martes, 28 de noviembre de 2017

¡Aquí Estamos Otra Vez!


          Cuando Gabriel González Videla (presidencia 1946-52) comprobó que los comunistas, que lo habían apoyado para ser elegido, estaban conspirando para derrocarlo, mandó un proyecto de Ley de Defensa de la Democracia al Congreso. Éste lo aprobó y entonces el gobierno sacó a todos los comunistas de los cargos públicos, autorizando para relegarlos cuando persistieran en sus acciones conspirativas. Acá pudo haberse consumado otro “golpe de Praga” de 1948, cuando en Checoslovaquia los comunistas derrocaron al contemporizador (“kerensky”) Edouard Benes de la presidencia y defenestraron (literalmente) al más duro, el canciller Jan Masaryk, arrojándolo por la ventana del palacio de gobierno, entregando luego el país a manos soviéticas.

          El siguiente régimen chileno, del general Carlos Ibáñez (1952-58), en un “juego de piernas” para que lo dejaran terminar su período tranquilo, derogó la Ley de Defensa de la Democracia, que los comunistas habían bautizado como “Ley Maldita” (maldita para ellos, pero bendita para la democracia). Y así pudieron volver a conspirar desde cargos públicos (el sector privado no les gusta, porque en él hay que trabajar). Y lo siguieron haciendo hasta 1973.

Y cuando se derogó la Ley de Defensa de la Democracia y volvieron a tener libertad para destruirla, los rojos salían a las calles gritando: “¡y qué fue, y que fue, aquí estamos otra vez!”, nuevamente dedicados en horario completo a subvertir el orden interno, con el aplauso de los kerenskys locales, que siempre han terminado haciendo lo que ellos dicen; y, por cierto, con el aplauso de los socialistas, que se habían vuelto más extremos y también preparaban la lucha armada mediante su sucursal terrorista, el MIR, comenzando los años ’60.

          Por una de esas ironías de la historia, la que ahora renace desde las cenizas es la derecha política chilena, proscrita progresivamente bajo los gobiernos de la Concertación (incluido entre ellos el de Piñera) y de la Nueva Mayoría. Excluida del espectro político chileno, como lo dice explícitamente el libro de Andrés Allamand, “La Salida”, según el cual dicho espectro termina, hacia la derecha, donde está él, es decir, en la “centroderecha”, después de la cual ya no existe nada más; y cuya misión es cumplir “el legado de Aylwin” (que, entre paréntesis, era de centroizquierda). ¡Decidora paradoja!

No obstante, la elección del domingo dejó en evidencia que la derecha sí existía: José Antonio Kast obtuvo una votación superior a la que le auguraban las encuestas. Además, las urnas encerraron una enorme sorpresa: le dieron una gran mayoría al nombre más representativo del legado del Gobierno Militar y su continuidad, Cristián Labbé, coronel implacablemente perseguido por la justicia prevaricadora de izquierda y marginado de su partido, la UDI, a su vez capturado por el piñerismo centroizquierdista (véase en The Clinic la confesión en tal sentido de los hijos de Piñera).

              Pues el nombre de Cristián Labbé, hijo del coronel (r), había sido silenciosamente incluido en la nómina de candidatos a consejeros regionales de la UDI. Eso provocó un estallido electoral espontáneo e imprevisto: 75 mil personas le marcaron preferencia sin decir nada, pero diciéndolo todo.

Sólo un candidato a diputado, Giorgio Jackson, y un candidato a senador, Francisco Chahuán, obtuvieron más votos que Cristián Labbé en todo el país. Y, desde luego, éste superó a Ricardo Lagos Weber, Isabel Allende y Ximena Rincón, amén de haber superado a los dos candidatos de extrema izquierda a la Presidencia, Artés y Navarro, sumados, sin siquiera haberse asomado a la franja televisiva electoral en la cual estuvieron ambos convocando a adherentes que no llegaron.

La respuesta espontánea de la ciudadanía a la proposición del nombre-insignia “Cristián Labbé” ratifica que el legado del Gobierno Militar y el pensamiento de derecha, que vienen siendo una misma cosa, cuentan con gran arraigo popular. Los que han abandonado ese legado y esas ideas ven desmoronarse su capital político. En la propia UDI han sido derrotados los candidatos más piñeristas y han triunfado quienes lo son menos, es decir, los que permanecen más fieles al pensamiento y la obra del fundador, Jaime Guzmán.

Todo eso refuerza la iniciativa del único candidato presidencial de derecha en el sentido de fundar una nueva colectividad representativa de las ideas de libertad y orden que crearon la “república en forma” y luego la salvaron de la arremetida totalitaria. Las ideas están y, lo estamos viendo, el respaldo popular también.

¡Y qué fue, y qué fue, aquí estamos otra vez!

domingo, 26 de noviembre de 2017

Prueba de Vida


          Nunca se había registrado en los anales de la política chilena un esfuerzo mayor y más concertado para hacer desaparecer a una fuerza política que el que se ha emprendido contra la derecha, entendiendo por tal el sector heredero del conservantismo portaliano que dio nacimiento a la “república en forma” durante el siglo XIX, la salvó con el apoyo militar de la embestida totalitaria durante el siglo XX e instituyó las bases para la sociedad libre que ha presidido el más extenso período de auge económico y estabilidad política de nuestra historia a fines del siglo XX y comienzos del XXI.

          Mediante “trampas, mentiras y videos”, según reza mi blog anterior, el piñerismo y la izquierda se las arreglaron para privar a la derecha y su candidato, José Antonio Kast, de gran parte de su caudal electoral efectivo para los efectos de la elección presidencial. La eficacia de esta conspiración contra la derecha de la izquierda y el piñerismo fue tan grande que el jueves pasado, cuando me reuní en una tradicional mesa con otros tres derechistas, a quienes consideraba seguros votos para José Antonio Kast (con quien, por añadidura, estaban todas sus simpatías políticas) me confesaron cabizbajos que la campaña del “voto útil”, los videos de Longueira y Lavín y las encuestas truchas los habían convencido de votar por Piñera y su supuesto triunfo en primera vuelta. Uno de ellos señaló que se le había hecho sicológicamente imposible en su casa y su familia decir que iba a votar por Kast.

          Ya mucho antes, y mediante arbitrios deleznables, el piñerismo se había apoderado del único partido de derecha, la UDI, desvirtuándola. Tanto fue así que ésta, durante el gobierno de Piñera, marginó de toda posibilidad parlamentaria al ex alcalde de Providencia, Cristián Labbé, que había sido víctima de una maniobra conjunta de la justicia de izquierda y la Nueva Mayoría para desplazarlo de su alcaldía en la elección de 2012, arguyendo supuestas “torturas” ocurridas en 1973 y siendo militar, en un lugar, Tejas Verdes, donde nunca había estado. Se logró desterrarlo de la vida política mediante un prevaricato ostensible, de todo lo cual la directiva piñerista UDI se hizo cómplice. El más artificial y escandaloso traslado de nuevos electores a Providencia y el recurso a una candidata izquierdista con apellido de derecha, en la elección de 2012, no pudieron ocultar el hecho de que Labbé ganó, como siempre lo había hecho, en las mesas antiguas de la comuna, votación desvirtuada por la mayoría en contra suya en las mesas nuevas artificiales creadas por la maniobra de las fuerzas del odio. Lograron así sacar de las elecciones a un militar retirado, amplia y popularmente elegido tres veces consecutivas, representativo como nadie de las ideas de derecha y del legado del Gobierno Militar que salvó al país y lo trasladó de la insolvencia y la inminente guerra civil a la cabeza del hemisferio y dotado de estabilidad cívica ejemplar.

