PRÓLOGO
Falta una estatua en la Plaza de la
Constitución. Pinochet derrotó a la subversión que quería tomar el poder por
las armas, pacificó el país, tuvo mano dura con la delincuencia, arregló la
economía, defendió bien las fronteras y legó una democracia estable. pero no
tiene estatua. En cambio, otro que arruinó al país, quiso someterlo al
comunismo y lo dejó al borde de la guerra civil, y otro más que le pavimentó el
camino, tienen estatuas. Falta la de Pinochet. Sería justicia.
Todavía peor, lo que la mayoría ciudadana ha
hecho o permitido que se haga con su imagen y la del Gobierno Militar 1973 -1990
ha sido vergonzoso y quedará como un baldón en la historia de Chile.
Pues durante los últimos casi tres
decenios esa mayoría ha ido paulatinamente renegando cada vez más de la
Revolución Militar del 11 de septiembre de 1973, que fue pedida por ella, resultó
exitosa y no sólo elevó de status al país en el concierto mundial, sino que
influyó internacionalmente y estuvo entre las causales de que cayeran el Muro
de Berlín y la Cortina de Hierro y casi desapareciera del mundo el socialismo real
como forma de gobierno.
La clase política chilena, ciega a todo
eso, que tarde o temprano será histórica y universalmente reconocido, se ha
dedicado durante esos últimos casi 30 años, progresivamente, a culpar en forma injusta
a ese gobierno revolucionario de situaciones de las cuales no fue responsable o
que eran imposibles de superar de otra manera, y todo ello sin reconocerle sus
logros.
Movido por la evidencia de esa
falsificación histórica, terminé de escribir el año pasado una “Historia de la
Revolución Militar Chilena 1973-1990”, basada en la verdad, en una bibliografía
de un centenar de obras y en mis propias vivencias de ese período.
Pero esa es una gota de agua en medio de un
mar de libros, películas, otras publicaciones, teleseries y versiones de la
izquierda, reafirmando consignas y eslóganes falsos sobre lo ocurrido. Mediante
su repetición constante, ella ha logrado que eso sea lo que hoy opina la
mayoría de los chilenos y del público de otros países. Pero eso no es la
verdad.
Justamente a raíz de haber investigado
para ese libro se fortaleció en mí el juicio favorable que siempre tuve del
Gobierno Militar. Y si en 1988 voté “Sí” convencido de que un nuevo período del
Presidente Pinochet sería lo que más convenía a Chile, al estudiar los hechos
en profundidad esa convicción mía se ha acentuado.
Víctor Hugo escribió: “No hay nada más
poderoso que una idea a la cual le ha llegado su tiempo”. Pero hay algo por lo
menos tan poderoso como eso: una consigna millones de veces repetida. Aunque sea
falsa. Y precisamente es la consigna falsa, millones de veces repetida, lo que
se ha impuesto en Chile desde 1990.
Eso ha dado respaldo de opinión pública a
giros políticos aberrantes, como el que pretende justificar querellas ilegales de
los gobiernos de la Concertación y de los dos de Sebastián Piñera contra exmilitares;
y a una nueva jurisprudencia ilegal y arbitraria, que ha condenado a centenares
de éstos a presidio y sigue sometiendo a juicio a miles de otros que enfrentaron
a los grupos subversivos de los años 70 y 80.
Se ha desconocido el texto de leyes
expresas y vigentes sobre amnistía, prescripción, cosa juzgada, el principio de
legalidad, el principio pro reo y la presunción de inocencia, terminando en cientos
de sentencias que ordenan indemnizaciones millonarias en favor de los
subversivos o su descendencia.
La subsecretaria de Justicia, Lorena
Recabarren, en “La Tercera”, del 1° de abril de 2019, ha cuantificado y
previsto en dos mil millones de dólares para los próximos cinco años, es decir,
400 millones de dólares anuales, los pagos de cargo fiscal derivados de la
prevaricación de los jueces.
Si a eso se suma el monto de los ya
efectuados en el pasado, que la misma subsecretaria estimó en 6.200 millones de
dólares hasta 2018, se apreciará la enorme carga económica que ha significado
para el país la prevaricación.
El olvido
u ocultamiento de todo lo anterior, me ha llevado a calificar tal actitud como
“miseria moral de la chilenidad actual”, que me he propuesto denunciar.
CAPÍTULO
I
ANTES,
DURANTE Y DESPUÉS
Una de las
cosas que enseña la vida es que todo es distinto “antes” que “después”. Cuando
yo tenía 14 años y era alumno del Saint George’s College lo aprendí en carne
propia. Lo he recordado muchas veces después de 1990.
Nuestro profesor de Religión, el padre
Carlos Rodríguez, organizó un viaje hasta Puerto Montt en el verano de 1950, en
un minibús suyo. Nos suscribimos doce alumnos.
Aprendimos muchas cosas, pero recuerdo en
particular una: cuando alojábamos en Pucón, a orillas del lago Villarrica, en
un galpón de un convento de monjas, se declaró un incendio que arrasaba al
pueblo, alimentado por el viento “puelche” de cordillera a mar. Entonces llegó
una monjita a despertarnos para que fuéramos a ayudar a los vecinos a salvar
sus casas, todas de madera.
En eso
estábamos cuando un médico del pueblo nos fue a pedir ayuda especial para
salvar sus muebles. Acudimos y se la dimos. Cuando sacábamos un enorme ropero
de tres cuerpos, para subirlo a un camión que el doctor había conseguido, se
nos quebraron dos patas del mueble y se trizó un espejo, al abrirse una de las
puertas repentinamente. Pero el doctor decía “no importa”, pues le interesaba
salvar no sólo el ropero sino su contenido.
Al final se
alejó en el camión con las cosas de la casa a salvo. Pero en definitiva a ésta
no la alcanzó el fuego.
Volvimos de madrugada al convento, satisfechos
de nuestra obra solidaria, pero antes de las siete entró de nuevo la monjita al
galpón y le dijo al padre Rodríguez que mejor escapáramos cuanto antes, porque
el doctor quería cobrarnos los daños que le habíamos inferido a sus muebles al
cargarlos en el camión.
Entonces
salimos subrepticiamente en el minibús comentando lo distinto que había sido el
doctor “antes”, cuando creía que se le iba a quemar la casa, que “después”,
cuando la había salvado sin otro perjuicio que daños a sus muebles.
Eso,
por supuesto, no fue nada comparado con la diferencia entre el “antes” y el “después”
del 11 de septiembre de 1973. Antes, casi todos exigían a los militares
salvarlos de la inminente dictadura comunista, pero “después”, también casi
todos se olvidaron de eso y se han hecho parte, junto al marxismo, al cual
tanto decían temer, de llevar a cabo una “razzia” vergonzosa contra los
uniformados a los cuales llamaron a salvar al país.
Sin respetar la verdad de los hechos ni
las leyes ni el deber de gratitud, la mayoría hoy mira para otro lado o, peor,
aplaude cuando sus salvadores de entonces son denostados y condenados. Centenares
de éstos languidecen en las cárceles y algunos se suicidan, mientras aquella
mayoría repite acusaciones mentirosas y respalda o mira indiferente la
injusticia contra ellos.
Por añadidura, se ha llenado de plata,
como “premio”, justamente a quienes la iban a esclavizar.
Nunca creí que el Chile
actual podía caer tan bajo. Comprendí que la izquierda buscara venganza y
lucro. No me sorprendió mucho que la DC cumpliera su papel de cambiar de bando
en busca “del sol que más calienta”. Pero no habría imaginado jamás que la
derecha, que fundó la república e impetró como nadie, en 1973, el auxilio
militar para salvarse (junto con su patrimonio) y salvar al país; la misma que formó
parte del gobierno de la Junta y le inspiró sus ideas y propósitos, hoy reniegue
de él y haya modificado hasta de las declaraciones de principios originales de
sus partidos RN y UDI para ocultar ese pasado.
Ésa es parte de la “miseria moral de la chilenidad actual”.
Antes:
el Acuerdo de la Cámara o una radiografía
Vale la pena recordar el Acuerdo de la
Cámara de Diputados de 22 de agosto de 1973, aprobado por 81 votos contra 47, que
reflejaba muy bien el estado del país en ese año y el desastre de gobierno que
había. Como no hace mucho, en una encuesta televisiva pública, Salvador Allende
fue elegido como “el más grande chileno de todos los tiempos”, aventajando al
heroico Arturo Prat, recordar el Acuerdo nos permite apreciar hasta qué grado
está moralmente deteriorada la mayoría ciudadana actual, al grado de confundir
el bien con el mal y el remedio con la enfermedad.
Los 81 votos eran del conjunto de los
diputados de la DC, del Partido Nacional,
de la Democracia Radical y del Partido de Izquierda Radical, este último
escindido de la Unidad Popular con su líder, el senador Luis Bossay a la cabeza. Los 47 votos eran de la Unidad
Popular, es decir, socialistas, comunistas, Izquierda Cristiana y MAPU en sus
dos versiones.
En declaraciones de Patricio Aylwin en
1973 éste se atribuía la autoría del Acuerdo, tan ufano estaba, siendo que fue
sólo coautor. Pues la idea y el texto originales fueron del ex ministro de
Jorge Alessandri, Enrique Ortúzar Escobar, que se los sometió al senador del
Partido Nacional Francisco Bulnes Sanfuentes. Éste, tras introducirle
perfeccionamientos, se lo mandó a Patricio Aylwin, el que a su vez lo suavizó
algo, pero poco, pues precisamente después, como recién dije, se autoatribuyó el
llamado a los militares a “poner término a la situación” creada por el gobierno
de Allende, que era lo sustantivo.
El
documento consta de seis páginas y sus afirmaciones más decisivas son las
siguientes (los destacados son míos):
Considerando
5°: “Que es un hecho que el actual Gobierno de la República, desde sus inicios,
se fue empeñando en conquistar el poder
total, con el evidente propósito de someter a todas las personas al más
estricto control económico y político por parte del Estado y lograr de ese modo
la instauración de un sistema totalitario, absolutamente opuesto al sistema
democrático representativo que la Constitución establece”.
Considerando
6°: “Que, para lograr ese fin, el
Gobierno no ha incurrido en violaciones aisladas de la Constitución y de la
ley, sino que ha hecho de ellas un sistema permanente de conducta, llegando a
los extremos de desconocer y atropellar sistemáticamente las atribuciones de
los demás Poderes del Estado, violando habitualmente las garantías que la
Constitución asegura a todos los habitantes de la República, y permitiendo y
amparando la creación de poderes paralelos, ilegítimos, que constituyen un
gravísimo peligro para la nación, con todo lo cual ha destruido elementos esenciales de la institucionalidad y del Estado
de Derecho”.
Considerando
7°: “a) Ha usurpado al Congreso su principal función, que es la de legislar, al
adoptar una serie de medidas de gran importancia para la vida económica y
social del país, que son indiscutiblemente materia de ley, por decretos de
insistencia dictados abusivamente o por simples resoluciones administrativas
fundadas en ‘resquicios legales’ (…)
“c)
Por último, lo que tiene la más extraordinaria gravedad, ha hecho ‘tabla rasa’ de la alta función que el Congreso tiene como
Poder Constituyente, al negarse a promulgar la reforma constitucional sobre
las tres áreas de la economía, que ha sido aprobada con estricta sujeción a las
normas que para ese efecto establece la Carta Fundamental”.
Considerando
8°: (…) “c) Ha violado leyes expresas y ha hecho tabla rasa del principio de
separación de los Poderes, dejando sin
aplicación las sentencias o resoluciones judiciales contrarias a sus designios”
(…)
Considerando
9°: “Que, en lo que se refiere a la
Contraloría General de la República (…) el Gobierno ha violado sistemáticamente los dictámenes y actuaciones destinados a
representar la ilegalidad de los actos del Ejecutivo o de entidades
dependientes de él”.
Considerando
10°: “Que entre los constantes atropellos del Gobierno a las garantías y
derechos fundamentales contemplados en la Constitución, pueden destacarse los
siguientes:
a) Ha violado el principio de igualdad
ante la ley, mediante discriminaciones sectarias y odiosas
(…) siendo de notar que el propio Presidente de la República ha erigido estas
discriminaciones en norma fundamental de su Gobierno, al proclamar desde el
principio que él no se considera Presidente de todos los chilenos.
b) Ha atentado gravemente contra la
libertad de expresión, ejerciendo toda clase de presiones
económicas contra los órganos de difusión que no son incondicionales adeptos
del Gobierno, clausurando ilegalmente
diarios y radios, imponiendo a estas últimas ‘cadenas’ ilegales; encarcelando inconstitucionalmente a
periodistas de oposición; recurriendo
a maniobras arteras para adquirir el monopolio del papel de imprenta (…)
c) Ha
estorbado, impedido y, a veces, reprimido
con violencia el ejercicio del derecho de reunión (…)
d) Ha atentado contra la libertad de
enseñanza (…)
e) Ha violado sistemáticamente la garantía
constitucional del derecho de propiedad, al permitir y amparar más de
1.500 ‘tomas’ ilegales de predios agrícolas y al promover centenares de ‘tomas’
de establecimientos industriales y comerciales para luego requisarlos o
intervenirlos ilegalmente y constituir así, por la vía del despojo, el área
estatal de la economía (…)
f) Ha incurrido en frecuentes detenciones
ilegales por motivos políticos, además de las ya señaladas
con respecto a los periodistas, y ha tolerado que las víctimas sean sometidas
en muchos casos a flagelaciones y
torturas.
g) Ha desconocido los derechos de los
trabajadores y de sus organizaciones sindicales y gremiales.
h) Ha infringido gravemente la garantía
constitucional que permite salir del país, estableciendo para
ello requisitos que ninguna ley contempla.”
