CAPÍTULO II (PRIMERA PARTE)
CAPÍTULO II
1974: Un año en que la Junta “se dejó estar”
Procesos de la FACH
En los primeros
meses del año culminan los llamados “procesos de la FACH”, donde se investiga
la acción subversiva dentro de esa rama uniformada, que parecía haber sido la
más penetrada por la conspiración de extrema izquierda, incluso más que la
Armada, que antes del 11 de septiembre de 1973 había iniciado un sumario
interno que afectó durante largos años a dirigentes de extrema izquierda
inculpados de promover actos de insubordinación entre la marinería y la
suboficialidad.
En
la Fuerza Aérea el compromiso subversivo resultó ser más profundo y extenso que
en la Armada. Un agudo periodista democratacristiano, Ricardo Boizard, que
escribía bajo el seudónimo de Picotón,
publicó en 1974 un libro basado en los procesos de la FACH que tuvo amplia
repercusión: Proceso a Una Traición, basado
en las miles de fojas del expediente.
Reproducidas
ampliamente en el texto las declaraciones ante la Justicia Militar, resultaron
comprometidos oficiales como el comandante Ernesto Galaz, el capitán Raúl
Vergara y el general Alberto Bachelet, quien a la vez estaba a cargo de la
Secretaría de Distribución del gobierno de Allende, oficina en que también
trabajaba el capitán Vergara.
El
centro físico de la conspiración estuvo radicado en las oficinas de la
Vicepresidencia del Banco del Estado, cuyo titular era el abogado socialista
Carlos Lazo Frías.
En
sus declaraciones en el proceso, Galaz y Bachelet negaron siquiera conocer a
Lazo, pero los testimonios del personal del banco, como Gustavo Eduardo Ibarra,
secretario de Lazo; de la funcionaria con diez años de antigüedad Patricia
Leiva, de Matilde Bravo y Luis Rubén Acuña fueron contestes en que ambos eran
asiduos concurrentes a reuniones en la oficina de Lazo junto a un cuarteto de
cubanos y a otras donde acudían los parlamentarios socialistas Adonis Sepúlveda,
Eric Schnake, Ariel Ulloa, Carlos Altamirano y Clodomiro Almeyda, con la ocasional
participación del subdirector de Investigaciones comunista, Carlos Toro.
El
Consejo de Guerra respectivo comprobó abundantes y cuantiosos manejos de dinero
por parte de Lazo en connivencia con los demás concurrentes uniformados y
políticos a sus oficinas y, finalmente, el plan completo fue conocido hasta en sus
menores detalles, en particular en cuanto a la concertación con el MIR para
preparar el copamiento de las principales bases de la Fuerza Aérea.
Como
un detalle anecdótico documental se reveló en el proceso que un ejemplar del
controvertido Plan Z de toma del
poder por la UP, descrito en el capítulo precedente, fue hallado en la oficina
del general Bachelet.
Este
último, estando preso en la cárcel pública y ya encargado reo, sufrió un
infarto provocado por la práctica del básquetbol, deporte contraindicado para
su condición cardíaca. Su muerte por esa causa fue atestiguada por el ex senador
socialista Eric Schnake, preso junto a él, en entrevista al semanario Qué Pasa de 26 de noviembre de 2006, no
obstante lo cual la justicia de izquierda, ya en el siglo XXI, transformó la causa del deceso en “asesinato como
consecuencia de torturas”.
El
comandante Galaz y el capitán Vergara fueron inicialmente condenados a muerte
por el Consejo de Guerra de la FACH, pero posteriormente se les conmutó esa
pena por la de extrañamiento y viajaron al exterior. En el primer gobierno de
Michelle Bachelet (2006-2010), ya ambos aviadores ampliamente rehabilitados e indemnizados,
Raúl Vergara fue subsecretario de Aviación durante todo el período.
La
lectura completa de las declaraciones de los comprometidos en la conspiración
contra la FACH deja la impresión de propósitos bastante anárquicos, pero no por
eso menos violentos, que si hubieran prosperado habrían costado muchas vidas de
efectivos, suboficiales y oficiales de la rama aérea y, por cierto, de los
civiles combatientes que prometía aportar el MIR.
Espaldarazo democratacristiano
Iniciándose
1974 la Junta seguía gozando de amplio respaldo interno. Comenzando el año su
Presidente recibió un importante apoyo del principal partido político, el
Demócrata Cristiano, y varios consejos de su parte.
Se trataba de
una carta de once carillas, fechada en enero de 1974 y firmada por el entonces
presidente de la colectividad, ex senador Patricio Aylwin. Según se publicó en La Tercera del 4 de julio de 1999,
página seis, le comunicaba a la Junta “la disposición de los
democratacristianos a colaborar lealmente con el régimen militar”. La misiva
también está rubricada por el ex primer vicepresidente de la DC, Osvaldo
Olguín y continuaba así:
“Escribimos
esta carta luego de largo meditar, impulsados únicamente por lo que creemos un
deber patriótico de leal cooperación.
“Queremos
exponer francamente al gobierno, en forma privada pero oficial, el pensamiento
de los demócratacristianos en la actual etapa de Chile. Lo hacemos con el
propósito de cooperar constructivamente al mejor éxito de la difícil tarea de
reconstrucción nacional en que, con patriotismo y honestidad, está empeñada la
Junta de Gobierno”, dice el segundo párrafo de la carta.
El
diario ilustra la situación que vivía el partido: “En aquella época, varios
personeros de la DC trabajaban para el régimen militar, pero en cargos
técnicos, como (…) Juan Villarzú, quien fue nombrado Director de Presupuestos.
Asimismo, el ahora presidente del Banco Central y también ex ministro de
Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Carlos Massad, formó parte del equipo económico de la
Junta”.
Más
adelante, en la carta, Aylwin señala: “Hemos reconocido pública y privadamente
el apoyo que merecen los patrióticos fines de unidad nacional y reconstrucción
de Chile que persiguen las Fuerzas Armadas. Tenemos derecho a ser creídos
cuando hemos dicho que queremos para el actual gobierno el mayor éxito en su
dura y difícil tarea de restaurar la institucionalidad democrática”.
En
seguida Aylwin se refiere al período en que los militares deberían estar en el
poder: “Hay vicios, abusos y desviaciones de que los chilenos debemos
liberarnos para que nuestra patria pueda volver a la normalidad. Tal labor,
aunque por su naturaleza no puede prolongarse indefinidamente, necesita tiempo.
Sería un error constreñirla a un plazo muy breve. Debe durar el lapso necesario
para crear las condiciones de seguridad, orden, respeto mutuo y estabilidad
indispensable para una convivencia normal”.
Aylwin
muestra preocupación por la campaña de desprestigio de la DC: “Existe una
campaña sistemática y malévola contra los demócratacristianos. Toda clase de
rumores maliciosos y falsos, destinados a desprestigiarnos, se lanzan contra
nosotros, circulan en sectores del Gobierno o vinculados a él y llegan hasta
los mismos cuarteles”.
A raíz de ello
le pide al Presidente de la Junta permitir que su colectividad siga funcionando
en forma privada: ‘Estamos seguros que la inactividad absoluta de los sectores
democráticos facilita la acción clandestina de los grupos marxistas. Sin
orientación emanada de sus dirigentes, nuestras bases militantes quedan a
merced de los rumores, engaños y aun infiltraciones de que puedan ser objeto’”.
Pero
en la misma carta Aylwin expresa preocupación por los derechos humanos de los
adversarios del régimen: “El castigo de conductas no definidas como delitos por
la ley vigente al tiempo en que tuvieron lugar, la aplicación de penas por
hechos no probados, el ejercicio de funciones judiciales por funcionarios u
órganos distintos de los tribunales previamente establecidos, la privación a los
acusados de la posibilidad real de defenderse adecuadamente, la prisión
preventiva por tiempo indefinido de personas que no son puestas a disposición
del tribunal competente, el empleo de presiones morales o físicas para lograr
confesiones, son hechos que importan denegación de justicia y grave violación
de derechos humanos” (1).
Declaración de Principios
El 11 de marzo
de 1974 la Junta Promulgó la Declaración
de Principios del Gobierno de Chile, que Pinochet venía pidiendo a sus
asesores desde noviembre del año anterior. Comúnmente se atribuye a Jaime
Guzmán el texto, pero la verdad fue que provino de los economistas Ernesto
Silva Bafalluy, Juan Carlos Méndez y Miguel Kast, quienes, según refiere
Roberto Kelly, presentaron un texto que hacía hincapié en la “subsidiariedad
del Estado”, al tiempo que el Comité
Asesor militar, de tendencia más dirigista, había presentado otro de 18
páginas que no tenía línea política y creaba, según Kelly, “una confusión
tremenda entre la libertad económica y el control estatal. La verdad es que
ellos querían controlar todo. Y no sólo querían continuar con el control de
precios, sino que además propusieron desarrollar algunas industrias
sustitutivas de importaciones”.
