sábado, 30 de mayo de 2020

Asesinos Impunes


La hija del ingeniero comercial Alejandro Correa, asesinado días atrás por un sicario colombiano confeso de haber recibido cinco millones de pesos de parte de ocupantes ilegales de un terreno del primero en Quilpué, se declara hoy, en carta a “El Mercurio”, destrozada por la desgracia que ha sufrido. En medio de su desconsuelo formula preguntas acerca de cómo la desaplicación de sucesivas autoridades condujo a hacer posible la tragedia que la aflige.

El único preso es un mero ejecutor. Pudo haber sido chileno, como el que asesinó al ingeniero Schmidt-Hebbel y hoy cumple cadena perpetua junto a la autora intelectual, Pilar Pérez. Es que esta última no tenía redes de protección política. Los que contrataron al sicario colombiano sí. Éste se niega a confesar quién o quiénes le formularon el encargo, pero todos sabemos quiénes son. Y hoy mandan en Chile.

El ingeniero Correa era un empresario dinámico y había encargado a un abogado acciones judiciales para recuperar su terreno. A la vez, los autores intelectuales del crimen creían que, asesinándolo, podían quedarse con el inmueble, que es lo que probablemente sucederá. Pues tienen una larga historia de impunidad. Todos los que recurrieron al terrorismo y, hasta 1973, se apoderaban de bienes ajenos en Chile, fueron indultados por Aylwin y antes cerca de mil de ellos se habían acogido a la Ley de Amnistía del propio Gobierno Militar, la misma que los jueces hoy deniegan a los exuniformados que otrora los combatieron.

Lamentablemente, pues, la esperanza de la hija de Alejandro Correa es vana: los autores intelectuales del crimen de su padre seguirán en la impunidad, porque son de la misma ideología de los jueces y de las colectividades que mandan y que son, justamente, las que persiguen a quienes combatieron a los usurpadores de terrenos como el de su padre. Los usurpadores han pasado a ser “víctimas” y han sido generosamente indemnizadas por el Estado chileno. “Las víctimas y nuestros camaradas de armas…”, como escribiera en carta al diario de 2005 un excomandante en jefe del Ejército que se pasó al otro bando.

Piñera y sus compañeros de ruta de izquierda y derecha, ahora ya todos en el mismo bando, acaban de liberar a más de cuatro mil delincuentes, pero excluyendo del beneficio a los exmilitares que combatieron a los terroristas. A éstos no sólo les han aumentado el tiempo de reclusión para optar a la libertad condicional sino también denegado los beneficios penitenciarios a que tienen derecho los demás reos, con el pretexto de que no se arrepienten de delitos que niegan haber cometido.

La hija de Alejandro Correa debe comprender en qué país vive. Es uno lleno de garantías y prebendas para gente como los asesinos de su padre y sin ninguna, sino al contrario, sólo persecución tributaria y judicial para emprendedores como su padre, que deben darse a santo por el solo hecho de todavía no correr la suerte de éste si cometen el delito de defender lo suyo.

jueves, 28 de mayo de 2020

Se Farrearon Chile

En caso de calamidades colectivas los Estados se ven precisados a gastar más de lo que tienen: "necessitas caret lege", "la necesidad carece de ley", decían los romanos; "la necesidad tiene cara de hereje", decíamos acá y yo creía que era una versión vulgarizada de los chilenos, pero entonces encontré la misma expresión en el Quijote, revelando que la ignorancia nos la habían transmitido Castilla y León hace más de quinientos años.

Pero menos perdonable ha sido farrearse el país en las últimas décadas, para generar una burocracia dorada y muy generosa consigo misma y con el terrorismo de izquierda. La economista Bettina Horst, en "El Mercurio" de 15.03.20, ha revelado que el gasto en personal del gobierno central ha aumentado siete veces en términos reales entre 1990 y 2019. La misma economista calculaba que si disminuyeran sólo 10 por ciento las remuneraciones del sector público, podría aumentarse a $400 mil pesos la pensión mínima para todos.

El cargo de conciencia de los políticos los ha llevado ahora a anunciar (lo que es muy distinto a concretar) una rebaja de sus remuneraciones, en un proyecto de reforma constitucional que, sospecho, va a demorar mucho en promulgarse. Pues, en tanto no rija, sus sueldos no disminuirán. Compungidos, nos dirán: "¡Qué le vamos a hacer!"

Pero también nos informa el diario que "un estudio de hace algunos años realizado por el ex Director de Presupuestos Rodrigo Cerda sugiere que un trabajador del Estado recibe un ingreso que es superior en al menos un 32 por ciento al de su contraparte privada ". ("El Mercurio", 27.05.20, A3). 