Considerando
11°: “Que contribuye poderosamente a la quiebra del Estado de Derecho, la formación y mantenimiento, bajo el estímulo
y la protección del Gobierno, de una serie de organismos que son sediciosos
porque ejercen una autoridad que ni la ley ni la Constitución les otorgan (…) como,
por ejemplo, los Comandos Comunales, los Consejos Campesinos, los Comités de
Vigilancia, las JAP, etc.; destinados todos a crear el mal llamado ‘Poder
Popular’, cuyo fin es sustituir los Poderes legítimamente constituidos y servir
de base a la dictadura totalitaria, hechos que han sido públicamente
reconocidos por el Presidente de la República en su último Mensaje Presidencial
y por todos los teóricos y medios de comunicación oficialistas.”
Considerando
12°: “Que en la quiebra del Estado de Derecho tiene especial gravedad la formación y desarrollo, bajo el amparo
del Gobierno, de grupos armados que, además de atentar contra la seguridad de
las personas y sus derechos y contra la paz interna de la nación, están
destinados a enfrentarse contra las Fuerzas Armadas, como también tiene
especial gravedad el que se impida al Cuerpo de Carabineros ejercer sus
importantes funciones frente a las asonadas delictuosas perpetradas por grupos
violentistas afectos al Gobierno. No pueden silenciarse, por su alta gravedad,
los públicos y notorios intentos de utilizar a las Fuerzas Armadas y al Cuerpo
de Carabineros con fines partidistas, quebrantar su jerarquía institucional e
infiltrar políticamente sus cuadros”.
En
vista de las consideraciones anteriores y de otras que no reproduzco por considerar
que no tienen la misma significación, la Cámara de Diputados acordó:
“PRIMERO,
representar al Presidente de la República y a los Ministros de Estado miembros
de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo de Carabineros el quebrantamiento del orden
legal y constitucional de la República que entrañan los hechos y circunstancias
referidos…y
“SEGUNDO,
(…) representarles, en el caso de dichos señores Ministros, de la
naturaleza de las instituciones de las cuales son altos miembros y cuyo nombre
se ha invocado para incorporarlos al Ministerio, que LES CORRESPONDE PONER
INMEDIATO TÉRMINO A LAS SITUACIONES DE HECHO REFERIDAS, QUE INFRINGEN LA
CONSTITUCIÓN Y LAS LEYES…”
Este
fue el llamado concreto de la mayoría democrática del país, de los partidos
Demócrata Cristiano, Nacional, Democracia Radical e Izquierda Radical a que las
instituciones uniformadas actuaran como lo hicieron el 11 de septiembre de
1973.
Y así
lo entendió el Presidente Allende, quien, respondiendo el oficio en que se le
transcribió el Acuerdo, manifestó que “los diputados de oposición han exhortado
formalmente a las Fuerzas Armadas y Carabineros a que adopten una posición
deliberante frente al Poder Ejecutivo, a que quebranten su deber de obediencia
al Supremo Gobierno, a que se indisciplinen contra la autoridad civil del
Estado a la que están subordinadas por mandato de la Carta Fundamental, a que
asuman una función política…”
¿De qué se trataba en la realidad?
La periodista Nena Ossa se había aventurado, en plena
UP, a buscar al más destacado jefe de la guerrilla de extrema izquierda,
amparada por el gobierno, para saber lo que se proponía. Logró ubicarlo en un
lugar remoto del sur, en un predio agrícola usurpado a la fuerza, y dejó
constancia de la entrevista, que incluyó en su libro “Allende, Thank You”, Editorial
El Roble, 2009, p. 61:
“Nena Ossa: ¿Cuál
es el plan de fondo de ustedes, a corto mediano o largo plazo?
“Comandante Pepe: Tomarnos los campos y los pueblos del
sur, violentamente si es necesario, mientras en Santiago el MIR se toma la
ciudad y bajan a unirse con nosotros a medio camino.
“Nena Ossa: O sea la meta es ‘tomarse’ todo Chile
violentamente. ¿No les importa si muere gente?
“Comandante Pepe: Claro que violentamente. Tiene que
morir un millón de chilenos para que el pueblo se compenetre de la revolución y
ésta se convierta en realidad. Con menos muertos no va a resultar”.
Naturalmente (no podía ser de otra manera) después del 11
de septiembre de 1973 uno de los primeros combates tuvo lugar contra la
guerrilla del Comandante Pepe, que fue derrotada, su jefe sometido a un Consejo
de Guerra y condenado a muerte.
Fue fusilado
en Valdivia y hoy día todos los uniformados que lo combatieron y evitaron “el
millón de muertos”, como quienes tuvieron parte en el Consejo de Guerra de
1973, son perseguidos por la justicia de izquierda imperante en el Chile actual
y enfrentan condenas, al tiempo que el fisco deberá aprontarse a pagar una
indemnización a la descendencia del comandante Pepe por habérsele impedido
consumar su parte en la misión de generar un millón de muertos, como se
proponía.
Casi todos
con la Junta
Los militares obedecieron, entonces, el
llamado de la mayoría de los políticos civiles al pie de la letra y “pusieron
término a la situación”. No sabían que después a muchos los iban a meter presos,
a instancias de algunos de esos mismos políticos, por haberles hecho caso.
La derecha
estaba exultante el 11 y hasta vi en esos días a un parlamentario de la bancada
del Partido Nacional llegar con uniforme de oficial de Ejército, en su
condición de ex cadete, a una reunión de parlamentarios del Partido Nacional en
los días posteriores.
En los barrios acomodados los vecinos
salían a brindar a la calle en homenaje a los uniformados que encontraban en
ellas.
El líder
DC Patricio Aylwin declaraba, terminante:
“Nosotros tenemos el convencimiento de que la llamada ‘Vía Chilena de
Construcción del Socialismo’, que empujó y enarboló como bandera la Unidad
Popular y exhibió mucho en el extranjero, estaba rotundamente fracasada y eso
lo sabían los militantes de la Unidad Popular y lo sabía Allende, y por
eso ellos se aprestaban, a través de la organización de milicias armadas muy
fuertemente equipadas y que constituían un verdadero ejército paralelo, para
dar un autogolpe y asumir por la violencia la totalidad del poder.
En esas circunstancias pensamos que la acción de las Fuerzas Armadas
simplemente se anticipó a ese riesgo para salvar al país de caer en una guerra
civil o en una tiranía comunista.”
Pero “veinte
años después” Aylwin había olvidado todo eso y decía en 1993, sin tener
conciencia de que las dos declaraciones iban a quedar grabadas juntas en
YouTube “para perpetua memoria”:
“Yo nunca pensé que la
Unidad Popular como tal, ni menos Salvador Allende, estuvieran interesados en
dar un golpe y establecer una dictadura. Yo supe de eso cuando salió el libro
ese o el documento (sonrisa irónica)
que publicó el gobierno militar denunciando ese plan”.
¿Cambió de
manera de pensar? ¿Olvidó lo que había opinado casi 20 años antes? ¿Alguien le
lavó el cerebro? ¿O era así su personalidad? ¿Todas las anteriores?
Pero
Aylwin no fue tan distinto de la mayoría de los chilenos, que al día de hoy han
vivido y viven el “después”, el mismo proceso de olvido y lavado cerebral.
Pues en
1973 la mayoría de 81 votos antedicha, mostró el mismo parecer de Aylwin entonces.
Pero ya en 1993 y hasta hoy, parecida mayoría se contradecía y contradice a sí
misma igual que Aylwin.
Otro distinguido político DC, Andrés
Zaldívar, a quien el gobierno militar, en los 80, prohibió transitoriamente su
reingreso al país, debido a actividades conspirativas suyas en el extranjero,
en la revista “Qué Pasa” de 23 de agosto de 1973 había declarado, siendo
senador DC y refiriéndose a las fuerzas armadas: “Creo que son las grandes
reservas morales de nuestro país y pueden ser ellas quienes en un momento dado
estén llamadas a solucionar las cosas aquí. En eso no hay que tener tapujos y
lo demás es ser un hipócrita”.
Pero
cuando el peligro pasó, él mismo se llenó de “tapujos” y en 2007 aportó el voto
decisivo en el Senado para impedir que una reducción de pena para terroristas que
hubieran cumplido diez años presos se extendiera a los militares encargados de
combatirlos y habían sido condenados por esto.
Antes:
Aylwin I enfático pro-militar
En su edición del 20 de
junio de 1990 la revista “Ercilla” reproducía las declaraciones que a ella misma
le había hecho Aylwin en agosto de 1973, en plena UP:
“El desabastecimiento, con su cortejo de
colas, privaciones y hasta hambre; la inflación estratosférica, que devora
sueldos y salarios, reduciendo día a día la capacidad de los trabajadores para
mantener sus hogares; el sectarismo odioso expresado en arbitrariedades,
discriminaciones, persecuciones; la violencia traducida en insultos, amenazas,
agresiones, heridos y muertos; la degradación moral manifestada en el egoísmo
desenfrenado, en el mercado negro, en la extorsión, en el enriquecimiento
ilícito, la flojera institucionalizada, el vacío de autoridad que garantice la
seguridad y tranquilidad públicas, el quiebre de toda jerarquía, la
paralización constante de todas las fuentes de trabajo, la progresiva
sustitución de los poderes estatales por los poderes de hecho, de la ley por la
fuerza; el consiguiente clima de inseguridad, intimidación y aun terror que va
cundiendo en la población.”
“De todos
los sectores de la nacionalidad surge una protesta muy honda y cada vez más
vigorosa. La inmensa mayoría de los chilenos no quiere seguir aceptando la
destrucción de sus bases de vida, la pérdida de sus esperanzas ni la creciente
destrucción de Chile. La inmensa mayoría de los chilenos rechaza someterse a la
tiranía comunista y rechaza la amenaza de una guerra civil. La inmensa mayoría
de los chilenos dice ¡Basta!”
“Ercilla”
recuerda, además, confirmando los juicios anteriores:
“Así lo
expresaba, en una entrevista (de Aylwin) al corresponsal de la agencia católica
“NC News Service”, el sacerdote José Kühl, (publicada por el diario “La Prensa”
de Santiago, pro DC, de 17 de octubre de 1973):
“Yo distinguiría dos situaciones: primero, la
situación de estos días, que creo está por terminarse, que es del período que
pudiéramos llamar de guerra, período en que la Junta Militar ha tenido que
tomar el poder, deshacer los grupos armados, sofocar la resistencia de ciertos
sectores. Es muy fácil convertirse en juez de otros que están peleando mientras
uno está cómodamente sentado en el escritorio. Y lo cierto es que los militares
han tenido muchas bajas…”
“(…) Los
europeos están acostumbrados a que los golpes militares en América Latina son golpes
de opereta en que los militares se toman la casa de gobierno. El ex presidente
se va, el militar asume y no pasa nada. En Chile no ha sido así, porque en
Chile las fuerzas de la Unidad Popular estaban armadas y preparadas para
resistirse (…) Creo, en consecuencia, que las exageraciones van a quedar
desvirtuadas muy pronto con los hechos. Creo, además, que el poder bélico que
tenía la Unidad Popular no ha sido sino en parte revelado, y cuando el mundo lo
conozca, se va a formar conciencia de que realmente se estaba preparando una
toma total del poder por los comunistas por la vía armada, con una revolución
sangrienta en que habrían descabezado a todos los mandos de las fuerzas armadas
y a todos los equipos directivos no sólo nacionales, sino que provinciales y
medianos de los partidos democráticos”.
“En
segundo lugar, que los métodos que se han usado son métodos exagerados,
aparentemente, que son métodos que lesionan las libertades. Yo no me atrevo
todavía a juzgar; yo creo que será restablecido cierto margen de normalidad…”
En otra
parte de la misma entrevista, Aylwin explicaba cómo advertía él que el país se
encaminaba a una dictadura comunista y por qué intervinieron las fuerzas
armadas para impedirla:
“Yo
sostuve, desde hace bastante tiempo, que Chile marchaba en una experiencia muy
parecida a la de Checoslovaquia, en que progresivamente el Partido Comunista
fue ganando posiciones, y cuando los partidos socialdemócratas se aprestaban
para ganar la elección y desbancar al Partido Comunista, el Partido Comunista
se anticipó dando el golpe de Praga, implantando la dictadura comunista. Yo
creo que en Chile marchábamos hacia eso. (…) Nosotros (Democracia Cristiana)
aprobamos en la Cámara de Diputados un acuerdo, que fue redactado personalmente por mí, en el cual declarábamos que el
gobierno había quebrantado gravemente el régimen constitucional y legal de la
República”. (Negritas mías).
Después venía
la parte que quedó en YouTube, ya vista… y algo más: “La verdad es que la
acción de las Fuerzas Armadas y el Cuerpo de Carabineros (…) fue una medida
preventiva que se anticipó a un golpe de Estado que, con la ayuda de las
milicias armadas con enorme poder militar de que disponía el gobierno y con la
colaboración de no menos de diez mil extranjeros que había en este país,
pretendían o habrían consumado una dictadura comunista. Por eso, cuando se
produjo el Pronunciamiento Militar y se formó la Junta Militar de Gobierno,
nosotros los democratacristianos habríamos faltado a la verdad y habríamos sido
inconsecuentes si no hubiéramos reconocido que la responsabilidad fundamental
de lo ocurrido proviene de la acción del gobierno de la Unidad Popular y que
las fuerzas armadas no buscaron esto, sino que actuaron por patriotismo, con un sentido de responsabilidad frente al
destino histórico de Chile y que nosotros hacemos fe en la disposición que
han expresado de que, restablecida la normalidad, ellas devolverán el poder al
pueblo, para que éste democráticamente escoja a sus autoridades”. (Negritas mías).
Nótese:
“milicias armadas con enorme poder militar de que disponía el gobierno”, “no
menos de diez mil extranjeros que había en este país”. Pero en 1990 y 1991 la Comisión
Rettig que Aylwin II formó, hizo desaparecer lo que Aylwin I denunciaba.