En
definitiva, el texto final de la Declaración
de Principios fue redactado por Jaime Guzmán a partir de esos dos proyectos
contradictorios entre sí, el de los economistas de Odeplan (Roberto Kelly) y el
de los militares del Comité Asesor
(coronel Julio Canessa). Guzmán, en el fondo, los depuró y, obviamente, se
inclinó más en favor de la postura liberal de los primeros, que, sin embargo,
no quedaron contentos con las “concesiones populistas” que no pudo menos de
contener el texto final entregado por Guzmán, en favor de los segundos.
Pero
los cinco principios instalados al comienzo del documento son lo principal y bastan para
garantizar que Chile fuera una sociedad libre:
I.
El
Hombre tiene derechos naturales y superiores al Estado.
II.
El
Estado debe estar al servicio de la persona y no al revés.
III.
El
fin del Estado es el bien común general.
IV.
El
bien común exige respetar el principio de subsidiariedad.
V. El
respaldo al principio de subsidiariedad supone la aceptación del derecho de
propiedad privada y de la libre iniciativa en el campo económico.
Ahí estaba el
meollo del asunto. Las posteriores concesiones en la docena de páginas del
documento eran consideradas por el grupo encargado de las políticas económicas
y sociales como “retóricas”, aunque no estaba en desacuerdo con ellas: “1.
Hacer de Chile una gran nación; 2. Planificación nacional y proyecto nacional.
3. Gobierno autoritario, impersonal y justo. 4. Valores y estilo de un gobierno
nacionalista. 5. Orden jurídico respetuoso de los derechos humanos. 6. Nueva y
moderna institucionalidad.”
Parafraseando
a Margaret Thatcher, consideraban esta parte como necesaria para el “consenso”,
pero éste era concebido como un conjunto de “conceptos que a nadie le importan
mucho pero que nadie objeta”.
Designaciones ministeriales y diplomáticas
El gabinete
sufrió dos cambios, pues el general Óscar Bonilla fue reemplazado en Interior
por el general César Raúl Benavides y pasó a la cartera de Defensa; y el coronel
Pedro Ewing fue reemplazado en la Secretaría General de Gobierno por el general
Hernán Béjares. Después, en marzo de 1975, a raíz del accidente en helicóptero
que costó la vida al general Oscar Bonilla, en Defensa fue nombrado el general
Herman Brady. Antes, en Educación Pública el civil José Navarro había sido
sustituido por el almirante Hugo Castro.
También hubo
designaciones diplomáticas de importancia: entre los embajadores, René Rojas
Galdames fue trasladado de El Vaticano a Argentina; el almirante (r) Hernán
Cubillos Leiva fue a Brasil; el almirante (r) Kaare Olsen a Gran Bretaña; el
general de Aviación Walter Heitmann a los Estados Unidos; el general de
Aviación Máximo Errázuriz al Perú; el general y ex ministro Minería de Allende
y de Economía de la Junta, Rolando González, a Paraguay; el ex ministro de
Educación José Navarro a Costa Rica; el diplomático Augusto Marambio a la
India; el también diplomático Raúl Elgueta a Uruguay y el abogado Héctor Riesle
a El Vaticano.
Asimismo,
diversas personalidades públicas recibieron agregadurías culturales: el ex
diputado Maximiano Errázuriz en Suiza; la ex diputada Silvia Pinto en los
Estados Unidos; la periodista Lucía Gevert en Alemania, donde después sería
embajadora; el ex director DC de Televisión Nacional, Jorge Navarrete, fue a
Gran Bretaña (volvería a la dirección de TVN bajo Aylwin) (2).
Preocupación por los derechos de las personas
La Junta
advirtió prontamente que si bien el desafío armado del enemigo interno era
grave y debía combatirse, la tarea de demonización mundial de su labor por
parte del Departamento de
Desinformatsiya del KGB soviético,
con la complicidad del izquierdismo occidental, era demoledora y generosamente
financiada.
Los viajeros
democratacristianos que habían partido a Europa a defender la acción de los
militares volvieron con la impresión de que la marea del desprestigio era
incontenible (y eso mismo comenzó a influir para que la DC reconsiderara su
apoyo inicial al Gobierno Militar: junto a éste ya parecía no calentar el sol).
El régimen
tomó conciencia de que, no sólo por consideraciones éticas, sino por requerirlo
su buen nombre internacional, el combate a la subversión armada debía
encuadrarse en la legalidad. Así, la Circular N°1 de la Junta, de 7 de enero de
1974, que dictó “normas de conducta en procedimientos (que) empleen Fuerzas
Armadas y Carabineros” divulgó a todas las unidades el documento “Junta de
Gobierno. Casa Militar N° 586. Santiago, 23 de noviembre de 1973. CIRCULAR PARA
SER LEÍDA A TODOS LOS ESCALONES DEL MANDO DE LA FUERZAS ARMADAS Y CARABINEROS”.
Decía, en parte:
“1.
El Gobierno de la Nación, a partir del 11 de septiembre, decretó el ‘Estado de
Guerra Interna’ y mantiene el territorio nacional en ‘Estado de Sitio’, a fin
de facilitar el desarrollo de las operaciones contra las fuerzas marxistas que
hasta esa fecha estaban destruyendo los recursos y valores fundamentales de nuestra
Patria, fuerzas que todavía no han sido aniquiladas y que desde la
clandestinidad y con la ayuda de núcleos foráneos afines tratan de
reorganizarse (…)
“2.
Paralelamente con estas fuerzas extremistas existen sectores de los partidos
políticos hoy en receso, que fueron opositores al Gobierno de la U. P., que
tratan de llevar adelante una lenta, silenciosa y penetrante acción para
impedir el rápido avance de la acción restauradora nacional de la Junta de
Gobierno (…)
“3. Ambas
fuerzas opositoras buscan afianzar sus posiciones volcando a su favor la
opinión pública (…)
“4. Estas
consideraciones tienen una gran repercusión en la labor que a diario están
cumpliendo las FF. AA. y Carabineros (…)
“5. En
consecuencia es absolutamente necesario que los Altos Mandos de las FF. AA. y
Carabineros orienten la acción de sus mandos subalternos de acuerdo a la
siguiente política general:
“a. Las
acciones contra fuerzas extremistas, cualquiera sea su magnitud, deben
conducirse con energía y decisión, buscando el aniquilamiento de estos núcleos.
“b. Los
allanamientos y detenciones de personas deben ser ejecutados con oportunidad y
firmeza, pero con órdenes de autoridades competentes que aseguren un
procedimiento que en ningún caso
desprestigie la sacrificada y patriótica labor que están cumpliendo las FF. AA.
y Carabineros y que no pueden ser comparadas o confundidas con acciones de
extremistas que tanto daño causan a la tranquilidad de la población.
“c. El
tratamiento de los detenidos debe también ser consecuente con la peligrosidad y
grado de comprometimiento comprobado del detenido, ya que es lógico que ocurra
que por el gran número de procesos que se substancia, se procede a detener a
muchas personas que al no comprobárseles implicancia en dichos procesos son
puestas en libertad y de todo punto es inconveniente que esas personas, por el
trato que se les ha dado, salgan con espíritu de venganza y por lo tanto puedan
transformarse en futuros extremistas.
“d. La acción
de la FF. AA. y Carabineros en los diferentes cargos públicos que sus
integrantes están ocupando, debe caracterizarse por una honestidad a toda
prueba, para que así la Historia asigne estas características como una de las
más importantes de nuestra etapa de Gobierno.
“e. Los
miembros de la FF. AA. y Carabineros deben actuar en forma ejemplarizadora en
cumplimiento de las normas que dictan los Jefes de la Zonas en Estado de Sitio,
en especial en lo referente al respeto a la hora de queda en todo el territorio
nacional (…)
“6. La
presente circular será leída y comentada en el más breve plazo a todos los
miembros de las FF. AA. y Carabineros” (3).
Reiteración de normas éticas
La Circular N° 3
de la Casa Militar de la Junta volvió a insistir en la corrección de los
procedimientos “para evitar abusos de autoridad que sólo contribuyen a
desprestigiar la patriótica labor de nuestras FF. AA y Carabineros, en la tarea
de reconstrucción de la Patria y de la familia chilena”, y señala:
“2.
