Como he informado al país en ocasiones anteriores, la Primera Ley Fudamental de la Política Chilena establece que siempre termina haciéndose lo que dice el Partido Comunista. Por eso el país cada cierto tiempo se dispara en el pie.
Acá hemos vivido dos décadas de estabilidad política reconocida en todo el mundo y que, como suele suceder, ha estado aparejada a una gran prosperidad económica. Todo ello se debió a las bases para la plena democracia sentadas por el Gobierno Militar, que instituyó un régimen político capaz de garantizar estabilidad y un régimen económico de libertades que ha podido subsistir, precisamente, gracias a dicha estabilidad.
Pero nada de eso le gusta al Partido Comunista, cuya doctrina establece que debe haber un Estado todopoderoso, manejado por él y que ejerza un despotismo general sobre los ciudadanos, pues, según los comunistas, ellos mismos son los únicos que saben qué le conviene a la gente.
Todo el mundo elogiaba la evolución chilena, debida a esa gran estabilidad política y económica, pero los comunistas no estaban contentos, porque no tenían ningún poder, por carecer de votos. Es decir, no podían elegir representantes en los poderes públicos y carecían de toda posibilidad de manejar el país según sus designios.
Entonces, aprovechando que hay un gobernante débil, el año pasado iniciaron una revolución violenta que estremeció nuestras ciudades y una de las cosas fundamentales que pidieron fue que se cambiara el sistema electoral, para ellos poder tener cargos aunque no tuvieran suficientes votos. Con generosa cobertura mediática y amplia difusión, la ciudadanía empezó a manifestar en las encuestas su apoyo a las peticiones comunistas. La Concertación, por supuesto, las hizo suyas, porque en el fondo siempre le han gustado (la Concertación se compone de los mejores aliados de los comunistas y de los kerenskis chilenos, que siempre le han pavimentado el camino al comunismo).
Entonces empezó a cumplirse la parte que faltaba de la aplicación de la Primera Ley Fundamental de la Politica Chilena y, como tenemos un gobierno encuestocrático, con un Presidente que nadie sabe lo que realmente piensa para sus adentros, salvo que debe ganar en las encuestas, y éstas, gracias a la cobertura mediática, respaldaban las peticiones comunistas, el Gobierno anunció que haría lo que éstos dicen y empezó a estudiar una reforma del sistema electoral binominal que excluyó a los totalitarios.
Pero en uno de los partidos de gobierno, RN, se había gestado un movimiento disidente que había tendido puentes hacia la oposición para llevar adelante una agenda de reformas del gusto de los comunistas. Esta disidencia amenazaba la estabilidad de la mesa del partido, presidida por Carlos Larraín. Pero era evidente que los díscolos de RN "no sabían la chichita con que se estaban curando", pues Carlos Larraín es, por mucha distancia, más hábil que ellos. Y entonces nos hemos encontrado repentinamente con un tremendo "domingo 7": el propio Carlos les ganó el quién vive y llegó a un acuerdo con la DC para modificar no sólo el sistema binominal, sino todo el régimen político chileno, situación que permitió volver al primer plano a uno de los operadores políticos más hábiles de nuestro medio, el DC Gutenberg Martínez. Y así se articuló un acuerddo de centro, DC-RN, para hacer un cambio institucional mayor, como lo es el de pasar de un régimen presidencial a uno semipresidencial, en una maniobra que no se registraba en el país desde el siglo XIX, cuando se transformó por arte de birlibirloque el sólido presidencialismo de los decenios en el parlamentarismo de los quinquenios, que culminó sólo cuando el país se dio cuenta, en los años 20 del siglo pasado, que lo que realmente había querido siempre era presidencialismo. Y por eso se dictaron las Constituciones de 1925 y 1980. La primera lo restableció y la segunda lo fortaleció. Y esto último ha permitido a Chile vivir la etapa política y económica más dorada de su historia.
Entonces, Carlos Larraín ha puesto una bomba. Desde luego, se la ha puesto al gobierno, si es que éste todavía puede llamarse tal, porque a estas alturas el Presidente Sebastián Piñera sólo tiene una cosa clara (hay que reconocer que la ha tenido siempre): que él debe seguir estando en el centro de las fotos y que éstas deben ser muchas y salir en el mayor número de publicaciones posible. Pero salvo él, centrado en su tema, el resto del país ha caído en estado cataléptico.
