lunes, 29 de junio de 2015

Las Cosas Que Hacemos Traen Consecuencias


          Cuando se cambió el sistema procesal penal que teníamos por uno que estableció numerosas garantías para los delincuentes, cualquiera podía anticipar que iba a aumentar la delincuencia. Sucedió así y ahora ha pasado a ser el principal problema de los chilenos (encuestas Cadem-Plaza Pública, CEP y Adimark).

          Estoy seguro de que una gran mayoría quiere mano dura para los delincuentes y terminar con el “garantismo”, consistente en que, cuando los policías los llevan a los tribunales, éstos los dejan libres. Lo que a su turno ha hecho decaer el ánimo de los policías, redoblándose así la actividad delictual. Uno ya ni siquiera puede sentirse seguro cuando va en auto por la calle.

          Michelle Bachelet fue elegida por el 62% de los votantes porque prometió “otro modelo” económico-social, distinto del de libre empresa. Pero el “otro modelo” no funciona en ninguna parte del mundo. Por algo cayó el Muro de Berlín y supongo que no soy demasiado optimista si presumo que ese 62% que votó por Michelle Bachelet se habrá dado cuenta de que el Muro cayó. No creo que esa mayoría haya querido que estuviéramos como en Cuba, porque por algo los propios cubanos están ahora mismo cambiando su “otro modelo” para estrechar lazos con la economía norteamericana. Pero acá se inició una campaña contra el arquetipo del modelo, “los poderosos de siempre”, suprimiéndoles los incentivos para invertir, a través de la reforma tributaria. Como las cosas que hacemos tienen consecuencias, los “poderosos de siempre” dejaron de invertir y el país crece menos. Y como crece menos no hay cómo financiar las promesas del “otro modelo”. El hecho es que, según las encuestas, ahora el 62% es el de la desaprobación de Michelle Bachelet.

          La noticia económica más llamativa de que me he enterado en el último tiempo es la de que las principales empresas del país (“los poderosos de siempre”), tras estudiar la reforma tributaria, se han inclinado por retirar todas sus utilidades, sin reinvertir casi nada, y pagar impuestos según el sistema de “renta atribuida” original, ideado por el ministro Arenas, y no según el “parcialmente integrado”, producto de la “cocina” que, supuestamente, "mejoró" la reforma en el Congreso. Parece que no, pues las empresas grandes simplemente van a retirar ganancias sin reinvertirlas, como antes, en que por hacerlo gozaban de una exención tributaria. Lo cual era una de las razones del alto crecimiento chileno.

          Entonces hay menos inversión y el país crece menos. Y porque crece menos, la recaudación tributaria es menor a la esperada y no alcanza para financiar las promesas del programa. Es que las cosas que hacemos tienen consecuencias. Es un gobierno que parece deleitarse en ir contra el sentido común. Tanto, que ha establecido el horario de verano como horario de invierno, para disgusto de casi toda la gente. 

          Pero sí es verdad que casi nadie quiere a “los poderosos de siempre”. Tal vez sea porque nadie se atreve a decir que son esenciales para el bienestar de todos. Es posible que sean apenas un uno por ciento, al cual el 99 por ciento puede aplastar fácilmente, porque domina los Poderes del Estado. Pero a ese 99 por ciento no se le ocurren los negocios ni las ideas ni despliega las actividades del uno por ciento, que es el que “tira el carro” de la economía. ¿A alguien se le ocurriría dictar medidas para que a Lionel Messi o a Alexis Sánchez se les quitaran las ganas de jugar, sólo porque son minoría? La gente intuye el disparate, y por eso la reforma tributaria recibe un rechazo mayoritario, también según las encuestas. Y la educacional y la laboral también.

          Pues en educación se procura, asimismo, instalar “otro modelo”, en que el centro sea la enseñanza estatal. Se está persiguiendo a la particular subvencionada, que es comparativamente mejor que la pública. Como un anticipo de lo que sucederá cuando la primera pase a ser prácticamente monopólica para todas aquellas familias que no puedan pagar una particular pagada, el profesorado público, en manos del Partido Comunista, lleva paralizado más de un mes porque, en el fondo, no quiere cumplir exigencias de calidad. Si ya los padres de familia que no podían procurar enseñanza particular pagada para sus hijos habían retirado a 800 mil de ellos de la estatal para matricularlos en la privada subvencionada, comparativamente mejor, se explica por qué también la reforma educacional es impopular, según todas las encuestas.

          Como las cosas que se han hecho tienen consecuencias, la mayoría de la gente ahora está descontenta. Junto con tornarse el 62% de los votos en desaprobación, la aprobación de Michelle Bachelet bajó a 23%, según Cadem-Plaza Pública. Ahora la mayoría no quiere el “otro modelo”. Si tampoco, dijo en la elección de 2013, quiso “el modelo”, entonces ¿qué quiere la gente? Nadie, ni siquiera ella misma, lo sabe.

          Como los políticos están desprestigiados por las razones que sabemos, es el momento preciso para que surja una figura redentora desde fuera de la política. Y dado el descontento con el modelo socialista-garantista que se ha intentado, también es un momento propicio para reafirmar el modelo de libertades.

Por ahora la figura redentora no se ve por ninguna parte. Pero seguramente va a aparecer, porque tiene el espacio, cedido por el desprestigio de todas las demás, y es el tiempo para ella, dado por el ambiente de desilusión, disolución, indisciplina, delincuencia y corrupción generales que vive el país.
          

jueves, 25 de junio de 2015

"¡Y Qué Fue...Y Qué Fue... Aquí Estamos Otra Vez!"


          Digámonos la verdad, aunque sea peligroso: ganamos con trampa a Uruguay. Mediante una provocación de Jara, primero, y su simulación después, como si hubiera sido derribado por la palmada leve de Cavani, conseguimos la expulsión del mejor jugador uruguayo. Y posiblemente esa expulsión  haya sido decisiva para que pudiéramos meterles un gol y evitar que ellos nos hicieran uno a nosotros. Resumen: ganamos con trampa.

          ¿Y qué fue? Si en estos días estamos casi todos los chilenos pillados haciendo trampas, los del gobierno y los de la oposición, los de izquierda y los de derecha, los del “sí” y los del “no”.

          ¿Qué vamos a hacer? Tratar de ocultarlo, por supuesto, porque ganamos el partido y, si hacemos unas pocas trampas más, podemos ganar la Copa.

