Después del explosivo aumento de los divorcios y la gran disminución de los matrimonios, provocados por las leyes de debilitamiento de la famila dictadas en las últimas décadas, ha sucedido en 2010 algo inesperado: los divorcios disminuyeron y los matrimonios aumentaron. Y las estadísticas dicen que el 49 por ciento de los contrayentes opinan que el matrimonio religioso es el verdadero. ("El Mercurio" de hoy, p. A13).
¡Es que las chilenas y los chilenos se están dando cuenta de algo que ya los primeros homínidos captaron cuando aparecieron sobre la faz de la tierra! Que la familia necesita de un padre y una madre para cuidar y formar a los hijos y eso se ha llamado siempre matrimonio y ha constituido el "hogar", es decir, la célula básica de la sociedad. Cuando no se instituyen seriamente los hogares, las nuevas generaciones decaen, los menores sin casa se convierten en drogadictos y delincuentes y la educación general de la sociedad entra en crisis, porque el núcleo fundamental de la enseñanza, que es el hogar, deja de impartir sus lecciones y ejemplos.
En consecuencia, tras la hemorragia de progresismo que trajeron consigo las leyes que debilitaron la familia, las personas están diciendo espontáneamente "esto no está bien, no puede seguir", y aun sin que la ley las obligue, están contrayendo más matrimonios en serio y deshaciéndolos menos.
Contraria a esa tendencia regeneradora es la discusión de estos días sobre la supuesta necesidad de legislar en favor de las "uniones de hecho". ¿Qué necesidad hay de legislar? Si dos personas resuelven "unirse de hecho" ¿por qué no suscriben un contrato de vida en común, que es en el fondo un contrato de sociedad? Ahí pueden hacer todas las estipulaciones lícitas que deseen, contraer obligaciones, establecer derechos y regular la situación patrimonial de la vida en común. No se necesita ninguna ley para eso. Entonces ¿por qué tanta discusión sobre posibles proyectos de ley de Acuerdos de Vida en Común (senador Allamand), posible proyecto ¡de la UDI! sobre las uniones de hecho, comisión del Gobierno estudiando lo mismo, cuando cualquiera puede hacerlo, aprovechando la libertad contractual que existe en el país?
Por una razón: porque se trata de darle otro zarpazo al matrimonio, otro golpe a la familia tradicional. Necesitan la legislación para solucionar las situaciones de personas que, habiendo contraido matrimonio y formado una familia, lo que les ha generado derechos y obligaciones, ahora quieren formar otra o ya han formado otra, a la cual quieren hacer partícipe de algo que legalmente hoy pertenece a la primera.
En el fondo, la legislación se hace indispensable para que la familia originaria no pueda exigirle al fundador o fundadora de ella que ha optado por formar otra, que respete los derechos de la primitiva. Como eso sólo puede conseguirse a través de una ley, se busca dictar esa ley. Si yo me he casado y tengo mujer e hijos, pero después he hecho vida en común con otra persona, tengo que respetar los derechos que mi primera mujer y mis hijos tienen sobre mis ingresos, mi patrimonio y mi herencia. Se necesita una ley para liberarme de esas obligaciones. La ley con que se pretende liberar de obligaciones a los contrayentes del matrimonio es la que quiere dictarse. No para regular la nueva convivencia que yo haya resuelto tener, sino para privar a la familia original de derechos que quiero transferirle a la unión de hecho que he formado y sus posibles frutos.
Por eso estas normas que se están estudiando son, en el fondo, nuevos intentos debilitadores de la familia. Y, como la familia es la base de la sociedad, constituyen nuevos factores de disolución social.
Ojalá estos proyectos acomodaticios, todos las cuales tienen en común un factor de debilitamiento del matrimonio, no prosperen. Que el Gobierno salga con uno de esta índole no podría extrañar. Ya su franja electoral, promoviendo las parejas gay, nos anunciaba que cualquier cosa podría esperarse si ganaba la elección, y la ganó. Que surja de RN una iniciativa semejante tampoco sorprende demasiado, puesto que quien preside el Gobierno viene de las filas de RN. Pero que en la UDI se estén estudiando normas para propinarle otro mandoble a la estructura fundamental de la sociedad, que es la familia fundada por un hombre y una mujer al contraer matrimonio, ya eso no lo esperaba nadie.