Estamos en un ‘Estado de Guerra Interna’, donde, si bien es cierto, se ganó la
primera batalla para tomar el control del país, y se logró además, la
desorganización y serio debilitamiento del adversario, sin embargo, no se ha
logrado aún eliminar su capacidad de lucha (…)
“3.
Este ‘Estado de Guerra’ (…) no puede ni debe caracterizarse por actos
inhumanos que tengan que ocultarse a la ciudadanía y que sólo engendran una
reacción de violencia, de odios y de venganza (…) (subrayado
en el original).
“6.a.
La actitud de la FF. AA., y Carabineros para cualquier chileno o extranjero que
sea sorprendido empuñando las armas, en actos criminales contra las tropas y
población civil o sabotajes que afecten a nuestras fuerzas o a la población
civil, debe estar orientada al aniquilamiento en combate de estos extremistas o
violentistas o por medio del procedimiento judicial más rápido, si se han
rendido (…)
“6.e.
La detención de personas debe efectuarse bajo una orden clara de la autoridad y
sólo puede ser ejecutada por organismos responsables.
“6.f.
Deben continuar cumpliéndose en forma estricta las disposiciones impartidas en
lo referido a la prohibición de utilizar tratamientos inhumanos en los
interrogatorios a las personas detenidas y muy especialmente la eliminación de
personas, cuyas circunstancias no puedan ser claramente explicadas tanto a sus
familiares como a la opinión pública.
“6.g.
El concepto de ‘mano dura’ no autoriza el empleo de procedimientos
desterrados de la civilización, la mano dura es más bien una ‘mano justa’
para interpretar mejor el espíritu de la Junta de Gobierno en la conducción de
nuestro país.
“7. El
Presidente de la Junta de Gobierno espera la comprensión de todos los mandos de
la Fuerzas Armadas y Carabineros de la importancia y trascendencia que las
disposiciones impartidas tienen en la reconstrucción de nuestro país, ya que en
la medida que ellas se cumplan, se
alejarán las posibilidades de realización de actos subversivos como reacciones
a nuestras medidas y que tan nefastas consecuencias tienen en la vida nacional”
(4).
Tratamiento de detenidos
La Circular Confidencial
N° 220 del Ministerio del Interior de 25 de enero de 1974 no sólo se refirió a
la detención de personas sino que explicó el andamiaje jurídico sobre el cual
se desenvolvía la Junta, que estaba contenido en el decreto ley N° 228 y daba
instrucciones para su cumplimiento, en los siguientes términos:
“INSTRUCCIONES
PARA EL CUMPLIMIENTO DEL DECRETO LEY N°228:
“1)
Constitución Política del Estado, artículo 72, N° 17, que concede al Presidente
de la República la facultad de trasladar a las personas de un Departamento a
otro, y la de arrestarlas en sus propias casas y en lugares que no sean
cárceles ni otros destinados a la detención o prisión de reos comunes.
“2)
Decreto Ley N° 228 de 24 de diciembre de 1973, publicado en el Diario Oficial
del 3 de enero de 1974, artículo 1°, que establece que todas la atribuciones
conferidas por el artículo 72, N° 17, inciso tercero de la Constitución
Política del Estado al Presidente de la República por la declaración del Estado
de Sitio, serán ejercidas por la Junta de Gobierno por medio de Decretos
Supremos firmados por el Ministro del Interior, con la fórmula ‘Por orden de la
Junta’ (…)
“B)
EN CONSECUENCIA, ESTE MINISTERIO DISPONE:
“1)
La detención de personas en uso de las facultades del Estado de Sitio es única
y exclusivamente privativa de la Junta Militar de Gobierno y se ejercerá a
través de Decretos del Ministerio del Interior.
“2)
La detención de personas por la Justicia Militar sólo puede llevarse a efecto
en virtud de una orden emanada de un Tribunal competente y de acuerdo a las
normas legales vigentes.
“3)
Ninguna autoridad está autorizada para practicar detenciones al margen de las
presentes disposiciones; lo mismo se aplica respecto a los Servicios de
Inteligencia Militar de cualquiera institución, que también deberán someterse a
tales normas. Lo expresado es sin perjuicio de órdenes dispuestas por la
autoridad competente y en los casos en que la Ley Penal autorice la detención
respecto de personas sorprendidas in fraganti.
“4.
Si por razones de urgencia la autoridad militar o administrativa tuviera que
arrestar personas en uso de la facultad constitucional, sin la dictación de un
Decreto previo, deberá comunicarlo a la brevedad posible y en el plazo máximo
de 72 hora al Ministerio de Defensa Nacional, a fin de que esa secretaría de
Estado por intermedio de S.E.N.D.E. (Secretaría Ejecutiva Nacional de
Detenidos) haga llegar tal comunicación al Ministerio del Interior para su
resolución final, manteniéndose el arresto durante el trámite. En esta comunicación
se indicará la individualización completa del detenido, el lugar de detención,
las causas o motivos que la justifiquen y el tiempo de duración del arresto que
proponen. (…)
“6.
El Ministerio de Defensa dispondrá que todos los C.A.J.S.I. (Comandantes de Área
Jurisdiccional de Seguridad Interior) envíen una lista completa de las personas
que se encuentren detenidas a la fecha, conforme a esta facultad
constitucional, indicando la fecha en que fueron detenidas. Esta lista deberán
enviarla al Ministerio de Defensa Nacional en el plazo de diez días después de
recibidas las instrucciones que ese Ministerio disponga, las que se harán
llegar por intermedio de la Secretaría Ejecutiva Nacional de Detenidos, al
Ministerio del Interior (5).
Trato a las personas y lenguaje
El
15 de febrero de 1974 el general Félix González Acevedo, General Director
Subrogante, distribuyó en todas las unidades del Cuerpo de Carabineros una
Circular en la cual decía, entre otras cosas, “para ejercer eficientemente el
principio de autoridad, es necesario que él se encuadre dentro de los marcos de
la legalidad, en caso contrario, pasaría a ser arbitraria”.
Asimismo,
recomienda el cuidado en el lenguaje empleado: “Si se toma en consideración que
el lenguaje procaz produce reacciones altamente negativas y, muchas veces, con
consecuencias funestas, con mayor razón el empleo de la fuerza física en forma
inadecuada, injusta e infundada, al margen de las atribuciones que la ley
confiere al que hace uso de ella, puede provocar otras reacciones mucho más
violentas que las anteriores y con consecuencias también de mayor gravedad”
(6).
El ministro de
Economía, Fernando Léniz le expuso a la Junta la dificultad de obtener créditos
externos a raíz de las acusaciones de violaciones a los derechos humanos. Había
viajado a los Estados Unidos y captado el ambiente allá hacia Chile, y se lo
dijo a la Junta de Gobierno:
“Traté de
averiguar si después de arreglado el problema de los derechos humanos nos van a
empezar a presionar por otros problemas. Pero los otros no se comparan con el
daño y la presión que nos causa el de los derechos humanos. En mi opinión, es
conveniente tener esta visión sobre las opiniones en el extranjero sobre
nuestro país, pues considero que debemos tener una visión muy objetiva de los
hechos. El hecho de la conspiración comunista existe. No hay duda alguna. Pero
no nos equivoquemos. No todo es conspiración. Es evidente que hay algo más”
(7).
Denuncias de torturas
Pero la
izquierda mundial fue activa para acusar a la Junta Militar chilena de torturas
a los presos en la lucha antisubversiva y promovió denuncias ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos.
La tortura se había practicado siempre en
Chile por las policías políticas y también las no políticas, pero como hasta
mediados de los ’60 no había una amenaza terrorista y subversiva de
significación, los casos eran pocos.
Cuando apareció el MIR bajo Frei Montalva la
amenaza terrorista se hizo patente y la policía política se activó y detuvo a
no pocos subversivos. Ahí la izquierda se ciñó a su libreto y acusó:
“¡torturas!”. Entonces los abogados de izquierda –entre ellos Ricardo Lagos
Escobar-- acusaron ante la Corte Suprema a Frei Montalva de permitirlas. Hubo
un Informe de 71 páginas publicado en “Punto Final” de 30 de agosto de 1970
relatando atrocidades.
Después el gobierno de la UP, que no
confrontaba un terrorismo subversivo sino que lo patrocinaba, a su vez torturó
a muchos opositores que apresaba por razones políticas, incluidos dos diputados
elegidos junto conmigo en marzo de 1973, Maximiano Errázuriz y Juan Luis Ossa.
De ahí que en la letra g) del Acuerdo de la Cámara de 22 de agosto de 1973
llamando a deponer a Allende se acusara a su régimen de “flagelaciones y
torturas”.
