Cuando me han pedido que le ponga nota al Gobierno, se la pongo baja al Presidente y alta a su equipo. Los hechos de estos días me han dado la razón. Porque el equipo, en general (pues hay un par de excepciones) es serio. Ha quedado demostrado en el caso de la central Barrancones. La decisión presidencial, en cambio, y una vez más, no ha sido seria, pues sólo ha buscado salvar la imagen de quien, como candidato, hizo una promesa electoral (que tampoco era seria) y sólo por el hecho de haber quedado grabada (no ha tenido inconvenientes en olvidar otras promesas electorales que no quedaron registradas en una grabadora, como las hechas a los uniformados en retiro). La referida decisión ha contravenido toda una política seria llevada adelante por funcionarios serios.
Hay varios antecedentes sobre las reacciones de éstos que no han aparecido en los principales diarios, como uno que nos revela hoy "La Segunda": la ministra de Medio Ambiente, María Ignacia Benítez, manifestó su intención de renunciar, a raíz de la intromisión que pasó por sobre el trabajo profesional de su cartera. De igual modo, ese diario informa que los Seremis de Coquimbo, que votaron a favor, en la comisión regional del medio ambiente, la solicitud de instalación de la central térmica, "se sienten abandonados", en palabras del diputado y jefe de bancada de RN, Mario Bertolino.
Uno de ellos, el seremi de Salud, doctor Raúl Martínez, renunció a raíz de la interferencia presidencial, como comenté ayer. Por eso leí con sorpresa el titular de un matutino hoy: "Renunció seremi de salud que reabrió mina San José", como si ello hubiera tenido algo que ver con el problema minero que ha ocupado la atención nacional. Pues, primero, dicho seremi no reabrió dicha mina (carece facultades para ello, pues sólo la tiene Sernageomin) y él renunció precisamente como protesta por haber sido pasado a llevar por la intervención presidencial en el caso Barrancones.
Pero si el Poder Ejecutivo ha dado testimonio de poca seriedad, el Judicial sin duda lo ha aventajado: la ministra sumariante de Valparaíso, Eliana Quezada, ha sometido a proceso a otros 14 uniformados (ya lo había hecho con 16 en 2008) "por la desaparición del sacerdote anglo-chileno Miguel Woodward". Este último fue apresado e interrogado en 1973 y, habiendo mostrado signos de una crisis cardíaca, fue derivado a un hospital, donde falleció. Posteriormente fue enterrado en un cementerio local, mediando los certificados médicos legales. Todo eso está judicialmente acreditado. No obstante, la ministra Quezada afirmó, en un auto de procesamiento de 2008, que el referido sacerdote se encontraba detenido en dependencias de la Armada, afirmación que, por supuesto, causó pasmo en su momento, pero que no tuvo la menor consecuencia de ninguna índole, ni siquiera la natural y obvia de haber recorrido las instalaciones de la Armada para encontrar a Woodward. Pero como el Poder Judicial nos tiene acostumbrados a las afirmaciones más funambulescas para fundamentar la persecución política contra ex uniformados, ni entonces ni ahora "nadie dijo nada... nadie dijo nada".
La gente seria está condenada a sufrir constantes desilusiones en el Chile actual.
martes, 31 de agosto de 2010
lunes, 30 de agosto de 2010
Y Ahora ¿Quién Podrá Defendernos?
Anoche tenía escrito mi blog del día, haciendo un recuento de todo lo que se opinó y escribió durante el fin de semana sobre el notable episodio de la central Barrancones, cuando mi iPad me indicó que, por una razón suya que no tuvo a bien explicarme, no podía conectarse con Internet. Procuré infructuosamente reconectarme, pero fue inútil. Se agotó la batería y, finalmente, el iPad se tragó mi esfuerzo y, por primera vez en noventa días, no pude producir un blog. Pero estoy seguro de que el país puede sobrevivir a eso. No lo estoy, en cambio, de que pueda salir airoso de un gobierno como el de Sebastián Piñera.
Hoy fui a una ceremonia en que ICARE premiaba a tres empresarios, uno de los cuales es amigo mío, y salí de la ceremonia para ir al respectivo cóctel con el convencimiento de que un país en que hay hombres de empresa como los tres galardonados tiene, necesariamente, muy buen futuro, cualesquiera sean los gobiernos que lo rijan. Porque si durante tres gobiernos de la Concertaciòn se pudo seguir creciendo (si bien cada vez menos), aunque los suceda uno muy parecido, como lo es el actual (recuérdese la frase de Hinzpeter: "Decidimos abrazar las ideas de la Concertación"), de todas maneras podemos salir adelante.
Pero hay un rasgo nuevo, que no se había visto antes. Tenemos un Presidente que sólo se mira a sí mismo para resolver, como si nada más importara. Oscar Wilde escribió que cuando alguien se enamora de sí mismo, suele iniciar un idilio que dura toda la vida. Y a mí el episodio de Barrancones me ha asombrado por el grado de autorreferencia con que lo ha resuelto el Presidente. Lo único que le ha importado es lo que a él pudiere afectarle. Como, por desgracia para él y para el país, le habían grabado una promesa electoral ("No" respondió cuando se le preguntó si permitiría una central en Punta de Choros); y, por otra parte, los funcionarios de su gobierno, con la venia de La Moneda, habían apoyado la institucionalidad ambiental y favorecido la instalación de dicha central, se encontraba "en un brete".
Pero había un factor desequilibrante, particularmente en Chile: desfiles y violencia callejeros, vociferaciones contra el Gobierno. Siempre la Concertación cedió, en iguales circunstancias, y este gobierno, que ha abrazado su ideario, hizo lo mismo. Además, estaba en juego otra vez "la palabra del Presidente", que, para peor, estaba grabada.
Había que elegir entre "quedar mal" pero anteponer el interés del país, que es el de contar con abastecimiento eléctrico, respetando la institucionalidad ambiental (la que Barrancones respetaba, como lo señaló el voto de los organismos ambientales), y "quedar bien", cumpliendo una promesa negativa para el interés general. El Presidente, mirándose a sí mismo, eligió "quedar bien" y sacrificó el futuro abastecimiento eléctrico, porque si obra con un mínimo de consecuencia, tendrá también que oponerse a otros proyectos que los ambientalistas objetan por las mismas razones que Barrancones.
En este momento, nadie sabe nada sobre el futuro en este tema. La ministra de Bienes Nacionales, en entrevista en "El Mercurio", cuando le preguntaron qué sucederá con los restantes proyectos de generación eléctrica, dijo la estricta verdad: "Lo que suceda con esos proyectos lo va a decidir el Presidente". Y como ya sabemos cómo decide el Presidente cuando los ecologistas salen a las calles, si razonamos con un mínimo de lógica debemos comenzar a comprar velas.
Y el método utilizado: el "llamado por teléfono". En mi blog de anteayer y en otro anterior sobre las irregularidades en la compra de vacunas en el ministerio de Salud me he referido a este sistema tan chileno de manejar las cosas mediante llamadas telefónicas y al margen de todo conocimiento de la opinión pública. Aquí nuevamente pasó lo mismo. El Presidente llamó a un amigo, el amigo lo puso en contacto telefónico con las autoridades de la empresa eléctrica GDF Suez, que hace cuatro años trabaja el proyecto Barrancones; el Presidente "convence" a la autoridad de GDF Suez de que es mejor que renuncie a hacer el proyecto. Le hizo "una oferta que no pudo rechazar".
En resumen, ya tenemos antecedentes concretos acerca de en qué consiste "la nueva forma de gobernar" que ofreció el candidato Sebastián Piñera: primero, se toman las medidas que dejen bien parado al Presidente, aunque perjudiquen al país; segundo, la violencia callejera conserva toda la fuerza que tuvo durante los veinte años de la Concertación; tercero, las instituciones podrán funcionar, pero lo que resuelvan no le importa al Presidente, que pasa por sobre ellas olímpicamente; cuarto, por teléfono se resuelve todo, en particular haciendo ofertas que quien está al otro lado de la línea no se atreve a rechazar.
Los funcionarios a quienes no les guste esta forma de gobernar, pueden irse. Es lo que hizo el Seremi de Salud de Atacama, doctor Raúl Martínez, diciendo al renunciar: "La decisión del Presidente no se encuadra con mis expectativas de gobierno".
Con las mías tampoco y, supongo, aunque no estoy seguro, con las de casi nadie.
Hoy fui a una ceremonia en que ICARE premiaba a tres empresarios, uno de los cuales es amigo mío, y salí de la ceremonia para ir al respectivo cóctel con el convencimiento de que un país en que hay hombres de empresa como los tres galardonados tiene, necesariamente, muy buen futuro, cualesquiera sean los gobiernos que lo rijan. Porque si durante tres gobiernos de la Concertaciòn se pudo seguir creciendo (si bien cada vez menos), aunque los suceda uno muy parecido, como lo es el actual (recuérdese la frase de Hinzpeter: "Decidimos abrazar las ideas de la Concertación"), de todas maneras podemos salir adelante.
Pero hay un rasgo nuevo, que no se había visto antes. Tenemos un Presidente que sólo se mira a sí mismo para resolver, como si nada más importara. Oscar Wilde escribió que cuando alguien se enamora de sí mismo, suele iniciar un idilio que dura toda la vida. Y a mí el episodio de Barrancones me ha asombrado por el grado de autorreferencia con que lo ha resuelto el Presidente. Lo único que le ha importado es lo que a él pudiere afectarle. Como, por desgracia para él y para el país, le habían grabado una promesa electoral ("No" respondió cuando se le preguntó si permitiría una central en Punta de Choros); y, por otra parte, los funcionarios de su gobierno, con la venia de La Moneda, habían apoyado la institucionalidad ambiental y favorecido la instalación de dicha central, se encontraba "en un brete".
Pero había un factor desequilibrante, particularmente en Chile: desfiles y violencia callejeros, vociferaciones contra el Gobierno. Siempre la Concertación cedió, en iguales circunstancias, y este gobierno, que ha abrazado su ideario, hizo lo mismo. Además, estaba en juego otra vez "la palabra del Presidente", que, para peor, estaba grabada.
Había que elegir entre "quedar mal" pero anteponer el interés del país, que es el de contar con abastecimiento eléctrico, respetando la institucionalidad ambiental (la que Barrancones respetaba, como lo señaló el voto de los organismos ambientales), y "quedar bien", cumpliendo una promesa negativa para el interés general. El Presidente, mirándose a sí mismo, eligió "quedar bien" y sacrificó el futuro abastecimiento eléctrico, porque si obra con un mínimo de consecuencia, tendrá también que oponerse a otros proyectos que los ambientalistas objetan por las mismas razones que Barrancones.
En este momento, nadie sabe nada sobre el futuro en este tema. La ministra de Bienes Nacionales, en entrevista en "El Mercurio", cuando le preguntaron qué sucederá con los restantes proyectos de generación eléctrica, dijo la estricta verdad: "Lo que suceda con esos proyectos lo va a decidir el Presidente". Y como ya sabemos cómo decide el Presidente cuando los ecologistas salen a las calles, si razonamos con un mínimo de lógica debemos comenzar a comprar velas.
Y el método utilizado: el "llamado por teléfono". En mi blog de anteayer y en otro anterior sobre las irregularidades en la compra de vacunas en el ministerio de Salud me he referido a este sistema tan chileno de manejar las cosas mediante llamadas telefónicas y al margen de todo conocimiento de la opinión pública. Aquí nuevamente pasó lo mismo. El Presidente llamó a un amigo, el amigo lo puso en contacto telefónico con las autoridades de la empresa eléctrica GDF Suez, que hace cuatro años trabaja el proyecto Barrancones; el Presidente "convence" a la autoridad de GDF Suez de que es mejor que renuncie a hacer el proyecto. Le hizo "una oferta que no pudo rechazar".
En resumen, ya tenemos antecedentes concretos acerca de en qué consiste "la nueva forma de gobernar" que ofreció el candidato Sebastián Piñera: primero, se toman las medidas que dejen bien parado al Presidente, aunque perjudiquen al país; segundo, la violencia callejera conserva toda la fuerza que tuvo durante los veinte años de la Concertación; tercero, las instituciones podrán funcionar, pero lo que resuelvan no le importa al Presidente, que pasa por sobre ellas olímpicamente; cuarto, por teléfono se resuelve todo, en particular haciendo ofertas que quien está al otro lado de la línea no se atreve a rechazar.
Los funcionarios a quienes no les guste esta forma de gobernar, pueden irse. Es lo que hizo el Seremi de Salud de Atacama, doctor Raúl Martínez, diciendo al renunciar: "La decisión del Presidente no se encuadra con mis expectativas de gobierno".
Con las mías tampoco y, supongo, aunque no estoy seguro, con las de casi nadie.
sábado, 28 de agosto de 2010
Desenlace Raro de un Negocio Raro
Hace un par de semanas vi una inserción de media página en "El Mercurio" de GlaxoSmithKline (GSK) revelando que se presentó a una licitación de vacuna antineumococo en el Ministerio de Salud, las ofreció a un precio inferior al predeterminado por el Ministerio, con un ahorro de $2.600 millones, ganó la licitación y, sin embargo, ésta después se declaró desierta, por lo cual hacía ver su protesta. No obstante ello, el Ministerio colocó un pedido del diez por ciento del medio millón de vacunas originalmente licitadas.
Como vivo en Chile hace muchos años y "conozco el paño", yo dije que esa denuncia de irregularidad no iba a tener ningún eco significativo. Cuando en nuestro medio hay un "negocio raro", lo normal es que nadie se atreva a denunciarlo. Pero si alguien lo denuncia, como hizo GSK, que es una firma extranjera y, por tanto, "no conoce tan bien el paño", lo normal es que todo se cubra con un manto de silencio, tras muchos llamados telefónicos entre gente importante (porque sólo gente importante puede conseguir que se anule una licitación legítima sin expresión de causa).
Bueno, yo busqué información periodística al día siguiente de la inserción de GSK y, tal como preveía, no encontré nada en ningún diario. Típico. Pero venía una cosa, a propósito de otra noticia: se había destituido al jefe de compras de abastecimientos de salud y la funcionaria encargada del tema de las vacunas había sido enviada a otro servicio, tras saberse que había sido asesora de la firma que perdió la licitación de las vacunas.
Luego se ha sabido que el Ministerio va a llamar a otra licitación. ¿Por qué, si ya hubo una, la ganó GSK, sus vacunas son más baratas que lo previsto por el Ministerio y hay cientos de miles de niños pobres que las necesitan? Yo les voy a decir por qué: porque estamos en Chile. Pero, cuidado. Una persona de GSK me contactó a raíz del blog que escribí cuando publicaron la inserción. Junto con hacerme llegar mayores antecedentes, me dijo una cosa significativa: en el país de origen de esa firma se castiga como delito que un funcionario de ella o cualquier otra pague alguna comisión ilícita para ganar una licitación. Luego, están obligados a proceder transparentemente. Y por eso defienden con tanto denuedo su punto de vista cuando sucede algo irregular, como lo es arrebatarles una licitación que ganaron con todas las de la ley.
A falta de noticias en la prensa, en la radio ha habido anuncios de parlamentarios de oposición que hablan, incluso, de una acusación constitucional contra el Ministro de Salud por no haber contratado las vacunas tras una licitación clara y conveniente.
Supongo que todo seguirá como hasta ahora, es decir, nada saldrá en los diarios, aparte de las inserciones indignadas de GSK; las autoridades seguirán tratando de "hacer ñuco" con la licitación cuyo resultado no les gustó; continuarán los llamados telefónicos de alto nivel "en busca de algún arreglo" (traduzco: que la firma de los que llaman se adjudique al menos una parte de las vacunas); y una parte de los niños pobres que todavía no se pueden vacunar contra el neumococo se enfermarán de neumococo.
Desenlace raro de un negocio raro, pero nada de raro en el país en que vivimos.
Como vivo en Chile hace muchos años y "conozco el paño", yo dije que esa denuncia de irregularidad no iba a tener ningún eco significativo. Cuando en nuestro medio hay un "negocio raro", lo normal es que nadie se atreva a denunciarlo. Pero si alguien lo denuncia, como hizo GSK, que es una firma extranjera y, por tanto, "no conoce tan bien el paño", lo normal es que todo se cubra con un manto de silencio, tras muchos llamados telefónicos entre gente importante (porque sólo gente importante puede conseguir que se anule una licitación legítima sin expresión de causa).
Bueno, yo busqué información periodística al día siguiente de la inserción de GSK y, tal como preveía, no encontré nada en ningún diario. Típico. Pero venía una cosa, a propósito de otra noticia: se había destituido al jefe de compras de abastecimientos de salud y la funcionaria encargada del tema de las vacunas había sido enviada a otro servicio, tras saberse que había sido asesora de la firma que perdió la licitación de las vacunas.
Luego se ha sabido que el Ministerio va a llamar a otra licitación. ¿Por qué, si ya hubo una, la ganó GSK, sus vacunas son más baratas que lo previsto por el Ministerio y hay cientos de miles de niños pobres que las necesitan? Yo les voy a decir por qué: porque estamos en Chile. Pero, cuidado. Una persona de GSK me contactó a raíz del blog que escribí cuando publicaron la inserción. Junto con hacerme llegar mayores antecedentes, me dijo una cosa significativa: en el país de origen de esa firma se castiga como delito que un funcionario de ella o cualquier otra pague alguna comisión ilícita para ganar una licitación. Luego, están obligados a proceder transparentemente. Y por eso defienden con tanto denuedo su punto de vista cuando sucede algo irregular, como lo es arrebatarles una licitación que ganaron con todas las de la ley.
A falta de noticias en la prensa, en la radio ha habido anuncios de parlamentarios de oposición que hablan, incluso, de una acusación constitucional contra el Ministro de Salud por no haber contratado las vacunas tras una licitación clara y conveniente.
Supongo que todo seguirá como hasta ahora, es decir, nada saldrá en los diarios, aparte de las inserciones indignadas de GSK; las autoridades seguirán tratando de "hacer ñuco" con la licitación cuyo resultado no les gustó; continuarán los llamados telefónicos de alto nivel "en busca de algún arreglo" (traduzco: que la firma de los que llaman se adjudique al menos una parte de las vacunas); y una parte de los niños pobres que todavía no se pueden vacunar contra el neumococo se enfermarán de neumococo.
Desenlace raro de un negocio raro, pero nada de raro en el país en que vivimos.
viernes, 27 de agosto de 2010
"Gabiota" Para el Presidente
Incluso un gobierno tan poco serio como el anterior de la Concertación comprendió que no podía hacer demagogia a costa de dejar al país sin abastecimiento eléctrico suficiente a partir de 2014, de modo que el ministro del ramo (que sí era un hombre serio) Marcelo Tokman, dio apoyo a GDF Suez para construir una central térmica en Barrancones, pese a que el intendente concertacionista era adverso al proyecto, por estimar que ponía en peligro la colonia de pingüinos ubicada a 25 km., en Punta de Choros.
Cuando asumió el nuevo gobierno se hizo cargo de la cartera de Energía Ricardo Raineri, otro hombre serio. Consultado por GDF Suez, y tras consultar a su vez con La Moneda, ratificó el apoyo al proyecto. Y no sólo eso, el Gobierno formó una comisión para destrabar grandes inversiones como ésa, presidida por un tercer hombre serio, el ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, cuyo subsecretario, Tomás Flores, un cuarto hombre serio, dio también curso a la marcha de la iniciativa, lo mismo que un quinto hombre serio, el subsecretario de las Fuerzas Armadas, Alfonso Vargas, quien se allanó a tramitar las concesiones marítimas que necesitaba la central. De este modo, la tramitación quedó en manos del nuevo intendente, Sergio Gaona, que llevó el proyecto a votación en la Comisión Regional del Medio Ambiente, donde se aprobó por 15 votos contra 4.
El proyecto envuelve una inversión de mil cien millones de dólares y GDF Suez ya ha invertido unos quince millones de la misma moneda en la preparación y tramitación llevada a cabo hasta ahora.
Hasta ahí Chile funcionaba como país serio. Pero entonces empezaron a salir a la calle las personas menos serias, que se encargan de provocar desórdenes y ruidosas protestas ante cualquier iniciativa de generación de energía económica en nuestro país. El ecologismo es una de las causas populistas irresponsables que más adhesión suscita entre la masa ciudadana no informada, que sería la primera perjudicada por la falta de energía para las necesidades internas si proyectos como el de Barrancones, con todas sus aprobaciones de exigencias medioambientales aprobadas, no se inician este año. Pero, por suerte, nos decíamos, éste es un país lo suficientemente serio como para no dejarse influir por manifestaciones demagógicas irresponsables.
Entonces alguien se encargó de rescatar una grabación en que el actual Presidente, siendo candidato, se manifestaba categóricamente en contra del proyecto de Barrancones. Ya la lista de incumplimientos de promesas electorales del entonces candidato se estaba alargando demasiado: respeto a las normas de prescripciòn en los juicios contra militares, post natal de seis meses para las mujeres, exención de cotización de salud para los mayores de sesenta años, voto de chilenos en el extranjero, modificación del sistema binominal y otras que se me olvidan, no se han cumplido o resultó que venían con "letra chica" que margina a un gran número de quienes, creyendo en ellas, votaron por el candidato que las ofrecía.
No bastaba con tener ministros, subsecretarios, un intendente y consejeros de la Corema serios (salvo cuatro de estos últimos), porque era esencial que el superior de todos ellos, el Presidente, también lo fuera.
Sometido al test de la seriedad, no pasó la prueba. La grabación de su promesa demagógica fue demasiado para él y, no importándole el interés del país ni la necesidad urgente de velar por su abastecimiento eléctrico, "le retorció el brazo" a los ejecutivos de GDF Suez quienes, pese a estar asistidos por la razón y el derecho, comprendieron que en un Estado tan burocrático y socializado como el chileno, bastaba una orden presidencial discrecional para liquidarles su proyecto. Bastaría que no les dieran, por ejemplo, la concesión marítima.
Vencieron, entonces, el populismo y la demagogia. Sebastián Piñera, entusiasmado con el alborozo de los ecologistas y los que lanzaban piedras en las calles, se ufanó en twitter de su logro y escribió, urbi et orbi: "Hemos logrado gran solución para proteger santuario naturaleza punta de choros, isla damas y gabiota (sic) para proteger nuestra y futura generaciones". Lástima que twitter no tenga corrector ortográfico. Ni corrector de errores de hecho, pues Barrancones está a más distancia de las reservas de pingüinos que Ventanas, donde no hay una, sino varias plantas a carbón, lo está de la reserva de pingüinos de isla Cachagua, con nulo impacto sobre ésta y el balneario donde descansa habitualmente el Presidente.
"Gabiota" de Plata para un nuevo triunfo de la demagogia y el populismo por sobre el interés general del país. Pues GDF Suez ha abandonado la idea de llevar adelante el proyecto. Había creído que, sobre tantos altos funcionarios y mandos medios serios había, también, un Presidente serio.