          Pero hubo una cosa que la UDI piñerista no pudo u olvidó hacer: impedir que Cristián Labbé, hijo, fuera candidato a consejero regional en la Región Metropolitana en la última elección. Silenciosamente (para que las hordas comunistas no acudieran a “funarlo”), sin mayores recursos, su nombre compitió en la elección en el pacto independiente-UDI. Nadie dijo nada, nadie dijo nada, pero los electores leyeron su nombre en la “sábana” de votación y al final apareció con ¡74.602 votos!, la primera mayoría nacional en consejeros regionales, doblando a otros prestigiados nombres que competían en la nómina. Tuvo mayor votación que casi todos los diputados elegidos en medio de la fanfarria y no estuvo tan lejos de la primera mayoría nacional de Giorgio Jackson (100.000 votos).

         Con Cristián Labbé Martínez la derecha ha dado, en consecuencia, “una prueba de vida”. Está sólo secuestrada y amordazada por sus captores, pero no muerta. Las “trampas, mentiras y videos” pudieron afectar la votación de su candidato presidencial, José Antonio Kast, a quien la “madre de todas las encuestas” daba un 2,7 % y obtuvo efectivamente un 7,93 % pero, si no hubiera sido por la conjura, sobradamente habría podido alcanzar el doble o más y aspirar a pasar a segunda vuelta.

          La derecha “a secas” existe y ahora espera la constitución de un partido que la represente. Ya tiene candidato presidencial para la elección de 2021 y éste está recorriendo el país, al cual espera rescatar entonces del estado lamentable de anarquía y postración en que los autores de la conjura en su contra –todavía no sabemos cuál de ellos— en cuatro años más seguramente lo van a dejar.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Trampas, Mentiras y Videos


          Piñera ganó con trampa y ahora casi todos dicen que debemos premiarlo por eso y votar por él el 17 de diciembre. Pero yo, al menos, no me dejaré extorsionar.

          ¿Por qué digo que ganó con trampa? Porque tengo la prueba. Hay una comuna del país que es absolutamente de derecha. No de centroderecha, sino de derecha: Vitacura.

          Es tan de derecha que fue la única en que yo gané tanto a Eduardo Frei Ruiz-Tagle como a Sebastián Piñera en la senatorial de 1989. Y en 1993 ganó ahí José Piñera al mismo Frei y a Arturo Alessandri, en la presidencial de 1993. Y hasta en 2013, cuando Michelle Bachelet arrasó con el 62 % en todo el país, en esa comuna Evelyn Matthei la superó con el 80% de los votos.

          Ahí la derecha sólo podía ser derrotada mediante alguna trampa. Y se la hicieron en la elección del 19 de noviembre último: la encuesta CEP, “la madre de todas las encuestas”, anunció que el candidato de derecha, José Antonio Kast, contaba con sólo un 2,7 % de apoyo, mientras Sebastián Piñera, de centroderecha, se acercaba al 45 % y, con un poco de gimnasia estadística, que sus partidarios publicaron profusamente, sobrepasaba el 50 % y podía ganar en primera vuelta.

          Esto fue reforzado por videos de Longueira y Lavín, distribuidos a más de cien mil destinos en las redes, diciendo que votar por Kast era perder el voto y ponía en peligro el inminente triunfo de Piñera en primera vuelta.

          El fruto de la doble trampa se manifestó en la elección en general y en la mesa donde mi hijo mayor fue vocal el 19, donde siempre triunfaba ampliamente la derecha: tuvo una concurrencia del 90 % de los votantes, por contraste con el 46 % del resto del país. Hecho el escrutinio, éste se desvió de la historia de la comuna: Piñera obtuvo 270 votos, Kast 17 y los otros seis candidatos se repartieron los trece votos restantes.

          Ése fue el efecto de la encuesta CEP, reforzada por los propagandistas de Piñera, en el resultado electoral. Si no hubiera habido trampas, mentiras ni videos, Kast habría obtenido en esa mesa unos 170 votos y Piñera unos 117, como siempre fue antes.

          Téngase en cuenta que el escrutinio nacional determinó que José Antonio Kast tenía el 7,93 % de los votos y no el 2,7 % que le asignaba la CEP, es decir, tres veces más; y que Sebastián Piñera no tenía el 45 %, sino el 36,6 %, es decir, 8,4 puntos menos. Si la opinión pública hubiera sabido eso, no podrían haber tenido efecto las mentiras estadísticas ni los videos y Kast habría obtenido muchos más votos todavía y Piñera muchos menos, pero probablemente ambos pasando a segunda vuelta y despejando el temor de otro gobierno de izquierda desde 2018. La Bolsa habría tenido un “boom” en lugar de un colapso. Pero Piñera, como siempre, quería “todas las bolitas” para sí y, también como siempre, sacrificó al país en pos de eso.

          Es un mal sujeto, como lo reveló la Kyoto en 1993, cuando le daba a Pedro Pablo Díaz sus instrucciones para Juan Andrés Richards con el fin de perjudicar a Evelyn Matthei, su competidora por la candidatura presidencial, en la TV: “Cagándola, pero diciéndole, sabís qué más Evelyn, retírate de esta huevá, estai haciendo el loco…”

          Ahora, con las trampas, mentiras y videos, “ca…ó” a José Antonio Kast y la derecha. Y otra vez ha quedado impune.

          Como escribía en “El Mercurio” el rector Peña el 23.08.15: “Es un pícaro oportunista, alguien que sabe aprovechar la constelación de las circunstancias, tomar ventaja de las debilidades de sus competidores, saltarse las reglas cuando nadie vigila… Se produce así la máxima paradoja, que es habitual en la política: frente a un mismo hecho, las vinculaciones con el caso Penta o Soquimich, el que posee el peor comportamiento previo es el que corre el menor riesgo de salir dañado”. Peña poco después “vio la luz” y actualmente proclama a Piñera como refundador de una nueva derecha chilena… Así nos cambia la vida.

          Anoche, en la entrevista de don Francisco, éste reprodujo la escena en que el aspirante a reelegirse le propinaba un empellón a su propia señora para que no le disputara el centro de un escenario. Eso desmintió todas sus anteriores y frecuentes referencias en la misma entrevista al “alma” y al “corazón”, como si fueran constantes inspiradores de sus acciones.

Como creo que “el fin no justifica los medios”, no votaré por él el 17 de diciembre. Ni lo haré por Guillier, pese a que es una buena persona, porque su programa es malo para el país. Así, la decencia mínima ordena la abstención.

                                                                                                     

lunes, 20 de noviembre de 2017

Piñera Sale de Compras


          La izquierda nunca ha sabido cómo funciona el mundo y por eso le ha ido tan mal en todo el mundo. Lo pensé anoche cuando vi en TV a Francisco Vidal sacar las cuentas alegres obvias del que no conoce el mundo real: dijo que Piñera más Kast eran el 44,56 por ciento y que desde la DC hasta la izquierda eran el 55,44 por ciento, de modo que Guillier tenía la elección poco menos que ganada.

          Eso es lo que piensa mucha gente porque es obvio. Hasta lo creen los mercados, por el momento. Pero yo, que conozco el mundo real (por eso soy de derecha) y, sobre todo, conozco a Piñera (por eso siempre seré su adversario) creo que la historia puede ser muy diferente: hoy día mismo, les aseguro, Piñera “sale de compras”, mientras Guillier está feliz con su 55,44 % y confiando en que es cosa de “coser y cantar” durante menos de un mes más para ceñirse la banda. Pero es que no tiene idea de “la chichita con que se está curando”.

