PARTE POLÍTICA
I.
CHILE EN ESTADO DE FALSEDAD
Fue falso que “entre el 11 de
septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990 existió una situación grave, masiva
y sistemática de violación de derechos humanos”, como afirmó el presidente
Patricio Aylwin en 1991, al presentar el Informe Rettig. (1)
Éste fue el trabajo de la “Comisión Nacional
de Verdad y Reconciliación”, convocada por él y cuyo cometido no confeso era
“sentar a los militares en el banquillo de los acusados” y absolver a la
guerrilla de extrema izquierda. Aylwin lo hizo, supongo, para apaciguar al
marxismo chileno, bienquistarse con él y evitar una asonada como las que
siempre éste ha fraguado, y que en 1973 preparaba. para consumar su toma del
poder total por las armas.
El documento de la Comisión, más conocido como “Informe Rettig”, imposibilitó, por otro lado, la reconciliación entre los chilenos. Pues ésta sólo puede tener lugar si se respeta la verdad de lo acontecido y sin rendirse ante el comunismo. La Comisión no hizo lo primero ni lo segundo.
En 1990 y 1991 Aylwin se las
arregló para instalar en el país un clima de opinión dominante y falso, en
favor del extremismo de izquierda. Pero los totalitarios por años
reiteradamente habían predicado que era preciso destruir la “democracia
burguesa” mediante la lucha armada y habían formado guerrillas y preparado un
autogolpe que el mismo Aylwin había denunciado en 1973. Sin embargo, menos de
20 años después, con su complicidad, pasaron a ser tratados como víctimas de un
atropello injustificado.
Aylwin en 1973 había agradecido
a los militares haber evitado “una tiranía comunista”, pero en 1991 era “otra
persona política” y había olvidado todo. Yo he llamado al nuevo personaje Aylwin
II, ahora convencido de que. en lugar de agresores, los de la izquierda
violenta habían sido los agredidos.
Y por el solo hecho de que el
Gobierno Militar hubiera derrotado a la subversión rápidamente, en el terreno
elegido por ella, que era el de las armas, Aylwin II lo acusó y condenó en 1991
ante el país y el mundo, mediante la Comisión, mal llamada “de Verdad y
Reconciliación” y que no fue ni lo uno ni lo otro, pues comenzó por forjar un
nuevo relato falso acerca del pasado. Naturalmente, eso frustró la
reconciliación que ya de hecho vivíamos en 1990. Pues entonces ya no había
lucha interna armada, aunque cada sector de la sociedad mantuviera su versión
del pasado discrepante con otras.
Porque ese 91 por ciento que en 1989 votó a favor de reformar una Constitución concordada, estaba de hecho reconciliado y no quería “pelear a muerte” con nadie.
II.
“ANTES” Y “DESPUÉS”
Es sabido que los seres
humanos somos muy distintos “antes” que “después” de sucedido algo, sobre todo
si “después” el reconocerlo nos demanda algún sacrificio. Y Patricio Aylwin no
fue la excepción. “Antes” de que en 1973 los militares salvaran a Chile de ser
otra tiranía comunista sin vuelta, él, como la gran mayoría, había temido lo
peor y opinaba de la siguiente manera acerca de la acción que estaban llevando
a cabo los militares desde el 11 de septiembre:
“Es muy fácil convertirse en
juez de otros que están peleando, mientras uno está cómodamente sentado en el
escritorio. Yo no me siento con autoridad moral para juzgar si (los militares)
han sido excesivos o no, porque lo cierto es que… han tenido muchas bajas y han
recibido la acción. No tengo una cuantificación, yo creo que hay más muertos de
lo que se ha dicho, pero al mismo tiempo tengo otra cosa clara: que la versión
que se ha dado en el extranjero es tremendamente exagerada. Cuando se habla de
los muertos flotando en el río Mapocho. Cuando se habla de los cientos de miles
o decenas de miles de muertos, heridos y prisioneros, es una exageración
manifiesta”. (2)
Entonces también decía:
“Nosotros tenemos el convencimiento de que la llamada Vía Chilena de
Construcción del Socialismo que empujó y exhibió como bandera la Unidad Popular
y exhibió mucho en el extranjero estaba rotundamente fracasada y eso lo sabían los
militantes de la Unidad Popular y lo sabía Allende, y por eso ellos se
aprestaban, a través de la organización de milicias armadas muy fuertemente
equipadas y que constituían un verdadero ejército paralelo, para dar un
autogolpe y asumir por la violencia la totalidad del poder. En esas
circunstancias pensamos que la acción de las Fuerzas Armadas simplemente se
anticipó a ese riesgo para salvar al país de caer en una guerra civil o en una
tiranía comunista”.
Eso era “antes”.
Pero “después”, ya pasados
hacía muchos años el peligro y el miedo, Aylwin vivía en un país próspero y
tranquilo que había olvidado todo y, mientras era filmado en un video, también
publicado en la prensa, aseguraba:
“Yo nunca pensé que la Unidad
Popular como tal, ni menos Salvador Allende, estuvieran interesados en dar un
golpe y establecer una dictadura. Yo supe de eso cuando salió el libro ese o el
documento (sonrisa irónica) que publicó el Gobierno Militar denunciando ese
plan.” (3)
Se refería al “Libro Blanco
Sobre el Cambio de Gobierno en Chile”, de 1974. (4)
(1) (1) Aylwin, Patricio: “La Transición
Chilena: Discursos Escogidos. Marzo 1990-1992. Santiago de Chile,
Andrés Bello, 1992
(2) (2) Entrevista a NC News Service de
24 de septiembre de 1973, reproducida en el diario La Prensa, de
Santiago, de 19 de octubre de ese año.
(3) (3) Enlace de internet “Don Patricio
Aylwin y el Plan Z”.
Hermogenes, la labor del juicio a la historia esta en manos de los historiadores. Ellos son profesinales en ese tema.
ResponderEliminarCreo que con el tiempo se podra juzgar sin vision politica lo sucedido, que guste o no, ya sucedio y nada puede cambiar la historia. Todo chile aprendio a cuidar la democracia.
Guillermo
ResponderEliminarEs útil saber la verdad, dejar de manifiesto a los Chilean Kerenski y por torcidas sean los manifiestos, los hechos deben ser conocidos.
ResponderEliminar