jueves, 10 de junio de 2010

Exégesis de (con perdón) Una Pelotudez

Soy contrario a la coprolalia, pese a haberse generalizado su uso aun en las esferas más distinguidas. Pero en el caso de la declaración presidencial de ayer sobre el caso Otero el bajo término es insustituible. Dijo S. E.: "Nuestro gobierno y este Presidente tienen un compromiso firme y permanente con la defensa de la democracia y el respeto a los derechos humanos".
¿Y qué tiene que ver? Si Miguel Otero declaró que la mayoría no sintió que hubiera dictadura, lo cual fue verdad; y añadió que el país comenzó a funcionar mejor bajo ese gobierno, cosa indiscutible; y que, en materia de derechos humanos, no hubo una política institucional dirigida a atropellarlos, sino excesos de sujetos aislados, otra verdad. Esto último fue tan así que en 1977 se disolvió la DINA por los excesos que se le achacaban y en los '80, cuando la CNI también fue acusada de atropellos, se le prohibió por el Presidente y la Junta detener a personas en sus recintos.
Lo que pasa es que nos olvidamos de la brutalidad inevitable que yace en el temperamento de muchos chilenos y que se manifiesta en las crisis. Bajo un Presidente tan demócrata como Juan Esteban Montero (1931), los comunistas se tomaron el regimiento Esmeralda, de Antofagasta, y él mandó desalojarlos. Las tropas que lo hicieron se excedieron y mataron hasta a los transeúntes que se hallaban cerca (ver los detalles en "Del Avión Rojo a la República Socialista", por Carlos Charlín Ojeda, muy interesante). ¿Fue por eso Montero (un radical) atropellador de los derechos humanos? ¿Y qué me dicen de la matanza del Seguro Obrero, en 1938?
La culpa deberían compartirla los que se alzan contra la legalidad, porque deberían saber que acá la represión es casi inevitablemente excesiva. Los socialistas y comunistas que organizaron grupos guerrilleros en los '70 y '80 debieron haberlo previsto, cuando intentaron hacerse del poder total (ver la prueba de que lo intentaron en el "Libro Blanco del Cambio de Gobierno en Chile", 1974).
Entonces, lo que declaró Miguel Otero en Argentina fue la quintaesencia de la verdad. Que haya tenido que presentar la renuncia por presión de la Concertación es otro tema. Entre paréntesis ¿no gobierna la Coalición por el Cambio y no la Concertación? ¿Cómo es eso de que ésta echa a los embajadores? Porque el gobierno argentino nada dijo. ¡Oh derecha, débil y entreguista siempre! Pero ése es otro tema.
De lo que se trata es de que esa renuncia no tiene nada que ver con "la defensa de la democracia y el respeto por los derechos humanos". ¿O es que opinar en favor del Gobierno Militar es, según el Presidente Piñera, un atentado a la una o los otros? Entonces tendrían que irse casi todos sus ministros, subsecretarios y altos funcionarios, porque fueron partidarios del Gobierno Militar y, estoy cierto, piensan lo mismo que Miguel Otero. Hasta Hinzpeter, mano derecha del Presidente, que gusta de fotografiarse bajo el retrato de Salvador Allende (¡qué agrado tan grande sienten algunos centro-derechistas al "hacerle la pata" a la izquierda!) confesó en reciente entrevista que había votado "sí" en 1988, calificándolo como "un pecado de juventud" (era que no, si su actual jefe votó "no").
La peregrina declaración presidencial no será la última inconsecuencia que veremos en un gobierno presidido por alguien del "no", cuyo electorado fundamental y cuyos principales altos funcionarios son del "sí".
Y, por favor, que no se me diga que la división entre el "sí" y el "no" pertenece al pasado, porque sigue plenamente vigente entre nosotros y ni siquiera el lavado cerebral masivo perpetrado a lo largo de veinte años ha podido terminar con ella. Volveré sobre esto.

2 comentarios:

  1. Colgándome del título de su columna, primera vez que le leo una NO-pelotudez: "...que no se me diga que la división entre el "sí" y el "no" pertenece al pasado, porque sigue plenamente vigente entre nosotros".

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  2. la verdad derecha e izquierda unidas son igual de entreguistas ,politiqueros .

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