No "a fojas cero", como dicen los chilenos, pues la "foja cero", por definición, no existe. Pero acá nos gusta abrazar cualquier error que pasa por nuestro lado.
Uno, y no cualquiera, sino dantesco y memorable, ha sido el Transantiago. La misma semana en que se puso en vigor este absurdo engendro yo escribí una columna en "El Mercurio" titulada "Otro Fracaso Socialista". Irónicamente, no faltaron voces de derecha que me criticaron, por oponerme a un plan que iba, según ellas, a terminar con las "horribles micros amarillas", feas, ruidosas, contaminantes y congestionantes. A mis amigos de derecha les daba vergüenza que los visitantes extranjeros a los cuales paseaban por Santiago les dijeran que era una ciudad moderna, limpia y hasta hermosa, salvo por "esos horribles buses destartalados".
Pero esos "horribles buses destartalados" tenían, sin embargo, algunas virtudes: la primera, que trasladaban a la gente pobre desde el lugar en que quería partir hasta el lugar al que quería llegar, en poco tiempo y a una tarifa módica; la segunda, que generaban, en su conjunto, una utilidad o beneficio económico de 63 millones de dólares anuales, sin pedir un centavo al erario; la tercera, que cualquiera podía solicitar permiso para un nuevo recorrido cuando advertía que había un mercado de transporte de pasajeros que se abría, por fundación de nuevas poblaciones o barrios; y la cuarta, que no sufría evasión, porque los propietarios privados de los buses sabían muy bien cómo velar porque todo el mundo pagara su pasaje (ésa es la diferencia entre un propietario y un funcionario, como lo es de hecho el que ahora opera bajo el plan socialista llamado Transantiago, sabedor que detrás de él está Papá Fisco para responder por los que no pagan sus pasajes).
Esto había partido, por supuesto, del gobierno que más libertades personales ha consagrado en la historia de Chile, el régimen militar. Como sucedió a otro socialista que pretendía controlarlo todo, entre los variados caos de los cuales debió hacerse cargo estaba el de la locomoción colectiva santiaguina. Los pasajeros viajaban en "latas de sardinas" y los microbuses pasaban tarde mal y nunca por los paraderos, y muchas veces no paraban. Hasta que llegó un ministro de Transportes, el general de Aviación Caupolicán Boisset, en la segunda parte de los años '70 y, compenetrado de lo que decían muchas voces en esos tiempos, se propuso liberalizar la oferta de transporte colectivo y dijo: tráiganme proposiciones de recorridos libremente y yo se los voy a autorizar. En poco tiempo aumentó el número de buses, probando que las tarifas eran adecuadas, y muchos miles de empresarios libres se dedicaron a transportar pasajeros en la capital.
Luego vinieron los gobiernos socialistas en distinto grado (porque los DC son también de alma socialista, y no me extenderé para probarlo) y culminaron con uno socialista propiamente tal, si bien algo renovado, el de Ricardo Lagos. Como todos los socialistas pertenecen al círculo de los "illuminatii", que "se las saben todas" y son déspotas ilustrados, cuya misión es dictarle a la gente lo que debe hacer, inventaron un plan genial llamado Transantiago y pusieron en circulación unos espectaculares buses articulados que a los empresarios privados jamás se les habría ocurrido usar, pero que a la Concertación le dieron una imagen de progreso y modernidad tan impresionante como la del nuevo tren a Puerto Montt, todo lo cual deslumbró a los ingenuos chilenos y les llevó a elegir un nuevo gobierno socialista en 2005.
Pues bien, hoy los santiaguinos y los gobernantes de turno (bastante menos socialistas que los anteriores, pero siempre algo) están todos desesperados con el Transantiago, que ha costado miles de millones de dólares en pérdidas, que satisface menos a los usuarios que las "micros amarillas", porque rara vez los lleva "desde el punto en que quieren partir al punto donde quieren llegar"; que demora más en los recorridos; que suprimió y, en muchos casos, llevó a la ruina a varios miles de empresarios pequeños de la locomoción colectiva; y que sufre una sangría adicional porque un alto porcentaje de la gente no paga su pasaje. El gobierno actual, inocente del pecado original, está pidiendo ahora ¡cuatrocientos millones de dólares anuales! a los contribuyentes chilenos para que el genial plan de don Ricardo Lagos Escobar (que se apresta a lanzar un libro con un nuevo "set" de lecciones para Chile y el mundo, pues ha sido ascendido a "Capitán Planeta") pueda seguir funcionando o, mejor dicho, malfuncionando.
