domingo, 31 de diciembre de 2017

Infeliz Año Nuevo de los Presos Políticos


          Chile va a celebrar el Año Nuevo como si fuera una sociedad sana. Una que se siente aliviada de no estar en riesgo de convertirse en otra Venezuela… por el momento.

Pero sólo parece sana, porque tiene un tumor. Hace como que no lo tiene o no lo sabe, pese a que unas pocas voces se lo hemos advertido por años y lo seguimos haciendo. Pero, ante el alivio transitorio de no ir camino a ser otra Venezuela, prefiere ignorarlo. Sin embargo, el mal está ahí.

          Síntomas más recientes: la Corte Suprema designa como su Presidente a un ministro, Haroldo Brito, caracterizado como activista de las condenas a militares, pasando por sobre la legalidad vigente.

          Y en estos mismos días –enésimo caso de prevaricación abierta-- la Corte Suprema condena a muchos años de presidio a un respetable coronel en retiro, Sergio Gutiérrez Rodríguez, por un triple homicidio, ocurrido el 13 de septiembre de 1973, que él no cometió. En tres mil fojas del proceso CS 95095-2016 eso está acreditado. Una prueba en su contra fue un testimonio de un militar, separado de las filas en 1975 por haber pertenecido al MIR, quien posteriormente y por escritura pública se desdijo de su acusación al coronel y manifestó haberla formulado por odio al Ejército que lo marginó. Otro testimonio, de un sujeto ya fallecido, fue invalidado por peritos por carecer éste de las condiciones psiquiátricas mínimas para ser creído. Todos los demás oficiales involucrados en el caso han fallecido, pero la jueza de fuero, Cristina Araya, dictaminó que el coronel Gutiérrez había incurrido en “responsabilidad del mando”… no habiendo tenido mando.

          Pues ha probado que no ejercía el mando de la unidad hechora de las ejecuciones por haberlo transferido a otros oficiales, todos los cuales, reitero, han fallecido. ¿Cómo pudo tener tal “responsabilidad del mando” si no mandaba?

          Entonces él recurre al Tribunal Constitucional ante los atropellos al debido proceso que ha sufrido a manos de la justicia. Ese Tribunal ordena suspender la causa en su contra. Sin embargo, pasando por sobre esa decisión, el ministro de la Corte Suprema, Milton Juica, otro activista como Brito, se apresura a confirmar la condena final ese mismo día, sin leer –imposible en media hora que demoró en resolver-- más de 500 documentos acompañados, probatorios de la inocencia de Gutiérrez. Juica desobedece así la orden de suspensión del TC. Nunca había sucedido eso.

Eso se llama persecución ilegal. Venganza. Es sólo odio.

          Se trata de la condena a un soldado chileno inocente, que sirvió a su Patria velando por la frontera norte amenazada en 1974-75 y luego en la frontera sur, acampando por meses con 20 grados bajo cero, en 1978, dispuesto a entregar su vida. Ahora la venganza izquierdista quiere quitarle lo que resta de aquella, “en agradecimiento”. Contra todas las leyes. Contra la verdad de los hechos. Contra lo que ordena el Tribunal Constitucional. Y eso prevalece hoy en Chile, y prevalece porque es una nación enferma: el tumor del odio y de la venganza es maligno, pero nadie quiere removerlo. El resto de la gente mira para otro lado, o se hace cómplice o coautor, como en el caso del recién electo Presidente. “¡Pero es que éste era la única alternativa a convertirnos en otra Venezuela. No importa que haya agrandado el tumor!”, nos dicen.

          El brigadier Krassnoff, de impecable hoja de vida militar, condecorado con la medalla “Al Valor” por haber enfrentado al mayor jefe terrorista de su tiempo, Miguel Enríquez, cabecilla del MIR, ha recibido condenas por 160 años, basadas, según confesión del propio juez que le impuso la mayor parte de ellas, en “ficciones jurídicas”. Prevaricación confesa. El brigadier lleva 18 años injustamente privado de libertad. Chile le confiere la medalla al valor y lo condena a presidio perpetuo. Y para el Año Nuevo se abraza.

          También por odio y por venganza, pronto van a cerrar Punta Peuco, para lanzar a un penal común a los Presos Políticos que allí hay. Como son de excelente conducta, porque no son delincuentes, y mantienen el recinto impecable, son privilegiados y hay que arrojarlos al hacinamiento de los malhechores comunes. Por odio y por venganza. Y estudian “degradar” a los Presos Políticos Militares, para privarlos de beneficios previsionales. También por odio y por venganza les niegan los derechos penitenciarios que son comunes a todos los presos, como salidas dominicales o diarias. Asimismo, por odio y por venganza mantienen preso al general (r) Orozco, un nonagenario que está fuera de sus cabales –y por añadidura es inocente, pues su único “delito” fue asomarse hace cuarenta y cuatro años a una calle a averiguar el motivo de unos disparos--  (“debió saberlo”, afirmó la jueza que lo condenó a 18 años como coautor de ellos). Un informe sobre su salud mental, que le permitiría cumplir condena domiciliaria, demora meses, para así aumentar el tormento.

          ¡Y cuántas veces he comentado las condenas a uniformados por un delito no tipificado en las leyes, el de sólo “haber estado ahí”! Incluso el del comandante (r) Cáceres, de la Armada, que probó ni siquiera “haber estado ahí”, pero le desecharon las pruebas. Ahora, en el caso del coronel (r) Gutiérrez, tampoco siquiera estuvo en el lugar de los hechos ni supo de ellos, pero es igualmente condenado.

          Ése es el cáncer. Y nuestra sociedad lo sabe y pretende hacer como que no lo tiene. ¿Qué dice el Colegio de Abogados, cuya misión es velar por la ética y la legalidad en la profesión? Nada. Un colega me refería que, cuando le había hecho ver a la entonces presidenta del Colegio este silencio cómplice, ella le había contestado: “Es que si planteo ese tema, se quiebra el Colegio de Abogados”. ¡Si se reinvindica la ética, se quiebra el Colegio! Para no “quebrarse” tiene que contemporizar con la prevaricación confesa de los jueces.

Cuando yo envié a la revista del Colegio de Abogados un artículo denunciando la prevaricación en un fallo redactado por un abogado integrante de la Corte Suprema que suele enviar artículos a la misma revista reivindicando la majestad de la ética y de la ley, la publicación, tras meses de vacilaciones, se negó a publicarlo. Entonces lo reproduje en este blog el 27 de marzo de 2015, bajo el título de “Artículo Impublicable en la Revista del Abogado” y veo que hasta la fecha ha tenido 1.964 lecturas, diecisiete más que la última vez que consulté, hace un par de meses. Es que expone el tumor maligno que corroe a nuestra justicia, a la profesión del foro y a nuestra sociedad.

Porque los jueces prevaricadores están confesos: en el informe 8182-10 de la Corte Suprema reconocieron que “no hay leyes que permitan” condenar a uniformados, no obstante lo cual lo hacen, contrariando el “principio de legalidad” establecido en la Constitución. Un ministro de la Corte Suprema, Patricio Valdés –cuyo voto es siempre minoría— declaró en “El Mercurio” hace poco que los fallos en materia de derechos humanos “se apartan de las normas constitucionales”.

