Hay dos clases de gobernantes: los que tienen una opinión sobre los problemas nacionales y han llegado al poder para darles las soluciones en las cuales, según esa opinión, ellos creen, y los que no tienen opinión propia o no la valoran, sino que su única guía es el termómetro de la opinión pública de corto plazo. En otras palabras, gobiernan para las encuestas.
Nuestro actual gobernante entra en la segunda categoría. Sus decisiones están guiadas por el "aplausómetro". El segundo piso de La Moneda hace semanalmente encuestas. Así se configura el programa de gobierno. Ayer se ha dado una nueva prueba de ello.
Después de una discusión técnica y basado en el dictamen de los expertos, el gobierno consiguió hacer aprobar por ley un sistema de protección de los precios de los combustibles (SIPCO). De acuerdo a ese sistema, no correspondía en los últimos días rebajar el impuesto a los combustibles, pese a las alzas. Pero bastó que los canales de TV entrevistaran a las personas que iban a poner bencina y que, como siempre que sube, estimaban muy negativa el alza, para que todo el sistema tan cuidadosamente estudiado y tan doctamente debatido en el Congreso se viniera abajo, menos de dos meses después de puesto en vigor. "Suma urgencia" para derogarlo.
¿Por qué? Porque el Presidente está mal en las últimas encuestas y necesita remontar. ¿Estudios técnicos, política de Estado, consideraciones de largo plazo, el interés permanente del país? Al diablo con todo eso. El gobernante necesita mejorar su imagen y justo ahora que derrama dádivas para todos (o por lo menos las anuncia), como posnatal, supresión del 7 por ciento de salud que cotizan los jubilados, ingreso ético garantizado, bono de bodas de oro ¿le van a venir a echar a perder la fiesta con un alza antipática de la bencina? ¿Cómo va a remontar, entonces?
Lo mismo sucedió en el caso de Barrancones. Una central eléctrica aprobada de acuerdo con todos los mecanismos de protección ambiental. Pero bastó que un periodista rescatara una grabación de la campaña, en que el candidato Piñera le prometía a cada santo una vela, costara lo que costase, para ganar votos, grabación donde decía, naturalmente que sin ningún antecedente, sino sólo guiado por el vocerío de un grupo de personas que tenía al frente y que no querían la central, que él no la iba a aprobar. A lo mejor no sabía que lo estaban grabando, pero Amaro Gómez-Pablos rescató la maldita grabación. Y en plena crisis energética, cuando el país necesita con urgencia nuevas centrales, cuando estamos al borde del racionamiento, mandó al diablo Barrancones. De facto. No valió de nada que la central hubiera pasado todos los exámenes ambientales. La institucionalidad no sirve para nada si va contra las encuestas.
Hay un viejo adagio según el cual la diferencia entre un político y un estadista es que el primero trabaja para la próxima elección y el segundo para la próxima generación.
No cuesta mucho saber si el Presidente es lo uno o lo otro.
viernes, 11 de marzo de 2011
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Hermógenes, todos sabemos que Piñera es un "democristiano" disfrazado de derechista. Eso no nos extraña de su actitud. Si sigue haciendo malabares con esa técnica, nuestro voto en las próximas elecciones será nulo, pues nos ha defraudado al no incluir en dos oportunidades en un indulto a los uniformados prisioneros.
ResponderEliminarun regalo para ustedes, el video no lo hice yo solo deseo introducir algo de comunicacion forzada entre dos grupos que ni se hablan solo se insultan.
ResponderEliminarhttp://www.difamadores.cl/2011/02/16/los-archivos-perdidos-de-difamadores/