Cuando asumió el nuevo gobierno se hizo cargo de la cartera de Energía Ricardo Raineri, otro hombre serio. Consultado por GDF Suez, y tras consultar a su vez con La Moneda, ratificó el apoyo al proyecto. Y no sólo eso, el Gobierno formó una comisión para destrabar grandes inversiones como ésa, presidida por un tercer hombre serio, el ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, cuyo subsecretario, Tomás Flores, un cuarto hombre serio, dio también curso a la marcha de la iniciativa, lo mismo que un quinto hombre serio, el subsecretario de las Fuerzas Armadas, Alfonso Vargas, quien se allanó a tramitar las concesiones marítimas que necesitaba la central. De este modo, la tramitación quedó en manos del nuevo intendente, Sergio Gaona, que llevó el proyecto a votación en la Comisión Regional del Medio Ambiente, donde se aprobó por 15 votos contra 4.
El proyecto envuelve una inversión de mil cien millones de dólares y GDF Suez ya ha invertido unos quince millones de la misma moneda en la preparación y tramitación llevada a cabo hasta ahora.
Hasta ahí Chile funcionaba como país serio. Pero entonces empezaron a salir a la calle las personas menos serias, que se encargan de provocar desórdenes y ruidosas protestas ante cualquier iniciativa de generación de energía económica en nuestro país. El ecologismo es una de las causas populistas irresponsables que más adhesión suscita entre la masa ciudadana no informada, que sería la primera perjudicada por la falta de energía para las necesidades internas si proyectos como el de Barrancones, con todas sus aprobaciones de exigencias medioambientales aprobadas, no se inician este año. Pero, por suerte, nos decíamos, éste es un país lo suficientemente serio como para no dejarse influir por manifestaciones demagógicas irresponsables.
Entonces alguien se encargó de rescatar una grabación en que el actual Presidente, siendo candidato, se manifestaba categóricamente en contra del proyecto de Barrancones. Ya la lista de incumplimientos de promesas electorales del entonces candidato se estaba alargando demasiado: respeto a las normas de prescripciòn en los juicios contra militares, post natal de seis meses para las mujeres, exención de cotización de salud para los mayores de sesenta años, voto de chilenos en el extranjero, modificación del sistema binominal y otras que se me olvidan, no se han cumplido o resultó que venían con "letra chica" que margina a un gran número de quienes, creyendo en ellas, votaron por el candidato que las ofrecía.
No bastaba con tener ministros, subsecretarios, un intendente y consejeros de la Corema serios (salvo cuatro de estos últimos), porque era esencial que el superior de todos ellos, el Presidente, también lo fuera.
Sometido al test de la seriedad, no pasó la prueba. La grabación de su promesa demagógica fue demasiado para él y, no importándole el interés del país ni la necesidad urgente de velar por su abastecimiento eléctrico, "le retorció el brazo" a los ejecutivos de GDF Suez quienes, pese a estar asistidos por la razón y el derecho, comprendieron que en un Estado tan burocrático y socializado como el chileno, bastaba una orden presidencial discrecional para liquidarles su proyecto. Bastaría que no les dieran, por ejemplo, la concesión marítima.
Vencieron, entonces, el populismo y la demagogia. Sebastián Piñera, entusiasmado con el alborozo de los ecologistas y los que lanzaban piedras en las calles, se ufanó en twitter de su logro y escribió, urbi et orbi: "Hemos logrado gran solución para proteger santuario naturaleza punta de choros, isla damas y gabiota (sic) para proteger nuestra y futura generaciones". Lástima que twitter no tenga corrector ortográfico. Ni corrector de errores de hecho, pues Barrancones está a más distancia de las reservas de pingüinos que Ventanas, donde no hay una, sino varias plantas a carbón, lo está de la reserva de pingüinos de isla Cachagua, con nulo impacto sobre ésta y el balneario donde descansa habitualmente el Presidente.
"Gabiota" de Plata para un nuevo triunfo de la demagogia y el populismo por sobre el interés general del país. Pues GDF Suez ha abandonado la idea de llevar adelante el proyecto. Había creído que, sobre tantos altos funcionarios y mandos medios serios había, también, un Presidente serio.
jueves, 26 de agosto de 2010
Los Gustos de la Minoría
Hacía tiempo que no íbamos a ver una película. En el diario yo veía que la calificación más baja de la crítica (apenas una estrella, versus cuatro o cinco de otros estrenos, en particular de los chilenos) se la llevaba "Cartas a Julieta", pero diferentes familiares que la habían visto nos decían que les había gustado mucho.
Ya hemos aprendido que generalmente disfrutamos más de las películas con una estrella que de las que se ganan cinco. Así es que fuimos a ver "Cartas a Julieta", una película romántica, sin escenas de sexo ni de violencia, un poco ingenua, filmada en hermosos escenarios campestres y urbanos de las cercanías de Verona y de Siena.
Me hizo recordar las novelas de Rafael Pérez y Pérez, un autor español que leía mi madre cuando yo era niño, y de quien leí yo mismo un par de libros. Era tan impecablemente tradicional, moral, romántico y admirador de la nobleza que jamás podría haber aspirado a obtener un premio literario en la época actual.
La cosa más notable de "Cartas a Julieta" es que, con su solitaria estrella de descalificación de la crítica, se mantiene desde hace meses en cartelera y ayer, cuando nosotros fuimos, se exhibió a sala llena. ¿Cómo es que esta cinta, desprestigiada por el veredicto de los expertos, silenciada por la propaganda y los medios, sigue después de meses llenando las salas y logra permanencia solamente gracias a que "el mercado es más fuerte"? Ello se debe a que el mercado es una manifestación elocuente de la voluntad popular, y en este caso se ha sobrepuesto a los gustos de la mayoría, a la necesidad de la coprolalia y el sexo explícito en la pantalla. Pues ha premiado con la mejor venta de entradas a la decencia, la delicadeza, la ingenuidad, la belleza y la cultura tradicional, tan distinta de la contemporánea.
Se supone que lo que la mayoría prefiere y favorece es lo que vimos en las dos sinopsis de películas chilenas que fueron exhibidas antes de "Cartas a Julieta", con despliegue de sexo, violencia y coprolalia, si bien difícilmente entendible esta última, dada la precaria dicción de los actores y actrices nacionales y la falta de modulación comprensible que caracteriza al "idioma chileno".
Pero, pese al veredicto de la mayoría o corriente dominante, me temo que "Cartas a Julieta" va a seguir en cartelera después que las creaciones chilenas, financiadas por el Estado a través de sus "fondos para la cultura" (aunque la cultura no se advierta por ninguna parte en esas películas), hayan debido hacer "mutis por el foro".
Ya hemos aprendido que generalmente disfrutamos más de las películas con una estrella que de las que se ganan cinco. Así es que fuimos a ver "Cartas a Julieta", una película romántica, sin escenas de sexo ni de violencia, un poco ingenua, filmada en hermosos escenarios campestres y urbanos de las cercanías de Verona y de Siena.
Me hizo recordar las novelas de Rafael Pérez y Pérez, un autor español que leía mi madre cuando yo era niño, y de quien leí yo mismo un par de libros. Era tan impecablemente tradicional, moral, romántico y admirador de la nobleza que jamás podría haber aspirado a obtener un premio literario en la época actual.
La cosa más notable de "Cartas a Julieta" es que, con su solitaria estrella de descalificación de la crítica, se mantiene desde hace meses en cartelera y ayer, cuando nosotros fuimos, se exhibió a sala llena. ¿Cómo es que esta cinta, desprestigiada por el veredicto de los expertos, silenciada por la propaganda y los medios, sigue después de meses llenando las salas y logra permanencia solamente gracias a que "el mercado es más fuerte"? Ello se debe a que el mercado es una manifestación elocuente de la voluntad popular, y en este caso se ha sobrepuesto a los gustos de la mayoría, a la necesidad de la coprolalia y el sexo explícito en la pantalla. Pues ha premiado con la mejor venta de entradas a la decencia, la delicadeza, la ingenuidad, la belleza y la cultura tradicional, tan distinta de la contemporánea.
Se supone que lo que la mayoría prefiere y favorece es lo que vimos en las dos sinopsis de películas chilenas que fueron exhibidas antes de "Cartas a Julieta", con despliegue de sexo, violencia y coprolalia, si bien difícilmente entendible esta última, dada la precaria dicción de los actores y actrices nacionales y la falta de modulación comprensible que caracteriza al "idioma chileno".
Pero, pese al veredicto de la mayoría o corriente dominante, me temo que "Cartas a Julieta" va a seguir en cartelera después que las creaciones chilenas, financiadas por el Estado a través de sus "fondos para la cultura" (aunque la cultura no se advierta por ninguna parte en esas películas), hayan debido hacer "mutis por el foro".
miércoles, 25 de agosto de 2010
La Celebración de los del "No"
La conmemoración de los 25 años del Acuerdo Nacional, que no fue "Acuerdo", pues no incluyó a los partidarios del Gobierno Militar, sino sólo a unos (pocos) marginados de él; ni "Nacional", pues una parte sustantiva de la ciudadanía no compartía la idea del término anticipado del régimen, reunió a quienes debía reunir: a los partidarios del "no" en 1988, convocados por, precisamente, un Presidente del "No", quien en la fotografía oficial apareció sonriente y flanqueado por sus afines Patricio Aylwin y Gabriel Valdés.
Este último prodigó elogios insólitamente entusiastas a Sebastián Piñera, cosa perfectamente explicable, porque ambos son de las mismas ideas. Pero la ceremonia fue "flor de un día". Ya mañana en la tarde su propia intrascendencia la dejará en el olvido. Conmemora algo que no tuvo la menor repercusión, pues la transición política se ciñó estrictamente al articulado transitorio de la Constitución de 1980, que el Acuerdo pretendió cambiar, sin lograrlo en ningún punto. Además, ese documento ni siquiera era necesario para unir a todos los opositores al Gobierno Militar, pues éstos ya habían levantado un frente común contra él.
Nada que ver tampoco tuvo dicho Acuerdo con las reformas consensuadas en 1989, después del plebiscito de 1988, pues ellas, a cambio de satisfacer algunas aspiraciones de la Concertación, también satisficieron una importante necesidad de régimen militar, lo que afirmo como miembro de la comisión formada para negociar esas modificaciones constitucionales con representantes de la Concertación.
En efecto, había un grave vacío en el texto de la Constitución de 1980, que debilitaba extraordinariamente sus posibilidades de permanencia, y que yo hice ver al Ministro del Interior de esa época, Carlos Cáceres, al Ministro de Hacienda, Hernán Büchi, que había tomado mucho interés en el tema de las reformas de 1989, y al propio Presidente Pinochet. Esa debilidad consistía en que el capítulo que establecía los quórums más exigentes (de dos tercios) para modificar los capítulos claves de la Constitución, había omitido señalarse a sí mismo entre los que requerían dicho alto quórum, lo que significaba que podía él modificarse fácilmente con uno menor y, por tanto, que con igual facilidad podía echarse abajo todo el andamiaje institucional legado por el Gobierno Militar.
Y, sin duda, la Concertación habría podido hacerlo, con las mayorías que alcanzó en 1989 en el Congreso más votos que podría reclutar en el "vientre blando" de la que pasó a ser oposición de centro-derecha.
Entonces, las reformas de 1989 aumentaron el quórum para modificar el capìtulo sobre reformas a la Carta y, en el hecho, la hicieron más estable de lo que lo era originalmente. Por el eso Presidente Pinochet estuvo de acuerdo con la negociación de esos cambios al término de su mandato y, específicamente, en una reunión con él, en que yo participé, me dijo sobre este tema, con bastante severidad: "esto que estamos haciendo es responsabilidad suya". Lo cual era, evidentemente, una exageración, pero dejaba constancia de que un elemento de convicción para él había sido el de que un partidario bastante inflexible del régimen, como lo era yo (y lo sigo siendo) estuviera a favor de ellas.
Bueno, la ceremonia de hoy y los comentarios vertidos a propósito del intrascendente Acuerdo Nacional de 1985 me hicieron recordar todo eso y, de paso, pusieron de manifiesto que, si bien es discutible que el actual sea "el V Presidente de la Concertación" o, incluso, "el IV Presidente DC", no lo es en absoluto que sí es "el V Presidente del No".
Este último prodigó elogios insólitamente entusiastas a Sebastián Piñera, cosa perfectamente explicable, porque ambos son de las mismas ideas. Pero la ceremonia fue "flor de un día". Ya mañana en la tarde su propia intrascendencia la dejará en el olvido. Conmemora algo que no tuvo la menor repercusión, pues la transición política se ciñó estrictamente al articulado transitorio de la Constitución de 1980, que el Acuerdo pretendió cambiar, sin lograrlo en ningún punto. Además, ese documento ni siquiera era necesario para unir a todos los opositores al Gobierno Militar, pues éstos ya habían levantado un frente común contra él.
Nada que ver tampoco tuvo dicho Acuerdo con las reformas consensuadas en 1989, después del plebiscito de 1988, pues ellas, a cambio de satisfacer algunas aspiraciones de la Concertación, también satisficieron una importante necesidad de régimen militar, lo que afirmo como miembro de la comisión formada para negociar esas modificaciones constitucionales con representantes de la Concertación.
En efecto, había un grave vacío en el texto de la Constitución de 1980, que debilitaba extraordinariamente sus posibilidades de permanencia, y que yo hice ver al Ministro del Interior de esa época, Carlos Cáceres, al Ministro de Hacienda, Hernán Büchi, que había tomado mucho interés en el tema de las reformas de 1989, y al propio Presidente Pinochet. Esa debilidad consistía en que el capítulo que establecía los quórums más exigentes (de dos tercios) para modificar los capítulos claves de la Constitución, había omitido señalarse a sí mismo entre los que requerían dicho alto quórum, lo que significaba que podía él modificarse fácilmente con uno menor y, por tanto, que con igual facilidad podía echarse abajo todo el andamiaje institucional legado por el Gobierno Militar.
Y, sin duda, la Concertación habría podido hacerlo, con las mayorías que alcanzó en 1989 en el Congreso más votos que podría reclutar en el "vientre blando" de la que pasó a ser oposición de centro-derecha.
Entonces, las reformas de 1989 aumentaron el quórum para modificar el capìtulo sobre reformas a la Carta y, en el hecho, la hicieron más estable de lo que lo era originalmente. Por el eso Presidente Pinochet estuvo de acuerdo con la negociación de esos cambios al término de su mandato y, específicamente, en una reunión con él, en que yo participé, me dijo sobre este tema, con bastante severidad: "esto que estamos haciendo es responsabilidad suya". Lo cual era, evidentemente, una exageración, pero dejaba constancia de que un elemento de convicción para él había sido el de que un partidario bastante inflexible del régimen, como lo era yo (y lo sigo siendo) estuviera a favor de ellas.
Bueno, la ceremonia de hoy y los comentarios vertidos a propósito del intrascendente Acuerdo Nacional de 1985 me hicieron recordar todo eso y, de paso, pusieron de manifiesto que, si bien es discutible que el actual sea "el V Presidente de la Concertación" o, incluso, "el IV Presidente DC", no lo es en absoluto que sí es "el V Presidente del No".
martes, 24 de agosto de 2010
Coincidencia Desafortunada
Los episodios que protagonizó el seleccionador del fútbol profesional, Marcelo Bielsa, cuando las autoridades de gobierno quisieron hacerse parte de las actividades del seleccionado nacional, concentraron la atención pública. Es que el seleccionado es un foco que atrae, tal vez como pocos, el interés público. Quien quiera popularidad se sentirá tentado a obtenerla a través de su proximidad con el "equipo de todos".
¿Por qué esos episodios fueron tan comentados? Por la manifiesta renuencia del seleccionador Bielsa a aparecer en actos públicos departiendo con las autoridades. ¿Y por qué esa renuencia? Porque Bielsa estaba enterado, como todas las personas interiorizadas, que el club Colo Colo, dependiente de una sociedad anónima controlada por el Presidente de la República y el Subsecretario de Deportes, hacía maniobras destinadas a impedir la reelección del actual Presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional, para la cual trabaja Bielsa. Y, al parecer, éste no simpatizaba con la idea de que la conducción del fútbol profesional, con todo lo que ella implica, se confundiera con la conducción del gobierno de Chile y fuera utilizada por éste en provecho de su propia imagen, sabedor de que, para un político, y en particular para ciertos políticos, la imagen lo es todo. Bielsa, evidentemente, prefiere que su menester de seleccionador dependa de una autoridad autónoma, profesional, no politizada e independiente de la autoridad política. Eso explicó las renuencias que concitaron la atención pública.
Todo ello sirvió de detonante para que se objetara el hecho de que la autoridad nacional del deporte, que es el Subsecretario de Deportes designado por este gobierno, fuera la misma persona controladora de la sociedad anónima que maneja el club de fútbol más popular, Colo Colo.
Llamada a informar la Contraloría sobre el punto, lo estudió y estimó que había un conflicto de intereses en el desempeño de la Subsecretaría de Deportes y la simultánea calidad de accionista de la sociedad que maneja a Colo Colo.
Pero como en derecho donde hay la misma razón debe haber la misma disposición, si ese conflicto de intereses no era admisible en el caso del Subsecretario de Deportes, tampoco debería serlo en el del Presidente de la República, que es la autoridad superior de dicho Subsecretario, un funcionario de la exclusiva confianza de aquél. La misma razón en el caso del inferior, con mayor razón opera en el del superior. Pero el Presidente categóricamente dijo que no vendería sus acciones de Blanco y Negro por un motivo sentimental: su corazón, afirmó, está en Colo Colo.
Al parecer, ese argumento emocionó al Contralor, que resolvió no pronunciarse respecto del conflicto de intereses presidencial, debiendo, a mi juicio, haberlo hecho.
Hay un refrán que los chilenos citan, como numerosos otros refranes, erróneamente, pues dicen: "La mujer del César no sólo debe serlo, sino parecerlo". El verdadero refrán tiene más sentido y dice: "La mujer del César no sólo debe ser honesta, sino también parecerlo"
No hay razón para decir que la autoridad presidencial va a sesgar las políticas deportivas oficiales en favor de Colo Colo o que se vaya a aprovechar de su condición de accionista controlador del club para pasar a controlar también la ANFP, con toda la potencialidad de figuración y popularidad que ella trae aparejada. Pero como la mujer del César no sólo debe ser honesta, sino también parecerlo, vendría muy bien que el Presidente vendiera las acciones que lo ponen en una situación de conflicto de interés, aunque nadie siquiera llegue a pensar que él pudiera usar su condición de accionista controlador para favorecer a ese club o hacer maniobras que le permitan manejar la codiciada ANFP para allegar aguas al molino de su gobierno.
Ahora toda esta situación en que "la mujer del César", siendo honesta, se niega también a parecerlo, se ve agravada por una desafortunada coincidencia: la persona que ha adquirido en remate bursátil las acciones de Blanco y Negro que eran del Subsecretario de Deportes, y que le permitían controlar la empresa y el club conjuntamente con el Presidente, es todavía más cercana al Presidente y segundo accionista controlador (es uno de sus consuegros).
Por supuesto, esto no pasa de ser una mera coincidencia, que seguramente ha sorprendido al Presidente como al que más. Pero, sin duda, habiendo en Chile tanta gente mal pensada, habría sido mejor que ella no hubiera tenido lugar.
¿Por qué esos episodios fueron tan comentados? Por la manifiesta renuencia del seleccionador Bielsa a aparecer en actos públicos departiendo con las autoridades. ¿Y por qué esa renuencia? Porque Bielsa estaba enterado, como todas las personas interiorizadas, que el club Colo Colo, dependiente de una sociedad anónima controlada por el Presidente de la República y el Subsecretario de Deportes, hacía maniobras destinadas a impedir la reelección del actual Presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional, para la cual trabaja Bielsa. Y, al parecer, éste no simpatizaba con la idea de que la conducción del fútbol profesional, con todo lo que ella implica, se confundiera con la conducción del gobierno de Chile y fuera utilizada por éste en provecho de su propia imagen, sabedor de que, para un político, y en particular para ciertos políticos, la imagen lo es todo. Bielsa, evidentemente, prefiere que su menester de seleccionador dependa de una autoridad autónoma, profesional, no politizada e independiente de la autoridad política. Eso explicó las renuencias que concitaron la atención pública.
Todo ello sirvió de detonante para que se objetara el hecho de que la autoridad nacional del deporte, que es el Subsecretario de Deportes designado por este gobierno, fuera la misma persona controladora de la sociedad anónima que maneja el club de fútbol más popular, Colo Colo.
Llamada a informar la Contraloría sobre el punto, lo estudió y estimó que había un conflicto de intereses en el desempeño de la Subsecretaría de Deportes y la simultánea calidad de accionista de la sociedad que maneja a Colo Colo.
Pero como en derecho donde hay la misma razón debe haber la misma disposición, si ese conflicto de intereses no era admisible en el caso del Subsecretario de Deportes, tampoco debería serlo en el del Presidente de la República, que es la autoridad superior de dicho Subsecretario, un funcionario de la exclusiva confianza de aquél. La misma razón en el caso del inferior, con mayor razón opera en el del superior. Pero el Presidente categóricamente dijo que no vendería sus acciones de Blanco y Negro por un motivo sentimental: su corazón, afirmó, está en Colo Colo.
Al parecer, ese argumento emocionó al Contralor, que resolvió no pronunciarse respecto del conflicto de intereses presidencial, debiendo, a mi juicio, haberlo hecho.
Hay un refrán que los chilenos citan, como numerosos otros refranes, erróneamente, pues dicen: "La mujer del César no sólo debe serlo, sino parecerlo". El verdadero refrán tiene más sentido y dice: "La mujer del César no sólo debe ser honesta, sino también parecerlo"
No hay razón para decir que la autoridad presidencial va a sesgar las políticas deportivas oficiales en favor de Colo Colo o que se vaya a aprovechar de su condición de accionista controlador del club para pasar a controlar también la ANFP, con toda la potencialidad de figuración y popularidad que ella trae aparejada. Pero como la mujer del César no sólo debe ser honesta, sino también parecerlo, vendría muy bien que el Presidente vendiera las acciones que lo ponen en una situación de conflicto de interés, aunque nadie siquiera llegue a pensar que él pudiera usar su condición de accionista controlador para favorecer a ese club o hacer maniobras que le permitan manejar la codiciada ANFP para allegar aguas al molino de su gobierno.
Ahora toda esta situación en que "la mujer del César", siendo honesta, se niega también a parecerlo, se ve agravada por una desafortunada coincidencia: la persona que ha adquirido en remate bursátil las acciones de Blanco y Negro que eran del Subsecretario de Deportes, y que le permitían controlar la empresa y el club conjuntamente con el Presidente, es todavía más cercana al Presidente y segundo accionista controlador (es uno de sus consuegros).
