lunes, 31 de agosto de 2020

Que el Último Apague la Luz

¡Qué penoso espectáculo el de ChileVamos, con un Lavín socialdemócrata, un Longueira que vota "Apruebo" y una Evelyn que no sabe! Yo no me hago problema, porque voto por José Antonio Kast y éste va por el "Rechazo". Pero me pregunto ¿para qué necesitamos una oposición de izquierda que nos mande al diablo si la derecha de Piñera hace lo mismo y sus sucesores piensan igual a él?

¡Qué distinto era todo cuando teníamos al mejor Presidente del siglo XX, la economía crecía al 10 % anual, había paz interior y la guerrilla terrorista estaba derrotada, los caciques designaban a Pinochet como "gran jefe, conductor y guía" y se podía transitar por una Araucanía pacífica y próspera, que había votado mayoritariamente "Sí" en el plebiscito! Pero entonces llegó Piñera a la derecha (no quiero mencionar a quienes lo trajeron, para no desprestigiarlos) y ésta se desvirtuó, se dio vuelta la chaqueta, se arrepintió, pidió perdón persiguió a los militares (r) y nos ha traído a donde estamos, es decir, a medio morir saltando entre la pandemia y el paredón.

Meses atrás, en el lanzamiento de su revista "Economía y Sociedad", edición de abril-junio, que en portada traía una reproducción de "El grito" de Munch y el título "¡Detengan la locura constituyente!", José Piñera nos decía a los concurrentes que les había pedido, a los pocos partidarios de una nueva constitución que encontró, que le dieran una sola buena razón para reemplazar la actual. Ninguno había podido dársela. Tan clara es la disyuntiva.

El argumento de la "ilegitimidad de origen de la Constitución", desde luego, es absurdo. Para demostrarlo basta recordar que uno de los artífices de la Carta, el más destacado jurista DC, Alejandro Silva Bascuñán, a la sazón presidente del Colegio de Abogados, aportó en la Revista de Derecho y Jurisprudencia número  LXX, de septiembre-octubre de 1973, los argumentos para estimar "legítimo" al gobierno militar, diciendo textualmente: "Han concurrido, pues, a juicio del Colegio de Abogados, en el caso de Chile, todas las condiciones doctrinarias para estimar como legítima la rebelión armada que depuso al gobierno anterior". Luego, la Constitución que proponga un gobierno legítimo y apruebe el pueblo, es legítima.

Además, en el plebiscito aprobatorio de la Carta en 1980 no había obligación de participar, pero lo hizo el 56 % de los ciudadanos, dos tercios de los cuales la aprobaron, en coincidencia con todas las encuestas de opinión, incluida la Gallup norteamericana. ¿Irán a votar en el próximo plebiscito del 25 de octubre, viciado por la violencia que presidió su gestación bajo amenaza, los 10 millones y medio de electores equivalentes hoy al 56 % de la población? Un crítico de Pinochet, el historiador Gonzalo Vial, escribió mucho después sobre el resultado de 1980: "...la holgada y libre victoria del 'Sí', como verdad general, sólo podía negarse por obcecación".

Esa Constitución tuvo el mérito de presidir los mejores treinta años de progreso de la historia de Chile, lo que habla mejor que nada de sus virtudes. Y si hubiera existido una brizna de invalidez en su gestación --la cual tomó seis años de análisis por parte de los más distinguidos juristas no-marxistas del país y de examen por el Consejo de Estado y la Junta de Gobierno-- la objeción habría resultado superada por la ratificación de la Carta en otro plebiscito, el de 1989, acordado por gobierno y oposición, en que votaron 7.082.079 personas de una población de 12.707.000 (de nuevo el 56 % de la población) y donde el "Sí" triunfó con el 91,25 % de los votos. ¿Qué más ratificación y saneamiento quieren?

Nadie objetó entonces el resultado y éste envolvió el reconocimiento definitivo de la Constitución en términos indubitables. No era siquiera necesaria la segunda ratificación que hizo después el Congreso, en 2005, al aprobar las reformas de Lagos, que estaba tan ufano del texto ¡que puso al pie su nombre y el de sus ministros, en lugar del de Pinochet y los suyos! 

Una buena derecha habría podido salvar al país de la actual "locura constituyente", pero el piñerismo deterioró a tal grado al sector que hoy sus principales adalides, con la única excepción de José Antonio Kast y de mi partido, Fuerza Nacional, que hace esfuerzos por nacer, parecen empeñados en condenar a Chile al socialismo del siglo XXI que, como decía "el otro Longueira" hace siete años (y por eso votamos por él y le dimos el triunfo sobre Allamand) tanta ruina ha traído allí donde se ha aplicado.

Cuanto antes se vaya este gobierno y el último apague la luz, tanto mejor para el país.

viernes, 28 de agosto de 2020

La República "Venera" a Sus Más Ancianos Soldados

Murió a los 93 años el general (r) Héctor Orozco, preso político, con un brazo encadenado a su lecho del Hospital Militar. Sufría alzheimer y seguramente no había podido enterarse de la calumnia de que lo hacían objeto la judicatura imperante, al condenarlo, y la "prensa seria", al informar, faltando ambas a la verdad de los hechos, como autor de dos "homicidios calificados" hace 47 años.

¿La verdad de los hechos? Puede encontrarse en la página web del Poder Judicial o en el libro "Prevaricato", del autor Adolfo Paúl Latorre: en diciembre de 1973 Orozco se hallaba en su despacho de comandante del Regimiento "Yungay" de San Felipe y oyó una ráfaga de disparos en las afueras del cuartel. Salió a averiguar de qué se trataba y se encontró con que dos presos, que recién habían prestado declaración ante un Consejo de Guerra, Rigoberto Achú y Abasalón Wegener, al tratar de escapar de la camioneta en que eran trasladados de vuelta a la cárcel, vigilados por un conscripto de apellido Bañados provisto de un fusil de repetición SIG, habían sido abatidos por éste, quien, tembloroso, sólo atinaba a repetir: "Se arrancaron... se arrancaron".     

Los hechos fueron juzgados en su tiempo y los partícipes en ellos, absueltos. El conscripto Bañados murió prematuramente poco después. Aún si hubiera habido algún delito, que no se acreditó, la responsabilidad penal se habría extinguido por la amnistía de 1978 y, en todo caso, por la prescripción. Todo eso bajo la "rule of law", "regla de la ley", también traducida como "estado de derecho". Éste se mantuvo en Chile hasta los primeros años del nuevo siglo. 

Pues surgieron en el país acontecimientos y conductas que terminaron con la "rule of law": dos políticos, un abogado y a la vez diputado comunista, un juez tentado por la perspectiva de la fama mundial y un comandante en jefe del Ejército que adjudicó públicamente una supuesta y total responsabilidad penal a su institución, declarándola responsable "de todos los hechos punibles y moralmente reprochables" del pasado. ¡Todos! Sus nombres respectivos: Patricio Aylwin, Sebastián Piñera, Hugo Gutiérrez, Juan Guzmán Tapia y Juan Emilio Cheyre. 