Por supuesto, yo no tengo la solución para esta tremenda embarrada. Pero sí sé una cosa: que la libertad económica funciona. Yo, hoy mismo, le abriría una pequeña puerta a la libertad en la locomoción colectiva de Santiago. Empezaría de a poco, anunciando que en determinados recorridos se puede libremente llevar pasajeros de un punto a otro. En lugar de perseguir a "los piratas", los convidaría a participar. A ver qué pasa. Yo sé lo que va a pasar, porque ya sucedió en los años '70.
Si se hiciera lo que digo, lentamente, poco a poco, las cosas cambiarían para mejor. Un viaje de mil leguas comienza con un paso, dicen los chinos. Si estamos pagando las ganas por el gran fracaso socialista de Lagos y Cía., por lo menos dejen que la libertad de transporte de pasajeros, que ya nos permitió superar los problemas legados por un anterior gobierno socialista, pueda dar un primer paso para volverlo a hacer.
lunes, 9 de agosto de 2010
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Tengo la solución perfecta para el Transantiago. ¡¡Privatizarlo!!!!
ResponderEliminarYo no se como se sigue manteniendo esta aberración, este engendro llamado Transantiago. Es un barril sin fondo donde se pierden millones de dólares anuales, que no tiene posibilidades de deterse porque es un sistema desfinanciado y por ende todos los chilenos seguiremos pagandolo.
ResponderEliminarUn sistema de locomoción mal concebido, donde personas deben tomar dos o tres transportes para llegar a su destino.
Lo peor que se engañó a la gente, se les dijo que el nuevo sistema eliminaba las viejas y contaminantes buses amarillas y que ocurrió? esos mismos buses fueron "enchulados" y siguen contaminando, Además se trajeron unos monstruos articulados que no sirven para muchas calles de Santiago. Solución? expropiar y quitar sus casas y/o negocios a mucha gente modesta para ampliar las calles. No podian haber encontrado una solución más brillante, es que ese plan estrella de Lagos no podía fracasar, aún a costa del dolor de mucha gente.
Está bien que Bachelet, pese a sus dudas, por ser del mismo partido que Lagos, siguiera adelante con el transantiago, pero llama la atención que un gobierno que se suponía de distinta ideología iba a tener libertad para señalar el fracaso del transantiago, pero que hace? mantiene esta aberración, como un quinto gobierno concertacionista y pide más millones para mantener este engendro en circunstancias que como oposición no eran partidarios que todos los chilenos tuvieran que subsidiar este sistema de locomoción. Por qué cambiaron?
Creo que lo primero es ordenar y recuperar antiguos recorridos, terminar con esa distinción de los buses de acercamiento e ir liberando los recorridos.
Al final, mandar al tacho esta "brillante" obra de Lagos, que es donde merece estar por ser un sistema nefasto.
Oiga, Don Hermo, sin ánimo de ofenderlo, pucha que es momio usté, mire que hallar socialista al gobierno actual. En todo caso festejo su calificación de illuminatii para Lagos.
ResponderEliminarComo siempre Don Hermogenes siempre nos fascina con sus palabras.
ResponderEliminarAtte.
WALTER FORAL LIEBSCH
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Don Hermógenes...Don Hermógenes...le tengo un poema:
ResponderEliminarNuestros pobres valientes soldados, repartidos en carceles indignas, cual cartas de una baraja, le tengo la solucion don Hermógenes, por que no se mete a todos esos asesinos an la RAJA?????.
Cpozo es el típico izquierdista que no sabe debatir, su único argumento, como el que usa la mayoría de ellos, es el insulto y la descalificación.
ResponderEliminarNingún argumento serio:
ResponderEliminar- El trasporte público es ahora más rápido, limpio y seguro que con las micros amarillas (comprobado).
- A los empresarios les convienen las micros llenas y antiguas (más ingresos x menos inversión), por lo tanto la incomodidad JAMÁS se hubiera solucionado sin un subsidio.