          Se levantan voces, pero, aunque valiosas, son minoritarias: el abogado Adolfo Paúl Latorre publica su libro “Prevaricato”, desoyendo voces de derecha que –siempre pusilánimes— le sugerían un título “más suave”. Se vende en la Feria del Libro. El almirante (r) Miguel Ángel Vergara envía sucesivas y lúcidas cartas a los diarios denunciando el mal, y se las publican. Lo mismo hace su camarada y también ex Comandante en Jefe de la Armada, Jorge Arancibia. El brillante columnista de “La Tercera”, Axel Buchheister, no tiene pelos en la pluma para hacer sus fundadas denuncias. Lo mismo el profesor y economista Alvaro Pezoa, en el mismo diario. Patriotas independientes, como Yerko Torrejón Koscina, logran a veces que sus defensas de los Presos Políticos Militares (“políticos”, porque lo están contra la ley y por razones políticas) vean la luz pública.

          Pero la “corriente dominante” no quiere que haya cirugía del tumor. Al contrario, el comunismo ha logrado amedrantar a todo el mundo que osa denunciarlo. Y así lo ha hecho desde que su brazo armado asesinó al senador Jaime Guzmán por oponerse al indulto masivo de terroristas que practicó Aylwin. El comunismo agrede a quienes defienden el estado de derecho y el debido proceso, luego éstos desisten de hacerlo.

Hay amedrentamiento. Recuerdo haber dedicado un blog a una columna de un distinguido jurisconsulto cercano al Opus Dei, donde criticaba el activismo judicial, es decir, las excursiones de los jueces fuera de la legalidad en sus fallos ¡pero sin mencionar las más ostensibles e impúdicas de todas, las que tienen como víctimas a los uniformados (r)! Fue como estar comentando las cumbres cordilleranas sin mencionar al Aconcagua, y estando justamente parado frente a él, le decía. No se dignó responder. Es que a “la voz que clama en el desierto” no hay necesidad de responderle.

          “Eppur si muove”, como decía Galileo. El mal existe, el tumor está ahí. Que todo Chile se abrace esta noche de Año Nuevo y se repita recíprocamente lugares comunes sobre fraternidad, chilenidad, amistad y bondad, como si el sarcoma del odio, el abuso, la arbitrariedad, la ilegalidad, la mentira y la inmoralidad vengativa contra los presos políticos de Punta Peuco y ahora Colina II no estuvieran ahí. Pero están. Ningún Año Nuevo puede ser feliz en un país mientras un grupo de ancianos que, cuando jóvenes, enfrentaron a las balas extremistas para salvarlo, sigan siendo encarcelados, perseguidos y maltratados como lo están siendo, contra toda ley y todo derecho, ante la indiferencia general.

jueves, 28 de diciembre de 2017

¿Y a Quién le Importa lo que Diga la UDI?


          Cada cierto tiempo a los dirigentes de la UDI les vienen pujos por suprimir el acápite más definitorio de su Declaración de Principios, aquel donde manifiestan agradecimiento a las Fuerzas Armadas y Carabineros por haber salvado a Chile de un régimen totalitario.

          En otras oportunidades he comparado esa actitud con la del humorista Groucho Marx, que decía: “Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”.

          Es obvio que la UDI ya no es el partido que fundó Jaime Guzmán. Ahora es la más reciente adquisición de Sebastián Piñera, un adalid del “No” a Pinochet, que otrora desplegó ingentes esfuerzos por destruir a dicha colectividad (episodio Gemita Bueno - Cura Jolo). Después se dio cuenta de que, en vez de eso, podía adquirirla, y lo hizo en 2009. Yo pronostiqué entonces el fin de la UDI y esto va camino de tener lugar, habiendo perdido ya la cuarta parte de sus diputados en la última elección.

          Cuando “los muchachos impacientes” de RN (Piñera, Evelyn Matthei, Allamand y Espina) ya habían “tomado distancia” del GM y se iban hacia el centro, creyendo ser dueños del futuro (fines de los 80 y comienzos de los 90), ellos sostenían que, tras las primeras elecciones democráticas, la UDI iba a desaparecer, porque no “tomaba distancia” ni desertaba de la derecha sin apellidos. Pero sucedió lo contrario: la UDI pasó a ser el partido más grande de Chile. Luego, en 2009, cayó en manos de Piñera, un adalid del “No”, y desde entonces ha decaído al extremo de tener que abandonar hasta sus principios.

          Sus  dirigentes no se han dado cuenta de que su fuerza está en el legado del Gobierno Militar bajo el cual la colectividad nació. La UDI ya es cualquier cosa, como RN o la DC, buscando “el sol que más calienta” y congraciarse hacia el centro y la izquierda. Cero defensa del Gobierno Militar –que fue el que hizo grande a Chile (ver mi blog anterior, “La Estatua que Falta”, a raíz del cual me escribió el historiador Claudio Véliz haciéndome ver que los ingleses demoraron 200 años en levantar la estatua a Oliver Cromwell que está hoy a la entrada de su Parlamento). La UDI despliega  cero defensa de los Presos Políticos Militares, víctimas de la prevaricación de la justicia de izquierda y con la complicidad de la centroderecha (Piñera y el Colegio de Abogados). A la derecha de la centroderecha, según el teórico RN Andrés Allamand, ya no hay nada (Cfr. su libro “La Salida”, cuya receta esencial es que hay que “reivindicar el legado de Aylwin”.)

          Entonces es obvio: tienen que sacar de la Declaración de Principios el elogio del Gobierno Militar. Ahora son del “No”.

          Ellos creen ganar electores con eso, pero se equivocan. Creyeron ganar electores repudiando al coronel Labbé, que es un vivo exponente actual de lo que fue el Gobierno Militar y del legado de Pinochet. Lo vejaron y postergaron, de modo que renunció a la UDI, que se hizo cómplice de la persecución judicial marxista desatada ilegalmente contra él para impedirle ser candidato.

          Pero un hijo de Cristián Labbé, de su mismo nombre, se inscribió por la UDI como candidato a Consejero Regional (CORE) por Santiago 3. Calladamente, sin decir nada.

          Y el pueblo habló el 19/11: Labbé, hijo, sacó 75 mil votos, una cifra extraordinaria, que le dio no sólo la mayoría nacional entre los COREs, sino que superó las votaciones obtenidas por todos los candidatos a diputados, salvo uno (Giorgio Jackson) y por todos los candidatos a senadores, salvo uno (Francisco Chahuán). Sacó más votos que Isabel Allende, Ricardo Lagos Weber, Felipe Kast y cualquier otra figura del centro a la izquierda y a la derecha que a usted se le ocurra.

          En el fondo, fue un  tremendo y silencioso voto de respaldo a la memoria y el legado del Gobierno Militar. Esto no salió en ningún diario, radio ni canal de TV, por supuesto, porque no le gusta a la corriente dominante. ¡Y la UDI, “para que no la critiquen”, quiere sacar al Gobierno Militar de su Declaración de Principios! ¡Cuán perdida está!

          Bueno, que lo haga. A estas alturas no importa. La derecha ya está en otra parte, no en la UDI. Por algo el único candidato de derecha en la elección del 29/11, José Antonio Kast, sacó más del doble de los votos que le asignaban las encuestas. Y sacó más que la candidata DC, que ME-O, Navarro y Artés. La derecha ya es la cuarta fuerza política del país.