Los que han gobernado durante los últimos decenios fueron generososos consigo mismos, al comienzo extrayendo clandestinamente "sobres con billetes" no tributables, succionados de gastos reservados; y, después, tras haber sido sorprendidos in fraganti, poniéndose de acuerdo en incorporarlos a las remuneraciones oficiales. La autogenerosidad llegó al clímax cuando consagró para los ex presidentes una cantidad vitalicia cercana a los cuarenta millones de pesos mensuales para compensarlos por las penurias vividas durante su período en "la casa donde tanto se sufre". No obstante esto último, tres de ellos quisieron volver a ella, si bien uno fracasó en el intento.

Rodrigo Cerda y Sergio Urzúa (El Mercurio, 26.05.20) nos revelan  que "entre 2008 y 2018, sin octubre 19 ni pandemia, el Estado de Chile tuvo un déficit acumulado de US$ 27 mil millones"; y nos informan que hay "muchos gastos que no se contabilizan en el déficit, pero que requieren financiamiento". Se conocen como 'partidas bajo la línea' y suman 'decenas de miles de millones de dólares'. ¿Cuántas decenas, 20, 40, 50 mil millones? "Sepa Moya". Y advierten que sin siquiera considerar estos "gastos bajo la línea" ni nuevas medidas, ya el Estado prevé acumular, entre 2021 y 2024, un déficit de US$ 23 mil millones.

Y ante la pandemia el panorama financiero va a empeorar: el gobierno propone gastar otros US$ 17 mil millones. Un grupo de economistas de centroizquierda, patrocinados por el Colegio Médico, ha propuesto añadir US$ 12 mil millones de dólares, extraídos del Fondo de Estabilización Económico Social (FEES), que se formó a raíz de un intervalo lúcido que tuvieron los políticos durante las "vacas gordas", para financiar los períodos de las "vacas flacas". Pero Cerda y Urzúa han advertido que en el FEES a fin de año no quedarán ya esos US$ 12 mil millones, porque el gobierno consideró sacar US$ 3 mil millones para financiar sus medidas. Otros economistas proponen aumentar el endeudamiento en US$ 15 mil millones, no obstante que ya hemos saltado, de estar endeudados en el 32,7 % del PIB, a un 40 % el próximo año.

¿No será hora de que no sólo se bajen en serio los sueldos, sino también de que terminen con los inspectores de DD. HH. de cinco millones de pesos mensuales por impedir a Carabineros mantener el orden público, con los cien mil falsos exonerados y los programas para compensar al exterrorismo, para el cual este gobierno entreguista, ya antes de octubre 19 y la pandemia, había destinado en el presupuesto US$ 400 millones anuales, según confesión de la subsecretaria de Justicia y DD. HH. Lorena Recabarren; y también con el gigantesco programa de ayuda a los violentistas de 1973-1990? 

Vana ilusión. Para terminar y superar farras anteriores se requirió un Pinochet. Y Chile ya no tiene un Pinochet. Tiene apenas un Piñera.

martes, 26 de mayo de 2020

¿Por Qué No Me Leen?

Mi penúltimo blog, titulado "Horrores Judiciales", lo leyeron  hasta ahora menos de mil personas, mucho menos que lo habitual. Como administrador del blog puedo ver cuántas personas me leen. Si bien nunca me he fijado en eso para escribir, porque me motiva defender lo que pienso, no conseguir "rating", me llama la atención que la denuncia fundada de una condena ilegal a presidio perpetuo (la pena máxima en Chile) de personas inocentes, todo un escándalo moral, suscite tan poco interés. Y que ningún medio de comunicación importante haya destacado esa enormidad judicial. A eso llamo "crisis moral".

Y si condenar a personas inocentes a presidio perpetuo ya es de suyo inmoral, más lo es hacerlo con fines de lucro. Pues conozco el proceso y me surge la fundada sospecha de que, ante el fallecimiento del verdadero responsable de los 26 fusilamientos (ilegales y no ordenados por ningúin superior), delito ya prescrito, antes juzgado y amnistiado en los '80, vuelto a abrir ilegalmente en los 2000, y habiéndose entregado ya millonarias indemnizaciones a muchos familiares de los ejecutados, pero no a todos, entonces los jueces de hoy lo que quieren es "igualar" a las familias que se habían quedado atrás "en el reparto de la torta". Y como no pueden ya condenar a fallecidos, simplemente discurren condenar a inocentes que han cometido el error de seguir vivos, aunque no tuvieran nada que ver con los fusilamientos. 

Entre los ahora condenados hay personas que ya están cumpliendo presidio en virtud de anteriores prevaricaciones, de modo que una condena más no les cambia su situación; pero también también hay otras libres que, en virtud del fallo, deberán entrar a cumplir altas condenas por algo que no hicieron.

