jueves, 28 de noviembre de 2019

Alegre Camino al Cadalso

Las principales ciudades del país parecen arrasadas por una guerra. Los saqueos e incendios continúan. La carreteras son bloqueadas por los que no quieren pagar el tag. Los carabineros se declaran sobrepasados por los vándalos que los atacan y a quienes no pueden responder, porque se les culpa de atropellar los derechos humanos por el uso de rifles antimotines y bombas lacrimógenas. Están limitados al carro lanzaaguas y a tirar de vuelta la piedras que les lanzan sus atacantes.

Los únicos que parecen haberse dado cuenta de lo que ha pasado son los que compran dólares y han hecho subir la divisa a casi 820 pesos. El resto camina confiadamente hacia el cadalso de abril, cuando en el "plebiscito de entrada" se acuerde preparar una nueva Constitución, cuya meta fundamental será debilitar el derecho de propiedad, para hacer pasar medios de producción al Estado. Se desmantelará así el ente más odiado por la mayoría en este momento, el "modelo neoliberal", como lo han bautizado, aunque sea nada más que un régimen que respeta la libertad personal y restringe al Estado a ser subsidiario.

Es que esa mayoría culpa al "modelo" del "malestar social" derivado de los bajos sueldos, las bajas pensiones, la deficiente educación pública y la pésima atención hospitalaria. Cree que si se le dan más recursos al Estado todo eso se solucionará. Pero se ha probado que si el gasto social fiscal llegara al 20 por ciento más pobre no habría pobres y cada hogar de bajos recursos tendría un ingreso de dos y medio millones de pesos al mes, que lo situaría en un nivel acomodado. Así, además, se terminaría con la desigualdad. Pero casi nadie hace caso de eso, sino que culpa de todo al "modelo". ¿Dónde se queda la plata que era para los pobres? Tal vez ayude a explicarlo el mirista inspector de DD. HH. que gana casi cinco millones de pesos mensuales y denuncia a Carabineros por abusos contra los manifestantes. O el pago que reciben cien mil falsos exonerados políticos. Ahí se va el "gasto social".

Piñera también apoya la nueva Constitución, o "la casa de todos", como la llamó él mismo, aunque eso no estaba en su programa. Es que se ha rendido a la izquierda y ha entregado todo. Lo peor para él parece ser la amenaza de ser acusado por la izquierda de violar los derechos humanos e incurrir en delitos de lesa humanidad. 


Entonces ha enviado un conjunto de proyectos de ley que podrían eventualmente autorizar a los uniformados a usar sus medios frente al caos, pero ahora con la autorización del Congreso, dominado por la izquierda. Quiere hacerla cómplice de la inevitable represión. Como ésta se ha dado cuenta de que el vandalismo, los saqueos y los incendios son ya intolerables y afectan a la población de todos los niveles, se ha asustado y ha aceptado. No porque sepa de alguna amenaza concreta de golpe armado a la institucionalidad, porque no la hay. Los uniformados aprendieron de la experiencia anterior a 1990, tras la cual todos los que actuaron contra el terrorismo han terminado presos y, lo que es peor, sin respetárseles siquiera su derecho a ser juzgados de acuerdo a las leyes.

Algo sorprendente ha sido que una de las primeras empresas privatizadas en que piensan los teóricos socialistas de la nueva Constitución, a la hora de debilitar el derecho de propiedad y para hacerla expropiable, es la eléctrica Enel, actualmente controlada por capitales italianos. Pero su CEO, Francisco Starace, ha dicho que el proceso de cambiar la Constitución es "extremadamente positivo para la sociedad chilena" y que la actual Constitución "la escribió la gente de Pinochet y debía cambiar". Nadie le ha informado que la Constitución ahora está firmada por Lagos. Starace hace recordar la frase de Lenin, cuando decía que los capitalistas le iba a vender a la revolución la soga con que los iban a ahorcar.

Más aún, dos tercios de los diputados de centroderecha son favorables a esa nueva Constitución, según informó "El Mercurio". Los desbordes de Desbordes y los aportes de los hermanos Ossandón hacen preguntarse quién quedará en la centroderecha para apagar la luz. 



A todo esto, hordas juveniles han invadido los malls de los barrios acomodados como La Dehesa, el Parque Arauco y el Paseo Los Dominicos. Con extintores en mano recorrieron los pasillos, mientras las tiendas bajaban apresuradamente las cortinas. No hubo saqueos ni incendios, aunque sí malos tratos. Fue una primera visita de inspección.

Y la CUT y la ANEF llamaron a paro general, haciendo su aporte a la crisis de ingobernabilidad. Pero el país ya parece acostumbrado a no funcionar. Con servicios públicos, profesores y hospitalarios en huelga, se completará un trimestre de contracción económica. Mientras tanto, se está  acordando trabajar menos horas y aumentar el ingreso mínimo y la pensión mínima a más de 500 mil pesos. Parece que todavía nadie les ha dicho a los chilenos que tendrán que pagar la cuenta.

martes, 26 de noviembre de 2019

La Quema del Costanera Center

La revolución marxista-leninista en curso tenía como blanco preferente el edificio más alto de Sudamérica, el Costanera Center, cuya construcción un empresario inició cuando se creó el modelo de sociedad libre en Chile, es decir, bajo la presidencia de Augusto Pinochet. Los revolucionarios de hoy querían convertirlo en la tea ardiente más alta de Sudamérica. No han podido, gracias a las medidas tomadas por el dueño, pero no han renunciado a ello.

Nunca más se construirá en Chile un Costanera Center, porque es evidente que, de acuerdo a los vientos que corren, nunca más habrá un gobierno de derecha que garantice la propiedad y la libertad que hicieron ese proyecto posible. Por el contrario, estamos entrando a ser "Chilezuela" y con amplio apoyo popular. Como "Júpiter ciega a quienes quiere perder", hay el doble de parlamentarios ¡de derecha! a favor de la Constituyente que partidarios de mantener la última tabla de salvación, la Constitución actual. Acerca de ésta mucho se miente. Pues se olvida que ha sido la más ratificada por el pueblo en sucesivas ocasiones después de 1980, cuando fue aprobada por el 67 %. En 1989 fue ratificada por una mayoría del 90 % y en 2005 por casi todo el Congreso Pleno. Entonces la firmó y promulgó el propio Lagos y la proclamó como ejemplarmente democrática.

