Los incansablemente Kerenskys, es decir los de la DC chilena, de nuevo están "pavimentándole el camino" al comunismo, como lo hizo el de ese apellido en la URSS de 1917. Ya se ganaron el sobrenombre cuando votaron para elegir al "socialista marxista integral" (eran sus palabras) Salvador Allende en el Congreso Pleno de 1970. Con ello se hicieron cómplices de la primera tentativa de transformar a Chile en otra Cuba. No contentos con eso, ahora los restos náufragos del "partido de los Kerensky chilenos" apoyan a una comunista de tomo y lomo (lo es desde los 14 años), Jeannette Jara, para presidenta de Chile. Es que "no pueden hacer otra cosa", como le dijo el escorpión a la rana sobre la cual atravesaba la corriente, antes de clavarla y ahogarse ambos.
Ahora los Kerenskys están pintorescamente enojados con Renovación Nacional porque en la franja televisiva usan la imagen de Sebastián Piñera junto a la de Patricio Aylwin, para la propaganda de sus candidatos "arrepentidos". Y los de RN están furiosos porque se les identifica a ellos con "la dictadura".
Es una "querella entre olvidadizos", porque en octubre de 1973 no hubo nadie más partidario de la Junta que la derecha de entonces y la DC de Patricio Aylwin, que la defendía con denuedo por haber salvado a Chile y por derrotar a la guerrilla comunista-socialista. Y recién habían suscrito conjuntamente el 22 de agosto de ese año el Acuerdo de la Cámara llamando a los militares a poner término al régimen de Allende.
En octubre del 73 Aylwin se negaba a condenar a los militares por haber vencido a la subversión, con un saldo de 1.823 muertos de ambos bandos. Fue el número según el Informe Rettig, de caídos entre el 11 de septiembre y el 31 de diciembre de 1973. Y nótese que eran el 80 % de los 2.279 muertos que contabilizó el Informe Rettig en los casi 17 años del Gobierno Militar. Es decir, en los restantes 16 años hubo sólo 456 muertos más en la lucha contra la subversión.
Cuando Aylwin II en 1991 quiso condenar a los militares mediante el despreciable Informe Rettig, no se dio cuenta de que el 80 % de las bajas de la guerrilla fueron con su personal patrocinio moral y su público aval. Pues en octubre de 1973 Aylwin decía públicamente en el diario La Prensa y quedaba grabado en video hasta hoy, que los militares habían salvado a Chile de una "tiranía comunista" y habían derrotado a fuerzas "fuertemente armadas". Y añadía que no estaba dispuesto a "criticarlos desde detrás de un escritorio", cuando ellas estaban "recibiendo el fuego".
Lo que le pasó a Patricio Aylwin fue algo propio de los que tienen conductas sinuosas: se olvidan. En 1991, con lágrimas en los ojos pidió perdón a los comunistas por lo que les habían hecho los militares. Y cuando le recordaron que él había defendido a éstos justamente cuando se había producido el 80 % de las muertes, entre el 11.09 y el 31.12 del 1973, contestó: "Yo nunca dije eso, eso lo inventó el Libro Blanco ése (sonrisa aylwiniana) que publicó el Gobierno Militar en 1974".
¡Se había olvidado por completo! No contaba con que había quedado grabado ni con que todos teníamos recortes y recordábamos lo que él decía en La Prensa en octubre de 1973.
Por eso los comunistas, que tienen buena memoria, se negaron a asistir a la inauguración del monumento a Aylwin en la Plaza de la Constitución, mejor conocida como "la plaza donde falta un monumento". Pero, tranquilos, Johannes Kaiser ha dicho que lo va a levantar cuando sea presidente. Es cuestión de tiempo.
Estas son querellas entre olvidadizos, porque RN ha sido tan entreguista y cambiante como la DC y Aylwin. Habiendo sido parte del "Sí" a Pinochet, después llevó a La Moneda a Sebastián Piñera, pro-hombre del No y caracterizado por su irrefrenable pulsión de darles en el gusto a los comunistas. En procura de lo cual se erigió en el peor cuchillo para los exmilitares y se dedicó a presentar querellas ilegales contra ellos, inaugurando el más inmoral período de la judicatura chilena, convertida hoy en "un cajero automático del cual la extrema izquierda le saca plata al Estado" (Felipe Ward, que perdió a oportunidad de ser ministro del Interior de Piñera cuando alguien le recordó a éste que aquél había expresado la verdad anterior a La Tercera.)
Por suerte cada vez más chilenos están teniendo acceso a la verdad histórica y miran con sorna estas posiciones cambiantes de políticos entreguistas que se acusan entre sí por haber, todos ellos, alguna vez apoyado al gobierno que salvó a Chile.