          En un juego de imaginación, supongamos que Piñera comprara, al contado y en un momento de crisis y semi-liquidación, a la DC completa. Según los votos obtenidos por Carolina Goic, serían el 5,88 % del total. Sumemos 44,56 de derecha y centroderecha más 5,88 y ya estaremos en 50,44 %. ¡Sale Piñera y pierde Guillier, a quien el 49,56 con que se ha quedado tras la venta en liquidación de la DC ya no le alcanza!

          ¿Que las cosas no son así en el mundo real? De acuerdo. ¡Es que son peores! ¡Piñera no sólo va a comprar DC; también va a comprar más a la izquierda! Y ya comenzó, les aseguro, esta mañana temprano.

          ¿Cómo lo sé? Porque he competido con él, porque había comentaristas políticos que repentinamente ya no me nombraban más y sólo lo mencionaban a él, porque en los diarios aparecía la “noticia” de que votando por él los votos aprovechaban a ambos de la lista pero votando por mí se perdían, porque me llamaban del comando del candidato presidencial para notificarme de que no iban a ir los candidatos a senadores a una concentración suya y yo no iba por eso, pero Piñera sí iba y monopolizaba los aplausos, porque mis zepelines de propaganda se iban cortados hacia el Atlántico y los micrófonos por los que iba a hablar eran desconectados cuando yo recién comenzaba y nadie me oía y un larguísimo etcétera.

          Como decía un conocido locutor deportivo que era, a la vez, abogado, “¡esto comienza, señores!”.

         Por mi parte, no votaré por Piñera, aunque sé que el resto del 7,92 % que votó por Kast sí lo hará. Yo no, porque “el fin no justifica los medios”, que se ha convertido en el eslogan moral más despreciado por la derecha política chilena desde que Piñera apareció en escena. Tampoco votaré por Guillier, aunque lo considero una buena persona, porque tiene ideas de izquierda cuya aplicación le haría mal al país. 

        Pero no tanto mal como el que puede generar otro gobierno de Piñera que, como el anterior, será sólo de él, para él y nada más que en gloria y majestad de él. Esto será la mejor garantía de que después advenga el Frente Amplio, tras lo cual, confío, el país se dará cuenta de que la verdadera solución es la que le legó el gobierno que lo convirtió, "desde las cenizas", en “la joya más preciada de la corona latinoamericana" (Clinton, 1991) y votará mayoritariamente por José Antonio Kast si es que, por una vez, antes Piñera no se lo ha comprado todo.

domingo, 19 de noviembre de 2017

"Famous Last Words"


          Voy a ir a votar a las dos, porque mi hijo vocal (desde hace tres elecciones) me informó que a esa hora no iba nadie. Mi pronóstico es que van a votar 7.300.000 personas. Anticipo como resultado: Piñera 38 %; Kast 15 %; Guillier 14 %; BEA 13 %; Goic 9 %; MEO 8%; Navarro 2 %; Arnés 1 %. Si la derecha es inteligente, la izquierda quedará hoy fuera del poder. En la sobremesa de 20 que hizo una “polla electoral”, la votación a mano alzada de los participantes favoreció a Kast sobre Piñera por 15 a 5, no así sus pronósticos, entre los cuales el mío fue el segundo en mayor cantidad de votos para Kast y también el segundo en menor cantidad de votos para Piñera.

          Las últimas noticias recibidas no son buenas para mis expectativas: Christoph Schiess, cabeza de un grupo económico e hijo de un insigne partidario del Gobierno Militar, Guillermo Schiess, declara en “El Mercurio” que “no tiene inconveniente en decir que va a votar por Piñera”. Mala noticia.  Él debería tener inconveniente, pues cuando nos encontramos en una misa ecuménica por los presos políticos militares entendí que, como buen hijo de sus padres, estaba en contra de la prevaricación judicial contra los vencedores de la guerrilla marxista, prevaricación de la cual Piñera fue coautor y su gobierno principal ejecutor.

          Mi segundo hijo fue a Maipú el jueves y allá trató negocios con un hombre de campo que, durante el Gobierno Militar, pasó de hijo de inquilino pobre en 1973 a “patrón de fundo” rico en 1980. Éste le dijo: “Acá todos votamos por Piñera”. Y le pronosticó: “Va a ganar con el 60 % en primera vuelta”.

Además, expresó festivamente su admiración por el desempeño del candidato cuando en la TV le representaron su última “llegada estrecha”, la compra de una empresa zombi para eludir impuestos (mientras apoyaba el alza tributaria de Aylwin en los ‘90, que no afectaba la elusión mediante las empresas zombi). Decía el agricultor, riéndose con admiración: “El viejo se movía y les contestaba todo a los periodistas”. Es que las “llegadas estrechas” son populares. Las llaman “picardía criolla”.

Me pareció increíble el cambio. Pues el hoy “patrón de fundo” y yo fuimos filmados para la franja televisiva del “Sí” en 1988, cuando Piñera era del “No”. Lo llevé a dar su testimonio porque era viva prueba del progreso que los más pobres podían lograr gracias a la libertad de iniciativas que consagró el Gobierno Militar y de la permeabilidad social que esa libertad hacía posible. Siempre este agricultor fue un gran partidario de Pinochet, pero ahora vota por uno de sus mayores denigradores, quien afirma que su gobierno fue "peor que el de Allende". Algunos llaman a esto “el pago de Chile”. Otros, “mala memoria”. Otros, entre los que me incluyo, “lavado de cerebros”. Y los más conspicuos, “asimetría de información”.

Finalmente, me informan resultados por whatsapp: “Piñera se impone en Islas Caimán” y Artés “fue favorecido por el voto de Kim Jong Un en Corea del Norte”.

Pero mejor es esperar otros cómputos menos obvios.


jueves, 16 de noviembre de 2017

Otra Elección Que Cambiará Mi Vida


          El 31 de diciembre de 2008 escribí mi última columna en “El Mercurio”, titulada “Mi Alegría Ya Viene”, y anuncié mi renuncia a ese diario después de 46 años. El principal motivo de la misma era su apoyo a Sebastián Piñera, quien en esa época tenía la mitad de su prontuario actual, pero ya más que suficiente para hacerlo inaceptable para mí como candidato presidencial. Desde luego, había resultado recién condenado por haber sido sorprendido comprando acciones con información privilegiada.

          No fue la única razón que tuve para alejarme del diario. En mi autobiografía di seis a lo largo de cinco páginas. Pero aquélla fue la principal.

          Hoy me encuentro en un trance similar, pero no en estado de renunciar a alguna entidad, porque ya no estoy en ninguna. No obstante, simplemente no quiero estar con personas de derecha, de mis mismas ideas, a quienes sé y supe partidarias del Gobierno Militar y que siempre han estado agradecidas de él, pero que hoy, bajando la cabeza (todas lo hacen, como si fueran a confesar “voy a prostituirme”), me digan: “Voy a votar por Piñera”, uno de los principales verdugos de la verdad histórica reciente, de la imagen de ese gobierno y de los presos políticos uniformados. No quiero estar con ellas, con una sola excepción: mi única hermana, con quien almuerzo todos los jueves en su casa en compañía de sus hijos. Seguiré yendo.