Más
aún: Aylwin “gatilló” el golpe
Si alguien
no cree que fue el “gatillador”, lea el libro “De Conspiraciones y Justicia”
(Editorial La Gironda, Santiago, 2004) de Sergio Arellano Iturriaga, hijo del
general de su mismo nombre y en 1973 un joven militante DC, que sirvió a don
Patricio de correo para comunicar al general que todo diálogo con Allende se
había hecho imposible, lo cual implícitamente significaba que “el Grupo de los
15” (cinco generales de cada rama) siguieran adelante con lo que estaban
haciendo.
En ese libro, el autor detalla el instante en que
Aylwin, tras declarar terminadas sus conversaciones con Allende, lo llama a él
por teléfono, siendo un muchacho al cual escasamente conocía, para informarle
de ese hecho:
“En la mañana
del 30 de julio (de 1973) me impactó recibir un llamado telefónico del Presidente
del PDC, el senador Patricio Aylwin, quien me solicitó que concurriera a la
brevedad a su oficina. A la sazón yo colaboraba con dicho partido en
actividades de comunicaciones, tales como la agencia de publicidad Millaje y
Radio Nuevo Mundo, pero mis vinculaciones con los máximos dirigentes eran
prácticamente inexistentes. Me arriesgué a usar el teléfono para informar a mi
padre de esta sorpresiva invitación de parte de quien asumiría ese mismo día
todo el protagonismo en razón de su encuentro con Allende. Me sugirió, con
expresa petición de reserva, ponerlo en antecedentes del memorándum secreto
(del Comité de los Quince) y de su propósito rectificador, además de expresarle
la disposición de los altos mandos a participar en un gabinete de unidad
nacional si el gobierno accedía a enmendar rumbos.
“Yo no tenía antecedentes
precisos sobre el contenido del memorándum, pero su sola existencia constituía
un dato relevante para quien acudiría a una reunión en que se jugaría la suerte
del país. (...) Mi reunión con el Presidente de la Democracia Cristiana duró
unos veinte minutos. Aylwin se mostraba muy dispuesto a facilitar una salida
pacífica en tanto encontrase en el gobierno disposición a cambiar sus políticas
más cuestionadas. Me anunció que volvería a contactarme una vez terminadas las
dos audiencias previstas, a las que concurrió con el vicepresidente, senador
Osvaldo Olguín. ( ...)
“En la tarde del día
siguiente, finalizada la segunda fase del diálogo (Allende-Aylwin), cuando todo
el país estaba expectante por su resultado y a escasos quince minutos de
terminada la reunión, recibí el nuevo llamado. El dirigente estaba visiblemente
apesadumbrado, puesto que Allende no aceptó ninguna de sus proposiciones,
limitándose a sugerir la formación de comisiones para trabajar en eventuales
acuerdos. (...) Aylwin no se aventuró a darse por enterado de la existencia del
memorándum secreto ni de la disposición de los militares a colaborar en caso de
haber un compromiso de rectificar. Me enfatizó que no estaba dispuesto a
sostener nuevas reuniones. No hubo recados ni mensaje; solamente información.
De su oficina me fui directamente al Ministerio de Defensa, hacia donde mi
padre se había trasladado para esperar mis noticias. Luego de algunos llamados
telefónicos, los integrantes del Comité de los Quince se convocaron para esa
misma noche a fin de evaluar la información recibida.
“En las notas del general
Arellano se lee: ‘Así se desmorona la última salida constitucional a la grave
crisis que vive el país. Ahora la situación se ha tornado aún más grave, ya que
la locomoción colectiva particular se acaba de plegar al paro nacional
indefinido iniciado por el Sindicato de Dueños de Camiones’. Definitivamente no
se divisaba otra opción que la intervención de las fuerzas armadas.”
Al día
subsiguiente
En “La Tercera” del 13 de
septiembre de 1973 se informa que Aylwin entregó una declaración diciendo:
“Los hechos que vive Chile son consecuencia del desastre
económico, el caos institucional, la violencia armada y la crisis moral a que
el Gobierno depuesto condujo al país, que llevaron al pueblo chileno a la
angustia y a la desesperación.
“Los antecedentes demuestran que las Fuerzas Armadas y
Carabineros no buscaron el Poder: sus tradiciones institucionales y la historia
republicana de nuestra Patria inspiran la confianza de que tan pronto sean
cumplidas las tareas que ellas han asumido para evitar los graves peligros de
destrucción y totalitarismo que amenazaban a la Nación chilena, devolverán el poder
al pueblo soberano para que libre y soberanamente decida el destino patrio.
“Los propósitos de restablecimiento de la normalidad
institucional, de paz y de unidad entre los chilenos expresados por la Junta
Militar de Gobierno interpretan el sentimiento general y merecen la cooperación
patriótica de todos los sectores. Su logro requiere una acción justa y
solidaria respecto de los derechos de los trabajadores, sin odios ni
persecuciones, que conjugue el esfuerzo colectivo en la larga tarea de
construir el porvenir de Chile, ajenas a los afanes minoritarios de quienes
buscan modelos regresivos o reñidos con la vocación democrática de nuestro
pueblo.
“La Democracia Cristiana lamenta lo ocurrido. Fiel a sus principios
agotó sus esfuerzos por alcanzar una solución por la vía político-institucional
y no los rehuirá para conseguir el desarme de los espíritus y las manos, la
pacificación, la reconstrucción de Chile y la vuelta a la normalidad
institucional, posponiendo como siempre, sus intereses partidistas al bien
superior de la Patria”.
24
años después: trasmutación a Aylwin II
Pero el
29 de marzo de 1997, veinticuatro años después, hacía ya mucho que Aylwin había
olvidado todo lo anterior. Era otra “persona política”, Aylwin II. He aquí lo
que declaraba al diario Excelsior de Ciudad de México:
“…no
dudaría un segundo en sentar en el banquillo de los acusados, ante el Tribunal
de Nüremberg, al general Augusto Pinochet Ugarte por todos los crímenes que se
cometieron durante su mandato y bajo su responsabilidad”.
¡Qué
distinto al que se negaba a condenar a los militares justamente a fines de
1973, cuando se produjo el 57 % de todas las muertes registradas desde entonces
hasta 1990! Fueron 1.823 en ese fin de año, 1.522 a manos de las fuerzas
armadas y 301 a manos de extremistas, según las comisiones formadas por el
mismo Aylwin después de 1990, si bien ellas llamaban a los guerrilleros
“particulares actuando por motivos políticos”, para no culpar ni herir la
susceptibilidad de los rojos, que iban a ser los grandes beneficiarios, en
términos pecuniarios y de imagen, de la Comisión Rettig y de su sucesora.
Así como en 1973 decía: “Es muy fácil
convertirse en juez de otros que están peleando mientras uno está cómodamente sentado
detrás de su escritorio”, un cuarto de siglo después decía, sentado detrás de un
escritorio: “A Pinochet habría que sentarlo en el banquillo de los acusados,
como en Nüremberg”.
Antes:
Frei Montalva, otro entusiasta del golpe
Pero el principal líder
opositor chileno en 1973 era el presidente del Senado y ex presidente de la
República, Eduardo Frei Montalva. Él estaba a la par de Aylwin I en su calidad
de instigador del golpe. La mejor prueba está en el “Acta Rivera”, que tiene
valor histórico. Hoy día su original se encuentra en manos del ex ministro José
Piñera, que sometió el papel a la prueba del carbono 14, para comprobar la
fecha en que fue redactada, y cotejó lo expresado en ella con los asistentes
todavía vivos a la reunión de que da cuenta. Tuve algo que ver en el hecho de
su primera publicación, pues hace casi veinticinco años un amigo y colega abogado,
Rafael Rivera Sanhueza, me mostró un documento manuscrito que él conservaba
desde que había sido asesor jurídico de la Sociedad de Fomento Fabril, allá por
1972 y 1973.
El
documento estaba escrito en un papel hilado amarillo, grueso, tamaño oficio.
Cuando lo leí me di cuenta de su importancia histórica y le pedí una copia, que
llevé a “El Mercurio”. El diario la publicó al domingo siguiente, 4 de junio de
1995, en la página D-4 de su Cuerpo de Reportajes.
Desde
entonces el documento ha pasado a ser conocido como el “Acta Rivera” entre investigadores
e historiadores. Su importancia deriva de que es un testimonio directo,
respaldado por varios testigos abonados, acerca de lo que el principal político
democrático del país esperaba de las Fuerzas Armadas en 1973. Y eso que él
esperaba les fue pedido a través del Acuerdo de la Cámara de Diputados de 22 de
agosto de ese mismo año.
Es
decir, el “Acta Rivera” contribuye a probar que los uniformados hicieron
exactamente lo que los representantes de la mayoría civil les pidieron que
hicieran.
Veamos
qué decía (y dice) el Acta:
“Hoy
viernes 6 de julio de 1973, día frío de invierno, al anochecer, la directiva de
la Sociedad de Fomento Fabril concurrió a entrevistarse con el presidente del
Senado, don Eduardo Frei Montalva, quien había accedido a recibirla en las
dependencias de la Cámara Alta, a las 18.30 horas.
“Integraban
el grupo Raúl Sahli Watterman, en su calidad de presidente subrogante, ya que
el titular, Orlando Sáenz Rojas, se encontraba en el extranjero; Eugenio Ipinza
Poblete, segundo vicepresidente; Sergio López Vásquez, tesorero; Fernando
Agüero Garcés, gerente general, y Rafael Rivera Sanhueza, asesor jurídico.
“Frei
se demoró en recibirnos. Hubo que esperarlo en el salón de la presidencia
alrededor de 45 minutos. Al ingresar, se excusó, expresando que había sostenido
una reunión de emergencia con los senadores de oposición ante la grave
situación que aquejaba al país.
“Los
representantes de Fomento Fabril le representaron su inquietud por el giro que
habían tomado los acontecimientos a raíz del ‘tanquetazo’ del viernes 29 de
junio último (nota mía: alzamiento frustrado del regimiento Blindados N°2,
comandado por el teniente coronel Roberto Souper), que había originado una toma
masiva de industrias.
“Se le
dijo a Frei que el país estaba desintegrándose y que si no se adoptaban
urgentes medidas rectificatorias fatalmente se caería en una cruenta dictadura
marxista, a la cubana.
“Frei
se paró de su sillón, abrió una caja de plata y ofreció cigarros ‘Partagas’ a
los asistentes. Luego se sentó arrellanándose en forma pausada y solemne y dijo
que agradecía la visita, pero que estaba convencido de que nada se sacaba con
acudir a los parlamentarios y a las directivas políticas contrarias a la Unidad
Popular, ya que la situación era tan crítica que los había sobrepasado.
“Claramente
añadió, casi textualmente: ‘Nada puedo hacer yo ni el Congreso ni ningún civil.
Desgraciadamente, este problema se arregla sólo con fusiles’, de manera que en
vez de ir al Congreso debíamos ir a los regimientos. ‘Les aconsejo plantear
crudamente sus aprensiones, las que comparto plenamente, a los Comandantes en
Jefe de las Fuerzas Armadas, ojalá hoy mismo’.
“Acto
seguido contó que un alto oficial de Ejército le había confidenciado que tanto
él como su familia corrían serio peligro en el barrio alto, al cual le había
respondido que él y su familia eran 12 personas y que en el barrio alto vivían
decenas de miles de personas, razón por la cual su situación era en el fondo
irrelevante, agregándole que él, como senador, había sido elegido por el pueblo
para legislar, deber que estaba cumpliendo. ‘Ustedes, en cambio, tienen las
bayonetas y deberían saber lo que tienen que hacer para salvar al país’.
“Nos
despedimos, sorprendidos por lo que oyéramos de labios de Frei. Nos llamó la
atención su claridad y su decisión, ajenas a su natural dubitativo y cauteloso.
“Siguiendo
el consejo de Frei, nos dirigimos a pie por calle Morandé en dirección al
Ministerio de Defensa. Serían alrededor de las 20 horas o más. Las puertas del
ministerio estaban entornadas. Consultamos a la guardia si estaba alguno de los
tres comandantes en jefe, manifestándole que deseábamos ser recibidos por
alguno de ellos.
“Tras
las consultas de rigor, se informó que ninguno de ellos permanecía en el
edificio”.
Este
documento prueba lo que los principales demócratas del país esperaban de los
militares (emplearé en lo sucesivo este término genérico para referirme a todos
los uniformados y policías que llevaron adelante el 11 de septiembre de 1973).
Todo
eso sucedía “antes”, cuando el pánico cundía.
Frei atestiguaba la alegría general
En efecto, el líder democratacristiano daba, en su
famosa carta a Mariano Rumor, de 8 de noviembre de 1973, presidente mundial de
la DC, otro antecedente decidor:
“El
día 15 de septiembre (de 1973) varias radios del extranjero dieron la noticia
de que yo había sido muerto. Muchas personas que las oyeron en Chile corrieron
a mi casa y a la casa de mis hijos. En ese instante pensé que estando mi hijo
Jorge en Roma, se desesperaría al saber la noticia. Por este motivo conseguí se
me autorizara una llamada telefónica, para lo cual llamé a mi ex edecán,
general Bonilla (nota mía: era el ministro del Interior). Creo que éste no es
un delito (…). Le dije (a su hijo)
que estuviera tranquilo, que nada me había ocurrido y que en general en el
país reinaba tranquilidad y que incluso en las poblaciones habían aparecido
banderas chilenas. Jorge le contó esta conversación a un periodista
italiano que pasaba por amigo mío, el cual naturalmente la adaptó”.
Cuatro años después: Frei acredita popularidad de Pinochet
En el
libro de Francisco Sánchez y Mauricio Schiappacasse, “Augusto Pinochet: el Reconstructor
de Chile”, Maye, Santiago, 2010, p. 92, se lee:
Carta
de Eduardo Frei Montalva a su yerno Eugenio Ortega en 1977:
“Ayer (6 de marzo de 1977) fui al Estadio a ver el
partido Chile-Perú. Nunca he visto un Estadio más repleto. A ese Estadio repleto
y ya oscuro, porque había luz artificial, llegó Pinochet. Hubo un aplauso de
todo el Estadio. No puedo asegurarle si las galerías se pusieron de pie, pero
en la parte en que yo estaba, en las galerías colindantes a la marquesina, en
una de cuyas orillas estaba, vi que se ponían de pie. No hubo un solo
chiflidito. Quedé muy impactado. A mí todo el mundo me saludó en forma
especialmente cordial. Donde yo estaba había mucho pueblo, y la verdad es que
cuando llegó Pinochet se pararon como movidos por un resorte y aplaudían a
rabiar. Este es el Chile de hoy.”