Aylwin abrió el camino a la prevaricación al escribir en 1991 una carta inconstitucional a la Corte Suprema, conminándola a no aplicar la ley de amnistía, "que mi gobierno respeta", dijo, sino hasta la sentencia de término. Era una petición ilegal porque el art. 107 del Código de Procedimiento Penal ordenaba al juez, en caso de amnistía, "negarse a dar curso al juicio" y ponerle término. 

Piñera triplicó en su primer mandato el número de querellas ilegales contra militares y entre ellas interpuso precisamente la que llevó a condenar al general (r) Héctor Orozco a 18 años de presidio por "dos homicidios calificados", dictada por el ministro sumariante Jaime Arancibia, de la Corte de Valparaíso, porque "atendida su situación jerárquica, (Orozco) debió conocer y aún más autorizar aquellas situaciones excepcionales como la ocurrida en autos, en que precisamente resultan dos personas muertas".

En blog del 8 de agosto comenté otra condena por "homicidios calificados", contra otro general nonagenario, Santiago Sinclair, a cinco años y un día de presidio efectivo por haber integrado un consejo de guerra que el 4 de octubre de 1973 condenó a muerte al guerrillero "Comandante Pepe" (José Gregorio Liendo) y once esbirros suyos. También el mismo fallo condenó a diez, cinco y tres años y un día, respectivamente, a tres miembros de la comitiva del general Arellano, ninguno de los cuales fue siquiera parte del referido consejo de guerra de Valdivia, y sólo aterrizaron ese 4 de octubre allá. A todo esto, los turbios manejos judiciales del abogado comunista Hugo Gutiérrez, en otro proceso, habían logrado ubicar ese mismo 4 de octubre a la comitiva de Arellano en Cauquenes, para culparla de muertes ocurridas en esa fecha allá. Un caso de "bilocación judicial". 

Los fallos condenatorios de ambos distinguidos generales en retiro nonagenarios violan leyes expresas y vigentes: cosa juzgada, amnistía, prescripción, presunción de inocencia y obligación de probar la existencia de los delitos.

Pero ya no es noticia que uniformados en retiro sean condenados sin pruebas por delitos inexistentes y que, por tanto, no cometieron. Sí lo es que uno del más alto rango haya muerto tras ser atropellados sus derechos humanos más elementales y ante la mayor indiferencia judicial, gubernativa y ciudadana. Y que otro general en retiro, también nonagenario, ex vicecomandante en jefe y ex miembro de la Junta de Gobierno, sea condenado a presidio por inexistentes "homicidios calificados", cuando lo que se limitó a hacer fue a integrar un consejo de guerra regido por la legalidad de hace 47 años y que castigó un alzamiento guerrillero cuyo jefe buscaba, confesamente, provocar una guerra interna que, para ser exitosa, según sus propias palabras, necesitaba generar a lo menos un millón de muertes en el país.

miércoles, 26 de agosto de 2020

La Última Voltereta de Lavín

Lavín no "se pasó al enemigo" recién en "Tolerancia Cero", sino hace más de veinte años. Siendo candidato presidencial en 1999, ya se había declarado arrepentido de haber votado "Sí" en 1988, diciendo que "si hubiera sabido de las violaciones a los derechos humanos" lo habría hecho por el  "No". Pero entonces estaba tan equivocado como ahora,  pues no hubo tal política de violación de DD. HH. y lo probaré más adelante. Lo que pasa es que Lavín no conoce o ha olvidado los hechos y, como todos los sujetos de carácter cambiante, sólo se guía por las consignas más recientes y repetidas. Y entonces le está echando a la Constitución "la última paletada", tras la cual, según el poeta, "nadie dijo nada... nadie dijo nada".

Bismarck pontificó que nunca se miente tanto como antes de una elección, durante una guerra y después de una cacería, y acá estamos en los tres casos. Pues vienen ocho elecciones, estamos durante la doble guerra contra el coronavirus y el terrorismo de izquierda y nos hallamos después (aunque todavía no del todo) de la cacería de los jueces rojos contra los militares retirados. Así es que en este vapuleado Chile se miente por partida triple.

La izquierda, controladora de la opinión y de los medios, siempre ha tenido la misma táctica de los nazis: repetir incesantemente sus mentiras, hasta convertirlas en "verdad oficial". Y los caracteres débiles las creen. El comunismo mundial ha reconocido que siempre miente: "Cuando Polonia era comunista, un célebre diplomático de ese país, Wladislav Tycochinsky, desertó a los EE. UU. y dijo públicamente, sobre su trabajo bajo el comunismo: 'Nunca se llegó a discutir si una información dañina para el enemigo era verdadera o inventada. Se parte de la base de que la propaganda es un arma política y no necesita ser verdad para utilizarla'. El hecho fue revelado durante una audiencia celebrada en el Senado norteamericano para escuchar al diplomático. Presente en la sesión se hallaba el entonces Secretario de Defensa, Robert McNamara, quien le preguntó sobre la reacción oficial del gobierno polaco ante las persistentes acusaciones de la URSS contra los Estados Unidos. La Unión Soviética había denunciado, en efecto, a Norteamérica por maltratar cruelmente a los prisioneros de guerra y por utilizar gases en la guerra de Corea. Tycochinsky dijo sin inmutarse: 'Nadie pretendía que se fueran a investigar esos cargos. Ellos eran sencillamente útiles para desprestigiar al enemigo y por eso se usaban.' El Secretario McNamara insistió: 'Pero cuando se trataba de un hecho falso ¿no temía su gobierno quedar en evidencia como mentiroso?' El diplomático y ex espía polaco respondió: 'No, porque la mentira repetida es uno de nuestros métodos de propaganda. Si la mentira se esparce, utilizándose todos los medios de publicidad, concluye por ser aceptada como verdad, o como verdad a medias'". (Alvaro Pineda de Castro, "Pinochet: Verdad o Ficción", Vassallo de Mumbert, Madrid, 1981, p. 232).

Esto es lo que ha sucedido en Chile por años y el efecto ha sido devastador. Véase lo que dice el periodista Daniel Matamala en "La Tercera" del domingo: "Joaquín Lavín intentó romper la maldición con un acto de contrición retrospectiva: dijo estar arrepentido de haber votado Sí, reconocimiento en que lo siguieron otros, como el general Fernando Matthei ('voté Sí cuando en el fondo deseaba que fuera No'), Sergio Diez y Catalina Parot". Después "se arrepintieron" y "pidieron perdón" Andrés Chadwick, Hernán Larraín y un largo etcétera de  políticos, periodistas y empresarios de derecha que hoy hablan de "la dictadura", andan sin corbata, se han dejado de afeitar y van a votar "Apruebo" junto con Fernando Atria, simbolizando inmejorablemente el estado de pelotudez nacional que nos tiene al borde del abismo. Anteayer me enteré por "La Segunda" de que ¡hasta el propio Fernando Larraín, gerente de las AFPs, víctimas propiciatorias de los rojos del "Apruebo", va a votar "Apruebo"  para sepultar a las entidades que dirige!  