Es que este país hoy parece endemoniado. Ayer vi el video de una veintena de mujeres jóvenes y completamente desnudas bailando en la Alameda, frente al Crown Plaza. Gritaban contra Carabineros, se contorsionaban, lanzaban alaridos guturales, algunas caían al suelo y finalmente terminaron en una orgía de empujones mutuos. Mientras, un vendedor de helados, el único cuerdo en la escena, continuaba impertérrito voceando su mercadería. En eso se ha convertido "la joya más valiosa de la corona latinoamericana".

Todos en ella razonan en torno a una gran mentira: que ha habido "un estallido social". ¡Falso! Ha habido un "estallido delictual". El delito se ha impuesto y reina en el país. Funaron al senador socialista Insulza por haber dicho  una verdad elemental: que nunca se debió haber permitido saltarse las barreras del Metro. Cuando el Gobierno transigió en eso comenzó todo. Si ello se hubiera reprimido con energía, tal vez no habría sobrevenido nada de lo demás. 

Segunda mentira generalizada: "el modelo ha hecho crisis". Falso. Al modelo le debemos haber sido proclamados como "la joya más preciada de la corona latinoamericana". Lo que ha hecho crisis es el Estado, pues el gasto social que financiamos los contribuyentes no les llega a los pobres. Si les llegara a los del 20 % de menor ingreso, cada familia tendría dos y medio millones de pesos mensuales, es decir, no habría pobres y Chile sería uno de los países más igualitarios del mundo. Así es que el problema social y el de la desigualdad se originan en el Estado y no el mercado.

Pero todo el mundo dice que la desigualdad nace del "modelo". Porque Júpiter ciega a quienes quiere perder. Y Chile está hoy perdido.

Como no hay autoridad, reina el delito y el país está paralizado por una huelga ilegal de funcionarios estatales. Si hubiera autoridad, se aprovecharía para despedir hoy mismo al exceso de burócratas que no se presentaran al trabajo, porque los funcionarios públicos, por ley, no pueden declararse en huelga. Pero tenemos un gobierno que no es capaz de hacer respetar la ley.

El Estado nunca va a solucionar los problemas, porque es el problema, pero acá estamos dedicados a perseguir al mercado, que es la solución, y no a reducir el Estado. Es que Júpiter ciega a quienes quiere perder.

La politización del estallido delictual ha llevado a que hasta el campeonato de fútbol haya debido suspenderse, porque jugadores de izquierda, de sueldos millonarios, han querido así contribuir al caos revolucionario y a la paralización del país. Y éste,efectivamente, se está paralizando. 

La revolución marxista-leninista quiere derribar a Piñera porque ahora, cuando faltan menos de dos años para la próxima elección, su reemplazante lo designaría el Congreso Pleno, donde tiene mayoría la izquierda. Es decir, quieren consumar el retorno de Chile al socialismo con un Presidente de izquierda.

De la anterior revolución socialista, la de 1970 a 1973, nos libró un Pinochet. Pero les tengo otra mala noticia: nunca más habrá un Pinochet, porque la Unión Soviética lo demonizó en todo el mundo, incluido Chile. 

¿Despertará Chile a la razón? Somos muy pocas las voces que hacemos algo por despertarlo. Si gana el "No" en abril se podría contener la hemorragia económico-social que estamos sufriendo por la incertidumbre. Si gana el "Sí", la hemorragia se prolongará por más de un año y tal vez por dos. Difícilmente el enfermo la resistirá. Pero, si sobrevive, todavía habrá un "plebiscito de salida" que, si lo ganara el "No", podría al fin y al cabo y si no es demasiado tarde, salvar a la Constitución actual y al modelo, tras enormes pérdidas nacionales y sociales. En fin, también en 2021 habrá otra elección presidencial donde, según todos los precedentes nacionales, el candidato del orden y la legalidad debería ganar.

En conclusión, mientras no quemen el Costanera Center, e incluso después de dos años adicionales de agonía, Chile podría volver a respirar. Pero la plata del uno por ciento más rico, que en estos días se está yendo apresuradamente al exterior, difícilmente alguna vez va a volver para que la izquierda de nuevo se la vuelva a seguir tratando de apropiar.


viernes, 22 de noviembre de 2019

¿Qué se Siente, Sebastián?

Te aliaste con los comunistas para denigrar al Gobierno Militar. Acusaste a los partidarios de éste --que te habían elegido (equivocadamente)-- de "cómplices pasivos". Declaraste a Volodia como "un grande de la historia de Chile". Dijiste que Pinochet había sido peor gobernante que Allende. Financiaste los gastos de la enfermedad de Gladys Marín. Después estuviste, vis-a-vis con Raúl Castro, haciendo guardia de honor en la capilla ardiente de Chávez. 

¿Y de qué te ha servido? Igual Amnesty International te ha condenado como violador de los derechos humanos. La misma Amnesty International con la que hacías causa común para condenar a Pinochet. La misma Amnesty International fundada por el comunista Alec Digges en 1961, siguiendo órdenes del Kremlin, y que en aras de las apariencias propuso a Peter Berenson, que no era comunista, sino "compañero de ruta", para presidirla. Pero si bien éste inicialmente señaló que no quería ser "tonto útil", después recapacitó, es de suponer que por "buenas razone$". Todo documentado y probado por el historiador Claudio Véliz en "Estudios Públicos" del CEP N°108 de 2007.

Ahora Amnesty te acusa a ti de violador de los DD. HH. "Cría cuervos y te sacarán los ojos". Y lo peor es que ni siquiera puedes derrotar al terrorismo. Al menos Pinochet lo vencía y lo venció. Cuando los guerrilleros rojos le hacían lo mismo que a ti, asonadas armadas revolucionarias, él no les contestaba con perdigones, sino que declaraba el estado de sitio y el toque de queda, y llamaba a veinte mil militares a las calles a poner término a la asonada. Y ésta duraba apenas un día. El 12 de agosto de 1983 los comunistas habían declarado que iban a derrocar por la violencia a Pinochet. Pero éste puso a su contingente en las calles, hubo 19 muertos y 23 heridos y el conato revolucionario duró un día. Tú ya llevas 25 muertos y la revolución no tiene visos de terminar. 

Escribió un historiador al respecto: "El 26 de agosto (de 1983) el gobierno, trazando un camino claro en vías de la normalización interna, no renueva el estado de emergencia" (Rojas, Gonzalo, "Chile Escoge la Libertad", p. 517.) Así actúan y tranquilizan al país los gobernantes que tienen pantalones. 

Y por eso Pinochet pudo condecorar con la medalla "Misión Cumplida" a sus hombres en 1990 y entregar a su sucesor un país próspero y pacificado. Porque supo derrotar a la subversión. ¿Tú crees que vas a lograr lo mismo, o ella te derrotará a ti, tras tú haberle concedido todo lo que pedía y, además, haberla llenado de garantías y dinero?