Por supuesto, esto no pasa de ser una mera coincidencia, que seguramente ha sorprendido al Presidente como al que más. Pero, sin duda, habiendo en Chile tanta gente mal pensada, habría sido mejor que ella no hubiera tenido lugar.
lunes, 23 de agosto de 2010
Una Nueva Contrariedad
Los que formamos la oposición de derecha debemos aprontarnos para una nueva contrariedad por actuaciones demagógicas del Gobierno, pues el miércoles a las 11 horas el Presidente conmemorará los 25 años del Acuerdo Nacional, una iniciativa fracasada, y anunciará tres reformas inoficiosas, aparte de otras que ha mantenido en reserva y respecto de las cuales, por tanto, no cabe anticipar un juicio.
El Acuerdo Nacional partió de una deserción de personeros que, siendo partidarios del Gobierno Militar, formaban el "vientre blando" de dicho régimen, parodiando términos de Winston Churchill (según él, el "vientre blando" del Eje era Italia). En 1985 el Partido Comunista lanzó una violenta ofensiva guerrillera, tanto que en un informe de la Embajada de los EE. UU. relativo a ese año se señalaba que la mayor causa de muertes por razones políticas en Chile era el brazo armado del PC, el FPMR, dirigido por el "encargado militar" de la colectividad y hoy diputado, amigo de las FARC, Guillermo Teillier.
El "vientre blando" del Gobierno Militar, entonces, se asustó y amilanó ante la violencia terrorista y empezó a buscar un "aterrizaje suave" ante lo que consideraba una inminente caída de aquel régimen, la cual no era tal, por supuesto, pues era sólido y la Constitución de 1980, aprobada por el 67 por ciento de los chilenos, había fijado el itinerario de retorno a la democracia que, finalmente, se cumplió con todo rigor. Ello acreditó la completa improcedencia e inutilidad del señalado Acuerdo. Pero sus promotores convencieron al cardenal Francisco Fresno de llevar el texto del mismo (que básicamente consistía en poner término anticipado al Gobierno Militar, contra lo aprobado popularmente en 1980) y el ingenuo cardenal se lo llevó al Presidente Pinochet, que si bien acogió amablemente a la visita, cuando recibió de ésta el texto de Acuerdo y sabedor de su contenido, se lo volvió a colocar al purpurado en la bocamanga de su atuendo, donde lo llevaba, y lo despidió con las mayores muestras de cordialidad. ¿Qué se va a conmemorar el miércoles, entonces? Sólo una fuga (frustrada) más de cierta gente de la derecha que siempre se está pasando al otro bando. Cero resultado concreto, como no fuera el de haber sido un paso previo a la formación de la Concertación, de triste memoria para los chilenos tras sus veinte años de paulatino retroceso, en la medida en que fue desvirtuando el modelo socio-económico y político legado por el Gobierno Militar.
En cuanto a las tres reformas políticas anunciadas por el Gobierno, son otras tantas inciativas demagógicas y carentes de contenido real: 1) Plebiscitos comunales: si son necesarios, pueden hacerse en la actualidad y, de hecho, se hacen, como en el caso más reciente de votación sobre aprobación de un mall en Carlos Antúnez; 2) Una "declaraciòn única de intereses y patrimonio". La obligación de hacerla existe en la actualidad. Basta con exigir que esté bien hecha, lo que no sucede en la mayoría de los casos. No se necesita una nueva ley, sino simplemente fiscalizar el cumplimiento actual; 3) "Creación de la iniciativa popular de ley". ¿Para qué, si el derecho de petición está vigente y basta que una persona solicite a un parlamentario u hombre de gobierno que presente una moción o un mensaje de ley sobre cualquier materia? ¿Para qué sirve entonces el sistema representativo? Hasta Perico de los Palotes va a mandar su proyectito.
Pero el mièrcoles "el país de los cerebros lavados", tan dóciles a la manipulación oficialista, va a estar pendiente de la ceremonia de autocomplacencia de los que fueron partidarios del "no" y que hoy nos gobiernan gracias a la mayoría que les dieron los partidarios del "sí" (o su "vientre blando" devenido mayoritario entre éstos), ceremonia destinada a conmemorar allí donde no hay nada que conmemorar y en que se anunciará tres iniciativas políticas (¡leyes y más leyes!) efectistas e innecesarias,
El Acuerdo Nacional partió de una deserción de personeros que, siendo partidarios del Gobierno Militar, formaban el "vientre blando" de dicho régimen, parodiando términos de Winston Churchill (según él, el "vientre blando" del Eje era Italia). En 1985 el Partido Comunista lanzó una violenta ofensiva guerrillera, tanto que en un informe de la Embajada de los EE. UU. relativo a ese año se señalaba que la mayor causa de muertes por razones políticas en Chile era el brazo armado del PC, el FPMR, dirigido por el "encargado militar" de la colectividad y hoy diputado, amigo de las FARC, Guillermo Teillier.
El "vientre blando" del Gobierno Militar, entonces, se asustó y amilanó ante la violencia terrorista y empezó a buscar un "aterrizaje suave" ante lo que consideraba una inminente caída de aquel régimen, la cual no era tal, por supuesto, pues era sólido y la Constitución de 1980, aprobada por el 67 por ciento de los chilenos, había fijado el itinerario de retorno a la democracia que, finalmente, se cumplió con todo rigor. Ello acreditó la completa improcedencia e inutilidad del señalado Acuerdo. Pero sus promotores convencieron al cardenal Francisco Fresno de llevar el texto del mismo (que básicamente consistía en poner término anticipado al Gobierno Militar, contra lo aprobado popularmente en 1980) y el ingenuo cardenal se lo llevó al Presidente Pinochet, que si bien acogió amablemente a la visita, cuando recibió de ésta el texto de Acuerdo y sabedor de su contenido, se lo volvió a colocar al purpurado en la bocamanga de su atuendo, donde lo llevaba, y lo despidió con las mayores muestras de cordialidad. ¿Qué se va a conmemorar el miércoles, entonces? Sólo una fuga (frustrada) más de cierta gente de la derecha que siempre se está pasando al otro bando. Cero resultado concreto, como no fuera el de haber sido un paso previo a la formación de la Concertación, de triste memoria para los chilenos tras sus veinte años de paulatino retroceso, en la medida en que fue desvirtuando el modelo socio-económico y político legado por el Gobierno Militar.
En cuanto a las tres reformas políticas anunciadas por el Gobierno, son otras tantas inciativas demagógicas y carentes de contenido real: 1) Plebiscitos comunales: si son necesarios, pueden hacerse en la actualidad y, de hecho, se hacen, como en el caso más reciente de votación sobre aprobación de un mall en Carlos Antúnez; 2) Una "declaraciòn única de intereses y patrimonio". La obligación de hacerla existe en la actualidad. Basta con exigir que esté bien hecha, lo que no sucede en la mayoría de los casos. No se necesita una nueva ley, sino simplemente fiscalizar el cumplimiento actual; 3) "Creación de la iniciativa popular de ley". ¿Para qué, si el derecho de petición está vigente y basta que una persona solicite a un parlamentario u hombre de gobierno que presente una moción o un mensaje de ley sobre cualquier materia? ¿Para qué sirve entonces el sistema representativo? Hasta Perico de los Palotes va a mandar su proyectito.
Pero el mièrcoles "el país de los cerebros lavados", tan dóciles a la manipulación oficialista, va a estar pendiente de la ceremonia de autocomplacencia de los que fueron partidarios del "no" y que hoy nos gobiernan gracias a la mayoría que les dieron los partidarios del "sí" (o su "vientre blando" devenido mayoritario entre éstos), ceremonia destinada a conmemorar allí donde no hay nada que conmemorar y en que se anunciará tres iniciativas políticas (¡leyes y más leyes!) efectistas e innecesarias,
domingo, 22 de agosto de 2010
Significado de una Elección
El hecho de que en el único partido que, en algún grado, puede ser considerado de derecha en el país, la UDI, la tendencia que defiende la esencia doctrinaria de la colectividad no sólo haya sido derrotada, sino que haya recibido una votación menor que en la anterior elección interna, revela que la verdadera derecha se reduce todavía más en Chlie y justifica, como he señalado reiteradamente, declararla "clínicamente muerta".
Lo anterior significa:
Primero, que en política económica se seguirá optando por "la solución Piñera" de más Estado: más ministerios y más leyes, como si éstas fueran la solución a los problemas reales. En lugar de que el Estado venda activos para financiar iniciativas, se les seguirá extrayendo más impuestos, más recursos a los particulares para esos fines.
Segundo, en materia de justicia, se continuará destruyendo el estado de derecho, a través de fallos politizados, para perpetrar una venganza política, como la que se sigue llevando a cabo contra los uniformados en retiro, ilegalmente procesados. Si las promesas del candidato Piñera a este respecto, durante la campaña, habían pasado a ser letra muerta en su Gobierno, ahora no sólo lo seguirán siendo sino que la tendencia cómplice de la judicatura de izquierda, que predomina en el régimen, se verá fortalecida por el resultado en la UDI.
Tercero, se aleja la esperanza de soluciones de derecha para la desigualdad, consistentes en mayor flexibilidad laboral, que saque del desempleo a entre el veinte y el cincuenta por ciento de cesantes que existe entre los grupos más pobres, principal motivo de la desigualdad en la distribución del ingreso. La legislación laboral, principal razón de ella, seguirá incólume.
Cuarto, no sólo por eso los pobres deberán seguir esperando, sino porque la principal solución de derecha para la pobreza, consistente en entregar los recursos captados a los contribuyentes para fines sociales directamente a los pobres y sólo a los pobres, lo que los sacaría A TODOS de su condición, no tendrá lugar, porque se continuarán las polìticas actuales, iguales a las de la Concertación, de darles cada vez más recursos a los monstruos burocráticos, que capturan hasta el 60 por ciento del gasto social que se les destina (caso de INJUV, citado por el ministro de Mideplan).
En resumen, nada cambiará en el actual Gobierno, pues el resultado de la UDI reafirma su línea actual. Seguirá ganándose el mote de "V Gobierno de la Concertación", vocación continuista del régimen que un resultado mejor para la tendencia encabezada por José Antonio Kast habría podido contribuir a cambiar.
En todo caso, si bien la representatividad de una genuina derecha ha resultado debilitada y la conducción de la UDI continuará apoyando la contraria, que desvirtúa las bases del legado de Jaime Guzmán, dentro de ese partido sigue existiendo una semilla de ortodoxia. Y siempre que una semilla subsiste, sigue viva la esperanza de que alguna vez llegue a germinar.
Lo anterior significa:
Primero, que en política económica se seguirá optando por "la solución Piñera" de más Estado: más ministerios y más leyes, como si éstas fueran la solución a los problemas reales. En lugar de que el Estado venda activos para financiar iniciativas, se les seguirá extrayendo más impuestos, más recursos a los particulares para esos fines.
Segundo, en materia de justicia, se continuará destruyendo el estado de derecho, a través de fallos politizados, para perpetrar una venganza política, como la que se sigue llevando a cabo contra los uniformados en retiro, ilegalmente procesados. Si las promesas del candidato Piñera a este respecto, durante la campaña, habían pasado a ser letra muerta en su Gobierno, ahora no sólo lo seguirán siendo sino que la tendencia cómplice de la judicatura de izquierda, que predomina en el régimen, se verá fortalecida por el resultado en la UDI.
Tercero, se aleja la esperanza de soluciones de derecha para la desigualdad, consistentes en mayor flexibilidad laboral, que saque del desempleo a entre el veinte y el cincuenta por ciento de cesantes que existe entre los grupos más pobres, principal motivo de la desigualdad en la distribución del ingreso. La legislación laboral, principal razón de ella, seguirá incólume.
Cuarto, no sólo por eso los pobres deberán seguir esperando, sino porque la principal solución de derecha para la pobreza, consistente en entregar los recursos captados a los contribuyentes para fines sociales directamente a los pobres y sólo a los pobres, lo que los sacaría A TODOS de su condición, no tendrá lugar, porque se continuarán las polìticas actuales, iguales a las de la Concertación, de darles cada vez más recursos a los monstruos burocráticos, que capturan hasta el 60 por ciento del gasto social que se les destina (caso de INJUV, citado por el ministro de Mideplan).
En resumen, nada cambiará en el actual Gobierno, pues el resultado de la UDI reafirma su línea actual. Seguirá ganándose el mote de "V Gobierno de la Concertación", vocación continuista del régimen que un resultado mejor para la tendencia encabezada por José Antonio Kast habría podido contribuir a cambiar.
En todo caso, si bien la representatividad de una genuina derecha ha resultado debilitada y la conducción de la UDI continuará apoyando la contraria, que desvirtúa las bases del legado de Jaime Guzmán, dentro de ese partido sigue existiendo una semilla de ortodoxia. Y siempre que una semilla subsiste, sigue viva la esperanza de que alguna vez llegue a germinar.
sábado, 21 de agosto de 2010
El Escándalo Continúa
Es un escándalo porque sólo así puede calificarse el hecho de que en un país supuestamente civilizado --aunque lo sea a medias-- se transgreda la ley, no sólo por los delincuentes, lo que es habitual, sino por los jueces, precisamente llamados a hacer respetar la ley.
Hace poco más de 25 años, cuatro carabineros de un carro policial vieron a tres sujetos sospechosos en la conflictiva Villa Francia. Uno de los uniformados, el cabo Marcelo Muñoz, descendió para pedir su identificación a los sujetos, pero éstos, sin mediar palabra, le dispararon en el tórax y en una pierna. Los tres restantes carabineros los persiguieron y les dieron muerte. Se trataba de dos guerrilleros del MIR, los hermanos Rafael y Eduardo Vergara Toledo.
Veinticinco años después la Corte Suprema, por tres votos contra dos, ha condenado a uno de los carabineros a diez años y a los otros dos a siete años, todos de presidio efectivo, sin reconocer a los encausados beneficio alternativo alguno. Los dos votos de minoría, de jueces que, a diferencia de los de la mayoría de izquierda, están por aplicar las leyes, estimaron que la causa debió sobreseerse sin condenas, por estar la acción penal extinguida por prescripción.
Razones adicionales para que esta condena sea escandalosa son las siguientes: 1) Todos los extremistas de izquierda que cometieron crímenes sangrientos, antes y después de 1990, han sido perdonados; 2) Fueron ellos los que iniciaron la violencia armada en general y, en el caso de Villa Francia, los que abrieron fuego contra carabineros, sin mediar provocación; 3) Esos guerrilleros armados estaban concertados y actuando para herir o matar a otras personas y, por tanto, perseguían un objetivo ilícito; los carabineros tenían la misión de proteger de ellos a la sociedad civil, es decir, todo lo que hicieron fue en cumplimiento de una misión de alto contenido moral y cívico; 4) El hecho de que los extremistas hubieran disparado contra un miembro de la patrulla justificaba sobradamente que los restantes integrantes de ella usaran sus armas; y 5) Aplicar altìsimas penas, propias de crímenes con agravantes, a una acción destinada a proteger a la sociedad civil, revela un vesánico espíritu de venganza política y, más allá de los aspectos legales envueltos, no se sustenta en consideración alguna de justicia o equidad.
El cinismo acompaña este escándalo, porque la izquierda terrorista ha consagrado como efeméride la fecha del ajusticiamiento de los señalados guerrilleros, designándola como "Día del Combatiente". ¿Qué mayor confesión de un espíritu contrario a la paz, la democracia y la buena convivencia?
Todo esto acontece bajo un gobierno cuyo Presidente se comprometió ante los ex uniformados, durante su campaña para llegar al cargo, a velar porque se respetara la legalidad a su respecto, cosa que no sólo no ha hecho, sino que funcionarios de su gobierno contravienen explícitamente. La oficina de Derechos Humanos del Ministerio del Interior alega "en nombre del Gobierno de Chile" cuando pide a los tribunales procesar sin base legal a altos oficiales, como ha sido el caso del ¡Subsecretario de Defensa, general Oscar Izurieta!, del diplomático Alberto Labbé ¡embajador en Panamá de este Gobierno! y oficial en retiro; y del general (r) Santiago Sinclair, ex miembro de la Junta de Gobierno.
El candidato Sebastián Piñera se comprometió especìficamente a velar por que la prescripción fuera respetada, pero una oficina de su gobierno, y el Consejo de Defensa del Estado (en el cual él ha mantenido al Presidente) sistemáticamente alegan y hacen presentaciones para impedir la aplicación de la prescripción.
Todo lo anterior, constitutivo de un grave atropello a la equidad, la justicia y, también, a la verdad (porque legiones de testigos falsos de extrema izquierda son llevados a los tribunales para sustentar las iniquidades), está lejos de ser el final del escándalo. Abogados comunistas han presentado más de doscientas nuevas querellas por hechos amnistiados, prescritos o, incluso, ya juzgados; y anuncian un total de 1.176, que afectarán a parecido número de uniformados en retiro y terminarán, previsiblemente y ya que la justicia de izquierda no respeta las leyes vigentes, en multimillonarias condenas por pagos de indemnizaciones al extremismo, que ya ha cobrado por ese concepto unos dos mil millones de dólares. Debe ser el único caso en la historia de la Humanidad en que una sociedad indemniza a los que querían destruir su democracia, declarándose ella misma culpable de haberles impedido consumar ese objetivo ilícito.
Si alguien creyó que un cambio democrático de gobierno podía poner término a ese escándalo, los hechos prueban que ello no se logró y que él continúa tal como si ningún cambio hubiera tenido lugar y sólo hubiéramos elegido a un V Gobierno de la Concertación.
Hace poco más de 25 años, cuatro carabineros de un carro policial vieron a tres sujetos sospechosos en la conflictiva Villa Francia. Uno de los uniformados, el cabo Marcelo Muñoz, descendió para pedir su identificación a los sujetos, pero éstos, sin mediar palabra, le dispararon en el tórax y en una pierna. Los tres restantes carabineros los persiguieron y les dieron muerte. Se trataba de dos guerrilleros del MIR, los hermanos Rafael y Eduardo Vergara Toledo.
Veinticinco años después la Corte Suprema, por tres votos contra dos, ha condenado a uno de los carabineros a diez años y a los otros dos a siete años, todos de presidio efectivo, sin reconocer a los encausados beneficio alternativo alguno. Los dos votos de minoría, de jueces que, a diferencia de los de la mayoría de izquierda, están por aplicar las leyes, estimaron que la causa debió sobreseerse sin condenas, por estar la acción penal extinguida por prescripción.
Razones adicionales para que esta condena sea escandalosa son las siguientes: 1) Todos los extremistas de izquierda que cometieron crímenes sangrientos, antes y después de 1990, han sido perdonados; 2) Fueron ellos los que iniciaron la violencia armada en general y, en el caso de Villa Francia, los que abrieron fuego contra carabineros, sin mediar provocación; 3) Esos guerrilleros armados estaban concertados y actuando para herir o matar a otras personas y, por tanto, perseguían un objetivo ilícito; los carabineros tenían la misión de proteger de ellos a la sociedad civil, es decir, todo lo que hicieron fue en cumplimiento de una misión de alto contenido moral y cívico; 4) El hecho de que los extremistas hubieran disparado contra un miembro de la patrulla justificaba sobradamente que los restantes integrantes de ella usaran sus armas; y 5) Aplicar altìsimas penas, propias de crímenes con agravantes, a una acción destinada a proteger a la sociedad civil, revela un vesánico espíritu de venganza política y, más allá de los aspectos legales envueltos, no se sustenta en consideración alguna de justicia o equidad.
El cinismo acompaña este escándalo, porque la izquierda terrorista ha consagrado como efeméride la fecha del ajusticiamiento de los señalados guerrilleros, designándola como "Día del Combatiente". ¿Qué mayor confesión de un espíritu contrario a la paz, la democracia y la buena convivencia?
Todo esto acontece bajo un gobierno cuyo Presidente se comprometió ante los ex uniformados, durante su campaña para llegar al cargo, a velar porque se respetara la legalidad a su respecto, cosa que no sólo no ha hecho, sino que funcionarios de su gobierno contravienen explícitamente. La oficina de Derechos Humanos del Ministerio del Interior alega "en nombre del Gobierno de Chile" cuando pide a los tribunales procesar sin base legal a altos oficiales, como ha sido el caso del ¡Subsecretario de Defensa, general Oscar Izurieta!, del diplomático Alberto Labbé ¡embajador en Panamá de este Gobierno! y oficial en retiro; y del general (r) Santiago Sinclair, ex miembro de la Junta de Gobierno.
El candidato Sebastián Piñera se comprometió especìficamente a velar por que la prescripción fuera respetada, pero una oficina de su gobierno, y el Consejo de Defensa del Estado (en el cual él ha mantenido al Presidente) sistemáticamente alegan y hacen presentaciones para impedir la aplicación de la prescripción.
Todo lo anterior, constitutivo de un grave atropello a la equidad, la justicia y, también, a la verdad (porque legiones de testigos falsos de extrema izquierda son llevados a los tribunales para sustentar las iniquidades), está lejos de ser el final del escándalo. Abogados comunistas han presentado más de doscientas nuevas querellas por hechos amnistiados, prescritos o, incluso, ya juzgados; y anuncian un total de 1.176, que afectarán a parecido número de uniformados en retiro y terminarán, previsiblemente y ya que la justicia de izquierda no respeta las leyes vigentes, en multimillonarias condenas por pagos de indemnizaciones al extremismo, que ya ha cobrado por ese concepto unos dos mil millones de dólares. Debe ser el único caso en la historia de la Humanidad en que una sociedad indemniza a los que querían destruir su democracia, declarándose ella misma culpable de haberles impedido consumar ese objetivo ilícito.
Si alguien creyó que un cambio democrático de gobierno podía poner término a ese escándalo, los hechos prueban que ello no se logró y que él continúa tal como si ningún cambio hubiera tenido lugar y sólo hubiéramos elegido a un V Gobierno de la Concertación.
viernes, 20 de agosto de 2010
La Elección de la UDI
Siempre fui simpatizante de la UDI, hasta que este partido se plegó a la candidatura de su peor adversario, Sebastián Piñera, y renunció a ofrecer a su electorado una alternativa presidencial propia. A partir de ese momento consideré que en Chile las ideas de derecha carecían de representación. Pero esas ideas tienen un profundo arraigo en la población. No es que ésta sea mayoritariamente de derecha, ni mucho menos, pero sí que hay un "voto duro" significativo de esa tendencia, cosa que explica que la UDI sea el principal partido del país.
¿Qué es ser de derecha? Libertad dentro del orden, sería la respuesta más general y más sumaria. Pero en Chile implica, junto con eso, otras cosas: 1) Defender el apoyo que se dio al Gobierno Militar y la participación que se tuvo en él, porque todo eso no sólo tiene defensa sino que dignifica a la UDI; 2) Escandalizarse de la completa ruptura del estado de derecho en los juicios a ex uniformados; 3) Convencerse de que con más Estado no se solucionan los problemas sociales, porque el Estado ES el problema, lo que puede fácilmente demostrarse; y 4) No seguir la corriente de todos los demás partidos chilenos, que siempre terminan cediendo a la extorsión comunista, porque, como lo he reiterado muchas veces, una Ley Fundamental de la Política Chilena dice que siempre se termina haciendo en el país lo que dice el PC.