          Pues a ella le he explicado reiteradamente que en la elección del domingo hay un solo candidato de derecha, el único que defiende el legado del Gobierno Militar, y lo entiende. Sé que ella comparte el repudio a la persecución ilegal de los militares (r) por parte de los jueces y de los gobiernos de Bachelet y Piñera. Conoce el prontuario de éste. También entiende que bastaría que las personas de derecha votaran por Kast para que éste obtuviera más votos que cualquiera de los seis candidatos de izquierda y dejara a la Nueva Mayoría fuera del poder el domingo (porque nadie duda de que Piñera pasará a segunda vuelta). Por tanto, también entiende que el único voto realmente útil para que se vaya la extrema izquierda del poder es el que emita por José Antonio Kast.

Pero, después de oírme, de enterarse de que sus hijos están de acuerdo conmigo y van a votar por Kast, inclina la cabeza, mira hacia abajo y me dice, con curiosa determinación: “Yo voy a votar por Piñera”.

          Única hermana y única excepción. Seguiré almorzando donde ella los jueves. Pero no iré a ninguna otra reunión, tertulia, conciliábulo, conversación, consejo, almuerzo o evento al que asistan personas de derecha que, bajando la cabeza, hayan confesado: “voy a votar por Piñera” o “voté por Piñera”. Con esa gente ya no tengo “affectio societatis”. ¿Para qué estar con ella?

          Participo completamente del criterio del empresario Matías Pérez Cruz, que les ha escrito a Longueira y Lavín, con motivo del video de éstos destinado a amedrentar a los votantes de Kast, calificándolo como “una carajada”. Pues lo es. Desde luego, porque la verdad es la contraria: votando la derecha por Kast se garantiza la derrota de la izquierda en primera vuelta.

          De Lavín sabemos hace muchos años que se pasó al otro bando y se hizo portador del lema propagandístico de la izquierda sobre “atropellos a los derechos humanos”, que es como llaman a la misión de combatir al ejército paralelo marxista. De éste advirtieron con alarma, al país y al mundo, entre otros, Frei Montalva y Aylwin en 1973. Ello llevó al primero a declarar, en el ABC de Madrid, “los militares han salvado a Chile”… añadiendo “cuando usted tiene un cáncer, llega el momento en que tiene que someterse a una intervención quirúrgica”... “lo acontecido en Chile es exclusiva responsabilidad de Allende y la Unidad Popular”… y, a los empresarios de la SFF, “esto se arregla sólo con fusiles”.

          Hoy parece increíble ver a Longueira abogando por Piñera, cuando fue éste quien lo confrontó hace doce años en la conspiración del ex cura Jolo y Gemita Bueno para destruir a la UDI. Piñera había llamado desde el sur, en 2004, a la oficina de Allamand, alertándolo de que la diputada RN Pía Guzmán “tenía una bomba contra la UDI”. Esto fue revelado por la hermana UDI de la secretaria de Allamand. Teletrece presentó a Gemita Bueno como habiendo sido abusada, cuando niña, por altos personeros de la UDI en orgías en que, afirmaba ella, hasta habían llevado a la muerte a otra menor.

          Ante eso Sebastián Piñera afirmaba “estar conmovido”, mientras los prohombres UDI eran masacrados en el “juicio por los diarios”. Pero Longueira se plantó firme y amenazó llevar todo el asunto a tribunales, donde la secretaria de Allamand y su hermana tendrían que decir la verdad. Entonces el candidato presidencial Lavín les pidió a ambos presidentes de UDI y RN, Longueira y Piñera, renunciar a sus cargos y a cualquier acción judicial para definir el diferendo. Hasta que el globo se desinfló por completo cuando Gemita Bueno le reconoció al ministro sumariante Sergio Muñoz que todo su cuento de abusos por parte de prohombres de la UDI era mentira. Longueira había desenmascarado a Piñera. Éste, entonces, se dedicó a recorrer el país trabajando, como siempre, para sí mismo, reuniéndose con consejeros de la colectividad para que votaran por él y no por Lavín como candidato presidencial, cuando todo el mundo daba por hecho que RN iba a apoyar a Lavín y Sergio Diez, su presidente, decía que él era más lavinista que nadie. Pero llegó el Consejo de la colectividad y una mayoría proclamó a Piñera. Todo hombre tiene su precio. Y finalmente éste ganó en primera vuelta a Lavín por unos pocos miles de votos, mientras la primera mayoría, Michelle Bachelet, declaraba: “Muchos partidarios míos votaron por Piñera para derrotar a Lavín”. Piñera siempre ha sido funcional a la izquierda, como ahora mismo, cuando confiesa estar estudiando la degradación de militares procesados ilegalmente. Y finalmente Michelle fue fácilmente elegida en la segunda vuelta de 2006, pues Piñera a esas alturas sólo pensaba en 2009.

          Como la vida tiene muchas vueltas, los dos grandes enemigos de 2005, Longueira y Piñera, hoy se han hecho grandes amigos. El partido que el segundo buscaba aniquilar hace doce años hoy se rinde a sus pies, dispuesto a ayudarlo en su razzia contra los militares, a los cuales ese partido rendía loas entre 1973 y 2005. Y Longueira, junto con Lavín, llama en un video a no votar por el único candidato de derecha y más próximo a sus ideas, José Antonio Kast, sino por Piñera.

          Todo esto lo ha desatado la última encuesta CEP, en la cual no creo para nada, porque es un traje a la medida confeccionado para Sebastián Piñera. Y no creo para nada en ella porque afirma que la mayoría opina las siguientes cosas:

1) Que el candidato más “honesto y confiable” es Sebastián Piñera. Por supuesto, hasta los más partidarios de Piñera saben que esto no es así y conceden que de ninguna manera una mayoría puede afirmarlo.

          2) La CEP dice que el principal requisito que se demanda de un candidato presidencial es su honestidad. Nueva imposibilidad de que la mayoría vote por Sebastián Piñera. Esto constituye una contradicción en los términos. Una encuesta que arroje ambos resultados no puede estar buena.

          3) La CEP de agosto dictaminó que a José Antonio Kast lo conocía el 63 % de los chilenos. La CEP de octubre, después de dos meses de campaña activa de Kast como candidato presidencial, participación en foros, recorriendo el país y apareciendo en todos los medios, dice que ahora sólo el 57 % de los chilenos lo conoce. Es decir, su proclamación, campaña, presencia en radios, diarios y televisión todos los días durante dos meses, han llevado, según la CEP, a que haya bajado su nivel de conocimiento de 63 a 57 %, mucho más que cualquier margen de error. Eso confirma que la CEP tiene un ostensible sesgo anti-Kast. Está mala.


          El domingo, tal vez con todavía alguna otra “carajada” mediante, sabremos la verdad, influida por ellas. Pero, en lo que a mí respecta, habrá otro cambio en mi vida y no perdonaré a los que, sacrificando sus ideas, sus principios y su propio autorrespeto, hayan confesado, bajando la cerviz, “voté por Piñera”. Con la única excepción de mi hermana. Con aquellos, “nunca más”. El voto premeditado contra la conciencia y contra la verdad no es algo con lo cual yo, al menos, esté dispuesto a contemporizar.

martes, 14 de noviembre de 2017

Catón y Piñera


          Catón el Censor (234 a.C.) fue el prototipo del hombre virtuoso en la antigua Roma, así es que nada más explicable que su antónimo chileno, Sebastián Piñera, haya expresado en “Tolerancia Cero”: “no me gustan los catones”. ¡Cómo podrían gustarle si Mónica Rincón le estaba representando que en 1992, cuando él se hallaba en el medio de la “política de los acuerdos” con Aylwin para subirles los impuestos a los chilenos (y para facilitar su compra de acciones LAN a la Corfo), él se hallaba también comprando una sociedad “zombi”, difunta, con cuyas pérdidas se proponía “hacer desaparecer $39 mil millones de utilidades de sus empresas”, según revela el libro “Empresas Zombis” de Rojas y Guzmán (“El Mostrador”, 06.11.17)).

