Tiene razón la señora que ayer anuncia en El Mercurio que se va de Chile. A su marido francés lo asaltaron cuatro sujetos en un auto de aplicación, le quebraron una mano y robaron todo. Quedó en la calle, donde nadie lo auxilió y debió caminar cincuenta cuadras para volver a su casa.
El historiador Alfredo Jocelyn-Holt, en La Tercera de ayer, se da por contento de estar vivo: dos niños, de unos trece y diez años, a todo sol y con público presente, frente al Castillo Wulf y a los pies del Palacio Presidencial de Viña, le apuntaron con una pistola en el bolsillo. En lugar de entregar todo, como era de rigor, los miró fijamente y siguió caminando, pensando que podrían dispararle y después de matarlo ser llevados al Sename, sin saber cuál de ambos destinos era peor. Pero no pasó nada. El resto de los viandantes le mostraban pulgares hacia arriba por haber sobrevivido ileso. No siempre se logra. Parece que el historiador se queda.
Yo estoy blindando mi auto contra encerronas y me lo devuelven en quince días más. Salgo muy poco y viajo en familia. Quiero que nos aseguremos. Me cuesta casi como otro auto, pero vale a pena.
Pero me quedo porque no tengo por qué entregar mi país a los delincuentes. Anteayer cité el verso al Ejército que dice: "¿Qué has hecho, por Dios, con tus hombres/ Que fueron ayer tus combatientes/ Salvando a la patria del horror/ De aquellos verdaderos delincuentes?". Es que no ha hecho nada. Nadie ha hecho nada, salvo mirar para otro lado y rendirse, entregarse. Y "ellos" han vuelto al poder.
Chile es así. Mira para otro lado. Los malos quedan sueltos y destruyen el país. Pero los perdonan y llenan de pensiones e indemnizaciones. Y más encima te culpan a ti, que has ayudado a construir lo que ellos destruyen. Pero entonces, a pesar de todo, eligen de nuevo al marxismo en su versión frenteamplista y comunista. Increíble. Es lo que hay. Chile es así.
Pero no hay que irse. Todo se va a arreglar otra vez. Porque han obligado a ir a votar a una mayoría indiferente, a la cual el país no le importa y por eso no vota voluntariamente. Pero tiene sentido común. No sabe de política ni le interesa, pero de tonterías sabe. Y cuando la obligan a votar elige al sentido común, es decir, a la derecha. Una vez (1973) hasta llamó a los militares.
Después de eso y con un presidente de derecha como el que más, el 11 de marzo de 1990 Chile era el primer país de América Latina en crecimiento, estaba doblando su riqueza en diez años, había derrotado a la delincuencia y el terrorismo, tenía la tasa de homicidios más baja del hemisferio y no había conflicto en la Araucanía, sino al contrario, la Araucanía votaba Sí a Pinochet. Y tampoco había inmigración descontrolada. Chile era protagonista de un milagro económico-político-social. Probó que "se puede".
Pero desde entonces, con eficaz ayuda extranjera, han demonizado a Pinochet, no se le puede nombrar. Han levantado monumentos a los peores y a los traidores. Y han convertido al país en uno del cual hay gente normal que quiere marcharse.
Pero vienen elecciones y eso va a cambiar. Estoy seguro. ¿Por qué? Porque van a elegir a otro que hará lo mismo que Pinochet (aunque no se atreva a admitirlo en público). Y nos va a volver a poner a la cabeza del hemisferio.
Entonces me quedo. Quiero verlo suceder. Y, si alcanzo, ver cómo los chilenos después lo traicionan y condenan por volverlos a salvar. Es que son así.