Ya antes, en 1970, a
los derechistas presos en el caso Schneider los torturaron salvajemente,
primero la policía de Frei y después la de Allende, tanto que en la revista Portada N°16 del mes de noviembre de
1970 sugeríamos legalizar la tortura, como se ha hecho en Israel y Estados
Unidos (waterboarding).
Después, en 1973,
cuando los militares se encontraron ante más de veinte mil guerrilleros,
llamaron a 80 detectives de Investigaciones para los interrogatorios. Uno de
ellos, Sergio Rivas, entrevistado por El
Mercurio del 21 de noviembre de 2004, dice que interrogó en Londres 38,
lugar de detención, pero no aplicó torturas, aunque había elementos eléctricos:
“¿Escuchó gritos de dolor?
“En Londres, no. (…) tampoco allí vi cosas
terribles”.
Pero la propaganda de izquierda dijo otra
cosa y Londres 38 ha pasado a ser hoy “la casa del horror”.
Pues como el Departamento de Desinformatsiya del KGB
divulgaba por el mundo “las torturas” en Chile, la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos envió una delegación en 1974 a investigar, y “de 109 casos (…)
sólo 19 declaran haber recibido golpizas en los últimos tiempos y de éstas sólo
tres pueden mostrar señales en sus cuerpos que podrían ser causadas por esa
clase de malos tratos” (8).
La hora del derecho
Había civiles a
los que se les había quitado el miedo al extremismo y otros a los que todavía
no. Cuando aún no se le había quitado a ninguno (que fue cuando se produjo
cerca del 55 % del total de muertes de 1973-90, es decir, entre el 11 de
septiembre y el 31 de diciembre de 1973) el presidente del PDC y ex senador
Patricio Aylwin defendía el quehacer de los militares y se negaba a condenarlos
“desde detrás de un escritorio”, como hemos visto en el capítulo anterior.
Pero
pasó el tiempo y también el miedo suyo fue pasando, pero el de otros no. En
enero de 1974 Aylwin refiere que sucedió lo siguiente:
“Recuerdo
que en esos días –debe haber sido a comienzos de enero— viví una experiencia
que me resultó muy desalentadora y aumentó mi pesimismo. Don Armando Silva Henríquez,
ministro de la Corte Suprema y hermano del Cardenal, me invitó a su casa a
conversar con su colega de Tribunal don Rafael Retamal. Don Armando estaba muy
preocupado por la actitud de la Justicia de mantener cerrados los ojos ante lo
que estaba ocurriendo y tal vez que yo podría, informando a don Rafael de lo
que sabíamos, inducirlo a que jugara su gran prestigio en el seno del Tribunal
para que éste ejerciera sus atribuciones constitucionales en resguardo de la
libertad y los derechos de las personas. Fue para mí muy desilusionante que don
Rafael –a quien admiraba mucho y que años después jugó un papel digno y
valeroso en el seno de su Tribunal y como presidente del mismo--, luego de oír
mi relación y mis alegaciones, me contestara más o menos lo siguiente: ‘Mire,
Patricio, los extremistas nos iban a matar a todos. Ante esta realidad, dejemos
que los militares hagan la parte sucia, después llegará la hora del derecho’”
(9).
En
realidad, poco antes y todavía bajo la UP, ante una turba que vociferaba contra
la Corte Suprema frente al Palacio de los Tribunales, el Intendente de
Santiago, Jaime Faivovich, había proclamado que era explicable querer “masacrar
a todos estos viejos momios”, pero que, por el momento, no convenía hacerlo.
El caso Silberman
El estudio
objetivo de los hechos acontecidos en los primeros tiempos del Gobierno Militar
lleva a grandes sorpresas que se hacen fuego con la imagen proclamada y
divulgada en todo el mundo por el KGB soviético. Hemos visto la reiteración de
normas de la Junta y su Presidente dirigidas a respetar los derechos de las
personas en la guerra antisubversiva, sin embargo sucedieron hechos que
contradijeron esas normas.
Un
caso muy especial fue el de David Silberman, que podría ser propio de un thriller sobre la Guerra Fría. El
capítulo IV de un libro sobre personas detenidas-desaparecidas, Detenidos Desaparecidos: Una Herida Abierta,
de Patricia Verdugo y Claudio Orrego, está dedicado a él (10).
El
caso de esta persona se originó en la localidad de Calama, donde funcionó un
Tribunal en Tiempo de Guerra que condenó a diversos personajes del gobierno
caído a variadas penas y, en particular, al gerente general de Cobrechuqui,
David Silberman, de filiación comunista, a la de trece años de presidio,
compuesta de diez años por transgresiones a la Ley de Seguridad Interior del
Estado y tres años por infracciones a la Ley de Control de Armas.
Cumplía su
condena en la cárcel de Calama cuando sucedieron dos hechos extraordinarios:
irrumpieron en dicho penal, sin orden superior, varios oficiales de Ejército de
la comitiva del general Arellano, quienes, por sí y ante sí y sin conocimiento
de Arellano, que en esos momentos visitaba la fábrica de explosivos Dupont,
sustrajeron de la cárcel a 26 presos y les dieron muerte en un sitio desértico
cercano. Hemos aludido a ese caso en el capítulo anterior.
De esa aciaga
suerte se libró providencialmente David Silberman, por haber sido poco antes
trasladado a Santiago y, de manera impensada, haber salvado así su vida.
Quedó
entonces preso en la Penitenciaría cumpliendo su condena y allí lo visitaba su
cónyuge, Mariana Abarzúa, en los días de visita. Pero el 5 de octubre ella fue
informada de que su marido había sido sacado en la víspera por un oficial de
Ejército. Fueron inútiles sus esfuerzos por saber adónde había sido conducido.
El
Informe Rettig atribuye a la DINA la
sustracción de Silberman y su posterior desaparición. Pero, según el libro de
Verdugo y Orrego, éste, militante comunista, fue sacado de la Penitenciaría por
el ‘archienemigo’ del PC, el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), de
acuerdo a los siguientes antecedentes: 1) en un enfrentamiento murió el mirista
Claudio Rodríguez (alias “Lautaro”) y se encontró documentos que permitieron el
allanamiento en la casa del mirista Alejandro de la Barra; 2) En la casa de
este último se encontró una TIFA (tarjeta de identificación de las Fuerzas Armadas) a nombre de ‘teniente Alejandro Quinteros
Romo’, con el número 245-03. Esta TIFA tenía la foto de Rodríguez (“Lautaro”); y 3) Esto demostraba que fue
Rodríguez, con individualización militar falsa, quien había sacado a Liberman
de la Penitenciaría” (11).
El
Informe Rettig dice que eso no fue
posible, porque Rodríguez había sido muerto el 30 de septiembre en un combate
con fuerzas de la DINA, pero en su libro “La Verdad Histórica II:
¿Desaparecidos?” el ex director de la DINA, Manuel Contreras, prueba, con
reproducciones de La Tercera de 4 de
noviembre de 1974, que el día anterior, el 3, Claudio Rodríguez había caído en
un combate con elementos de la DINA en Av. Bilbao. Es decir, no pudo haber muerto el 30 de septiembre.
Contreras
señala que Interpol de Argentina comunicó a Interpol de Chile, mediante Mensaje
Postal Condensado N° 222-75 de 30 de mayo de 1975, la muerte mediante un
explosivo en Buenos Aires de David Silberman (12).
Según
esta versión, el ex gerente de Chuquicamata ocultó en la misma mañana del 11 de
septiembre de 1973 valiosa documentación sobre el hallazgo por técnicos
soviéticos en Chuquicamata de seis yacimientos de uranio y ocho de litio, en un
pique de la Pampa El Abra.
Silberman,
continúa la versión, habría ofrecido negociar esa información a cambio de su
libertad, motivo por el cual fue trasladado a la Penitenciaría de Santiago.
Pero soviéticos, comunistas y miristas, ante esa perspectiva, decidieron montar
una operación de rescate mediante un completo plan de suplantación de efectivos
del Ejército, para lo cual el mirista Claudio Rodríguez contaba con una TIFA y habría montado un plan de
falsificación telefónica para que Gendarmería pudiera confirmar su autenticidad
y acceder a entregarle a Silberman cuando él se presentara a retirarlo de la
Penitenciaría, en vehículos con apariencia de ser de la DINA.
La
versión del libro de Contreras es convincente en cuanto a probar los errores
del Informe Rettig, en particular, el
de argumentar que Claudio Rodríguez habría muerto antes del rescate de
Silberman que se le atribuye, pues las publicaciones de prensa acreditan que
murió un mes después y el intercambio de mensajes con Interpol de Argentina dan
base a la tesis de la muerte en Buenos Aires de Silberman en una explosión
registrada allá a fines de mayo de 1975.