          ¿Que no es lo que todos sabemos que va a pasar con las demás trampas en que hemos sido pillados? ¿Que no se han levantado ya hasta voces doctas proponiendo llegar a “algún arreglo” que nos permita barrer todo bajo la alfombra? Por supuesto. Hay que esconderlo.

          Pero es que hay otra pregunta, incómoda, impopular, inaceptable, “impresentable”, en el lenguaje chileno de ahora: ¿qué DEBEMOS hacer? Es muy distinto de lo que “vamos a hacer”. Pues si fuéramos un pueblo honesto, probo, decente, lo que deberíamos hacer sería castigar nosotros a Jara, aún antes de que lo hagan las autoridades del fútbol y aunque esas autoridades no lo hicieran.

          Hace dos décadas vino a Chile un moralista norteamericano, autor de un libro que no cito porque lo tengo fuera de Santiago, pero que mencionaré por su título cuando vaya donde lo tengo, y dio una charla en el Centro de Extensión de la Universidad Católica, que es una entidad más próxima a la moral que la casi totalidad de las demás instituciones chilenas. Y en su charla y su libro el moralista americano predicaba la probidad y la honradez. Y citaba un caso que no olvidé más, porque representa todo lo contrario de lo que mayoritariamente, abrumadoramente, somos y hacemos los chilenos. Lo voy a sintetizar: en una licitación por miles de millones de dólares de la Armada norteamericana, un proponente olvidó en la sala donde se dieron a conocer las bases algunos antecedentes que sirvieron a otro proponente para saber cuál iba a ser la propuesta del primero. Y, con ese conocimiento, el segundo ganó la licitación. Pues bien, cuando en SU firma supieron lo que había hecho, le pidieron la renuncia y le revelaron a la Armada norteamericana la trampa con que habían ganado. Y entonces perdieron la licitación. Pero fueron honestos.

          ¿Qué diría un chileno típico de hoy ante eso? Yo sé: “¡qué imbéciles!” Y lo sé porque me lo dicen a mí frecuentemente, cuando critico las trampas de los de nuestro lado a la par con las del otro. Acá eso se llama despectivamente “moralina”. Acá de lo que se trata es de hundir al adversario por sus trampas y ocultar cuidadosamente las propias, porque lo que importa es ganar y no se repara en cómo.

          Si queremos, de una vez por todas, dar algún paso hacia la probidad, confiar en que el mundo se va a olvidar de la trampa del Cóndor Rojas y va a creer que lo de Jara no es representativo del país, y va a olvidar que nuestra principal “exportación  no tradicional” es la de ladrones, lanzas y escaperos a Europa, bueno, tenemos que sancionar a Jara, dejar de hacer trampas en la Copa América aunque no la ganemos y empezar a enseñarles a nuestros niños el valor de la honradez, para que en veinte años más ellos no sean como la gran mayoría de los chilenos de hoy, sino mejores.

          Pero no creo que lo vayamos a hacer, así como tampoco creo que la escandalera en que todos han sido pillados en la política vaya a terminar en que sean los propios sectores sorprendidos en falta los que castiguen a sus representantes que han incurrido en ellas.

          Pero, por lo menos, algo se avanzará si alguien dice lo que DEBERÍAMOS hacer, aunque después no lo hagamos y sólo nos riamos cantando, como los comunistas perdonados de sus delitos tipificados en la Ley de Defensa de la Democracia, hace sesenta años: “¡y qué fue, y qué fue, aquí estamos otra vez!”, tras lo cual reanudaron sus trampas y estuvieron a punto de tomarse el poder gracias a ellas en 1973… pero esa es otra historia…

miércoles, 24 de junio de 2015

Derrota en Juicio por los Diarios


          La revolución marxista en curso cuenta para su éxito con el indispensable ingrediente de la “condena por los diarios”, es decir, declarar culpables mediante consignas a quienes se le opongan, pasando por sobre las leyes, la justicia y la sana razón. Por “diarios” entendemos todos los medios de comunicación y “tribunales populares” de la revolución, como los programas de farándula y "jjueces populares" como Yerko Puchento y la Doctora Cordero.

          Los revolucionarios han considerado el fallo de la nueva justicia penal que absolvió de toda pena a las cadenas de farmacias como una derrota inesperada. Y lo fue, sin duda, porque en medio del clima de ilegalidad, inconstitucionalidad y derogación del sentido común en que vivimos, lo esperable era que los empresarios farmacéuticos fueran condenados, deseablemente a presidio, porque nada contribuye tanto a la felicidad de los pueblos como enterarse de un gran empresario preso. 
          
          Pero, sorprendentemente, y por una vez, han primado la ley y la razón y los dueños y gerentes de las cadenas han resultado absueltos.
          
          Pues la verdad es que no se ha atentado contra la libre competencia. En Chile cualquiera es libre de vender remedios. Usted puede abrir una farmacia y hacerlo, si supera los trámites burocráticos habituales, que son un gran obstáculo, por cierto, culpa del Estado y del socialismo, pero iguales para todos (salvo para quienes hacen, a los funcionarios que otorgan los permisos, “una oferta que éstos no pueden rechazar”, lo que es de ordinaria ocurrencia, pues el país está muy, pero muy corrupto. Por algo la Presidenta dijo en París “Chile no es un país corrupto” sin que nadie se lo hubiera preguntado ni dicho que lo era.)

Pero no perdamos el hilo: hay libre competencia en ese mercado de los remedios.

Entonces ¿por qué hay casi exclusivamente farmacias de las cadenas y no más farmacias de barrio? Porque, precisamente, como hay libre competencia, las cadenas venden más barato, en razón de que tienen economías de escala y compran más barato. Entonces, de hecho, son un oligopolio (pocos vendedores). Y tienen dos opciones: enfrascarse en una guerra de precios hasta que quede una sola, que se convertiría en monopolio, o llegar a un acuerdo civilizado de no destruirse mutuamente, que es la buena solución alcanzada en Chile.

De hecho, hubo un tiempo en que tuvieron guerra de precios y se dieron cuenta de que era ruinosa. Y tácitamente se pusieron de acuerdo en no destruirse.

          Entonces intervienen el Estado y sus funcionarios y, como de costumbre, no entienden nada, se guían por consignas y echan a perder las cosas: dictaminan que si no hay guerra de precios las cadenas incurren en un delito contra la libre competencia.