Te faltan la energía y el coraje de un verdadero estadista. Rindiéndote ante el adversario que te amenaza con la destrucción y la violencia nada obtendrás. ¿Quién te va a defender? ¿Tú crees que el título de propiciador del mayor número de querellas contra militares te va a servir para que los militares te salven hoy? Les prometiste como candidato finalizar los juicios y aplicar la prescripción e hiciste todo lo contrario: los perseguiste. Has sido coautor activo de la prevaricación de que los ha hecho víctimas la dictadura judicial de izquierda. ¿Y ahora quieres que ellos pongan dócilmente sus cuellos en la guillotina para salvar el tuyo? 

"Por donde pecas pagas", Sebastián. Te querellaste contra ellos por combatir a los terroristas y ahora quieres que te defiendan de los terroristas. Te plegaste a todas las diatribas comunistas ideadas por el KGB para demonizar mundialmente a  Pinochet y hoy te encuentras con que el demonizado eres tú y tu única salida, para que el país entero no termine arrasado por la violencia, es hacer lo mismo que hizo Pinochet: derrotar a la subversión en el terreno de los hechos. Pero no tienes pasta para eso.

¿Qué se siente, Sebastián, al ver que el único camino para salvar al país de la devastación es el que recorrió Pinochet? ¿Quemarás todo lo que has adorado y adorarás todo lo que has quemado? 

Yo sé lo que sientes. Y sé que no vas a tener la hombría de decir "me equivoqué", de pedir perdón a los que tan injustamente has perseguido, de indultar a tus víctimas, como sería tu obligación; y de garantizar a sus sucesores activos de hoy que, si vuelven a salvar a este Chile a punto de hundirse, les vas agradecer en lugar de entregarlos a la vindicta marxista.

Todavía puedes huir, como te aconseja tu naturaleza. Pero te predigo que, más temprano que tarde, tal como surgieron Pinochet y la Junta hace 46 años, surgirá una generación de hombres capaces que, con el mismo apoyo mayoritario de aquéllos, van a volver a reconstruir el país devastado que tú nos habrás legado como única y penosa herencia de tu infinita sed de figuración y tu incapacidad para ejercer la autoridad.

lunes, 18 de noviembre de 2019

Detengamos la Hemorragia el 20 de Abril

No ha habido un estallido social, sino un estallido delictivo, es decir, antisocial. Lo que pasa es que el nombre se lo pusieron a la revuelta marxista los periodistas de izquierda, que dominan las pantallas, los titulares y los micrófonos. Pues lo único que ha estallado ha sido la comisión de delitos de daños, destrucción, incendio, saqueo y maltrato de obra y de palabra a carabineros y militares. El gobierno, antena repetidora de las consignas de la izquierda, no cumple su principal misión, velar por el orden público, así es que delincuentes y terroristas, muchos a sueldo, hacen lo que se les ocurre. Los carabineros son más vigilados que los delincuentes. Inspectores de DD. HH., que ganan sueldos fiscales de casi cinco millones de pesos al mes, andan escudriñando para poder acusar a los carabineros. Después éstos serán pasto de la justicia de izquierda. Es una vergüenza: sujetos que están en el decil más alto del ingreso, por su abuso contra las arcas del Estado, velan por impedir que se reprima a los delincuentes. Entonces ¿cómo van a cesar los desórdenes, si se persigue a los policías y se garantiza impunidad a los malhechores?

Recorrer hoy Santiago es como caminar por una ciudad devastada por la guerra. Los maleantes han destruido los semáforos y a las horas (pocas) en que la gente se atreve a salir se forman enormes tacos. El costo económico de la barbarie es enorme, mucho más allá de los daños materiales. Las exportaciones han caído en mil 400 millones de dólares en la segunda quincena de octubre. El turismo ha disminuido en 35 % ("La Tercera", 18.10.19). La economía se está desangrando. Chile está como la Plaza Italia, hoy un "mustio collado" de pasto seco, el Soldado Desconocido derribado y "desaparecido", el general Baquedano vejado, insultado y pintarrajeado. En la base de su monumento se lee "Piñera asesino" ¡Justicia divina!, exclamaría Julito Martínez, castigando al denostador del gobierno militar y de Pinochet, quien sí sabía combatir el comunismo y mantener el orden. Los suyos eran tiempos en que se daba garantía a los carabineros y mano dura a terroristas y delincuentes, hoy dueños de la opinión y del país y favorecidos con gigantescas indemnizaciones.

La única manera de detener el desangramiento de Chile es votar "Rechazo", es decir, No, el 20 de abril, lo que mantendrá la actual Constitución, que garantiza el orden y le ha dado a Chile el período más prolongado de crecimiento económico, paz social y estabilidad política de su historia independiente. Solamente un enajenado podría pensar en reemplazar la Carta Fundamental que le ha dado al país todo eso. Lo malo es que Chile está enajenado. En el discurso por cadena nacional de Piñera anoche habló como si ya la Asamblea Constituyente o su equivalente Convención, impulsada por sus opositores, se hubiera consagrado. Hasta usó las palabras engañosas de ellos para describirla: "la casa de todos". Es que le han colonizado la mente. Pero si triunfa la opción Sí o "Acepto", el 20 de abril continuarán la hemorragia y el desangramiento de Chile, porque nadie sabrá en qué va a terminar eso y la mayoría sospechará que en regímenes como el de Maduro en Venezuela y Morales en Bolivia. ¿Quién va a invertir en Chile si durante nueve meses (o más probablemente un año) la convención constituyente no va a resolver, por ejemplo, cómo se garantizará el derecho de propiedad, tan sólidamente protegido en la Constitución actual? ¿Ustedes creen que inversionistas extranjeros como Walmart van a confiar en los que han permitido que, hoy con protección constitucional y todo, les destruyan sus supermercados y les roben sus existencias de mercadería, con pérdidas de miles de millones de dólares? Y si triunfa el "Sí" el 20 de abril la incertidumbre sobre su derecho de propiedad se va a intensificar.