En la elección de directiva de la UDI se enfrentan dos tendencias: una, la que representa el completo renunciamiento a lo que siempre fue la esencia de la UDI, representada por la actual mesa, que entregó el partido a la causa presidencial de su peor adversario, que siempre fue Sebastián Piñera (lo recordé una vez más cuando la alcaldesa Carolina Plaza, reveló hace pocos días que cuando estuvo en plena discrepancia grave con su partido, recibió el llamado de apoyo de ¿quién otro? Sebastián Piñera); y la otra, que representa la verdadera identidad del partido, la reivindicación de su papel bajo el Gobierno Militar, el rescate de la verdad histórica de lo sucedido en Chile en el último medio siglo y la defensa del legado de Jaime Guzmán (que fue el artífice intelectual del que dejó el régimen castrense), y quien, estoy cierto, si viviera (¿alguien podría seriamente negar esto?) estaría hoy apoyando la causa del diputado José Antonio Kast. Y yo sé por qué digo esto. Por supuesto, lo probable sería que si alguien le preguntara a Kast si está de acuerdo con las anteriores reflexiones, él dijera que no. Porque una cosa es lo que uno piensa y otra distinta es lo que debe decir para obtener votos en una elección. Y yo escribo aquí para decir lo que pienso y me importan un rábano los votos o apoyos que pierda u obtenga, situación muy distinta a la que confronta Kast. De modo que evidentemente la realidad electoral le exige considerar mis opiniones como extremas o exageradas. Pero de lo que no cabe duda es de que él está mucho más cerca de ellas de lo que lo está su adversario, Juan Antonio Coloma.
Todo el mundo dice que este último triunfará, no porque tenga el apoyo de la mayoría de quienes votan por la UDI, sino porque la tiene entre los 800 miembros del Consejo de la colectividad, que es un ente política, ideológica y espiritualmente distinto del contingente electoral de la UDI.
En resolución, hago votos porque Kast obtenga una buena votación, porque ello significará que esa gran masa de gente representativa del "voto duro" de derecha todavía tiene algo qué decir en el único partido con un barniz de parecido a las posiciones de derecha que hay en Chile.
Como soy prácticamente el único personero que alcanza algún grado --escaso, por cierto-- de conocimiento público y que defiende el legado del Gobierno Militar en toda circunstancia, recibo diariamente los más increíbles testimonios de adhesión espontánea de gente del pueblo, cuando me desplazo por las calles de Santiago o voy a otros lugares de Chile. Esa misma gente fue la que hizo "cola" desde la una de la madrugada hasta las cuatro de la tarde para desfilar junto al féretro del ex Presidente Pinochet, y doy las horas con precisión porque la modesta señora que me vende paquetes de habas en el puente de la calle Padre Hurtado sobre Kennedy estuvo todas esas horas de pie en esa "cola" nada más que para rendir su homenaje al general. Por supuesto, nadie cree estas cosas, porque los comunistas han convencido a todo el mundo de que el pueblo piensa distinto de lo que en verdad piensa. Pero el otro día un amigo mío le dijo al expendedor de bencina de una bomba que le iba a pagar con un nuevo billete de veinte mil pesos, que había recién sido puesto en circulación, y que traía la efigie del general Pinochet. ¿Y qué le contestó, para su sorpresa, el bombero? "Eso va a pasar en sesenta años más". Sabiduría popular.
El bombero, mi amigo y yo confiamos en que a Kast le vaya bien en la elección de directiva, porque representa la última esperanza de los que pensamos como nosotros tres.
¿Qué es ser de derecha? Libertad dentro del orden, sería la respuesta más general y más sumaria. Pero en Chile implica, junto con eso, otras cosas: 1) Defender el apoyo que se dio al Gobierno Militar y la participación que se tuvo en él, porque todo eso no sólo tiene defensa sino que dignifica a la UDI; 2) Escandalizarse de la completa ruptura del estado de derecho en los juicios a ex uniformados; 3) Convencerse de que con más Estado no se solucionan los problemas sociales, porque el Estado ES el problema, lo que puede fácilmente demostrarse; y 4) No seguir la corriente de todos los demás partidos chilenos, que siempre terminan cediendo a la extorsión comunista, porque, como lo he reiterado muchas veces, una Ley Fundamental de la Política Chilena dice que siempre se termina haciendo en el país lo que dice el PC.
En la elección de directiva de la UDI se enfrentan dos tendencias: una, la que representa el completo renunciamiento a lo que siempre fue la esencia de la UDI, representada por la actual mesa, que entregó el partido a la causa presidencial de su peor adversario, que siempre fue Sebastián Piñera (lo recordé una vez más cuando la alcaldesa Carolina Plaza, reveló hace pocos días que cuando estuvo en plena discrepancia grave con su partido, recibió el llamado de apoyo de ¿quién otro? Sebastián Piñera); y la otra, que representa la verdadera identidad del partido, la reivindicación de su papel bajo el Gobierno Militar, el rescate de la verdad histórica de lo sucedido en Chile en el último medio siglo y la defensa del legado de Jaime Guzmán (que fue el artífice intelectual del que dejó el régimen castrense), y quien, estoy cierto, si viviera (¿alguien podría seriamente negar esto?) estaría hoy apoyando la causa del diputado José Antonio Kast. Y yo sé por qué digo esto. Por supuesto, lo probable sería que si alguien le preguntara a Kast si está de acuerdo con las anteriores reflexiones, él dijera que no. Porque una cosa es lo que uno piensa y otra distinta es lo que debe decir para obtener votos en una elección. Y yo escribo aquí para decir lo que pienso y me importan un rábano los votos o apoyos que pierda u obtenga, situación muy distinta a la que confronta Kast. De modo que evidentemente la realidad electoral le exige considerar mis opiniones como extremas o exageradas. Pero de lo que no cabe duda es de que él está mucho más cerca de ellas de lo que lo está su adversario, Juan Antonio Coloma.
Todo el mundo dice que este último triunfará, no porque tenga el apoyo de la mayoría de quienes votan por la UDI, sino porque la tiene entre los 800 miembros del Consejo de la colectividad, que es un ente política, ideológica y espiritualmente distinto del contingente electoral de la UDI.
En resolución, hago votos porque Kast obtenga una buena votación, porque ello significará que esa gran masa de gente representativa del "voto duro" de derecha todavía tiene algo qué decir en el único partido con un barniz de parecido a las posiciones de derecha que hay en Chile.
Como soy prácticamente el único personero que alcanza algún grado --escaso, por cierto-- de conocimiento público y que defiende el legado del Gobierno Militar en toda circunstancia, recibo diariamente los más increíbles testimonios de adhesión espontánea de gente del pueblo, cuando me desplazo por las calles de Santiago o voy a otros lugares de Chile. Esa misma gente fue la que hizo "cola" desde la una de la madrugada hasta las cuatro de la tarde para desfilar junto al féretro del ex Presidente Pinochet, y doy las horas con precisión porque la modesta señora que me vende paquetes de habas en el puente de la calle Padre Hurtado sobre Kennedy estuvo todas esas horas de pie en esa "cola" nada más que para rendir su homenaje al general. Por supuesto, nadie cree estas cosas, porque los comunistas han convencido a todo el mundo de que el pueblo piensa distinto de lo que en verdad piensa. Pero el otro día un amigo mío le dijo al expendedor de bencina de una bomba que le iba a pagar con un nuevo billete de veinte mil pesos, que había recién sido puesto en circulación, y que traía la efigie del general Pinochet. ¿Y qué le contestó, para su sorpresa, el bombero? "Eso va a pasar en sesenta años más". Sabiduría popular.
El bombero, mi amigo y yo confiamos en que a Kast le vaya bien en la elección de directiva, porque representa la última esperanza de los que pensamos como nosotros tres.
jueves, 19 de agosto de 2010
La Misma Forma de Gobernar
Cada vez más intentos que hacen dignos funcionarios medios y altos de este régimen por establecer una "nueva forma de gobernar" resultan frustrados, porque la cabeza del Gobierno, se prueba cada día, está más inspirada por la "antigua forma de gobernar", la de la Concertación, y por eso cada vez más personas piensan que, de hecho, éste es un "V Gobierno de la Concertación".
Otra demostración de ello es el caso del instructivo emitido por la Intendencia de Coquimbo en el sentido de que el personal que depende de ella vista apropiadamente en el desempeño de su labor. Que la Concertación se escandalice de que se pretenda cuidar de que los lugares de trabajo parezcan eso, y no de disipación, no debería extrañarnos, porque ellos fueron transformando paulatinamente a la administración pública en un conjunto de recintos donde reinaban la indisciplina, el desorden, la disoluciòn y la inmoralidad. ¿Qué importaba que las funcionarias fueran con poleras "strapless", con sus espaldas desnudas y faldas extremadamente cortas, es decir semidesnudas, si la administración pública se había ido pareciendo cada vez más a esos establecimientos donde se ejerce una profesión caracterizada por la semidesnudez como artificio para atraer clientes? Lo raro no es que la Concertación haga escándalo porque un Intendente pretende que los funcionarios se presenten decentemente en sus oficinas. Lo raro es que la administración que la sucede y que prometió "una nueva forma de gobernar" se haga eco de ese rasgar de vestiduras, cuando precisamente una característica de esa "nueva forma" debería consistir en que los funcionarios y funcionarias parezcan tales y no un conjunto de personas disolutas que se divierten en una casa de tolerancia.
Justamente las empresas y entidades más serias del país se han preocupado desde hace años de evitar que la farandulización de las costumbres se refleje en la apariencia de su personal y dé una mala imagen de la integridad de la respectiva institución. Por eso proporcionan una vestimenta al personal femenino y cuidan la seriedad de la apariencia del masculino, porque al público que acude a ella no le causaría buena impresión ser atendido o dejar entregados sus asuntos a mujeres semivestidas o llenas de colgajos, adornos, collares y zarandajas o a varones ataviados como si fueran a un asado y más pendientes de mirar las "presas" apetitosas exhibidas por el personal femenino que de hacer bien su trabajo.
Lo que debiera escandalizarnos, entonces, no es la tentativa de decencia en el trabajo que quiso imponer la Intendencia de Coquimbo, sino justamente el hecho de que ese esfuerzo sea objeto de escándalo. Ello habla de un país donde los valores están completamente trastrocados. De igual modo, si es "escandaloso" que una imagen de la Virgen se instale en una repartición, o si lo es que otra propicie aleccionar a los jóvenes acerca de la conveniencia (no sólo moral, sino de sentido común) de postergar el inicio de su vida sexual hasta el matrimonio, o, en fin, si lo es que se retire material educacional de rasgos pornográficos que se pretendía distribuir a los niños de 576 colegios, quiere decir que el estado moral del país ha caído demasiado bajo.
Esas sanas iniciativas de defensa de la integridad moral hablan bien de los funcionarios que procuran impulsarlas, de la misma manera que habla mal de la autoridad superior del régimen el hecho de que, en todos los casos, salvo el último, hayan sido desautorizadas. Por eso muchos, cuando nos preguntan, ponemos tanto mejor nota al desempeño de los funcionarios nombrados por este gobierno que a quien está a la cabeza de él. Porque las iniciativas que dan cuenta de un esfuerzo por establecer "una nueva forma de gobernar", de reconstituir la integridad en el sector público y de velar por la moral y las buenas costumbres, aparecen casi invariablemente desvirtuadas o contradichas por la cabeza del gobierno, que parece oponerse a ese cambio hacia la decencia y se yergue en el guardián de la perpetuación de los hábitos disolutos de su predecesores.
Otra demostración de ello es el caso del instructivo emitido por la Intendencia de Coquimbo en el sentido de que el personal que depende de ella vista apropiadamente en el desempeño de su labor. Que la Concertación se escandalice de que se pretenda cuidar de que los lugares de trabajo parezcan eso, y no de disipación, no debería extrañarnos, porque ellos fueron transformando paulatinamente a la administración pública en un conjunto de recintos donde reinaban la indisciplina, el desorden, la disoluciòn y la inmoralidad. ¿Qué importaba que las funcionarias fueran con poleras "strapless", con sus espaldas desnudas y faldas extremadamente cortas, es decir semidesnudas, si la administración pública se había ido pareciendo cada vez más a esos establecimientos donde se ejerce una profesión caracterizada por la semidesnudez como artificio para atraer clientes? Lo raro no es que la Concertación haga escándalo porque un Intendente pretende que los funcionarios se presenten decentemente en sus oficinas. Lo raro es que la administración que la sucede y que prometió "una nueva forma de gobernar" se haga eco de ese rasgar de vestiduras, cuando precisamente una característica de esa "nueva forma" debería consistir en que los funcionarios y funcionarias parezcan tales y no un conjunto de personas disolutas que se divierten en una casa de tolerancia.
Justamente las empresas y entidades más serias del país se han preocupado desde hace años de evitar que la farandulización de las costumbres se refleje en la apariencia de su personal y dé una mala imagen de la integridad de la respectiva institución. Por eso proporcionan una vestimenta al personal femenino y cuidan la seriedad de la apariencia del masculino, porque al público que acude a ella no le causaría buena impresión ser atendido o dejar entregados sus asuntos a mujeres semivestidas o llenas de colgajos, adornos, collares y zarandajas o a varones ataviados como si fueran a un asado y más pendientes de mirar las "presas" apetitosas exhibidas por el personal femenino que de hacer bien su trabajo.
Lo que debiera escandalizarnos, entonces, no es la tentativa de decencia en el trabajo que quiso imponer la Intendencia de Coquimbo, sino justamente el hecho de que ese esfuerzo sea objeto de escándalo. Ello habla de un país donde los valores están completamente trastrocados. De igual modo, si es "escandaloso" que una imagen de la Virgen se instale en una repartición, o si lo es que otra propicie aleccionar a los jóvenes acerca de la conveniencia (no sólo moral, sino de sentido común) de postergar el inicio de su vida sexual hasta el matrimonio, o, en fin, si lo es que se retire material educacional de rasgos pornográficos que se pretendía distribuir a los niños de 576 colegios, quiere decir que el estado moral del país ha caído demasiado bajo.
Esas sanas iniciativas de defensa de la integridad moral hablan bien de los funcionarios que procuran impulsarlas, de la misma manera que habla mal de la autoridad superior del régimen el hecho de que, en todos los casos, salvo el último, hayan sido desautorizadas. Por eso muchos, cuando nos preguntan, ponemos tanto mejor nota al desempeño de los funcionarios nombrados por este gobierno que a quien está a la cabeza de él. Porque las iniciativas que dan cuenta de un esfuerzo por establecer "una nueva forma de gobernar", de reconstituir la integridad en el sector público y de velar por la moral y las buenas costumbres, aparecen casi invariablemente desvirtuadas o contradichas por la cabeza del gobierno, que parece oponerse a ese cambio hacia la decencia y se yergue en el guardián de la perpetuación de los hábitos disolutos de su predecesores.
miércoles, 18 de agosto de 2010
El Coronel Tiene Quién le Escriba
El coronel (r) Labbé, alcalde de Providencia varias veces reelecto con alta mayoría, ha sido citado por la jueza Lermanda a declarar como inculpado en un proceso que jurìdicamente debería estar terminado. Pero sabemos que en nuestro medio las normas jurídicas no se aplican a los ex uniformados y que los jueces de izquierda se divierten "haciéndolos desfilar" por los tribunales en procesos amnistiados, prescritos y muchas veces reabiertos con violación de la cosa juzgada. Lo que tiene de original este caso es que el coronel ha sido citado, para ser interrogado, a petición del "Programa de Derechos Humanos" del Ministerio del Interior del gobierno al cual él representa. Por eso dice que ello "era predecible en un gobierno de izquierda, pero no en uno que quiere la paz y cree en el estado de derecho". Y, tras la acostumbrada espera y el consiguiente vejamen, ha añadido: "Los ayudistas pueden llegar a ser Presidentes de la República y nosotros los militares todavía estamos en el banquillo de los acusados. Los militares no aguantamos más, créanme, si esto no puede ser, no podemos vivir en paz". Todos sabemos a qué ayudista se refiere.
¡Ya les decía yo! Tantas columnas periodísticas dedicadas a argumentar acerca de la inconveniencia de apoyar a un candidato que compartía todos los predicamentos de la izquierda contra los uniformados, al cual se le hacían pocas las palabras para elogiar la memoria de Volodia Teitelboim cuando falleció, o para ofrecer al dirigente rojo Guillermo Teillier, según él mismo reveló, modificaciones electorales que les permitieran a los comunistas acceder al Parlamento; el mismo político que describía y describe a los militares en iguales términos que los izquierdistas ("violadores de derechos humanos"); el mismo que siempre habìa votado "no" contra todo lo que los partidos que lo llevaron como candidato presidencial habían votado "sí"... ¿Creían por acaso que iba a proceder de una manera distinta a la Concertación en un tema en que había coincidido siempre con ella?
Cuando era candidato, le bastaron algunas frases ambiguas ante los militares (r), en que deslizó que velaría por el respeto a la prescripción, para que lo favorecieran con sus votos. Ahora SU Ministerio del Interior, manteniendo la misma oficina de derechos humanos creada por la Concertación para perseguir a los ex uniformados, sigue burlándose de la prescripción. Y ellos deben aprontarse, porque todo se viene peor. La justicia de izquierda, envalentonada al ver que el actual gobierno apoya sus abusos de poder, se apresta a abrir más de mil causas adicionales.
"Los militares no aguantamos más", ha declarado el coronel (r) Labbé. Pero todos sabemos que sí van a aguantar más, mucho más, incluso más que antes. Si no fueron capaces ni siquiera de hacer lo menos (representar las ilegalidades en su contra en el seno del Consejo de Seguridad Nacional, antes de que los políticos los privaran hasta de esa facultad) ¿quién puede creer que van a hacer lo más, es decir, alzarse contra la ilegalidad permanente y reiterada?
Un alto personaje británico que solidarizó con el general Pinochet cuando estuvo secuestrado ilegalmente en Londres y que vino a Chile en ese tiempo, Lord Lamont, una vez manifestó, durante un almuerzo en "El Mercurio", que él nunca había creído que el 11 de septiembre de 1973 lo hubieran llevado a cabo militares extranjeros, como se había publicado, pero que, viendo la falta de reacción de los uniformados chilenos ante el vejamen que había sufrido Pinochet (y eso que todavía no se había precipitado el grueso de las ilegalidades cometidas por la justicia de izquierda) estaba admitiendo la posibilidad de que hubieran sido otros los que hubieran tenido la resolución suficiente para llevar a cabo el pronunciamiento.
A este gobierno, que tantos argumentos ofrece para ser llamado "el V de la Concertación", le está resultando, al igual que a los otros cuatro, muy barato seguir abusando de los militares y, por tanto, su oficina del Ministerio del Interior lo va a seguir haciendo, y con mayor razón se van a seguir sintiendo respaldados los jueces de izquierda para seguir en lo suyo, contando, como cuentan, con el apoyo oficial.
Entretanto, el coronel (r) Labbé por lo menos ha logrado que su acertada protesta haya sido destacada en la primera página de "El Mercurio", aunque no se advierte ninguna señal de que ella despierte la solidaridad de los políticos de su sector ni, mucho menos, de la institución uniformada a la cual sirvió.
A falta de gente influyente que lo respalde y dé alguna verosimilitud a la frase "los militares no aguantamos más", al menos el coronel puede decir que tiene quién le escriba, aunque no de mucho le sirva a la causa de él y de sus camaradas..
¡Ya les decía yo! Tantas columnas periodísticas dedicadas a argumentar acerca de la inconveniencia de apoyar a un candidato que compartía todos los predicamentos de la izquierda contra los uniformados, al cual se le hacían pocas las palabras para elogiar la memoria de Volodia Teitelboim cuando falleció, o para ofrecer al dirigente rojo Guillermo Teillier, según él mismo reveló, modificaciones electorales que les permitieran a los comunistas acceder al Parlamento; el mismo político que describía y describe a los militares en iguales términos que los izquierdistas ("violadores de derechos humanos"); el mismo que siempre habìa votado "no" contra todo lo que los partidos que lo llevaron como candidato presidencial habían votado "sí"... ¿Creían por acaso que iba a proceder de una manera distinta a la Concertación en un tema en que había coincidido siempre con ella?
Cuando era candidato, le bastaron algunas frases ambiguas ante los militares (r), en que deslizó que velaría por el respeto a la prescripción, para que lo favorecieran con sus votos. Ahora SU Ministerio del Interior, manteniendo la misma oficina de derechos humanos creada por la Concertación para perseguir a los ex uniformados, sigue burlándose de la prescripción. Y ellos deben aprontarse, porque todo se viene peor. La justicia de izquierda, envalentonada al ver que el actual gobierno apoya sus abusos de poder, se apresta a abrir más de mil causas adicionales.
"Los militares no aguantamos más", ha declarado el coronel (r) Labbé. Pero todos sabemos que sí van a aguantar más, mucho más, incluso más que antes. Si no fueron capaces ni siquiera de hacer lo menos (representar las ilegalidades en su contra en el seno del Consejo de Seguridad Nacional, antes de que los políticos los privaran hasta de esa facultad) ¿quién puede creer que van a hacer lo más, es decir, alzarse contra la ilegalidad permanente y reiterada?
Un alto personaje británico que solidarizó con el general Pinochet cuando estuvo secuestrado ilegalmente en Londres y que vino a Chile en ese tiempo, Lord Lamont, una vez manifestó, durante un almuerzo en "El Mercurio", que él nunca había creído que el 11 de septiembre de 1973 lo hubieran llevado a cabo militares extranjeros, como se había publicado, pero que, viendo la falta de reacción de los uniformados chilenos ante el vejamen que había sufrido Pinochet (y eso que todavía no se había precipitado el grueso de las ilegalidades cometidas por la justicia de izquierda) estaba admitiendo la posibilidad de que hubieran sido otros los que hubieran tenido la resolución suficiente para llevar a cabo el pronunciamiento.
A este gobierno, que tantos argumentos ofrece para ser llamado "el V de la Concertación", le está resultando, al igual que a los otros cuatro, muy barato seguir abusando de los militares y, por tanto, su oficina del Ministerio del Interior lo va a seguir haciendo, y con mayor razón se van a seguir sintiendo respaldados los jueces de izquierda para seguir en lo suyo, contando, como cuentan, con el apoyo oficial.
Entretanto, el coronel (r) Labbé por lo menos ha logrado que su acertada protesta haya sido destacada en la primera página de "El Mercurio", aunque no se advierte ninguna señal de que ella despierte la solidaridad de los políticos de su sector ni, mucho menos, de la institución uniformada a la cual sirvió.