¿Cómo va a haber delito, si nadie impide que cualquiera pueda vender remedios o importarlos, y las cadenas no le prohíben ni impiden eso a nadie? Lo que pasa es que se han terminado casi todas las farmacias pequeñas, pero no porque alguien las suprima, sino porque las cadenas venden más barato.

          Pero la revolución marxista se basa en destruir a las empresas privadas y, por tanto, voceó consignas para convencer a la gente de que las cadenas estaban abusando de ella. Algo idéntico sucedió en el mercado de los pollos, habiendo evidente libertad para criar y vender pollos o importarlos. Lo que la revolución quería y quiere era y es que las empresas productoras de pollos se destruyan mutuamente y el Estado se apodere de la industria. Porque el Estado lo manejan los revolucionarios y, obviamente, quieren ser el único productor de pollos y vendedor de remedios. Es lo que se llama “socialismo”, un sistema tan malo que se destruyó solo, apenas la gente tuvo alguna libertad para opinar y elegir.

          Pero los chilenos estamos manejados por el socialismo, es decir, por consignas y, como la mayoría está convencida de la consigna de que las cadenas de farmacias “abusan”, la opinión pública ahora está escandalizada porque no han metido presos a los dueños de las  cadenas, aunque ya los hayan gravado con onerosas multas.

          Pero para que prosperen  los “juicios por los diarios” es menester la complicidad de jueces prevaricadores y politizados. En el caso de los casi 80 presos políticos militares que están condenados en “juicios por los diarios”, la izquierda ha conseguido controlar a los magistrados, perseguir a los uniformados que derrotaron la asonada guerrillera y terrorista del marxismo y metido presos a estos últimos, y sigue haciéndolo.

En este caso la revolución ha contado con la complicidad de los medios de comunicación y hasta de amplios sectores de derecha, que repiten mecánicamente la consigna de “las violaciones a los derechos humanos”, ideada en los ’70 por el KGB. Entonces los jueces prevaricadores de izquierda no han tenido problema en desconocer la legalidad y decirlo con absoluto cinismo, como en el apartado 5 del Acuerdo del Pleno de la Corte Suprema de 27 de marzo de 2015.

          Pero la nueva justicia penal ha dado ahora la gran sorpresa: en el caso farmacias se ha ceñido a la ley y al sentido común y ha absuelto a las cadenas. La parte derrotada ha anunciado un recurso de nulidad ante la Corte Suprema, cuya Sala Penal es el epítome de la politización y la consigna revolucionarias y es la que se ha encargado de derogar el Estado de Derecho respecto de los uniformados. Entonces, desde ya anuncio que revocará el fallo en dicho caso farmacias.


Pero, por lo menos, transcurrirán unos días en que, a raíz del fallo absolutorio pronunciado por la nueva justicia penal, un “juicio en papel de diarios” llevado adelante por la revolución ha terminado en un transitorio fracaso para ésta. Y ése es un respiro favorable y que se agradece en medio del clima deplorable que estamos viviendo bajo el proceso revolucionario.

domingo, 21 de junio de 2015

Presentación de una Candidatura Impresentable


          El vocero de gobierno ha dicho que Sebastián Piñera está en campaña presidencial. Descubrió la pólvora, pues lo está desde el 12 de marzo de 2014, si bien últimamente había desaparecido transitoria y parcialmente de escena (ver mi blog “Prófugo por Segunda Vez”, 03.06.15), debido a la aparición de facturas de sus firmas Bancard y Bancorp en la  contabilidad de SQM, por un total de $340 millones, más el testimonio de la funcionaria de esta firma (Danitza Yépez, “La Tercera”, 05.05.15) diciendo que lo había visto ingresar por la misma puerta del piso seis a dónde iban otros políticos (hoy en estado de pánico, a diferencia de él) a pedir ayuda para sus campañas.

A eso se añadió que quienes fueran sus ejecutivos máximos en su empresa Chilevisión acusaron que Bancard y Bancorp les pidieron pasar facturas de sus respectivas sociedades de inversión a firmas como SQM Salar, Aguas Andinas, Pampa Calichera e Inversiones Ilihue, que creían ayudar a la campaña de Piñera de 2009, pero no sabían que éste iba a emplear los fondos para pagar bonos de $146 millones a Jaime de Aguirre y $55 millones a Mario Conca. Más los $340 millones, son $541 millones.

          A su turno, el usar las donaciones electorales para pagar a ejecutivos disminuía los gastos de Chilevisión y aumentaba la utilidad de la estación, lo que contribuyó a que sus compradores de Time Warner pagaran por ella un precio más abultado.

Bonita pasada de Sebastián.

Pero el “pato de la boda” resultó ser Jaime de Aguirre, a quien Time Warner despidió al saberse los enjuagues. La prensa favorable a Piñera (es decir, toda) dijo que el motivo de la exoneración habían sido las pérdidas de la estación, pero el mismo de Aguirre se encargó de declarar que, poco antes de su despido, le habían subido el sueldo, reconociendo su buena gestión. Así se hizo obvio que el despido fue porque los norteamericanos no toleraron la simulación en que se envolvió para cobrar su bono de desempeño. Los estándares éticos de allá no son tan acomodaticios como los de acá.

          Por supuesto, todo esto es mucho peor que lo de Martelli y Peñailillo, que por lo menos pueden decir que cuanto hicieron fue para recaudar fondos electorales y no para lucrar. Pero lo único que sale en los diarios es la precampaña y las actuaciones de ambos, y nada de lo de Piñera. Ello se explica en mis anteriores blogs “El Político Más Poderoso de Chile” (18.04.15) y “El Tiburón y el Pez Chico” (08.05.15).

          Es todo bastante paradójico, porque a Ena von Baer la han crucificado por decir que no había pedido dinero a Penta y resultar después que sí lo había hecho. Pero a ella Penta nunca le dio dinero. Claro, la “exigente” sociedad chilena no le perdonó faltar a la verdad. En cambio, Piñera dijo que los dineros pagados a de Aguirre eran por una asesoría de la sociedad de éste, pero de Aguirre reveló que eran para pagarle parte de su remuneración y, añade haberle dicho a la gente de Piñera: “No cuenten conmigo para ningún arreglín, no tengo nada qué ocultar y si la he cagado tendré que asumir la responsabilidad. No estoy en ánimo ni en disposición ni disponible frente a nadie para ir a mentirle al fiscal ni a Impuestos Internos” (“The Clinic”, 26.05.15). Se lee entre líneas lo que la gente de Piñera quería hacerle declarar.