En la biografía de Frei del historiador Cristián Gazmuri
también se reproduce esta carta.
Un año y medio después: bendición de los obispos
La Iglesia Católica, a la cual, tras tantos años del
ya mencionado lavado cerebral, suele presentársela como muy crítica del régimen
castrense, opinaba de la siguiente manera, a través del Comité Permanente del
Episcopado, en 1975 (cuando se habían producido ya más de las tres cuartas
partes de las bajas de toda la administración castrense) en la declaración “Evangelio y Paz”, de
septiembre de 1975, de la cual se reproduce algunos párrafos:
“Nosotros reconocemos el
servicio prestado al país por las Fuerzas Armadas, al liberarlo de una
dictadura marxista que parecía inevitable y que había de ser irreversible.
Dictadura que sería impuesta en contra de la mayoría del país y que luego
aplastaría a esa mayoría. Por desgracia muchos otros hechos, que los propios
partidarios del pasado gobierno hoy día critican y lamentan, crearon en el país
un clima de sectarismo, de odio, de violencia, de inoperancia y de injusticia,
que llevaba a Chile a una guerra civil o a una solución de fuerza. Lo ocurrido
en tantos otros países del mundo en que minorías marxistas han impuesto o han
tratado de imponer su dictadura contra la inmensa mayoría de sus habitantes, y
no pocas veces con ayuda extranjera, era una clara advertencia de lo que podía
suceder en Chile. Que estos temores no eran cosa del pasado lo demuestran,
entre otros, la actual situación en Portugal y lo que se puede sospechar ocurre
en Vietnam del Sur o en Cambodia. Es evidente que la inmensa mayoría del pueblo
chileno no deseaba ni desea seguir el destino de aquellos países que están
sometidos a gobiernos marxistas totalitarios. En ese sentido, creemos justo
reconocer que las Fuerzas Armadas interpretaron el 11 de septiembre de 1973 un
anhelo mayoritario, y al hacerlo apartaron un obstáculo inmenso para la paz.”
Un juez de
“antes”: “Dejen a los militares hacer su trabajo”
El hecho de que el estado de excepción era bien acogido
por la civilidad en 1973 y 1974 se desprende también de un episodio referido
por el ex Presidente Aylwin en sus memorias, “El Reencuentro de los
Demócratas”, relativo a su visita, a mediados de 1974 (y ya él tranquilizado de
que la guerrilla no había prevalecido) al ministro de la Corte Suprema, Rafael
Retamal, de conocida inclinación pro-democratacristiana, para impetrar una mayor
preocupación por las detenciones y el trato a los detenidos. La respuesta de
Retamal fue clarificadora:
“Mire, Patricio, los
extremistas nos iban a matar a todos. Ante esta realidad, dejemos que los
militares hagan la parte sucia, después llegará la hora del derecho.”
Los Informes Rettig y Valech, y más tarde, como veremos, hasta
un comandante en jefe del Ejército “arrepentido”, hablaron muchos años después
de los extremistas de izquierda como “las
víctimas”. Lo único malo de estas “víctimas” era que “nos iban a matar a todos”.
Es que el
magistrado le había oído anunciar precisamente eso, ante las puertas de los
Tribunales, nada menos que al Intendente de Santiago, Jaime Faivovich, a la
cabeza de una poblada, antes del 11, debido a su disgusto con un fallo judicial
que hacía respetar el derecho de propiedad: “Habría que matar a todos estos viejos
momios”. Y don Rafael se lo tomó al pie de la letra.
Apoyo
de la DC al golpe
La DC
ha sido el verdadero barómetro de estos cuarenta años de progresiva amnesia
histórico-política. Personas afines a esa colectividad fueron determinantes
para que hubiera un 11 de septiembre de 1973, como ya hemos visto: Eduardo Frei
Montalva, Patricio Aylwin, Andrés Zaldívar.
Este
último estaba en 1973 decididamente a favor del golpe y, en su fuero interno, aunque
hoy, como tantos, no lo reconozca, parece seguir estándolo. El 30 de agosto de
2013 me entrevistó un productor de programas televisivos que venía de hacer lo
mismo con un alto oficial de Ejército (r) a quien le correspondió velar por la
normalidad en el puerto de Constitución, ubicado en la zona que representaba
Zaldívar en el Senado, en los caóticos días posteriores al terremoto del 27/F
de 2010. El oficial le había relatado al periodista que cuando Zaldívar lo
saludó, en Constitución, le manifestó sonriente y agradecido: “Ustedes nos han
salvado por segunda vez”. Habló desde su fuero íntimo.
Pero
en el año 2000 la amnesia nacional ya había sido oficializada, de modo que cuando
una crónica de “El Mercurio” afirmó que el entonces senador DC, Juan Hamilton,
temía que se recordara su concurrencia, disfrazado, a una reunión con oficiales
de la Armada, antes del 11, y que después habría viajado a Europa a “justificar
el golpe”, el senador envió al diario una molesta réplica, señalando que “ambas
referencias se apartan de la verdad y han sido objeto de reiteradas
aclaraciones”. Pero reconoció que el viaje a Europa, junto con “el encargado
internacional de la DC, Enrique Krauss” había tenido lugar, pero que “no tuvo
por objeto justificar el golpe”, sino “explicar a la superestructura política
del viejo continente los esfuerzos de nuestro partido” ¡para evitarlo!
Pero
en 2000 circulaba en Santiago el diario “El Metropolitano”, que si bien no
logró sobrevivir, se caracterizó por publicar reportajes reveladores de hechos
poco conocidos. Y en su edición del 6 de septiembre de 2000, bajo la firma de
Víctor Osorio, publicó una investigación fundada en documentos inéditos en
Chile, en particular uno aparecido en la revista “Chile-América”, números 4 y
5, publicada en Roma por exiliados chilenos, entre ellos José Antonio
Viera-Gallo, ex DC y militante del MAPU, cuyo comité editor integraban, entre
otros, el ex vicepresidente de la República Bernardo Leighton, connotado líder
y fundador de la DC, que se había ido a Italia a comienzos de 1974.
Dijo
“El Metropolitano”: “El documento señala que el 14 de septiembre de 1973, en
casa de Javier Lagarrigue, íntimo amigo de Eduardo Frei Montalva, se produjo un
encuentro entre el ex Presidente y su antiguo amigo, el general de división
Oscar Bonilla, quien ha asumido la cartera de Interior. Aparte de Lagarrigue y
de los dos personajes nombrados, sólo se encuentra presente el senador
democratacristiano Juan de Dios Carmona, que fue ministro de Defensa (de Frei)
(…) Frei aseguró que el partido apoyaría a la Junta Militar y se acordó el
envío inmediato de una carta a los partidos de la Unión Mundial Demócrata
Cristiana (UMDC). Se acordó también la urgente salida de una delegación del PDC
al extranjero.”
“Diez
días después, a las 20 horas, se cierra la redacción del documento que se había
convenido enviar al exterior en nombre del partido. No es un informe de
Patricio Aylwin, presidente nacional, sino una ‘Carta Demócrata Cristiana desde
Chile’ N° 20, simplemente fechada ‘septiembre de 1973’ y que tiene el carácter
de una publicación del Departamento Internacional del PDC. La suscriben Enrique
Krauss Rusque y Federico Cumming Godoy, secretario ejecutivo de relaciones
internacionales del PDC”.
La
carta tenía poco más de cinco carillas y contenía párrafos como los siguientes:
“En nuestra correspondencia de julio último dijimos que la acción del gobierno
de Salvador Allende había colocado a la democracia chilena ‘entre la espada y
el paredón’. Esto es, entre una salida militar, con todos los riesgos que ella
significa, o una dictadura totalitaria”. Añadía que “la gran mayoría recibió
aliviada la noticia del derrocamiento de Allende”, y reseñaba la declaración
oficial de la mesa directiva del PDC, dada a conocer el 12 de septiembre,
subrayando la frase en la cual sostenía que los propósitos de la Junta Militar “interpretan
el sentimiento general y merecen la patriótica colaboración de todos los
sectores”.
La
gira del desengaño DC
La
revista “Chile-América” indica que el 16 de octubre de 1973, “con la
aquiescencia de la Junta Militar salen de gira a América Latina y Europa los
dirigentes DC Enrique Krauss (diputado), Juan de Dios Carmona y Juan Hamilton
(senadores) para explicar las razones que ha tenido (el PDC) para apoyar el
pronunciamiento militar”.
Siempre
según “Chile-América”, “posteriormente, por separado, el presidente del
partido, Patricio Aylwin, viaja a la República Federal Alemana para contactar
con los dirigentes democratacristianos de ese país”. Y añade “Pedro Jesús
Rodríguez, ex ministro de Justicia de Frei, y Alejandro Silva Bascuñán,
presidente del Colegio de Abogados, ambos militantes demócrata cristianos,
integran una delegación de juristas que realizan una gira de 32 días por países
europeos en una acción destinada a mejorar la imagen internacional de la Junta.
Algunos periodistas señalan que también tiene como misión hacer consultas para
la redacción de una nueva Constitución en Chile”.
“Chile-América”
señala que Radomiro Tomic solicitó reconocer la existencia de “criterios
políticos claramente disímiles”. Estas palabras de Tomic estuvieron destinadas
a lograr el ‘leal reconocimiento de esta realidad, interna e
internacionalmente’ y no andar proclamando ‘unanimidad’ y que las diferencias
representaban ‘sólo matices’, como lo sostuvo en la misma reunión uno de los
tres personeros del Partido que fue a Europa, pretendiendo llevar la
representación de la DC a explicar en esos países lo ocurrido en Chile.
“Chile-América”
añadió que en febrero de 1974 partió a Europa Bernardo Leighton para dar otra
versión de lo ocurrido en Chile, pues en el Viejo Continente “experimentaron la
necesidad de conocer los puntos de vista de alguna figura relevante del partido
que les explicara la posición de los democratacristianos que habían condenado
el golpe”.
Es
notable que viajara Bernardo Leighton a hacerlo, en circunstancias que fue uno
de los firmantes del Acuerdo de la Cámara de Diputados de 22 de agosto de 1973
que precisamente llamaban a los uniformados a intervenir.
Y
la DC sesionaba con la Junta
“El
Metropolitano”, en la misma edición, dio a conocer “otro capítulo de la
historia, que vino a conocerse veinte años después del 11 de septiembre de
1973”. Ese capítulo se conoció cuando el
Partido Comunista, en 1993, dio a conocer actas de sesiones reservadas que
realizó la Junta de Gobierno en los meses posteriores al pronunciamiento. Ellas
fueron entregadas a la Comisión Rettig en 1991 pero no se hicieron públicas (pues
la Comisión se formó para juzgar a los militares y no a la DC); sin embargo, el
PC también las guardó, hasta que, en 1993, al cumplirse veinte años de la
intervención militar, el partido rojo decidió darlas a conocer en su diario “El
Siglo”, edición del 28 de agosto de dicho año.
Dijo
el diario comunista que “la particular importancia que encierra esta
publicación es la reveladora información que entrega acerca del papel que jugó
la DC en el derrocamiento del régimen democrático y aun durante la propia dictadura,
cuando asume una actitud de colaboración y sumisión hacia las nuevas
autoridades”.
El
director de “El Siglo” en 2000 dijo a “El Metropolitano” que “nunca hemos
recibido un desmentido por la publicación de estos documentos”.
Entre
ellos el diario reprodujo acápites del Acta N° 29 de la Junta de Gobierno, que
señala: “En Santiago, a seis días del mes de noviembre de 1973, siendo las 16
horas, se reunió la Junta en sesión secreta”.
El
primer punto y el más extenso de la tabla dice así: “Se recibe en audiencia a
los ex parlamentarios señores Juan de Dios Carmona, Juan Hamilton y Enrique
Krauss, quienes dan una información general de la impresión que han podido
recoger en su visita a Europa en relación con los últimos acontecimientos
ocurridos en el país.
“A su
juicio, Roma es el centro de la propaganda mundial en contra de Chile y donde
se estarían reuniendo los ex embajadores que no regresarían al país, estimando
que la situación con Italia no podrá arreglarse antes de cuatro o cinco meses,
lo cual puede repercutir en alto grado en los embarques y desembarques de
productos de Chile, muy en especial en lo referente al cobre.
“En
síntesis, consideran que esta intensa campaña en contra de Chile será mantenida
a toda costa a fin de transformar nuestra situación como en un Vietnam
publicitario”.
A este
respecto la Junta acordó “impartir instrucciones precisas al Ministro de
Economía y a Codelco respecto del problema de la entrega de cobre a Italia.”
Termina
la crónica de “El Metropolitano” señalando: “En la Carta Demócrata Cristiana
desde Chile, de septiembre de 1973, se había señalado que el partido espera con
la más absoluta tranquilidad el juicio de la historia”.
En
definitiva, la campaña propagandística contra la Junta en Europa fue demoledora
y finalmente se impuso no sólo allá, sino en todo el mundo y, lo más
sorprendente, en Chile, donde al cumplirse los 40 años del golpe la amnesia no
sólo ha acometido a la DC sino a la propia derecha que apoyó el pronunciamiento
y formó parte del Gobierno Militar.
Este “Vietnam
publicitario” de origen soviético (KGB) produce hasta hoy sus devastadoras
consecuencias, entre ellas las de haber puesto contra la Junta a Frei Montalva,
Aylwin, Zaldívar, su partido y un largo etcétera que incluye, se reitera, hasta
a los partidos de derecha, que han modificado sus “Declaraciones de Principios”
para borrar de la memoria colectiva su apoyo al Gobierno Militar y su
participación en él hasta el último día. ¡Hasta el Ejército se ha pasado al
bando contrario, como veremos!