La mayoría sabe que es inmoral esta justicia "con fines de lucro", pero el país ya se ha acostumbrado a la inmoralidad judicial. La gente en Chile, en efecto, desprecia a los jueces por gran mayoría. Pero, de Piñera para abajo, acata lo que ellos disponen, porque favorece a la extrema izquierda más violenta, que es la que manda en el país. Manda tanto que ya Piñera le entregó hasta la Constitución. Pero la gran mayoría sabe la verdad y, por eso, en una encuesta Gallup de 2016, hecha en cincuenta países, en que se preguntaba a los habitantes de cada uno si confiaban en la justicia nacional, Chile salió penúltimo, con 15 %, superando sólo a Ucrania, con 11 %. En los países nórdicos y el resto de Europa los porcentajes de confianza llegaban al 82 % o poco menos.  

Es decir, nuestra mayoría ciudadana está consciente de que la justicia no respeta las leyes ni la verdad. Pero cohonesta eso y no hace nada al respecto. Si yo escribo sobre eso, prefiere no leerme. No quiere enterarse, porque si se enterara debería hacer algo y eso sería no sólo políticamente incorrecto sino que podría acarrear "funas", insultos públicos y violencia callejera. Por temor a eso, Piñera es coautor activo de la prevaricación de los jueces, al haber interpuesto más de mil querellas contra militares para condenarlos ilegalmente. Y entonces la derecha, que es piñerista en un 80 %, mira para otro lado. Que todo siga como está. Que condenen a inocentes para darle más plata a la extrema izquierda está bien, porque, si no, la extrema izquierda, que ya es violenta, se pondría más violenta. En cambio a los militares se les puede condenar aunque sean inocentes, porque soportan todo y no hacen nada. O, peor aún, se pasan al enemigo y condenan a sus propios camaradas, como lo hizo Cheyre en 2004, cuando culpó a su propio Ejército de "todos los hechos punibles y moralmente reprochables del pasado". De TODOS los hechos, dijo.

Éste es el nudo de la gran crisis moral que vive Chile y que, lamentablemente, va a determinar y modelar los criterios con que se forjará el futuro del país.

domingo, 24 de mayo de 2020

El Remedio es Peor Que la Enfermedad, Pero...

Si yo no estuviera en Chile opinaría igual que esa diputada alemana o ese diputado austriaco que nos llegan por videos y que protestan porque el confinamiento en sus países provoca más daños que el coronavirus. Si miramos lo que sucede en Suecia y Uruguay, donde no hay cuarentenas obligatorias y no han sufrido crisis económicas, no cabe duda de que el confinamiento tiene más costos que beneficios, desde luego en términos de vidas humanas. Pues ambos países están igual o mejor que los demás en ese aspecto, sin sufrir el enorme perjuicio económico y social de la paralización de actividades, el aumento de la pobreza y hasta el hambre en sectores desvalidos de la población. 

Hoy viene una carta de Axel Kaiser en "El Mercurio" donde cita fuentes fidedignas para afirmar que, frente a las 330 mil muertes por Covid 19, habrá 1,2 millones de niños adicionales que morirán en el mundo como derivación del desastre económico provocado por el confinamiento. El aumento del desempleo en 1 % en EE. UU. genera un 3,6 % de alza en las muertes por sobredosis. El rebrote de otras enfermedades derivará de que ha caído en 42 % la vacunación de los niños por el confinamiento. 

El problema es que en Chile, si no fuera por el estado de excepción y el toque de queda, estaríamos peor de lo que estamos. Como no hay gobierno, sin excepcionalidad la violencia habría provocado más daños que el coronavirus. El último trimestre del año pasado fue tan ruinoso para la economía, el empleo y el bienestar como lo está siendo la paralización obligada actual.

Entonces, gracias a la izquierda violenta que manda, Chile está entre el fuego y las brasas. Ahora tenemos ruina económica, pero casi no hay violencia generalizada, no están destruyendo semáforos, quemando iglesias, atacando comisarías ni "el que baila pasa" ni hiriendo carabineros a diario. Si terminara el peligro del contagio se pondría fin al estado de excepción y al toque de queda y el país volvería a ser arrasado por las hordas de izquierda, pues para efectos del principio de autoridad no hay gobierno y eso lo saben los revolucionarios.

Por eso yo he escrito en un blog anterior que éste es un país de mal pronóstico, en el sentido de que con el virus estamos obviamente mal, pero sin él estaríamos peor. Entonces, el remedio del confinamiento puede ser peor que la enfermedad en el resto del mundo, pero no en Chile.

El problema acá se llama Piñera. Este es un país que sin autoridad firme no funciona y vuelve a la barbarie. Piñera jamás va a ser capaz de ejercer el mando como es debido. Luego, ya sin el virus volverá el caos. Nuestra única esperanza reside en "hacer tiempo" y llegar a la próxima elección presidencial con la esperanza de elegir otro gobernante que mande y vuelva a poner orden en el país, o si no Chile va a la debacle.