Por mucho menos la Ena fue crucificada; en cambio Piñera ha sido ampliamente perdonado y está en plena campaña.

          Por supuesto, todo lo anterior es simplemente impresentable. No obstante, hemos visto al candidato abundantemente publicitado en un acto llamado “de centroderecha”, al que no asistió más gente que a una reunión del Foro Republicano (de derecha a secas, pero que no apareció en ninguna parte). Vimos a Piñera hablando el sábado en el noticiero de TV, el domingo en una página de “El Mercurio” completa (más un titular de primera página) y en otra de “La Tercera”.

Como es habitual, no dijo nada nuevo: que el gobierno está confundido y paralizado y, repitiendo un “meme” que había circulado antes ampliamente en las redes sociales (le cuesta ser original), que “así como una ley Emilia castiga al que conduce en estado de intemperancia debería haber otra que castigue a quien gobierna en estado de incompetencia”.

          El hecho evidente es que Sebastián está iniciando otra “pasada”. Pues sabemos que a raíz de los casos Penta y SQM  los partidos de derecha se han quedado sin recursos. Tienen dificultades hasta para pagar a su personal básico. Y como hay alguien que tiene recursos, y en abundancia, lo que sigue es predecible. Sin embargo, el que tiene la plata no está dispuesto a gastarla en sacar de la UTI a los partidos agónicos y en limitarse a ganar indulgencias, sino que desea emplearla en lo que ha sido siempre el alfa y el omega de su existencia: su propio enaltecimiento y ambición, la cual en este momento está radicada en su candidatura presidencial para volver al poder en 2018.

          En otras palabras, nos encontramos ante una “toma de control hostil” de los partidos de derecha tras su quiebra económica y moral, que en lo que respecta a la UDI predije en 2009 y, en este blog, en 2010. 

          Pero Sebastián Piñera “se pondrá” para superar la encrucijada siempre que el candidato en 2017 sea él. Obviamente, más de algún cacique con ambiciones propias las resigna por ahora, creyendo que después podrá “robarle los huevos al águila” ganándole a Piñera la primaria presidencial.

          En todo caso, Piñera es, para la desfalleciente derecha actual, como el puñal del poeta: “Si me lo quitan, me matan; si me lo dejan, me muero”. La derecha es el único sector del país que está peor que el conjunto de éste, sometido al proceso de demolición emprendido por el gobierno actual.

Piñera confía en que los chilenos, en medio de su desesperación, otra vez le perdonen todo y lo vuelvan a elegir a él. Confía en esa máxima que reza: “se puede engañar a pocos mucho tiempo; se puede engañar a muchos poco tiempo; y, con suficiente presupuesto (y lo tiene), se los puede engañar a todos todo el tiempo”.

          

miércoles, 17 de junio de 2015

Todos Somos Vidal


          Lo de Vidal sucede, para fortuna de él, cuando Chile está frente a la realidad de sí mismo como tal vez nunca antes lo estuvo. Por sucesivos avatares del destino, la verdad de lo que somos ha sido descarnadamente expuesta de manera pública. Para sintetizarla en pocas palabras, ha quedado en evidencia que la mayoría de los chilenos hace trampas, viola leyes y burla reglas, falta a la verdad verbalmente y por escrito, ofrece sobornos y los acepta, adopta posiciones públicas por conveniencia y no por principios y está lista para quedarse con lo ajeno a la primera oportunidad. El chileno, en general, no conoce la lealtad y está “siempre listo”, pero para “darse vuelta la chaqueta”. Dicho estrictamente autóctono, puesto que nació de la conducta que un bando observó en la Revolución de 1891 para simular que vestía el uniforme del otro, que era blanco como el forro de la chaqueta de los derrotados, y al cual éstos querían plegarse a última hora para evitar las consecuencias de la derrota.

          Es cierto que hay conductas sublimes en la historia del país, como las de Prat, Carrera Pinto y sus hombres, pero ya no son representativas del ser nacional, si es que alguna vez lo fueron. Pues en un reciente concurso abierto a todo público, Salvador Allende fue elegido por sobre aquéllos héroes como “el más grande chileno de todos los tiempos”. Es ocioso, a estas alturas, detallar el escandaloso absurdo moral de tal elección.

          Entonces todos somos Vidal, porque ya no queda en el país ni siquiera una brizna de autoridad moral de casi nadie. La gente lo sabe, como que en las encuestas más serias manifiesta, en un 87%, desconfiar de sus conciudadanos. Y tiene toda la razón, porque uno puede comprobar a diario que, en ese porcentaje, no se puede confiar en ellos.

          Los testimonios de la corrupción del carácter nacional han salido a luz últimamente por todas partes. Altas autoridades y referentes nacionales gustan de hacer como que tal corrupción no es generalizada, pero resulta sintomático que la Presidenta se haya visto impulsada a expresar, en su reciente gira a Europa, que “Chile no es un país corrupto”. ¿Qué pensaría usted de alguien que se ve precisado a decirle, sin una razón ostensible y presente, “yo no soy un ladrón”? Obviamente, que es sospechoso de haber robado. Y la verdad es que Chile ES un país corrupto. Quien no se haya dado cuenta es porque vive en una burbuja o no lee los diarios. Y aunque lea los diarios a veces ni siquiera así se va a enterar de episodios pletóricamente sugerentes de corrupción, porque ellos son disimulados. Como el caso de meses atrás en que el oficialismo contaba con 41 votos a favor contra 30 de la oposición para hacer aprobar en la sala un informe de una comisión investigadora de la Cámara que ponía en duda la prescindencia de una ex autoridad en un caso en que debía legalmente observarla, pues tenía un interés económico propio envuelto. La ex autoridad es un político opositor rico y poderoso. Sin explicación plausible, la mayoría oficialista se trocó en minoría y el informe fue rechazado. Sólo en un país corrupto algo así puede suceder sin que nadie diga nada. Y aquí nadie dijo nada, salvo el diputado Juan Luis Castro (PS), cuya sorpresa por el número de votos parlamentarios que “se dieron vuelta la chaqueta” fue recogida apenas en un suelto de crónica secundario y publicado en un solo medio.