Es que resulta increíble hoy, en 2019, ver como todos han
olvidado todo
lo que decían, pensaban
y hacían en esos primeros y cruciales meses, especialmente cuando justamente
entonces se producía la mayor parte de las muertes del enfrentamiento armado
entre el Gobierno Militar y la subversión de extrema izquierda que preparaba un
golpe para tomar poder.
Frei:
“los políticos tenemos que callar”
Es
importante el dato de los caídos en 1973, ese 57 por ciento del total 73-90, dado
más arriba, porque justamente, en esos meses, personalidades como Eduardo Frei
Montalva y Patricio Aylwin hacían declaraciones al extranjero defendiendo la
acción militar.
Frei
declaraba al “ABC” de Madrid: “Los militares han salvado a Chile”, pero añadía
mucho más y sus declaraciones las publicó “El Mercurio” de 12 de octubre de
1973. He aquí algunas:
“Lo
que el mundo no sabe es que los marxistas chilenos disponían de armas
superiores en número y calidad a las que estaban en manos de las Fuerzas
Armadas.
“Los militares
han salvado a Chile y a todos nosotros (…) Las Fuerzas Armadas siguen
encontrando depósitos de armas clandestinos. Los marxistas estaban preparando
una guerra civil.
“Cuando
un gobierno actúa como lo hizo Allende y se crean condiciones desfavorables
como jamás se habían conocido (…) el derecho al levantamiento se convierte en
un deber.
“Este
es un momento en que los políticos tenemos que callar. No es nuestro momento.
Es posible que yo un día publique un largo escrito acerca de nuestro partido, la
Democracia Cristiana, pero hasta que lo tenga bien decidido, pensado y
madurado, no quiero aparecer opinando en los periódicos…
“El
marxismo, con conocimiento y aprobación de Salvador Allende, y acaso por
instigación de Salvador Allende, había introducido en Chile innumerables
arsenales, que se guardaban en viviendas, oficinas, fábricas, almacenes (…) Un
armamento para más de 30.000 hombres, y el Ejército chileno no pasa normalmente
de esa cifra. Los militares han salvado a Chile y a todos nosotros, cuyas vidas
no son ciertamente tan importantes como la de Chile, pero son vidas humanas, y
muchas, y todas amenazadas perentoriamente. Y no puedo decir que estemos aun a
salvo porque —ya lo ve usted día tras día— las Fuerzas Armadas siguen
descubriendo reductos y arsenales. La guerra civil estaba perfectamente
preparada por los marxistas. Y esto es lo que el mundo desconoce o no quiere
conocer (…) Cuando se producen en un país condiciones que no se han conocido
nunca, como en Chile, tan claras y abundantes en la historia del mundo, el
derecho a la rebelión se convierte en deber. Es un derecho jurídico proclamado
por todos los juristas e historiadores, como el Padre Mariana en España.
“La
gente en Europa no se imagina lo que era esto. Viven ofuscados por la gran mentira
del experimento de la democracia hacia el comunismo. Pero eso no es posible. Es
una contradicción en los términos, una antinomia. Si Allende, que no era
ideólogo, pero sí maniobrero, sabía que no era posible y por eso utilizaba,
para engañarnos, la muñeca (…) Es alarmante que en Europa no se enteren. Este
país está destruido. Necesita que se fijen en él. Necesitamos que prevalezca la
verdad con documentos irrebatibles, con la divulgación de hechos vergonzosos.
Este país está destruido hoy. Yo espero que también España lo comprenda. …
“La DC
no deseaba esto, naturalmente. Usted no desea operarse de cáncer, pero llega un
momento en que usted tiene que operarse el cáncer. Nuestros cirujanos son las
Fuerzas Armadas y el pueblo solicitó su intervención insistentemente,
estruendosa y heroicamente”.
Este
último párrafo de la declaración al ABC no lo incluyó “El Mercurio”, sino que
lo dio a conocer el historiador Gonzalo Rojas Sánchez en su libro “La Agresión
del Oso”, El Roble, Santiago, 2003, p. 143.
Subrayo
una sola de las frases de Frei Montalva al ABC: “La guerra civil estaba
perfectamente preparada por los marxistas”.
Los responsables
del catastrófico “después”
A mi juicio los tres
principales responsables de que lo anterior se haya olvidado y se haya pasado
de una situación de reconocimiento a las Fuerzas Armadas y Carabineros, como
salvadores y reconstructores del país, a otra en que, contra toda legalidad y
contra la verdad de los hechos, son denostados, perseguidos y encarcelados como
criminales, han sido tres:
El primero, Patricio Aylwin, que a partir
de 1990 diseñó toda una estrategia para culparlos y poner de su lado a los extremistas
que llevaban a Chile a un régimen totalitario.
El segundo, Sebastián Piñera, que durante
su primer mandato 2010-2014 multiplicó por tres las querellas ilegales del
régimen post-2000 contra los ex uniformados, los desacreditó públicamente como
autores de delitos y llegó hasta a llamar a sus propios partidarios, los mismos
que habían votado por él para presidente en 2009 y que antes habían sido
partidarios y colaboradores del Gobierno Militar, “cómplices pasivos” de
supuestos ilícitos.
Y el tercero, Juan Emilio Cheyre, comandante
en jefe del Ejército desde 2004, quien, para congraciarse con los enemigos del
régimen militar, se rindió incondicionalmente ante ellos al declarar a su
propia institución como responsable de “todos los hechos punibles y moralmente
inaceptables del pasado”.
Esos han
sido los grandes artífices del proceso denigratorio de la Revolución Militar
Chilena 1973 -1990 y de sus líderes y los principales responsables de la
consiguiente miseria moral en que se desenvuelve el Chile actual.
CAPÍTULO II
DOS INSTRUMENTOS PARA LAVAR CEREBROS
El masivo cambio de
opinión de la mayoría ciudadana entre 1973 y hoy se ha llevado a cabo
intencionadamente, usando instrumentos adecuados para lavar el cerebro de la
gente y estructurar de una manera orwelliana, es decir, totalitaria (ver libro “1984”)
los términos en que se la va a acondicionar para juzgar la historia reciente
del país.
Claro. ninguno
de los dos instrumentos ideados habría prosperado sin una dosis grande de
miseria moral subyacente y pre-existente en la sociedad chilena.
I.
Primer
instrumento del lavado: Informe Rettig
La Comisión Nacional de
Verdad y Reconciliación, formada por el Presidente Aylwin (1990-1994) por
decreto número 355 de 24 de abril de 1990, fue un acto jurídico de astucia
política, pero ilegal y nulo, pues confería a una Comisión la facultad de
“averiguar, inquirir e investigar” materias delictuales descritas como “las más
graves violaciones a los derechos humanos”, obligando a las autoridades y
servicios de la administración del Estado a prestarle colaboración.
Sin
embargo, un Presidente no podía constitucionalmente crear semejante organismo
ni ordenar eso. Sólo un estado de letargia colectivo podía permitirlo. Pues, según
el artículo 73 de la Carta Fundamental, “la facultad de conocer de las causas
civiles y criminales, de resolverlas y de hacer ejecutar lo juzgado, pertenece
exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley.”
Como es
obvio, “averiguar, inquirir e investigar” implican “conocer”. Y “las más graves
violaciones de los derechos humanos” son hechos delictivos que caen dentro de
la jurisdicción criminal, exclusiva de los tribunales de justicia. Luego, en un
estado de derecho jurídicamente estructurado, ese decreto presidencial habría
sido nulo de pleno derecho. Pero en Chile, en cuanto se refiere al régimen
militar, no impera el estado de derecho y rige una especie de “ley de la selva
política”, en que todo está permitido para algunos y nada para otros.
Requisitos
existentes para poder consumar la ilegalidad antes descrita: una derecha en
pánico, la cual en lo único que pensaba era en que, salidos del poder los
militares que la protegían, se le perdonara la vida. Por tanto, estaba sumamente
agradecida de que “los momios no fueran al paredón ni las momias al colchón”, como
se anunciaba durante la UP y muchos temían que sucediera si los uniformados
volvían a sus cuarteles y la izquierda al poder. Como el ejército guerrillero rojo
quedaba suelto o, peor todavía, gobernando o muy cercano al gobierno, la
derecha aterrorizada y malagradecida, con bastante cinismo “tomó palco”
diciéndose: “si los milicos aguantan que Aylwin los siente en el banquillo estilo
Nüremberg y no hacen nada, eso es problema de ellos; aunque sólo hubieran hecho
lo que la mayoría de los civiles les habíamos pedido que hicieran. Allá ellos”.
De modo que la derecha nada dijo ante la
inconstitucionalidad y la Comisión se constituyó y trabajó. Menos iban a decir
algo los DC, que lo estaban haciendo, ni la izquierda, la gran beneficiaria de
la inconstitucionalidad. Lo paradójico fue que el comisionado más severo contra
los militares era el más derechista de todos, el abogado e historiador Gonzalo
Vial Correa, en cuyo descargo hay que decir que, quince años después, recapacitó
y se erigió en “La Segunda”, con su inigualable pluma, en un sólido defensor de
los militares contra los atropellos que cometieron y cometen los jueces a
expensas de ellos. Esto se verá más adelante, como asimismo se verá que ya en
2005 Vial devino un detractor corajudo y severo del escandaloso Informe Valech,
el segundo instrumento para lavar cerebros.
Pero en 1990 Vial todavía no había recapacitado
y fue el principal redactor del Informe Rettig, que constituyó una intencionada
y vil maniobra político-propagandística de Aylwin II. Las prensas oficiales no descansaron,
imprimiendo millones de ejemplares. Según el ministro de Educación de 1991, el
socialista-PPD Ricardo Lagos, aquel debería “permear” la enseñanza en los
colegios.
Así
como en los 70 Allende intentó imponer, sin éxito, la “Escuela Nacional Unificada”,
en los 90 Aylwin II consiguió imponer, con éxito, una “Verdad Nacional Unificada”,
cuyo principal defecto consistía en que era mentira. Pero casi nadie se atrevía
a decirlo. Y todavía casi nadie se atreve hoy.
Pues en
1991 la Armada, la Fuerza Aérea y Carabineros emitieron declaraciones melifluas
ante el recién evacuado Informe Rettig que las acusaba injustamente. El
Ejército, en cambio, que tuvo la deferencia de llamarme a integrar el grupo que
redactó su declaración, rechazó ese atentado contra la verdad y el derecho.
Pero
el país mayoritario, siempre dispuesto a ser engañado cuando el presupuesto de
propaganda es suficientemente grande, lo acogió como un texto sagrado. Y la
“gran prensa” se inclinó temerosa ante el nuevo evangelio y le dio su
bendición. Con eso el Gran Lavado Nacional de los Cerebros quedó listo para
comenzar.
Parcial
servicio a la verdad
Pero si
bien la Comisión de Verdad y Reconciliación distribuyó injustamente las culpas,
pues se las cargó a los uniformados y eximió de ellas a los agresores de la
democracia, es decir, socialistas, comunistas, mapucistas, izquierdistas
cristianos y miristas, sí prestó un parcial servicio a la verdad (porque a la
reconciliación de que habla su nombre no le prestó ninguno, como vemos hasta
hoy. Por el contrario, el Informe ha sido fuente de profundas odiosidades que había
contribuido a disminuir y casi suprimir la Ley de Amnistía de 1978). Y también
el Informe ha sido fuente de millonarios e injustos pagos a los principales cabecillas
y ejecutores del terrorismo de extrema izquierda o a sus sucesores.
Ese parcial servicio a la verdad antes mencionado consistió
en sorprender al país y al mundo al acreditar que en casi 17 años de gobierno
militar sólo habían perecido (o, en una minoría de casos, 979, supuestamente desaparecido),
un total de 2.298 personas. La revista norteamericana “Neswsweek” había publicado
en septiembre de 1973 que sólo en los primeros días después del 11 había muerto
más gente que ésa. La Radio Moscú había voceado, por supuesto, centenares de
miles de muertos. Los políticos socialistas, que habían ganado tribuna pública acá
durante los 80, aseguraban en los foros a que concurrían que había muerto “más
gente que en la Guerra del Pacífico” (Ricardo Núñez lo dijo en un foro en que
estaba yo) y que había “miles de desaparecidos”, lo cual casi todo el mundo venía
repitiendo por años, empezando por la primera dama norteamericana Rosalynn
Carter, que hablaba de “15 mil desaparecidos” (véase cita más adelante).
Todos
esos falsificadores y las “élites habladoras” quedaron momentáneamente
desconcertados por el Informe con su balance de 1.319 muertos y 979
desaparecidos.
Pero ésa fue, probablemente, su única contribución a la
verdad. Su mayor pecado fue cumplir al pie de la letra lo que Aylwin II
esperaba de él: que hiciera desaparecer las “milicias armadas fuertemente
equipadas, que con la ayuda de no menos de diez mil extranjeros que había en
este país, se preparaban para instalar un régimen comunista totalitario” o “el
poder bélico que tenía la Unidad Popular (que) no ha sido sino en parte
revelado, y cuando el mundo lo conozca, se va a formar conciencia de que
realmente se estaba preparando una toma total del poder por los comunistas por
la vía armada, con una revolución sangrienta en que habrían descabezado a todos
los mandos de las fuerzas armadas y a todos los equipos directivos no sólo
nacionales sino que provinciales y medianos de los partidos democráticos”, como
denunciaba Aylwin I en 1973.
Pues la
parte esencial de la misión encomendada por Aylwin II a la Comisión Rettig consistía
en desmentir a Aylwin I.