Así es que el confinamiento en otras partes podrá ser peor que el Covid19, pero no acá. Lamentablemente, con la izquierda revolucionaria que hay, vivimos bajo una amenaza peor tanto que el remedio y que la enfermedad.


miércoles, 20 de mayo de 2020

Horrores Judiciales

Ha salido otro fallo increíble de la actual dictadura judicial de izquierda. La VI Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, integrada por Paola Plaza, Maritza Villadangos y Guillermo de la Barra, ha condenado a presidio perpetuo, por 26 fusilamientos ocurridos en Calama a media tarde del 19 de octubre de 1973, a dos ex oficiales que no participaron para nada en ellos: Pedro Espinoza Bravo y Juan Chiminelli Fullerton. Particularmente, en el caso de este último, consta en el proceso que ni siquiera estaba en la ciudad, pues había viajado entre las 14 y las 20 horas, junto al general Arellano, del cual era ayudante, a la fábrica Dupont de Chuquicamata.

Ya se da por sentado que los ministros sumariantes de uniformados no apliquen las leyes, en este caso amnistía, prescripción y cosa juzgada; eso lo sabemos y es lo habitual. Pero que den pruebas de ni siquiera haber leído el expediente ya excede de toda medida. Pues yo escribí un libro sobre el caso de la comitiva del general Arellano, basado en las piezas del proceso, y al releerlo me vueve a quedar clara una cosa: ni Pedro Espinoza ni Julio Chiminelli participaron. El primero porque no formó parte del grupo que los cometió y el segundo porque estaba en otro lugar, Chuquicamata, junto al general Arellano, cuando ocurrieron.

Los hechos sucintos consistieron en que un comandante (hoy fallecido), sin orden superior y por sí y ante sí, sustrajo a 26 presos de la cárcel de Calama y, al mando de un grupo de inferior rango, los llevó al Cerro Topater, próximo a la ciudad, y ordenó y encabezó su ametrallamiento.

Pero estos ministros de la VI Sala demuestran no tener idea de lo que pasó en el caso. Si Paola Plaza, Maritza Villalongos y Guillermo de la Barra hubieran leído el proceso que inició Juanito Guzmán Tapia en 1999, habrían comprobado que Pedro Espinoza estaba en un vehículo lejos de los hechos y Juan Chiminelli estaba en otra ciudad, Chuquicamata. 

Y confirma que no lo han leido el hecho de que hayan condenado también, pero a 16 años de presidio, al exoficial Oscar Figueroa, que tampoco pudo tener parte en los fusilamientos, porque en ese momento era Fiscal en un Consejo de Guerra que estaba sesionando en Calama precisamente a la misma hora y para juzgar a los fusilados. El autor principal, que obró sin orden superior y por su cuenta, y que falleció hace poco en Punta Peuco, pero pasó la mayor parte de su vida anterior en libertad, debió esto último a que los politizados jueces, partiendo por el primero de ellos en 1999, Juanito Guzmán Tapia, tenían una meta política y no judicial: querían procesar al ex Presidente Pinochet y para eso no les servía un verdadero culpable, actuando sin orden superior.

Pero los que leímos el expediente sabemos que el culpable se presentó al Consejo de Guerra que estaba juzgando a los fusilados y le informó que les había dado muerte por haberse sublevado. Entonces el Consejo de Guerra, atónito, le exigió dejar constancia por escrito de lo que había dicho. Y no sólo la dejó, como que se añadió al expediente, sino que, con una prepotencia increíble, le comunicó en voz alta al Consejo que nunca más iba a comparecer ante él y que no lo volvieran a citar, y se marchó. Esos fueron los hechos.

La prescripción existe en todo el mundo porque en ningún  país civilizado pueden ocurrir atrocidades judiciales como ésta, en que transcurridos 47 años un reexamen de los hechos pueda dar lugar a cualquier disparate, sobre todo si sobre la base de él se conceden indemnizaciones millonarias a múltiples personas.

Conocí bien los hechos al escribir el libro "La Verdad del Juicio a Pinochet", sobre ese proceso, en 2001, basado en el expediente, donde probé que el entonces presidente no había ordenado ni tenido participación en el caso ni conocimiento de las muertes que acaecieron. El historiador Gonzalo Vial reconoció la seriedad de ese texto en su biografía de Pinochet, donde dijo: "Hermógenes Pérez de Arce publicó un lúcido y provocador análisis jurídico de las irregularidades legales y procesales cometidas (afirmaba) por el ministro Guzmán en el juicio Pinochet. Nadie recogió el guante. No era el derecho el tema fundamental que se disputaba" (p. 693). Ahora se hace más obvio que no sólo no era el derecho, sino tampoco los hechos.