          Y ese éxito llevó a que se esté organizando un partido de derecha, un Partido Conservador que sí deberá incluir en su Declaración de Principios un reconocimiento al Gobierno Militar que salvó a Chile. Y este partido en formación ya tiene un candidato para la próxima elección presidencial, el mismo José Antonio Kast, justamente un parlamentario que debió renunciar a la UDI cuando comprobó que ésta se había marchado de la derecha. Y el nuevo partido hasta podría tener una primaria, si Cristián Labbé senior, con toda la representación que inviste, también se decide a competir.     

lunes, 25 de diciembre de 2017

Por Supuesto


          Un lector me escribe diciéndome, a propósito de mi artículo “La Estatua que Falta”, que Pinochet ya tiene su monumento: la Carretera Austral. Por supuesto, tiene razón. “Las cosas por sabidas se callan y por calladas se olvidan”, pero no dejan de existir. El Café Torres tiene en uno de sus muros una nómina de los Presidentes de Chile y falta uno y sólo uno. Una vez lo acusé de la omisión en este blog, pero entonces el dueño explicó que los sujetos odiosos, que están en todas partes y también acuden a su establecimiento, lo habían amenazado de que si incluía en la nómina al principal estadista del siglo XX le dañarían el local.

          En Chile el odio manda. Díganme si no, cuando la Corte Suprema acaba de designar como su Presidente al principal agente del odio que la integra, Haroldo Brito, un activista de izquierda que desde hacía años recorría las salas de las Cortes que integró, amenazando a los ministros que osaran aplicar las leyes y no condenar a los militares. Como todo el país sabe, el odio se impuso en la Justicia y ya el penal para militares está copado, de manera que decenas de ellos ingresan ahora a Colina II, al irse fallando las condenas tras las mil querellas interpuestas bajo el gobierno de Piñera. Y, además, la principal abanderada del odio va a cerrar Punta Peuco. Sólo por odio.

          Años atrás, cuando llegó la hora de nombrar integrantes de la Corte Suprema, se llegó a un “acuerdo de caballeros” entre la Concertación y la Alianza: todos votarían por Brito, que fallaba siempre en el sentido de condenar a los militares aunque los favorecieran la amnistía, la prescripción, la cosa juzgada, el principio de legalidad, la presunción de inocencia o el principio pro reo; pero después todos votarían por Pfeiffer, que fallaba de acuerdo con las leyes y les reconocía a los militares la amnistía, la prescripción y demás garantías legales. Pero la centroderecha se encontró con que, tras haber respetado por su parte el “acuerdo de caballeros” y aprobado la designación de Brito, la izquierda no cumplía y votaba en contra de Pfeiffer, quien, por consiguiente, no ascendió a la Corte Suprema. Por supuesto, porque la primera exigencia para que haya un acuerdo de caballeros es que se suscriba entre tales. Y los de izquierda, evidentemente (como lo prueba su amenaza de dañar al “Torres” si publica la nómina completa de los Presidentes) por definición no lo son. ¿O alguien creyó alguna vez que Allende iba a cumplir el “Pacto de Garantías Constitucionales”? No, por supuesto.

Lo que quiero decir es que, en el país, la izquierda, aunque haya perdido la elección presidencial, va a seguir mandando. Ya no podrá proponer reformas para pasar la retroexcavadora y arrasar con la institucionalidad, porque no será gobierno, y eso es, sin duda, tranquilizador. Pero en todo lo demás seguirá mandando, como lo hizo bajo la administración de Piñera I.

¡Es que son todos del “No” y eso lo dice todo! Yo no sufragué en la segunda vuelta porque era sólo “una primaria del ‘No’”. Por supuesto.

El único capaz de transformar este país y hacerlo rico, porque no se sometió a la izquierda ni al odio, fue Pinochet. Lean mi blog precedente y díganme qué otro gobierno habría sido capaz de tomar las medidas que él tomó y que nos “cambiaron de pelo” e hicieron posible que el Estado pasara, de disponer de 14 mil millones de dólares en 1990 a 52 mil millones en 2016. Sólo un Pinochet, por supuesto.

Y por eso nos hemos sorprendido en el último año de que decenas de miles de inmigrantes pobres quieran vivir acá. Llegan como si fuéramos los Estados Unidos. Porque el Estado, gracias a los 52 mil millones generados por la riqueza que hizo posible Pinochet, le da al que gana un salario mínimo ¡otro salario mínimo en dádivas!

¿Alguien cree que un gobernante del “No” va a ser capaz de restablecer la paz en la Araucanía, como la que existía bajo Pinochet, cuando no había, simplemente, no había un conflicto mapuche, tanto así que fue la única región donde ganó el “Sí” en 1988? Nadie lo cree, por supuesto.

Por eso los del “Sí” ya estamos en campaña para 2021. Y ya tenemos candidato. Porque somos los únicos capaces de hacer las cosas realmente buenas para Chile que los del “No”, acosados por el odio, que los manda, jamás serán capaces de hacer.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

La Estatua Que Falta


          ¿Por qué Chile se convirtió, de país pobre que iba a la zaga de los subdesarrollados en 1973, en “la joya más valiosa de la corona latinoamericana” (Clinton, 1991)?

         Que alguien conteste esa pregunta.
         
         En el Chile actual está poco menos que prohibido hacerlo, pero yo les voy a decir por 
qué Chile cambió tanto, para bien:
         
Porque Pinochet cambió el régimen previsional de reparto por uno de cuentas individuales y eso significó que enormes cantidades de dinero que antes se dilapidaban, lo que contribuía a un déficit fiscal enorme en 1973, pues el Gobierno debía financiar el quebrado sistema (daba pésimas pensiones a la mayoría y privilegios millonarios a la minoría que estaba en el poder) se transformaron en inversión productiva que dio rentabilidad a los ahorrantes e impuestos al Estado gracias al financiamiento a empresas que generaban inversión productiva. Apareció un mercado de capitales. Hubo un salto en el PIB. Todos se hicieron más ricos.

¿No es un contrasentido que multitudes salgan a las calles a vocear “No + AFP”, cuando el país le debe tanto al sistema de las AFP?
          
           El “área social de la economía” era en 1973 un conjunto de empresas estatales o incautadas que generaban un déficit gigantesco, mucho mayor que el del Presupuesto. Cuando fueron devueltas a sus dueños por Pinochet o privatizadas, permitieron otro salto en el PIB, porque pasaron a producir rentablemente y a pagar impuestos. Y se pudo equilibrar el Presupuesto. Todos se hicieron más ricos.
          
          ¿No es un contrasentido que últimamente se haya forjado todo un movimiento de masas, llamado Frente Amplio, fundado en que más y más actividades y atribuciones retornen al Estado que generó tanta ruina y proponga reeditar un estatismo que ha sido desterrado de las naciones  civilizadas? Y justamente lo ha sido en gran medida por el ejemplo positivo que representó la concreción práctica del “milagro chileno” después de 1973.

          Antes de eso la Reforma Agraria había convertido tierras productivas en tierras mal trabajadas y cuando Pinochet devolvió los fundos tomados y muchos agricultores compraron otros que habían sido “reformados” y artificialmente divididos, se generó un “boom” frutícola y vinícola (en 1974 se derogó la absurda prohibición de plantar viñas) y una agricultura de exportación. El cobre dejó de ser la única exportación significativa. Todos se hicieron más ricos.