También
es verosímil la tesis de los hallazgos de yacimientos de uranio y litio por
parte de ingenieros soviéticos durante el gobierno de la Unidad Popular y el
interés chileno por hacerse de los respectivos planos, como también el interés
mirista, comunista y soviético en evitar que cayeran en manos del Gobierno
Militar, eliminando a Silberman por estar dispuesto a negociar los hallazgos a
cambio de su libertad.
Pinochet viaja a Brasil, Paraguay y Argentina
Con motivo de la
transmisión del mando en Brasil, donde asumiría el nuevo Presidente Ernesto
Geisel, el Presidente de la Junta recibió una invitación a asistir que,
consultada a la Cancillería, fue aceptada.
En
Brasilia pudo reunirse también con los
Presidentes de Bolivia y Uruguay, Hugo Banzer y Juan María Bordaberry. Asistía
también la señora del Presidente norteamericano, Richard Nixon, y Pinochet
dice: “Grandes fueron mi sorpresa y agrado al encontrar en la comitiva de ella
a mi amigo el general Vernon Walters, quien servía de intérprete a la señora
Nixon y a quien había conocido en Ecuador en 1959” (13).
Vernon
Walters fue el gran encargado de misiones confidenciales norteamericanas
durante décadas. También fue encargado de que la lucha contra la subversión
marxista en América Latina fuera exitosa, y tuvo preocupación por ganarse la amistad
del Director de la DINA, coronel Manuel Contreras. Éste creía ser muy amigo suyo,
como lo reitera en su libro “La Verdad Histórica”, pero cuando Walters escribió
sus memorias, “Misiones Discretas”, ni siquiera mencionó a esas amistades
chilenas. No obstante, siempre tuvo una enorme habilidad para conseguir que sus
“amigos” latinoamericanos hicieran el “trabajo sucio” antisubversivo y los
norteamericanos posaran de “defensores de los derechos humanos”. Su estrategia
fue la de “sacar las castañas del fuego con la mano del gato”, mano que era la
de los militares sudamericanos, que se “quemaban” ante la opinión pública
mundial, ante los políticos norteamericanos y en los foros internacionales,
mientras la CIA se comía las castañas, es decir, conseguía librarse, sin
sacrificio de su propia imagen, de hombres de la subversión marxista de origen
soviético, cubano y europeo oriental en su “patio trasero” (backyard) latinoamericano. Walters fue
subdirector de la CIA.
En
Brasil el nuevo Presidente Geisel se interesó por la mejoría de relaciones
entre Chile y Bolivia. Banzer, el Presidente boliviano, y Pinochet se reunieron
y la prensa brasileña le dio gran importancia al hecho, dado que desde 1962 las
relaciones diplomáticas entre ambos países estaban cortadas. Pero de lo que
conversaron Banzer y Pinochet en Brasilia nunca se dio una versión ni tampoco
el segundo la entrega en sus memorias, “Camino Recorrido”.
Preguntado
por la prensa carioca e internacional presente sobre la duración del mandato de
la Junta, respondió que ésta no se había fijado plazos, sino metas. Y acerca de
los logros de su gobierno hasta ese momento, mencionó la entrega de títulos de
propiedad a los campesinos, el 40 % de aumento en la producción de cobre y, en
general, la colaboración encontrada en el pueblo, “el que en un 80 % está con
nosotros, a pesar de las dificultades, porque saben que los marxistas nos
legaron una inflación del 1.000 por ciento; y la libertad bien vale todos los
sacrificios” (14).
En mayo
Pinochet viajó a Paraguay, para estrechar relaciones con un país
tradicionalmente amigo de Chile, de cuyo régimen anticomunista la Unidad
Popular se había distanciado. Allí aprovechó de intercambiar puntos de vista y
condecoraciones con el Presidente Alfredo Stroessner.
Como
se celebraba el Día de la Independencia Nacional, asistió a las ceremonias y al
acto litúrgico, donde oyó la admonición del Arzobispo de Asunción, Ismael Rolón
y “para su interior”, durante la homilía de éste pensó que la Iglesia Católica
había tomado “un camino social de tendencia marxista que no cumplía con la
doctrina que nos enseñó Cristo”, mientras Stroessner le decía al oído: “Siempre
es igual; hay que dejarlo”. Confesó que él pensaba: “El nuestro no es mejor”
(15).
De
Paraguay decidió regresar pasando por Argentina y aprovechar de conversar con
el Presidente Juan Domingo Perón, pero cuando las autoridades argentinas le
dijeron que la reunión debía hacerse en la residencia presidencial de Olivos o
en la Casa Rosada, Pinochet, sin explicar por qué, rechazó la idea y respondió
que si la entrevista presidencial no tenía lugar en el aeropuerto prefería
volar directamente a Chile, tras lo cual los transandinos ofrecieron que se
realizara en la base aérea de Morón, lo cual Pinochet aceptó.
Conversaron
durante una hora y media, comentando, por supuesto, “las homilías de los
obispos y él (Perón) se rió bastante, haciendo comentarios muy agudos sobre la
forma de actuar de estos señores”. Luego Pinochet le planteó el principal
problema que había entre ambos países en ese momento, que era la presencia de
numerosos refugiados chilenos en el lado argentino de la frontera. Perón se
comprometió a alejarlos de allí y trasladarlos a la provincia de Formosa,
advirtiendo que “Perón tarda, pero cumple”.
La
despedida entre ambos fue muy cordial e hicieron recuerdos de cuando habían
coincidido en una misma ceremonia durante la visita de Perón a Chile en 1954,
bajo el gobierno del general Carlos Ibáñez. Ninguno de los dos hizo alusión a
que, durante esa visita, en sus alocuciones al público que se reunía para
escucharlo, Perón se dirigía a los asistentes con el vocativo de
“compatriotas”.
Creación de la DINA
Desde noviembre
de 1973 la seguridad interior había estado a cargo de la que se llamaba
“Comisión DINA”, a cargo de un oficial de Ejército de brillante carrera,
primera antigüedad de su promoción en la Escuela Militar, primer lugar en el
curso de Estado Mayor en la Academia de Guerra y brillantes desempeños en
posgrados militares en Fort Belvoir (Virginia) y Fort Benning (Georgia), en los
Estados Unidos. Era teniente coronel de Ingenieros y el 11 de septiembre lo
sorprendió como Director de la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes. Su nombre
era Manuel Contreras Sepúlveda.
El
18 de junio de 1974 se dictó el Decreto Ley N°521 que oficializó la DINA. El
objeto explícito era “producir (…) inteligencia”, la cual permitiera formular
políticas, planes y medidas protectoras de la seguridad nacional y del
desarrollo.
Lo
que establecía para la DINA una condición de privilegio era que podía allanar
lugares y detener personas durante los períodos de Estado de Sitio, el cual
estuvo vigente durante toda la existencia del organismo.
Contreras
fue muy eficaz en el combate al terrorismo armado que, como hemos visto en el
capítulo anterior, era de temer: unos diez mil hombres en armas de los partidos
de la Unidad Popular (confesión de Carlos Altamirano, que había sido secretario
general del Partido Socialista, a Patricia Politzer en el libro-entrevista de
ésta, “Altamirano”); y también había sobre doce mil ingresados clandestinos
desde el exterior, documentados por la OEA. Más adelante en este capítulo ambas
cifras son documentadas.
Después
del Gobierno Militar, probablemente por conveniencias político-electorales, se
minimizó en los medios de comunicación el poderío y el tamaño del ejército
clandestino extremista, pero toda la literatura histórica muestra que una gran
preocupación de la Junta era precaver la formación de una guerrilla numerosa
que pudiera crear un ambiente parecido al de una guerra civil. Y ciertamente
una fuerza armada clandestina de más de veinte mil hombres habría tenido
capacidad de hacerlo.
Blanco de la izquierda mundial
La
DINA fue mundialmente demonizada por la propaganda de izquierda, pero
probablemente su fama es peor de la que merece.
Se la acusaba
de “torturar personas”, pero la tortura era una práctica generalizada en Chile
para enfrentar a opositores violentos y armados, según ya hemos visto. Bajo los
gobiernos inmediatamente anteriores al militar, los de Allende y Frei Montalva,
la tortura antisubversiva se aplicó ampliamente. El primero de esos gobernantes
mereció la ya referida mención al respecto en el Acuerdo de la Cámara de
Diputados de 22 de agosto de 1973 que llamó a los militares a intervenir (16).