A falta de gente influyente que lo respalde y dé alguna verosimilitud a la frase "los militares no aguantamos más", al menos el coronel puede decir que tiene quién le escriba, aunque no de mucho le sirva a la causa de él y de sus camaradas..
martes, 17 de agosto de 2010
Cuando la Derecha no es de Derecha
A lo mejor sucede en otras partes, o en todas partes, no puedo asegurarlo, pero sí que en Chile sucede: que la derecha no es de derecha. En estos días lo ha puesto de manifiesto el caso de dos canales de televisión, Canal 13 y Chilevisión. ¿Por qué no pueden venderse libremente, como cualquier empresa, y tanta gente se siente con derecho a interferir y opinar en contra de su venta, como en el caso de Canal 13, o hay situaciones dudosas, como en el caso de la renovación de la señal de Chilevisión? La respuesta es una sola: porque un gobernante de derecha hace medio siglo se comportó como si fuera de izquierda.
En efecto, la televisión se aprobó sujeta a restricciones socialistas, es decir, a toda clase de impedimentos. Finalmente se aprobó que se podía hacer televisión, pero estaba reservada sólo al Estado y las universidades. Y adviértase que si no hubiera sido porque el país TENÍA que tener televisión para ser sede del Mundial de 1962, ni siquiera se habría permitido la muy restringida que se aprobó.
Nadie recuerda que ya a fines de los años '40 un grupo empresarial chileno, el de la familia Edwards, quiso instalar una emisora de televisión. Había un gobierno de centroizaquierda, el radical de don Gabriel González Videla, pero no fue él quien se opuso a la iniciativa, sino su ministro de Hacienda, un liberal (de derecha), Jorge Alessandri Rodríguez, quien argumentó que si se permitía la televisión los empleados públicos pedirían aumentos de sueldos para comprar los respectivos aparatos y, como eran caros, presionarían por aumentos de sueldos, aumentando el déficit fiscal. Como Alessandri fue el primer ministro de ese ramo en muchos años que logró equilibrar el presupuesto, su voluntad se impuso y se desechó la pretensiòn del grupo Edwards de fundar un canal de TV en 1948. Pero doce años después el Mundial obligó al país a admitir el nuevo medio de comunicación. Entonces la izquierda se opuso a que cualquiera pudiera fundar un canal y el gobierno de derecha, del mismo ex ministro de Hacienda, ahora Presidente Jorge Alessandri, en 1960, limitó este negocio al Estado y las universidades.
Todo eso cambió, si bien tímidamente, gracias al gobierno que hizo la mayor revolución liberadora y progresista de la historia de Chile, el Gobierno Militar, que permitió la existencia de canales privados de televisión, pero lo hizo lleno de reservas e inhibiciones, pues, mal que mal, los militares que gobernaban también eran chilenos y, por tanto, estaban muy inficionados por el virus del izquierdismo. Pero dieron un principio de libertad para que un particular pudiera realizar el negocio televisivo.
Todas las objeciones contra las ventas de Canal 13 y Chilevisión tienen su origen, pues, en que la derecha no es de derecha.
Y como no es de derecha, no se atreve a jugarse por ideas de derecha ni a plantearse ante el paìs como tal, diciendo "sí, somos la derecha, queremos que haya libertad económica, que se respeten las leyes y las buenas costumbres y que haya orden, y defendemos lo que hicimos en apoyo del Gobierno Militar y nos jugaremos por restablecer la verdad histórica respecto de él y porque los presos políticos ex uniformados reciban, a lo menos, el mismo trato brindado a los terroristas de izquierda, todos hoy perdonados e indemnizados generosamente".
Sería impensable que algún político se planteara así y, de hecho, ninguno se ha atrevido a hacerlo. Por eso levantaron un candidato presidencial que no es de derecha (él lo dice), que se opuso al Gobierno Militar, que votó "no" en todos los plebiscitos, que declara que no les dará a los presos políticos uniformados el mismo trato que se dio a los delincuentes terroristas de izquierda y que les deniega el indulto hasta a los enfermos y, aún, a un moribundo.
Y por eso yo puedo escribir sucesivos blogs, porque soy bastante monotemático, probando todo lo anterior y que el programa de financiamiento de este Presidente, elegido con los votos de la derecha, coincide con las posturas del Partido Coimunista y de la Concertación, que en esta materia son la misma cosa.
Bueno ¿a dónde quiero llegar con todo esto? A una conclusión que ni siquiera estoy seguro de que deba exponer: que en la UDI, el único partido que se parece a uno de derecha, habrá una elección de directiva y hay un candidato, que todos se adelantan a anunciar que será derrotado --como él mismo también anticipa, pues dice que aspira a sacar el 40 por ciento de los votos-- que es lo más parecido, en la política chilena actual, a un político de derecha, pues no reniega de haber votado "sí", de haber sido partidario del Gobierno Militar, de los principios fundamentales socio-económicos de la derecha ni de sus posiciones morales y relativas al orden público y al ejercicio de la autoridad. Ese hombre es el diputado José Antonio Kast.
Es una gran ironía que la actual directiva del mayor partido de Chile, que tiene el doble de diputados que su socio de coalición, haya cedido la Presidencia a ese socio de coalición. En este blog he explicado por qué sucedió eso ("¿Y Qué Quería la UDI? I y II"), reconociendo que dio lugar a la derrota de la Concertación, pero a costa de renunciar, una vez más, a defender los postulados de la derecha. Pero el electorado se encargó, en la elección parlamentaria simultánea a la presidencial, de decir lo siguiente: "los que somos de derecha, no renegamos del Gobierno Militar, defendemos la verdad histórica y mantenemos nuestros principios, somos, todavía, muchos" Y por eso la UDI triunfó ampliamente en la parlamentaria.
En las elecciones de directiva de la UDI no está reflejado el real voto duro de derecha que hay en el país, porque los militantes de los partidos son una fracción menor de sus seguidores y lo importante es que los seguidores no-militantes de la UDI, que votamos por ella, fuimos muchos y la convertimos en el primer partido del país.
Esa mayoría no se reflejará en la elección de directiva, porque estas elecciones son "un animal distinto". Pero la sola presencia de Kast es motivo para tener una esperanza. La esperanza de que, si bien la derecha en Chile no es de derecha, considerada en su conjunto, por lo menos dentro de ella no está muerto el germen de las ideas y posturas de derecha. Puede que éstas sean, una vez más derrotadas. Pero testimoniarán que están vivas.
Y mientras hay vida hay esperanza.
En efecto, la televisión se aprobó sujeta a restricciones socialistas, es decir, a toda clase de impedimentos. Finalmente se aprobó que se podía hacer televisión, pero estaba reservada sólo al Estado y las universidades. Y adviértase que si no hubiera sido porque el país TENÍA que tener televisión para ser sede del Mundial de 1962, ni siquiera se habría permitido la muy restringida que se aprobó.
Nadie recuerda que ya a fines de los años '40 un grupo empresarial chileno, el de la familia Edwards, quiso instalar una emisora de televisión. Había un gobierno de centroizaquierda, el radical de don Gabriel González Videla, pero no fue él quien se opuso a la iniciativa, sino su ministro de Hacienda, un liberal (de derecha), Jorge Alessandri Rodríguez, quien argumentó que si se permitía la televisión los empleados públicos pedirían aumentos de sueldos para comprar los respectivos aparatos y, como eran caros, presionarían por aumentos de sueldos, aumentando el déficit fiscal. Como Alessandri fue el primer ministro de ese ramo en muchos años que logró equilibrar el presupuesto, su voluntad se impuso y se desechó la pretensiòn del grupo Edwards de fundar un canal de TV en 1948. Pero doce años después el Mundial obligó al país a admitir el nuevo medio de comunicación. Entonces la izquierda se opuso a que cualquiera pudiera fundar un canal y el gobierno de derecha, del mismo ex ministro de Hacienda, ahora Presidente Jorge Alessandri, en 1960, limitó este negocio al Estado y las universidades.
Todo eso cambió, si bien tímidamente, gracias al gobierno que hizo la mayor revolución liberadora y progresista de la historia de Chile, el Gobierno Militar, que permitió la existencia de canales privados de televisión, pero lo hizo lleno de reservas e inhibiciones, pues, mal que mal, los militares que gobernaban también eran chilenos y, por tanto, estaban muy inficionados por el virus del izquierdismo. Pero dieron un principio de libertad para que un particular pudiera realizar el negocio televisivo.
Todas las objeciones contra las ventas de Canal 13 y Chilevisión tienen su origen, pues, en que la derecha no es de derecha.
Y como no es de derecha, no se atreve a jugarse por ideas de derecha ni a plantearse ante el paìs como tal, diciendo "sí, somos la derecha, queremos que haya libertad económica, que se respeten las leyes y las buenas costumbres y que haya orden, y defendemos lo que hicimos en apoyo del Gobierno Militar y nos jugaremos por restablecer la verdad histórica respecto de él y porque los presos políticos ex uniformados reciban, a lo menos, el mismo trato brindado a los terroristas de izquierda, todos hoy perdonados e indemnizados generosamente".
Sería impensable que algún político se planteara así y, de hecho, ninguno se ha atrevido a hacerlo. Por eso levantaron un candidato presidencial que no es de derecha (él lo dice), que se opuso al Gobierno Militar, que votó "no" en todos los plebiscitos, que declara que no les dará a los presos políticos uniformados el mismo trato que se dio a los delincuentes terroristas de izquierda y que les deniega el indulto hasta a los enfermos y, aún, a un moribundo.
Y por eso yo puedo escribir sucesivos blogs, porque soy bastante monotemático, probando todo lo anterior y que el programa de financiamiento de este Presidente, elegido con los votos de la derecha, coincide con las posturas del Partido Coimunista y de la Concertación, que en esta materia son la misma cosa.
Bueno ¿a dónde quiero llegar con todo esto? A una conclusión que ni siquiera estoy seguro de que deba exponer: que en la UDI, el único partido que se parece a uno de derecha, habrá una elección de directiva y hay un candidato, que todos se adelantan a anunciar que será derrotado --como él mismo también anticipa, pues dice que aspira a sacar el 40 por ciento de los votos-- que es lo más parecido, en la política chilena actual, a un político de derecha, pues no reniega de haber votado "sí", de haber sido partidario del Gobierno Militar, de los principios fundamentales socio-económicos de la derecha ni de sus posiciones morales y relativas al orden público y al ejercicio de la autoridad. Ese hombre es el diputado José Antonio Kast.
Es una gran ironía que la actual directiva del mayor partido de Chile, que tiene el doble de diputados que su socio de coalición, haya cedido la Presidencia a ese socio de coalición. En este blog he explicado por qué sucedió eso ("¿Y Qué Quería la UDI? I y II"), reconociendo que dio lugar a la derrota de la Concertación, pero a costa de renunciar, una vez más, a defender los postulados de la derecha. Pero el electorado se encargó, en la elección parlamentaria simultánea a la presidencial, de decir lo siguiente: "los que somos de derecha, no renegamos del Gobierno Militar, defendemos la verdad histórica y mantenemos nuestros principios, somos, todavía, muchos" Y por eso la UDI triunfó ampliamente en la parlamentaria.
En las elecciones de directiva de la UDI no está reflejado el real voto duro de derecha que hay en el país, porque los militantes de los partidos son una fracción menor de sus seguidores y lo importante es que los seguidores no-militantes de la UDI, que votamos por ella, fuimos muchos y la convertimos en el primer partido del país.
Esa mayoría no se reflejará en la elección de directiva, porque estas elecciones son "un animal distinto". Pero la sola presencia de Kast es motivo para tener una esperanza. La esperanza de que, si bien la derecha en Chile no es de derecha, considerada en su conjunto, por lo menos dentro de ella no está muerto el germen de las ideas y posturas de derecha. Puede que éstas sean, una vez más derrotadas. Pero testimoniarán que están vivas.
Y mientras hay vida hay esperanza.
lunes, 16 de agosto de 2010
Político... y de Otras Ideas
Ayer señalé las coincidencias en el financiamiento de la reconstrucción entre el Presidente y el Partido Comunista. Alguien puede decir que él no coicide sólo con los comunistas, sino con todos los partidos y hasta los empresarios que apoyan ese financiamiento. Pero eso sólo prueba mi tesis fundamental de que en nuestro medio siempre se termina haciendo lo que dice el Partido Comunista. No todo lo que éste quiere, naturalmente, porque si así fuera tendríamos un régimen comunista, de lo cual estuvimos muy cerca, pero hoy muy lejos, gracias a personas de cuyos nombres nadie quiere acordarse.
Alguien me dirá que hay que tener un financiamiento para la reconstrucción y por eso casi todos respaldan el propuesto. Pero resulta que sin todos los impuestos que ha planteado el Presidente se podía financiar fácilmente la reconstrucción e incluso el programa presidencial, pues este gobierno recibió del anterior un legado de 9 mil millones de dólares en un fondo para emergencias, más que suficiente para cubrir el costo de la reconstrudcción para el Estado; recibió un país que está entre los menos endeudados del mundo, menos que Liechstestein, ese próspero "paraíso fiscal" que lo único que hace es recibir recursos de otros; recibió un Estado riquísimo, que si vendiera el diez por ciento de una sola empresa de las decenas que tiene podría financiar el equivalente a todos los impuestos proyectados; tan rico que tiene 17 mil propiedades, la mayor parte de las cuales no usa y de las cuales no ha siquiera pensado vender ninguna, mientras, según hemos sabido, algunas las usan gratuitamente los "okupas" que ponen bombas. En fin, el Presidente ha preferido los impuestos a todas esas alternativas por una sola razón: porque es esencialmente un polìtico y no un estadista. Porque quiere tener un apoyo partidista amplio, mejorar en las encuestas y vive pensando en la próxima elección, que siempre es la meta suprema de todo político, mientras que la del estadista es el bienestar de la próxima generación..
Hoy el tío obispo del Presidente, monseñor Bernardino Piñera, declara en "El Mercurio" que su sobrino "es más ejecutivo que político". Monseñor se equivoca en eso, pero acierta medio a medio en otra cosa: cuando discrepa de la negativa de su sobrino de indultar a militares (pues los terroristas de izquierda ya fueron todos indultados) y declara lo siguiente: "Estoy seguro de que si muchos militares aplicaron medidas represivas, fue porque estaban persuadidos de que era la lucha del bien contra el mal. Creo que un militar indultado no sería un peligro para la sociedad; es muy diferente el caso de un delincuente común y corriente, que sale de la cárcel y al otro día está robando".
Monseñor habla con la verdad, como lo haría un estadista, incluso un ejecutivo, pero no un político, porque éste vive pensando qué van a decir los comunistas, qué van a decir los otros partidos de izquierda, qué van a decir los democratacristianos (que siempre es lo mismo, en último término, que lo que dicen los comunistas).
Monseñor tiene toda la razón al juzgar desfavorablemente esa negativa de indulto y ha dado el argumento más poderoso y más preciso para justificar su otorgamiento. Pero no tiene la razón al atribuirlo a que su sobrino no es un político. Pues es fundamental y casi exclusivamente un político, actúa siempre polìticamente y si eso se hace fuego con los principios de la centroderecha que lo eligió, mucho peor para esos principios. Porque él ha comprobado hasta la saciedad en estos últimos años que la centroderecha chilena no es capaz de alzarse en defensa de sus propios principios, y por eso él puede contradecirlos y, sin embargo, seguir contando con el apoyo de ella. Y los casos de los impuestos y de la negativa de indulto a los militares no son sino otras pruebas más de lo mismo, como tantas que hemos visto y muchas más que seguiremos viendo.
Alguien me dirá que hay que tener un financiamiento para la reconstrucción y por eso casi todos respaldan el propuesto. Pero resulta que sin todos los impuestos que ha planteado el Presidente se podía financiar fácilmente la reconstrucción e incluso el programa presidencial, pues este gobierno recibió del anterior un legado de 9 mil millones de dólares en un fondo para emergencias, más que suficiente para cubrir el costo de la reconstrudcción para el Estado; recibió un país que está entre los menos endeudados del mundo, menos que Liechstestein, ese próspero "paraíso fiscal" que lo único que hace es recibir recursos de otros; recibió un Estado riquísimo, que si vendiera el diez por ciento de una sola empresa de las decenas que tiene podría financiar el equivalente a todos los impuestos proyectados; tan rico que tiene 17 mil propiedades, la mayor parte de las cuales no usa y de las cuales no ha siquiera pensado vender ninguna, mientras, según hemos sabido, algunas las usan gratuitamente los "okupas" que ponen bombas. En fin, el Presidente ha preferido los impuestos a todas esas alternativas por una sola razón: porque es esencialmente un polìtico y no un estadista. Porque quiere tener un apoyo partidista amplio, mejorar en las encuestas y vive pensando en la próxima elección, que siempre es la meta suprema de todo político, mientras que la del estadista es el bienestar de la próxima generación..
Hoy el tío obispo del Presidente, monseñor Bernardino Piñera, declara en "El Mercurio" que su sobrino "es más ejecutivo que político". Monseñor se equivoca en eso, pero acierta medio a medio en otra cosa: cuando discrepa de la negativa de su sobrino de indultar a militares (pues los terroristas de izquierda ya fueron todos indultados) y declara lo siguiente: "Estoy seguro de que si muchos militares aplicaron medidas represivas, fue porque estaban persuadidos de que era la lucha del bien contra el mal. Creo que un militar indultado no sería un peligro para la sociedad; es muy diferente el caso de un delincuente común y corriente, que sale de la cárcel y al otro día está robando".
Monseñor habla con la verdad, como lo haría un estadista, incluso un ejecutivo, pero no un político, porque éste vive pensando qué van a decir los comunistas, qué van a decir los otros partidos de izquierda, qué van a decir los democratacristianos (que siempre es lo mismo, en último término, que lo que dicen los comunistas).
Monseñor tiene toda la razón al juzgar desfavorablemente esa negativa de indulto y ha dado el argumento más poderoso y más preciso para justificar su otorgamiento. Pero no tiene la razón al atribuirlo a que su sobrino no es un político. Pues es fundamental y casi exclusivamente un político, actúa siempre polìticamente y si eso se hace fuego con los principios de la centroderecha que lo eligió, mucho peor para esos principios. Porque él ha comprobado hasta la saciedad en estos últimos años que la centroderecha chilena no es capaz de alzarse en defensa de sus propios principios, y por eso él puede contradecirlos y, sin embargo, seguir contando con el apoyo de ella. Y los casos de los impuestos y de la negativa de indulto a los militares no son sino otras pruebas más de lo mismo, como tantas que hemos visto y muchas más que seguiremos viendo.
domingo, 15 de agosto de 2010
El Disparate del Royalty y Otros Más
Una ley fundamental de la política chilena es que en ella se hace lo que dicen los comunistas. Eso ha sido siempre así, salvo en el Gobierno Militar, en que sólo en algunas cosas se hizo lo que decían los comunistas, como en el caso de mantener la minería en manos estatales, cosa que en los '80 remedió el Ministro José Piñera, gracias a Dios.
Pero los gobiernos demagógicos --es decir, todos los que hemos tenido desde 1990-- creen que son más populares si hacen lo que dicen los comunistas, pese a que éstos tienen muy pocos votos. Pero influyen mucho porque se toman las calles, gritan con estridencia, amedrentan a todo el mundo, tienen armas y son capaces de cualquier cosa. Con eso acaparan cámaras y llenan titulares. Y la gente, entonces, que nunca ha entendido nada de nada, cree que lo que ellos dicen es lo bueno y lo popular.
Bajo el gobierno de Ricardo Lagos el senador DC Lavandero, que se había puesto cada vez más izquierdista, hasta llegar a ser nominado como pre-candidato presidencial de los comunistas, empezó una campaña, coreada por aquéllos, sosteniendo que las empresas mineras no pagaban impuestos y que la única manera de que lo hicieran era estableciendo un royalty.
La gente seria, como el ministro de Hacienda de Lagos, Eyzaguirre, no les hizo caso, porque no era cierto que la minería no pagara impuestos, pues paga lo mismo que las demás actividades y en algunos casos más, pero lo que sucedía era que, por haberse abierto hacía poco justamente ese sector a la actividad privada, se habían hecho enormes inversiones mineras y cuando ello ocurre, en cualquier actividad, mientras no se amortiza el capital invertido, se pagan pocos impuestos.
Lavandero sostenía también, y esto se lo creyó todo el mundo, siendo falso, que la minería extraía "recursos no renovables", que se perdían para siempre. La verdad había demostrado ser la contraria, pues al privatizarse la actividad minera se multiplicó la cantidad de yacimientos descubiertos en el país. Es decir, se probó que no sólo eran renovables de hecho los minerales extraídos, pues había más que antes de que se extrajeran. Con la privatización y sin royalty, aumentaban mucho más que antes. Pues una mina que nadie ha descubierto es sólo un montón de rocas que no vale nada. Sólo cuando se invierte mucha plata la mina pasa a valer algo. O sea, lo más importante es la inversión. Las rocas no descubiertas bajo tierra valen cero. Lo único no renovable es eso: cero.
A lo anterior debe añadirse que todos los impuestos son malos y representan una pérdida irrecuperable de eficiencia, porque implican trasladar recursos de los particulares, que los administran mejor, a la burocracia, que los administra peor. Pero el royalty es todavía más malo que los demás impuestos, porque se superpone a todos ellos. Además, le resta rentabilidad a muchos proyectos mineros, que no se concretan por eso, de modo que se llevan a cabo menos inversiones. Todos saben cuánto rinde el royalty, pero nadie sabe cuánto deja de invertirse en proyectos que no se hacen por culpa del royalty y que, si se hicieran, pagarían todos los demás impuestos. Yo tengo la sospecha de que, con el royalty, la recaudación tributaria global sale para atrás. Pero no puedo probarlo.
Como en Chile se hace lo que dicen los comunistas, y Lavandero quería ser candidato presidencial comunista, impulsó el primer royalty hasta que éste se aprobó.
A raíz del terremoto y de los gastos demandados por su programa presidencial, Sebastián Piñera, que es muy parecido a Lavandero en cuanto a querer ganarse la buena voluntad de los comunistas, pensó qué cosas se la podrían granjear, y se le ocurrieron varias, que siempre han sido "viejas aspiraciones" del partido rojo: primera, por supuesto, subir el royalty, idea favorita de ese partido porque castiga principalmente a "los imperialistas", como dicen ellos y su hijo putativo Hugo Chávez; segunda, subir el impuesto a las empresas, pues siempre los comunistas han querido castigar a los empresarios, que representan lo contrario de su idea de que sólo exista un empresario, el Estado; tercera, gravar los ahorros de las personas de mayores recursos, pues los comunistas odian a todos los que han logrado ahorrar mucho; cuarta, castigar a los dueños de inmuebles valiosos, pues a los comunistas no les gusta que haya casas grandes y buenas, porque quieren que todas sean chicas y malas, único modo de que sean iguales; quinta, desvirtuar el DFL 2, porque fue una idea de un gobierno de derecha (el de Jorge Alessandri) que se tradujo en que se hicieran millones de viviendas, gracias a que no pagan impuestos ni contribuciones.
Adivinen ustedes cuáles de esas ideas comunistas adoptó el nuevo gobierno de Sebastián Piñera. Les voy a ahorrar el trabajo de repasarlas: ¡todas!
