martes, 1 de junio de 2010

La Sal y el Agua

Todos hablan de "la sal y el agua", que es, se supone, lo que la oposición le pretende negar al gobierno. Este es un disparate autóctono muy antiguo: tuvo su origen en 1965, cuando el senador socialista Aniceto Rodríguez anunció que el Frente de Acción Popular le negaría "la sal y el agua" al Presidente Frei Montalva, que acababa de derrotar al candidato del FRAP, Salvador Allende. Pero las lecturas bíblicas nos enseñan que desde la antigüedad se consideraban elementos básicos para la subsistencia "el pan y la sal". Negarle el pan y la sal a alguien era negarle todo. Pero Aniceto, que era un buen hombre, a quien conocí en esos años, "oyó repicar, pero no supo dónde" y dijo que le negaría "la sal y el agua" a Frei, en circunstancias de que eso corresponde a otra cita, la del refrán que se refiere a "hacerse algo sal en el agua", es decir, disolverse completamente. Cuando algo se hace "sal en el agua" desaparece.
La misma inepcia en la cita de refranes o dichos ilustrativos la exhiben nuestros políticos a la hora de discutir cómo se financian los gastos de la reconstrucción (8 mil millones de dólares), el déficit presupuestario de 2010 (otro tanto) y el programa presidencial (9 mil millones, pero en cuatro años).
Si usted consulta las "fuentes abiertas" (es decir, todo lo que se publica y no es desmentido o desvirtuado), llega a la forzosa conclusión de que el debate sobre el proyecto de financiamiento de la reconstrucción es "sal en el agua", es decir, nada, superfluo, inventado. Como dije en algún blog anterior, no se necesita ningún impuesto para financiar los gastos que es preciso hacer. Primero, el crecimiento que anuncia el Gobierno (6 por ciento anual) significa una recaudación adicional de 1.800 millones de dólares anuales. Segundo, la ley de impuesto de timbres y estampillas, si se deja tal cual, rendirá 1.500 millones anuales. Tercero, el Estado chileno es inmensamente rico: tiene 17 mil propiedades raíces, de las cuales ocupa menos de la mitad; su principal empresa vale unos 40 mil millones de dólares. Si este Tío Rico McPato vendiera un diez por ciento al año de esta sola empresa (lo que no se hace exclusivamente por razones políticas y de imagen y para no irritar a la extrema izquierda), recaudaría 4 mil millones de dólares. Cuarto, el precio del cobre considerado en el presupuesto es de 2,16 dólares por libra, pero se vende por sobre 3 dólares. Esto implicará una mayor recaudación este año de al menos 3 mil millones de dólares. Quinto, Tío Rico McPato tiene ahorros (fondo de emergencias económico-sociales, tesoro público, reserva previsional) de 15 mil millones de dólares. Podría liquidar unos 4 mil millones sin problemas de ninguna índole. Sexto, el gobierno cobrará seguros por la infraestructura pública dañada y dice que serán unos mil millones de dólares, pero le oí al senador Bianchi que son 3 mil millones y la revista inglesa "The Economist" dice que son 8 mil millones. Elija usted la cifra que quiera. A mí me gusta la de Bianchi, porque el gobierno opera "con el tejo pasado" y "The Economist" puede haber incurrido en el pecado de Aniceto, es decir, haber oído repicar, pero no saber dónde. Séptimo, el Estado chileno tiene un endeudamiento neto de 3,2 por ciento del PIB, ridículamente bajo (y si se considera el precio real del cobre, ese endeudamiento se reducirá a cero o pasará a ser, el Estado, un acreedor neto). Otros países tienen deudas por el 60 por ciento del PIB y no se considera que eso sea problema (en el caso de Grecia es mucho más que todo el PIB y eso sí es problema). Bueno, Chile podría contraer deuda por mil 500 millones de dólares anuales sin ningún riesgo. Y, octavo, el obeso sector público chileno, cuyo gasto ha aumentado en 83 por ciento en cinco años, es decir, casi 3 mil millones de dólares anuales. Esa suma anual se puede ahorrar si este año se hacen economías para que esa obesidad mórbida no siga aumentando. Pero, claro, como todo régimen de adelgazamiento, sería muy impopular. Si no lo cree, pregúntele a Lavín, que está haciendo un tibio esfuerzo por racionalizar el gasto en Educación.
Todo lo anterior permitiría contar con más de 20 mil millones de dólares anuales y cubrir sobradamente las necesidades del déficit presupuestario, los gastos de la reconstrucción y los del programa de gobierno.
Pero como aquí de lo que se trata es de hacer política, es decir, crear imágenes para consumo publicitario, el debate en torno a que le niegan "la sal y el agua" al gobierno es sólo "sal en el agua", es decir, nada. Son entretenciones de los políticos, circo romano, espectáculo. Si no se aprueban los impuestos para la reconstrucción no pasará nada y, al contrario, será mejor para el país. El gasto público, sólo entre el año pasado y éste, ha aumentado en 17,8 por ciento. Y Piñera quiere hacerlo crecer aún más, sustrayendo recursos de los que crean inversión y empleo para dárselos a los burócratas, que ya están ahitos y enfermos de obesidad mórbida.
Todo lo que están hablando los políticos es "sal en el agua", nada real, sólo circo. Al Estado derrochador le sobra el dinero, pero los que manejan a la opinión pública y saben que ésta, por lo general, no entiende nada de nada, temen hacer lo correcto, porque los demagogos, usando unas pocas imágenes "sencillas y claras, pero falsas", pueden desacreditar las medidas sanas que conduzcan a las soluciones adecuadas, es decir, a las que permitan financiar los gastos eliminando el sobrepeso estatal y dejando a los privados tranquilos para seguir produciendo más, invirtiendo más y creando más empleos, la mejor receta para el bienestar general.

3 comentarios:

  1. Certera, documentada, clara, contundente.

    Lo mejor para Chile es que se empantane y retire este proyecto populista del gobierno. Chile necesita menores impuestos y menor gasto fiscal.

    Lo felicito Sr. Pérez de Arce por tan extraordinaria columna.

    Tomás Anderson

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  2. Estimado Hermógenes:
    En sus columnas en El Mercurio Ud. mencionó en más de una ocasión el libro de James Whelan "Out of the Ashes..." calificándolo como un libro que debiera ser de lectura obligatoria. Impulsado por mi curiosidad, tuve la fortuna de encontrar 2 ejemplares de dicho libro en la biblioteca del Campus San Joaquín de la Universidad Católica. Cuando egresé, intenté comprarle el libro a la biblioteca, pero se negaron, dando como argumento que corresponde a un ejemplar muy difícil de encontrar en el marcado, lo cual tristemente he podido corroborar. ¿Sabe Ud. si es posible conseguir un ejemplar de dicho libro en Chile?
    Desde ya, muchas gracias.

    Atentamente,

    Cristóbal Miranda.

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  3. A Cristóbal Miranda: En la Universidad Finis Terrae se hizo en los '90 una compra de 400 ejemplares del libro de Whelan en inglés. Pienso que todavía pueden quedarles. Además, se tradujo al castellano y lo editó en Chile Zig Zag, que probablemente también conserve ejemplares deesa edición. Saludos. Hermógenes Pérez de Arce I.

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