          Catón justamente se distinguió por la conducta contraria, pues cuando le correspondía quedarse con parte del botín obtenido en la conquista de la Hispania, renunció a él y le entregó al erario de Roma la totalidad de lo capturado. En términos de hoy, Catón fue el “antipiñera”, así como Piñera es el “anticatón” por antonomasia. ¿Alguien puede imaginarse a Catón subiéndoles los impuestos a los romanos y al  mismo tiempo llevándose su propio patrimonio a paraísos fiscales, como Piñera en 2010?

          El enojo del candidato con la periodista Mónica Rincón, que se extendió a sus escuderos, cuyos twitts contra ella remecieron las redes, obliga a destacar su insobornabilidad, virtud bastante excepcional en nuestro medio, en el cual las “vueltas de chaqueta” de reputados opinólogos en favor de Piñera han sido espectaculares, sólo, por supuesto, para los que nos enteramos de ellas y no las olvidamos, pues leemos las cosas, entendemos lo que leemos y tenemos buena memoria.

          A propósito de soborno, ha venido teniendo lugar una situación pintoresca, que revela la importancia de una pluma vigilante, por modesta que sea (como es el caso de la mía, cuya modestia, si bien frecuentemente herida, es indiscutible). Yo he venido denunciando en este blog y en mi columna de “Estrategia” las inexplicables “vueltas de chaqueta” de diputados de la Concertación y la Nueva Mayoría cuando se ha tratado de votaciones que afectaban a Piñera.

          En efecto, cuando el entonces diputado Jorge Burgos, un hombre probo, era presidente de la comisión investigadora de la compra de acciones LAN con información privilegiada por parte del candidato Piñera, en 2009, y teniendo la Concertación mayoría de 5 a 3 diputados, “fueron dados vuelta” y ¡rechazaron! pedir la grabación telefónica, de la cual iba a surgir una voz inconfundible dando la orden de compra. Fracasó la comisión y Piñera evitó otra condena.

          Después, cuando la comisión investigadora en el caso Cascadas condenó a Piñera por no abstenerse en una negociación de acciones, como era su obligación en cuanto Presidente, al elevarse el informe condenatorio respectivo a la sala de la Cámara, y teniendo en ella mayoría de 41 a 31 la Concertación, suficientes diputados “fueron dados vuelta” y ¡se rechazó! el informe por 41 a 31, salvándose de nuevo Piñera.

          Y otra vez más, cuando una tercera comisión de la Cámara pidió oficiar a la Superintendencia para que detallara las sanciones impuestas por ella a las sociedades-insignia de Piñera, Bancard y Bancorp, numerosos diputados de la Nueva Mayoría tuvieron urgencias fisiológicas y debieron ausentarse de la votación para ir al baño, momento en que los escuderos de Piñera y los parlamentarios de ChileVamos (sus permanentes encubridores), aprovecharon para rechazar el envío ese oficio.

          Como yo comentaba en este blog y en “Estrategia” todas estas sospechosas “vueltas de chaqueta”, los diputados de la Nueva Mayoría se sintieron vigilados y, por una vez, ¡no “se dieron vuelta!”, cuando se trató del informe de la comisión sobre el caso Exalmar, en el cual una empresa de Piñera compró acciones de la pesquera peruana que podía resultar beneficiada con el fallo de La Haya. La justicia absolvió a Piñera de haber cometido delito con esa compra, pero la comisión de la Cámara lo condenó por no haber observado el deber de abstención de comprar esas acciones en pleno litigo chileno-peruano.

          Después correspondía que la sala de la Cámara votara ese informe, en vista de lo cual los escuderos de Piñera han interpuesto un recurso dilatorio ante el consejo de ética de la corporación, por haberse detectado un “copy-paste” en el texto que, con o sin “copy-paste”, concluye que Piñera no cumplió su deber de prescindencia y abstención y lo condena por ello. Pero ya así han postergado la condena para después de la primera vuelta.

          Y todo porque la vigilancia de este columnista, el más modesto (y molesto) de los Catones, ha conducido a que los diputados que “se daban vuelta” ahora no puedan hacerlo impunemente, al sentirse vigilados.

          ¡Qué buena es la libertad de prensa! ¡Qué bueno que siempre haya alguien que no puede ser sobornado! ¡Grande, Catón! Por algo le caes mal a Piñera.

lunes, 13 de noviembre de 2017

La Historia se Repite


          En 1957 la derecha estaba a punto de renunciar a todo con tal de evitar que el marxista Allende llegara a La Moneda. “Renunciar a todo” era apoyar al DC Frei a cambio de nada, y sólo porque la suma de la derecha y el centro derrotaban a la izquierda. Pero Raúl Marín Balmaceda, un derechista de tomo y lomo, evitó a costa de su vida (murió tras pronunciar un discurso contra Frei Montalva) que el Consejo del Partido Liberal apoyara a este último. El presidente conservador, Juan Antonio Coloma, contuvo a su vez a las propias huestes, que pretendían irse, presa del pánico, con Frei, proclamándose a sí mismo, primero, como candidato presidencial y luego transfiriéndole el apoyo del Partido Conservador a un candidato de derecha, Jorge Alessandri. ¡Sorpresa! Alessandri fue elegido Presidente, venciendo a Allende y a Frei, en 1958. Triunfo de la derecha que no se habría producido sin la muerte de Raúl Marín ni el coraje de Juan Antonio Coloma, ambos derechistas de verdad.

          Lamentablemente en 1964 ya no existían. La derecha tenía candidato propio, un radical absolutamente identificado con ella, Julio Durán. Éste encabezó el Frente Democrático, que se aprestaba a volver a derrotar tanto a Allende como a Frei Montalva. Pero hubo una elección complementaria de diputado en Curicó que ganó el doctor Naranjo, un médico marxista muy popular. Segundo salió el candidato de derecha, Rodolfo Ramírez, representativo de Durán; y tercero el “Vitrola” Fuenzalida, representativo de Frei. Y adivinen ustedes: la derecha entró en pánico, y pese a haber llegado segunda defenestró a Durán restándole su apoyo y se fue en masa con Frei, que había llegado último, ¡a cambio de nada! para derrotar a Allende. ¿Cómo le pagó su apoyo Frei? La destruyó. En la elección parlamentaria de 1965 los partidos de derecha prácticamente desaparecieron, cuando hasta entonces, en conjunto, eran la primera fuerza política. Y el programa socialista de Frei destruyó la base económica de la derecha, el agro.

          El resultado lo resume una frase obscena que repetía un amigo derechista fallecido hace poco: “Ya una vez en 1964 un democratacristiano me (autocensurado con triple X), y no me gustó”. Pero no le hicieron caso en 2009, cuando la derecha reincidió en apoyar a un democratacristiano (pese a que éste estaba recién condenado por comprar acciones con información privilegiada y antes había estado prófugo de la justicia, y “no por lindo”). Así es que se repitió el desenlace de 1970: al final terminó gobernando la heredera de Allende.