          He visto una encuesta de Canal 13 a través de Facebook donde el 49% aprueba el perdón del entrenador a Vidal, versus el 44% que lo desaprueba. Por supuesto. La gente sabe que el país no tiene autoridad moral para condenar a Vidal. Si Jesucristo estuviera entre nosotros, nos diría: “el chileno que nunca haya ingerido cuatro copas de vino (lo necesario para arrojar 1,2 gramos de alcohol por litro de sangre) y después conducido un automóvil, que margine a Vidal de la selección”. No habría quórum.

          Cuando las más altas jerarquías políticas, parlamentarias y judiciales atropellan pública y ostensiblemente las leyes y la verdad, y hasta, como el pleno de la Corte Suprema, en su Informe de 27 de marzo de 2015, oficio número 33-2015, apartado quinto, al Parlamento, lo confiesan con un cinismo asombroso, quiere decir que el país carece de autoridad moral para marginar a Vidal de la selección nacional. Y para reafirmar el cinismo moral ambiente, añadamos: “Sobre todo que no nos conviene”.

          Eso es lo que somos. Ni más ni menos. Si nos queda todavía un pequeño resto de sinceridad, confesemos que todos somos Vidal. 

domingo, 14 de junio de 2015

El "Chile Que Todos Queremos"


          En el primer partido de la Copa América en el Estadio Nacional el público representó al “Chile que todos queremos”. Cuando se interpretó el himno nacional de Ecuador, el público guardó respetuoso silencio y muchos levantaron una tarjeta verde que les habían dado como testimonio de que, a diferencia de siempre, no iban a silbar la canción nacional del adversario.

          Hubo quejas porque en el curso del partido el público estaba bastante silencioso. Es que era gente tranquila y civilizada, que no está acostumbrada a gritar todo el tiempo.

          Nadie lanzó objetos a la cancha ni fue preciso usar grandes paraguas o quitasoles para proteger a los jugadores ecuatorianos que iban a servir un tiro de esquina.

          Ese público chileno no se diferenciaba en su comportamiento del de cualquier país civilizado del  norte de Europa.

          Entonces por unanimidad dijimos que ése era “el Chile que todos queremos”.

          ¿Qué había obrado el milagro? El precio. Las entradas eran carísimas. Sólo al alcance de los grupos socio-económicos A y B y fuera del de los C1, C2, C3 y D.

          Ergo, era toda gente formada por la educación particular pagada, preferentemente en colegios de iglesia. Es decir, son el fruto de la libertad educacional. 

          Gente que puede pagar entradas carísimas porque ha ganado dinero gracias a una educación particular pagada, a la posibilidad de emprender y a la libertad económica. Todo lo que hoy se quiere destruir.

         Gente que les teme a los encapuchados y delincuentes, y por eso nunca sale a desfilar a la calle. Gente que vive en Providencia, Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, La Reina y, minoritariamente, en Ñuñoa, comunas que en la última elección presidencial votaron abrumadoramente por Evelyn Matthei. 

         Gente del “sí”, si bien mayoritaria (y deslealmente) devenida del “no” con los años, pero que apoyó al Gobierno Militar desde su primer y hasta su último día. 

         Gente que se enorgulleció de que bajo ese gobierno Chile pasara de ser un país de economía estatista y el vagón de cola de tercera clase del mundo subdesarrollado en materia de crecimiento, a modelo de la pujante economía de libre mercado, que crecía más que los otros y era puesto de ejemplo en todo el mundo. 

         Gente respetuosa, pero que tiene miedo y por eso nadie logra sacarla a la calle a desfilar, porque es funada o agredida por los comunistas.

          Ésa es la gente del “Chile que todos queremos”, pero no la del “Chile que tenemos”. Ésta es mayoritariamente agresiva y violenta. No tiene acceso a la educación particular pagada, donde enseñan "manners", porque el dinero no le alcanza, y por lo tanto es mal educada. El Estado podría demás darle el dinero para adquirir "manners" en colegios privados pagados, pero los gobernantes prefieren pasárselo a una enorme burocracia que vota por ellos y que entrega una enseñanza gratuita, socialista y paupérrima, constantemente interrumpida por las huelgas de los profesores comunistas.

          Obviamente, el “Chile que tenemos” eligió abrumadoramente a Michelle Bachelet 2.0 recargada, la ex ayudista del MIR y conviviente del vocero del FPMR, cuya chapa era “Claudia” y que, por fin, llegó a la Presidencia en 2014 decidida a implantar en  Chile “otro modelo”, un régimen más parecido al que le gustaba a ella, el de su venerada RDA, que estaba tan convenientemente protegida de las maldades de Occidente y de su maldito credo de la libertad personal gracias a un Muro defensor de la pureza socialista.

Esta Michelle 2.0 es, por cierto, completamente distinta de la sumisa Michelle 1.0 que gobernó entre 2006 y 2010 con total obediencia al centrista Andrés Velasco y a los renovados barones socialistas que tan bien aprendieron del posgrado que les facilitó Pinochet detrás de la Cortina de Hierro. Tal vez en agradecimiento a él preservaron la esencia de su modelo y sólo le “rayaron la pintura”, pero sin cambiarlo por el “otro modelo”, como ahora quiere hacerlo Michelle 2.0.

Se terminará la Copa América y después quizás hasta cuándo no volvamos a ver en público y enorgullecernos al “Chile que todos queremos”, en medio de la anarquía, la violencia, la revolución y el afán de cambiarlo todo del “Chile que tenemos”. El sentido común indica que las cosas seguirán así, cuesta abajo, hasta por lo menos el 11 de marzo de 2018, si es que, como ha insinuado un comentarista de la plaza, Ricardo I no dispone otra cosa.

¡Adiós, “Chile que todos queremos”: si no te vuelvo a ver, te deseo una feliz muerte! 

jueves, 11 de junio de 2015

Lo Que Digan Burgos y Valdés No Importa


          Los que creen que las tranquilizadoras proclamas hechas por Burgos y Valdés en favor del derecho de propiedad, durante el foro de Icare, tienen alguna importancia real, están equivocados. En Chile estamos viviendo un proceso revolucionario que se ha escapado de las manos de su autora, Michelle Bachelet 2.0, “recargada”. Ella, y sólo a título de salvavidas, cuando le resultaba imperioso desviar la atención de los escándalos que minan la popularidad de su gobierno, decidió distraer la atención general y proclamó la iniciación de un “proceso constituyente”. Un señuelo.     