No se le puede seguir mintiendo tanto al país: aquí no hay otra crisis social que la proveniente de que la burocracia izquierdista se roba el dinero destinado a los pobres. Nadie ha podido desmentir la afirmación de que, si se le diera al veinte por ciento más pobre de los chilenos la totalidad del gasto social que les destina el presupuesto, cada familia percibiría dos y medio millones de pesos mensuales y dejaría de ser pobre, todo según cifras de la Dirección del Presupuesto. Ahí esta la raíz del malestar y la desigualdad: en que la burocracia izquierdista se queda con la plata que los contribuyentes les damos a los pobres. Se quedan con ella tan injustamente como el inspector de DD. HH. que gana casi cinco millones mensuales, es del MIR y anda buscando evidencia para meter presos a los carabineros por reprimir el delito. ¿Quieren más igualdad? Entonces supriman ese robo de la izquierda al fisco.

Si no hay un gobernante --y no lo hay-- que restablezca el orden público, la hemorragia económico-social, el descontento y la destrucción van a continuar, porque el estallido delictivo va a seguir. Pero el país no resiste otros nueve meses o un año de incertidumbre, como habrá si triunfan el Sí y la opción "Acepto" el 20 de abril. No es verdad que los 2/3 para aprobar cualquier norma sean una garantía de los derechos, porque si no se alcanza ese quórum la materia quedará fuera de la Constitución y se regirá por una ley ordinaria, que necesita simple mayoría para ser aprobada. Es seguro, entonces, que el derecho de propíedad, si hay nueva Constitución, va a dejar de tener el respaldo de 2/3 y va a quedar sujeto a la mayoría ocasional de la mitad más uno. Y con eso Chile se puede despedir de la inversión, no sólo extranjera, sino nacional, porque ¿confiaría usted, por ejemplo, en que "Retroexcavadora" Quintana no se aproveche de eso para expropiar y entregar al Estado lo que a él se le ocurra?.

Si la mayoría no detiene la hemorragia votando No, es decir "Rechazo", el 20 de abril (y parece que, según las encuestas y el manejo que la izquierda hace de la opinión pública, no lo logrará), tenemos por delante dos años negros para Chile, con un gobernante incapaz de garantizar el orden, rendido a la izquierda y acogiendo sus consignas; y una economía que se desangra. Se pagará un costo enorme antes de que en 2021 la mayoría nacional reaccione ante el caos, como siempre lo ha hecho (1952, 1958, 1973), y entregue La Moneda a un gobernante que garantice el orden, la estabilidad y la mano dura contra el estallido antisocial.

viernes, 15 de noviembre de 2019

La Alegría ya Viene

Hay una antigua historia de la India sobre la imprevisibilidad de la existencia. Un rico terrateniente era padre de un hijo al que adoraba y dueño de un pony que era lo más preciado por ambos. Cierto día el pony desapareció y padre e hijo cayeron en un mar de lágrimas de pena y dolor. Estaban en lo más hondo de la depresión cuando el pony regresó, acompañado de una estupenda yegua árabe. Entonces padre e hijo ya no cabían en sí de felicidad. Pero después el segundo, montando la yegua árabe, tuvo una fea caída y se quebró una pierna. Padre e hijo volvieron  quedar sumidos en la desgracia. Estaban sufriéndola cuando llegaron a su casa unos agentes de la oficina de reclutamiento para enrolar al hijo en una guerra. Pero éste se libró debido a su pierna quebrada. Posiblemente así salvó su vida y entonces padre e hijo de nuevo no cabían en sí de felicidad. Moraleja: en la vida nunca sabemos qué va a ser para bien o para mal.


Los chilenos normales ayer estábamos desolados por la destrucción del país por los vándalos rojos y porque se había caído en la trampa de la Asamblea Constituyente, idea comunista que ha llevado a otros países como Venezuela y Bolivia a la pérdida de la democracia. Ayer pensábamos que la perspectiva era ominosa, porque las encuestas señalaban un respaldo mayoritario (absolutamente irracional) a la AC. Pero hoy hemos despertado con la noticia de que en abril habrá un plebiscito en que se preguntará a la ciudadanía si vota Sí o No a una nueva Constitución y, en seguida, cómo estará integrado el ente que la preparará y propondrá al país. Este plebiscito es hoy inconstitucional, así es que deberá haber antes una reforma constitucional para llevarlo a cabo.

En todo caso, es una excelente noticia, porque en abril es seguro que la gran mayoría cuerda del país, la de los 16 millones que nos quedamos en la casa cuando un millón doscientos mil salían a la calle golpeando cacerolas, se habrá dado cuenta del desastre que provocó la revolución comunista conducente a una AC y votará mayoritariamente No a la idea de cambiar la actual Constitución.

Hace 24 horas nadie habría podido predecir que el sentido común, la sociedad libre y el bien futuro de la patria iban a tener en abril semejante pingüe ocasión de recobrar la razón perdida, sobre todo habiendo visto el desastre que han provocado en la economía, la vida diaria y la tranquilidad de las personas la insurrección marxista y la perspectiva de que los totalitarios gobiernen.

En particular, de aquí a abril hay tiempo suficiente para que una gran mayoría de los chilenos se compenetre de que los recursos para satisfacer su reclamos de insuficiencia material ya están en manos del Estado, pero los capturan los políticos y sus clientelas electorales. Demasiadas veces he repetido que si el gasto social fiscal se enviara en un cheque-voucher al 20 % de las familias más pobres del país, cada una tendría dos y medio millones de pesos mensuales de ingreso para vivir más que satisfactoriamente y en Chile no habría pobres. Además, esa medida conduciría a hacernos un país con una de las más igualitarias distribuciones del ingreso.

Reitero que el No tiene una altísima expectativa de triunfar, sobre todo si el actual Presidente designa en Interior a una persona con atributos para mantener el orden público y presenta su renuncia por incapacidad absoluta de garantizarlo, siendo ésta una de las dos misiones fundamentales de un Presidente (la otra es la defensa de la soberanía). Con el orden público garantizado podríamos encontrarnos con que, en pocos meses, se podría recuperar la tranquilidad interna y la certidumbre económico-social que tan severamente han castigado al país, generando un retroceso productivo, US$35 mil millones de dólares de disminución del patrimonio bursátil, 300 mil empleos perdidos y depreciación de la moneda. Todo ello provocado por el vandalismo, desórdenes, incendios, saqueos y bloqueos de calles y carreteras, debido a que se ha privado a la fuerza pública de autorización para usar los medios para reprimir la barbarie, y por el anuncio de nueva Constitución a partir de una "hoja en blanco".

Henos aquí, entonces, saliendo de la depresión y llenos de esperanza, formando parte de un No mayoritario que nos volverá a unir con todos los que se habían fugado del antiguo Sí y plenos de optimismo, por tener una razonable certeza de que en unos meses más el país habrá dejado atrás la pesadilla y la incertidumbre, estará  gobernado por alguien capaz de mantener el orden público y diciéndonos esperanzadamente que "la alegría ya viene".