La única cosa cuerda que ha sucedido en estos días la ha aportado un apolítico, el senador independiente por Magallanes, Carlos Bianchi, quien ha presentado una moción de reforma de la ley electoral para permitir que los independientes puedan competir en los comicios en los mismos términos que los militantes de partidos, idea que está en la Constitución pero que las leyes orgánicas trasgredieron en favor de los partidos y en perjuicio de los independientes. Yo estoy propiciando la misma idea hace años y a ella, como es costumbre con mis ideas, nadie le había hecho caso. Pero ahora el senador Bianchi la ha hecho suya, así es que seremos dos las personas a las cuales nadie les hace caso.
¿Qué va a suceder? No tengo la menor idea, pero me temo que va a ser como el encallamiento del Costa Concordia: "sálvese quien pueda". No sé si RN, la UDI, la Concertación o todas ellas juntas van a volar en pedazos, pero sí sé que los únicos ganadores de todo esto, los comunistas, están ahora un paso más cerca de entrar a hacerse cargo de los restos náufragos de la universalmente celebrada y aplaudida "joya más preciada de la corona latinoamericana" (Bill Clinton, 1991).
Pero, de que siempre se cumple la Primera Ley Fundamental de la Política Chilena, se cumple.
Palos de ciego, la maniobra de Larraín.
ResponderEliminarSea lo que sea, y termine esto en lo que termine; una cosa es clara: que sigue existiendo un gran vacío en la política chilena, causado por la inexistencia de un partido de la verdadera derecha, representativo de cerca del 30% de los chilenos.
Somos unos vagos cómodos, individualistas y pusilánimes. Podríamos aprender de los franceses y su Frente Nacional, bastante más de derecha que RN y UDI, partidos sin identidad ni carácter, y siempre dispuestos a pactar con el enemigo.
Algo me dice que esta vez no será como en el pasado.
ResponderEliminarSi hemos sacado las lecciones debidas, el país seguirá su marcha a buen ritmo.
MANIOBRA POLITICA
ResponderEliminarLa maniobra de RN con DC, para mi tiene dos caras, como siempre existen en la realidad. Por un lado, quitar el piso definitivamente a la vuelta de la Sra. Bachelet al gobierno, por otro, dar un golpe a la UDI por su papel ambiguo en la política nacional. El partido UDI creció con la idea básica de heredar el pensamiento de las directrices políticas del Gobierno Militar, que en su momento fue necesaria su participación por el desastre que había en el país al inicio de los años 70. No obstante, en los últimos tiempos, ha carecido de presencia importante en el desarrollo de la política nacional, se ha ido desfigurando su imagen y estilo en el escenario político.
Por tanto, uno o los dos caminos descritos que tome este acuerdo, tendrá un beneficio al final para los ciudadanos y finalmente para el país.
Saludos
demasiado optimista, este acuerdo llegara a su fin antes de las elecciones de fin de año.
Eliminar¿Qué va a suceder? No tengo la menor idea, pero me temo que va a ser como el encallamiento del Costa Concordia: "sálvese quien pueda".
ResponderEliminarNO SEÑORES, lo que va a suceder es que todo quedará en nada, tranquilos. Toman demasiado en serio este juego, que para entenderlo mejor, se le adjunta el apelativo infantil de poderes. Son solo juego de PODERES, como a los Bolivianos se les confunde cuando hay problemas con el odio antichileno, acá se nos hace con promesas políticas triunfalistas, que son pan para hoy y hambre para mañana. De acuerdo nada, a lo mucho caerán algunos líderes políticos.
Demasiado respeto también a los PC, son odiados por todos, no se dan cuenta? La única esperanza que tienen es una alianza con la Concertacion mas de centro, como la DC, sin ellos u otros concertacionistas, desaparecerán, DEO GRATIAS¡
Me maté de la risa. Es usted don Hermógenes, un gran escritor y comparto en gran parte el comentario de hoy.
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