He publicado la prueba fehaciente de que Pinochet ordenó en 1973 a todas las unidades bajo el mando de la Junta respetar los derechos humanos durante su gobierno. Sin embargo, durante años se había instalado en el país la versión contraria. Y por eso y a instancias de su hermano izquierdista Andrés, Aylwin "sentó en el banquillo de los acusados" a los militares mediante el Informe Rettig, groseramente parcial y tendencioso. Sin embargo, el país entero se inclinó con reverencia ante dicho Informe y lo acogió como portador de la verdad, sin serlo... durante décadas.
Por todo eso yo sostuve que los militares habían ganado la guerra, pero perdido la posguerra. El "relato" había matado al "dato", desmintiendo al dicho que afirma lo contrario. Y por eso sólo hubo gobernantes del "No" y ninguno del "Sí". El único candidato que fue del "Sí" desde el 11 de marzo de 1990, Joaquín Lavín, posteriormente "se arrepintió" y pidió perdón.
Un video de Franco Parisi, un candidato "sin domicilio conocido", rememora la noche del 11 de marzo de 1990 en el Estadio Nacional y cuando el recién electo presidente Aylwin proclamó su deseo de que hubiera reconciliación entre civiles y militares. A raíz de ello la minoritaria pero ruidosa barra comunista lo silbó. Aylwin insistió esa noche: "Sí señores, reconciliación entre civiles y militares". Y el resto del estadio lo ovacionó. Pero hasta ahí nomás le duró el coraje a don Patricio y a los pocos días, ya estaba formando la Comisión Rettig para condenar a los uniformados y "sentarlos en el banquillo de los acusados".
En seguida los electores partidarios del "Sí" vieron cómo su número se reducía y, peor aún, acogieron con incredulidad la afirmación de Aylwin de que él nunca había pensado que Allende fuera a intentar instalar una "dictadura comunista", en circunstancias que había quedado en video su imagen sosteniendo precisamente eso en octubre de 1973. ¿Cómo había podido olvidarlo? Lo había olvidado al igual que el 90% de los chilenos. He ahí el problema: ¿puede un país casi entero "darse vuelta la chaqueta" junto con su Presidente? Sí, sí puede. Y Chile lo hizo: casi unánimemente condenó al régimen militar como "violador de DD. HH."
Hasta ayer, en que terminé de probar. mediante entregas sucesivas en este mismo blog, de la copia de documentos fidedignos que tengo en mi poder, demostrando, "más allá de toda duda razonable", que Augusto Pinochet había ordenado "a todas las unidades" de soldados, marinos, aviadores y carabineros de 1973 "respetar los DD. HH".
Y Chile entonces ha pasado a ser "otro país". De ser uno "engañado" a "otro desengañado". Porque "se puede engañar a todos por poco tiempo, a pocos por mucho tiempo, pero no a todos todo el tiempo", como decía Lincoln.. Por eso Chile es hoy "otro país", un país "desengañado". Y por eso la mentira comunista, otrora reinante de la mano de la mala memoria o inestabilidad emocional (o ambas cosas) de un Patricio Aylwin, advierte que hasta Eduardo Frei reacciona y se traslada al lado de la verdad, mal que le pese a Huenchumilla, que sigue creyendo que todo valía con tal de conservar un sillón parlamentario.
Por algo el padre de Frei escribió un libro titulado "La Verdad Tiene Su Hora". Porque la verdad a veces demora, pero siempre llega.
Y porque no se puede "engañar a todos todo el tiempo", Chile es hoy un país desengañado. Y la secta roja es presa de la desesperación. ¡Viva Chile!.
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