Como ya antes se dijo, pero conviene reiterar, el
gobierno de Frei Montalva fue, a su turno, denunciado a la Corte Suprema por un
grupo de abogados de izquierda, entre los cuales estaba Ricardo Lagos, en 1970,
por torturas sistemáticas infligidas a elementos de izquierda. La denuncia se
publicó íntegra, como separata de 71 páginas, en el número del 8 de agosto de
1970 de la revista Punto Final.
Era
obvio que si ésas constituían las prácticas anteriores de gobiernos civiles
ante un naciente terrorismo, en el período de Frei, y un terrorismo afín al
Gobierno, en el período de Allende, después, bajo el Gobierno Militar, cuando
había un ejército clandestino de más de veinte mil irregulares armados, esas
prácticas nacionales antiguas en materia de interrogatorios no podían menos de
reaparecer e intensificarse.
También
se acusaba a la DINA de “hacer desaparecer miles de personas”, pero el mayor
número de detenidos-desaparecidos se registró en 1973 (383) cuando todavía no
se había creado la DINA. Es cierto que entre 1974 y 1977 hubo 551 casos, según
el Informe Rettig. Y también es cierto que, una vez disuelta la DINA, entre
1978 y 1990 hubo sólo 23 casos, es decir, menos de dos al año (17).
También es
verdad que el número de muertes en enfrentamientos disminuyó cuando la DINA fue
reemplazada por la Central Nacional de Informaciones, CNI, en 1977, con otro
Director a la cabeza, el general Odlanier Mena: de 139 caídos en 1976 se bajó a
25 en 1977 y 9 en 1978 (18).
Después, a
comienzos de los años ’80, a raíz de la creación del grupo terrorista “Frente
Patriótico Manuel Rodríguez”, FPMR, del Partido Comunista, la cifra anual de
muertes volvió a aumentar, pero se engrosó precisamente por el número de
uniformados víctimas de atentados, tanto que en 1985 la Embajada de los Estados
Unidos en Santiago estimó que el extremismo era la mayor amenaza para la vida
de los chilenos.
Empresarios
agradecidos
Los empresarios
privados, todavía bajo la impresión de que habían estado a punto de perderlo
todo a manos de un régimen totalitario, como el que se preparaba para tomar el
poder por las armas en 1973, manifestaron su agradecimiento en todos los tonos
y ocasiones a los uniformados.
Distinguidos
gerentes democratacristianos de la firma “Ingeniería y Construcción Sigdo Koppers
S. A.”, uno de los cuales era el ingeniero Eduardo Frei (hijo), donaron parte
de su sueldo y del de los empleados que quisieron hacer lo mismo a la Junta de
Gobierno para el propósito de la Reconstrucción Nacional. Frei (hijo) concurrió
personal y públicamente a entregar el donativo.
Al
mismo tiempo, el oficio dirigido por esa empresa a la Superintendencia de
Seguros y Sociedades Anónimas N° 01177 daba cuenta de los cambios producidos en su directorio, publicados en El Mercurio de Santiago
de 9 de noviembre de 1974, en que figuraba como director titular de la sociedad
el general Manuel Contreras Sepúlveda, nombrado ese mismo año como Director de
la recién formada Dirección de Inteligencia Nacional, DINA. El directorio de Sigdo Koppers lo
presidía don Conrado Ríos Gallardo y, además de Contreras, lo integraban Ramón
Aboitiz Musatadi, Gonzalo Rojas Lewin, Norman Hansen Roses, Julio Diestre
Hilldebrandt, Jorge Loyola Fernández y Luis Marty Dufeu.
La
XXVII Memoria de la empresa, de 1976, daba cuenta de que todavía ese año el
general Contreras seguía como director y se habían incorporado Sergio Gutiérrez
Olivos, Noshi Matsumoto Tskahashi y Héctor Campos García.
Contingente guerrillero extranjero
En 1974 la
Organización de Estados Americanos acreditó la presencia de un contingente de
la guerrilla foránea ingresado clandestinamente al país entre 1970 y 1973, en
un estudio preparado por la Comisión Especial de Consulta Sobre Seguridad de la
OEA.
Se
trató de un estudio confeccionado durante su vigésimo primer período de
sesiones extraordinarias en 1974 (19).
Dicho
informe fue resumido por el diario La
Segunda de Santiago, señalando que “entre 12 y 15 mil extranjeros
ingresaron ilegalmente al país desde 1970 a 1973. Se involucraron en actos
violentos a la vez que colaboraban en la introducción clandestina de armas,
gran parte de la cuales estaría al servicio de 14 cordones industriales
integrados por 5 mil empresas en torno a Santiago. Luego del 11 de septiembre,
y hasta marzo siguiente, más de 3 mil 500 extranjeros salieron de Chile en
calidad de asilados, refugiados o expulsados.”
La
cifra coincidía aproximadamente con los 14.083 extranjeros ingresados
clandestinamente que, según el historiador James Whelan, aparecían en una lista
encontrada en la oficina del subsecretario del Interior de Allende, Daniel Vergara,
después del pronunciamiento, según vimos en el capítulo anterior.
La
comisión de la OEA estaba integrada por delegados de Estados Unidos, Bolivia,
Colombia, Ecuador, Guatemala, Uruguay y República Dominicana, cuyos nombres
eran: Pedro Medrano Ubiera (Presidente), Sergio Obregón Carrillo
(Vicepresidente), Carlos Angulo Rueda, José Carrasco Riveros, John Wesley
Jones, Gustavo Vásconez Vásconez y Germán González.
Como
fuentes de información en Chile la Comisión citó al Presidente de la Junta de
Gobierno, Augusto Pinochet; al Presidente del PDC, Patricio Aylwin; al cardenal
Raúl Silva Henríquez; al líder de la CUT, Ernesto Vogel; al Presidente de la
SNA, Alfonso Márquez de la Plata; a los dirigentes gremiales Rafael Cumsille,
Guillermo Medina y Moisés Guzmán; a los representantes de la prensa Tomás Mac
Hale, Humberto Candia y María Teresa Larraín y a los abogados
constitucionalistas Enrique Ortúzar, Alicia Romo, Alejandro Silva Bascuñán,
Sergio Diez, Jaime Guzmán, Jorge Ovalle y Rafael Eyzaguirre. “Esos nombres
figuran en un listado de 53 chilenos que fueron entrevistados por la Comisión
Internacional de la OEA” (20).
Ilusiones y terrorismo comunistas
Los
comunistas, entretanto, vivían en medio de una palabrería ilusa. El Comité
Central del partido sostenía que “las Fuerzas Armadas de Chile, aisladas de
todo apoyo político y orgánico, aparecen responsables hoy en el país
absolutamente de todo. Esto lo comprenden sus integrantes de la oficialidad, de
la suboficialidad y de la tropa, por lo cual comienzan a expresarse su
inquietud y descontento (…) En las Fuerzas Armadas se concentran hoy demasiados
factores inquietantes que enrarecen la atmósfera de su propia unidad activa y
resuelta en torno a la Junta” (21).
Durante
1974 murieron 27 efectivos del Ejército a manos de los terroristas de izquierda
y 44 resultaron heridos (22).
Pero
a su turno los servicios de seguridad del Gobierno daban cuenta de los
guerrilleros que podían detectar, con pocos o ningún miramiento. La izquierda
mundial, orquestada desde Moscú, denunciaba esas acciones como “atropellos a
los derechos humanos”, pero no eran diferentes de las que hasta hoy emplean los
norteamericanos contra los guerrilleros de ISIS o Al Qaeda y los israelíes
contra los de Al Fatah.
La DINA actúa por su cuenta
El
director de la DINA, con todo, actuaba contradiciendo los instrucciones de la
Junta en el sentido de respetar los derechos de las personas y, así, perdió
finalmente la confianza del Presidente de la República cuando, en 1977, a raíz
de las investigaciones norteamericanas sobre el atentado a Orlando Letelier,
aquél cayó en la cuenta de que no se le informaba de las cosas más graves en
que la institución incurría.
Hasta el
propio Michael Townley, agente encubierto norteamericano de la DINA, cuando se enteró de eso, se lo reprochó a Contreras. En el
diario La Nación, medio oficial del
gobierno de izquierda chileno de ese momento, de Michelle Bachelet (2006), se
reprodujo la siguiente frase de Townley refiriendo un diálogo con su jefe,
Contreras: “Pero, a mi juicio, el error más grande ha sido no informar a Su
Excelencia (…) Acepto que hay cosas de las cuales es mejor no informar más
arriba, pero la eliminación física de alguien en el exterior, especialmente en
Estados Unidos, con todos los riesgos y consecuencias, no es una de ellas”
(23).