          ¿Lo necesita el país? Por supuesto que no. Bajo la actual Constitución Chile ha vivido el mejor y más largo período de prosperidad y estabilidad de su historia. ¿Lo demanda la gente? Tampoco: en 1989 el 93 por ciento de los chilenos le dio un espaldarazo popular sin precedentes en nuestra historia a su Constitución. Pero a la gente se la puede manejar y hacer cambiar. Lance usted a las calles a unos miles de irresponsables ignorantes gritando que hay que tener una nueva Constitución y que la actual es ilegítima (ninguna de las dos cosas es verdad), y si la prensa, la radio y la televisión le dan suficiente bombo y lo repiten (y lo harán, porque están en manos de la izquierda), la mayoría empieza a repetir lo mismo.

          Vea usted. Un tipo informado y culto como Jorge Burgos dice que “no podemos darnos el lujo de vivir bajo una Carta que no goza del aprecio popular y la legitimidad que necesita”, juicio completamente infundado. Porque si una Carta ratificada por el 93 por ciento de la gente y declarada por todos los sectores en 2005, a través del Ejecutivo presidido por Ricardo Lagos y el legislativo en pleno por cuasi unanimidad, como plenamente democrática, no tiene “la legitimidad que necesita”, quiere decir que mi estimado Jorge no sabe en qué planeta vive.

          ¿Y qué se obtiene con que Rodrigo Valdés diga que “no concibo una economía moderna sin un derecho de propiedad claro”, cuando sabemos que él no maneja ningún hilo significativo del proceso revolucionario que vive el país y encabeza Michelle Bachelet 2.0 “recargada”?

Quiero recordar esas palabras en un futuro más próximo que lejano, cuando quede de manifiesto que el foco central de los revolucionarios encabezados por Bachelet 2.0 es, precisamente, hacer fácil quedarse con las cosas de los demás (en eso consiste el socialismo que, como dijera Margaret Thatcher, es “un sistema de gobierno que dura hasta que se le termina la plata de los demás”). Ésa es la meta de los revolucionarios, eso es lo único que importa en su “proceso constituyente” y a lo único que el mismo se dirige: rebajar los quórums que protegen el derecho de propiedad, para poder confiscar la riqueza productiva del país y entregarla al Estado, es decir, a ellos mismos, que manejan el Estado. Son los mismos del ’73, los del “área social” que se apoderó de las quinientas mayores empresas y de muchas otras menores, junto con la mayor parte de la tierra productiva. Ése es su blanco de ayer, de hoy y de siempre: la riqueza de los demás.

Sin poder expropiar por simple mayoría, el “proceso constituyente” no les interesa. Luego, lo que hoy dicen Burgos y Valdés es intrascendente. El “proceso”  va a estar dirigido fundamental, si es que no únicamente, a derogar el quórum de 2/3 que protege el derecho de propiedad y a reemplazarlo por la mayoría simple, que siempre está lista para apropiarse sin pago de las cosas ajenas.

¿Alguien se atreve a apostar que no será así?

En este momento está teniendo lugar en el país un proceso muy decidor: empresas nacionales de tamaño mediano y grande se están vendiendo a extranjeros. ¿Por qué razón? Porque los propietarios chilenos, actuales dueños de las mismas, saben  que se les gravará más y se debilitará, de todas maneras, el derecho de propiedad, en particular sobre los patrimonios más valiosos, que son las empresas eficientes y productivas.

¿Por qué los extranjeros se interesan en comprarlas hoy? Porque ellos saben dos cosas muy importantes: la primera, que sus impuestos son 9,5 puntos porcentuales menores que los que deben pagar los empresarios chilenos, después de la reforma tributaria; luego, esas empresas resultan más rentables para ellos que para sus dueños chilenos; y la segunda cosa que los extranjeros saben es que si son expropiados sin un justo pago, ellos pueden recurrir al CIADI, que es un tribunal internacional que hace respetar el derecho de propiedad de los inversionistas extranjeros, instancia a la cual no pueden recurrir los nacionales. Y si el Estado chileno no les paga, nos embargarán el cobre al llegar a puertos extranjeros. Están asegurados.

Entonces, los nacionales saben que sus empresas valen más para los foráneos que para ellos, y se las venden a estos últimos que, por lo mismo, las compran.

¿Qué importancia tienen los dichos y las opiniones de Burgos y Valdés en este contexto? Ninguna. Si alguien se ha tranquilizado con ellas, quiere decir que no sabe nada del Chile actual, de Michelle Bachelet 2.0 “recargada” ni de las masas de gente primaria y destructiva que invade las calles, destruye, saquea y forma la voluble, ignara, superficial, cambiante y vociferante opinión pública nacional.

domingo, 7 de junio de 2015

Incredulidad


          Como corresponde en Chile (no siempre, pero con frecuencia), una noticia realmente importante no ha salido publicada en ningún medio de prensa masivo. A mí me ha llegado por correo electrónico y la creo, porque viene anexada a la misma una fotocopia del inverosímil Oficio 2400/11 de 22.05.15, del Jefe del Estado Mayor del Ejército, General Miguel Muñoz Farías, que comunica lo siguiente a diferentes dependencias de su institución:

          “Solicita a (nombre del destinatario, prudentemente borrado) que en virtud del proyecto de ley que prohíbe el homenaje y/o exaltación de la dictadura cívico-militar se verifique e informe hasta el 05.06.15 de todos aquellos elementos, dependencias, obras pictóricas, placas, monumentos, material u otros que, a su juicio, pudieren ser utilizados o interpretados como contrarios a las normas del mencionado proyecto de ley”.

          Este proyecto de ley es una moción presentada por la diputada comunista Karol Cariola (boletín 9746-17) a fines del año pasado y que castiga con penas de hasta veinte años de presidio y multas de hasta 129 millones de pesos a cualquiera que diga algo bueno o exprese “negacionismo o justificación” del Gobierno Militar (al cual, por otra parte, prohíbe denominarlo así y ordena designarlo como “dictadura cívico-militar”), de sus “perpetradores o colaboradores, tanto civiles como militares”.