          Los estímulos a la plantación de bosques en 1974 originaron un gigantesco negocio de la madera de exportación con los consiguientes beneficios. Todos se hicieron más ricos.

          Cuando la Ley Minera de Pinochet garantizó la propiedad privada de los yacimientos, Chile se llenó de inversiones que generaron enorme riqueza nacional adicional de origen minero. Todos se hicieron más ricos.

          Cuando se abrió la educación superior a universidades privadas en 1981 acudieron inversionistas nacionales y extranjeros y más de un millón de jóvenes que antes no podían ir a la universidad accedieron a ella. Fue un nuevo impulso al capital humano y al crecimiento. Lamentablemente, toda esta nueva “industria” de la enseñanza superior fue liquidada por la revolución socialista de Michelle Bachelet 2.0 a partir de 2014, lo que le ha inferido un daño irreparable a la “industria” universitaria. Fue un retroceso. Chile se hizo más pobre a partir de la reforma universitaria.

          Y hay otro gran peligro: todo el gran cambio positivo para la sociedad chilena se fundó en la garantía al derecho de propiedad establecida en la Constitución de 1980, cuya mayor gracia es que es difícil de modificar y por eso la inversión está sólidamente garantizada. Hay confianza y la confianza atrae riqueza para todos. Todos se hicieron más ricos gracias a esa garantía. Hay que preservarla.

          Todos esos cambios hechos por Pinochet se han traducido que entre 1990 y 2016 el Estado haya aumentado su disponibilidad de recursos, en dólares de igual valor, de 14 mil millones a 52 mil millones anuales. 

           De la mayor riqueza de todos surgió la "modernización capitalista", a la cual se han trasladado muchos ex izquierdistas. De la misma mayor riqueza surgió la gran clase media próspera, que a veces protesta en masa porque quiere "derechos sociales", es decir, no pagar por las cosas lo que éstas valen.

          Los que discuten cómo repartirse la nueva riqueza nunca mencionan a quién fue el artífice del modelo que ha permitido generarla.

          Si hay una estatua que falta en la Plaza de la Constitución es la del gobernante que revolucionó a Chile, lo puso a la cabeza de América Latina e hizo posible toda esa riqueza.

          La mayoría lo sabe o lo intuye y por eso respiró aliviada al conocer los resultados del 17 de diciembre. Aunque no esté preparada, como no lo está quien reunió tras de sí esa mayoría de votos de repudio al socialismo, para reconocer que la estatua que falta en la Plaza de la Constitución es la de Augusto Pinochet. 

          El reconocimiento tal vez demore tanto o más que lo que tomó levantar en ese mismo sitio una en homenaje a Diego Portales.

domingo, 17 de diciembre de 2017

No Hay Nada Más Exitoso que el Éxito


          Escribí que Piñera se lo compró todo. Bueno, fue una buena compra, tuvo éxito y ganó. Creo que el alemán Ludwig Erhard acuñó hace más de setenta años la frase: “no hay nada más exitoso que el éxito”, refiriéndose a que su política económica de libertad, ampliamente criticada entonces por las mayorías de todas partes –según el barómetro político de esa época— estaba, sin embargo, provocando el “milagro alemán”.

          Más de trescientos años antes, William Shakespeare había escrito: “todo está bien cuando termina bien” (“all’s well that ends well”). No sé si es verdad, pero suena bien.

          No se saca nada con criticar a Piñera cuando una mayoría tan sustancial lo ha respaldado. Pero no por eso dejaré de hacerlo. Hace muchos años me di cuenta de que la mayoría de los chilenos no me hace ningún caso y nunca me importó demasiado.

          No voté en la segunda vuelta porque ninguno de los candidatos cumplía, a mi juicio, con los requisitos para desempeñar bien el alto cargo. He reiterado mi opinión, también de muchos años, en el sentido de que el triunfador de hoy no reúne los atributos básicos para ejercer la primera magistratura. Y si bien su rival no tenía algunos de los principales defectos de aquél, su programa político era muy perjudicial para el país. Por eso hoy me abstuve.

          Expuse reiteradamente el largo prontuario de Piñera, pero eso no importó nada, porque rara vez mi denuncia transcendió de los límites de este blog, por razones que no es difícil imaginar. Además, en Chile las actuaciones vituperables no encuentran eco en la opinión pública si no tiene lugar “el juicio por los diarios”, que nunca fue iniciado contra Piñera.

Además, en una columna de hoy en “La Tercera” Eduardo Engel afirma que la corrupción de los políticos no le importa a la mayoría de los votantes de derecha, que fueron los que levantaron e impulsaron la candidatura de Piñera. Por eso fue candidato y posteriormente, ya proclamado, él y su entorno se encargaron de minimizar la divulgación pública de sus actuaciones más criticables.

          En consecuencia, el electorado “no ha hecho justicia” y ha reelegido a un candidato que no reúne los requisitos para el cargo. Su mérito reside en que el programa de su antagonista era peor que el suyo.

          Esperemos que, por lo menos, en su mandato no nos suba los impuestos junto con bajárselos él, como ha sido su costumbre al apoyar el alza tributaria de Aylwin en 1991 mientras compraba sociedades “zombis” con pérdidas, que le permitieron eludir los suyos; o como cuando en 2010 y siguientes propiciaba un alza tributaria general y al mismo tiempo enviaba el 72 % de su patrimonio a paraísos fiscales.

          En todo caso, estoy cierto de que su acción de gobernante me dará lo que más aprecio como columnista y que él me brindó en abundancia durante su primer mandato y que inspiró mi libro resumen de comentarios, “El Gobierno de Piñera” (2014): tema.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Piñera se lo Compra Todo


          Yo no voy a votar por Piñera, ya lo he reiterado. Tampoco por Guillier. Pero entiendo a la gente que le dará su sufragio al primero por temor, olvidando muchas cosas. Desde luego, que la elección del domingo es una primaria del “No”, de gente que propala un versión falsificada de la historia, que ha perseguido y denostado a quienes salvaron a Chile y reconstruyeron una nación “desde las cenizas”, como escribió mi buen amigo James Whelan, que en paz descanse. Pero no puedo entender la traición de sus pares a los militares que nos salvaron. Piñera ahora se hace el amigo de Aylwin y los hijos de éste protestan del abuso de presentarlos a ambos abrazados en la franja electoral, en circunstancias que don Patricio jamás votó ni habría votado por él.

          Está bien que protesten, pero hubo una razón para esa foto y fue que ambos estuvieron hermanados en una cosa, y eso es lo que llevó a Aylwin a abrazar a Piñera años atrás: ambos traicionaron a los militares. El primero, induciéndolos a tomarse el poder y felicitándolos cuando “recibían el fuego adversario”, en octubre de 1973 y cuando se generó el 60 % de las muertes de todo el período 1973-90, para después, en 1991, sentarlos en el banquillo de los acusados y condenarlos ante el país, ante el mundo y ante la historia por las mismas muertes. En 2013 Piñera hizo lo mismo y fulminó  a quienes lo habían elegido con lo de los “cómplices pasivos” y Aylwin entonces lo abrazó, porque era un igual, ya eran dos lo que traicionaban a los militares. Por eso se fotografió con él y éste ahora abusa de la foto en la franja electoral, que podría subtitularse: “Juntos en la burla a los militares y a la historia”.