“Otra de
ellas” había sido la de procurar eliminar a Carlos Altamirano, Secretario
General del Partido Socialista, fugado de Chile y sospechoso de conspirar en el
exterior, particularmente desde México, para obtener una intervención armada
que derrocara al gobierno de la Junta, y que de ninguna manera era ajeno a la
organización de paramilitares clandestinos en Chile cuando todavía había
democracia, a la que despectivamente apellidaba de “burguesa”.
Townley y el
exiliado cubano Virgilio Paz, comprometido después en el asesinato de Orlando
Letelier, efectivamente recibieron de la DINA la misión de eliminar a
Altamirano:
“A
primeros de mayo (de 1974), Townley esperaba a su presa en el aeropuerto de
Barajas, en Madrid. (…) Townley, ya pasado el control de pasaporte, vio a un
hombre delgado y con gafas de pasta negra y cristales gruesos. Era él. Con un
maletín en la mano, comenzó a correr tras él.
“--
¡Carlos!— gritó una voz.
“Altamirano
se detuvo y se volvió bruscamente para ver quién le llamaba. Townley no pudo
frenar. Se dio de bruces contra Altamirano.
“Altamirano
dijo:
“—Discúlpeme…
“Townley
recogió su maletín, que se le había caído en el encontronazo, y se evaporó.
“Altamirano
reconoció a la persona que le había llamado y se acercó.
“—Rafael…
“Era
Rafael Tarud, responsable del partido Acción Popular Independiente (API) de
Chile. Hablaron un momento. Altamirano se dirigió inmediatamente a coger un
vuelo de conexión con Berlín Oriental. Townley había perdido su oportunidad”
(24).
Deterioro de relaciones con la Iglesia
La declaración
del Episcopado de 24 de abril de 1974, La
Reconciliación en Chile, provocó una gran molestia en el Presidente y la
Junta, pues si bien la misma alabó al régimen “por su apego a los principios
cristianos”, pidió también respeto a los derechos humanos y afirmó que había
“dificultades para la reconciliación, dado el clima de temor e inseguridad, el
incremento de la cesantía y los despidos arbitrarios por razones ideológicas”.
Según
el historiador norteamericano James Whelan, con ese texto se quebraron las
relaciones Iglesia-Gobierno (25).
“El
mismo Cardenal Silva señala que cree que la declaración suscita el debate más
extenso y, a ratos, acalorado que haya habido hasta ese momento. El general
Bonilla, quien ve primero el texto, afirma que es una puñalada por la espalda;
la misma impresión tiene el Presidente cuando la conoce el día anterior a su
divulgación. Pero aunque le duele profundamente, decide no impedir que la
jerarquía católica hable. Por su parte, el Cardenal le ofrece al Presidente
hacer una introducción cuando el texto sea presentado, lo que también molesta a
muchos obispos. La declaración va acompañada del texto impreso de una discutida
homilía que el Cardenal ha pronunciado la anterior Semana Santa, en la que da a
conocer sus críticas a los procedimientos de seguridad el Gobierno.
“Mientras
el general Leigh decide hablar duro y
golpeado afirmando que ‘los obispos chilenos podrían ser vehículos
transportadores del marxismo internacional’, Pinochet se reserva su molestia…”
(26).
El brazo de la CIA
Es necesario
tener en cuenta la influencia que ejerció la CIA norteamericana sobre la DINA.
Especialmente en los casos de atentados contra adversarios del Gobierno Militar
que tuvieron lugar en el exterior, es impensable que la CIA no estuviera, por
lo menos, al tanto, en particular porque el ejecutor, en casi todos los casos,
era un norteamericano, Michael Vernon Townley, que habría
ofrecido sus servicios a la CIA en 1973, aunque dicha institución dice no haber
aceptado la oferta.
En efecto, en
marzo de 1974 el coronel Contreras, en su calidad de Director de la Academia de
Guerra, fue invitado a Washington a un seminario de la OEA en la cercana
localidad de Airlie. Estaban invitados todos sus similares latinoamericanos.
Sugestivamente, el viaje era organizado por el jefe de la delegación de la CIA
en Santiago, Ray Warren (27).
En
Washington el coronel Contreras conoció al general Vernon Walters, subdirector
de la CIA y que oficiaba de enlace con los servicios secretos de los países
extranjeros.
Walters
convidó a Contreras al cuartel general de la CIA en Langley y allí este último
le demandó ayuda para organizar la naciente DINA. En un memorándum interno,
Walters escribió lo que se le dijo a Contreras:
“La
Agencia no puede proporcionar entrenamiento o apoyo a actividades que pueden
calificarse como ‘represión política interna’. En relación con esto, la Agencia
ha recibido con mucho agrado la circular del Ministerio de Defensa de 17 de
enero de 1974 en la que se dan instrucciones para el tratamiento de los
prisioneros, las cuales siguen las normas de la Convención de Ginebra de 1949.
Esperamos que su gobierno continúe adhiriéndose a esas normas” (28).
Esta
es una prueba más de que el Gobierno Militar no tenía como “práctica
sistemática” el atropello a los derechos humanos, aportada en este caso por un
autor de izquierda, Ernesto Ekaizer.
El general
Walters se manifestó siempre como un amigo cercano al coronel Contreras, según
revelara este último. Pero a la hora de describir sus numerosas misiones
secretas, en su libro Misiones Discretas
(29), Walters ni siquiera mencionó a Chile ni a su amigo creador de la DINA.
Fue una autobiografía para enaltecerse a sí mismo, un dropping names de gobernantes de las grandes potencias, y en ella
no se rebajó a revelar tratos con un país del Tercer Mundo proscrito por la
URSS, ni menos a defenderlo.
Pero
uno no puede evitar la sospecha de que dos acciones en que la justicia ha
envuelto posteriormente a la DINA, el asesinato del general (r) Carlos Prats y
su cónyuge en Buenos Aires en 1974 y el de Orlando Letelier y su secretaria
Ronnie Moffit en Washington en 1976, siendo el autor en ambos casos el
norteamericano Michael Townley, fueron un tema compartido entre Walters y
Contreras.
De
hecho, cuando el Gobierno Militar decidió entregar a Michael Townley a los
Estados Unidos, habiendo razones para no hacerlo (Townley estaba procesado judicialmente
desde antes de 1973 por la muerte accidental de un guardia en una acción que
perseguía eliminar las interferencias que sufría, durante la UP, el canal de la
Universidad Católica en Concepción), quedó acreditado que ni el Presidente
Pinochet ni la Junta Militar tenían la menor idea de quién era el referido
Michael Townley y ni siquiera de que existía.
Desde luego,
sabían menos de su existencia de lo que, de seguro, sabían la CIA y su
Subdirector, Vernon Walters. Y, además, el Presidente y la Junta siempre
recibieron en 1976, cuando supieron de la existencia de Townley, seguridades
del ya entonces general Manuel Contreras de que él no trabajaba para la DINA.
Esto lo confirmó el general Odlanier Mena, Director de la CNI desde 1977, en
entrevista publicada en El Mercurio
(30).
Aparte de que
Pinochet no sabía de él, en el caso particular del atentado a Letelier a mí
personalmente me consta que desechaba enérgicamente la participación de
cualquier funcionario chileno, pues fue un tema que le planteé cara a cara a
Pinochet en Washington, en 1977, con ocasión de la firma del tratado del Canal
de Panamá, cuya fecha coincidió con la primera versión de que había
funcionarios chilenos involucrados en el crimen, entregada por el columnista
Jack Anderson en el Washington Post
justamente cuando los jefes de Estado latinoamericanos invitados estaban allá.
Yo había ido
invitado por el Gobierno, como director del
vespertino La Segunda.
Cuando en la
mañana leí la columna de Anderson decidí comentársela al Presidente apenas
estuviera con él y, justamente, esa tarde en la embajada nos encontramos y le
hice saber el comentario:
“—Esa es una
canallada, no la repita— me dijo con indignación– nadie de mi gobierno tuvo
participación en ese atentado.”
Yo le insistí
en que podría haber sido una acción de la DINA de la cual no se le hubiera
consultado.
“-- ¡Yo sé
todo lo que hace la DINA! Jamás podría haber permitido un atentado que le ha
causado tanto daño a mi gobierno. Lo cometieron justamente cuando estábamos
gestionando préstamos esenciales en Washington.”
Su
indignación ante mis observaciones me pareció genuina.
REFERENCIAS DEL CAPÍTULO II. "1974: El año en que la Junta se dejó estar":
REFERENCIAS DEL CAPÍTULO II. "1974: El año en que la Junta se dejó estar":
(1) “La Tercera”, 4 de julio de 1999, p. 6.