          Lo extraordinario e increíble es que esa moción no ha sido aprobada como ley y carece de toda vigencia, no obstante lo cual el Jefe del Estado Mayor del Ejército procede a aplicarla como si hubiera sido promulgada y publicada. Yo creía que, en esta materia, el testimonio máximo de la rendición incondicional del Ejército al comunismo lo representaba el “Nunca Más” de su Comandante en Jefe, general Emilio Cheyre, que en la prensa del 10 de diciembre de 2004 apareció declarando: “El Ejército de Chile tomó la dura pero irreversible decisión de asumir las responsabilidades que como institución le caben en todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado”. Es decir, se echó la culpa de TODO… ¡hasta del atentado del FPMR contra el Presidente Pinochet, en 1986, en que fueron asesinados cinco de sus escoltas!

          Pero no les carguemos la mano a los militares. El 30 de noviembre pasado yo escribí el blog “Todos Son Karol Cariola”, señalando a los distintos referentes que habían, de hecho, ya obedecido lo ordenado por la moción de la diputada comunista, comenzando por RN, que suprimió de su Declaración de Principios un reconocimiento al Gobierno Militar y siguiendo con numerosas personalidades de derecha que demandaban o exteriorizaban similar repudio.

          En ese sentido, el oficio del general Muñoz Farías no es ni siquiera la gota que colma el vaso. E incluso, como “Acta de Rendición Incondicional y Final del Ejército de Chile ante el Comunismo”, adolece de imperfecciones adicionales a la ya citada de dar por vigente una mera moción que no tiene fuerza legal. En efecto, el oficio alude a una “dictadura cívico-militar” que, oficialmente, nunca ha existido en la historia del país. Pues en ninguno de los cuerpos legales imperantes uno podría encontrar un régimen que se denomine así o corresponda a esa designación: a la administración del Presidente Salvador Allende la sucedió la de la Junta Militar, que gobernó entre el 11.09.73 y el 11.03.81; y a este gobierno lo sucedió el del Presidente Augusto Pinochet, que gobernó constitucionalmente desde el 11.03.81 hasta el 11.03.90 y que, acatando el veredicto de las urnas, entregó el poder al Presidente Patricio Aylwin. Como tan pedagógicamente nos enseñó Ricardo Lagos a mediados de los ’80, “ninguna dictadura entrega voluntariamente el poder”, de modo que, como el gobierno de Pinochet lo hizo, no fue una dictadura. Eso es lo que muestra toda la documentación oficial del país. ¿A qué supuesto régimen, entonces, se puede estar refiriendo el Jefe del Estado Mayor del Ejército, si ninguno de nuestra historia oficial figura así?

          Pero en el proceso de desarticulación general que está viviendo Chile sabemos que lo que dice la ley es lo que menos importa. Atravesamos un período caracterizado por el reino de la delincuencia, las huelgas ilegales, el vandalismo impune y reiterado, la noche convertida en día, la desautorización de las fuerzas de orden, la parálisis de las inversiones, la corrupción política generalizada, la prevaricación de los jueces y su consecuencia, el creciente número de presos políticos militares.

En consecuencia, esta caza de brujas del Ejército para borrar de su historia, sin ley que lo autorice, los testimonios y recuerdos de su logro más importante del siglo XX, encuadra adecuadamente en el presente panorama nacional de locura, anarquía y desmoralización.

miércoles, 3 de junio de 2015

Prófugo Por Segunda Vez

          ¿Dónde está Piñera? Tiempo que no sale en el diario. Algunos ingenuos (“Tolerancia Cero”) lo llaman a dar explicaciones por las facturas falsas a SQM, Pampa Calichera, Aguas Andinas y, sobre todo, por haber ordenado a sus ejecutivos de Aguirre y Conca cobrarles a esas empresas sus bonos por desempeño, mientras ellas creían estar haciendo aportes a su campaña de 2009. ¿Qué explicación quieren que dé? “Me querían dar plata para la elección, pero yo la usé para ahorrarme unos pesos”. Mejor no decir nada, irse.

          Lo más notable es que él ¡sube en las encuestas! (ultima CEP). El que fue sorprendido haciendo lo peor fue el que obtuvo el reconocimiento mejor. Una notable explicación la encontré en “El Mostrador” del 2 de junio: “La ciudadanía está acostumbrada a sus manejos ‘truchos’, por lo tanto, no habrá efectos sobre su imagen. Es sólo ‘una más’ en su trayectoria, afirman, y por eso no ha sido golpeado”.

          Fantástico: la mejor manera de tener buena imagen en el escenario político chileno es un prontuario nutrido. De esa manera su titular nunca resultará desprestigiado.

          Por supuesto, difiero completamente de esa explicación. Ella equivale a considerar a los ciudadanos chilenos como un hato de cínicos inescrupulosos, y yo no creo que la mayoría lo sea (aunque una minoría significativa sí). Mi explicación es otra: está en el manejo de los medios de comunicación más importantes. El control que Piñera tiene sobre ellos, me atrevo a decir, no lo ha logrado antes ningún político chileno. Michelle Bachelet y su gente no poseen ni de cerca la injerencia que ejerce el astuto político en el manejo de la prensa, la radio y la televisión.

Examinen ustedes la prensa del domingo, por ejemplo: casi no van a encontrar referencias ni comentarios referidos a las “proezas” de Piñera. En su casi totalidad están volcados a la “precampaña”, las facturas de Giorgio Martelli y las boletas de Peñailillo y cero mención a las de Bancard y las sociedades de Conca y de Aguirre. Y eso que Piñera ha sido el único sorprendido empleando los fondos para su propio beneficio patrimonial, lo que es ciertamente una agravante.

          De hecho, entonces, los medios más masivos han ocultado una parte de la verdad a la opinión pública: la parte que, de ser tan sabida y comentada como la “pre-campaña”, habría menoscabado gravemente la imagen de Piñera.

          Éste, hábilmente, ha guardado silencio. No se sabe dónde está. Es un “prófugo político”, tan  prófugo como lo estuvo en 1982 cuando debió ocultarse para no ser detenido tras el “affaire” del Banco de Talca, donde otras personas que trabajaron con él, como Carlos Massad, lo acusaron de haber comprado el negocio de las tarjetas de Bancard para él, en lugar de haberlo adquirido para el Banco de Talca, como se le había encargado.