La explicación de esto es que Aylwin I quería sacar al
marxismo del poder, mientras que Aylwin II quería aliarse con el marxismo para
poder gobernar sin subversión marxista. Fue una fría operación política. ¿Cómo logró
concretarla? Nombrando una comisión, sólo aparentemente pluralista, que
absolviera al marxismo de sus pecados, satisficiera el odio de éste condenando
a los militares y aplacara la codicia e ímpetus revolucionarios congénitos del
primero llenándolo de dinero.
Contaba
con el miedo proverbial de los derechistas, entre ellos los propios miembros de
esa tendencia de la Comisión Rettig, que temían ser “colgados de los faroles” (se
lo oí textualmente a uno de ellos en los 80) al término del gobierno militar,
del cual habían formado parte. Supuesto aciago destino que creían poder evitar
si se hacían perdonar culpando de todo a los militares.
Y así se configuró la mayor de las “miserias de la chilenidad
actual”.
Informe
Rettig desmentido por los hechos
Pero los hechos
desvirtuaron el Informe:
Uno, para empezar, y pese a que
el Ejército había detallado en su presentación a la Comisión todos los caídos a
manos de la guerrilla de izquierda, que fueron 423, el Informe Rettig sólo dio
cuenta de 183 de ellos. ¡Ni siquiera leyeron los cuatro tomos del Ejército
dirigidos a la Comisión!
Cuando después de 1991 se designó una segunda Comisión,
la de “Reparación y Reconciliación” (debió crearse porque mucha gente se dio
cuenta de que podía obtener dinero si relataba algún abuso, real o imaginario,
a manos de militares), resultó que ésta reconoció a 240 víctimas más de
“particulares actuando por motivos políticos”, es decir, del terrorismo
comunista-socialista que no se podía mencionar por su nombre. Un tercio más que
los reconocidos por la Comisión Rettig.
En
resumen, de los 3.197 caídos entre 1973 y 1990, determinados por ambas
Comisiones, 423 lo fueron a manos de la extrema izquierda, pero sin nombrar al
MIR ni al FPMR, cuyos terroristas fueron transmutados en “víctimas”, lo cual
acogió después el comandante en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre en su defensa
de su rendición incondicional, cuando habló de “las víctimas y mis camaradas de
armas” en carta a “El Mercurio” que se verá más adelante.
Dos, el
Informe Rettig “tampoco se dio cuenta” de que José Manuel Parada, uno de los
tres “degollados” en 1985, era un alto jefe comunista y cabecilla del FPMR y sólo
consignó que era “Jefe del Departamento de Análisis de la Vicaría de la
Solidaridad y se encontraba haciendo un estudio del Comando Conjunto”.
La verdad era que se había infiltrado para manejar los
archivos y los documentos de la Vicaría y, de hecho, lo que ellos dicen fue
escrito y redactado bajo la supervisión comunista. Esos archivos han sido
después ampliamente usados por los medios de comunicación para desacreditar al
régimen militar, pero son obra de una pluma terrorista roja. Precisamente la
divulgada teleserie “Los Archivos del Cardenal” es un libreto de informes
redactados bajo la autoridad de Parada.
Tres, el
Informe también oculta que el gobierno militar pidió la designación de un
ministro en visita apenas conocida, en 1985, la detención ilegal del mismo Parada
y otros dos altos dirigentes del comunismo y de su brazo armado, el FPMR,
Guerrero y Nattino, los tres posteriormente asesinados. El Gobierno Militar
quiso evitar ese desenlace, pero los tribunales dilataron la designación del
sumariante y dieron tiempo a que los tres comunistas fueran asesinados por sus
captores, que eran carabineros actuando al margen de toda autoridad superior.
Incluso
más, fue la CNI la que, obrando bajo instrucciones de la Junta, le señaló al
ministro en visita, tardíamente designado por la Corte, que los responsables del
secuestro habían sido carabineros actuando por su cuenta, cosa que el ministro instructor,
José Cánovas Robles, demoró años en admitir, pues sesgadamente pensaba que
había sido una operación ilegal de la propia CNI.
Cuatro, otro
sesgo del Informe emana de que, generalizadamente, atribuye hechos delictuales
a “agentes del Estado”, en circunstancias que “agente”, en su sentido natural y
obvio, es una persona que obra con poder de otro y la expresión “agente del
Estado” implica que la persona actúa mandada por la autoridad, en este caso, el
Gobierno.
La consecuencia de esta imputación implícita ha sido
gravísima, pues ha generado en la opinión pública la impresión de que el
gobierno militar encargó la comisión de delitos, en circunstancias que hizo
todo lo contrario: quitó el mando de la DINA a su director y disolvió esta
última precisamente por haberse comprobado que su gente cometió delitos; y la
reemplazó por la CNI, a la cual, cuando también se le comprobó la comisión de
delitos, la Junta le prohibió legalmente detener a persona alguna.
Luego, fue una falsedad constante y crónica del Informe
Rettig hablar de “agentes del Estado” cuando se trataba de actuaciones delictivas
de personas que, en los hechos, no fueron mandadas por el Estado a cometer
delitos.
Cinco, también
faltó a la verdad el Informe cuando señaló, en el caso de la muerte de los
hermanos Vergara Toledo, que se trataba de “un falso enfrentamiento”. El enfrentamiento
fue real y originado en que los hermanos dispararon, sin previa provocación,
contra el carabinero Marcelo Muñoz Cifuentes cuando éste les requirió sus
documentos de identidad.
Seis, además, y
como una conclusión general, el pleno de la Corte Suprema corroboró en mayo de
1991 la falta de veracidad del Informe Rettig en estos términos: “la Comisión no
trepida en violentar el ámbito de sus atribuciones…; rebasó abusivamente las
atribuciones que le habían conferido… ”recurrió a una cita maliciosa en
perjuicio de los tribunales y extralimitándose en sus facultades… emitió un
juicio apasionado, temerario y tendencioso, producto de una investigación
irregular y de probables prejuicios políticos”.
Siete, se añade a lo
anterior otro desmentido: se ha dado a conocer el fallo de la Corte de
Apelaciones de Rancagua que absuelve a los carabineros procesados por las
muertes de dos cabecillas de la organización ilícita terrorista FPMR, Carlos
Pellegrin y Cecilia Magni, que habían atacado un cuartel policial en Los
Queñes, matando a un suboficial de Carabineros.
El
Informe Rettig había dictaminado que ambos subversivos habían sido apresados y
torturados, que la mujer había sido violada y que luego los cadáveres habían
sido lanzados por los carabineros a las aguas del río Tinguiririca. El fallo de
la Corte dice que nada de ello fue comprobado y que los miembros del grupo
terrorista perecieron ahogados al tratar de cruzar el río en su fuga.
Ha
tomado veintidós años desmentir este último infundio calumnioso del Informe
Rettig, confeccionado sobre la base de averiguaciones de un archivero comunista
y medio centenar de abogados, el 90 por ciento de los cuales era políticamente
adverso al Gobierno Militar.
Pellegrin, el jefe comunista muerto, había recibido
formación militar en Cuba, en el cuartel Punto Cero. Su nombre interno o alias
era “Comandante José Miguel” y usaba también el de “Rodrigo” (“La Nación”, 31
de marzo de 1993). Y además era el comandante máximo del brazo armado comunista,
el referido Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Pero tras su muerte esto
siempre se ocultó y se dijo que el jefe máximo era el “Comandante Salvador”,
alias de Galvarino Apablaza, buscado por la justicia por el asesinato del
senador Jaime Guzmány hoy refugiado e impune en Argentina. Con lo cual, tras la
fuga de frentistas de la Cárcel de Alta (¿?) Seguridad en 1994, no hay preso
ningún responsable del asesinato del senador.
Ocho, también
periódicamente se ha dado a conocer la falsedad de la calificación de personas
como “detenidas-desaparecidas” hecha por el “Informe Rettig”, pues se ha ido
comprobando que algunas están vivas o que desaparecieron al margen de toda
intervención de agentes del Estado.
Nueve, la
parcialidad del Informe quedó de manifiesto en el famoso “caso Quemadores Quemados”
de 1986. Las dos personas que resultaron con quemaduras, Carmen Gloria Quintana
y Rodrigo Rojas Denegri, portaban elementos altamente incendiarios para lanzarlos
contra vehículos y personas en una “Jornada de Protesta” opositora. El solo
hecho de portar esos elementos incendiarios revela el propósito violento de la
convocatoria.
¿Qué podía hacer la fuerza pública, sino tratar de proteger
a la ciudadanía pacífica de esa violencia, y actuar contra los agitadores? Pero,
como éstos resultaron quemados accidentalmente con sus propios artefactos, el
“Informe Rettig” dictaminó que los autores de la ilicitud eran los agentes del
orden y no los subversivos y dijo, refiriéndose a Rodrigo Rojas, que “fue
víctima de grave violación a los derechos humanos, por cuanto su muerte, cualquiera
sea el grado y la naturaleza de la responsabilidad individual de los
involucrados, se produjo como consecuencia directa de las acciones u omisiones ilícitas de los efectivos militares” (negritas
puestas por mí).
O sea,
para la Comisión, los que impedían que los portadores de artefactos incendiarios
se los lanzaran a la población civil ¡incurrían en una conducta ilícita! Y los
que no podían cumplir su propósito de incendiar vehículos con gente, sufrían
“grave violación a los derechos humanos”.
Ése
fue el sesgo invariable del Informe Rettig. Más allá de ello, la justicia de
izquierda, que se enseñoreó del Poder Judicial después del año 2000 -–primero excepcionalmente
y luego de manera generalizada— reabrió el “caso Quemadores Quemados” en 2015,
pese a que ya había sido juzgado por la jurisdicción civil en 1986 y, además,
los hechos estaban prescritos.
Con
motivo de este nuevo juicio, que es ilegal, se produjeron, sin embargo, interesantes
derivaciones que dieron lugar a la siguiente columna, que publiqué en julio de
2015 del diario “Estrategia”:
“Propongo como “Ciudadano del Año” al ex
conscripto Leonardo Riquelme Alarcón.
“En 1986
integraba una patrulla que sorprendió a dos terroristas portando elementos
altamente incendiarios y explosivos destinados a ser lanzados contra vehículos
de locomoción. Cuando fueron detenidos, accidentalmente Riquelme pasó a llevar
una de las botellas que los subversivos llevaban, la misma estalló y quemó a
los terroristas, uno de los cuales falleció. Un ministro de Corte investigó el
caso y determinó que la causa de las quemaduras había sido casual.
“El año
pasado, violando el debido proceso y las leyes de prescripción y cosa juzgada,
un ministro sumariante de izquierda reabrió el caso (32 años después de los
hechos), basado en que dos de los once conscriptos de la patrulla cambiaron su
versión de 1986 y culparon a dos oficiales de quemar a los subversivos. Pero
los otros nueve la mantuvieron. Entonces el ministro los encarceló durante
largo tiempo, junto a los oficiales. En los nuevos interrogatorios, Leonardo
Riquelme Alarcón reconoció que él involuntariamente había pasado a llevar la
botella explosiva, a raíz de lo cual los subversivos resultaron quemados. Con
eso exculpó a los dos oficiales. Para Riquelme habría sido fácil y ventajoso
culparlos. Habría quedado libre y tal vez habría obtenido una ventaja económica
como la que buscaban los dos conscriptos que cambiaron su versión. Pero eligió
la honradez y la verdad, y por eso debió seguir preso, causando un grave
problema a su familia, que vive de su trabajo de taxista. Hace unos días una
asistente social de Gendarmería y un sujeto no identificado lo interrogaron y
presionaron para obligarlo a decir que los oficiales le habían pagado, pero se
negó.
“Este ex
conscripto ha mostrado mayor integridad que los jueces que los juzgan 32 años
después y que algunos altos mandos que se han dado vuelta la chaqueta con tal
de no ser perseguidos. Fue gracias a gente como Leonardo Riquelme que se
triunfó a partir de 1879 sobre el enemigo externo y a partir de 1973 sobre el
enemigo interno. Si hubiera más ciudadanos como él, podríamos confiar en que en
Chile todavía no todo está perdido.”
II.
Segundo instrumento del lavado cerebral: el Informe
Valech
Quince
años después de la operación publicitaria que culminó en el Informe Rettig, la
Concertación fraguó otra, más hábil y costosa para el erario aún, si
cabe, pero más audaz e inmoral: el Informe
Valech sobre torturas y supuesta “prisión
política”.
Este
engendro propagandístico produjo y sigue produciendo un enorme impacto en el
país y en el exterior, porque mediante él se convenció oficialmente a la
opinión pública chilena y mundial de que alrededor de treinta mil personas
inocentes fueron en algún momento privadas de libertad por motivos políticos y
torturadas; de que eso había sido una política de Estado y de que tales
situaciones jamás se habían presentado antes en Chile. Pero las tres cosas eran
falsas.
El entonces Presidente Ricardo Lagos resumió muy
bien esas tres falacias, y añadió otras dos, en el discurso con que presentó el
Informe Valech, la noche del 24
de noviembre de 2004:
“El informe nos hace mirar de frente una realidad
insoslayable: la prisión política y las torturas constituyeron una práctica
institucional de Estado que es absolutamente inaceptable y ajena a la tradición
histórica de Chile.”
En
esas dos líneas y media Lagos se arregló para incluir cinco falacias:
Primera:
que hubo prisión política. Si hubiera sido verdad, esto habría significado que
a una persona se la privaba de libertad en razón de sus ideas, y en Chile, si
hubo privación de libertad, la mayor parte de las veces fue transitoria y de
personas vinculadas o sospechosas de estar vinculadas a terroristas de extrema
izquierda que cometían numerosos atentados.
Cuando sí hubo prisión política y tortura fue bajo
la UP, gobierno del cual Lagos fue alto funcionario y cuasi embajador (estaba a
punto de ir a la Unión Soviética, el 11 de septiembre de 1973), como decía la
mayoría democrática de la Cámara de Diputados en su Acuerdo de 22 de agosto de 1973, refiriéndose al régimen de la
UP:
“g) Ha incurrido en frecuentes detenciones ilegales
por motivos políticos, además de las ya señaladas con respecto a los periodistas,
y ha tolerado que las víctimas sean sometidas en muchos casos a flagelaciones y
torturas.”