Asimismo, los uniformados activos se cambiaron de bando. Después de que los socialistas españoles e ingleses secuestraron a Pinochet en Londres, y los de acá lo desaforaron ilegalmente del Senado, han olvidado hasta a sus propios "caídos tras las líneas enemigas" en manos de la justicia roja, en particular a partir de que un comandante en jefe del Ejército se rindiera incondicionalmente en 2004 y acusara a su propia institución de ser responsable de "todos los hechos punibles y moralmente reprochables del pasado", en medio de un estruendoso aplauso izquierdista. En ese tiempo, la ministra sumariante Eliana Quezada, de Valparaíso, hasta acusó a la Armada de tener preso por treinta años, en un recinto suyo, al ex sacerdote devenido guerrillero Woodward, sabidamente muerto. Pero el alto mando naval expresó que "no tenía nada qué decir" respecto a tan disparatado fallo judicial.

Cuando hace dos años ofrecí mi "Historia de la Revolución Militar 1973-1990", reivindicando al GM, a la Academia de Historia Militar del Ejército, la rechazó por no estar de acuerdo con mi tesis. Lo mismo hicieron "El Mercurio-Aguilar" y "Editorial Zig Zag", pero un directivo de esta última, reservadamente, me instó a publicarla y accedió a distribuirla, así es que la edité yo mismo, ya van tres ediciones y se sigue vendiendo silenciosamente, pero bien, como los "samiszdats" de la era soviética. Me apresto a publicarla en inglés y también lanzaré una edición popular de bajo precio, sin el apoyo de nadie, porque casi todos se han pasado al enemigo, igual que Lavín. 

En fin, pero no por ello menos importante, para probar adicionalmente que es verdad lo que siempre he sostenido, en el sentido de que el GM respetaba los DD. HH., cito el siguiente párrafo de "Out of the Ashes", del historiador norteamericano James Whelan, p. 711 de la edición en inglés, sobre una visita inspectiva de la Heritage Foundation norteamericana, cuyo equipo de expertos vino a verificar la verdad en materia de DD.HH. en los '80 y comprobó lo siguiente: 

"Ninguna (institución) estuvo más envuelta (en esa investigación) que la Cruz Roja Internacional, representada por el doctor Jean Francois Bonard, quien dijo (a los de Heritage) que 'él podía ir a cualquier prisión en Chile, en cualquier momento, para ver a cualquier preso. Él no tenía que hacer una cita o advertir al establecimiento penal que iría. También dijo que los doctores de la Cruz Roja tenían permiso inmediato y no calificado para entrevistar a cualquier preso, salvo los que estuvieran incomunicados'. Cuando Heritage Foundation  vino a Chile, sólo había un incomunicado. La impresión de Heritage fue que el Gobierno parecía decidido a erradicar los abusos". "Parecía decidido a erradicar los abusos".   

Hoy, sin saber nada de eso, una minoría desinformada (pero mayoría plebiscitaria) se apresta a constituirse en epítome de la estupidez humana y a desechar la Constitución mejor preparada, más ratificada plebiscitariamente (67% en 1980 y 90 % en 1989), más reconfirmada por aplastantes mayorías parlamentarias que la modificaron sucesivamente, y que le dio al país los mejores 30 años de su historia. 

¡Virgen del Carmen, Patrona de Chile, salva a tu pueblo que clama a ti!

sábado, 22 de agosto de 2020

El Presidente No Tiene Opinión

Hoy en "El Mercurio" la presidente de la UDI, Jacqueline Van Rysselberghe, dice que le gustaría una definición del Presidente frente al plebiscito. Que él diera su opinión. El problema es que Piñera no tiene opinión. Uno podría colegirla de sus discursos posteriores al acuerdo del 15 de noviembre y tras el llamado a plebiscito. Implícitamente se desprende de ellos que es partidario del Apruebo, pues en esas ocasiones expresó lo que espera de una nueva Constitución, dando así por derrotado al Rechazo. 

Esto último, por lo demás, concuerda  con su línea de centroizquierda a partir del "No" que manifestó ya en el plebiscito de 1980, luego en el de 1988 y, en fin, en la línea de sus dos gobiernos, que yo he llamado "5° y 7° de la Concertación", porque en ellos se dedicó a aumentar el tamaño del Estado, a subir impuestos, a crear ministerios y reparticiones burocráticas y a perseguir militares, tanto que triplicó el número de querellas contra éstos que se habían presentado desde la oficina de DD. HH. del ministerio del Interior, trasladada últimamente al ministerio de Justicia y DD. HH.

Piñera realmente va a tener opinión sólo cuando conozca la última encuesta. Pues si hubiera que definirlo políticamente, debería decirse que es "encuestocrático". Ya en 1989 era, como señalé, del "No", pero entonces apareció en las encuestas un personaje del "Sí" que les ganaba a todos los presidenciables del "No", Hernán Büchi, ministro de Hacienda. Le ganaba incluso a Aylwin y, por supuesto, a Lagos. Eso condujo a que fuera candidato presidencial del "Sí" y entonces "lo rodearon" los políticos de derecha. Uno de ellos, Andrés Allamand, que en esos años estaba siempre "yéndose para el otro lado" (había gestado con los opositores el "Acuerdo Nacional" para acortar el período de Pinochet) le recomendó a Büchi nombrar como "generalísimo" de su campaña a Sebastián Piñera, que era DC y una verdadera locomotora. Büchi le hizo caso, pero Piñera lo hizo decir cosas como que no quería tener a Pinochet de comandante en jefe si era electo, que lo indigestaron y, finalmente, renunció a la candidatura aduciendo una "contradicción vital". Después retomó la candidatura, pero ya estaba "piñerizado" y no sólo Aylwin lo ganó lejos sino que surgió Francisco Javier Errázuriz en el mismo sector y se quedó con un millón de votos que deberían haber sido de Büchi.

Si Piñera no tuvo inconvenientes en saltar del "No" al "Sí" en 1989 fue porque éste era muy fuerte. Voy a citar un discurso que pronunció el ministro de Odeplan, Miguel Kast, antes del plebiscito de 1980, cuya característica fue que todo lo que afirmó era verdad: "¿Cuándo se gastó en programas sociales un porcentaje mayor del gasto fiscal que ahora? ¿Cuándo antes habíamos visto los chilenos que bajaran simultáneamente la inflación y los impuestos, mientras subían el producto nacional y los sueldos? Pero si hubo un progreso en múltiples aspectos, hay un campo donde el avance ha sido y será el más importante. Es el campo de la libertad. De la libertad de trabajo y de la libertad para elegir los bienes de consumo; de la de afiliación sindical; de la libre elección en salud y vivienda, y en un futuro próximo, en la previsión y en la educación". Ese gobierno no podía perder.

Así era lo que ahora llaman "la dictadura". ¡Bendita "dictadura", que nos llenaba de libertades que no teníamos! ¿Y qué respondió el pueblo ante la opción "Si" representativa de todo lo anterior y la opción "No" de la DC, Piñera y los marxistas? De una población total del país de 11.190.000 personas, fueron a votar voluntariamente --porque no era obligación ir-- el 56 %, es decir 6.271.868 personas. Entre los varones el 62,5 % votó "Sí" y el 34,82 % "No". Entre las mujeres (que siempre han tenido mejor criterio) el 71,48 % votó "Sí" y el 25,72 % "No".