Lo increíble es que de nuevo nos encontramos a fojas uno (muchos escriben “fojas cero”, pese a que, por definición, ella no existe): con tal de que no se repitan el plato los herederos de Allende, nos dicen, hay que apoyar al mismo democratacristiano, Piñera, que tiene en su oficina el retrato de Frei Montalva, era íntimo de Aylwin y fue su continuador en guillotinar militares que combatieron el terrorismo marxista; y que ahora dice ser más próximo a Mariana Aylwin que a José Antonio Kast, el único candidato de derecha. ¡Y lo es!

Recuerdo que un pro-hombre conservador, el senador Francisco Bulnes Sanfuentes, relataba que cuando los derechistas se lamentaban de lo que les había hecho Frei Montalva, después de haber la derecha contribuido a elegirlo en 1964 tras defenestrar, presa del pánico, al candidato propio, Julio Durán (que a todo esto hizo una muy buena campaña ese mismo 1964 y evitó que el radicalismo se fuera con Allende), les replicaba: “Por culpa tuya, imbécil”.

Pues la fuga derechista hacia la DC destruyó a la derecha y no hizo sino tornar inevitable el triunfo marxista en 1970.

Hoy la historia se repite. Gran parte de la derecha insiste en desertar de su cauce natural e impedir que su candidato propio, el único de derecha, José Antonio Kast, pase a segunda vuelta. Irónicamente, bastarían a éste los votos de derecha para lograrlo, pero éstos, una vez más, huyen hacia el DC como en 1957 (lo impidió la muerte de Marín Balmaceda) y como en 1964 (Bulnes no lo pudo impedir), “para atajar a Allende o sus herederos”, y como en 2009, con las peores consecuencias para ella misma, las que siempre ha sufrido cuando ha cedido al ya histórico chantaje que hoy tiene lugar una vez más.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Lo Llaman "Darse un Gustito"


          Cuando yo era niño le preguntaba mucho a mi padre, y mi madre me retaba por ser tan “preguntón”. Una vez, supongo que hace como setenta años, él iba saliendo y le pregunté dónde iba. Me contestó, “a votar”. Le pregunté por quién iba a votar y me dijo “Por Pablo Aldunate Phillips”; le pregunté por qué, y me dijo: “Porque es un hombre muy honorable”. No olvidé más esa lección.

          Pasaron más de veinte años y en 1973 yo era candidato a diputado. Me llamó don Pablo Aldunate para pedirme que fuera a su oficina. Me dio un cheque de aporte a mi campaña y yo le conté que mi padre votaba por él y por qué.

          Después han pasado más de cuarenta años y me dispongo a votar por José Antonio Kast por la razón que me enseñaron, es decir, porque es “un hombre muy honorable”, aparte de interpretar mis ideas. Pero desde una candidatura que no cumple ninguno de ambos requisitos insisten en decirme que eso es “darse un gustito”, como si fuera algo pecaminoso.

          Pues impera una nueva modalidad o moralidad, fundada en que “hay que ganar” como sea y en que “el fin  justifica los medios”. No importa que el candidato no sea de nuestras ideas ni muy honorable, sino porque “va a ganar”. Lo que importa es sacar a la izquierda del poder, dicen.

Pero el contrasentido de eso reside en que, además, la forma más segura de sacar a la izquierda del poder es votando por José Antonio Kast para que aventaje a los candidatos de la izquierda, cosa que debiera ser fácil, porque ellos son seis que se dividen una mitad de la votación, mientras los del centro a la derecha son dos para dividirse la otra mitad. De tal manera que si mucha gente “se diera un gustito” votando por el único candidato de derecha, pasarían a segunda vuelta él y el de centroderecha (de quien nadie duda que tiene asegurado su paso a segunda vuelta), dejando fuera del poder a la izquierda en nueve días más.

          Pero parece que los que extorsionan con eso de “darse un gustito” piensan que la gente de derecha y que respeta la ética es tonta y no es capaz de darse cuenta de lo explicado en el párrafo anterior. En el hecho, “la honradez premiada” puede tener lugar una vez más, pues votar por Kast no sólo es más moral sino que también resulta más electoralmente conveniente.

          El candidato al cual se quiere favorecer con el chantage está tan seguro de que es verdad lo que dice la encuesta CEP, en el sentido de que el 81 % de la gente de derecha vota por él, que ha iniciado una maniobra hacia la centroizquierda, de “toma de control hostil” de la DC. Para este fin ha lanzado una crítica ética a su candidata, acusándola de nepotismo y olvidando completamente el refrán que aconseja: “no lances piedras a tu vecino cuando tengas tejado de vidrio”.

          Pues la agredida ha contraatacado detallando públicamente el prontuario de su agresor, quien a su vez ha duplicado diciendo que no caerá en “revolcarse en el barro”, como supuestamente lo estaría haciendo ella. Traducción: “revolcarse en el barro” = lectura del prontuario del candidato que la acusó.

          Soy de derecha y votaré por un candidato de derecha. Y lo haré, además, porque es “un hombre muy honorable”. Me lo enseñaron desde niño y –“la honradez premiada”— confiando en sacar a la izquierda del poder en la primera vuelta. 

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Elección y Verdad


          ¿Qué recuerdo yo del foro presidencial de Anatel? Pocas cosas. Desde luego, una anécdota trivial pero divertida: Sebastián Piñera, ante acusaciones de que eludía impuestos, citó a Lenin como diciendo “Mentid, mentid, que algo queda”, frase que, por supuesto, no es de Lenin. Poco después Eduardo Artés, que profesa la religión de Lenin, acudió al rescate de su deidad y rectificó a Piñera, diciéndole que la frase no le pertenecía a aquél, sino que a Goebbels, el ministro de Propaganda nazi. Lo cual, por supuesto, tampoco es verdad, porque el verdadero autor es el filósofo francés Francisco-María Arouet, mejor conocido como Voltaire.

          Entonces, en su turno siguiente, Piñera dio explicaciones y rectificó reconociendo su error, pues la frase que realmente había pronunciado Lenin, dijo, era otra: “una mentira mil veces repetida pasa a ser verdad”. Pero esto tampoco es cierto, porque precisamente el autor de esa frase es Goebbels, a quien Artés erradamente atribuía la otra.

          Eso describe aproximadamente la relación de la actual campaña presidencial con la verdad.

          Ayer en la mañana viajé durante dos horas en auto a la capital oyendo la Radio Agricultura. Creo que no menos de un centenar de veces repitieron mensajes de propaganda de Piñera o de candidatos a parlamentarios que manifestaban su adhesión a él. En esas dos horas capté un, y sólo un, aviso de propaganda de José Antonio Kast.

          Se explica: días antes se había publicado la lista de conspicuos millonarios que habían hecho donaciones, a su vez millonarias, a Piñera. Porque la información de las donaciones hechas a través del Servicio Electoral es pública. Esto se hizo para transparentarlas. Pero lo único que se transparentó fue que los más millonarios dan mucho dinero al candidato más millonario. Y, de paso, la publicación hecha en “La Segunda” dejó de manifiesto que hasta ese momento Piñera había recibido alrededor de mil quinientos millones de pesos, por comparación con Kast, que había recibido sólo $77 millones. Y ese diario me dejó en vergüenza, pues mencionaba mi aporte de cien mil pesos a este último candidato, monto que parecía comparativamente miserable. En mi descargo puedo decir que financié durante un mes un costoso aviso en la radio llamando a firmar por Kast, que al final contribuyó a que éste tuviera éxito en la recolección de firmas.