Segunda falsedad: que las torturas constituyeron una práctica
institucional de Estado. Nunca una autoridad del Gobierno Militar consagró como
práctica autorizada los apremios ilegítimos. El de la Revolución Militar fue un
gobierno improvisado, que se encontró enfrentado a un ejército subversivo
numeroso y una política de represión preestablecida y de antigua data, que
había sido objeto de acusaciones de tortura en los dos gobiernos anteriores.
Como esas acusaciones de tortura por primera vez adquirieron carácter
internacional, porque las hizo suyas el KGB soviético y las esparció por el
mundo, el recién instalado gobierno chileno debió reaccionar ante ellas y por
algo los pocos procesos de que se tiene registro en Chile, derivados de la
aplicación de torturas, se incoaron, precisamente, bajo el Gobierno Militar: 1)
El del llamado “Comando de Vengadores
de Mártires”, “vengadores” que pretendían castigar a los autores de
atentados explosivos que habían costado la vida a uniformados. Este Comando, de
mediados de los años 70, estuvo formado por personal de Investigaciones que en
sus interrogatorios aplicó apremios ilegítimos al militante del MIR Eduardo
Jara Aravena, tras el atentado mediante el cual dicho grupo terrorista dio
muerte al coronel Roger Vergara. Tras fallecer Jara debido a los apremios y ser
comprobados los mismos, la justicia condenó a los detectives. En los hechos,
Jara Aravena fue apresado, interrogado, torturado y luego liberado, pero se
sintió mal y acudió a la Posta N° 4, donde falleció.
Y 2)
también, en los años 80, fue condenado el mayor de Ejército Carlos Herrera
Jiménez, por apremios ilegítimos que causaron el fallecimiento de un
transportista, Mario Fernández, que trabajaba para el FPMR, según ha reconocido
el jefe de esta asociación ilícita terrorista, Sergio Buschmann. Tras los golpes
propinados al transportista en el vientre, éste se sintió mal y Herrera Jiménez
lo llevó a un hospital, donde falleció, lo que facilitó la inculpación del
oficial, que fue condenado a diez años de presidio.
Tercera falsedad de Lagos: si bien en todos los gobiernos hubo lenidad frente
a las denuncias de torturas, ello no autoriza a hablar de “práctica
institucional de Estado”. Era una práctica, pero no institucional ni del
Estado, sino, en el peor de los casos (el peor fue el del gobierno de Salvador
Allende, por ejemplo, como lo demuestra el episodio sufrido por el presidente
de la Juventud Nacional, Juan Luis Ossa, en enero de1972) cuando la tortura fue
tolerada y encubierta por el gobernante, que no removió de su cargo al
torturador, el subdirector de Investigaciones. Pero los procesos y condenas antes
citados revelan que bajo el Gobierno Militar no fue tolerada ni encubierta como
en los regímenes anteriores de Frei y Allende.
Cuarta falsedad: que la tortura fuera “ajena a la tradición histórica
de Chile”. Que lo haya afirmado Lagos resulta irónico, porque precisamente él
firmó en 1970 una denuncia contra el gobierno de Frei Montalva por torturas. Es
decir, se puede probar que era anterior al Gobierno Militar y frecuente. Más
adelante se volverá sobre esto.
Y la quinta falsedad de Lagos es implícita y trasciende tanto a la totalidad de su
discurso como a la integridad del Informe
Valech: no se menciona ni por asomo la amenaza armada subversiva, que
daba origen a la acción de las fuerzas de seguridad para reprimir el terrorismo
y descubrir a los autores de atentados, prevenir otros y capturar a quienes
tenían las armas ilegales.
Carencia de Seriedad
El
Informe Valech produjo un enorme impacto político y publicitario. Era lo que se
perseguía. Pero carecía y carece de objetividad. Fue analizado y severamente
objetado por el historiador Gonzalo Vial, quien había recapacitado desde 1991 y
en 2004 observaba:
“1° Si (…) hubiera examinado los 35.865
casos, la Comisión, que trabajó trece meses, habría tenido que estudiar entre
130 y 140 casos por día.” (...)
Eso,
obviamente, es absurdo. Pero en el país de los cerebros lavados “pasa”. Sigamos
citando a Vial:
“2° La inmensa mayoría de los casos descansa en el
solo testimonio de la persona que se declara víctima.
“3° El propio Informe dice que ‘tampoco ha sido
posible calificar la situación de tortura de acuerdo a su gravedad’. Es decir,
un simple maltrato puede pasar por tortura. ¿Y qué es maltrato? Cualquier cosa.
“4° El mismo Informe confiesa que ‘no ha sido
posible disponer de la acreditación de la tortura mediante informes médicos u
otras formas de constatación de las lesiones o secuelas’.
“5° (...) para muchas personas, el relato de los
hechos y las circunstancias de su detención demandaron un esfuerzo de memoria
realizado treinta años después de su ocurrencia.
“6° Los testimonios permanecerán confidenciales
durante cincuenta años, de manera que nadie puede defenderse de ellos.”
Como también dice Vial,
cuando en 2055 se publiquen las declaraciones, y vista la imposibilidad de los
acusados de defenderse, sus descendientes quedarán convertidos en “familias de
psicópatas”.
El capítulo III del Informe
Valech, titulado “Contexto”, merece el siguiente comentario al mismo historiador,
Gonzalo Vial:
“El capítulo ha sido escrito con tal sesgo y
abanderizamiento apenas escondido, que no sirve absolutamente para el efecto
indicado.” Y critica el sesgo del Informe por no aludir a que el
terrorismo del MIR y del FPMR se habían intensificado, lo que incidió en más
denuncias de tortura:
“Omite también señalar que el neo terrorismo asume
entonces sus formas más extremas y nocivas: a) el asesinato selectivo y b) las bombas
de espanto, que pueden matar y de hecho matan a cualquiera (...) no importa a
quién, pues su objetivo es aterrar a todos. Ambos procedimientos, precisan sus
estrategas, deben provocar la ingobernabilidad y el caos. En definitiva, la
caída del Gobierno.
“Tratemos de seguir, muy resumido, el desarrollo
del proceso.
“Son el MIR y el PC los que cumplirán esos planes,
mediante sendas ‘Operaciones Retorno’: exiliados que, luego de entrenarse en
Argelia, Libia, Cuba, etc., vuelven al país clandestinamente.
“El MIR se adelanta con una serie de ataques
santiaguinos, desde los últimos meses de 1979 hasta diciembre de 1980. Un
carabinero que custodia la ‘llama de la libertad’ (cuyo emplazamiento era
entonces el cerro Santa Lucía), es asesinado. Un posible agente de la CNI muere
al matarlo a tiros dos extremistas en su propio hogar, mientras come con su
mujer e hijas pequeñas. Un segundo agente de la CNI, éste reconocido, cae sin
vida a la puerta de su casa, acribillado por un cuarteto terrorista. Igual
suerte corre una mujer policía, quedando malherida. Tres detectives de guardia
nocturna ante la casa del Ministro Jefe del Estado Mayor Presidencial, perecen
dentro del automóvil de servicio: les acribillan desde una camioneta que pasa.
Etc. (...)
“¿Y el Partido Comunista?
“Ha sido más paciente y prudente, ‘retornando’
hombres casi a la par del MIR, pero manteniéndolos inactivos y clandestinos
hasta que se aclimaten, consoliden sus nuevas (y falsas) identidades, y surja
la ocasión propicia para actuar.
“Esta vendrá con las ‘protestas’ de los años 1983 y
posteriores. Mediante su brazo armado, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez
(FPMR), el partido entra al neo-terrorismo con brutal ímpetu, bombas incluidas.
Pero su método clave es hacer de las protestas, sistemáticamente, nocturnas
batallas campales libradas en las poblaciones, con muertos, heridos, saqueos y
vandalismo. El FPMR crea a ese fin una carne de cañón joven, prescindible (no
entrenada militarmente), que lanza al sacrificio: las ‘milicias rodriguistas’.”
(“La Segunda”, 1 a 3 de septiembre de 2004).
Los países
ante el terrorismo
Es
sabido que todos los países adoptan políticas de emergencia, que dan lugar a
acusaciones de tortura, cuando se ven amenazados por el terrorismo.
El
caso de Israel es patente. Año a año aprobaba una legislación que le permitía
aplicar tormentos a los sospechosos que caían en sus manos, si bien últimamente
ha dejado de dictarlas. De la misma práctica se ha acusado a los EE. UU., que
efectivamente reconocen haber legalizado formas de tortura, como el
“waterboarding” (semiasfixiar al interrogado con agua, permitiéndole respirar sólo
cuando está a punto de ahogarse). La película documental “La Noche Más Oscura”
detalla que la información necesaria para capturar a Osama Bin Laden,
asesinarlo junto a familiares y colaboradores y luego lanzar su cuerpo al mar,
fue obtenida mediante la tortura, autorizada por el gobierno “liberal” de
Barack Obama.
La
propia ex candidata presidencial y ex secretaria de Estado demócrata, Hillary
Clinton, ha declarado que está de acuerdo en que la seguridad nacional debe
primar sobre los derechos humanos. En efecto, el periodista Wulf
Blitzer le preguntó al senador demócrata Dodd qué era más importante, si los
derechos humanos o la seguridad del país, y aquél contestó:
“Obviamente, la
seguridad nacional, mantener el país a salvo.”
Y después Blitzer le preguntó a Hillary
Clinton si estaba de acuerdo, y ésta contestó: “Concuerdo completamente con eso.” (“Time”, 3 de diciembre de
2007).
El historiador Gonzalo Vial, que, como
antes se dijo, después de 2000 se ha escandalizado del sesgo de la justicia
contra los militares y de la prevaricación que se comete para condenarlos,
también ha recordado las actitudes de naciones respetables y respetuosas de los
derechos humanos ante el desafío terrorista, en “La Segunda” del 3 de
septiembre de 2004:
“Los países más desarrollados, civilizados,
liberales, tan pronto enfrentan el terrorismo ven aparecer, como una maldición,
la tortura. Algunos ejemplos:
“1°. La Cuarta República Francesa, antes de De
Gaulle. Epítome de la democracia partidista, pluralista, igualitaria, y del
legalismo, cae sin embargo en la tortura —y una que hace historia, por su
mezcla de crueldad y sofisticación— dirigida contra el terrorismo de los
argelinos que demandan su independencia.
“2°. Gran Bretaña, cuna de las libertades públicas.
Recuerdo la mesa de los almuerzos de ‘Qué Pasa’, a comienzos de los años ’70,
cuando un entonces joven Robert Moss, periodista y novelista inglés de fama,
pontificaba con cierta suficiencia para enseñarnos —decía— algo que los
chilenos ignorábamos: que la represión del terrorismo puede hacerse con respeto
del marco legal y desde luego sin tortura. Era, agregaba, la política de su
patria, Inglaterra, respecto de la IRA irlandesa. Un poco tiempo más y se hacía
público que los ingleses empleaban habitual y extendidamente los más duros
apremios ilegítimos contra ese movimiento terrorista.
“3°. España
post franquista, democrática y socialista. Gobierna Felipe González. A su
momento se descubrirá que existe una policía secreta dentro de las policías
secretas, creada por el mismo Gobierno, que opera sin barreras éticas —tortura
incluida— para reprimir el terrorismo vasco de la ETA.”
Un mandato de la decencia
Me
impresionó una carta que apareció en “Las
Últimas Noticias” el 7 de diciembre de 2004, a días de publicado el Informe Valech. Daba la
impresión de que en el país quedaba un resto de decencia (minoritario, por
cierto, y aparentemente hoy, quince años después, completamente extinguido):
“El 11.09.1973 yo tenía veinte años, estudiaba
tercero de Ingeniería en la U; era dirigente de alumnos y vocal FECH. Realizaba
activismo político-sindical en el Cordón Vicuña Mackenna, por orden del
Departamento Nacional Sindical del Partido Socialista. Milité en el PS desde
los 14 años de edad, como dirigente secundario. El 11 fui destinado a apoyar la
resistencia en la empresa IRT del Cordón, esperando armas para defender el
gobierno popular. (...) Los riesgos los teníamos claros. (...) fui detenido el 11/09
por FF. EE. del Ejército, que allanaron las fábricas, donde no hubo ninguna
resistencia. Fui trasladado al Estadio Chile y cerca del día 18 o 19/09 llevado
al Estadio Nacional. Junto a muchos otros fui dejado en ‘Libertad Condicional’.
¿Por qué? Hasta hoy lo ignoro. (...) Sufrí lo inimaginable; no sé cuántas veces
fui objeto de simulacros y otros tormentos, que hasta la fecha no los he
mencionado ni los mencionaré. ¿Para qué? (...) Yo no rasgo vestiduras. Asumo lo que me tocó vivir en esa época y en esas
fechas y en esas circunstancias. Por eso no concurrí a declarar a la Comisión
(Valech): porque yo sabía en lo que estaba metido y lo que podía pasar.
(...) Rabia, porque muchos de quienes
nos indujeron y a quienes veíamos como nuestros líderes en la tarde del 11
estaban asilados. Pero hacerme pasar por víctima, ¿víctima de qué, si yo
también, a pesar de mi juventud, sabía lo que se venía y a lo que estábamos expuestos?