Si para el próximo plebiscito constitucional va a votar el 56 % de los 17.500.000 habitantes, es decir, 9 millones 800 mil chilenos, el acto tendrá la misma participación del pueblo que el plebiscito de 1980. Veamos qué sucede. Si no, la Constitución que de ello resulte carecerá del respaldo de la actual, que ha presidido los mejores 30 años de la historia de Chile en materia de estabilidad política, paz social y progreso económico, sólo interrumpidos por la revolución violenta iniciada el 18 de octubre de 2019.          

viernes, 21 de agosto de 2020

¡Perdón... Perdón... Perdón!

 

“El general director don Rodolfo Stange Oelckers fue el hombre clave para la creación de la Academia de Ciencias Policiales de Carabineros de Chile” (Patricio Reyes Morales, presidente del Cuerpo de Generales de Carabineros, en carta a “El Mercurio” de hoy). Esa sería suficiente explicación para que el actual mando quisiera ponerle el nombre de Stange a dicha Academia. Habría sido lo propio de un país normal. Pero Chile no es un país normal, sino uno sometido a la tutela comunista. El comunismo se lanzó con todo contra Stange y entonces el alto mando de Carabineros retiró su propuesta, “ello con un claro espíritu destinado a profundizar el vínculo forjado con la ciudadanía”, según dijo. Los comunistas no llegan al 5 % de los votos, pero como insultan, agreden o matan, han pasado a ser “la ciudadanía”.

Yo, que “conozco el paño”, confieso que me asombré con la noticia de que la academia fuera a ser bautizada con el nombre del ex miembro de la Junta. Y hasta empecé a mirar con mejores ojos al actual titular del Cuerpo, Mario Rozas, por su acto de arrojo en un país en que los comunistas mandan.

Pues no había olvidado que ya antes un juez rojo, Milton Juica, hace muchos años, había intentado responsabilizar a Stange en el proceso por la muerte de los tres más altos jefes del brazo armado terrorista del comunismo, el FPMR, ultimados en un atentado como los que ellos fraguaban habitualmente, pero esta vez cometido por personal de la DICOMCAR de Carabineros, sin orden superior ni conocimiento del gobierno ni de la Junta. Ese personal procedió como lo hacen los norteamericanos con los terroristas iraníes o de Al Qaeda y los israelíes con los de Hezbollah o Al Fatah, dándolos de baja sin más.

Pero la Junta Militar deseaba, en los años 80, desterrar todo procedimiento apartado de la legalidad formal. Así, cuando la Heritage Foundation de EE. UU. mandó para acá a un grupo a examinar la situación de los DD. HH., bajo el gobierno de Pinochet, comprobó con sorpresa (pues estaba bajo la lluvia de desinformación mundial del KGB soviético, acogida por la prensa norteamericana) que el gobierno chileno había autorizado a la Cruz Roja Internacional para inspeccionar, sin necesidad de aviso u orden previos, cualquier recinto de detención y examinar médicamente a cualquier preso. Y entonces la Heritage concluyó que el gobierno del presidente Pinochet quería eliminar de cuajo los abusos (“stamping out abuses”). (Ver “Out of the Ashes”, James Whelan, p. 711).

Justamente Stange asumió en la Junta bajo ese predicamento, tras haber pedido ésta la renuncia a su antecesor, César Mendoza, por mera “responsabilidad de mando” de la DICOMCAR, y pese a no haber él dado orden alguna de eliminar a los altos jefes terroristas. Mucho menos puede haber tenido responsabilidad Stange, nombrado justamente para reemplazarlo.

Es que en el país la opinión pública la manejan los comunistas… aunque les pasan cosas divertidas. Y justamente porque ellos mandan, pronostico "aquí y ahora" que el Tribunal Constitucional va a absolver al principal agente y gestor de la dictadura roja ante los tribunales, el diputado comunista Hugo Gutiérrez, cuya destitución se le ha pedido. Pero no le va a suceder nada, pues la acusación de los parlamentarios de derecha en su contra se va a rechazar, pese a estar ultra fundada y a que sus causales han sido comprobadas en exceso.

Es que Piñera, preocupado de que al partido rojo no se lo toque ni siquiera con el pétalo de una rosa, nombró a María Luisa Brahm presidenta del TC justamente para anular cualquier ínfula de independencia de dicho Tribunal frente al Congreso y a la dictadura judicial. Así es que Hugo Gutiérrez puede respirar tranquilo.

Lo pintoresco –pero de ninguna consecuencia práctica-- es que el mismo Hugo Gutiérrez, como operador judicial, cayó en una trampa que él urdió, porque logró torcer la verdad en el caso de la comitiva del  general Arellano para probar que estuvo el 4 de octubre de 1973 en Cauquenes, y así lograr inculparla de muertes ocurridas allá en esa fecha; pero recién la misma dictadura judicial acaba de condenar a esa comitiva por el fusilamiento del comandante Pepe y once esbirros suyos el mismo 4 de octubre de 1973 en Valdivia, tras un consejo de guerra (en el cual ella tampoco participó). ¿Cómo pudo la “verdad judicial” establecer que la comitiva estuviera en dos lugares tan distantes al mismo tiempo? Esto se les fue a Gutiérrez y sus socios, los jueces rojos. Pero no tienen nada que temer, pues mandan. 

Sorprendentemente la Escuela de Suboficiales de Carabineros se ha librado hasta ahora y se sigue llamando Fabriciano González Urzúa, carabinero asesinado el 11 de septiembre de 1973 por los guerrilleros que se habían tomado la industria Indumet, cuando aquel valiente policía intentó rescatar a un camarada caído bajo los disparos de la guerrilla. Pero en cualquier momento los comunistas pedirán también el cambio de nombre de la Escuela de Suboficiales y, con toda certeza, Piñera y el alto mando policial accederán “con el claro espíritu de profundizar el vínculo creado con la ciudadanía”.

lunes, 17 de agosto de 2020

El Peso de la Noche

No sé cómo puede haber todavía gente que se niega a creer que la Virgen del Carmen hace milagros para salvar una y otra vez a Chile. Hasta hace poco los agentes de Satanás en el país tenían convencida a una mayoría de que las AFPs les robaban la plata de sus cotizaciones previsionales para entregarla a grandes empresarios de derecha que se quedaban con ella. 

Más de un millón de convencidos de eso salieron a las calles el año pasado a desfilar al son de "No + AFP". Entonces, a poco andar, los parlamentarios satánicos, violando la Constitución, presentaron un proyecto (aunque sólo podía ser de iniciativa presidencial) para poder retirar el 10 % de los fondos para la jubilación. La unanimidad de los economistas, de izquierda a derecha, lo consideró, además, inconveniente. Pero cualquier disparate inconstitucional tiene, en el congreso y bajo el gobierno actuales, una gran probabilidad de convertirse en realidad, y así fue. El presidente, que por lo único que se guía es por las encuestas, vio que el 86 % apoyaba el disparate y entonces, en lugar de vetarlo o pedir al Tribunal Constitucional su anulación, lo promulgó y publicó como ley. 