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Chile Hoy: ¿Chamberlain o Churchill?

Piñera se rindió a la izquierda violenta. Terminará haciendo lo que ella dice. A la cabeza de la subversión están, como siempre, los comunistas. Todos sus yanaconas, estilo Heraldo Muñoz, Álvaro Elizalde y Carlos Maldonado; los "tontos útiles" Jackson y Boric, y el infaltable kerensky, Fuad Chahín, todos impulsando la revolución roja representada por AC, Asamblea Constituyente, lo mismo que usaron Chávez, Maduro y Evo Morales para hacerse del poder, aunque a este último lo hayan logrado echar ayer.

Si Chile no se alza ante la rendición incondicional de Piñera a la violencia comunista, la sociedad libre colapsará y no tendremos salida, porque AC triunfará, pues el pueblo está engañado. Sólo repite consignas y la mayoría las cree. Le han dicho que si hay AC los sueldos subirán, los precios  bajarán, habrá educación gratuita y de calidad y atención de salud de primera para los pobres. y que para eso se debe despojar a los ricos y repartir la plata más igualitariamente. Es decir, la receta comunista tradicional, que creíamos que se había extinguido al caer el Muro de Berlín.

Piñera se ha rendido tal como lo hizo Chamberlain ante Hitler, porque no tiene pantalones para enfrentar la violencia terrorista. Pero, tal como Chamberlain, "se ha humillado para evitar la guerra, pero tendrá la humillación y también la guerra", según le dijo Churchill..

Todos los supuestos frutos de la AC son falsos, pero es el mismo mensaje de que es la "gran solución" que ha comprado Piñera, que es otro "compañero de ruta" de los comunistas. Son frutos falsos porque el Estado y el gobierno tienen, hoy, demás, los recursos para que los pobres mejoren sus ingresos, tengan buena educación para sus hijos y mejor atención de salud, junto con más igualdad de ingresos entre los chilenos.

He repetido una y otra vez una verdad certificada por el ex ministro de Hacienda Rolf Lüders: si el gasto social fiscal contemplado en el Presupuesto se le diera directamente al 20 % de las familias más pobres de Chile, cada una tendría un ingreso mensual de dos y medio millones de pesos, es decir, no sería pobre sino que pasaría a ser del sector acomodado que hasta debe pagar impuesto global complementario.

¿Por qué no sucede esto? Porque una burocracia de izquierda se queda con el 60 por ciento del gasto social a través de 580 programas estatales que no cumplen su tarea, pues sólo sirven para que tengan "pegas" los clientes de los partidos políticos de izquierda. Eso es lo que debe terminarse.

Igualdad: si cada familia pobre tuviera dos y  medio millones de pesos mensuales no sería pobre y Chile pasaría a ser un país más igualitario que la mayoría. ¿Por qué no se puede hacer esto? Porque los políticos que manejan el país, ganan sus votos dando "pegas" a los apitutados que se quedan con el 60 por ciento del gasto social fiscal.

Los que piden AC son los que se quedan con la plata que debería ir a los pobres. Si además estos pudieran captar la plata fiscal que se destina a cien mil falsos exonerados de izquierda y se terminaran los privilegios en pensiones, educación gratis y salud gratis que los extremistas obtuvieron de las comisiones Rettig y Valech, desaparecería la pobreza de nuestro país. Pero una complicidad tácita y antigua de Piñera con el comunismo impide que esas rectificaciones se hagan. Y ahora Piñera se ha rendido públicamente a la violencia de extrema izquierda, entregando la Constitución, el pánico se ha apoderado de toda la ciudadanía honrada, el dólar llegó a 800 pesos y la  Bolsa de Valores se ha desplomado. Ha sufrido la humillación y no ha evitado la violencia.

Pero Chile ya no pude resistir más la complicidad de Piñera con la extrema izquierda, que quiere llevar a un pueblo engañado por eslóganes falsos a establecer la AC que precedió a Chávez, Maduro y Evo Morales.

Aquí el primer paso consiste en conseguir que haya un Presidente que restablezca el orden público y termine con los saqueos, incendios, asaltos y bloqueos de rutas. Pero ni las Fuerzas Armadas ni Carabineros pueden hacerlo, porque ya una vez lo hicieron y la izquierda se ha vengado, con la complicidad activa de Piñera, y han metido a todos los uniformados presos. Luego, los únicos que podrían enfrentar la violencia con sus armas no lo hacen porque les esperaría la cárcel. No le creen a Piñera ni a las garantías que éste podría ofrecerles. Ya los engañó antes. Nadie confía en él.

La única salida que tiene Chile hoy para evitar perder su democracia por la vía de la AC y terminar como Venezuela o Bolivia, que también tuvieron sus AC antes de perder sus democracias, es que haya un gobernante creíble para las FF. AA. y Carabineros y que les garantice que no serán víctimas de la venganza comunista.

Por eso Piñera debe nombrar ministro del Interior a José Antonio Kast y enseguida renunciar a la Presidencia, dejando la vicepresidencia en manos de aquél, para que pueda ofrecer garantías a las Fuerzas Armadas y Carabineros de que si enfrentan al terrorismo violentista con los medios de que disponen no serán objeto de la venganza de los jueces rojos y las querellas del propio Piñera. En esa forma se pacificaría inmediatamente el país.

Si después se consigue que el gasto social fiscal llegue íntegro al 20 por ciento más pobre, habrá una inmediata sensación de bienestar y pacificación social. Y con el orden y la redistribución del dinero fiscal volverá la prosperidad económica y, estoy cierto, en la elección presidencial que deberá tener lugar ciento veinte días después de la convocatoria tras la renuncia de Piñera, la mayoría silenciosa de los chilenos votará por el orden, la prosperidad, la sociedad libre y la democracia, y recuperaremos la tranquilidad pública, la estabilidad y la libertad que hoy están tan gravemente amenazadas.

lunes, 11 de noviembre de 2019

Sálvese Quien Pueda

En mi juventud leí un libro que en estos días he recordado frecuentemente. Se titulaba "La Tribu que Perdió la Cabeza", del autor inglés Nicholas Monsarrat. Refería el caso de una isla colonial inglesa de la costa africana, donde había mucho orden y todo funcionaba muy bien, de modo que se progresaba mucho. Tenía una clase dirigente de ingleses acaudalados y autoridades de la gobernación, que vivía muy bien; y una población nativa de raza negra que, por su parte, vivía mejor que el resto de África. En conjunto, todos se entendían bien. O eso creían. En un momento dado llegaron allá periodistas de izquierda londinenses y algunos religiosos progresistas ingleses. Convencieron a la población local de que estaba siendo abusada por las autoridades coloniales y los hombres de negocios dueños de las principales empresas. Con el concurso de un joven revolucionario local que había estudiado en Oxford, lograron montar un movimiento anticolonial que degeneró en la vía violenta para "cambiar las estructuras". La insurrección asesinó al gobernador, destruyó las instalaciones fabriles, agropecuarias y de transporte ferroviario y finalmente consiguió la independencia de Londres.