          Pero lo que es ya demasiado es que más encima Piñera se lo compre todo. No le basta con saturarnos de mensajes en la radio leídos “con el alma” y “desde el corazón”, en un derroche sin precedentes. Ahora acabo de leer en “La Segunda” un aviso de media página, “Pensemos con el Corazón”, que debe costar unos cinco millones de pesos, del presidente de la Asociación Gremial Nacional de los Pensionados de las Fuerzas Armadas, Carabineros de Chile y Montepíos, don  César Cereceda Serón, llamando a votar por Piñera.

Creo que ese aviso lo redactó el mismo que lo pagó, es decir Piñera, porque está lleno de referencias “al alma” y “al corazón”. Los más desalmados son los que más hablan del alma. Los más fríos para hacer zancadillas a otros son los que más mencionan el corazón.

Dice el aviso: “Nosotros no tenemos ningún problema con Sebastián Piñera… nosotros vamos a votar por él… estamos trabajando por él. …No permitamos que vuelva a pasar cuando acá se quiso instalar un gobierno socialista de corte cubano, o que se instale un gobierno socialista de corte venezolano. No nos entrampemos en el pasado, hay que  ver cómo avanzamos. Por favor, abramos nuestros ojos, abramos nuestra mente, pensemos con el corazón”.

          Don César Cereceda Serón no me va a hacer creer que él o su Asociación Gremial pagaron los cinco millones de pesos para llamar a votar por el más inmisericorde perseguidor de militares en media página de “La Segunda”.

          Por el mismo cuyo gobierno no vaciló en presentar una querella contra el general Orozco, nonagenario que ha perdido sus facultades mentales, para que lo fueran a apresar a su casa y lo llevaran en pijamas al presidio por el delito de haber salido a la calle de su regimiento hace cuarenta y tantos años a averiguar quién había disparado una ráfaga. La querella de Piñera, prontamente acogida por la justicia marxista, “ficción jurídica” mediante, terminó en la condena a 18 años de presidio del anciano general, encerrado hoy sin saber dónde está. Y ahora quiere que éste y todos sus camaradas activos y pasivos voten por él, en agradecimiento.

          Y en mil otros casos sucede igual. Nos pretende convencer de que la Asociación Gremial del señor Cereceda se sacrifica gastando cinco millones de pesos en un aviso para ponernos al tanto de que es un gran benefactor y deben votar por él.

          Parece ser un gesto de último momento para evitar una derrota electoral. Yo personalmente creo que Piñera, con buenas (pocas) y malas (muchas) artes, ha sacado una ventaja de última hora y puede ganar la elección. Pero me da  vergüenza su desvergüenza. Está bien que compre todo, que compre chilenos, que dé vuelta a columnistas que enrojecen cuando se compara lo que escribían antes con lo que escriben hoy; que vete a los que decimos la verdad sobre él, que tenga el control de los principales medios, que la justicia lo deje impune mientras formaliza a otros que hicieron menos que él en lo de las facturas falsas, que parcialice a la prensa, como en la vergonzosa noticia de Teletrece anoche que, junto con anunciar que José Mujica, ex presidente de Uruguay, vino a expresar su apoyo a Guillier, añadió por todo comentario que Mujica antes había apoyado a Fidel Castro, a Chávez, a Maduro, a Lula y a la Kirchner y pasó a otro tema.

          ¡Soborna a medio Chile, Piñera, como lo has hecho siempre, pero no te propases tanto, no exageres tanto; cómprate a la nacionalidad entera, si puedes, pero no vejes a la Patria en esta forma! No te rías tanto de nosotros. Saca tu plata a los paraísos fiscales mientras proclamas tu vocación de servicio público y ríete para tus adentros, pero no lo hagas con publicidad y haciendo ostentación de lo imbéciles que nos crees. ¡Gana la elección con las trampas que acostumbras, pero no nos insultes burlándote en nuestra cara como si creyéramos que los militares en retiro están “Pensando con el Corazón” al votar por ti a pesar de todo lo que les has hecho!

martes, 12 de diciembre de 2017

La Noche de los Cómplices


          El debate presidencial mostró un acto de complicidad de ambos candidatos y de los cuatro periodistas para mantener oculto el mayor escándalo de nuestro tiempo y el más inmoral derroche de recursos públicos de las últimas décadas: la persecución ilegal contra los militares que combatieron al ejército clandestino de la izquierda desde 1973 y lo derrotaron; y la entrega, por décadas ya, de más de cuatrocientos millones de dólares anuales a la ex guerrilla para indemnizarla por habérsela combatido y no haberle permitido tomar el poder por las armas y establecer un régimen totalitario.

Ello ha costado y sigue costando al erario aún más que cualquier fracasado programa socialista como el Transantiago o la demolición del sistema de enseñanza superior privada o de la educación particular subvencionada.

Las ahítas promotoras del odio extremista que aparecen en la TV con sobrepeso y clamando por más venganza contra militares ancianos, simbolizan el otorgamiento por el Estado de pensiones generosas, indemnizaciones millonarias, salud y educación gratuitas y otros privilegios al entorno de la guerrilla, que con los años ya suman muchos miles de millones de dólares.

          ¿Por qué ningún periodista preguntó por la prevaricación de los jueces? ¿Por qué ninguno interrogó a los candidatos-cómplices por la persistencia e impunidad de esa prevaricación, y en particular por la de la sala penal marxista de la Corte Suprema?

Yo les voy a decir por qué: porque son cómplices, periodistas y candidatos, de que se envíe a la cárcel a ancianos con acusaciones falsas por hechos de hace más de cuarenta años; porque lo son de que se desconozca la verdad de esos hechos y se trasgreda las leyes de amnistía, prescripción, cosa juzgada y el principio constitucional de legalidad, según el cual nadie puede ser condenado sino por una ley previa y un tribunal previamente establecido, como también el principio pro reo, de que debe aplicarse la ley más favorable al procesado.

Los canales que emplean a esos periodistas han sido cómplices de la prevaricación de los jueces y de la gigantesca falsificación histórica en que se ha fundado, para hacer que la opinión pública no la objete.

Pues estaban ahí periodistas del canal que fue de Piñera –entre ellos el otro candidato-- y que en los 40 años del 11 presentaron las mayores falsificaciones históricas concebibles (“Imágenes Prohibidas”, “Ecos del Desierto”) en perjuicio del Gobierno Militar, adjudicándole a la comitiva del general Arellano muertes con las que no tuvo nada que ver y que se produjeron cuando ella todavía no despegaba de Santiago, como en el caso de Copiapó.

          Menos podían siquiera mencionar el tema a Piñera, que durante su presidencia persiguió como nadie a los militares (r), cerrándoles un penal decente, lo que llevó al suicidio a un general distinguido e inocente al cual le había denegado el indulto; multiplicando las querellas ilegales e interponiendo recursos para que la sala penal marxista de la Suprema aumentara penas remitidas de 541 días dictadas en primera instancia y Apelaciones, a cinco años y un día efectivos. En un caso hasta los querellantes de extrema izquierda se habían conformado con el presidio remitido de 541 días, pero el odioso ministerio del Interior de Piñera interpuso un recurso de casación a la Suprema para darle la oportunidad a la sala penal marxista de ésta de tomar venganza, cosa que hizo, pues condenó a cinco años y un día efectivos a tres oficiales de la Armada, uno de Carabineros y un detective de Investigaciones que interrogaron a Rudy Cárcamo, extremista entrenado en Cuba que falleció en un hospital en 1973.