Entonces la gente se fue "de hacha a romper el chanchito" y cobrar su 10 % --que en el caso de los que tenían menos cotizaciones llegó al 44 %  de sus fondos-- y ¡sorpresa!, se encontró con que su plata no sólo "estaba ahí" donde decía el DL 3.500 del gobierno de Pinochet y su ministro José Piñera que iba a estar, sino ¡multiplicada por tres! Pues, por cada peso descontado por planilla, las AFP habían hecho ganar a cada afiliado dos pesos más, prestando los fondos a empresas que producían cosas y hacían crecer la economía y después los devolvían con intereses, en lugar de llevarse la plata para la casa, como lo hace la burocracia satánica actual; o de regalársela como indemnización a los guerrilleros comunistas, como lo hace la dictadura judicial roja desde hace veinte años. 

Resultado de la intervención de la Virgen del Carmen: el sistema de AFP ganó una enormidad en prestigio popular; ahora la gente no quiere que su 90 % restante ni el aumento de cotización del 6 % de la reforma previsional vayan a manos del estado sino a su cuenta personal; y al Satanás rojo "le ha salido el tiro por la culata". ¿Ha sido o no otro milagro de la Patrona de Chile?

Pero "el peso de la noche" sigue aplastando al país. Hay una gran posibilidad de que el "Apruebo" triunfe en el plebiscito que ha impuesto por la fuerza de la violencia el actual parlamentarismo de facto imperante en el país. 

Como "Júpiter ciega a quienes quiere perder", hoy he visto en el diario que hasta un ejecutivo de una firma financiera dice que hay gran confianza, en Chile y en el exterior, en que un amplio triunfo del "Apruebo" hará subir de precio las acciones chilenas. Afirma que los inversionistas extranjeros piensan lo mismo. Si son norteamericanos, puede ser. Recuérdese cómo persiguieron al mejor gobierno chileno del siglo XX, que derrotó a la guerrilla comunista, alineándose aquéllos con la URSS en la condena de nuestro país ante la ONU. Recuérdese cómo la Secretaria de Estado Madeleine Albright, cuando vino para acá en 2000, aplaudió el ilícito desafuero del senador Pinochet aprobado por la Corte Suprema y fraguado por el comunista Hugo Gutiérrez. Los norteamericanos son especialistas en entregar países a las manos del comunismo. El New York Times no se cansó de apoyar a Castro. Ese diario y el Washington Post ayudaron a  los demócratas a entregar Vietnam a los comunistas e Irán a los ayatollahs. Y ahora, en los propios EE. UU., quieren liquidar al presidente de derecha y anticomunista que salió elegido pese a todos ellos. 

Y acá, por nuestra parte, "el peso de la noche" es demasiado grande. Yo pienso que, si se produce el triunfo del "Apruebo", será un desastre total para Chile. Y conste que lo creo muy probable, puesto que toda la oposición está tras él y ayer en "La Tercera" he visto que hay diez de diecisiete ministros del gobierno también por el"Apruebo" y sólo una minoría de siete por el "Rechazo"; y cuatro o cinco "en reflexión". Y Piñera, por cierto, también está a favor del "proceso constituyente", como lo dijo en el propio discurso de rendición incondicional ante los satánicos en noviembre pasado

De modo que la salvación de Chile es muy improbable. Tanto que ni siquiera me atrevo a pedírselo a nuestra Patrona, pese a que, al paso que vamos, con tanto chileno ejerciendo su sagrado derecho a ser imbécil, es la única que puede salvarnos.

jueves, 13 de agosto de 2020

Todos Son Hugo Gutiérrez

Antes de que estallara la bomba del último escándalo, el diputado comunista Hugo Gutiérrez acaparaba el centro de la polémica al haber sido filmado en una actitud de prepotencia, abuso de autoridad y burla a la legalidad que han sido una constante de su actividad política y pública. Tal, por lo demás, constituye un rasgo saliente de la participación de su partido, el comunista, en la vida chilena. Y, hay que decirlo, todo eso cohonestado por una actitud complaciente y entreguista de la habitualmente llamada "corriente dominante". El historiador Paul Johnson la describe como "élites habladoras", acostumbradas a hacerse eco de la propaganda roja emanada del KGB hasta que éste dejó de existir; y después a someterse a su heredero natural, el izquierdismo que predomina en los medios, aunque sus dueños sean de derecha. 

Pues Gutiérrez y su partido siempre han hecho, exitosamente, escarnio de la legalidad. Pero él se distingue por ser el más audaz y temerario de todos, aunque en lo personal es simpático. Lo digo porque la única vez que he estado con él fue en la antesala de un debate en Chilevisión, en el curso del cual ambos nos terminamos gritando al unísono a voz en cuello, hace pocos años. Pero antes del programa, en la sala donde yo esperaba, cuando entró me dijo amistosa y patudamente, sin conocerme y teniendo edad para ser mi hijo y no un igual: "Hola Hermógenes, ¿cómo estai?" Yo le contesté que bien y le pregunté si seguía recibiendo tantas críticas, a lo que me respondió que sí y que siempre le echaban la culpa de todo, o algo parecido.

Como abogado ha sido frecuente querellante contra uniformados (r) que mataron a terroristas e inclaudicable defensor de terroristas que mataron a militares. Sólo su "cara de palo" le permite ese cambio de sombrero con la facilidad con que lo hace para "quemar lo que antes adoró y adorar lo que antes quemó". 

Hugo Gutiérrez fue, aunque esto el grueso de la gente no lo sepa o recuerde, el principal artífice del episodio más vergonzoso de la historia judicial chilena (hasta esa fecha, porque después ha habido otros aún más vergonzosos, como el tratado en mi anterior blog): el desafuero del senador Pinochet, confirmado para perpetua vergüenza por la Corte Suprema el 29 de enero de 2001 y dado a conocer urbi et orbi por su gestor, el propio Gutiérrez, ante centenares de reporteros de los cinco continentes. Pues, no está demás recordarlo, el blanco favorito del izquierdismo mundial antes de Donald Trump fue, durante decenas de años, Augusto Pinochet. 

Éste, como Presidente, era enteramente ajeno a los hechos delictivos generados al paso de la comitiva del general Arellano, pero Hugo Gutiérrez se encargó de "armar un caso" a partir de nada y el juez Juan Guzmán Tapia se le sometió dócilmente y se prestó para meter en una máquina de moler el derecho y la verdad y sacar una monstruosidad jurídica y moral. Un solo ejemplo: se necesitaba, para la siniestra trama, atrasar en tres días la verdadera fecha de la llegada de la comitiva de Arellano a Cauquenes para poder culparla de fusilamientos acaecidos allá tres días después de que ella había estado. Un teniente coronel local declaró al juez inicialmente la verdad, es decir, que la comitiva había estado el 30 de septiembre, pero recibió la visita de Hugo Gutiérrez, que necesitaba que fuera el 4 de octubre para armar un cuento contra Pinochet. Entonces Hugo fue a ver al teniente coronel y lo convenció de cambiar la fecha al 4 de octubre. "Es que me iluminó", explicaría a "La Segunda" del 25 de junio de 1999. 