Consumada la revolución y la independencia, los izquierdistas ingleses volvieron a Inglaterra como si tal cosa, pues periodistas y religiosos vieron que ya no era ningún agrado vivir en la isla africana, y se olvidaron del asunto. Pero en la nueva nación todos quedaron mucho peor, pues ya no había orden público ni inversionistas o empresarios que contrataran gente ni autoridades inglesas que garantizaran la paz interna. Al contrario, había mucho desorden y reinaba delincuencia. En resumen, la ex colonia ordenada se había transformado en una tribu donde reinaba un caos indescriptible.

En estos días he vuelto a recordar esa novela, porque Chile ha perdido la cabeza y está en medio del caos. Está viviendo la misma experiencia de la tribu. En buen chileno, parece que vamos a volver a la UP. Hemos demorado poco más de 40 años en "reabrir las anchas alamedas". Pero, al mismo tiempo, ahora entiendo lo que cree esa enorme masa que se moviliza y a cuyo amparo se cometen saqueos, incendios y atentados. Esa masa sale a desfilar constantemente, golpeando cacerolas vacías como lo hacían las dueñas de casa bajo Allende, cuando no había qué comprar en los supermercados y él decía que quedaba harina para pocos días más. Pero ahora, pese a que los encapuchados han sembrado el terror y por eso muchos establecimientos han debido cerrar por incendio o por saqueo, todavía no hay escasez. Sí la había en 1973, porque Chile era una nación en la cual casi nadie producía y todos querían consumir con billetes de emisión incontrolada y que no valían nada. Pero ahora la revolución sucede cuando estaba todo bastante ordenado y, si bien el país crecía menos y las cuentas nacionales habían comenzado a empeorar, todavía éramos un "oasis" en comparación con países como Venezuela, por citar el caso extremo, o Argentina, cuya economía desde hace años se ha tornado inmanejable.

Pero ahora entiendo lo que esa enorme masa de desfilantes cree entusiasmada: que le va a llegar el bienestar cuando tenga "una nueva Constitución". Ellos piensan que si la consiguen, los sueldos van a ser mejores, los precios van a ser más bajos, todos los colegios van a ser excelentes y se van a terminar las listas de espera en los hospitales. Cree que es cuestión de que todo eso lo diga una nueva Constitución y ésta se lo encargue al Estado, para que ello se transforme en realidad.

Se han cumplido treinta años desde que cayó el Muro de Berlín y eso a los chilenos no nos ha enseñado nada, porque esas multitudes que marchan por las calles lo que quieren, en el fondo, es que se establezca un régimen como el que tuvo que edificar el Muro para que no se le arrancaran todos los habitantes hacia otro como el que los revolucionarios chilenos de hoy quieren cambiar. Y los dirigentes políticos de los partidos de izquierda, radicales, socialistas, PPD, frenteamplistas y comunistas, partidarios de una sociedad como la que estaba detrás del Muro, se aprestan a gobernar en Chile.

¿No es una locura? Pero ¿quién dijo que la mayoría de los chilenos de hoy son cuerdos?


Y, así, todos repiten como un mantra "nueva Constitución": la izquierda, la derecha, el gobierno, la oposición y hasta monseñor Celestino Aós en nombre de la Iglesia Católica. La tribu perdió la cabeza. "El país despertó", sí, pero despertó mucho más tonto que antes de quedarse dormido. Su problema es que no hay orden público, porque la fuerza pública ya no puede usar sus armas. Hasta el 18 de octubre se defendía como podía con balines de goma y bombas lacrimógenas, pero también ahora se los van a prohibir, porque usarlos constituye atropello a los derechos humanos. Como dice Fernando Villegas, ahora los carabineros sólo pueden defenderse a empujones. Se perdió el orden público.

Un norteamericano nacionalizado chileno, John Cobin, que formó un movimiento para que más norteamericanos se vinieran a Chile porque, decía él, allá había demasiado socialismo (su movimiento se llama "Escape de Estados Unidos Ahora"), ahora está preso porque ayer le disparó a una turba que atacó su automóvil en Reñaca, hiriendo a uno. Tenía arma inscrita y autorización para portarla, pero el Intendente se querellará contra él por "homicidio frustrado", como si él hubiera sido el delincuente que salió a atacar a la turba y no al revés.

Ayer en Maipú otra turba ocupó media hectárea de propiedad de mi mujer, dando como razón que era mía. Nadie puede recuperar la propiedad, confiscada por ser mía, aunque no sea mía. Confiscación "ad hominem".

Una persona de una entidad financiera me dijo ayer que a través de ella el uno por ciento más rico de los chilenos, amenazado con tributos más altos, por un nuevo impuesto al capital y, más encima, por cualquier turba que lo asalte en la calle u ocupe sus propiedades, ha sacado diez mil millones de dólares del país desde el 18 de octubre, a través de esa sola firma. Así responde el uno por ciento más rico cuando lo persiguen: fugándose.

Un pequeño empresario me dice que piensa acogerse a la ley de quiebras, porque ya no puede funcionar por los desórdenes, ha perdido clientela y no tiene cómo pagar sus deudas.

En resumen, hay otro lema en el Chile de hoy, además del de "nueva Constitución": "sálvese quien pueda".

sábado, 9 de noviembre de 2019

Nuestro Derecho a Ser Estúpidos

Cuando bajo Bachelet II se emprendió la tarea de destruir el modelo chileno, el intelectual inglés Niall Ferguson comentó que estábamos ejerciendo nuestro derecho a ser estúpidos.

Durante las últimas semanas lo hemos ejercitado con entusiasmo, convirtiendo a la segunda mejor economía de América Latina (los esfuerzos de Bachelet II nos habían hecho perder el primer lugar a manos de Panamá) en otra más de las sociedades socializantes que entran en recesión, aumentan su burocracia, déficit fiscal y deuda pública y persiguen a los inversionistas y emprendedores. Ahora ya estamos pasando a engrosar el número de los que estaban peor que nosotros. Desfiles masivos apoyan alegremente, con muchos obesos y obesas golpeando "cacerolas vacías", esta revolución que nos va a dejar peor.