Y la peor de todas es el royalty, porque, como dije, se añade a los demás impuestos pero, además, porque abrió "una Caja de Pandora", de la cual están saliendo males adicionales peores que el originalmente propuesto por Piñera, como se ve en el lamentable debate que hay en el Parlamento para hacer el royalty todavía más gravoso. Y porque debilita la palabra empeñada por el Estado chileno en el sentido de que no les cambiaría las reglas tributarias a las que pagan royalty.
Los comunistas están un poco asustados porque se han acreditado sus vínculos con las FARC, que todos sabíamos que existían pero nadie había podido probar; y porque uno de los suyos ha ofrecido a las FARC ocho mil toneladas de fusiles F-16 que dice tener "encaletados" en el norte, del arsenal que internaron en 1986 y que sólo fue parcialmente descubierto. Si se las pillaran, corren el peligro de quedar desarmados. Pero no deberían asustarse, porque los demás políticos les tienen a ellos todavía mucho más miedo que el que ellos puedan sentir ahora.
Y, entretanto, pueden estar satisfechos porque "una sentida aspiración del partido", como es el aumento del royalty, se va a hacer realidad con el concurso de ¡todos!, sí, leyeron bien, ¡todos! los partidos políticos chilenos, incluidos los de derecha.
Bueno, con esa derecha, no sé para qué el país necesita tener una izquierda.
Pero los gobiernos demagógicos --es decir, todos los que hemos tenido desde 1990-- creen que son más populares si hacen lo que dicen los comunistas, pese a que éstos tienen muy pocos votos. Pero influyen mucho porque se toman las calles, gritan con estridencia, amedrentan a todo el mundo, tienen armas y son capaces de cualquier cosa. Con eso acaparan cámaras y llenan titulares. Y la gente, entonces, que nunca ha entendido nada de nada, cree que lo que ellos dicen es lo bueno y lo popular.
Bajo el gobierno de Ricardo Lagos el senador DC Lavandero, que se había puesto cada vez más izquierdista, hasta llegar a ser nominado como pre-candidato presidencial de los comunistas, empezó una campaña, coreada por aquéllos, sosteniendo que las empresas mineras no pagaban impuestos y que la única manera de que lo hicieran era estableciendo un royalty.
La gente seria, como el ministro de Hacienda de Lagos, Eyzaguirre, no les hizo caso, porque no era cierto que la minería no pagara impuestos, pues paga lo mismo que las demás actividades y en algunos casos más, pero lo que sucedía era que, por haberse abierto hacía poco justamente ese sector a la actividad privada, se habían hecho enormes inversiones mineras y cuando ello ocurre, en cualquier actividad, mientras no se amortiza el capital invertido, se pagan pocos impuestos.
Lavandero sostenía también, y esto se lo creyó todo el mundo, siendo falso, que la minería extraía "recursos no renovables", que se perdían para siempre. La verdad había demostrado ser la contraria, pues al privatizarse la actividad minera se multiplicó la cantidad de yacimientos descubiertos en el país. Es decir, se probó que no sólo eran renovables de hecho los minerales extraídos, pues había más que antes de que se extrajeran. Con la privatización y sin royalty, aumentaban mucho más que antes. Pues una mina que nadie ha descubierto es sólo un montón de rocas que no vale nada. Sólo cuando se invierte mucha plata la mina pasa a valer algo. O sea, lo más importante es la inversión. Las rocas no descubiertas bajo tierra valen cero. Lo único no renovable es eso: cero.
A lo anterior debe añadirse que todos los impuestos son malos y representan una pérdida irrecuperable de eficiencia, porque implican trasladar recursos de los particulares, que los administran mejor, a la burocracia, que los administra peor. Pero el royalty es todavía más malo que los demás impuestos, porque se superpone a todos ellos. Además, le resta rentabilidad a muchos proyectos mineros, que no se concretan por eso, de modo que se llevan a cabo menos inversiones. Todos saben cuánto rinde el royalty, pero nadie sabe cuánto deja de invertirse en proyectos que no se hacen por culpa del royalty y que, si se hicieran, pagarían todos los demás impuestos. Yo tengo la sospecha de que, con el royalty, la recaudación tributaria global sale para atrás. Pero no puedo probarlo.
Como en Chile se hace lo que dicen los comunistas, y Lavandero quería ser candidato presidencial comunista, impulsó el primer royalty hasta que éste se aprobó.
A raíz del terremoto y de los gastos demandados por su programa presidencial, Sebastián Piñera, que es muy parecido a Lavandero en cuanto a querer ganarse la buena voluntad de los comunistas, pensó qué cosas se la podrían granjear, y se le ocurrieron varias, que siempre han sido "viejas aspiraciones" del partido rojo: primera, por supuesto, subir el royalty, idea favorita de ese partido porque castiga principalmente a "los imperialistas", como dicen ellos y su hijo putativo Hugo Chávez; segunda, subir el impuesto a las empresas, pues siempre los comunistas han querido castigar a los empresarios, que representan lo contrario de su idea de que sólo exista un empresario, el Estado; tercera, gravar los ahorros de las personas de mayores recursos, pues los comunistas odian a todos los que han logrado ahorrar mucho; cuarta, castigar a los dueños de inmuebles valiosos, pues a los comunistas no les gusta que haya casas grandes y buenas, porque quieren que todas sean chicas y malas, único modo de que sean iguales; quinta, desvirtuar el DFL 2, porque fue una idea de un gobierno de derecha (el de Jorge Alessandri) que se tradujo en que se hicieran millones de viviendas, gracias a que no pagan impuestos ni contribuciones.
Adivinen ustedes cuáles de esas ideas comunistas adoptó el nuevo gobierno de Sebastián Piñera. Les voy a ahorrar el trabajo de repasarlas: ¡todas!
Y la peor de todas es el royalty, porque, como dije, se añade a los demás impuestos pero, además, porque abrió "una Caja de Pandora", de la cual están saliendo males adicionales peores que el originalmente propuesto por Piñera, como se ve en el lamentable debate que hay en el Parlamento para hacer el royalty todavía más gravoso. Y porque debilita la palabra empeñada por el Estado chileno en el sentido de que no les cambiaría las reglas tributarias a las que pagan royalty.
Los comunistas están un poco asustados porque se han acreditado sus vínculos con las FARC, que todos sabíamos que existían pero nadie había podido probar; y porque uno de los suyos ha ofrecido a las FARC ocho mil toneladas de fusiles F-16 que dice tener "encaletados" en el norte, del arsenal que internaron en 1986 y que sólo fue parcialmente descubierto. Si se las pillaran, corren el peligro de quedar desarmados. Pero no deberían asustarse, porque los demás políticos les tienen a ellos todavía mucho más miedo que el que ellos puedan sentir ahora.
Y, entretanto, pueden estar satisfechos porque "una sentida aspiración del partido", como es el aumento del royalty, se va a hacer realidad con el concurso de ¡todos!, sí, leyeron bien, ¡todos! los partidos políticos chilenos, incluidos los de derecha.
Bueno, con esa derecha, no sé para qué el país necesita tener una izquierda.
sábado, 14 de agosto de 2010
De Nuevo "la Cosa Chilena"
Alguien me preguntó si hoy de nuevo iba a criticar al Presidente y yo le contesté que no podía desecharlo, si se presentaba la oportunidad, pero que mi tema hoy es otro, es el de la policía, que ahora se llama PDI, y tal vez sea también, en subsidio, el de Carabineros actuando como policía de investigación de delitos. Porque ese tema es una fijación mía desde hace muchos años. Para ser más preciso, desde hace unos 25, cuando leí una carta a "El Mercurio" de un norteamericano a cuyo hijo un ladron le quitó la bicicleta, creo que en Américo Vespucio con Vitacura. Y el norteamericano refería que había hecho la denuncia policial, pero cuando había ido a preguntar días después, no recuerdo si a Carabineros o Investigaciones, se dio cuenta de que no habían hecho nada. Entonces él, por su cuenta, se dedicó a investigar el robo de la bicicleta de su hijo y se fue a la esquina de Américo Vespucio con Vitacura, donde se perpetró el delito, y descubrió que todos, los expendedores de bencina de la bomba, el dueño de un kiosco de diarios, la gente de una farmacia, conocían perfectamente a los ladrones que robaban en esa esquina y le informaron al norteamericano que ellos venían de la población La Pincoya y tenían diferentes especialidades. Entonces el gringo tomó su camioneta y se fue a La Pincoya, donde habló con algunos vecinos y les dijo que él estaba dispuesto a pagar una buena suma por la bicicleta de su hijo, que, le habían dicho, alguien se había llevado por una distracción a La Pincoya. Entonces los vecinos le dieron diferentes indicaciones, según lo que ellos conocían, y él, preguntando aquí y allá, siempre haciendo ver que pagaría bien por la bicicleta, llegó a una casa donde ésta estaba. Habló con los dueños de la casa, les pagó lo que ofrecía, echó la bicicleta al auto y volvió a su casa para entregársela a su hijo. Hizo "la pega" de la policía.
Bueno, perdónenme que lo diga en inglés, pero aquí cabe una frase que me dijo una vez Margaret Thatcher, no hablando de bicicletas sino de política: "that's what it's all about". Y si lo he escrito mal seguramente es por culpa mía y no porque Margaret, a quien siempre he admirado mucho, me lo haya dicho mal.
Una vez robaron una billetera de un escritorio en mi oficina y todos sabíamos quién había sido el ladrón. Se lo fuimos a decir a Investigaciones, que en ese tiempo todavía no se llamaba PDI. Esto ya era bajo gobiernos de la Concertación. Nos atendió un detective, al cual le sugerimos "atrincar un poco" al ladrón, pues sabíamos no sólo quién era sino dónde vivía. Y el detective nos dijo: "¿Atrincar un poco? Eso que ustedes están diciendo es muy grave. Mucho cuidado". Y nosotros preferimos irnos rápidamente antes de ser acusados de violadores de derechos humanos. Por supuesto, la billetera nunca se recuperó, pero sí aparecieron cobrados unos cheques que había en ella por un vecino de nuestro sospechoso. Fin de la historia.
Otra vez nos vaciaron una casa de la costa, en la misma época en que a Eduardo Frei Ruiz-Tagle le vaciaron la suya, tambien de la costa. Por supuesto, todas las especies de él fueron recuperadas y los ladrones atrapados, y ninguna de las especies nuestras se recuperó, a pesar de que yo le dije personalmente a la fiscal que el ladrón era dueño de una camioneta Fiorino blanca, que tenía una tienda de mariscos frescos en Maipú y que era cosa de averiguar quién reunía esos dos requisitos para recuperar las cosas. Claro, yo soy chileno y no gringo, porque si hubiera sido esto último habría obrado como el que recuperó la bicicleta en La Pincoya. Pero, en todo caso, me llamó un inspector de Investigaciones y me dijo que mis datos no eran suficientes y que él era de Viña del Mar y no de Maipú, de modo que no tenía facilidades para investigar mi caso. Finalmente, éste se archivó y no se recuperó nada, aunque yo perdí además una silla que se llevaron los detectives para tomar huellas digitales de los ladrones, y que después no me devolvieron.
Bueno, escribo todo esto porque la ahora llamada PDI es igualmente chilena que su antecesor Servicio de Investigaciones, y no encontró a la señora Haeger en Puerto Varas, que yacía muerta o moribunda en el entretecho de su casa, tras haber registrado cuidadosamente, según ellos, la casa. Y tampoco la PDI hizo nada cuando un sujeto que venía cometiendo crimen tras crimen desde los años '80, pero andaba suelto (pues una de las políticas más avanzadas de la Concertación consistió en garantizar la libertad del mayor número de delincuentes y su única severidad está reservada para actuar contra ex uniformados) asesinó a varias personas. El hecho es que ese asesino en serie, hace poco, primero mató a un joven en Santiago, cuyos familiares dieron a la PDI su alias y sus características, pero los policías les dijeron que no tenían atribuciones para detenerlo, de modo que siguió libre. Entonces violó, asesinó y quemó a una jovencita días después en la misma zona, y ahí por fin se decidieron a capturarlo.
Siempre la policía explica todas estas cosas, pero la explicación verdadera es una sola: se trata de "la cosa chilena", esa característica nacional que consiste en no hacer el trabajo, "tirar la pelota para el lado", "sacarse el pillo" y cualquier cosa que no sea "hacer la pega".
Cuando a un chileno lo contratan para un trabajo, su principal objetivo es cobrar su sueldo esforzándose lo menos posible. Acá hace muchos años se perdió "el sentido del deber", la vocación de "hacer las cosas bien", "trabajar por amor al arte" (que quiere decir realizar nuestro cometido lo más perfectamente que podamos). Acá existe sólo la ética de los derechos, no de los deberes. De acuerdo con ella, sería escandaloso que no les pagaran alguna vez los sueldos a los funcionarios de la PDI, pero no es escandaloso que ellos no desempeñen su oficio bien y se limiten a sacar la vuelta o a emplear la "picardía criolla" para que las víctimas de los delincuentes no los molesten.
Bueno, eso era todo lo que quería decir hoy y, al parecer, en esta oportunidad no he criticado a Sebastián Piñera, pero pido que ello no sea considerado un incumplimiento de mi deber ni una falta de "amor al arte" en la confección de este blog.
Bueno, perdónenme que lo diga en inglés, pero aquí cabe una frase que me dijo una vez Margaret Thatcher, no hablando de bicicletas sino de política: "that's what it's all about". Y si lo he escrito mal seguramente es por culpa mía y no porque Margaret, a quien siempre he admirado mucho, me lo haya dicho mal.
Una vez robaron una billetera de un escritorio en mi oficina y todos sabíamos quién había sido el ladrón. Se lo fuimos a decir a Investigaciones, que en ese tiempo todavía no se llamaba PDI. Esto ya era bajo gobiernos de la Concertación. Nos atendió un detective, al cual le sugerimos "atrincar un poco" al ladrón, pues sabíamos no sólo quién era sino dónde vivía. Y el detective nos dijo: "¿Atrincar un poco? Eso que ustedes están diciendo es muy grave. Mucho cuidado". Y nosotros preferimos irnos rápidamente antes de ser acusados de violadores de derechos humanos. Por supuesto, la billetera nunca se recuperó, pero sí aparecieron cobrados unos cheques que había en ella por un vecino de nuestro sospechoso. Fin de la historia.
Otra vez nos vaciaron una casa de la costa, en la misma época en que a Eduardo Frei Ruiz-Tagle le vaciaron la suya, tambien de la costa. Por supuesto, todas las especies de él fueron recuperadas y los ladrones atrapados, y ninguna de las especies nuestras se recuperó, a pesar de que yo le dije personalmente a la fiscal que el ladrón era dueño de una camioneta Fiorino blanca, que tenía una tienda de mariscos frescos en Maipú y que era cosa de averiguar quién reunía esos dos requisitos para recuperar las cosas. Claro, yo soy chileno y no gringo, porque si hubiera sido esto último habría obrado como el que recuperó la bicicleta en La Pincoya. Pero, en todo caso, me llamó un inspector de Investigaciones y me dijo que mis datos no eran suficientes y que él era de Viña del Mar y no de Maipú, de modo que no tenía facilidades para investigar mi caso. Finalmente, éste se archivó y no se recuperó nada, aunque yo perdí además una silla que se llevaron los detectives para tomar huellas digitales de los ladrones, y que después no me devolvieron.
Bueno, escribo todo esto porque la ahora llamada PDI es igualmente chilena que su antecesor Servicio de Investigaciones, y no encontró a la señora Haeger en Puerto Varas, que yacía muerta o moribunda en el entretecho de su casa, tras haber registrado cuidadosamente, según ellos, la casa. Y tampoco la PDI hizo nada cuando un sujeto que venía cometiendo crimen tras crimen desde los años '80, pero andaba suelto (pues una de las políticas más avanzadas de la Concertación consistió en garantizar la libertad del mayor número de delincuentes y su única severidad está reservada para actuar contra ex uniformados) asesinó a varias personas. El hecho es que ese asesino en serie, hace poco, primero mató a un joven en Santiago, cuyos familiares dieron a la PDI su alias y sus características, pero los policías les dijeron que no tenían atribuciones para detenerlo, de modo que siguió libre. Entonces violó, asesinó y quemó a una jovencita días después en la misma zona, y ahí por fin se decidieron a capturarlo.
Siempre la policía explica todas estas cosas, pero la explicación verdadera es una sola: se trata de "la cosa chilena", esa característica nacional que consiste en no hacer el trabajo, "tirar la pelota para el lado", "sacarse el pillo" y cualquier cosa que no sea "hacer la pega".
Cuando a un chileno lo contratan para un trabajo, su principal objetivo es cobrar su sueldo esforzándose lo menos posible. Acá hace muchos años se perdió "el sentido del deber", la vocación de "hacer las cosas bien", "trabajar por amor al arte" (que quiere decir realizar nuestro cometido lo más perfectamente que podamos). Acá existe sólo la ética de los derechos, no de los deberes. De acuerdo con ella, sería escandaloso que no les pagaran alguna vez los sueldos a los funcionarios de la PDI, pero no es escandaloso que ellos no desempeñen su oficio bien y se limiten a sacar la vuelta o a emplear la "picardía criolla" para que las víctimas de los delincuentes no los molesten.
Bueno, eso era todo lo que quería decir hoy y, al parecer, en esta oportunidad no he criticado a Sebastián Piñera, pero pido que ello no sea considerado un incumplimiento de mi deber ni una falta de "amor al arte" en la confección de este blog.
viernes, 13 de agosto de 2010
Ignorancia Presidencial
Como parte de sus denodados esfuerzos por aumentar su popularidad, Sebastián Piñera concurrió al muy escuchado programa radial de Checho Hirane y Sergio Melnick, donde dijo, según su costumbre, muchas cosas que, él estima, a la mayoría le agrada oír. Como es bien sabido, estas cosas resultan por lo común distintas a las que contribuyen a hacer un buen gobierno, pero creo que ya a estas alturas de su mandato los observadores objetivos, si es que los hubiere, se habrán dado cuenta de que la vocación de agradar a la mayoría de nuestro Presidente es mucho más fuerte que la de gobernar bien.
Obedeciendo a esa vocación dijo en el citado programa que no renunciaría a la facultad de conceder indultos, pero que excluiría de éstos a los "delitos de lesa humanidad". Esa afirmación, que ha repetido varias veces, y lo ha hecho porque desde la primera vez le acarreó estruendosos aplausos del comunismo y la Concertación (los aplausos que él más valora) es un testimonio de ignorancia lamentable. Los comunistas e izquierdistas en general aluden constantemente a los delitos de lesa humanidad, asimilándolos a los cometidos por personal uniformado. Ya el hecho de que ellos lo afirmen sería por sí mismo una razón para pensar que no es verdad, pues cuesta mucho sorprender a algún comunista diciéndola. Pero, así y todo, nuestro Presidente repite las falacias de ellos con lamentable frecuencia, como en este caso.
Pues en Chile, que se sepa, nadie ha cometido un delito de lesa humanidad, por la sencilla razón de que la Constitución dice que nadie puede ser perseguido por un delito que no haya sido consagrado como tal por la ley con anterioridad a su perpetración. Y en Chile se tipificaron los delitos de lesa humanidad recién el 22 de julio de 2009, en la ley 20.357. Que se sepa, nadie desde esa fecha ha sido siquiera imputado de uno de tales delitos y, por tanto, mucho menos podría haber sido condenado y ser hoy aspirante a un indulto que se lo perdonara. Por lo mismo, y con mucho mayor razón, nadie pudo cometer en Chile uno de tales delitos antes del 22 de julio de 2009, porque ellos no existían en nuestro medio.
Por añadidura, la conducta tipificada como delito de lesa humanidad en la ley de 2009, que a ese efecto reproduce el Tratado de Roma de 1998, consiste en "un ataque generalizado contra una población civil", y los agentes del Gobierno Militar lo que hacían era precisamente lo contrario de eso, es decir, defendían a la población civil de ataques generalizados en su contra, como lo eran los atentados que cometían los 20 mil o más terroristas de extrema izquierda que, documentadamente y según un informe de la OEA, había en Chile al 11 de septiembre de 1973. De modo que si alguien acá cometía esa clase de delitos aún no tipificados desde 1973 en adelante, eran los comunistas y sus adláteres de otras versiones totalitarias, como los socialistas locales, que venían llamando a la violencia armada desde 1965.
Entonces, hablar de que no indultará a autores de delitos de lesa humanidad es sólo demostración de ignorancia legal imperdonable en un Presidente de la República. Claro, todos sabemos lo que él quiere decir: que no va a indultar a personal uniformado condenado. Esa decisión, aunque esté ineptamente formulada, le ha traído consigo, como señalé, el estruendoso aplauso del comunismo y de la Concertación, cosa que nuestro actual Presidente valora sobremanera y que quiso volver a conseguir con su intervención junto a Hirane y Melnick.
Otro antecedente que podría haber hecho vacilar a Sebastián Piñera antes de hacer su anuncio sobre indultos debería haber sido el de que no pocos fallos de la justicia contra uniformados los han condenado como autores de delitos de lesa humanidad. Está visto que los fallos de la justicia chilena, que es predominantemente de izquierda, en todo lo que se refiera a ex uniformados son completamente alejados de la legalidad y la verdad de los hechos. El Presidente no podía menos que saber que cualquier coincidencia suya con esos fallos lo exponía a un lamentable error jurídico, como éste en que ha incurrido.
Bueno es ir dejando establecidas estas cosas que, por lo que yo veo como mero observador atento y lector de informaciones periodísticas, nadie pone en evidencia, porque, reconozcámoslo con franqueza, el país se encuentra sumido en un éxtasis a-crítico lamentable desde que ejerce el poder un Presidente llegado a él con el apoyo de la derecha y dedicado denodadamente a complacer a la izquierda.
Obedeciendo a esa vocación dijo en el citado programa que no renunciaría a la facultad de conceder indultos, pero que excluiría de éstos a los "delitos de lesa humanidad". Esa afirmación, que ha repetido varias veces, y lo ha hecho porque desde la primera vez le acarreó estruendosos aplausos del comunismo y la Concertación (los aplausos que él más valora) es un testimonio de ignorancia lamentable. Los comunistas e izquierdistas en general aluden constantemente a los delitos de lesa humanidad, asimilándolos a los cometidos por personal uniformado. Ya el hecho de que ellos lo afirmen sería por sí mismo una razón para pensar que no es verdad, pues cuesta mucho sorprender a algún comunista diciéndola. Pero, así y todo, nuestro Presidente repite las falacias de ellos con lamentable frecuencia, como en este caso.
Pues en Chile, que se sepa, nadie ha cometido un delito de lesa humanidad, por la sencilla razón de que la Constitución dice que nadie puede ser perseguido por un delito que no haya sido consagrado como tal por la ley con anterioridad a su perpetración. Y en Chile se tipificaron los delitos de lesa humanidad recién el 22 de julio de 2009, en la ley 20.357. Que se sepa, nadie desde esa fecha ha sido siquiera imputado de uno de tales delitos y, por tanto, mucho menos podría haber sido condenado y ser hoy aspirante a un indulto que se lo perdonara. Por lo mismo, y con mucho mayor razón, nadie pudo cometer en Chile uno de tales delitos antes del 22 de julio de 2009, porque ellos no existían en nuestro medio.