          La frase que resume la complicidad actual hasta de quienes fueron partidarios del Gobierno Militar fue la del senador ¡UDI! Hernán Larraín, tras votar en la década pasada a favor de la libertad que concedió la Concertación a terroristas de izquierda que hubieran cumplido diez años de presidio: “¡Que esto no sea moneda de cambio para pretender lo mismo para los militares!”.

A ese nivel ha caído Chile Vamos, que lleva como portaestandarte presidencial al principal promotor de la venganza marxista contra los militares.

          Durante el foro, en consecuencia, se paseó por el escenario el fantasma de la mentira y la traición que explica por qué muchos no iremos a votar el domingo por ninguno de los confabulados en el mayor escándalo nacional de nuestro tiempo.

sábado, 9 de diciembre de 2017

Credo


Creo que el gerente de un banco que pierde cinco veces su capital y le da crédito a sociedades propias para comprar acciones del mismo banco no debe ser después nunca elegido Presidente de la República.

Creo que un senador que apoya el alza de impuestos de un gobierno, mientras compra sociedades zombis para ahorrar a sus propias empresas 39 mil millones de pesos en impuestos, no merece ser después electo Presidente.

Creo que no puede serlo tampoco el senador que presenta una moción para que los bancos con los que negociaba y que regateaban el precio que él pedía por una empresa, debieran pagar intereses en las cuentas corrientes, si después retiró la moción cuando los bancos “entendieron”.

Creo impresentable la gestión de ese senador ante Endesa España para conseguir venderle a ésta a un precio privilegiado sus acciones eléctricas, cosa que obtuvo. Por tanto, no merece ser reelegido Presidente.

Creo también incompatibles sus gestiones para comprar al gobierno de Aylwin acciones de LAN pertenecientes a Corfo, con la oferta simultánea de apoyo político de su partido a las reformas del mismo gobierno.

          Creo que un individuo cuya opinión es que el gobierno del Presidente Allende, que arruinó al país y lo dejó al  borde de la guerra civil, fue mejor que el del Presidente Pinochet, que derrotó al ejército clandestino marxista, reconstruyó la economía, la puso a la cabeza de América Latina y restauró la democracia, carece del conocimiento histórico básico exigible para acceder a la Primera Magistratura.

Creo peligroso para el buen nombre de Chile que un futuro Presidente de la República esté imputado por soborno ante el Juez del Crimen Canicoba Corral de Buenos Aires, sobre todo si el presunto sobornado es un ex ministro kirchnerista que está preso por orden del mismo juez.

Creo que no debe ser reelecto Presidente de la República un condenado por adquirir acciones cometiendo el delito de usar información privilegiada, aunque una vez ya haya sido elegido pese a esa condena. El electorado no debe tropezar dos veces con la misma piedra.

Creo que no debe ser Presidente de la República el controlador de sociedades que han empleado facturas falsas para obtener financiamiento electoral de varias empresas para su campaña, incluso desviando parte de lo así recaudado para lucrar pagando a ejecutivos de otra empresa suya, y sobre todo si está formalizado por esos delitos su encargado electoral y antiguo gerente, lo que hace inverosímil su ignorancia acerca de lo obrado; y en particular si fue visto yendo personalmente a la principal de esas empresas a pedir financiamiento. Su inexplicable impunidad judicial no debe ser cohonestada por el electorado.

Creo que no debe ser Presidente quien ya antes, siendo tal, empleó presiones para obligar a un accionista controlador a fusionar sociedades, lo que beneficiaría económicamente al primero; sobre todo si lo hizo usando como amenaza la acción de la Superintendencia que dependía de él.

Creo que no debe ser Presidente quien ya una vez engañó, como candidato, en 2009, a los militares en retiro, prometiéndoles debido proceso y prescripción y, luego de obtener así sus votos, transformándose en su peor perseguidor a través de querellas ilegales. Ni menos si ha mostrado saña contra ellos, como en el recurso de casación interpuesto por su gobierno y que transformó las penas de 541 días remitidos y a cumplirse en libertad, por cinco años y un día de presidio efectivo, cuando ni siquiera los querellantes habían intentado ese recurso. Los militares no deben tropezar dos veces con la misma piedra.

Creo que no debe ser de nuevo Presidente quien, cuando antes lo fue, hizo víctima de un engaño fenomenal a la opinión pública, pues le aseguraba a ésta que su patrimonio lo administraba un “fideicomiso ciego”, en circunstancias que estaba sacando al exterior 1.800 millones de dólares de dicho patrimonio e invirtiéndolo, a través de Fondos de Inversión Privados, a nombre de su descendencia en paraísos fiscales de Panamá, Islas Vírgenes y Luxemburgo.

Creo que no debe volver a ser Presidente quien, habiéndolo sido, conspiró hasta sustituir a Mayne-Nicholls por Jadue en el fútbol, para satisfacer intereses del club que controlaba, Colo Colo, del cual nunca había sido hincha, pues lo era de la Universidad Católica, y el cual había adquirido para mejorar su popularidad y obtener un lucro.

          Creo que si votas por ese sujeto, sabiendo todo lo anterior, no tendrás después derecho cada mañana, al mirarte al espejo, a pensar que estás viendo a una persona honrada.

jueves, 7 de diciembre de 2017

El Sename y Punta Peuco


              El caso de Lissette en el Sename y el del general Orozco en Punta Peuco repugnan por igual a los sentimientos morales básicos, pero el primero tuvo “buena prensa” y el segundo carece de ella. Es tan inmoral la crueldad intencionada con una menor indefensa como la que se ejerce con un nonagenario que ha perdido la razón y al cual se le confina en un penal por un delito que no ha cometido.

          La querella del gobierno de Piñera, a través de su subsecretario Ubilla, para encerrar de por vida al referido general por el solo hecho de haber salido a la calle del regimiento que comandaba a enterarse de la razón de una ráfaga de disparos, convierte al primero en coautor de una prevaricación inhumana y por eso --entre una enorme cantidad de otras razones-- no votaré por él el día 17.

          Usted puede leer los detalles del caso en el libro “Prevaricato”, de Adolfo Paul Latorre, página 36, que dentro de poco tiempo puede ser removido de las librerías si se aprueba, con la previsible abstención y hasta un par de votos a favor de la “centroderecha” (por eso, entre otras razones, soy partidario de fundar un partido “de derecha”), el proyecto que castiga con 3 años y un día a 5 años de presidio a los que contradigan alguna sentencia en juicios de derechos humanos, por arbitraria e ilegal –como lo son casi todas— que la misma fuere.

          En Punta Peuco, sólo supera en edad al general Orozco el general FACH Enrique Ruiz Bunger, que hace más de dos décadas sufriera, junto al general Leigh, un atentado contra su vida del brazo armado del Partido Comunista y que lo dejara semiinválido. Los autores del atentado fueron perdonados y gozan de libertad; la víctima sufre de presidio perpetuo de hecho. Ése es el “Chile justo” que nos prometen los candidatos por los cuales no votaré; y confío que el que se pierda el 17, si le falta sólo un voto, sepa que fue el mío.