(...) ¿Que el golpe me dejó una herida abierta? Claro que sí, pero el
tiempo se ha encargado de cerrarla, aun cuando es imposible borrar la cicatriz
que tengo en el alma. Pero asumo, y por
eso no concurrí a la Comisión. Conozco personas detenidas por diferentes
circunstancias, sin torturas físicas, por breves períodos de tiempo y que han
declarado ante la Comisión. Allá ellos y si les satisface o no la pensión que
les entregarán. (...) Pero no usufructuaré de una situación y de una
ventaja económica por haber hecho y actuado como lo hice y obré hace 30 años. El que casi un 70% de quienes declararon ante
la Comisión haya sido por situaciones de los primeros meses del golpe me parece
un aprovechamiento de unos cuantos, pero allá ellos. (...) Acuso mi propio mea
culpa sin chivos expiatorios ni caza de brujas. Tratando de entender el
contexto histórico en el cual fuimos presa de un odio y pasión política que
ojalá nunca más vuelva a ocurrir. Ahora es fácil cargarse la culpa los
unos a los otros. Ahora es fácil hablar de la locura de esos años, pero creo
muy difícil hacerlo mediante una reflexión honesta, pura, sin odios y
transparente como la que he tratado de relatar. Por ello no fui a declarar a la
Comisión y eso me tranquiliza. (Fdo.)
José M. Flores Burgos.”
No todo, reconozco, es
miseria moral en la chilenidad actual.
Esta miseria moral para mi es incomprensible con los altos mandos de las FFAA.Como fue que dejaron " sus caídos tras las líneas del enemigo"
ResponderEliminarLa astuta y bien planeada infiltración marxista en las FF.AA. desde el mismo término en 1990 del GM ha dado excelentes resultados, haciéndolas indiferentes a una reacción patriótica ante un peligro totalitario similar al d la nefasta UP .......
EliminarMejor vete a cambiar pañales a Punta Peuco mi muy estimado Regulacho....que las "patrioticas" reacciones intestinales de tus amados milicos no pueden esperar...
EliminarIce law .........
EliminarGracias por el regalo. Pensaba que iba a dar un link para descarga. Saludos
ResponderEliminarMe “hace gracia” eso de se sintió mal fue al hospital y falleció.
ResponderEliminarCreo que hay una diferencia entre comparar el uso de la tortura por gobiernos democraticos y libremente elegidos mediante elecciones.
El de Chile a partir del 11s73 hasta la vuelta de la democracia no lo fue.
Ice law .....
EliminarHubieras preferido el éxito de la misión del comandante Pepe?
EliminarMe refiero a las justificaciones que deben de ser las responsables de tanto militar preso.
EliminarHugo
EliminarY la respuesta a mi pregunta cual sería?
Spartacus el Cdte Pepe fue solo una anecdota.
EliminarMuchas gracias Don Hermógenes!!
ResponderEliminarFalto decir que la editora de este mamotrejo fue "el Manicomio" Santiago Shile escrita por un paciente llamado El Loco Perez
ResponderEliminarIce law .....
EliminarDesalmado, tu comentario muestra que no tienes fuerza intelectual para debatir lo planteado por don Hermógenes. No te desacredites más. Entendemos que te fascina la Plaza Italia destruida, pero eso también da cuenta que tus argumentos son pobres, para decirlo educadamente.
EliminarNo se saca ná ser educado con los anti-Hermo d este blog ....
EliminarDesalmada
EliminarHay algo que desde tu punto de "aborigen"autóctono quisieras señalar como falso?
¿Por fin se habra convencido don Hermo que su lugar esta en el psiquiatrico?
EliminarIce law .........
EliminarExcelente como siempre DON Hermógenes, le cuento que mientras no lo leía,sino más bien "devoraba"cada una de sus líneas, me venía el recuerdo que tuve en uno de mis viajes a Chile( pues viví 40 años en USA ),y al recorrer Reñaca me encontré con el típico barquillero con su impecable traje blanco con su gorra de marino el cual desde mi niñez se conocía por ésa voz carraspienta que tenía, y vale mencionar era muy querido por todos los que visitaban la playa sin excepción.
ResponderEliminarDespués de haber conversado amenamente por un rato le pregunté por tal y tal familia, o persona que eran conocidas en la playa a través de los años y su respuesta fue algo que con trizteza le cuento nunca olvidaré: Le cuento caballero que toda ésa gente de que usted me habla toda desapareció,y la gente que ud ve aquí se dará cuenta que no es la misma gente de que nosotros conocimos.
Mintió nuestro mencionado y muy querido barquillero que Dios lo bendiga esté donde esté?
Un muy cariñoso para ud DON Hermógenes y que el Señor también siempre lo guarde y bendiga.
PD
EliminarPongo las manos al fuego que cada uno de sus detractores se habrán fijado sólo en que me equivoqué en deletrear "tristeza "con dos Z,es lo hay con ls gente de hoy en día.
*ésa. Desde 2010 que no se usa con tilde diacrítica.
EliminarEducando burros.
Prefieres el lenguaje de Maduro?
EliminarMaduro no tiene lenguaje : rebuzna .....
Eliminar¿Despues de vivir 40 años en EEUU te deportaron mi muy estimado Espantajo?
Eliminar¿Y te hicieron regresar todos los cheques del welfare que ilegalmente cobrabas?
Ice law ......
Eliminar¿Lleva tilde ésa?
EliminarANÁLISIS SILÁBICO
e - sa
Palabra llana (o grave) que está formada por 2 sílabas. Se analiza el acento prosódico con vocal tónica en la "e".
CONCLUSIÓN
La palabra ésa puede llevar tilde o no dependiendo de su significado o función gramatical. Para diferenciar unas palabras de otras, se usa la tilde diacrítica.
Se toman las reglas de acentuación gráfica en tildes diacríticas anteriores a la norma publicada en "Ortografía de la Lengua Española", aprobada por ASALE en 2010.
Se escribiría:
esa
(Determinante demostrativo)
Esa plaza antes no era peatonal.
¿Me pasas esa carpeta?
ésa
(Pronombre personal)
¿Quén es ésa?
No sé si elegir ésa o la otra.
Gracias don Hermógenes, sobre todo por el testimonio del Sr. José M. Flores Burgos al final del artículo. Será marxista, pero no se miente frente al espejo. Ese hombre en realidad merece una retribución, mal que mal su vida debe haber sido difícil, pero es machote el tipo. hay que reconocerlo.
ResponderEliminarLe da un poco de verdadera dignidad a la lucha de un bando que enarbolaba una bandera de raíz criminal, pero que tenía algunos honestos en sus filas, como este hombre. Gracias de nuevo don Hermógenes.
Me sumo .....
EliminarDe nada te sirve que te sumes mi muy estimado Regulacho...0 + 0 sigue siendo 0
EliminarIce law ....
EliminarAhhh... pero el calumnista y mentiroso compulsivo, autotitulado « economista », « abogado », « periodista » y « ufólogo », respecto al caso Quemados señala que « Leonardo Riquelme Alarcón reconoció que él involuntariamente había pasado a llevar la botella explosiva, a raíz de lo cual los subversivos resultaron quemados »
ResponderEliminar¿Cual era la « verdad » según el mismo calumnista hace algunos años? Pues esta:
« Rodrigo Rojas De Negri y Carmen Quintana Arancibia fueron detenidos el día 8 de este mes, por una patrulla militar que aseguraba el libre tránsito de vehículos, reteniéndolos transitoriamente en el lugar de su aprehensión, uno al lado de la otra y próximos a elementos de fácil combustión, combustión que se produjo debido a un movimiento de la joven y la caída y rotura del envase de uno de esos elementos, causando quemaduras graves a los dos y originando posteriormente la muerte del primero”. » (Sin verdad, sin derecho, sin destino, blog de Hermógenes, 2015)
¿Será esta otra « miseria de la chilenidad » más dentro del catálogo de injurias, calumnias, arrebatos y mentiras del calumnista más mentiroso del último tiempo?
No pierdas la calma Hernán Andrés Viveros Núñez. En todas partes don Hermógenes cita fuentes públicas, en este caso las judiciales. Después de muchos años un soldado ha dicho que el INVOLUNTARIAMENTE pasó a llevar etc, etc. Eso no lo sabía nadie. Ahora se sabe. ¿Cual es el problema? Sigue siendpo un caso en que dos delincuentes terroristas resultan quemados por el material que usaban para sus acciones. Guarda silencio y documenta mejor tus mentiras.
EliminarAgree ....
EliminarSospecho que Hernancito fue testigo presencial.
EliminarTatita, le está haciendo mal la cuarentena... "
EliminarEl mitómano caradura de Pérez de Arce de seguro que tambien respalda la "version oficial" de su amada dictadura de que Victor Jara cayo muerto victima de francotiradores marxistas y que Tucapel Jimenez fue asesinado por un pintor que posteriormente "se suicido"
EliminarSolo idiotas y retrasados mentales compran los cuentos de este inefable cretino...
Por mentiroso y chamullento fue que lo corrieron de El Mercurio.
Ice law .....
Eliminar¡OTRO GRAN REGALO DE HERMÓGENES PÉREZ DE ARCE PARA CHILE!
ResponderEliminarAlgo asi como decia mi mama: "Un mojon envuelto en papel celofan"
EliminarIce law .......
EliminarAsí lo hacen en tus círculos comunistas en que el papel sanitario no existe?
EliminarEl verdadero regalo que el mitómano y cretino de Perez de Arce le deberia dar a Chile es internarse en el psiquiatrico y cerrar por fin el hocico..
EliminarIce law .......
EliminarY como ese caso, hay muchos .....altruístas y desinteresados amantes d su Patria.....
ResponderEliminar¡Exonerados, terroristas y asesinos (+ de 100.000,)como el San Bernardo amparados, defendidos por Transcisko? ¿Te operaste?.....
ResponderEliminar¿Cuantos de estos terroristas, de hecho superan a las FF AA, son mas 100.000, integran el cuerpo que extorciona a Mamerto Piñera, ministros de justicia y a la cafila de politicos arrepentídos, ladrones y complices activos del pc, y sus cuerpos de acción, son pena de eliminar a parientes cercanos y/o divulgar sus "confidencias, pedofilas, trans, viciosas, delictivos y de robo", toda esta información existe y usada para la cooercion de guerra subversiva, y desde el codicioso de "don Patricio" ha sido ampliamente utilizada.
ResponderEliminarLa guerra civil ad-portas exigirá la organización de ciudadanos en defensa de sus derechos básicos. ¡Ya es tarde, la noche y sus tinieblas empiezan a cubrir a la población"!
ResponderEliminarPayback time is long overdue.
EliminarEfectivamente mi muy estimado Espantajo...ya es tiempo de que devuelvas al IRS todas los cheques de welfare que cobraste ilegalmente
EliminarY no se te olviden los intereses!!!
Ice law .......
EliminarLo malo es q presiento q ya no me servirán d mucho unas bolsitas d maiz pa emergencias q me sobraron el 73 ......
ResponderEliminarAún tenemos Trump el cual no es Chicken como los que con nuestros impuestos mantenemos gobernando sin resultados.
EliminarEsas bolitas las puedes remojar en hipoglos y metertelas por el culo mi muy estimado Regulacho....es probable que asi te sientas mejor...
EliminarIce law ........
EliminarMuchas gracias por el documento,don Hermógenes. Trataré de exponerlo a más personas para que sepan la realidad de lo acontecido y no las burdas patrañas que la izquierda ha inculcado en los cerebros de muchos. Saludos.
ResponderEliminarMejor imprimelo y utilizalo como papel sanitario...te servira mejor.
EliminarIce law .....
EliminarSaludos desde Temuco, Don Hermogenes, un abrazo fraterno.
ResponderEliminarCuidese, para que lo tengamos mucho tiempo más con nosotros.
Un Chileno con memoria.
Pero mi muy estimado Panchito Rastrero, en el unico lugar en donde don Hermo estaria bajo buen cuidado, es en el hopsital psiquiatrico y en un cusrto bien acolchado...
EliminarIce law .......
EliminarCon o sin COVID-19: volveremos a las calles, seremos millones. Pronto.
ResponderEliminarChile alcanzará la dignidad y la patria que el pueblo merece.
Hernán Andrés Viveros Núñez ¿millones? nunca lo han sido. Unos cuantos de delincuentes buenos para robar y destruir. Unos cuantos "barras bravas" a poco sueldo, otro poco más de drogados y mucho mucho flaite de distinto pelaje. Como prueba de eso es que consideran la Plaza Italia destruida y su zona adyacente arrasada como una muestra de "dignidá". ¿Como es que dice los abogados? a confesión de parte....
EliminarLas estatuas son para que se caguen las palomas, el legado es lo que realmente cuenta.
ResponderEliminara mi me hubiese encantado que perroshit hubiese hecho en su momento su estatua en plaza dignidad... ¿te imaginas lo que le hubiese ocurrido el 18-10?
EliminarEfectivamente mi muy estimado Pepín Pistolas...para honrar el legado de tu muy amado mandril uniformado, tenemos todos los mejitorios y escusados
EliminarIce law ......
EliminarOH, hablé de mierda y aparecieron uds.
ResponderEliminarTouché .
EliminarTe equivocas mi muy estimado Pepín Pistolas...la mierda pinochetera de Melón y Melame ninca sale de este blog
EliminarEl par de simios que piden socialismo viviendo en un pais capitalista. Así cualquiera lo es.
ResponderEliminarFrescos d raja ........
EliminarTe equivocas mi muy estimado Pepín, el par de simios Melón y Melame viven llorando de rabia porque viven en democracia
EliminarYa está la ley de indulto conmutativo. Eso es noticia, pero mis no-estimados pinocheteros, lo importante es remarcar lo siguiente:
ResponderEliminar« No se beneficia a los condenados por secuestro para obtener un rescate, sustracción de menores, tortura, asociación ilícita, violación, abuso sexual agravado, cualquier delito sexual contra menores, parricidio, femicidio, homicidio, infanticidio, tráfico ilícito de migrantes, trata de personas, robo calificado, delitos terroristas, delitos de lesa humanidad o crímenes de guerra y delitos de la ley de control de armas »
¿Bonito conjunto de criminales en el que están incluidos sus queridos « valientes soldados »? ¿No les parece?
ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja
Ice law .........
EliminarHernán Andrés Viveros Núñez, calma. No te hagas trampa jugando al solitario. Sabes que esas condenas son pura y simple prevaricación.
EliminarHAVN lo sabe, y se hace ......
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