Con todo, en medio de este debate, o esta debacle, se recibe una señal de donde menos se esperaba, de la gente: más matrimonios, menos divorcios, el 49 por ciento cree en el matrimonio religioso, porque solidifica la relación que se va a establecer al contraerlo.
La gente se está dando cuenta de que por el camino que veníamos no podíamos seguir. Ojalá también lo hagan el Gobierno y los polítioos.
sábado, 8 de enero de 2011
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Don Hermógenes: comparto plenamente su opinión, en los últimos años, la institución más afectada por las leyes ha sido la familia.
ResponderEliminarPara mi es una gran sorpresa y alegría que hayan más matrimonios que divorcios.
Espero que la iniciativa de Allamad no prospere ya que sería nefasto para la célula fundamental de la sociedad que es la familia.
Tema complejo que no es posible abarcar exhaustivamente en un sólo posteo.
ResponderEliminarSin perjuicio de lo anterior, plantear como argumento que "tengo que respetar los derechos que mi primera mujer y mis hijos tienen sobre mis ingresos, mi patrimonio y mi herencia" es reducir un poco el tema. En lo personal, creo que el verdadero y más importante aporte que cada uno dentro del rol que tiene dentro de su respectiva familia debe privilegiar, más que ingresos, patrimonio o herencia, es aportar tiempo, de calidad, con y para los hijos. Los pobres no disponen de ninguno de esos tres elementos por los cuales pugnar, esa doctrina no les es aplicable, sin embargo edifican familias tanto o más virtuosas.
Concuerdo con todos los demás puntos planteados, alegrémonos porque ya son más los constructores que los que demuelen.
En Chile ya existe la ley de filiación que ha equiparado los derechos de todos los hijos, nacidos dentro o fuera del matrimonio civil. Para las uniones fácticas está la posibilidad de un contrato de sociedad que se puede hacer en cualquier notaría. ¿Para qué seguir con el tema?, ¿Qué necesidad hay de una nueva ley (la veintitantos mil)?, Ninguna, salvo la compulsión de legislarlo todo (para mejor "regulación", dicen los progres, que son alérgicos a la libertad), la vocación innata de destruir la Sociedad ("deconstrucción" le llaman ahora), o el fin último, instituir una parodia de "matrimonio" entre homosexuales del mismo ¿género?, con el derecho de adoptar hijos como corolario.
ResponderEliminarEsta aberración social no tiene razón ni justificación alguna. Cualquier homosexual, hombre o mujer, puede tener hijos y tendrá todos los derechos y obligaciones de la parentalidad biológica. Claro que puede darse el caso en que tenga que disputar la tuición de los hijos con la contraparte biológica, en cuyo caso tendría que acudir a tribunales, dado que ambos padres tienen los mismos derechos.
Cuando esto ocurre, es esperable y deseable que el tribunal entregue la tutela al progenitor que ofrezca un mejor entorno para la formación de los hijos, hasta que estos lleguen a la edad de discernimiento.
En igualdad de condiciones, siendo ambos padres personas honorables, sanas y sin vicios, el tribunal preferirá entregar la tuición a aquel progenitor que brinde un entorno lo más parecido posible al modelo de la familia original, o dicho de otro modo, se considerará mejor para los niños formarse al amparo de una pareja heterosexual.
Ese puede haber sido el caso de la jueza Atala, por el que el Estado de Chile debe enfrentar cargos ante una corte de "derechos humanos".
El lobby homosexual se ha hecho injustificadamente relevante en Chile. Ayuda en esto el complejo de indios que hace pensar que todo lo que venga de Europa es necesariamente bueno, aún contra toda evidencia.
Los políticos de todos los partidos tienen verdadero terror de no parecer "progresistas", o "avanzados", y para eso están dispuestos a imitar cualquier aberración.