Se culpa del descontento a la desigualdad y carencias que generaría el modelo chileno, pero se puede terminar con ellas fácilmente, sin necesidad de destruir ni incendiar, pues los recursos ya están. Son los del llamado "gasto social" para los más pobres, que supuestamente debería ir a éstos, pero no les llega, pues "la parte del león" la retiene la burocracia de 580 programas sociales que tiene el Estado. Éste, como siempre, es "EL problema". Los sueldos que paga a sus burócratas son muy superiores a los del sector privado ("El Mercurio", 08.11.19, A-3). Si el Estado, en vez de gastar el 60 % del gasto social "administrándolo" le mandara un cheque al 20 % de los chilenos más pobres por el total de ese gasto social, no habría pobres, pues cada hogar recibiría dos y medio millones de pesos mensuales (Rolf Lüders, "La Tercera" 01.11.19). El jefe de familia del 20 % más pobre sería "rico" y hasta tendría que pagar Impuesto Global Complementario. Los pensionados pobres, obviamente pertenecientes a ese 20 %, pasarían a vivir en un hogar bastante rico y su problema de precariedad desaparecería.

Así se terminaría la "indignante" desigualdad de ingresos y el indicador Gini pasaría a ser de los más bajos de la OECD. Es decir, si no ejerciéramos tanto nuestro derecho a ser estúpidos, terminaríamos con la desigualdad y no saldríamos en masa a reclamar contra ella.

En el ejercicio del mismo derecho, una mayoría cree que cambiando la Constitución pasaríamos a ser más iguales. Pues se quiere cambiarla con el exclusivo fin de facilitar la expropiación de los medios de producción particulares para poderlos entregar al Estado. Por eso el intelectual de izquierda, Carlos Peña, ha dicho que para qué incendiar al país presionando por otra Constitución, cuando bastaría modificar la actual bajando el quórum que facilite confiscarles a los particulares y asunto concluido.

Pero cuando el pueblo chileno ha ejercido con mayor entusiasmo su derecho a ser estúpido fue al elegir Presidente, es decir, al que tiene la misión de velar por el orden público, al promotor de la mayor cantidad de querellas contra los que mantuvieron el orden público en el pasado, al enfrentar la guerrilla terrorista. Días atrás un general (r) refirió que su hijo, oficial activo, lo llamó diciéndole que había sido puesto al mando de un pelotón para mantener el orden en La Pintana, durante el estado de emergencia. Cuando él le daba consejos prudenciales, su señora le arrebató el teléfono y le dijo a su hijo: "No haga nada, absolutamente nada, porque si no va a terminar en Punta Peuco". Ése es el espíritu que el pueblo chileno ha inculcado a sus fuerzas de orden. 

Con razón no hicieron nada el viernes cuando los vándalos quemaron una universidad, saquearon una iglesia y destrozaron las rejas y los vidrios del primer piso de la embajada argentina, dañando el auto del embajador, que permanecía encerrado en el segundo piso con su personal, esperando lo peor, ante la ausencia de "las fuerzas del orden".

Si todo pueblo tiene derecho a ser estúpido, el chileno se distingue por ejercerlo bastante más que los demás.

jueves, 7 de noviembre de 2019

El Retorno a la Barbarie

El comentarista peruano de TV Jaime Bayly, después de reproducir una entrevista de Piñera a la BBC, en que dijo que el movimiento revolucionario en el país "es una buena noticia", expresó: "Presidente Piñera: Usted es el único Mamerto del mundo que dice que lo que está pasando en Chile es una buena noticia. No he encontrado otro".

Pero Bayly está equivocado: Piñera no es un "Mamerto", sino al contrario, está haciendo otra hábil "pasada", sólo buena para él, y poniéndose a la cabeza de la revolución marxista en curso, que está destruyendo el "milagro chileno" y llevando de vuelta al país al estado en que estaba el 10 de septiembre de 1973.

Bien miradas las cosas, el "milagro chileno" consistió en que el regreso a la barbarie no se hubiera perpetrado antes, sino que hubiera demorado treinta años. "No son treinta pesos, son treinta años" ha sido un eslogan muy repetido por los revolucionarios de hoy, y muy exacto, pero por las razones enteramente opuestas a las que ellos tienen in mente: durante treinta años respetaron el modelo y sólo le "rayaron la pintura". Ése ha sido el "milagro chileno". Ahora quieren terminar del todo con el modelo.

¿Cuál es el fundamento de éste? La garantía a la libertad. Como sin propiedad no hay libertad, lo primero que quieren derogar es el derecho de propiedad. Eso es lo que está detrás del eslogan sobre "nueva Constitución". Precisamente por eso el columnista de "El Mercurio" y rector Carlos Peña, un hombre de izquierda, les dice hoy a sus seguidores que por qué en vez de trastornar todo el sistema institucional con llamados a "asamblea constituyente" y "nueva Constitución", no se limitan a modificar los quórums altos que hoy impiden expropiar sin pago, que es el objetivo último de los revolucionarios. Pues lo que quieren es apropiarse de la riqueza del país sin pagarla a sus dueños.

Piñera, lejos de ser "Mamerto", se ha puesto a la cabeza del proceso y ya se allanó a un nuevo impuesto al capital, que apunta a golpear al uno por ciento más rico de Chile. Eso es un gran disparate, porque el uno por ciento más rico de Chile es el que financia el 80 por ciento de la inversión interna, de modo que castigándolo sólo se perjudicará todavía más el crecimiento económico, que es lo que permite sacar a más gente de la pobreza.

Pero ya el uno por ciento más rico se dio cuenta de que venía la guillotina y ha hecho bajar la Bolsa y subir el dólar en su precipitada fuga hacia países más benévolos con el capital.

Piñera, entretanto y ya en el lado de la barbarie, ha ido a visitar a una víctima de los perdigones de Carabineros, disparados por la precaria arma con que esos abnegados servidores públicos deben enfrentar los masivos apedreamientos extremistas. Y, en el orden legislativo, ya hace concesiones en materia de tarifas, anunciando subsidios; salario mínimo, anunciando su aumento; y pensiones, cuidándose mucho de no proponer la medida más importante para mejorarlas sanamente a futuro: el aumento de la edad de jubilación, pues la gente ahora (gracias al "modelo") vive muchos más años y por eso la jubilación a los 60 o 65 conduce a pensiones más bajas. Pero ésa sería una medida realista y sana, así es que está desechada de antemano.