Los mayores escándalos judiciales contra uniformados eran, hasta hoy, condenar sin probar el delito (algo ya habitual), condenar a doce años de presidio por leer una nónima, condenar a cinco años por trasladar a una persona sana y salva de un lugar a otro, condenar a doce años por "estar ahí". Pero este nuevo horror judicial se incorpora a la categoría especial de "condenar por no estar ahí", con el agravante de que la penalidad de esa ausencia ahora ha sido alzada a la mayor de todas: cadena perpetua. Y nunca antes había quedado tan de manifiesto que los "rigurosos sentenciadores" ni siquiera habían leído el expediente.

lunes, 18 de mayo de 2020

No Me Quejo

Cuando al país le va mal, a mí me va bien. He perdido mucha plata, pero estoy bien. Gracias a la cuarentena almuerzo y como sólo en la casa, así es que me siento mejor que nunca del estómago. Camino todos los días media hora sin salir a la calle. Estoy haciendo un trabajo muy importante, que no habría podido hacer sin cuarentena, pero es como la tarea de Sísifo, que debía subir una roca a la cima de un monte y, cuando llegaba, la piedra volvía a caer y tenía que subirla de nuevo. Pero tengo tiempo y algún día la roca quedará en la cima. Y estoy revisando la traducción al inglés de mi "Revolución Militar Chilena 1973-1990", que me hizo John Cobin, quien va a cumplir seis meses preso por defenderse de la turba que le apedreaba el auto en Reñaca (defenderse ahora es delito, no lo que le hacía la turba). Yo lo consuelo escribiéndole que va a lograr gratuitamente un abdomen plano (se había tenido que hacer un by-pass gástrico). Ha bajado 30 kilos. "No hay mal que por bien no venga", como decía erróneamente don Quijote (debería decirse "no hay bien que por mal no venga", vieja tesis mía ampliamente derrotada años atrás).

Gracias a Pinochet, que en 1975 hizo lo imposible, es decir, equilibró el presupuesto tras reducir en 30 % la administración pública, echando a 90 mil revolucionarios ociosos que hoy cobran pensión como "exonerados políticos" (más cien mil falsos que cobran igual), Chile puede hoy gastar lo que no tiene para ayudar a los que más sufren con la pandemia. Tenemos margen. Está bien. Anoche Piñera nos quitó media hora en la TV para repetir los lugares comunes que dice siempre y detallar toda la plata --nuestra, no de él-- dada a la gente para que soporte el costo de la paralización del país. Hoy su largo discurso salió en una página de LUN, que recorté, porque es un buen resumen. Eso lo puede hacer Chile gracias a que Pinochet equilibró el presupuesto, pero no lo puede hacer Argentina, por ejemplo, que no lo ha equilibrado y va hacia un derrumbe general y espectacular. 

Piñera no tenía por qué quitarnos media hora a los telespectadores para repetir lugares comunes como "cuando nos dividimos hemos cosechado derrotas, cuando nos unimos hemos conquistado nuestras más hermosas victorias". Pero sabemos que su principal objetivo es estar en cámara y con una audiencia cautiva que lo mire y oiga sólo a él. Y como el coronavirus se ha encargado de mantener el orden público, cosa que él no es capaz de hacer, aprovecha para hartarnos de lo que más disfruta en la vida: figurar. No importa que reparta generosamente lo ajeno, porque, repito, tenemos margen.

Estoy contento porque si bien el confinamiento es largo, terminó con la insurrección violenta iniciada el año pasado. Será tan prolongado que, creo, recién vamos a poder elegir nuevo Congreso y Presidente a fines de 2021 y ahí, confío, llegará un gobernante de verdad a preservar la Constitución y poner orden en el país, que es lo que más se necesita.

En fin, después de superar el problema de Sísifo y terminar la revisión de la traducción espero cumplir otra sentida aspiración: ordenar mis papeles, que es lo que me falta. Edmundo Concha, un escritor maravilloso pero modesto, que hacía "Día a Día" y firmaba E. C., escribió un solo libro, cuyo protagonista repetía una y otra vez "tengo que organizarme". Al final no lo logró, entre otras razones porque se suicidó. Bueno, gracias a la cuarentena y a que no tengo programado suicidarme, creo que yo sí lo voy a lograr.

En síntesis, no tengo de qué quejarme y estoy bien, gracias.

jueves, 14 de mayo de 2020

Todo Pasa

Todos tenemos maneras de enfrentar este difícil momento. La mía nace de experiencias más bien triviales y sencillas, pero aleccionadoras. Las expondré porque podrían servirle a más de alguien, así como hoy me sirven a mí.

Hace más de cinco años murió un presidente sempiterno del fútbol argentino que se llamaba Julio Grondona. Me acuerdo de su deceso porque en los diarios salió fotografiado un anillo de oro macizo que llevó siempre, el cual tenía grabadas dos palabras: "Todo Pasa". Consideré que era una gran lección de vida. Pues, efectivamente, todo pasa. Lo bueno, como el Gobierno Militar, por ejemplo, lamentablemente pasa; pero también lo malo, como la UP, Piñera o el coronavirus, pasaron o pasarán. ¿Alguien puede discutir que esta pandemia pasará? Sólo se puede debatir el "cuándo".