- En todas las grandes ciudades del primer mundo con sistemas de transportes decentes, existen subsidios por parte de Estado
- ¿se ha subido últimamente en alguna micro?
La gran falacia de don Hermogenes es hacer parecer al transporte como cualquir otro producto o servicio, el cual puede ser mejorado por el mercado, cuando sus caracterísiticas son muy diferentes.
ResponderEliminarCuando alguien toma una micro, no lo hace tomando consideraciones de "mercado", lo hace porque tiene que llegar a un lugar. Así, cuando tomaba una micro en las amarillas y el servicio era malo (casi siempre) no podía cambiarme de recorrido y castigar al proveedor, porque era el único que me servía.
Es por eso que el transporte no puede estar en manos de privados. Porque para los empresarios un mal servicio no puede ser castigado de ninguna manera por los usuarios. Por eso que las micros siempre estaban llenas. Así, se da la perversión de mercado, en que generando un servicio malo (micros más llenas) se gana más y no existe posibilidad de castigo.
Por eso que necesariamente para el transporte debiera haber subsidio y estar en manos del Estado. Para que la preoucupación no sea ganar dinero, sino dar un servicio mejor.
Obviamente el transantiago no es un servicio perfecto, pero es bastante mejor que lo que había antes.
No sea dogmático don Hermógenes, el mercado no es la solución a todos los problemas de la sociedad. Póngale un poquito más de razonamiento al asunto.
Yo tengo una duda don Jim. Si el transantiago es bastante mejor que lo que había antes, por qué miles de usuarios del antiguo servicio han tenido que volcarse al metro, viajando como sardinas en lata? haciendo además colapsar este servicio en horas punta.
ResponderEliminarSi el transantiago es tan eficiente y cómodo, es absurdo que la gente prefiera el atochamiento a la comodidad del nuevo sistema.
El problema fue de diseño, pero sigue siendo una excelente idea. Hunter el metro era el eje del proyecto, ya que todos las micros hacen trasbordos en estas estaciones. Ademas el metro paso a ser el metro de todos y no solo de los que podian pagarlo.
ResponderEliminarNunca mas micros amarillas, por encima de lo economico esta la vida y la dignidad humana.
....Y yo le tengo otra don Jim. y si el Transantiago es tan bueno, porqué la gente evade por todos los medios pagar el valor de este servicio...¿Será por lo bueno que es?
ResponderEliminarNo se Raúl si el metro pasó a ser metro de todos y no sólo de quienes podían pagarlo, lo único que se que comparativamente la tarifa del metro era inferior a la actual y que era un servicio que enorgullecía.
ResponderEliminarAhora, si el metro era el eje del proyecto, éste creo que estuvo mal diseñado, al pasar a soportar el peso del nuevo sistema de locomoción, el metro pasó a ser un mal servicio y eso no es lógico.
Es interesante analizar la opinión del señor Jim porque ejemplifica los razonamientos profundamente equivocados a los que llega el ciudadano común
ResponderEliminar- El transporte público es ahora mucho más malo que antes: lento, sin frecuencia razonable, sucio, indigno, las personas no tienen locomoción eficiente donde antes habían cinco recorridos ahora hay uno y que conduce al metro, suben los mismos vendedores y las micros son casi las mismas sólo que pintadas de otro color.
- Los empresarios hacen su negocio pero cumplen un rol social conducían a las personas a su destino y teniendo una red hecha con 30 años de experiencia.
- El problema real es que formaron un cartel, es decir, unos pocos empresarios marcan el rumbo del mercado y muchos empresarios chicos que lo siguen, por lo tanto, la solución no es un subsidio (que nada tiene que ver aquí) sino la incorporación competencia, por ejemplo, añadir una empresa estatal o empresas extranjeras.
- La verdadera gran falacia es pensar que el estado puede solucionar el problema. Sólo aporta ineficiencia y ineficacia. Es increíble que la prueba empírica de ello, el desastre de transantiago, deje indiferente a algunos ciudadanos, es decir, la ideología pesa más que la realidad que es evidente frente a sus ojos. La prueba es negada y prefieren confirmar la teoría, es decir, el mundo al revés.
- El mercado puede definirse como cualquier medio donde interactué un vendedor y un comprador, es ilógico atribuirle el adjetivo de “perverso” , esta es una cualidad que se atribuye a las personas y no a las cosas. Esto es básico y forma parte de la mentira convertida en verdad.