          El escándalo de Punta Peuco es incluso más grave que el del Sename, pues si bien en este ente estatal murieron 1.300 niños por desidia funcionaria, el total de querellas contra militares –la mayor parte iniciadas bajo el gobierno de Piñera— es de parecido número, pero además tienen el agravante de que han sido premeditadamente contrarias a toda ley y han dado lugar a fallos que desconocen los preceptos básicos del derecho penal, como prueba "Prevaricato".

Más aún, a los ilícitamente condenados tampoco se les respetan sus derechos carcelarios y, en particular, el beneficio de la libertad condicional aunque hayan cumplido decenas de años de presidio. La suprema ironía reside en que, siendo inocentes de los hechos por los cuales se les juzga –la mayoría de las veces ya antes juzgados, prescritos o amnistiados— se les deniega la libertad condicional por “no mostrar señales de arrepentimiento”.

           Lamento que el candidato de derecha, José Antonio Kast, por quien voté en primera vuelta, se haya apresurado a apoyar a Piñera sin condiciones, a diferencia de lo que hizo Ossandón, que se las exigió. Kast podría haber demandado, a cambio de su apoyo –que yo, en todo caso, nunca habría ofrecido bajo ningún respecto, porque ya dije en 2009 que Piñera carece de los atributos básicos para ser presidente y lo sigo sosteniendo hoy, con todavía más razones que entonces y convencido de que el fin no justifica los medios— garantías reales de término de la prisión política de los militares que combatieron y derrotaron al ejército clandestino de extrema izquierda y preservaron así los derechos humanos del resto de los chilenos amenazados por la "dictadura comunista" contra la cual nos advertían Aylwin, Frei Montalva y muchos más en 1973.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Cárcel Para los Historiadores


          Así ha descrito el columnista de “El Mercurio” y abogado Gonzalo Rojas Sánchez el proyecto de ley impulsado por diputados de izquierda que castiga con penas que van de tres años y un día a cinco años a quienes contradigan sentencias condenatorias en juicios sobre violaciones a los derechos humanos.

          La Cámara iba a pronunciarse en estos días sobre ese proyecto, pero aplazó momentáneamente la decisión. Sin embargo, es segura su aprobación posterior, porque cuenta con el respaldo de la Nueva Mayoría y con las abstenciones, e incluso votos a favor, de parlamentarios RN y UDI. Estas colectividades están alineadas, en materia de derechos humanos, con su candidato presidencial, cuya versión sobre la materia es la misma de la izquierda.

          En estos días se ha puesto de manifiesto lo que significará la aprobación de esa norma como ley. En efecto, una ministra sumariante, Patricia González, ha condenado a 18 años de presidio al brigadier (r) Pedro Espinoza y a penas de 12 a 14 años a otros oficiales (Carlos López, Humberto Guerra y Juan Cheminelli) por el fusilamiento en octubre de 1973 y tras un Consejo de Guerra, del subversivo conocido como “Comandante Pepe”, José Gregorio Liendo, y otros doce atacantes del cuartel de Carabineros de Neltume, el 11 de septiembre de 1973.

          Pero los condenados no tuvieron nada que ver con ese Consejo de Guerra y las subsecuentes ejecuciones. Eso está históricamente comprobado. Sin embargo, será delito siquiera decirlo. Nadie podrá criticar el invento de la jueza.

          Pues los oficiales condenados formaban parte de la comitiva del general Arellano, que llegó a Valdivia el 2 de octubre, cuando ya se había dictado sentencia condenatoria en el Consejo de Guerra. Éste cumplió con todos los requerimientos legales, con abogados defensores de los acusados y auxilio religioso a los condenados a muerte, que eran los atacantes del cuartel de Neltume.

          El Comandante en Jefe de la IV División de Ejército, general Héctor Bravo Muñoz, había advertido días antes al general Arellano que, sin perjuicio de su designación como Oficial Delegado, no podía interferir en las causas en proceso y, de hecho, no intervino. Pero tras volver a Valdivia el 2 de octubre estampó su firma en la sentencia y presenció la ejecución de la pena, precisamente queriendo avalar la legalidad de los procedimientos observados.

          Dos libros no desmentidos hasta hoy han acreditado lo anterior: “De Conspiraciones y Justicia”, del abogado Sergio Arellano Iturriaga, y “La Verdad del Juicio a Pinochet”, del que soy autor, fundados en piezas del proceso conocido como “Caso Caravana”.

          Luego, está acreditado desde hace muchos años que los ahora condenados por la ministra sumariante no tuvieron participación alguna en la ejecución del Comandante Pepe y otros doce guerrilleros, pero ella igualmente los ha sentenciado.

          Como el relato verídico de los hechos contradice la sentencia de la ministra sumariante, según el proyecto en trámite sería constitutivo de delito exponerlo verbalmente o por escrito y quien lo hiciere debería ser condenado a un mínimo de tres años y un día y hasta cinco años de presidio.

          Los historiadores que investiguen la verdad histórica tras juicios como el comentado y la expongan públicamente irán a la cárcel. Por eso se ha ganado el nombre de “proyecto de cárcel para los historiadores”.

          El reciente libro “Prevaricato”, del abogado Adolfo Paul Latorre, que demuestra y prueba numerosas falsedades e ilegalidades incurridas en los juicios sobre violaciones a los derechos humanos, y que hoy día cualquier chileno puede adquirir en la Feria Chilena del Libro, no va a poder seguirse vendiendo cuando se apruebe la nueva ley, porque van a procesar al autor y al librero, así es que apúrese en ir a comprarlo.

          Por supuesto que a ninguno de los dos candidatos del “No” que disputarán la segunda vuelta presidencial este tema les suscita la menor preocupación. Al menos debería inquietar al que es periodista y, se supone, en algo valoriza la libertad de expresión; al otro no, porque su gobierno se distinguió precisamente por multiplicar los juicios ilegales contra uniformados, como el sustanciado por la ministra sumariante y los criticados en “Prevaricato”.

          Si usted cree que nada de esto le afecta, porque no es ni militar ni defensor de militares, está equivocado, porque si bien hoy las campanas están doblando sólo por los historiadores, cuando esto se concrete también estarán doblando por la verdad y eso le afectará a usted no sabe cuánto.

viernes, 1 de diciembre de 2017

La Elección de 2021


          Me tiene sin cuidado el desenlace de la elección del 17 de diciembre entre dos candidatos del “No”: Piñera, un mal sujeto que se ha dedicado a subir los impuestos de los demás y eludir los suyos (cuando era oposición ayudó a Aylwin a aumentar los primeros mientras compraba sociedades zombis para no pagar los segundos; y cuando gobernó subió de nuevo los primeros y eludió los propios sacando las tres cuartas partes de su patrimonio a paraísos fiscales que no cobraban impuestos); y Guillier, un sujeto menos mala persona que Piñera, pero con un “compendio” de programa más negativo que el de éste, compendio que, por lo demás y por fortuna, no podrá cumplir porque carece de quórums en el Congreso para modificar leyes orgánicas constitucionales y reformar la Constitución como populistamente se propone.

