido torturado por detectives miristas. Pero después de 1990 las torturas han sido hechas aparecer como creación de la Junta.


Con razón el senador Navarro anuncia una "ley Hermógenes" para condenar a presidio a quien niegue que las violaciones a los derechos humanos durante el Gobierno Militar fueron sistemáticas. Ya hay un proyecto similar en el Congreso, bautizado como el de "Cárcel para los Historiadores". Es sabido que la verdad es una de las primeras víctimas de las Constituciones bolivarianas, como la que las encuestas predicen que se consagrará por mayoría en este devastado Chile, a partir del plebiscito de abril.