Cuando tenía el mundo a sus pies como "duro de derecha", que es lo que pide el país hoy, José Antonio decidió darse vuelta la chaqueta, pasándose al bando de un "Apruebo" en decadencia. Lo anunció en entrevista al Wall Street Journal, lo ratificó acá y cayó más de diez puntos en la carrera presidencial, la cual pasó a encabezar Evelyn Matthei. Primer error no forzado.
Segundo error no forzado: asociarse a un contubernio Boric-Piñera que patrocina un proceso constituyente doblemente inconstitucional y nulo. El 7 de enero el profesor y miembro del Tribunal Constitucional, José Ignacio Vásquez, lo había advertido en El Mercurio. No le hicieron caso, porque tenían suficientes parlamentarios para hacer la trampa. Pero la gente, que no es tonta, se dio cuenta y a la primera elección que hubo, favoreció al partido de Kast (éste todavía con la chaqueta sin virar) y le dio una paliza al contubernio de Boric y Piñera.
Tercer error no forzado, asociarse con los dos políticos más desprestigiados del país, los nombrados Gabriel Boric y Sebastián Piñera. Ambos con prontuario amplio y conocido. Se contaminó. "Es igual a ellos", se dijo la gente.
Cuarto error no forzado: hacer lo contrario de lo que le pide su electorado. El 7 de mayo éste colmó de votos a los Republicanos, por ser los únicos en oponerse al artificial segundo proceso, que es inconstitucional. Kast decidió treparse al escenario donde por ningún motivo había que estar.
Quinto error no forzado: desechar de antemano la oportunidad de poner término anticipado al proceso caro, inútil y viciado. Kast ha anunciado que sus 22 consejeros no votarán contra el texto que despache el Consejo. ¿Cómo lo sabe? Es prerrogativa de cada uno. Sobre todo que para eso, votar en contra, los eligieron los ciudadanos, en la única oportunidad que el contubernio Piñera-Boric les dio de pronunciarse. Con todo, si el voto va a ser secreto (como debería serlo), no sólo ellos sino otros de derecha de Chile Vamos podrán votar en conciencia y En Contra, ratificando la Constitución actual. Y "aquí no ha pasado nada".
Sería lo mejor para Chile. Y les advierto, si no lo hacen los consejeros, lo hará después el pueblo el 17 de diciembre, en el plebiscito. Claro, se habrá perdido más tiempo y dinero que el 7 de noviembre.
Es preciso reconocer que José Antonio también ha acertado tiros ganadores, como son las propuestas de derecha en el Consejo Constitucional. Son medidas justas y convenientes, que deberán quedar para mejor ocasión. Pero, entretanto, ellas aseguran algo bueno desde ya, al suscitar el voto En Contra de comunistas y afines.
En fin, constantemente José Antonio comete todavía otro error no forzado, el sexto: repetir, junto al coro de los políticos profesionales, que "existe un problema constitucional y hay que cerrarlo", cuando no lo hay. Nunca, en ninguna encuesta, el tema de una nueva Constitución ha conseguido más de 3 % de menciones. Y en la última CEP ni siquiera obtuvo 1 %. No quedó entre las 16 materias que interesan a la gente. No es tema para la ciudadanía. ¿Por qué repiten ese lugar común los políticos, sin ningún fundamento?
El tema ni siquiera fue mencionado por los revolucionarios del 2019. Sólo lo sacó a colación Sebastián Piñera para salvarse él, ofreciendo una "joya de la corona" que no le pedían. Era la misma y acostumbrada revolución comunista que habían confrontado casi todos sus antecesores y que cada uno de ellos había derrotado aplicando la ley y usando la fuerza pública, ninguna de cuyas cosas Piñera fue capaz de hacer.
Así, finalmente recordaremos este segundo proceso con la misma sorna que al primero.