          Todo de acuerdo con la ley, que además ordenó al fisco, es decir, a nosotros los contribuyentes, reembolsar a los candidatos sus gastos de campaña, a razón de tantos pesos por voto. Así es que, entonces, su abrumadoramente superior cantidad de propaganda no sólo le va a salir gratis a Piñera –porque se la financian los otros millonarios de la plaza— sino que además le va a significar una ganancia, porque el Servel le va a devolver lo gastado a él y no a sus donantes. Es decir, su elección es otro buen negocio suyo.

          Además, durante el foro quedó en pie que él tiene gran parte de su fortuna en paraísos fiscales, donde no paga impuestos. Pero él retrucó diciendo que tenía un certificado del Director de Impuestos Internos aseverando que había pagado todos sus impuestos. Claro, es que en el foro presidencial nadie aclaró que la vituperada reforma tributaria de Bachelet permitió declarar los capitales invertidos en paraísos fiscales pagando un impuesto de ocho por ciento. Es decir, si Piñera había sido sorprendido llevándose, en 2010, mientras les subía los impuestos a los demás chilenos, el 72 % de su patrimonio a través de “fondos de inversión privados” (que no pagan impuestos) a paraísos fiscales de Panamá, Islas Vírgenes y Luxemburgo (donde tampoco se pagan impuestos), su “generalísima” Michelle Bachelet (las actuaciones de ella son el mayor motivo de que Piñera encabece las encuestas) se preocupó de abrirle todavía otra puerta para regularizar su situación tributaria.

          A propósito de lo cual también se me quedó del foro presidencial el gráfico presentado por Sebastián Piñera comparando los crecimientos durante su gobierno y el de Michelle Bachelet. Pero nadie le replicó ni mencionó un hecho esencial: que el alto crecimiento de su período fue motivado por los aumentos sin precedentes del gasto público (16,5 %) y de la inversión pública (25,1 %) en 2009, por el ministro de Hacienda Andrés Velasco. Ni menos nadie explicó que de esas cifras del gobierno de Bachelet derivó la creación de medio millón de empleos durante 2010, la mitad de todos los creados bajo la administración Piñera.

          Otra  cosa que se me quedó del foro fue la presentación por el periodista Matías del Río del libro “Empresarios Zombis”, de Jorge Rojas y Juan Andrés Guzmán, donde se prueba que Piñera compró una sociedad “zombi” (quebrada y muerta por sus pérdidas) “para hacer desaparecer $39 mil millones en utilidades generadas por sus empresas” y no pagar impuestos. (“El Mostrador”, 06.11.17). Eso sucedía entre 1990 y 2000, cuando, durante la Política de los Acuerdos, Piñera apoyaba los aumentos de impuestos de Aylwin a los demás contribuyentes chilenos “para legitimar el modelo” (sin derogar la escapatoria de las "sociedades zombis"). Pero él no pagaba esos mayores impuestos, ni ninguno, gracias a las pérdidas de las “sociedades zombis”. Y cuando él en 2010 volvió a subir los impuestos, tampoco pagó el aumento, porque se estaba llevando sus “fondos de inversión privados” exentos (cuya exención no derogó) a paraísos fiscales exentos.

          Nada de esto aparece en los diarios ni menos en la publicidad electoral que nos muestra a un Piñera dedicado “de corazón”, dice, al servicio público en favor de los chilenos.

          Es la relación que existe entre la próxima elección y la verdad.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Cheyre Prueba su Propia Medicina


          El general (r) Cheyre se hizo cómplice del desconocimiento del estado de derecho en los juicios contra Pinochet y demás uniformados que debieron combatir la subversión armada de izquierda.

          Cuando él era Comandante en Jefe y se cumplían 30 años del pronunciamiento, en la víspera del 11 de septiembre de 2003, un periodista le preguntó cómo lo iba a celebrar, y contestó: “Como un día normal. Es un sábado como cualquier otro sábado”. Ese era su temperamento. Poco después, el 10 de diciembre de 2004, emitió la famosa autocondena de su institución: “El Ejército de Chile tomó la dura pero irreversible decisión de asumir las responsabilidades que como institución le caben en todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado”.

          Es decir, si Pinochet era el único culpable, todos los demás eran inocentes. Luego, todos aplaudieron, pero en particular los verdaderos grandes culpables, la extrema izquierda que armó un ejército clandestino para tomar el poder y establecer un régimen totalitario. Y no contenta con esa rendición incondicional de los uniformados y el reconocimiento de su impunidad, ella desconoció las leyes y comenzó a condenar judicialmente a los militares que le vedaron su propósito, pero con una salvedad: a Juan Emilio Cheyre ningún juez de izquierda lo persiguió.

Hasta que se repitió la historia, como siempre lo hace, y la guillotina cercenó el cuello de monsieur Guillotin: acusaron a Cheyre. Y si la prevaricación es pareja, lo van a condenar.

          Pero Cheyre es inocente. Yo estudié el proceso que lo afecta, que es el mismo que sirvió para perseguir ilegalmente a Pinochet, y escribí un libro que puede adquirirse en este blog: “La Verdad del Juicio a Pinochet”. Fue best-seller en 2001 y tuvo tres ediciones de más de cinco mil ejemplares. El historiador Gonzalo Vial escribió a su respecto que era un provocador análisis, pero se refería al derecho, y de eso no era de lo que se trataba en los juicios contra Pinochet.

          Cheyre en 1973 era teniente y estaba en el regimiento “Arica” de La Serena cuando arribó la comitiva del general Arellano. Esta tenía por objeto velar por que a los presos que había en los regimientos se les sometiera a los tribunales en tiempo de guerra y se les tratara “sin abusos ni prepotencias”, como lo dijo en todos los lugares a los que llegó. Llevaba desde Santiago un proyecto de sentencia (La Serena dependía de la Segunda División, con sede en Santiago), condenando a muerte a tres procesados que estaban presos en La Serena. En esta ciudad el tribunal iba a juzgar a otros doce presos. Un teniente coronel incorporado ese día a la comitiva de Arellano, de acuerdo con otro oficial en retiro, pero que se había incorporado al regimiento local, sacaron de la cárcel a los quince anteriores y, llegando al regimiento, por sí y ante sí, sin saberlo ni Arellano ni el comandante de la unidad, los fusilaron.

Ante la alarma de los miembros del Tribunal en Tiempo de Guerra y del abogado que iba a defender a los presos, dejaron una rápida constancia de las muertes con una media firma del entonces gobernador militar, constancia que no se agregó al expediente.

          Ante los hechos consumados, el comandante del regimiento hizo una publicación sobre las ejecuciones al día siguiente en el “El Día” de La Serena diciendo que habían tenido lugar “conforme a lo dispuesto por los Tribunales en Tiempo de Guerra”, lo que no era verdad. El teniente Cheyre, ayudante del comandante, llevó el texto al diario “El Día” en un sobre cerrado.

          Como la justicia de izquierda ha creado en Chile el delito de “haber estado ahí”, numerosos uniformados (r) hoy están presos por eso. Algunos sin siquiera “haber estado ahí”. Por ejemplo, dos que trasladaron a personas de un lugar a otro y las dejaron en su destino sanas y salvas, pero cumplen presidio por lo que otros les hicieron después. Y conozco un oficial de la Armada que cumple condena sin siquiera “haber estado ahí”, porque había sido trasladado días antes, pero el ministro sumariante de izquierda consideró insuficientes las pruebas de su traslado y lo condenó igual.