Pues no sabemos cuándo. Pero va a pasar. Reflexionando sobre eso me he acordado de dos cosas: una, un caballero boliviano que conocí hace medio siglo, en una gira por Alemania de un grupo latinoamericano, invitado por el gobierno de ese país. Se llamaba Humberto Palza Solís y ante cualquier avatar desagradable del viaje --en los viajes se soporta desagrados, pero la gente los olvida  y después idealiza todo-- nos decía: "Todo pudo ser mejor, pero también todo pudo ser peor". Parece una obviedad, pero no conviene olvidar las cosas obvias, en lo cual muchos incurren: "las cosas por sabidas se callan y por calladas se olvidan". 

Pues si no hubiéramos tenido coronavirus ¿nos habría ido mejor? Desde luego, si hubiera seguido la violencia del conato insurreccional de la izquierda nos habría ido peor, pues además de tener miedo, como hoy, habríamos sufrido destrucción y violencia. Ahora hay temor, pero no saqueos, incendios ni destrucción. Efectivamente, todo pudo ser peor. Pues recuérdese que no hay autoridad, no hay gobierno que garantice el orden. 

Lo otro de que me he acordado es del perjuicio económico. Hay pérdidas que son definitivas. Si se termina una empresa la pérdida es casi total y permanece. Pero la mayoría de las pérdidas son transitorias. Si uno no se precipita y "no hace la pérdida", después recupera. En 2008 yo tenía un depósito de 700, no voy a decir qué, y con la crisis subprime empezó a reducirse y llegó a menos de 300. Y no hice nada, salvo pensar que si lo hubiera retirado antes habría tenido 700 y no menos de 300. Pero con los años volvió a subir a 700 y llegó a 800 cuando lo liquidé. Todo pasa. "No hay mal que dure cien años"... salvo la "Guerra de los 100 Años..."

Voces médicas autorizadas dicen que el contagio va a durar entre un año y medio y dos años. ¿Será tan malo eso? Se va a terminar el festival de plebiscitos y elecciones que se nos venía encima, lo cual va a ser muy saludable para el país. ¡Qué agrado era cuando había elecciones presidenciales cada ocho años y parlamentarias cada cuatro y nada más, sin las primarias, las de gobernadores, consejeros regionales, concejales, plebiscitos de entrada y salida y total incertidumbre constitucional! 

Un año y medio o dos de obligada reflexión, por ruinosos que sean, a nadie le van a hacer mal, sobre todo si la mayoría algo aprende en todo ese tiempo. Me quedo con Grondona y Palza Solís: "todo pasa" y si bien "todo pudo ser mejor, también todo pudo ser peor".

domingo, 10 de mayo de 2020

Frutos de la Ineptocracia

El whatsapp del PADE 2000 de la Universidad de los Andes me ha servido para revivir la definición de la Ineptocracia, que hace años comenté en este blog y que es el sistema político-económico-social vigente en Chile.

Fue definido por el filósofo francés Jean d'Ormesson en los siguiente términos: "La ineptocracia es el sistema de gobierno en el que los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir; y los menos preparados para procurarse su sustento son regalados con bienes y servicios pagados con impuestos confiscatorios sobre el trabajo y la riqueza de unos productores en número descendente; y todo ello promovido por una izquierda populista y demagoga que predica teorías que sabe que han fracasado allí donde se han aplicado, a unas personas que sabe que son idiotas".

El problema es que los ineptócratas son demasiados y ambiciosos y quieren acceder a cargos públicos de lucimiento y muy bien rentados, pues los que hay se les han hecho pocos. Es decir, "hay demasiados caciques y pocos indios". Entonces han debido crear cada vez más puestos de baja exigencia, mucha figuración y alta renta. 

Así, han tenido que inventar los "gobernadores", que no existían por innecesarios, porque en el sistema presidencial los Intendentes representan al Presidente de la República. 

Pero como los cargos de diputados, senadores y alcaldes no alcanzaban para tantos ambiciosos y ambiciosas de alta figuración, entonces inventaron estos "gobernadores" para satisfacer a caciques y cacicas postergados. Lo cual ha conducido a un intríngulis institucional: en las regiones encabezadas por opositores al Presidente no funcionará el régimen presidencial. Parte del país siempre va a estar gobernada por la oposición y otra por el gobierno. Quiero ver ese caos.

Es que es preciso tranquilizar a los aspirantes a figurar, cuyo común denominador es que todos creen que algún día serán presidentes y sólo necesitan visibilidad financiada por el erario para que la gente los oiga y los vea, se sienta irrefrenablemente atraída por ellos y los eleve a la primera magistratura.