Así Gutiérrez fue "armando" el juicio en que fueron atropelladas las leyes, la verdad de los hechos y las bases fundamentales y ancestrales del Derecho Penal. El hombre de la barba negra fue, entonces, el verdadero fundador de la dictadura judicial de izquierda que a partir de ahí se enseñoreó de la justicia chilena y la tiene cautiva y prevaricando hasta hoy.

Pero esto ha sucedido porque el país cedió ante todo lo que él se propuso. La figura de Hugo Gutiérrez es a imagen y semejanza del ser chileno del siglo XXI. Todos acá son Hugo Gutiérrez. Yo no, por supuesto, pero por eso soy una voz en el desierto, muy minoritaria, defendiendo los fueros de la legalidad y la verdad. 

Pues el país quiere lo que hay, tanto que en la Cámara se acaba de aprobar el proyecto de ley que castigará con tres años y un día de presidio y multa millonaria al que diga las verdades que yo digo, como ésta de que la comitiva de Arellano estuvo el 30 de septiembre y no el 4 de octubre de 1973 en Cauquenes o que el juicio a Pinochet fue un  completo montaje. 

Entonces el Chile actual les da carta blanca a Hugo Gutiérrez y al comunismo y les dice "Apruebo" y lo que se proponen ambos es lo que vamos a tener.








sábado, 8 de agosto de 2020

Barbaridades Diarias

Estoy obligado a escribir todos los días porque las barbaridades son diarias. La última: condena a cinco años y un día contra el general Santiago Sinclair, ex miembro de la Junta, y otros oficiales, por supuestos "doce homicidios calificados" que, dice el diario, habrían cometido en 1973 en el "episodio Valdivia" de la causa conocida como "Caravana de la Muerte". Primera cosa: la Caravana no tuvo nada que ver en eso, pero fue condenada igual.

Los tres ministros de la Corte de Santiago que dictaron la absurda sentencia sin leer el expediente, Carlos Gajardo, Alejandro Madrid (caso Frei) y Paola Herrera, pasarán a la historia como autores de otro fallo disparatado de la dictadura judicial chilena. Más vale presumirles ignorancia que mala fe.

Pues en 1973 el general Sinclair, actuando dentro de la Constitución y de la ley, formó parte de un consejo de guerra que condenó a muerte a doce guerrilleros autores de numerosos delitos. 

Los sentenciadores de hoy demuestran ni siquiera haber hojeado el proceso, que ya tiene muchos años. Ni menos haber leído los libros relativos a él: "Simplemente Lo Que Vi", del abogado DC de izquierda, defensor de los guerrilleros, Andrés Aylwin; "De Conspiraciones y Justicia", de Sergio Arellano Iturriaga; y "La Verdad del Juicio a Pinochet", del autor de este artículo (puede adquirirse en este mismo blog.)

El consejo de guerra constituido en septiembre y octubre de 1973, actuando apegado a la ley vigente y contemplando el derecho a defensa de los procesados, en un anfiteatro de Valdivia y ante un público numeroso, condenó a muerte al guerrillero José Gregorio Liendo (Comandante Pepe) y a once de sus secuaces, que poco antes habían asaltado el retén de Neltume y, antes de eso, por largo tiempo habían asolado la zona con sus atentados y despojos violentos. Liendo, entrevistado por la periodista Nena Ossa en esa época, había declarado que si la guerra civil que se venía en 1973 no generaba un millón de muertos, "la revolución no iba a resultar". (Ver libro "Allende Thank You" de la citada periodista).

Lo más notable es que la comitiva de Arellano no tuvo participación en la condena. El jefe de zona de Valdivia, general Héctor Bravo Muñoz (ya fallecido) declaró en el mismo expediente que los ministros sentenciadores de hoy evidentemente no han leído: "En la primera visita que Arellano hizo a Valdivia, que según recuerdo debe haber sido entre el 23 y el 25 de septiembre de 1973, le dije taxativa pero cortésmente que, sin perjuicio de su nombramiento de Oficial Delegado, no interferiría en la sustanciación de las causas ni menos en los consejos de guerra que ya estaban en proceso y así lo aceptó y se hizo. La segunda visita de Arellano a Valdivia se produjo entre el 3 y 5 de octubre de ese mismo año, cuando ya sentenciados los inculpados por el consejo de guerra que afectó a Liendo y a las personas vinculadas a él, firmé el decreto de cumplimiento de las sentencias. Recuerdo que Arellano agregó su firma a la mía en el mismo decreto".

En el sitio web memoriaviva.com, de organismos de DD. HH., se comenta también el mismo consejo de guerra 1498-73. El derecho a defensa de los procesados fue tan efectivo que el abogado DC de izquierda Andrés Aylwin, representando a algunos guerrilleros, reconoció lo siguiente en sus memorias antes citadas: "las defensas que hicimos los tres abogados estuvieron bien sincronizadas y quedé con la impresión de que algún impacto podrían haber causado en el solemne consejo de guerra".

Otros miembros de la comitiva de Arellano fueron ahora también inexplicablemente condenados y uno, Pedro Espinoza, nada menos que a diez años. Todo insólito. Menos participación aún tuvo el piloto del helicóptero de la comitiva, Emilio Robert de la Mahotiere, que se limitó a manejar la máquina, no obstante lo cual los jueces actuales le impusieron 3 años y un día como "encubridor". Pilotar el helicóptero donde van personas que no participaron en el consejo de guerra ¿cómo puede ser "encubrimiento"? ¿Qué sucede con las cortes chilenas, que se han vuelto tan desvergonzadas?

Pero todos sabemos qué sucede: es otro "negocio raro". Condenas de efectos políticos (un ex miembro de la Junta) y pago de $ 1.910 millones a los familiares de los guerrilleros. ¿Qué importa que los hechos no sean delito, no sean verdad y estén prescritos y amnistiados? Integrar un consejo de guerra establecido en la ley y aplicar el código de Justicia Militar no puede ser delito. Y menos para quienes ni siquiera han participado. 

El móvil económico genera fallos absurdos: hace poco se condenó a un fiscal militar de Calama, Oscar Figueroa, por un fusilamiento múltiple de 1973 en que no pudo físicamente participar, pues a la misma hora conducía un consejo de guerra lejos del lugar de las ejecuciones, sin tener noción de que tenían lugar. ¿Cómo pudo ser? Es que los jueces de izquierda se han ido quedando sin culpables, por fallecimiento de los hechores, y entonces necesitaban culpar a alguien, cualquiera, para condenar al fisco a la millonaria indemnización, el verdadero objeto del litigio.