Por añadidura, la conducta tipificada como delito de lesa humanidad en la ley de 2009, que a ese efecto reproduce el Tratado de Roma de 1998, consiste en "un ataque generalizado contra una población civil", y los agentes del Gobierno Militar lo que hacían era precisamente lo contrario de eso, es decir, defendían a la población civil de ataques generalizados en su contra, como lo eran los atentados que cometían los 20 mil o más terroristas de extrema izquierda que, documentadamente y según un informe de la OEA, había en Chile al 11 de septiembre de 1973. De modo que si alguien acá cometía esa clase de delitos aún no tipificados desde 1973 en adelante, eran los comunistas y sus adláteres de otras versiones totalitarias, como los socialistas locales, que venían llamando a la violencia armada desde 1965.
Entonces, hablar de que no indultará a autores de delitos de lesa humanidad es sólo demostración de ignorancia legal imperdonable en un Presidente de la República. Claro, todos sabemos lo que él quiere decir: que no va a indultar a personal uniformado condenado. Esa decisión, aunque esté ineptamente formulada, le ha traído consigo, como señalé, el estruendoso aplauso del comunismo y de la Concertación, cosa que nuestro actual Presidente valora sobremanera y que quiso volver a conseguir con su intervención junto a Hirane y Melnick.
Otro antecedente que podría haber hecho vacilar a Sebastián Piñera antes de hacer su anuncio sobre indultos debería haber sido el de que no pocos fallos de la justicia contra uniformados los han condenado como autores de delitos de lesa humanidad. Está visto que los fallos de la justicia chilena, que es predominantemente de izquierda, en todo lo que se refiera a ex uniformados son completamente alejados de la legalidad y la verdad de los hechos. El Presidente no podía menos que saber que cualquier coincidencia suya con esos fallos lo exponía a un lamentable error jurídico, como éste en que ha incurrido.
Bueno es ir dejando establecidas estas cosas que, por lo que yo veo como mero observador atento y lector de informaciones periodísticas, nadie pone en evidencia, porque, reconozcámoslo con franqueza, el país se encuentra sumido en un éxtasis a-crítico lamentable desde que ejerce el poder un Presidente llegado a él con el apoyo de la derecha y dedicado denodadamente a complacer a la izquierda.
jueves, 12 de agosto de 2010
"Víctimas" con las Manos en la Masa
Colombia ha enviado al gobierno chileno un dossier de las actividades de chilenos en la guerrilla de las FARC y con antecedentes de la injerencia de las mismas FARC en el movimiento subversivo mapuche en Chile.
Entre esos antecedentes está el de la participación de connotadas "víctimas" del gobierno militar chileno, como son los comunistas que formaron acá el FPMR, al cual debieron enfrentar, en defensa de todos los ciudadanos pacíficos, muchos de los ex uniformados que están presos en este momento y que son descritos, tanto por los comunistas como por el Presidente actual, como "violadores de derechos humanos".
Los comunistas son admitidamente "víctimas" porque así los describió en una oportunidad el que fuera Comandante en Jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, al aludir al enfrentamiento que hubo en Chile, en sus palabras, entre "nuestros camaradas y las víctimas". "Sus camaradas" son hoy "los caídos tras las líneas enemigas" y se consumen en las mazmorras a que los ha enviado ilegalmente la justicia de izquierda. Las "víctimas" han sido generosamente indemnizadas por haber el Estado chileno incurrido en el salvajismo de impedirles, por las armas, dar un golpe totalitario, también por las armas.
Ahora el dossier colombiano dice que "los elementos de información, a su vez, muestran la participación y apoyo en las actividades de las FARC de siete integrantes del Partido Comunista de Chile, relacionados además con las actividades de la Coordinadora Continental Bolivariana (Carlos Casanueva, Guillermo Teillier, Lautaro Carmona, Sergio Sepúlveda, Daniel Núñez, Jorge Insunza y Andrés Lagos)". Es decir, la plana mayor del partido, y sus dos diputados, uno de los cuales, Teillier, fue el "encargado militar" de la colectividad que formó el FPMR.
También el dossier da cuenta del ofrecimiento, por un miembro del MIR chileno, de entregar a las FARC "más de ocho toneladas de fusiles M-16 que tienen encaletados en el norte de Chile". Las "víctimas" mantienen, pues, todavía, poderoso armamento oculto, "por si las moscas...", como dijera el difunto Luis Corvalán.
También se sindica, en el dossier colombiano, a elementos mapuches que están procesados por terrorismo en Chile y que figuran recibiendo entrenamiento de las FARC en Colombia. Para todos estos efectos fue fundamental la captura del computador del segundo jefe de las FARC, Raúl Reyes, que se encontraba refugiado en Ecuador cuando las fuerzas colombianas lo abatieron y se hicieron de todo el material que portaba. Ahí figuran varios chilenos y elementos vinculados a la guerrilla mapuche como recibiendo instrucción y apoyo de las FARC.
¿Qué sucederá a raíz de todo esto? Nada, por supuesto. Chile no es un país que persiga a las "víctimas". Al contrario, acá se las ayuda y admira. No olvidemos que, al fallecer Volodia Teitelboim, líder comunista que en los años 70 enviaba a la juventud de ese partido a entrenarse a Cuba para venir a cometer actos de terrorismo en Chile, nuestro actual Presidente lo consagró como "un gran chileno" y que, antes, le prestó generoso auxilio humanitario a la secretaria general comunista, Gladys Marín, en su enfermedad. Y el propio Teillier ha declarado que también nuestro Presidente alguna vez le ofreció modificar el sistema binominal para que el comunismo pudiera tener parlamentarios, cosa que finalmente logró gracias a un generoso gesto de la Concertación. Todos se esfuerzan en ayudar a las "víctimas". Como contrapartida, nada para los que se enfrentaron a sus propósitos armados. Éstos se secan en la cárcel y la sola mención de un indulto en su favor escandalizó a las "víctimas", pues el odio no sólo es parte de su doctrina, sino de su temperamento. Y del odio nace la sed de venganza que se sacia viendo día a día a quienes enfrentaron a sus armas pagando por ello en la cárcel.
El dossier colombiano podrá decir lo que quiera, porque una cosa es segura en Chile: a las "víctimas" nunca nadie las perseguirá. Y si alguien llegara a hacerlo, ya sabe cuáles serán las consecuencias. Luego, las ocho toneladas de M-16 "encaletadas" en el norte están seguras, porque nadie del gobierno las va a ir a buscar.
Pero ¡cuidado!: una vez hubo un primer ministro sueco --Olof Palme-- que ayudó a financiar el terrorismo armado en Chile --al FPMR--, sin imaginar que iba a morir a manos, precisamente, de un terrorista armado.
Pues un viejo refrán advierte: "Por donde pecas, pagas".
Entre esos antecedentes está el de la participación de connotadas "víctimas" del gobierno militar chileno, como son los comunistas que formaron acá el FPMR, al cual debieron enfrentar, en defensa de todos los ciudadanos pacíficos, muchos de los ex uniformados que están presos en este momento y que son descritos, tanto por los comunistas como por el Presidente actual, como "violadores de derechos humanos".
Los comunistas son admitidamente "víctimas" porque así los describió en una oportunidad el que fuera Comandante en Jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, al aludir al enfrentamiento que hubo en Chile, en sus palabras, entre "nuestros camaradas y las víctimas". "Sus camaradas" son hoy "los caídos tras las líneas enemigas" y se consumen en las mazmorras a que los ha enviado ilegalmente la justicia de izquierda. Las "víctimas" han sido generosamente indemnizadas por haber el Estado chileno incurrido en el salvajismo de impedirles, por las armas, dar un golpe totalitario, también por las armas.
Ahora el dossier colombiano dice que "los elementos de información, a su vez, muestran la participación y apoyo en las actividades de las FARC de siete integrantes del Partido Comunista de Chile, relacionados además con las actividades de la Coordinadora Continental Bolivariana (Carlos Casanueva, Guillermo Teillier, Lautaro Carmona, Sergio Sepúlveda, Daniel Núñez, Jorge Insunza y Andrés Lagos)". Es decir, la plana mayor del partido, y sus dos diputados, uno de los cuales, Teillier, fue el "encargado militar" de la colectividad que formó el FPMR.
También el dossier da cuenta del ofrecimiento, por un miembro del MIR chileno, de entregar a las FARC "más de ocho toneladas de fusiles M-16 que tienen encaletados en el norte de Chile". Las "víctimas" mantienen, pues, todavía, poderoso armamento oculto, "por si las moscas...", como dijera el difunto Luis Corvalán.
También se sindica, en el dossier colombiano, a elementos mapuches que están procesados por terrorismo en Chile y que figuran recibiendo entrenamiento de las FARC en Colombia. Para todos estos efectos fue fundamental la captura del computador del segundo jefe de las FARC, Raúl Reyes, que se encontraba refugiado en Ecuador cuando las fuerzas colombianas lo abatieron y se hicieron de todo el material que portaba. Ahí figuran varios chilenos y elementos vinculados a la guerrilla mapuche como recibiendo instrucción y apoyo de las FARC.
¿Qué sucederá a raíz de todo esto? Nada, por supuesto. Chile no es un país que persiga a las "víctimas". Al contrario, acá se las ayuda y admira. No olvidemos que, al fallecer Volodia Teitelboim, líder comunista que en los años 70 enviaba a la juventud de ese partido a entrenarse a Cuba para venir a cometer actos de terrorismo en Chile, nuestro actual Presidente lo consagró como "un gran chileno" y que, antes, le prestó generoso auxilio humanitario a la secretaria general comunista, Gladys Marín, en su enfermedad. Y el propio Teillier ha declarado que también nuestro Presidente alguna vez le ofreció modificar el sistema binominal para que el comunismo pudiera tener parlamentarios, cosa que finalmente logró gracias a un generoso gesto de la Concertación. Todos se esfuerzan en ayudar a las "víctimas". Como contrapartida, nada para los que se enfrentaron a sus propósitos armados. Éstos se secan en la cárcel y la sola mención de un indulto en su favor escandalizó a las "víctimas", pues el odio no sólo es parte de su doctrina, sino de su temperamento. Y del odio nace la sed de venganza que se sacia viendo día a día a quienes enfrentaron a sus armas pagando por ello en la cárcel.
El dossier colombiano podrá decir lo que quiera, porque una cosa es segura en Chile: a las "víctimas" nunca nadie las perseguirá. Y si alguien llegara a hacerlo, ya sabe cuáles serán las consecuencias. Luego, las ocho toneladas de M-16 "encaletadas" en el norte están seguras, porque nadie del gobierno las va a ir a buscar.
Pero ¡cuidado!: una vez hubo un primer ministro sueco --Olof Palme-- que ayudó a financiar el terrorismo armado en Chile --al FPMR--, sin imaginar que iba a morir a manos, precisamente, de un terrorista armado.
Pues un viejo refrán advierte: "Por donde pecas, pagas".
miércoles, 11 de agosto de 2010
Transparencia Estilo Chileno
Ayer llamé la atención sobre el aviso en colores de media pagina en "El Mercurio" de la firma internacional GSK denunciando que, tras presentar una oferta de vacunas contra el neumococo a la Central de Abastecimientos de Salud, CENABAST, a un precio inferior al que había fijado ésta en las bases, sólo se le había adjudicado un 10 por ciento de la propuesta, habiendo urgencia en distribuir la vacuna. "Aquí hay un 'negocio raro'", me dije, y así titulé mi blog de ayer.
Supuse que en "La Segunda", diario por excelencia inquisitivo, se nos revelaría "cuál era la madre del cordero". Pero no, no decía nada. Los noticieros nocturnos tampoco: no dijeron "esta boca es mía". Era como si el llamativo aviso no hubiera aparecido.
Como conozco a mis compatriotas, me imaginé entonces los llamados telefónicos para acá y para allá. GSK, GlaxoSmithKline, gringos que operan en todo el mundo y que están sometidos a normas muy exigentes de integridad y transparencia, había destapado un avispero. Gringos imprudentes y exagerados. Entonces, aquí la tarea era recoger a las avispas sueltas y volver a meterlas adentro de a una.
En el mismo diario en que salió la tremenda denuncia de GSK no encontré hoy, como habría esperado, una investigación periodística del caso, pero por lo menos venía una breve crónica que si bien no confrontaba directamente la denuncia, decía, 1) que "era un secreto a voces que el director de Cenabast no seguiría en su cargo", lo cual el lunes fue confirmado por la autoridad; 2) que la directora del programa de inmunización había sido investigada por "un conflicto de intereses", pues era consultora de uno de los laboratorios "participantes en el proceso (Wyeth/Pfizer)" (como se ve, no estamos hablando de peces chicos). La directora, se informa, "fue enviada en comisión de servicio"; 3) que "el laboratorio GSK se adjudicó la entrega de 50 mil dosis, un 10 por ciento de la licitación"; y 4), lo más llamativo: "el resto de la licitación fue declarada desierta".
¡Se necesitaba 500 mil dosis con urgencia; se presentó un laboratorio con una oferta a un precio más bajo que el presupuestado en las bases y, sin embargo, se declara desierta en un 90 por ciento la licitación!
Las licitaciones transparentes sólo se declaran desiertas cuando nadie se encuadra en las bases, y no cuando hay una propuesta MEJOR que la exigida en las bases.
Bueno, supongo que ha habido muchas llamadas telefónicas para bajarle el perfil al asunto, porque en Chile la norma fundamental es que la opinión pública no tiene ningún derecho a saber todos los detalles.
Me hizo recordar el fantástico desenlace del episodio del uso de información privilegiada que afectó a un VIP y que tuvo a mal traer al Consejo Chileno de Transparencia Internacional ¡por haber sido transparente y haber publicado el episodio! El epítome de la situación se registró cuando un paciente diputado DC, Jorge Burgos, formó una comisión para investigarla, la cual llegó al crucial punto de requerir la entrega, por parte de la corredora de bolsa respectiva, de la grabación del llamado en que constaba la orden de compra con información privilegiada. Al oír esa voz se habría sabido "cuántos pares son tres moscas", pues el personaje VIP aseguraba que él no tenía nada que ver y que la compra se había hecho automáticamente y de acuerdo con un programa computacional. La comisión tenía cinco componentes de la Concertación y tres de la Alianza, y para acordar solicitar esa cinta grabada necesitaba una mayoría de votos. Pero ahí vino la sorpresa: ¡dos diputados concertacionistas se dieron vuelta y se rechazó pedir la cinta por 5 a 3! Como soy muy poco imaginativo, hasta hoy me pregunto qué razones pudo haber para que dos diputados concertacionistas se cambiaran de bando. Y el proactivo investigador Jorge Burgos debió quedarse con un palmo de narices.
Ese fue un episodio revelador de la "transparencia estilo chileno". El de las vacunas contra el neumococo parece ser otro y me temo que, así como nunca supimos quién llamó a la corredora de bolsa, nunca más volveremos a oír de la irregularidad que denunció un aviso de media página y en colores en "El Mercurio".
Supuse que en "La Segunda", diario por excelencia inquisitivo, se nos revelaría "cuál era la madre del cordero". Pero no, no decía nada. Los noticieros nocturnos tampoco: no dijeron "esta boca es mía". Era como si el llamativo aviso no hubiera aparecido.
Como conozco a mis compatriotas, me imaginé entonces los llamados telefónicos para acá y para allá. GSK, GlaxoSmithKline, gringos que operan en todo el mundo y que están sometidos a normas muy exigentes de integridad y transparencia, había destapado un avispero. Gringos imprudentes y exagerados. Entonces, aquí la tarea era recoger a las avispas sueltas y volver a meterlas adentro de a una.
En el mismo diario en que salió la tremenda denuncia de GSK no encontré hoy, como habría esperado, una investigación periodística del caso, pero por lo menos venía una breve crónica que si bien no confrontaba directamente la denuncia, decía, 1) que "era un secreto a voces que el director de Cenabast no seguiría en su cargo", lo cual el lunes fue confirmado por la autoridad; 2) que la directora del programa de inmunización había sido investigada por "un conflicto de intereses", pues era consultora de uno de los laboratorios "participantes en el proceso (Wyeth/Pfizer)" (como se ve, no estamos hablando de peces chicos). La directora, se informa, "fue enviada en comisión de servicio"; 3) que "el laboratorio GSK se adjudicó la entrega de 50 mil dosis, un 10 por ciento de la licitación"; y 4), lo más llamativo: "el resto de la licitación fue declarada desierta".
¡Se necesitaba 500 mil dosis con urgencia; se presentó un laboratorio con una oferta a un precio más bajo que el presupuestado en las bases y, sin embargo, se declara desierta en un 90 por ciento la licitación!
Las licitaciones transparentes sólo se declaran desiertas cuando nadie se encuadra en las bases, y no cuando hay una propuesta MEJOR que la exigida en las bases.
Bueno, supongo que ha habido muchas llamadas telefónicas para bajarle el perfil al asunto, porque en Chile la norma fundamental es que la opinión pública no tiene ningún derecho a saber todos los detalles.
Me hizo recordar el fantástico desenlace del episodio del uso de información privilegiada que afectó a un VIP y que tuvo a mal traer al Consejo Chileno de Transparencia Internacional ¡por haber sido transparente y haber publicado el episodio! El epítome de la situación se registró cuando un paciente diputado DC, Jorge Burgos, formó una comisión para investigarla, la cual llegó al crucial punto de requerir la entrega, por parte de la corredora de bolsa respectiva, de la grabación del llamado en que constaba la orden de compra con información privilegiada. Al oír esa voz se habría sabido "cuántos pares son tres moscas", pues el personaje VIP aseguraba que él no tenía nada que ver y que la compra se había hecho automáticamente y de acuerdo con un programa computacional. La comisión tenía cinco componentes de la Concertación y tres de la Alianza, y para acordar solicitar esa cinta grabada necesitaba una mayoría de votos. Pero ahí vino la sorpresa: ¡dos diputados concertacionistas se dieron vuelta y se rechazó pedir la cinta por 5 a 3! Como soy muy poco imaginativo, hasta hoy me pregunto qué razones pudo haber para que dos diputados concertacionistas se cambiaran de bando. Y el proactivo investigador Jorge Burgos debió quedarse con un palmo de narices.
Ese fue un episodio revelador de la "transparencia estilo chileno". El de las vacunas contra el neumococo parece ser otro y me temo que, así como nunca supimos quién llamó a la corredora de bolsa, nunca más volveremos a oír de la irregularidad que denunció un aviso de media página y en colores en "El Mercurio".
martes, 10 de agosto de 2010
Una Confirmación, Otra Confirmación y un Negocio Raro
He sido reiterativo en mis escritos, desde que era columnista de "El Mercurio", hasta este blog (ver "la Revolución que Viene", del 27 de julio y "Podría No Haber Pobres", del 13 de julio) en el sentido de que el país tiene los recursos públicos suficientes para sacar de la condición de pobreza a todos los que viven en ella.
Hoy, en el referido diario, el director del Centro de Políticas Públicas de la UC, Ignacio Irarrázaval, confirma lo anterior y dice que si se tomaran las partidas de gasto público en educación, vivienda, salud y Mideplan y se transfirieran directamente a las familias pobres, cada una tendría un cheque mensual de un millón 60 mil pesos.
Es decir, está la plata para transformar a los pobres en personas acomodadas. ¿Por qué no sucede? Porque gran parte de los recursos los captura la burocracia, la casi totalidad de la cual no forma parte de los grupos más pobres y sí forma parte de la clientela política de los gobiernos.
Se dice y se repite que "los pobres no pueden esperar", pero esperan. La plata que los contribuyentes aportan para ellos en gran parte no les llega. Mucha queda enredada entremedio. "La Revolución que Viene", que sólo puede llevar a cabo un gobierno de derecha --el cual desgraciadamente no tenemos-- será la que les dé a los pobres la plata que el Estado recolecta para ellos y que hoy va a parar en gran parte a otras personas. Ojalá, por los pobres, alguna vez se eligiera en Chile a un gobierno de derecha.
Otra confimación: en el mismo diario un representante de Singapur explica cómo su país ha sido el primero en salir de la crisis de los años recientes y da la receta. Singapur, desde hace muchos años, aplica políticas económicas de derecha. ¿Qué hizo ante la reciente crisis? Bajó en un punto, a 17 por ciento, el impuesto a la renta de las empresas y el gobierno les dio a éstas un subsidio de US$3.200 millones.
Singapur está volviendo a crecer al diez por ciento al año y es una de las naciones con más alto ingreso por habitante del mundo.
¿Qué hace el gobierno chileno actual? SUBE el impuesto a la renta de las empresas, que era 17 por ciento, además de otros tributos a los particulares. En conjunto, quiere extraerles más de US$3.200 millones de dólares (según el proyecto tributario del gobierno). Es decir, les sacará a las empresas y personas lo mismo que en Singapur les dan a las primeras como subsidio para que se recuperen más pronto y aumenten el empleo.
Y un negocio raro: en el mismo diario citado aparece hoy un aviso de una gran empresa internacional, GSK, denunciando que se presentó a una propuesta de la Central de Abastecimiento de Salud (CENABAST) por 500 mil vacunas contra neumococo, que sus dos ofrecimientos fueron técnicamente aceptados y uno de ellos fue $2.593 millones más barato que la estimación de costo presupuestada y que, sin embargo, pasados 63 días, sólo se le ha adjudicado el diez por ciento de lo solicitado, modificándose unilateralmente el proceso. Hay otra empresa que presentó una propuesta.
GSK reclama ser una empresa global "que opera con los más altos estándares de integridad y responsabilidad social" y con "ejemplar adhesión a los principios de competencia, transparencia y legalidad en las contrataciones públicas, como ocurre en los demás países miembros de la OCDE".
Sin duda, un negocio raro de los que eran frecuentes bajo gobiernos de la Concertación. ¿O será que éste es sólo "el V gobierno de la Concertación"?
Hoy, en el referido diario, el director del Centro de Políticas Públicas de la UC, Ignacio Irarrázaval, confirma lo anterior y dice que si se tomaran las partidas de gasto público en educación, vivienda, salud y Mideplan y se transfirieran directamente a las familias pobres, cada una tendría un cheque mensual de un millón 60 mil pesos.
Es decir, está la plata para transformar a los pobres en personas acomodadas. ¿Por qué no sucede? Porque gran parte de los recursos los captura la burocracia, la casi totalidad de la cual no forma parte de los grupos más pobres y sí forma parte de la clientela política de los gobiernos.