Lo más pintoresco de la revolución es que la plata para sacar de la pobreza y la desigualdad a los que menos ganan ¡está!, sólo que ahora queda en un 60 por ciento en manos de la burocracia dorada marxista creada desde el gobierno de Aylwin en adelante. He citado antes la comprobación del ex ministro Rolf Lüders en el sentido de que, si el gasto social fiscal que se recauda cada año, fuera destinado al 20 por ciento más pobre de las familias chilenas, cada una recibiría dos y medio millones de pesos mensuales. Con esto desaparecería la pobreza y el índice de Gini seguramente nos situaría entre los países más igualitarios del hemisferio. Pero la medida obvia de mandarle un "voucher" por dos y medio millones de pesos mensuales a los jefes de hogar más pobres castigaría directamente a los burócratas revolucionarios marxistas que hoy se quedan con el 60 por ciento de eso y, por tanto, jamás Piñera, que busca congraciarse con ellos, la va a propiciar.

No, no es un "Mamerto", sino un vivo que está haciendo la enésima pasada de su vida y poniéndose a la cabeza de la revolución en curso, accediendo a todas sus pretensiones y confiando en que ello le va a permitir remontar en las encuestas. Lo cual probablemente va a conseguir, mientras el país mayoritario se encamina de regreso a la barbarie económico-social de la cual nunca mereció salir.

Y sí, el modelo chileno se terminó. El país vuelve a la barbarie previa al 11 de septiembre de 1973 y lo hará paulatinamente, primero vía "argentinización", con medidas deficitarias que nos llevarán a una crisis como la de nuestros vecinos; y luego, cuando el populismo impida corregirla, como allá, a la venezualización. De ésta la mayoría electoral quiso escapar eligiendo a Piñera en 2017, contra todas mis advertencias y consejos, que hoy más que nunca están probando haber sido los más acertados.

domingo, 3 de noviembre de 2019

Ahora Sí Que Se Jodió Chile

Pedro Muñoz Seca, dramaturgo español de derechas, fue fusilado por orden del jefe comunista Santiago Carrillo durante la República, en 1936. Como era hombre de humor, les dijo a sus captores: "Me habéis quitado mi cartera y mi reloj. Pero hay algo que no me vais a quitar jamás: el miedo que tengo". Así lo relata Luca de Tena en su libro "Mis Amigos Muertos".

Lo he recordado hoy porque Chile vive una insurrección comunista y la ex derecha chilena, tránsfuga del Sí, tras haber abrazado el No a Pinochet sobornada por el plato de lentejas que le ofreció Piñera, está en el mismo estado de pánico, entregando todo y con sólo una seguridad: nadie le va a quitar el miedo que tiene.

El periodismo de izquierda le ha arrebatado hasta sus medios de comunicación, ahora controlados por periodistas zurdos o que, si no lo son, de puro miedo se hacen como que lo son. ¡Y la Carmen Hertz, cabecilla comunista de la insurrección, reina en los medios y les echa la culpa de todo a todos los demás! Según ella, no hay revolución comunista, sino "malestar social" provocado por el sistema de libre mercado, lo que ha provocado un "estallido social". Pero nada de esto es verdad, sino sólo una mera consigna. Lo malo es que la mayoría de opinión la ha comprado y contra eso no hay nada qué hacer.

Hasta la gente de empresa acoge la tesis y se cree culpable, cuando lo único que hay es una insurrección violenta que ha incendiado el país, dado que no hay un gobierno capaz de garantizar el orden público. Véase lo que dice Rosario Navarro, vicepresidenta de una empresa tecnológica, Sonda, y consejera de la Sofofa. Sonda ha estado  dedicada a producir, crear empleos y riqueza, es decir, puro bienestar social, por muchos años. Pero su vicepresidenta se cree culpable de haber creado malestar: "Muda, estupefacta, en silencio. Así he estado en estas últimas semanas. Con un sentimiento profundo de dolor por la ceguera de no haber visto y no haber empatizado con el malestar generalizado, a pesar de todas las señales de evidente descontento, y pido perdón por eso" ("El Mercurio", 01.11.19).

Pero su única culpa radica en comprar consignas de la izquierda. Es el mismo estado de ánimo de la mayoría de los chilenos. Sin embargo, si hubiera malestar social, los verdaderos culpables del mismo no serían la libertad de los mercados, sino el Estado y la izquierda, que es la dueña del Estado.

Muchas veces he escrito antes que si en Chile el gasto social que financiamos los contribuyentes se les entregara directamente a los más pobres, no habría pobres. "He ahí la madre del cordero". Lo que sucede es que el 60% del gasto social queda enredado entre las manos de la burocracia de izquierda.

El ex ministro de Hacienda Rolf Lüders escribe en "La Tercera" del 01.11.19, usando cifras de la Dirección de Presupuestos: "...(si) simplemente se divide el gasto social fiscal total por el número de familias de los dos deciles de ingresos más bajos, se descubre que corresponde a unos ¡dos y medio millones de pesos por familia al mes!"

Es decir, si la burocracia no se quedara con la mayor parte del gasto social no habría pobreza, porque el 20 % de las familias más pobres del país recibiría dos y medio millones de pesos al mes y sería gente más rica que pobre. Pero la misma izquierda no sólo se queda con el grueso del gasto social, sino con las pensiones vitalicias a treinta mil supuestos torturados por haber sido alguna vez interrogados en razón de sus lazos con el terrorismo, más los 160 mil supuestos "exonerados políticos", cien mil de los cuales son falsos (reconocido por su presidente socialista). Y la misma izquierda controla una dictadura judicial que mantiene a 200 presos políticos militares y 1.300 querellas adicionales ilegales, de las cuales emanarán miles de millones de pesos en indemnizaciones y muchos más presos políticos militares.

La mayoría que objeta el modelo también está consiguiendo la "argentinización" de la economía chilena a través de tarifas subsidiadas, impuestos más altos y una reforma constitucional cuyo solo propósito es debilitar el derecho de propiedad para poder confiscar mejor, en un futuro gobierno de izquierda, empresas y bienes de particulares.

La izquierda ha logrado que el modelo de sociedad libre sea repudiado por la mayoría. Este gobierno es sólo un "pato cojo" que accede a todas las consignas de aquélla, pues si no le incendia el país. Piñera ha confesado ante el mundo, al renunciar a la APEC y a la COP 25, su incapacidad de garantizar el orden público, de modo que ante cualquier violencia accederá a lo que sea.

En otras palabras, ahora, y con gran apoyo mayoritario, Chile se jodió de verdad.