Promesa Activamente Incumplida

Hay promesas presidenciales que no se cumplen al amparo de lo que se llama "la letra chica", que los vendedores de cosas o de promesas electorales inescrupulosos se preocupan de que al menos exista, para así librarse de la obligación contraída en la letra grande. Este caso es el de las promesas de postnatal de seis meses y de supresión de la cotización de salud para los jubilados. La letra grande resultó no ser verdad, pero al menos había una letra chica que permite escabullirse al prometiente inescrupuloso y reducir el beneficio prometido.
Pero hubo una promesa con letra grande y que no tenía letra chica, pues los interesados se preocuparon de especificarla: fue la formulada por el candidato Sebastián Piñera a los uniformados en retiro, cientos de los cuales hoy son "caídos tras las líneas enemigas", pues un derecho humano fundamental suyo (el de que se les apliquen las leyes que los amparan) ha sido atropellado y están ilegalmente presos o procesados.
Sebastián Piñera sabía que la "familia militar" respalda a los "caídos tras las líneas enemigas" (si bien ella no hace mucho en favor de los mismos, como que ni siquiera va a las manifestaciones públicas en su apoyo). Pero la "familia militar" son unos 800 mil votos, cuatro veces más que la diferencia de ambos candidatos en segunda vuelta. Entonces Piñera se dio cuenta de que "algo" debía hacer para que dicha "familia", varias veces horrorizada por él antes, cuando declaró que el Gobierno Militar fue el peor de la historia de Chile, cuando fue a visitar afectuosamente a Gladys Marín, cuando le prometió a Teillier modificar el binominal, cuando proclamó a Teitelboim como "un grande de la historia de Chile" y un largo etcétera de hechos y dichos filocomunistas, dio el paso de reunirse, cerca del final de la campaña, con los uniformados en retiro. Yo, que soy "oficial en retiro honorario", podría haber acudido a decirles lo que pensaba, es decir, que no debían creer en nada de lo que les prometiera Piñera, pero mi cortedad de genio natural me disuadió de hacerlo.
Piñera, por supuesto, quería ir para darles la impresión de que haría algo en favor de los "caídos tras las líneas enemigas", pero sin comprometerse a nada, pues valora mucho más el apoyo que tiene de la izquierda, justamente por haber sido adversario de quienes le impidieron a ésta instituir un gobierno marxista-leninista y proceder a atropellar indefinidamente todos los derechos humanos, como siempre lo hicieron los socialismos reales y lo siguen haciendo hoy en las pequeñas pústulas de ese mal que todavía subsisten sobre la tierra. Pero los unifomados en retiro lograron sacarle una promesa concreta al candidato: que velaría por que se aplicara la prescripción en los juicios.
Pues bien, dicho candidato, sabiendo que "la familia militar" ya no le puede retirar sus votos, ahora está incumpliendo activamente tal promesa. No la letra chica, sino la letra grande. Siguiendo su natural inclinación a complacer a los comunistas le ha ordenado a la Oficina de Derechos Humanos de su Ministerio del Interior (entendiendo "derechos humanos" como el castigo a los que impidieron que los terroristas de izquierda mataran, quemaran o secuestraran a chilenas y chilenos inocentes) que inicie una "batería de querellas" contra uniformados (r) por hechos que ya están prescritos, como lo reconoce la directora de la oficina, Rossy Lama: "son causas que tienen muchos años", "El Mercurio" de hoy, p. C 16).
En otras palabras, no se ha conformado con no hacer nada por cumplir su promesa de velar por la aplicación de la prescripción, sino que insta activamente por IMPEDIR QUE ELLA SURTA NINGÚN EFECTO, ABRIENDO CENTENARES DE CAUSAS NUEVAS Y YA PRESCRITAS CONTRA UNIFORMADOS.
Para los que conocíamos al candidato, no hay sorpresa alguna. Para la familia militar, una comprobación patente de que debió haber prestado atención a las oportunas advertencias que en su momento le hiciera el solitario escribidor de estas líneas. Con su pan se lo coma.