          Juan Emilio Cheyre es completamente inocente, pero eso no constituye, para la justicia de izquierda chilena, causal de exención de responsabilidad. ¿O tal vez la sala penal de la Corte Suprema, la “madre de todas las grandes prevaricaciones”, se apiadará finalmente de él por haber sido por tantos años funcional a sus sistemáticas violaciones al estado de derecho?          
          Addendum tardío al blog: Revela el desorden de esos primeros tiempos después del 11 que la madre de uno de los ilegalmente fusilados en La Serena, Roberto Guzmán Santa Cruz, recibió en 1975 notificación de que en la causa que había afectado a su hijo se le había rebajado la pena de cinco años a 541 días de cárcel.

jueves, 2 de noviembre de 2017

Carta Abierta a Sebastián Piñera


          Querido Sebastián (es sólo un formulismo, no lo tomes al pie de la letra):

          He comprobado progresos en tu personalidad. Me hacen creer que podrías comprender una proposición que deseo formularte. En efecto, tu notorio avance en Historia Sagrada, al decir anoche en TVN que “la delincuencia ha existido siempre, desde que Caín mató a Abel con una quijada de burro”, revela que aprendiste que no fue Abel quien mató a Adán, como sostenías hasta hace poco. Es un progreso. Pero tus avances en Historia Política siguen siendo nulos, pues nuevamente dijiste que habías votado “No” en 1988 porque era la vía más rápida para restablecer la plena democracia, en circunstancias que lo era el voto “Sí”, con el cual la plena democracia del articulado permanente de la Constitución, bajo el cual vivimos hasta hoy, se habría restablecido el 11 de marzo de 1989, es decir un año antes. Pero nunca es tarde para aprender.

Ahora te escribo para ofrecerte lo que más amas en tu existencia: un buen negocio.

Probablemente no te has dado cuenta, preocupado, como siempre, de tu mayor conveniencia personal, de que se han alineado los astros de tal manera que la izquierda puede quedar excluida del gobierno en la primera vuelta presidencial del 19N.

Porque izquierda y centroizquierda van con seis candidatos, en tanto que derecha y centroderecha van con sólo dos: tú y José Antonio Kast. Si tus conocimientos aritméticos son superiores a los de Historia Política, comprobarás que uno dividido por dos arroja un medio y dividido por seis es un sexto. Y, créeme, un sexto es mucho menos que un medio. Es decir, si los candidatos obtuvieran el 19 de noviembre una votación pareja, serían electos ampliamente para segunda vuelta José Antonio Kast y tú.

Pero las encuestas señalan que las votaciones no serán parejas, pues tú apareces con una diez veces mayor que la de Kast y esto haría que algún candidato de izquierda o centroizquierda, pese a su gran subdivisión, pasara a segunda ronda. Ahora, no hay que engañarse con la votación de la derecha: antes del plebiscito de 1988 la encuesta nacional urbana CERC anunció que el “Sí” obtendría sólo el 20,8 %, y en la realidad obtuvo más del doble, cerca del 44 %. La derecha siempre tiene mucho miedo de manifestarse, pero en el secreto de la urna se atreve. Es decir, Kast debe tener a lo menos el doble de lo que se publica.

El hecho es que, en la actual alineación de los astros, el sector de la derecha tiene tres veces más posibilidades matemáticas de dejar fuera al sector de izquierda, a condición de que la votación se divida más parejamente. Por ejemplo, obteniendo tú el 35 % y Kast el 24 %. En ese caso pasarían ambos sobradamente a la segunda ronda.

Te prevengo que las constelaciones se siguen alineando cada vez más favorablemente también por otras razones: tu programa del “Estado de Bienestar”, como lo ha definido tu jefe programático Mauricio Rojas, atrae mucho voto de centroizquierda, ya debilitada ésta por la subdivisión en seis candidaturas. Y se debilita aún más a raíz de los flancos que se le abren a Guillier, su primera fuerza, por el tema del narcotráfico y su incapacidad de presentar un programa de gobierno, requisito, entre paréntesis (como lo ha hecho ver Kast) para inscribir válidamente una candidatura presidencial. Es decir, el mejor de los seis, ya subdivididos, es un mal candidato, fácil de vencer con poco más del 20 % de los votos. Además, los otros cinco ya están cosechando a su costa. MEO ha subido bastante. Se van igualando.

Los sabios romanos decían “carpe diem”. Sé que tu fuerte no es el latín, pero eso significa: “atrapa el momento”, “aprovecha el día”. Nunca se va a volver a presentar una oportunidad tan buena de asegurarse la victoria en primera vuelta contra la izquierda.

¿Qué te propongo? Que sólo digas públicamente la siguiente frase: “Podemos dejar fuera a la izquierda en la primera vuelta si la derecha vota por el candidato de derecha; y yo le pido que así lo haga”.

Tú sabes que, según la CEP, el 81 % de quienes se dicen de derecha votan por ti, que no eres de derecha, según reiteradamente has manifestado. Lo hacen porque creen, erróneamente, que sólo votando por ti derrotan a la Nueva Mayoría. ¡Pero en la segunda vuelta la izquierda se va a unir tras un solo nombre y la posibilidad de derrotarla será más difícil! Es más fácil derrotarla en primera vuelta, siempre que la derecha vote por la derecha. Ahora, como ha dicho el profesor Cristóbal Orrego Sánchez en una lúcida carta que circula en las redes llamando a votar por Kast, “si una persona no sabe si es o no de derecha, entonces no es de derecha”. Definición simple y clara.

¿Qué te ofrezco a cambio de tu pronunciamiento? Las siguientes cosas, hasta el 17 de diciembre inclusive: (1) Nunca más volver a publicar tu prontuario, como lo he hecho en recientes columnas. (2) Nunca volver a mencionar los procesos en que tu encargado electoral y gerente de confianza de tus “empresas insignia” está formalizado por recaudación irregular de dineros para tu campaña. (3) No volver a referirme a la desviación de parte de esos fondos para pagar a tus ejecutivos Jaime de Aguirre y Mario Conca, de Chilevisión. (4) No mencionar el hecho de que hayas reiterado durante tu gobierno que tus intereses los manejaba un fideicomiso ciego, mientras trasladabas las tres cuartas partes de tu fortuna a paraísos fiscales. (5) No insistir en que, por actuaciones similares a las tuyas, fueron formalizados Pizarro y Rossi, ni en que la formalización acarrearía la nulidad de tu candidatura por incumplimiento del requisito de ser ciudadano con derecho a sufragio, pues éste se te suspendería. (6) No mencionar episodios Banco de Talca, Kyoto, venta de tarjetas a los bancos, compra de LAN a Corfo, compra de acciones LAN con información privilegiada (aunque esto parece que te atrajo votos en 2009), presiones a las Cascadas, cambio inesperado y sospechoso de votos izquierdistas en la Cámara, promesas incumplidas a Presos Políticos Militares, reemplazo de Mayne-Nichols por Jadue y renuncia de Bielsa, condena por colusión de LAN, imputación de soborno en Argentina, reproducción de columna del rector Peña del 23.08.15 y un largo etcétera de cosas que te podrían incomodar y callaríamos.

Por cierto, en una segunda vuelta contra la izquierda todo eso se te vendría encima como una avalancha y la justicia de izquierda, que hasta ahora ha sido benévola contigo, podría dejar de serlo. Salvo que ya los tengas conversados, claro. A propósito ¿controlaste el voto Exalmar en la Cámara? Está pendiente.

Llama a la derecha a votar por el candidato de derecha. Carpe diem. Nunca más los astros se van a volver a alinear tan favorablemente. Pásalo bien contra Kast en segunda vuelta. No te arrepentirás… salvo que al final gane el mejor.