A todo esto, mientras más caciques hay, menos indios votan cada vez, pues no se interesan por la hoguera de las vanidades de los aspirantes a concejales, consejeros, alcaldes, gobernadores, diputados, senadores y presidenciables anhelantes de sacrificarse por el país. Entonces los caciques quieren obligar por ley a los indios a ir a votar. 

Y las directivas partidistas se preguntan: ¿cómo decirles "sí" a todos los caciques y "no" a ninguno? La solución: ¡primarias! Ahí caben todos. Con ellas se safisface al creciente número de "figurábiles"que sueñan con las pantallas y trampolines para saltar al premio mayor, la Presidencia que creen que los espera  "Todas creíamos que íbamos a ser reinas."

Como resultado, más y más elecciones, como si fueran a hacer crecer el PIB. Y, además, han inventado un engendro de plebiscito para partir de cero con una nueva Constitución, el sueño máximo de los ineptócratas.

Entonces viene la vorágine: 30 de septiembre, declaración de candidaturas a primarias de alcaldes y gobernadores; 23 de octubre, plebiscito para derogar la Constitución; 29 de noviembre, primarias de alcaldes y gobernadores; 11 de enero, declaración de candidaturas  a alcaldes y gobernadores de los que hayan ganado en las primarias, y también de concejales; y, si en el plebiscito hubiere ganado el "Apruebo", también elección de miembros de la Convención Constituyente. Después, 12 de abril elecciones de alcaldes, concejales, gobernadores y convencionales; 5 de mayo, declaración de candidaturas a primarias presidenciales y parlamentarias; 9 de mayo, segunda vuelta de gobernadores regionales; 23 de agosto, declaración de candidaturas presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales; 21 de noviembre, elecciones presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales y 19 de diciembre, segunda vuelta presidencial.

¿Y si en 2021, como 70 años antes, los indios aburridos con la hoguera de las vanidades y, sin decir "agua va", le dan el triunfo a un duro bajo el mismo símbolo de la escoba y esta vez, al revés de entonces, éste cumple y los barre a todos?

jueves, 7 de mayo de 2020

Un País de Mal Pronóstico

Si usted cree que el país está pasando por un mal momento debido al coronavirus, consuélese: sin él habría estado mucho peor. Hoy sufrimos paralización; sin el virus habríamos tenido paralización más violencia y destrucción. Y eso es lo que va a haber cuando se supere la pandemia. Por eso digo que éste es un país de mal pronóstico.

Primero, no tenemos gobierno. Piñera no es autoridad, no es capaz de garantizar el orden. Se ha rendido ante los violentos y les ha entregado todo. Ellos mandan. Ni siquiera puede nombrar ministros sin su aquiescencia. ¿Se acuerdan de Mauricio Rojas, el ministro de Cultura que la izquierda le destituyó en 94 horas? Alguna vez había sido sorprendido diciendo la verdad: que el Museo de la Memoria (al cual Piñera le da mil 600 millones de pesos anuales) era un "completo montaje". "¡Fuera Rojas!". Hace lo que dice la izquierda. 

Ahora la nueva ministra de la Mujer ha tenido que abjurar de Pinochet, a quien adhirió toda su vida. Si no, no alcanza a asumir. Tuvo que pronunciar la frase sacramental: "Siempre he condenado las violaciones de derechos humanos", implícitamente cargándoselas al gobierno que admiraba. Se cambió de bando como cualquier Lavín, Hernán Larraín o Andrés Chadwick. Si no, no jura. A Piñera la izquierda le destituye ministros con sólo lanzarles consignas. Por eso tiene de ministra de Cultura, en vez del vetado Mauricio Rojas, a una que le rinde homenaje al Comandante Pepe. 

Pero yo les digo una cosa: si hay plebiscito constituyente este país se hunde para siempre, entendiendo por "para siempre" veinte años más, una generación completa. Ya hemos retrocedido veinte en lo económico, con lo sucedido desde el 18 de octubre. Otros veinte retrocederemos por la pandemia. Y si gana el "Apruebo", súmele veinte más. Si hubiera un Pinochet, la recuperación sería rápida, como el 73. Pero ya no lo hay. 

El país está tan entregado a los violentos que éstos ya atacan a sus propios compañeros de ruta, como el jefe del Instituto de DD. HH., dedicado a anular a la fuerza pública, pero hoy denostado porque dijo que las personas no sólo tenían derechos, sino también deberes. ¡Qué sacrilegio! Un asomo de moral. Es considerado una herejía por los violentos, porque ellos se creen con derecho a destruirlo todo sin que nadie les haga nada y a acusar a la fuerza pública de atropellar los DD. HH. por tratar de impedírselo. Esa es la doctrina oficial de los DD. HH.

