sábado, 15 de mayo de 2010

En la Puerta de mi Tienda

Los árabes tienen refranes notables. Mi favorito es el que reza: "Debes pegarle siempre a tu mujer; si tú no sabes por qué, ella sí lo sabe". Por supuesto, ni yo ni ningún chileno respetable le pegaría a su mujer, porque es muy peligroso (ella puede echarle veneno o algo peor en el café), pero el refrán árabe es divertido y encierra mucha sabiduría.
Otra conseja árabe afirma, reflejando esta vez más resignación islámica que la anterior, que uno debe sentarse en la puerta de su tienda a esperar ver pasar el cadáver de su enemigo. No de una tienda de Patronato, por supuesto, sino de esas que se levantan en el desierto. Yo sigo esa norma. Estuve muchos años sentado a la puerta de mi tienda esperando ver pasar el cadáver del comunismo y parecía que no lo vería nunca. En mi infancia se rezaba siempre tres Avemarías al final de la Misa por la conversión de Rusia, según me informó mi madre en esa época. Al fin, Rusia sólo se vino a convertir cuarenta años después de esos rezos y cuando una jerarquía eclesiástica políticamente correcta los había suprimido. Pero en 1989 vi pasar ante mi tienda el cadáver del comunismo.
También había un tipo llamado Olof Palme, primer ministro sueco, que impulsaba colectas para financiar acá los atentados terroristas del FPMR, bajo el gobierno militar. Los frentistas quemaban mujeres y niños en las micros, en los días de protesta, o mataban transeúntes con sus autos-bombas. El buen Palme juntaba dinero para que siguieran haciéndolo. Y qué me van a decir ustedes, un terrorista le hizo probar a él algo de su propia medicina y lo mató. Hasta hoy nadie sabe quién fue, pero, desde luego, declaro aquí y ahora no haber tenido nada que ver con ese acto de justicia retributiva, pues estaba sólo sentado a la puerta de mi tienda.
También estuve muchos años allí sentado pacientemente, a raíz de las prevaricaciones que cometía el juez Garzón contra el ex Presidente Pinochet. El único juicio contra éste en Chile era por el caso de la comitiva del general Arellano, en que, como lo probé en mi libro "La Verdad del Juicio a Pinochet", ambos generales eran completamente inocentes de los crímenes cometidos por mandos medios, actuando por su cuenta y en forma clandestina. Pero Garzón acusaba a Pinochet no sólo de esos delitos, sino de toda suerte de otros crímenes en que no había tenido nada que ver. Por añadidura, dicho juez emitía resoluciones violando las leyes de amnistía y prescripción. Como la injusticia, cuando es políticamente correcta, es aplaudida por el establishment mundial, todos entonces endiosaron a Garzón y la Audiencia Nacional de España se permitió un acto publicitario de regocijo tras confirmar la orden de prisión ilícita emitida contra Pinochet. Pues bien, ahora la misma Audiencia destituye a Garzón por fallos que pretenden castigar hechos tan amnistiados y prescritos como los atribuidos a Pinochet, pero ahora, claro, las decisiones de aquél iban a tener efecto en España. Ahí sí que se acordaron de la amnistía y la prescripción y defendieron su vigencia. Una inconsecuencia flagrante de la Audiencia, pero que ha permitido hacer justicia ante las arbitrariedades de Garzón, cuyo cadáver (en cuanto a juez) he visto ahora pasar frente a mi tienda.
Y sigo sentado a la puerta de ella, en espera de otras manifestaciones de la justicia inmanente que sigan poniendo en evidencia situaciones en las cuales el tiempo ha terminado por darme toda la razón.

5 comentarios:

  1. Don Hermogenes.. si tienes asesor comunicacional digale que se preocupe de hacer el trámite para que su blog aparezca en google. Lo busqué y no aparece. Y bueno.. comprese un dominio .com o .cl... Saludos

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  2. ah.. y hágase un twitter.. le iría super bien esa plataforma.

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  3. Genial como siempre don Hermógenes. Y no olvide a otros que hemos visto pasar frente a nuestras puertas, no muertos pero al menos presos: Giulio Andreoti, Carlos Andrés Pérez y Bettino Craxi, todos grandes enemigos y vestales contrarias a don Augusto y su gobierno, y mire como terminaron, como ratas en sus guaridas, perseguidos como los ladrones y deshonestos que siempre fueron.

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  4. La democión de Garzón, por la unanimidad de los miembros del Consejo Superior de la Justicia de España, merece una contundente columna suya en El Mercurio, pues Ud. fue el primero en criticarlo fundada y valientemente.

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  5. Sigo sin entender por que la Audiencia Nacional de España pudo terminar con la carrera del juez Garson acusandolo de prevaricacion y aqui en Chile, por las mismas razones nuestros jueces son aplaudidos...no se puede hacer algo para terminar con las injusticias cometidas por ellos?

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