- La conclusión final del señor Jim es increíble, “Por eso que necesariamente para el transporte debiera haber subsidio y estar en manos del Estado” , es decir, convierte el cartel en monopolio aumentando la ineficiencia y la ineficacia, aumentando el costo del servicio y convirtiendo a este en un servicio peor que el anterior dado que ahora es controlado por burócratas estatales que nada entienden del negocio. Lo que se debe hacer es aumentar y propiciar la competencia, facilitando el ingreso de nuevos actores y conservando la valiosa experiencia anterior. El déficit provocado por el sistema es una vergüenza y como yo aspiro a que mi país alcance el desarrollo entiendo que si el estado gasta más de lo que gana se atenta contra el crecimiento y por lo tanto se pierde la lucha contra la pobreza.
- El trasantiago es peor de lo que había antes y no mejor.
-Es por eso que me permito señalar al señor Jim “Póngale un poquito más de razonamiento “
Por otro lado el metro es realmente una tragedia aquí la demanda es mayor que la oferta y el servicio se satura, si está preparado para dar un servicio a 100 ahora lo da a 200 y comienzan los problemas: robos, indignidad, aglomeraciones brutalmente intolerables, aumento del tiempo de traslados, fallas mecánicas y mayores tiempos de traslado.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe da la impresión de que las personas que aquí comentan no han usado nunca el Transantiago o tienen muy mala memoria.
ResponderEliminarLo digo porque yo si lo uso, todos los días.
y recuerdo perfectamente que las micros amarillas eran un peligro público, todos los días había un atropello o accidente causado por las famosas micros, además del peligro que corría el chofer al pasar por cierto barrios a ciertas horas con la "caja llena".
No digo que el sistema actual sea bueno y por supuesto que debe mejorarse, pero de ninguna forma es peor que el antiguo
Yo uso transantiago todos los días y también viajé en micros amarillas, el sistema de ahora es peor, mucho más indigno e intolerable.
ResponderEliminarAlejandro, puedes dar alguna razón.
ResponderEliminarOjo, que yo hablo desde mi experiencia personal, que es única e intransferible y, basado en esta puedo decir que:
1. En el sistema antiguo me demoraba 1 hora en llegar a mi trabajo en horario punta, si deseaba demorarme menos, debía cancelar dos pasajes (micro+metro), en el actual me demoro 50 minutos en horario punta, y puedo demorarme 40 minutos si uso la combinación micro+metro y por un solo pasaje.
2. Los riesgos de accidente han disminuido, puede que esto sea subjetivo, pero hasta la fecha no he sido testigo de ningún accidente grave protagonizado por la micro en que ando, en cambio en las micros amarillas si recuerdo algún atropello o choque, probablemente sea a que la necesidad de conseguir un pasajero haya bajado.
3. En el actual sistema, es cierto, cuesta mucho encontrar una micro pasada las 00:00 hrs y antes de las 6:00 am en un día cualquiera. En el sistema anterior había micros el día y a la hora que fuera.
Y podría seguir enumerando, te repito, en mi opinión el sistema está mejor ahora que antes, cierto que se puede mejorar (punto 3), pero decir que el sistema es indigno e intolerable me parece mucho.
Se me olvidaba acotar, que, como subproducto del transantiago, tenemos las vías exclusivas y una red de ciclovías, que si bien podría ser mejor, me permite trasladarme a mi trabajo en bicicleta cada vez que el clima, el horario y las alertas ambientales lo permiten.
ResponderEliminarMe demoro 50 minutos, 10 minutos menos que en el antiguo sistema en hora punta.
