Entre 1996 y 2006 la tasa de ocupación de las personas en Chile, es decir, la proporción de las que trabaja en la economía, aumentó visiblemente. Sin embargo, la del quintil (veinte por ciento) más pobre, se redujo de 37 a 34 por ciento ("El Mercurio" de hoy, p. A3). Es decir, sólo un tercio de los pobres está ocupado. ¿Cómo no van a ser pobres?
Los gobiernos de la Concertación decían buscar más justicia social, más igualdad y, sin embargo, lo que hacían era todo lo contrario, porque sus políticas discriminaban en contra de los pobres, ofreciéndoles menos oportunidades de trabajo.
Por eso la desigualdad de los ingresos no mejoró durante los gobiernos de la Concertación, pese a que ellos eran elegidos en nombre de la finalidad de terminar con las desigualdades.
¿Por qué? Porque las políticas socialistas no favorecen a los más pobres, sino que los perjudican. Lo poco que los gobiernos de ese signo les dan a través de programas asistenciales, en que la parte del león se la lleva la burocracia (formada por partidarios de los gobiernos), se lo quitan a los pobres mediante políticas laborales demagógicas, que encarecen la contratación de mano de obra no calificada.
En la base de la desigualdad en la distribución del ingreso está el hecho de que en el quintil más rico de la población hay pleno empleo, es decir, se registran tasas de cesantía de dos por ciento, lo que se explica sólo por el traslado momentáneo de personas entre una ocupación y otra (desempleo friccional), mientras entre los grupos más pobres (p. ej. pobladores jóvenes y sin calificación), la cesantía llega al cincuenta por ciento. ¿Por qué éstos no encuentran empleo? Porque las leyes demagógicas, reformas laborales, "conquistas sociales" y "derechos irrenunciables" hacen muy caro contratar a un trabajador poco calificado y éste se convierte en un cesante crónico, que vive del delito, de la droga o, excepcionalmente, si es honrado, sólo de la insuficiente asistencialidad estatal.
La sociedad es tan poco democrática ("democracia": gobierno del pueblo) que el pueblo ni siquiera tiene libertad para contratar su trabajo sin tutela.
La situación de los más pobres empeoró en 2009, a raíz de la crisis económica, pues la tasa de ocupación del quintil respectivo, que ya se había deteriorado entre 1996 y 2006, según vimos, cayó todavía más, a 28 por ciento. Es decir, se aproxima ya a que sólo uno de cada cuatro pobres encuentre trabajo.
Por eso tengo serios temores de que este "V Gobierno de la Concertación", que tan afín se ha mostrado a las políticas de izquierda, como la de subir impuestos sin necesitarlos, gravar los ahorros y vetar proyectos energéticos, al anunciar una "reforma laboral" más, como las que hizo la Concertación y que, en su tiempo, el senador Sebastián Piñera apoyó, salga ahora con otro proyecto encarecedor de la contratación de personas. Tal como los otros, en nada afectará a los más ricos, pues estos siempre encontrarán ocupación y las grandes empresas siempre podrán hacer "reingenierías" para reducir personal poco calificado y automatizar sus tareas, pero sí afectará a las pymes, que son las grandes creadoras de empleo para los pobres.
Y, por tanto, temo que esta anunciada iniciativa del actual gobierno "encuestocrático" lo único que haga sea empeorar la tasa de ocupación de quienes más necesitan trabajar; y mantener la desigualdad en la distribución del ingreso. Todo en medio del aplauso izquierdista que siempre ha rodeado a esas políticas demagógicas perjudiciales para los más necesitados, pero muy populares en las encuestas, en las cuales casi todos los opinantes no tienen la menor idea acerca de la realidad de las consecuencias de las políticas laborales.
sábado, 27 de noviembre de 2010
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Es el Costo social del POPULISMO, venga de donde venga!
ResponderEliminarNo estoy para nada de acuerdo. El encarecer la mano de obra no calificada no hará que se contrate menos gente porque simplemente se encarece poco. Además, si no se encareciera, buena parte de la población chilena, porque hay demasiada gente que gana el sueldo mínimo, ganaría menos y se contrataría la misma cantidad. Es decir, el efecto negativo es mínimo.
ResponderEliminarA este tipo de mano de obra siempre se le busca pagar el mínimo, basta con ver lo que le pagan a los funcionarios de las millonarias empresas de retail y las de supermercados que pagan siempre el mínimo pese a ser tremendamente rentables. El único sueldo que les interesa pagar es el mínimo y si el mínimo sube un poco o baja un poco, no les afecta.
Y respecto al emprendimiento, los problemas no están en el precio de la mano de obra, si no mas bien en los accesos a créditos y las tasas de interés altas de los pocos bancos que hay, sumados a los numerosos oligopolios presentes en muchas áreas de nuestra economía que se preocupan de hundir cualquier empresa que les cause problemas o que en el futuro les pueda molestar. (3 supermercados, 3 farmacias, 3 empresas de cine grandes, 3 o 4 aerolíneas, 3 empresas de retail, etc.)
Modere el tono crítico al enfoque socialista, mire que reduce los comentarios de sus partidarios izquierdistas
ResponderEliminarExcelente artículo. Como economista, el Sr. Pérez de Arce es y ha sido siempre brillante. Recuerdo con mucho cariño que las primeras nociones de economía, siendo casi niño, las aprendí no en el colegio (ni en la universidad) sino en la radio agricultura, de la voz de Hermógenes.
ResponderEliminarEran los tiempos en que hasta nuestro querido Partido Nacional era estatista, y creo que en ese sentido Pérez de Arce fué pionero en solitario.
De manera que lo felicito, Hermógenes, y espero que siga con artículos de esta línea. La sociedad libre requiere de claridad conceptual.
Y el precio de la libertad es la vigilia permanente