Se dice y se repite que "los pobres no pueden esperar", pero esperan. La plata que los contribuyentes aportan para ellos en gran parte no les llega. Mucha queda enredada entremedio. "La Revolución que Viene", que sólo puede llevar a cabo un gobierno de derecha --el cual desgraciadamente no tenemos-- será la que les dé a los pobres la plata que el Estado recolecta para ellos y que hoy va a parar en gran parte a otras personas. Ojalá, por los pobres, alguna vez se eligiera en Chile a un gobierno de derecha.
Otra confimación: en el mismo diario un representante de Singapur explica cómo su país ha sido el primero en salir de la crisis de los años recientes y da la receta. Singapur, desde hace muchos años, aplica políticas económicas de derecha. ¿Qué hizo ante la reciente crisis? Bajó en un punto, a 17 por ciento, el impuesto a la renta de las empresas y el gobierno les dio a éstas un subsidio de US$3.200 millones.
Singapur está volviendo a crecer al diez por ciento al año y es una de las naciones con más alto ingreso por habitante del mundo.
¿Qué hace el gobierno chileno actual? SUBE el impuesto a la renta de las empresas, que era 17 por ciento, además de otros tributos a los particulares. En conjunto, quiere extraerles más de US$3.200 millones de dólares (según el proyecto tributario del gobierno). Es decir, les sacará a las empresas y personas lo mismo que en Singapur les dan a las primeras como subsidio para que se recuperen más pronto y aumenten el empleo.
Y un negocio raro: en el mismo diario citado aparece hoy un aviso de una gran empresa internacional, GSK, denunciando que se presentó a una propuesta de la Central de Abastecimiento de Salud (CENABAST) por 500 mil vacunas contra neumococo, que sus dos ofrecimientos fueron técnicamente aceptados y uno de ellos fue $2.593 millones más barato que la estimación de costo presupuestada y que, sin embargo, pasados 63 días, sólo se le ha adjudicado el diez por ciento de lo solicitado, modificándose unilateralmente el proceso. Hay otra empresa que presentó una propuesta.
GSK reclama ser una empresa global "que opera con los más altos estándares de integridad y responsabilidad social" y con "ejemplar adhesión a los principios de competencia, transparencia y legalidad en las contrataciones públicas, como ocurre en los demás países miembros de la OCDE".
Sin duda, un negocio raro de los que eran frecuentes bajo gobiernos de la Concertación. ¿O será que éste es sólo "el V gobierno de la Concertación"?
lunes, 9 de agosto de 2010
Vuelta a Fojas Uno
No "a fojas cero", como dicen los chilenos, pues la "foja cero", por definición, no existe. Pero acá nos gusta abrazar cualquier error que pasa por nuestro lado.
Uno, y no cualquiera, sino dantesco y memorable, ha sido el Transantiago. La misma semana en que se puso en vigor este absurdo engendro yo escribí una columna en "El Mercurio" titulada "Otro Fracaso Socialista". Irónicamente, no faltaron voces de derecha que me criticaron, por oponerme a un plan que iba, según ellas, a terminar con las "horribles micros amarillas", feas, ruidosas, contaminantes y congestionantes. A mis amigos de derecha les daba vergüenza que los visitantes extranjeros a los cuales paseaban por Santiago les dijeran que era una ciudad moderna, limpia y hasta hermosa, salvo por "esos horribles buses destartalados".
Pero esos "horribles buses destartalados" tenían, sin embargo, algunas virtudes: la primera, que trasladaban a la gente pobre desde el lugar en que quería partir hasta el lugar al que quería llegar, en poco tiempo y a una tarifa módica; la segunda, que generaban, en su conjunto, una utilidad o beneficio económico de 63 millones de dólares anuales, sin pedir un centavo al erario; la tercera, que cualquiera podía solicitar permiso para un nuevo recorrido cuando advertía que había un mercado de transporte de pasajeros que se abría, por fundación de nuevas poblaciones o barrios; y la cuarta, que no sufría evasión, porque los propietarios privados de los buses sabían muy bien cómo velar porque todo el mundo pagara su pasaje (ésa es la diferencia entre un propietario y un funcionario, como lo es de hecho el que ahora opera bajo el plan socialista llamado Transantiago, sabedor que detrás de él está Papá Fisco para responder por los que no pagan sus pasajes).
Esto había partido, por supuesto, del gobierno que más libertades personales ha consagrado en la historia de Chile, el régimen militar. Como sucedió a otro socialista que pretendía controlarlo todo, entre los variados caos de los cuales debió hacerse cargo estaba el de la locomoción colectiva santiaguina. Los pasajeros viajaban en "latas de sardinas" y los microbuses pasaban tarde mal y nunca por los paraderos, y muchas veces no paraban. Hasta que llegó un ministro de Transportes, el general de Aviación Caupolicán Boisset, en la segunda parte de los años '70 y, compenetrado de lo que decían muchas voces en esos tiempos, se propuso liberalizar la oferta de transporte colectivo y dijo: tráiganme proposiciones de recorridos libremente y yo se los voy a autorizar. En poco tiempo aumentó el número de buses, probando que las tarifas eran adecuadas, y muchos miles de empresarios libres se dedicaron a transportar pasajeros en la capital.
Luego vinieron los gobiernos socialistas en distinto grado (porque los DC son también de alma socialista, y no me extenderé para probarlo) y culminaron con uno socialista propiamente tal, si bien algo renovado, el de Ricardo Lagos. Como todos los socialistas pertenecen al círculo de los "illuminatii", que "se las saben todas" y son déspotas ilustrados, cuya misión es dictarle a la gente lo que debe hacer, inventaron un plan genial llamado Transantiago y pusieron en circulación unos espectaculares buses articulados que a los empresarios privados jamás se les habría ocurrido usar, pero que a la Concertación le dieron una imagen de progreso y modernidad tan impresionante como la del nuevo tren a Puerto Montt, todo lo cual deslumbró a los ingenuos chilenos y les llevó a elegir un nuevo gobierno socialista en 2005.
Pues bien, hoy los santiaguinos y los gobernantes de turno (bastante menos socialistas que los anteriores, pero siempre algo) están todos desesperados con el Transantiago, que ha costado miles de millones de dólares en pérdidas, que satisface menos a los usuarios que las "micros amarillas", porque rara vez los lleva "desde el punto en que quieren partir al punto donde quieren llegar"; que demora más en los recorridos; que suprimió y, en muchos casos, llevó a la ruina a varios miles de empresarios pequeños de la locomoción colectiva; y que sufre una sangría adicional porque un alto porcentaje de la gente no paga su pasaje. El gobierno actual, inocente del pecado original, está pidiendo ahora ¡cuatrocientos millones de dólares anuales! a los contribuyentes chilenos para que el genial plan de don Ricardo Lagos Escobar (que se apresta a lanzar un libro con un nuevo "set" de lecciones para Chile y el mundo, pues ha sido ascendido a "Capitán Planeta") pueda seguir funcionando o, mejor dicho, malfuncionando.
Por supuesto, yo no tengo la solución para esta tremenda embarrada. Pero sí sé una cosa: que la libertad económica funciona. Yo, hoy mismo, le abriría una pequeña puerta a la libertad en la locomoción colectiva de Santiago. Empezaría de a poco, anunciando que en determinados recorridos se puede libremente llevar pasajeros de un punto a otro. En lugar de perseguir a "los piratas", los convidaría a participar. A ver qué pasa. Yo sé lo que va a pasar, porque ya sucedió en los años '70.
Si se hiciera lo que digo, lentamente, poco a poco, las cosas cambiarían para mejor. Un viaje de mil leguas comienza con un paso, dicen los chinos. Si estamos pagando las ganas por el gran fracaso socialista de Lagos y Cía., por lo menos dejen que la libertad de transporte de pasajeros, que ya nos permitió superar los problemas legados por un anterior gobierno socialista, pueda dar un primer paso para volverlo a hacer.
Uno, y no cualquiera, sino dantesco y memorable, ha sido el Transantiago. La misma semana en que se puso en vigor este absurdo engendro yo escribí una columna en "El Mercurio" titulada "Otro Fracaso Socialista". Irónicamente, no faltaron voces de derecha que me criticaron, por oponerme a un plan que iba, según ellas, a terminar con las "horribles micros amarillas", feas, ruidosas, contaminantes y congestionantes. A mis amigos de derecha les daba vergüenza que los visitantes extranjeros a los cuales paseaban por Santiago les dijeran que era una ciudad moderna, limpia y hasta hermosa, salvo por "esos horribles buses destartalados".
Pero esos "horribles buses destartalados" tenían, sin embargo, algunas virtudes: la primera, que trasladaban a la gente pobre desde el lugar en que quería partir hasta el lugar al que quería llegar, en poco tiempo y a una tarifa módica; la segunda, que generaban, en su conjunto, una utilidad o beneficio económico de 63 millones de dólares anuales, sin pedir un centavo al erario; la tercera, que cualquiera podía solicitar permiso para un nuevo recorrido cuando advertía que había un mercado de transporte de pasajeros que se abría, por fundación de nuevas poblaciones o barrios; y la cuarta, que no sufría evasión, porque los propietarios privados de los buses sabían muy bien cómo velar porque todo el mundo pagara su pasaje (ésa es la diferencia entre un propietario y un funcionario, como lo es de hecho el que ahora opera bajo el plan socialista llamado Transantiago, sabedor que detrás de él está Papá Fisco para responder por los que no pagan sus pasajes).
Esto había partido, por supuesto, del gobierno que más libertades personales ha consagrado en la historia de Chile, el régimen militar. Como sucedió a otro socialista que pretendía controlarlo todo, entre los variados caos de los cuales debió hacerse cargo estaba el de la locomoción colectiva santiaguina. Los pasajeros viajaban en "latas de sardinas" y los microbuses pasaban tarde mal y nunca por los paraderos, y muchas veces no paraban. Hasta que llegó un ministro de Transportes, el general de Aviación Caupolicán Boisset, en la segunda parte de los años '70 y, compenetrado de lo que decían muchas voces en esos tiempos, se propuso liberalizar la oferta de transporte colectivo y dijo: tráiganme proposiciones de recorridos libremente y yo se los voy a autorizar. En poco tiempo aumentó el número de buses, probando que las tarifas eran adecuadas, y muchos miles de empresarios libres se dedicaron a transportar pasajeros en la capital.
Luego vinieron los gobiernos socialistas en distinto grado (porque los DC son también de alma socialista, y no me extenderé para probarlo) y culminaron con uno socialista propiamente tal, si bien algo renovado, el de Ricardo Lagos. Como todos los socialistas pertenecen al círculo de los "illuminatii", que "se las saben todas" y son déspotas ilustrados, cuya misión es dictarle a la gente lo que debe hacer, inventaron un plan genial llamado Transantiago y pusieron en circulación unos espectaculares buses articulados que a los empresarios privados jamás se les habría ocurrido usar, pero que a la Concertación le dieron una imagen de progreso y modernidad tan impresionante como la del nuevo tren a Puerto Montt, todo lo cual deslumbró a los ingenuos chilenos y les llevó a elegir un nuevo gobierno socialista en 2005.
Pues bien, hoy los santiaguinos y los gobernantes de turno (bastante menos socialistas que los anteriores, pero siempre algo) están todos desesperados con el Transantiago, que ha costado miles de millones de dólares en pérdidas, que satisface menos a los usuarios que las "micros amarillas", porque rara vez los lleva "desde el punto en que quieren partir al punto donde quieren llegar"; que demora más en los recorridos; que suprimió y, en muchos casos, llevó a la ruina a varios miles de empresarios pequeños de la locomoción colectiva; y que sufre una sangría adicional porque un alto porcentaje de la gente no paga su pasaje. El gobierno actual, inocente del pecado original, está pidiendo ahora ¡cuatrocientos millones de dólares anuales! a los contribuyentes chilenos para que el genial plan de don Ricardo Lagos Escobar (que se apresta a lanzar un libro con un nuevo "set" de lecciones para Chile y el mundo, pues ha sido ascendido a "Capitán Planeta") pueda seguir funcionando o, mejor dicho, malfuncionando.
Por supuesto, yo no tengo la solución para esta tremenda embarrada. Pero sí sé una cosa: que la libertad económica funciona. Yo, hoy mismo, le abriría una pequeña puerta a la libertad en la locomoción colectiva de Santiago. Empezaría de a poco, anunciando que en determinados recorridos se puede libremente llevar pasajeros de un punto a otro. En lugar de perseguir a "los piratas", los convidaría a participar. A ver qué pasa. Yo sé lo que va a pasar, porque ya sucedió en los años '70.
Si se hiciera lo que digo, lentamente, poco a poco, las cosas cambiarían para mejor. Un viaje de mil leguas comienza con un paso, dicen los chinos. Si estamos pagando las ganas por el gran fracaso socialista de Lagos y Cía., por lo menos dejen que la libertad de transporte de pasajeros, que ya nos permitió superar los problemas legados por un anterior gobierno socialista, pueda dar un primer paso para volverlo a hacer.
domingo, 8 de agosto de 2010
Mujer Chilena
Siempre he sostenido que en Chile las mujeres son mejores que los hombres, en todo sentido, pero muy particularmente en uno: son más valientes.
Si no hubiera sido por ellas no habría habido una real resistencia civil contra la intentona totalitaria de Allende. Se atrevieron a salir a las calles, porque los hombres teníamos miedo de hacerlo. Por eso hubo una "Marcha de las Cacerolas Vacías" cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo. Los "valientes" grupos de choque de la UP atacaron esa marcha e hirieron gravemente a no pocas participantes. Recuerdo, en particular, a una mujer joven y buenamoza que fue atacada con "linchakos" por los extremistas, a raíz de lo cual perdió el conocimiento y nunca más pudo recuperarse, pues quedó afectada de afasia, es decir, de imposibilidad de expresarse verbalmente con normalidad. En una película en cuya preparación participé en 1974, titulada "Chile y su Verdad", la cual, a raíz de que Chile ha olvidado por completo "su verdad", ya ha dejado de exhibirse (en los '70 se pasaba en TVN cada 11 de septiembre), la joven afectada de afasia aparecía refiriendo dificultosamente el ataque aleve y cobarde que había sufrido.
Hoy "El Mercurio" da cuenta de un acto que se ha atrevido a realizar una mujer parlamentaria y que no osaría protagonizar ninguno de sus colegas varones: ella defiende la causa de los presos políticos ex uniformados, que no sólo están presos, en la casi totalidad de los casos, con violación de las leyes de amnistía, prescripción, cosa jugada y regulatorias de la prueba, sino que, a veces, siendo inocentes de los delitos que se les imputan.
Pues bien, a esos presos políticos, además, se les niegan los beneficios carcelarios a que tendrían derecho. Y la diputada María Angélica Cristi (UDI) no sólo los ha visitado y confortado, sino que ha hecho ver su justa protesta.
Claro, ella es parlamentaria de gobierno, gobierno presidido por un Presidente que, siendo candidato, se reunió con los uniformados en retiro, cuyos votos necesitaba (la "familia militar" se estima en 800 mil personas, sumando activos, retirados y familiares) y les prometió velar por que se respetaran las leyes en los casos que les afectaban. Como he señalado en anteriores blogs, ya embolsados los votos en su favor dicho candidato, una vez electo, se ha transformado en el peor cuchillo de los ex uniformados presos. Desde luego, se refiere a ellos igual que lo hacen los comunistas, pues los llama "violadores de derechos humanos"; a los que están gravemente enfermos o son de muy avanzada edad les ha denegado los indultos que han pedido; ha mantenido intacta la oficina izquierdista de derechos humanos del Ministerio del Interior, cuya función es apoyar la persecución contra ellos de la justicia de izquierda y, por último, cuando la Iglesia planteó la posibilidad de un perdón que incluyera a esos presos políticos, él, para no tener incomodidades con sus amigos comunistas, anunció que no daría ningún indulto, ganándose el aplauso de éstos. Esta vía del indulto era, justamente, la que le habría permitido cumplir su promesa específica de velar porque en los casos de prescripción, norma habitualmente desconocida por la justicia de izquierda, se aplicaran en la práctica las normas respectivas a los beneficiados por ella.
Pero, como lo ha hecho ver María Angélica Cristi, ni siquiera las normas que regulan los beneficios carcelarios se les respetan a esos presos políticos (aprovecho de aclarar una vez más que son tales porque están privados de libertad contrariando la legislación procesal y penal vigente, y sólo por razones políticas).
Se presentó una situación particularmente irónica: este gobierno designó un Director de Gendarmería, un general (r) de Carabineros, cuyo nombre fue objetado por los comunistas, lo que, dado el carácter del actual gobierno, precipitó su apresurada renuncia. La ironía consistió en que durante el par de días en que el designado ocupó el cargo, la única medida decisiva que tomó fue la de confirmar a todos los peritos que informan sobre los beneficios carcelarios solicitados por los presos políticos ex uniformados. Como esos peritos son todos de izquierda (habiendo sido designados bajo la Concertación, que en materia de derechos humanos delegó todo el tema en sus elementos más extremos), su confirmación en los cargos ha derivado en que, al igual que en "los otros cuatro gobiernos de la Concertación", en éste, que muchos llaman "el V", el rechazo arbitrario de los beneficios carcelarios para los ex uniformados presos se mantiene.
Vaya un reconocimiento para María Angérlica Cristi, parlamentaria UDI, mujer chilena, que ha dado un ejemplo de valor al reivindicar el derecho de los ex uniformados presos, "abandonados tras las filas enemigas" por sus instituciones, olvidados por los civiles cuyas vidas protegieron, denostados a los ojos de una opinión pública cuyo cerebro ha sido metódicamente lavado (la cual, ciertamente, no habría podido expresarse libremente ni tenido libertad de elegir en nada y ni siquiera de viajar al exterior, por quizás cuántos años, si los uniformados no se hubieran jugado por contener la intentona totalitaria).
Y un reconocimiento para "El Mercurio", que al menos ha publicado la iniciativa de la diputada Cristi, pues en nuestro medio es habitual que se silencie u oculte todo gesto de defensa de los derechos de quienes hoy son perseguidos por la acción salvadora del país que emprendieron, a petición expresa de la civilidad democrática, un 11 de septiembre de 1973.
Si no hubiera sido por ellas no habría habido una real resistencia civil contra la intentona totalitaria de Allende. Se atrevieron a salir a las calles, porque los hombres teníamos miedo de hacerlo. Por eso hubo una "Marcha de las Cacerolas Vacías" cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo. Los "valientes" grupos de choque de la UP atacaron esa marcha e hirieron gravemente a no pocas participantes. Recuerdo, en particular, a una mujer joven y buenamoza que fue atacada con "linchakos" por los extremistas, a raíz de lo cual perdió el conocimiento y nunca más pudo recuperarse, pues quedó afectada de afasia, es decir, de imposibilidad de expresarse verbalmente con normalidad. En una película en cuya preparación participé en 1974, titulada "Chile y su Verdad", la cual, a raíz de que Chile ha olvidado por completo "su verdad", ya ha dejado de exhibirse (en los '70 se pasaba en TVN cada 11 de septiembre), la joven afectada de afasia aparecía refiriendo dificultosamente el ataque aleve y cobarde que había sufrido.
Hoy "El Mercurio" da cuenta de un acto que se ha atrevido a realizar una mujer parlamentaria y que no osaría protagonizar ninguno de sus colegas varones: ella defiende la causa de los presos políticos ex uniformados, que no sólo están presos, en la casi totalidad de los casos, con violación de las leyes de amnistía, prescripción, cosa jugada y regulatorias de la prueba, sino que, a veces, siendo inocentes de los delitos que se les imputan.
Pues bien, a esos presos políticos, además, se les niegan los beneficios carcelarios a que tendrían derecho. Y la diputada María Angélica Cristi (UDI) no sólo los ha visitado y confortado, sino que ha hecho ver su justa protesta.
Claro, ella es parlamentaria de gobierno, gobierno presidido por un Presidente que, siendo candidato, se reunió con los uniformados en retiro, cuyos votos necesitaba (la "familia militar" se estima en 800 mil personas, sumando activos, retirados y familiares) y les prometió velar por que se respetaran las leyes en los casos que les afectaban. Como he señalado en anteriores blogs, ya embolsados los votos en su favor dicho candidato, una vez electo, se ha transformado en el peor cuchillo de los ex uniformados presos. Desde luego, se refiere a ellos igual que lo hacen los comunistas, pues los llama "violadores de derechos humanos"; a los que están gravemente enfermos o son de muy avanzada edad les ha denegado los indultos que han pedido; ha mantenido intacta la oficina izquierdista de derechos humanos del Ministerio del Interior, cuya función es apoyar la persecución contra ellos de la justicia de izquierda y, por último, cuando la Iglesia planteó la posibilidad de un perdón que incluyera a esos presos políticos, él, para no tener incomodidades con sus amigos comunistas, anunció que no daría ningún indulto, ganándose el aplauso de éstos. Esta vía del indulto era, justamente, la que le habría permitido cumplir su promesa específica de velar porque en los casos de prescripción, norma habitualmente desconocida por la justicia de izquierda, se aplicaran en la práctica las normas respectivas a los beneficiados por ella.
Pero, como lo ha hecho ver María Angélica Cristi, ni siquiera las normas que regulan los beneficios carcelarios se les respetan a esos presos políticos (aprovecho de aclarar una vez más que son tales porque están privados de libertad contrariando la legislación procesal y penal vigente, y sólo por razones políticas).
Se presentó una situación particularmente irónica: este gobierno designó un Director de Gendarmería, un general (r) de Carabineros, cuyo nombre fue objetado por los comunistas, lo que, dado el carácter del actual gobierno, precipitó su apresurada renuncia. La ironía consistió en que durante el par de días en que el designado ocupó el cargo, la única medida decisiva que tomó fue la de confirmar a todos los peritos que informan sobre los beneficios carcelarios solicitados por los presos políticos ex uniformados. Como esos peritos son todos de izquierda (habiendo sido designados bajo la Concertación, que en materia de derechos humanos delegó todo el tema en sus elementos más extremos), su confirmación en los cargos ha derivado en que, al igual que en "los otros cuatro gobiernos de la Concertación", en éste, que muchos llaman "el V", el rechazo arbitrario de los beneficios carcelarios para los ex uniformados presos se mantiene.
Vaya un reconocimiento para María Angérlica Cristi, parlamentaria UDI, mujer chilena, que ha dado un ejemplo de valor al reivindicar el derecho de los ex uniformados presos, "abandonados tras las filas enemigas" por sus instituciones, olvidados por los civiles cuyas vidas protegieron, denostados a los ojos de una opinión pública cuyo cerebro ha sido metódicamente lavado (la cual, ciertamente, no habría podido expresarse libremente ni tenido libertad de elegir en nada y ni siquiera de viajar al exterior, por quizás cuántos años, si los uniformados no se hubieran jugado por contener la intentona totalitaria).
Y un reconocimiento para "El Mercurio", que al menos ha publicado la iniciativa de la diputada Cristi, pues en nuestro medio es habitual que se silencie u oculte todo gesto de defensa de los derechos de quienes hoy son perseguidos por la acción salvadora del país que emprendieron, a petición expresa de la civilidad democrática, un 11 de septiembre de 1973.