Este país está, además, moralmente deshecho. Porque en él la mentira es oficial. Los tribunales mienten en sus sentencias, para poder condenar a militares que derrotaron al terrorismo cuando había autoridad y orden. El Colegio de Abogados encubre las mentiras de los jueces, pues en su revista censuraron un artículo mío denunciándolas. Entonces lo puse en este blog el 27 de marzo de 2015. Un juez confiesa en la televisión pública que condena militares sin necesidad de probar el delito ("ficción jurídica"). Un país donde la mentira es oficializada es un país condenado a mentir en todo. Por eso llama "estallido social" a la proliferación de delitos. Llama "modelo injusto" al que ha multiplicado por catorce veces la plata para los pobres, pero ésta no les llega porque los violentos se apoderan de ella y hay un centenar de miles de falsos exonerados, decenas de miles de otros pensionados por haber sido alguna vez interrogados por su vínculo con el terrorismo o con los atentados. Si el gasto social llegara a los pobres y no a ellos, no habría pobres. La gran mentira oficial consiste en ocultar eso.

Sólo hay una luz al final del túnel: Piñera se va el 11 de marzo de 2022. Podría haber un sucesor  (no es seguro) capaz de mantener la ley y el orden. El país, entonces, podría volver a ser pacífico y ordenado, como el que entregó Pinochet el 11 de marzo de 1990, cuando ni siquiera había conflicto mapuche. 
¿Es mucho soñar? ¿Es mucho pedir? Cuando uno ha visto un millón de personas en la calle respaldando el camino de la ruina y lee los diarios, ve la televisión y oye la radio, todos entregados al credo del extremismo, piensa que puede ser mucho pedir.  

domingo, 3 de mayo de 2020

Todo Gira en Torno a Pinochet

Circula en las redes el video de un experimento, hecho en una clase universitaria española, donde la profesora propone a los alumnos afirmar por unanimidad, después que ingrese el siguiente alumno atrasado, que una carpeta verde que ella tiene en la mano, es roja. Llega el atrasado y entonces ella pregunta a la clase de qué color es la carpeta y todos le responden, según el acuerdo previo, que es "roja". Entonces, cuando le muestra la carpeta y le formula la misma pregunta al que llegó atrasado, éste no puede menos que contestar, también, "roja", pero mostrando mucha confusión, propia de saber que está viendo una carpeta verde. Es que fue, simplemente, incapaz de sustraerse de la mentira de la corriente dominante.

Esto mismo lo expresaba el Ministro de Propaganda de Hitler, Josef Goebbels, cuando decía: "Una mentira mil veces repetida pasa a ser verdad".

Y esto mismo ha pasado en Chile durante los últimos treinta años, en relación al Gobierno Militar. Este derrotó a la guerrilla marxista, pacificó al país (bajo él no había siquiera "conflicto mapuche"), mejoró la economía y restableció la democracia. Por eso el recientemente fallecido ex senador Sergio Onofre Jarpa opinó que Pinochet fue el mejor presidente de la historia de Chile.

Pero una propaganda persistente y falsa lo ha demonizado. No obstante eso, la política chilena sigue girando en torno de Pinochet. El gran tema nacional hoy es cómo reemplazar la Constitución de Pinochet. Es que ella garantiza dos cosas intolerables para la izquierda: la libertad y la propiedad.

No puede haber socialismo si hay libertad, porque aquél se basa en lo que manda el Estado y no en lo que deciden las personas libres.

Ni tampoco puede haberlo si hay propiedad. Porque el socialismo suprime la libertad de iniciativas y ésta se basa en la propiedad. La izquierda siempre ha fundado sus expectativas en privar a las personas de su propiedad. Pues no sabe crear riqueza, sino sólo dilapidarla. Por eso se atrinchera en el Estado para, desde él, ya que no sabe crearla, arrebatar y hacerse de la creada por los demás.

Odia la Constitución  de 1980 porque exige pagar al contado las expropiaciones, según su real valor, y la izquierda está acostumbrada a expropiar sin pagar. Ahora mismo quiere quedarse con los ahorros previsionales de los chilenos, pasándoselos al Estado, pero la Constitución se lo impide. Por eso quieren derogarla, porque no pueden expropiarles sus ahorros a los trabajadores sin pagarles lo que éstos valen.

Todo el "proceso constituyente" apunta a lo mismo: a que los chilenos no seamos libres para crear riqueza y a quedarse sin pagar con la que hay. Como lo único que se interpone ante su deseo de quedarse con la plata de los demás es la Constitución, por eso es esencial para ellos derogarla y dictar otra que les permita apropiarse la plata de los demás.

Claro que los chilenos deberíamos recordar que el socialismo sólo funciona hasta que se le termina la plata de los demás. En ese momento, en todas partes donde eso sucede, siempre se comienza a oír decir: "Necesitamos un Pinochet".