Señor GranitoMan: Sólo como ejemplo relataré mi viaje de hoy a la oficina. Llego al metro y la estación está repleta de gente, al parecer por las gotas de lluvias que caen en Santiago el metro se satura. Debo dejar pasar varios trenes porque es imposible subir, cuando mi paciencia se agota decido ingresar en próximo tren a cualquier costo (reconozco que es una actitud un poco bestial) ,llega el tren repleto de gente y tengo sólo 30 segundos para tomar una decisión “aquí subo” y literalmente me arrojo sobre la gente quedando el 50% de mi cuerpo dentro del vagón y el otro fuera pero mi convicción es “ de aquí no me bajo”, se empiezan a cerrar las puertas y en un gesto instintivo sacó fuerzas y empujo como una bestia humana hasta que entro al vagón , mi rostro queda literalmente pegado al vidrio mi brazo extendido hacia arriba y manchado de grasa que no sé de donde salió, esto es grave porque si mancho mi pantalón o la camisa el viaje me puede costar $20.000 adicionales. Un señor empieza a alegar de lo malo del sistema y yo sólo exclamo en voz alta “ Esta es la herencia del señor Lagos y la señorita Bachelet” suscitando una polémica ciudadana al respecto, luego viene al arribo a la otra estación donde baja una persona y no sé como suben tres más, paradójicamente siempre suben más pasajeros de los que bajan(las estaciones llenas de gente qua queda abajo). Quedo inmóvil y rodeado de gente y me preocupa que no me roben la billetera porque ahí es fácil cometer este delito. En el traslado el tren nunca partió de inmediato y siempre hubo problemas con una puerta que no cerraba. Al llegar a la estación terminal, con mi rostro aún sobre la puerta me doy cuenta que esta no abre y la gente empieza a empujar, yo mismo empiezo a presionarla para abrir, repentinamente llega corriendo un guardia para apoyar la maniobra, mi idea no es morir aplastado por una masa humana en el metro. Sólo al cambiar de línea pude respirar tranquilo. Lo único bueno del viaje fue contemplar a una asistente de andén que estaba muy bonita y que ayudaba a empujar a la gente para que entrara al vagón (al estilo metro coreano) , ayuda que lamentablemente no tuve.
ResponderEliminarEn mi viaje de vuelta a casa me vengo con un colega que prefiere dar la vuelta por todo Santiago porque la línea uno no se puede abordar, así prefiere tomar línea uno en dirección contraria a su casa, línea cuatro, línea cuatro b y luego línea dos pero por lo menos puede viajar. Al bajar en Tobalaba un profundo olor muy desagradable que inunda la estación me provoca nauseas y arcadas pero parece que a nadie importa, llego al túnel y ni siquiera veo la línea debo estar quince o veinte filas más atrás. Luego de subir nuevamente como animal directo al matadero mi otro colega me señala que lo mío “no es tan grave” porque la línea dos si que está saturada y que me consuele, porque él en las mañanas al tratar de subir literalmente “rebota”, como pelota de tenis, en una masa humana y ni siquiera puede subir.
Sólo puedo decir gracias señor Lagos y señorita Bachelet por ratificar mis convicciones liberales ya que con estas experiencias puedo vivir en carne propia las falsas soluciones socialistas a los problemas y me doy cuenta de quién tiene la razón y quién no la tiene. En todo caso esto no es nada comparado con la experiencia de la UP donde si existían las verdaderas colas, aunque yo he visto en estación “Vicente Valdés” unas colas tan grandes que rememoran los clásicos momentos de aquél gobierno. ¡Qué gozan con las colas los socialistas!
A mi secretaria el Transantiago la dejó cesante, pues de dos micros que usaba antes para llegar a mi oficina donde trabajaba, con el Transantiago pasó a utilizar 4 más el metro, debiendo incluso caminar un largo trecho entre peligrosos pasajes, en uno de los cuales, en dos ocasiones estuvo a punto de ser asaltada, ella y su familia...que la iba a esperar al paredero ahora, por una pandilla de mujeres ladronas, que asolaban el lugar.
ResponderEliminarFue la gota que rebalsó su vaso, pues ya estaba poniendo en riesgo no sólo aella sino que a toda su familia, por ende decidió abandonar el trabajo, restando por esto un importante ingreso mensual a dicha familia, lo que condujo a que retirar a su hija de u colegio subvencinado y matricularma en uno municipalizado, con las consiguientes desventajas para esta.
Antes de dejar el trabajo, me prometió que apenas se arreglara esto de la movilizacón, volvería a trabajar conmigo nuevamente, cosa que hasta la fecha no acontece.
Tal vez, hechos como estos hay miles, y miles nuevos se suceden en cada mometo y a cada rato como resultado de malas decisiones de nuestros gobernantes, y que al final, pagamos todos los ciudadanos, inclusive quienes no votamos por ellos....¿Es justo todo esto?