El resto del mundo no puede entender que Chile, después de haber sido rescatado del desastre de Allende I y llevado por Pinochet y la Junta desde el último lugar al primero en crecimiento de América Latina entre 1973 y 1989 e instituido un modelo que encabezó todos los ránkings del hemisferio hasta 2019, ahora haya elegido a un Allende II, es decir, a Gabriel Boric, como presidente 2022-2026. Pero yo sé por qué sucedió y enumeré sucintamente veinte razones en un blog anterior.
En realidad, es una completa locura, pues los partidarios de una sociedad libre llevábamos al mejor candidato, José Antono Kast, y al mejor modelo, admirado en todo el mundo, en tanto que su rival era el peor candidato imaginable, con acusaciones de acoso y hurto, frecuente evasor del metro (lo que lo enorgullecía), doblemente fracasado en su examen de grado en leyes, que ni siquiera ha formado una familia y sufre un trastorno mental obsesivo-compulsivo. Por añadidura, profesa ideas de extrema izquierda ("a la izquierda del comunismo", como confesó alguna vez) y por tanto adhiere a un sistema fracasado en todo el mundo, que ya nadie elige en ninguna parte y que sólo subsiste en países arruinados, de los cuales la gente huye cuando puede y que se cuentan con los dedos de una mano.
Pero los chilenos votaron por él y lo eligieron por 56 vs. 44 %. Igual porcentaje que en 1988, cuando Pinochet fue derrotado, pero por lo menos los que vinieron después respetaron el modelo, lo que yo siempre he estimado como "el segundo milagro chileno". Bueno, ahora también podría haber un "tercer milagro", pero nadie lo cree. Al contrario, todos --me incluyo-- creen que el modelo será arrasado.
Es cierto que en 2019 hubo una asonada violenta y que, para calmarla, el gobernante débil al cual siempre me opuse se rindió y entregó todo, partiendo por la Constitución que había dado a Chile los mejores años de crecimiento, libertad y democracia. Después de eso, una Convención elegida por el pueblo, con amplia mayoría de extrema izquierda, prepara una nueva Constitución en medio de una completa incertidumbre. Pero en 2021 se produjo una sorpresa electoral: hubo elecciones presidenciales y parlamentarias y en ellas triunfó la derecha, con su candidato presidencial en el primer lugar de la primera vuelta y recuperando fuerzas en el Senado y la Cámara, hoy virtualmente empatados. Pero sólo fue un "canto del cisne", porque en la segunda vuelta triunfó la extrema izquierda, con el partido comunista como fuerza mayoritaria, así que tenemos un Allende II... o algo peor.
El resto del mundo, al cual Chile le importa muy poco, cuando llega a pensar en nosotros no entiende nada. Y los chilenos con dos dedos de frente tampoco.
Los de edad suficiente recordamos que Allende I fue despuesto tras mil días de gobierno, a petición de la mayoría de los representantes del pueblo, desesperado ante el caos económico, la escasez y la inminencia de una guerra civil. Los uniformados obedecieron ese llamado de la civilidad y la Junta, con Pinochet a la cabeza, tras 16 años y medio le devolvió un país modelo.
Pero ¡helás! en el "país modelo" los millenials se hicieron mayoría, no entienden nada de nada y lo han vuelto a fojas 1, es decir, han elegido a Allende II, el cual ha rendido homenaje al busto de Allende I en La Moneda y ha repetido sus mismas palabras al hablar a sus partidarios la noche del triunfo electoral.
Los superricos "lo supieron desde un principio" y ya se han ido a sus residencias en países civilizados sin decirle nada a nadie; los simplemente ricos han comenzado a comprarlas y a llevarse activos para allá; los que algo tienen discurren métodos para evitar que el socialismo del siglo XXI se lo robe, partiendo por sus fondos de jubilación, que van a sufrir evidentemente el primer manotazo. Y los que nada tienen y fueron amplia y públicamente cohechados por Boric, esperan que éste les cumpla con el cohecho, es decir, les reduzca sus horas de trabajo semanal de 45 a 40, les incremente su sueldo mínimo a 500 mil pesos y su jubilación como mínimo a 250 mil. Lo cual, en fin, quebrará a las 800 mil pequeñas y medianas empresas que hay en el país.
De este modo Chile actual, ignorante de su historia, se apresta a repetirla.