          Hay un blog de internet, que Piñera ha intentado infructuosamente suprimir, que constituye una recopilación bastante completa de sus andanzas: https://pineramiente.wordpress.com.

          La tesis de “El Mostrador” es que, como la gente sabe todo eso, una “pasada” más del astuto político no le significa ningún castigo a su imagen. La tesis mía es la contraria: como él consigue que los medios silencien sus andanzas y no hagan de ellas el escándalo que forman cuando otros políticos (o políticas) son sorprendidos, su imagen permanece casi indemne. “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Los ojos de la opinión pública no ven lo que hace Piñera, que se las arregla para mostrar la cara que él quiere que la gente vea, luego, el corazón de la gente no siente lo que sentiría si supiera toda la verdad. En cambio, la gente sí está saturada de información sobre los deslices de otros políticos, se horroriza ante ellos y la imagen de ellos se ve irremisiblemente castigada. Por eso bajan en las encuestas y Piñera sube, aunque haya hecho cosas peores.

          Si no me han entendido, doy un solo ejemplo: en mi no corta vida nunca había visto darse vuelta a una mayoría en la Cámara en favor de una misma persona, dejando al propio sector con un palmo de narices. En el último lustro lo he visto dos veces, la más reciente hace pocas semanas. Ambas en favor de Sebastián Piñera. “Y nadie dijo nada… nadie dijo nada…” Salvo este blog, naturalmente. ¿Entiende de qué estoy hablando?  

lunes, 1 de junio de 2015

"Seamos Honestos"

Los chilenos decimos frecuentemente “seamos honestos” o “voy a ser muy honesto contigo”, estableciendo inconscientemente una presunción de que antes y después de decir eso no han  sido ni serán honestos.

Bueno, hoy tengo que decir que, “honestamente”, hacía muchos años que no veía a la derecha ganarle la batalla publicitaria a la izquierda, que es lo que precisamente está sucediendo ahora.
¿Es que esta última ha perdido sus habilidades? Pienso que sí. Están arrinconados y acusándose mutuamente por lo de la pre-campaña y si Michelle Bachelet sabía o no. ¡Por supuesto que sabía! ¿Cómo no iba a saber si en 2012 ella encabezaba todas las encuestas, cuando se trataba de posibles figuras presidenciales? Pero ella desempeñaba un cargo que le prohibía desarrollar cualquier actividad política. Entonces, cuando los izquierdistas de acá la iban a ver a Nueva York y le decían que estaba a la cabeza en las encuestas, ella les respondía que no podía involucrarse en ninguna campaña hasta que dejara el cargo en 2013 y que lo que hicieran era cosa de ellos, y entonces les cerraba un ojo.

En consecuencia, ellos empezaron a recorrer empresas para conseguir fondos y armar un equipo de campaña, porque nadie, pero absolutamente nadie en Chile dudaba de que una persona que iba muy lejos adelante entre los presidenciables iba a terminar siendo candidata.

        Eso lo sabíamos todos y también las empresas a las cuales el agente organizador de la campaña, Giorgio Martelli, les pedía plata. Esas empresas no querían quedar mal con ella y, sobre todo, daban dinero porque no sabían que había una Michelle 2.0 revolucionaria y muy distinta de la Michelle 1.0 que habían conocido entre 2006 y 2010. Menos podían anticipar que a estas alturas y tras un año y algo más de gobierno ella iba a tener al país completamente desarticulado, como lo está. Y entonces giraban plata con gusto a Giorgio Martelli contra facturas truchas, como se había hechos siempre (“seamos honestos”) y éste las usaba para armar los equipos con la gente de confianza de la ex presidenta, empezando con su hijo político Rodrigo Peñailillo, que a su turno le extendían boletas por lo recibido, para que pudiera cuadrar su contabilidad. Y también les pagaba celulares y viajes a Nueva York a conversar con la no-candidata y consultarle ideas, mientras ella les daba sus opiniones pero les decía que no podía involucrarse en política porque su cargo se lo impedía (y les cerraba un ojo). Todo obvio y, salvo por las facturas y boletas, ni siquiera venial.

        Pero el mayor triunfo publicitario de la derecha ha consistido en hacer “pasar piola” algo mucho peor que lo obrado por Martelli y su gente, como lo ha sido la “piñericosa mayor” del último tiempo: haber pedido dinero para su campaña de 2009 y no utilizarlo en ella, sino para pagar remuneraciones a los ejecutivos de una de sus empresas, Chilevisión. Como ha dicho el senador Alejandro Guillier, “ésta debe ser una de las peores cosas que he escuchado en el último tiempo”. Y, sin embargo, ha sido muy poco destacada. Revisen los diarios de ayer y están dedicados a azotar a Bachelet y su entorno por la pre-campaña, con varios DC y socialistas a la cabeza de las críticas, y sin ninguna mención al impresentable birlibirloque de Piñera, agravado por su propia explicación de que los pagos al director de Chilevisón, de Aguirre, eran por una supuesta asesoría pactada con Bancard, que éste negó, y que en todo caso no eran pagadas por Bancard, sino por SQM, Pampa Calichera, Aguas Andinas e Inversiones Iligüe.

        Piñera ha hecho bien en autoexiliarse, porque no sólo ha sido sorprendido empleando fondos de campaña para beneficiarse pecuniariamente (lo que de paso desmiente a Genaro Arriagada, quien, en “El Mercurio” de ayer, declaró que, por lo menos, todos estos fondos de las boletas y facturas falsas  no habían sido para enriquecimiento personal), sino que además resulta agravado porque mediante el mismo método impresentable se financió la remuneración de otro ejecutivo de Chilevisión, Mario Conca; y, en fin, por el hecho de que todo ello alteró la contabilidad de Chilevisión para los efectos de su valorización como firma e hizo subir el precio que por ella pagó después Time Warner, cuando la adquirió de Piñera.

        “Seamos honestos”: reconozcamos que en esta pasada publicitaria la derecha le están dando un paliza a la izquierda, teniendo peores culpas que ella. Después de haber sido tantas veces humillada por ésta en relación al Gobierno Militar, a la verdad histórica, a la aplicación de las leyes penales y a las responsabilidades por la violencia política en Chile, es una revancha.

        ¡Se dio vuelta la tortilla! Bachelet al cadalso, Piñera piola. ¿Quién lo iba a creer? Pero "lo estás viendo, está pasando”, como dicen en CNN.