Diría que el fin último de esta pantomima es llegar al "matrimonio" homosexual con "derecho" de adopción.
Como siempre, clara, inteligente e ilustrada la columna de Hermógenes.
Solamente le critico que haya usado la abominable expresión progre de "las chilenas y los chilenos", pleonasmo innecesario y antiestético que trae pésimos recuerdos.
Perfectamente pudo decir "los chilenos", o "las personas", o "los chilenos de ambos sexos", también redundante, pero en fin.....
Abrazos y un gran año para todos, el escritor y los seguidores del blog.
Hay tres obsesiones de mis compatriotas que marcan
ResponderEliminara fuego el "ser Chileno" que nunca dejan de sorprenderme. Tratar de complicar lo que es simple, no respetar las decisiones de los demas y
no respetar la propiedad privada.
Miren que simple es. El matrimonio es entre un Hombre y una Mujer. Si dos personas deciden vivir
juntas, dejenlos en paz, no inventen contratos raros. Toda persona debiera tener derecho a testar
a favor de quien quiera el 100% de su patrimonio,
con el solo resguardo de asegurar al sustento de los hijos menores de edad. Y listo.
Tal vez los matrimonios aumentaron porque ya dejó de ser una decisión seria o para toda la vida.
ResponderEliminarYa no es necesario pensarlo tanto. Es como sacar una entrada al estadio.
Habría que ver cuál es la tendencia a futuro con estos nuevos matrimonios que nacieron al amparo de la nueva legislación.
Aunque no lo parezca, el daño ya está hecho.
Me llama la atención que Andrés Allamand sea un propiciador del cambio legal.
ResponderEliminarDada su situación no hay que ser muy mal pensado para sospechar un interés particular.
Cualquier persona que se de el tiempo de mirar algunos datos duros (costumbre que los chilenos en general no tenemos) sobre el divorcio, se dará cuenta rápidamente de que siempre cuando se aprueba una ley que permita la disolución del matrimonio, el número de desafiliaciones crece explosivamente durante los primeros años, cosa bastante lógica, ya que el enorme número de separados de hecho u otra situación similar proceden a terminar su vínculo matrimonial. Al pasar algunos años, la cantidad de divorcios disminuye paulatinamente hasta llegar a un "estado de régimen".
ResponderEliminarComo parece que Chile está llegando a dicho estado, sólo ahora se torna interesante el estudio sobre la tasa de matrimonios y divorcios, ya que los datos que empiecen a recolectarse podrán dar mayores luces respecto del comportamiento estadístico esperado para los años por venir.
Saludos,
A los amantes de la libertad, por qué no dejan que cada cual haga con su vida lo que desee? y a Mr. Mac Anna le digo que los matrimonios homosexuales serán siempre entre personas del mismo sexo.
ResponderEliminar"algo que ya los primeros homínidos captaron cuando aparecieron sobre la faz de la tierra! Que la familia necesita de un padre y una madre para cuidar y formar a los hijos y eso se ha llamado siempre matrimonio y ha constituido el "hogar", es decir, la célula básica de la sociedad."
ResponderEliminarEsta es una versión histórica digna de 'Los Picapiedras'. A pesar del desacuerdo, siempre me había parecido que el autor de este blog era una persona ilustrada, hasta hoy...
¿Y no será, estimado don Hermógenes, que las predicciones apocalípticas que hicieron ustedes sobre la ley de divorcio no se cumplieron?
ResponderEliminar¿No será que lo que afecta a las familias no es la ley de divorcio (ni el matrimonio homosexual) sino la pobreza, la falta de educación, la violencia, los horarios de trabajo inhumanos que no permiten el contacto familiar, y tanta otra cosa?.
Ahora que hay divorcio (en vez de esa absurda farsa de la nulidad que se hacía antes), podría darse una vuelta a averiguar cuáles son las causas más frecuentes de divorcio. Le doy firmado que NINGUNA pareja se separó "porque se aprobó la ley de divorcio".