(2) Cuevas, Gustavo: op. cit., p. 71.
(3) Carabineros de Chile,
Dirección General O.S. 3, Circ. N° 1 de 7 de enero de 1974.
4) Carabineros de Chile,
Dirección General O.S. 3. “Detenidos: transcribe instrucciones del Ministerio
del Interior”, 1° de febrero de 1974.
(5) Carabineros de Chile, O.S. 3:
REF: Reclamos de la ciudadanía por trato indebido por parte de personal de
Carabineros en el desempeño de su función, 15 de febrero de 1974.
(6) Ibíd.
(7) Huneeus, Carlos: op. cit., p.
376,377.
(8) Whelan, “Desde las Cenizas”, op. cit., p. 664.
(9) Aylwin, Patricio: “El Reencuentro de los Demócratas”, op. cit., p.
59.
(10) Verdugo, Patricia y Orrego, Claudio: “Detenidos
Desaparecidos: Una Herida Abierta”, Editorial Aconcagua, Santiago, 1980, p.
139.
(11) Verdugo y Orrego, op. cit., p. 145.
(12) Contreras Sepúlveda, Manuel: “La Verdad Histórica”, dos
tomos, Ediciones Encina, Santiago, 2000, t. II, p. 267.
(13) Pinochet, Augusto: “Camino Recorrido”, op. cit., t. II,
p.38.
(14) Ibíd., p. 43.
(15) Ibíd., p. 50.
(16) Ossa, Juan Luis: “El Mercurio”,
Santiago, 23 de enero de 1972: “Mis Torturas en Manos de la Policía”.
(17) Informe de la Comisión
Nacional de Verdad y Reconciliación publicado en “La Nación” de Santiago el 5
de marzo de 1991, p. 50-51 y Anexo II.
(18) Comisión Nacional de Verdad
y Reconciliación, op. cit., p. 151 y 152.
(19) Organización de Estados
Americanos: “Comisión Especial de Consulta Sobre Seguridad”, Washington DC,
1974.
(20) “La Segunda”, 13 de julio de
1990, p. 16.
(21) Domic, Juraj: “Política Militar del Partido Comunista
de Chile”, Instituto Geográfico Militar, Santiago, 1988, p.49.
(22) Ejército de Chile:
“Presentación ante la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación”, op.
cit. t. IV, p.119 a 125.
(23) “La Nación”, Santiago, 28 de
agosto de 2006, p. 3.
(24) Ekaizer, Ernesto: “Yo,
Augusto”, Aguilar, Buenos Aires, 2003, p. 250 y 251.
(25) Whelan, James: “Desde las
Cenizas”, op. cit., p. 724.
(26) Rojas, Gonzalo: “Chile
Escoge la Libertad”, t. I, p. 115-116.
(27) Ekaizer, Ernesto: “Yo
Augusto”, op. cit., p. 224.
(28) Ídem.
(29) Walters, Vernon: “Misiones
Discretas”, Planeta, Barcelona, 1981.
(30) “El Mercurio”, Santiago, 2
de abril de 2000.
(CONTINUARÁ MAÑANA CON LA SEGUNDA PARTE DEL CAPÍTULO II).
Realmente en esos años habia gente muy mala y por suerte nunca falto Bilz y Pap.
ResponderEliminarsi hay algo que nos puedas aportar, para contrastar la información antes descrita, agradeceria que lo hiciera en esta columna, en estado sobrio y con letra clara, y por supuesto: con parrafos claramente definidos y contexto comprensible.
ResponderEliminarYa pensaré algo no te preocupes.
ResponderEliminaro mejor dicho "ya inventarás algo"
EliminarJajajajajaja, así son los fachos rojos, saben que sin golpes de estado no podrán vivir como millonarios, tal como lo hacen Maduro, las hijas de Chávez, Evo, el loco de NorCorea, etc
EliminarEl caso de Letelier amerita un análisis del tipo cui bono.
ResponderEliminarLeo acerca de como la izquierda mundial se cebo con el GM y la pregunta seria si el bombardeo de La Moneda y luego la muerte de Allende fueron la guinda que corono un golpe de estado.
ResponderEliminarHubo necesidad de haberlo hecho? O entraba en aquello que nos repetian los oficiales en la Escuela MIlitar "Cadetes en Chile los militares salen a la calle para dos cosas uno para desfilar y para matar"
Hubo algun general o almirante que calibro que cnsecuencias podia traer la "Eliminacion de un jefe de Estado?"
Quizas pensar que se tenia el apoyo de los EEUU lease Operacion Unitas daba una confianza para que en un pais que su ultima guerra habia sucedido hacia unos 100 años y que su Fuerza Aerea se bautiza bombardeando el domicilio particular de un Presidente luego antenas de emisoras de radio y un bombardeo a el palacio presidencial.
Creo que de ahi en adelante ya se podia esperar todo el peso de esa izquierda mundial y pasado el tiempo y con Chile en plena recuperacion y via al progreso seguiria y el GM en pleno como lo peor de la historia de Chile con mentiras historicas etc etc.
Siempre que leo esta web me llama la atencion como Don Hermogenes intenta disculpar a unas FFAA consideradas por tradicion como el ultimo ejercito prusiano que resulte que la verticalidad del mando resulta ser simplemente una patraña.
Como un general como Arellano no se entera de lo que sucede y los capitanes tenientes sargentos cabos y soldados deciden por cuenta propia matar torturar a todo lo que huela a izquierdista.
Sin duda que los detalles de como se detiene y que acciones se toman con los detenidos no iban a llegar a un Arellano o Junta de Gobierno pero las ordenes ya estaban dadas.
Oficial de Inteligencia de la Escuela Militar a las 24 horas del Golpe habla de 15000 fusilados y a finales de los 90 informes de la Cia se desclasifican y pa pagina es del gobierno de EEUU salen a la luz fotocopias con la misma cifra luego se sacaron de internet sin duda una Teoria De la Conspiracion.
Pero ahi esta el oficial X que da una cifra en caliente una exageracion?
Todo intento de exculpacion resulta vergonzoso y mas cuando son oficiales superiores mas que nada en un intento de Purificar la historia ya que como es logico habra un bando que quiere creer en el GM en Pinochet con una dosis de idealizacion y otro bando el de Allende con mas de o mismo y ademas poesia.
Y es o que hay dos puntos irreconciliables uno todo era un camino una revolucion con olor a empanada y vino tinto y lo otro una dictadura pura y dura.
Me llama la atencion lo de Revolucion Militar si uno busca en Internet nos aparecen solo datos acerca de asuntos que revolucionaron los ejercitos pero no la politica por ahi hay un libro de Peron que tiene por titulo Tres Revoluciones Militares o simplemente una acepcion.
Nada hay en el Golpe Pronunciamiento que tenga que ver con una Revolucion Militar quizas tal vez adelantarse a una posible Guerra Civil?
Sigo sin entender lo de Revolucion Militar y la parte que le toca a los Chicago Boys no creo que entre en este concepto.
Un intento de Don Hermogenes de cambiar la unica palabra que hay Golpe de Estado y que siempre suena mal pero la realidad de las palabras y los hechos asi lo dicen.
Me llama la atencion lo que cuenta el Coronel Ryan acerca de comparar el 11 de Septiembre con la guerra de Vietnam ni siendo muy poeta da el asunto para eso salvo que estuviesemos con unas muchas copas de mas.
Me resulta imposible la analogia y se viene a la cabeza la Ofensiva del Tet.
En Chile no hubo ninguna guerra solo un Golpe de Estado bien preparado y engrasado.
Y pensar que la Urss su caida en algo tiene que ver Chile me resulta complicado prefiero creer que la Urss y sus satelites tocan fondo porque las gentes no tenian ninguna de las maravillas que el mundo occidental ofrecia llamemosle bienes de consumo algo mucho mas poderoso que lo que sucedio en un lejano y desconocido pais llamado Chile.
¿y ese es tu "aporte"?
EliminarPero viejo... Se les pidio rendirse, no tenian como ganar. Y a Allende no lo mató ningún chileno si es que fue asesinado, para que insistes.
EliminarGeneralmente aparecen generales opinando después de la batalla, pero esta vez apareció un conscripto LOL
EliminarLeería su libro si no fuera porque Ud. está completamente desacreditado por la academia. Tergiversa la historia de una manera lamentable.
ResponderEliminarCuál academia? La Universidad Arcis? Estos zurdos en su mundo al revés: A la verdad histórica, documentada profusamente, la denominan tergiversación. Lo "correcto" es la sarta de mentiras que han propalado por décadas LOL
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