Hoy ha sido un día redondo: primero, porque he visto y oído el discurso de Trump a las Naciones Unidas. Habló ante un lleno total, por contraste con la sala vacía a la que le habló Boric. Ambas fotos han circulado en las redes.
Trump se ha reído de la ONU en su propia casa, comenzando porque las escaleras mecánicas estaban malas y tuvo que subir a pie y porque el teleprompter para decir su discurso no funcionó. Tuvo que leer sus notas.
Lo mejor de su exposición fue representar el ridículo de las políticas sobre calentamiento global que despliegan la ONU y Europa, que llega a su clímax al describir cómo los chinos les fabrican a los europeos las turbinas eólicas para producir energía supuestamente limpia, pero muy cara. Turbinas que los propios chinos --más inteligentes-- no usan, porque prefieren la energía barata y han aumentado el número de sus centrales a carbón. Con eso logran productos más competitivos. Por supuesto, los chilenos hemos copiado a los europeos y estamos pagando demás por la luz.
Trump también se rio de los europeos porque, pese a la amenaza rusa, le siguen comprando combustible a Putin, dándole recursos para continuar la amenaza contra ellos y la guerra de Ucrania. De paso se burló de los que se iban a tomar Ucrania en tres días y llevan tres años sin lograrlo, a un costo de seis o siete mil caídos semanales en cada bando.
Ese discurso fue un deleite.
La segunda buena noticia es que la Corte Suprema, por 3 votos contra 2, declaró admisible la querella de la abogada Carla Fernández Montero por prevaricación contra el ministro sumariante de Temuco Aníbal Mesa. Este ha llevado la burla de la legalidad en juicios a exmilitares a un extremo inverosímil. Las tres supremas se atrevieron y pasará a manos de la fiscalía, por primera vez, este escándalo que son los ilícitos juicios sobre supuestas violaciones a los derechos humanos en la lucha contra el terrorismo marxista.
La tercera buena nueva es mi hallazgo de las pruebas fehacientes y documentales de que el Gobierno Militar tuvo como política respetar los derechos humanos y no atropellarlos, como reza la propaganda comunista-socialista ampliamente compartida ¡cómo no! por la DC y la centroderecha entreguista continuadora de Piñera.
Yo sabía que tenía los documentos originales de Carabineros, pero repartidos a todas las reparticiones armadas y policiales, caratulados de CONFIDENCIAL - RESERVADO - SECRETO, de fines de 1973 y comienzos de 1974, ordenando dar a los presos un trato respetuoso de sus derechos humanos. No hubo "atropello sistemático" de los mismos.
He citado esos documentos en mis libros, pero un investigador me insistía en que no era suficiente, que debía presentar los documentos originales y me los demandaba. Perdidos entre muchos papeles, alguna entidad superior se preocupó de que, cuando estaba buscando otra cosa, aparecieran los originales de 1973 acreditando las órdenes del presidente de la Junta de observar un trato humanitario con los los guerrilleros y sospechosos presos.
Pienso hacer un libro breve con los facsímiles, deteriorados por el tiempo, y una transcripción de sus textos. Título tentativo: "Prueba de Inocencia". Porque en el trastornado sistema judicial chileno, para los ex militares no existe la presunción de inocencia, a la cual en derecho el juez debe superar mediante pruebas. Sobre todo cuando Juan Guzmán Tapia --que cobró fama mundial y algunos premios internacionales en dinero por perseguir a Pinochet-- declaraba a la prensa candorosamente: "El general Pinochet tiene todo el derecho a probar su inocencia", olvidando que él debía probar su culpabilidad, desvirtuando la base ancestral del derecho de todos los tiempos, la presunción de inocencia.
Entre Trump, las tres ministras y la mano del Señor que me llevó a los oficios humanitarios del presidente de la Junta me hicieron el día. Gracias.
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