          Ergo, no voy a votar el 17 por ninguno de estos males conocidos y estoy poniendo desde ya mi entusiasmo en la elección de 2021, para la cual doy por comenzada la campaña y en la que, estoy cierto, por fin, el “Sí” va a tener al menos un candidato propio, José Antonio Kast, al cual le faltó tiempo para tener una adecuada participación en la elección pasada. Y también del imprevisto respaldo popular al nombre de Cristián Labbé podría surgir otro candidato, asimismo de una sola línea, dando lugar a que se dirima entre ellos al mejor en una “primaria del ‘Sí’” a celebrarse el mismo 2021.

          La fuerza electoral ciertamente ya la tenemos, como se demostró en la única elección del 19 de noviembre que no estuvo desvirtuada por una campaña del terror ni por encuestas falsas: la de consejeros regionales. En ella el nombre-insignia de los herederos del Gobierno Militar, “Cristián Labbé”, obtuvo la primera mayoría nacional.

          Aprovecho para subrayar que esta simple pero importante noticia no ha sido publicada por ningún medio radial, escrito, televisivo o de internet que no sea este blog, siendo que Cristián Labbé, hijo, obtuvo más votos (75 mil)  que cualquier otro candidato a consejero regional y más que cualquier candidato a diputado, salvo Giorgio Jackson (RD), cien mil; y que cualquier candidato a senador, salvo Francisco Chahuán  (RN), ciento cincuenta mil.

          En la elección de 2021 obviamente el candidato más fuerte del “No” y  que se va a oponer a José Antonio Kast o a otro del “Sí” va a ser alguien similar al mencionado Jackson, quien no podrá postular por no tener todavía los 35 años que exige la Constitución para ser elegido. Jackson sería el "candidato natural", que deriva su popularidad de la honestidad que exhibe como persona y de la completa irrealidad de sus postulados. Dentro de su idealismo ha propiciado, debo reconocer, y tomando una idea mía, reducir la dieta parlamentaria en aras de una mayor igualdad de ingresos. Pero su gran problema es una completa ignorancia acerca de los reales incentivos que movilizan a las personas para los fines de que una sociedad progrese. Esto último lo ha colocado automáticamente en el Frente Amplio, que propicia la entrega al Estado –el más ineficiente, caro y corrupto de todos los entes que participan en el quehacer social— de todas las iniciativas fundamentales de producción. El candidato, en todo caso, será alguien muy similar a él. 

          Esas serán las fuerzas fundamentales que se enfrentarán en 2021, tras los cuatro años de frustración que derivarán del triunfo de alguno de los dos candidatos del “No” que se enfrentarán el día 17, cuyo único destino será reeditar los respectivos fracasos que, como gobernantes, han tenido las fuerzas obsoletas, cambiantes e indefinidas que respectivamente representan.

martes, 28 de noviembre de 2017

¡Aquí Estamos Otra Vez!


          Cuando Gabriel González Videla (presidencia 1946-52) comprobó que los comunistas, que lo habían apoyado para ser elegido, estaban conspirando para derrocarlo, mandó un proyecto de Ley de Defensa de la Democracia al Congreso. Éste lo aprobó y entonces el gobierno sacó a todos los comunistas de los cargos públicos, autorizando para relegarlos cuando persistieran en sus acciones conspirativas. Acá pudo haberse consumado otro “golpe de Praga” de 1948, cuando en Checoslovaquia los comunistas derrocaron al contemporizador (“kerensky”) Edouard Benes de la presidencia y defenestraron (literalmente) al más duro, el canciller Jan Masaryk, arrojándolo por la ventana del palacio de gobierno, entregando luego el país a manos soviéticas.

          El siguiente régimen chileno, del general Carlos Ibáñez (1952-58), en un “juego de piernas” para que lo dejaran terminar su período tranquilo, derogó la Ley de Defensa de la Democracia, que los comunistas habían bautizado como “Ley Maldita” (maldita para ellos, pero bendita para la democracia). Y así pudieron volver a conspirar desde cargos públicos (el sector privado no les gusta, porque en él hay que trabajar). Y lo siguieron haciendo hasta 1973.

Y cuando se derogó la Ley de Defensa de la Democracia y volvieron a tener libertad para destruirla, los rojos salían a las calles gritando: “¡y qué fue, y que fue, aquí estamos otra vez!”, nuevamente dedicados en horario completo a subvertir el orden interno, con el aplauso de los kerenskys locales, que siempre han terminado haciendo lo que ellos dicen; y, por cierto, con el aplauso de los socialistas, que se habían vuelto más extremos y también preparaban la lucha armada mediante su sucursal terrorista, el MIR, comenzando los años ’60.

          Por una de esas ironías de la historia, la que ahora renace desde las cenizas es la derecha política chilena, proscrita progresivamente bajo los gobiernos de la Concertación (incluido entre ellos el de Piñera) y de la Nueva Mayoría. Excluida del espectro político chileno, como lo dice explícitamente el libro de Andrés Allamand, “La Salida”, según el cual dicho espectro termina, hacia la derecha, donde está él, es decir, en la “centroderecha”, después de la cual ya no existe nada más; y cuya misión es cumplir “el legado de Aylwin” (que, entre paréntesis, era de centroizquierda). ¡Decidora paradoja!

No obstante, la elección del domingo dejó en evidencia que la derecha sí existía: José Antonio Kast obtuvo una votación superior a la que le auguraban las encuestas. Además, las urnas encerraron una enorme sorpresa: le dieron una gran mayoría al nombre más representativo del legado del Gobierno Militar y su continuidad, Cristián Labbé, coronel implacablemente perseguido por la justicia prevaricadora de izquierda y marginado de su partido, la UDI, a su vez capturado por el piñerismo centroizquierdista (véase en The Clinic la confesión en tal sentido de los hijos de Piñera).

              Pues el nombre de Cristián Labbé, hijo del coronel (r), había sido silenciosamente incluido en la nómina de candidatos a consejeros regionales de la UDI. Eso provocó un estallido electoral espontáneo e imprevisto: 75 mil personas le marcaron preferencia sin decir nada, pero diciéndolo todo.

Sólo un candidato a diputado, Giorgio Jackson, y un candidato a senador, Francisco Chahuán, obtuvieron más votos que Cristián Labbé en todo el país. Y, desde luego, éste superó a Ricardo Lagos Weber, Isabel Allende y Ximena Rincón, amén de haber superado a los dos candidatos de extrema izquierda a la Presidencia, Artés y Navarro, sumados, sin siquiera haberse asomado a la franja televisiva electoral en la cual estuvieron ambos convocando a adherentes que no llegaron.

La respuesta espontánea de la ciudadanía a la proposición del nombre-insignia “Cristián Labbé” ratifica que el legado del Gobierno Militar y el pensamiento de derecha, que vienen siendo una misma cosa, cuentan con gran arraigo popular. Los que han abandonado ese legado y esas ideas ven desmoronarse su capital político. En la propia UDI han sido derrotados los candidatos más piñeristas y han triunfado quienes lo son menos, es decir, los que permanecen más fieles al pensamiento y la obra del fundador, Jaime Guzmán.

Todo eso refuerza la iniciativa del único candidato presidencial de derecha en el sentido de fundar una nueva colectividad representativa de las ideas de libertad y orden que crearon la “república en forma” y luego la salvaron de la arremetida totalitaria. Las ideas están y, lo estamos viendo, el respaldo popular también.

¡Y qué fue, y qué fue, aquí estamos otra vez!