Resumen: un general (r) condenado por homicidio calificado cuando lo que hizo fue fallar dentro de la Constitución y de la ley. ¿Por qué? Por haber sido miembro de la Junta. Un brigadier (r) condenado a ¡diez años! pese a que ni falló ni participó en el consejo. ¿Por qué? Por ser muy nombrado en muchos procesos. Otros oficiales (r), que tampoco fallaron ni participaron, pero de nombres menos conocidos, condenados sólo a cinco años; y un piloto de helicóptero condenado a tres años y un día como encubridor de nada, pues sólo trasladó a los que no hicieron nada. ¡Oh vil dinero, cuántas prevaricaciones se cometen en tu nombre!

viernes, 7 de agosto de 2020

¿Usted Sabe Quién es Heriberto Novoa?

Si usted no sabe quién fue Heriberto Novoa, quiere decir que no es un ciudadano apto para ejercer el derecho a sufragio debidamente informado.

Heriberto Novoa era un carabinero de guardia en la Llama de la Libertad, en la plaza Bulnes, en mayo de 1980. Ese mes el MIR, grupo inspirado en el marxismo-leninismo, había asaltado tres sucursales bancarias y estimó que debía culminar su tarea asesinando al servidor del orden que custodiaba la Llama, y le dio muerte a tiros, a mansalva. Hoy es un héroe nacional no reconocido, olvidado.

Heriberto Novoa murió porque no hay nada que motive más el ejercicio de la violencia marxista-leninista que el imperio de la libertad, pues los que profesan el comunismo se proponen suprimirla en todas las instancias de la sociedad. 

Por eso el asesinato de Heriberto Novoa fue simbólico: custodiaba lo más representativo del régimen militar, nuestra salvación en 1973 de perder nuestra libertad y el testimonio de lo más valioso que ese gobierno legó al país: una sociedad libre. 

En efecto, bajo ese régimen los chilenos fueron recobrando sus libertades de trabajo, de elección diaria, de educación, de salud, de transporte, hasta culminar con la libertad política y electoral que les brindó el articulado permanente de la Constitución de 1980, a partir del 11 de marzo de 1990. Todo ello hizo posibles después treinta años de estabilidad y progreso que llegaron a su fin el 18 de octubre de 2019, cuando la Revolución Totalitaria Roja, de signo contrario, aprovechándose de un gobernante débil, sin convicciones, sin personalidad y listo para rendirse al primer embate, puso final violento al mejor período de nuestra historia independiente.

Hoy tenemos los testimonios directos de la pérdida de libertades con lo que sucede en la Araucanía, oyendo las grabaciones de una propietaria llorosa que debe abandonar su predio en medio de la agresión extremista y sin recibir el menor auxilio de la fuerza pública, poniendo así de manifiesto el amplio abandono de deberes en que ha incurrido Sebastián Piñera, cuyo gobierno ha dejado por completo de velar por los derechos básicos de los ciudadanos libres. Leer las cartas sobre la Araucanía en "El Mercurio" deja un vacío. ¿Alguna recuerda que en 1990 era una región próspera, agradecida del Presidente que había dado títulos de propiedad sobre 400 mil hectáreas y que en el plebiscito de 1988 había votado mayoritariamente "Sí"? ¿Alguien siquiera se ha preguntado por qué pasaba todo eso entonces, tan distinto de lo que sucede hoy?

Cuando comenzaba a escribir estas líneas me llamó el encargado agrícola de una propiedad de mi cónyuge para comunicarme que un sujeto ha entrado al predio pisoteando almácigos, acompañado de un gran perro y, ante su requerimiento de que no haga daño y la advertencia de que se trata de una  propiedad privada, le ha respondido altaneramente que él tiene pleno derecho a ingresar ahí, como si supiera exactamente lo que está pasando en Chile, es decir, que no hay gobierno ni autoridad. Pasa en la Araucanía y está comenzando a pasar en todo Chile. 

En este momento, desde Maipú hasta Santiago, hay numerosos predios particulares tomados, "nuevos campamentos". Y lo más sorprendente es que la mayoría de los tomadores son haitianos, colombianos y venezolanos, entrados en la oleada que admitió la excomandante Claudia en sus últimos meses de mandato.

Los que ignoran quién fue Heriberto Novoa y, por tanto, carecen de conocimientos adecuados para emitir un "voto informado", deberían haber reparado en la importancia que tuvo el restablecimiento del derecho de propiedad, de la libertad de iniciativas y de la entrega a particulares del derecho a fundar entidades educacionales, centros de salud privados y demás libertades. Recuérdese que los propios partidarios de regímenes liberticidas, como lo son, en particular, los comunistas, aprovecharon las libertades que les brindaba la Revolución Militar para fundar colegios y universidades comunistas. Así, fundaron a Universidad Arcis, aunque después la esquilmaron, defraudando a sus estudiantes. Los comunistas también fundaron el Colegio Latinoamericano de Integración. Compañeros de ruta suyos, como la Compañía de Jesús, aprovecharon también de fundar la Universidad Católica Alberto Hurtado. que subsiste hasta hoy. ¿Qué mayores testimonios de que la libertad económica está en la base de la libertad política?

Ahora estamos ad portas de que, bajo un régimen de facto, como el que se ha impuesto en Chile por la fuerza (como lo ha reconocido el senador Quintana, al hablar de un "parlamentarismo de facto") se lleve a cabo un plebiscito nacido de la amenaza de la fuerza. Yo en un principio me había negado a participar en este esquema institucional impuesto ilícitamente, pero  al ver cómo mucha gente ha recapacitado y se ha ido inclinando por votar "Rechazo" y extirpar así de raíz el tumor totalitario representado por la Asamblea Constituyente que derivaría de un triunfo del "Apruebo", pienso que a la ciudadanía de bien la cabe un papel como última defensa de nuestra libertad amenazada, votando "Rechazo" y lo voy a hacer.

Si la mayoría silenciosa, que por escepticismo pensaba no concurrir a votar, se hace presente en el irregular plebiscito del 25 de octubre, existe la posibilidad de que el país no se deslice por la pendiente totalitaria.

Aunque no sepa quién es Heriberto Novoa, carabinero héroe de la defensa de la libertad y aunque, por eso, su voto no sea debidamente informado, si así y todo concurre y vota "Rechazo", Chile todavía puede salvarse. He visto  que muchas personas, que inexplicablemente había anunciado que votarían "Apruebo", ahora han tenido a bien anunciar que han cambiado o "han entrado en período de reflexión". He leído que el propio Andrés Velasco ya se manifiesta dudoso y que columnistas ex comunistas ya han abandonado la idea de votar "Apruebo", ante la magnitud de la catástrofe institucional que el triunfo de esa opción representaría.

Chile puede salvarse y un gran paso hacia lograrlo es jugarnos enteros por el triunfo del "Rechazo" el 25 de octubre próximo, aunque ello ocurra sin tener plena información, en medio de un régimen de facto y bajo la amenaza de la violencia. Sería un ejemplo histórico de una aparente minoría inicial que se transforma en mayoría cuando se da cuenta de que se trata de salvar el destino de su propio país.

jueves, 6 de agosto de 2020

El Problema de No Hacerme Caso

Hace semanas propuse una cura para el Covid-19 que ha sido exitosa en Japón, Taiwán, Singapur e Islandia, países que la aplican y casi no tienen el problema. La cura consiste en el uso de la Budesonida, un remedio para el asma recomendado por el doctor de Texas, Richard Bartlett, y aplicado por él con éxito del ciento por ciento, es decir, se han curado todos los pacientes de Covid-19 que ha tratado. El mismo remedio se aplica en los antes citados países que han superado el problema.

Los aportes de los lectores de este blog, Ricardo Fernández y Marcelo Jorquera, han puesto al alcance de los chilenos la Budesonida, que se vende en Santiago con el nombre de Aerovial ($7.000) y que el primero de los nombrados usa hace más de diez años; y también con el nombre de Budasmal, de otro laboratorio, que el segundo nombrado compra en $ 16.590. Este medicamento debe emplearse con asistencia médica, pero recordando lo que aconseja el doctor Bartelett quien, siguiendo la recomendación de su hijo, dedicado a combatir incendios forestales, dice que se debe "apuntar al origen del fuego", es decir, en el caso del Covid-19, procurar que un respirador o nebulizador lleve el remedio al pulmón, donde eliminará la inflamación provocada por el virus y el paciente mejorará en pocos días.

Pero como los chilenos no me hacen caso, son los que más contagios tienen, según la información "Países Con Más Contagios" de "El Mercurio", que este diario dejó de publicar hace días. "Mataron al mensajero".

Hace unos días me dio risa que Meganoticias presentara, con carácter de "alarma mundial", el caso de los Estados Unidos, que tiene 3.896.848 contagiados y 143.269 muertos por el coronavirus. Pero resulta que Estados Unidos tiene 11.769 contagiados por millón de habitantes y Chile 17.304, es decir, un 47 % más. Y los  norteamericanos tienen también menos muertos por millón de habitantes, 433, y nosotros 445. Meganoticias es un típico caso de los que ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

En su columna dominical en "El Mercurio" Hernán Büchi dijo que en el mundo fallecen 150 mil personas diarias, de las cuales 2.200 mueren por el Covid-19; 2.600 por el Sida; 26 mil de cáncer y 50 mil por problemas cardiovasculares. El coronavirus es la menor de las amenazas a la vida.

Días antes la TV chilena, tan anti Bolsonaro como anti Trump, se había dedicado a destacar el horror del Covid-19 en Brasil, hasta que se dieron cuenta de que ese país tiene sólo poco más de la mitad de contagiados por millón de habitantes que Chile y sólo 374 muertos por millón, contra 445 de Chile.

Chilenas y chilenos, háganme caso por una vez: reabran la actividad económica y curen el Covid-19 con Budenosida (Aerovial o Budasmal) llevándolo directamente a los pulmones con un nebulizador o aspirándolo de una cánula y dejen al país en condiciones de ser nuevamente arrasado por las hordas comunistas, sin autoridad, sin orden público y sin  futuro, por lo menos hasta que un nuevo presidente reemplace a Piñera  y ponga mano dura para terminar con un mal mucho peor que el coronavirus: el ideario de la violencia comunista.

lunes, 3 de agosto de 2020

La Última Oportunidad

La más reciente encuesta Activa Research muestra que el apoyo al "Apruebo", es decir, a una asamblea constituyente que nos transforme en "Chilezuela", ya alcanza al 70 %. Toda una sorpresa a partir de lo que indicó la presidencial de 2017, en que a la izquierda se le "dieron vuelta" los suficientes votantes como para permitir el triunfo de Piñera. Pues en diputados y senadores la izquierda probó, en 2017, ser mayoría; pero al momento de también triunfar en la presidencial y poder cambiarlo todo, una parte de su electorado le dijo "¡un momentito!" y se pasó al otro bando en porcentaje suficiente para impedir que Guillier ganara y nos condujera a "Chilezuela".

Pero, como el destino no está escrito en piedra, el país se equivocó con Piñera y de todas maneras ahora se encamina a ser "Chilezuela" de la mano de éste. Pues el triunfo del "Apruebo" que auguran las encuestas significaría ni más ni menos que eso: asamblea constituyente y socialismo del siglo XXI. Pero el partido no ha terminado.

Con su ojo para detectar lo que está sucediendo, el senador Jaime Quintana ya nos lo describió: Chile hoy, dijo, vive "un parlamentarismo de facto". Pues no es "de iure", de derecho. La Constitución, que instituye un régimen presidencial, no habría permitido hacer lo que se está haciendo, pero ella ya dejó de regir para efectos prácticos. El parlamento se ha impuesto sobre un ejecutivo débil. Los cambios recientes se han aprobado violando el texto de la Carta, según el cual el Presidente de la República tiene "la iniciativa exclusiva" para modificar "las normas sobre seguridad social", sea que ello se intente mediante un proyecto de ley, uno de reforma constitucional o cualquier resquicio que se discurra. Simplemente, no puede hacerse. Pero se ha hecho. De facto.

Antes, las fuerzas armadas eran garantes de la institucionalidad y podrían haber levantado la voz. Nunca la levantaron y con el tiempo eso se derogó y ya no son garantes, desde 2005. 

También antes los jueces obraron de facto cuando condenaron a los uniformados en retiro violando preceptos básicos de la Constitución y, desde luego, el que dice: "ningún delito puede ser castigado con otra pena que la que señale una ley promulgada con anterioridad a su perpetración". Los militares (r) comenzaron a ser condenados por "delitos de lesa humanidad" creados por ley de 2009 y aplicada a sus conductas de los años 70 y 80. También las fuerzas armadas lo han dejado pasar sin la menor protesta y lo mismo ha hecho el resto de la sociedad. 

Pronto, cuando quede atrás la pandemia (pues "todo pasa") va a retornar la violencia, que está en receso debido al estado de excepción y al toque de queda. Este gobierno ya ha probado no poder controlarla. Es decir, tendremos parlamentarismo de facto más violencia.

Entonces vamos a sumar esos ingredientes, ya de por sí negativos, a la incertidumbre de "la hoja en blanco" sobre la cual va a escribir la nueva constitución la asamblea constituyente. La "incerteza" a que adujo Büchi como una de sus razones para irse a vivir a otro país (el diccionario de la Academia acepta el término, pero todos acá antes decíamos "incertidumbre") se va a agudizar. Bajo uno u otro sinónimo, una cosa es segura: habrá menos inversión y menos crecimiento. Es decir, menos empleo y más pobreza.

¿Qué ha hecho la mayoría del país en el pasado, cuando ha habido más violencia, más desorden, menos crecimiento, más desempleo y más pobreza? En 1952 eligió a un ex militar, ex dictador; en 1958 eligió a un hombre de derecha; en 1973 los representantes de la mayoría, interpretándola, llamaron a los militares a cambiar el gobierno, y nos salvamos. Es decir, este otro año el electorado podría volver a votar mayoritariamente por alguien capaz de sacarnos del camino a "Chilezuela", como creyó hacerlo en 2017, pero se equivocó, porque hasta ahora es la extrema debilidad de Piñera la que nos pone en ese camino. 

En resumen, pese a habernos equivocado, nos queda todavía una última oportunidad.