Lo que está sucediendo con la Ley de Financiamiento de la Reconstrucción es muy desafortunado y jamás habría sucedido bajo un gobierno de derecha (pues éste no lo es, aunque la derecha le haya aportado sus votos). Lo que ha sucedido es que el Presidente ha llevado a la derecha a posiciones de izquierda.
Teniendo múltiples opciones para financiar la reconstrucción y el programa de gobierno, éste ha elegido las más izquierdistas: subir el royalty, gravar los DFL 2, hacer tributar los ahorros, subir las contribuciones, aumentar el impuesto a las empresas. Todo del gusto de la izquierda. Tiene fondos de sobra para financiar la reconstrucción, pues hay 11 mil millones de dólares para, precisamente, emergencias, pero no se tocan. Dice que si lo hace va a bajar el dólar. ¡Pero en 2009 se gastaron 9 mil millones de dólares de ese fondo (era de 20 mil millones en 2008) y no pasó nada con el dólar (datos en La Tercera, 24.06, p. 23). Los daños para el Estado del terremoto y maremoto fueron de 8 mil millones de dólares.
El endeudamiento público es bajísimo y se podría doblar sin problemas. El Estado es riquísimo y si vendiera la cuarta parte de una sola empresa tendría recursos de sobra para financiar la reconstrucción. Pero no, ésa es una idea de derecha. Por tanto, el Gobierno no la adopta.
Con lo del royalty se está metiendo el dedo en un avispero. Cuando se estableció, idea genial del senador Lavandero, la cual no gustaba ni siquiera a Ricardo Lagos ni a su ministro Eyzaguirre, pero "la demagogia puede más", la derecha hizo ver los daños que generaría. Ahora han pasado los años y ya se ha olvidado que la sola discusión del anterior royalty paralizó los proyectos mineros por cerca de un año y medio. Y ahora va a suceder lo mismo. Porque los negocios mineros son delicados, como lo ha hecho ver Hernán Büchi en El Mercurio del 27.06, donde considera "muy desafortunada" la discusión parlamentaria sobre este tema.
Los costos de la minería se han duplicado en cinco años, los permisos ambientales de los yacimientos, que hace siete años demoraban seis meses, ahora toman 12 o 15.
El agua se hace escasa en la región minera. Perú, prometiendo invariabilidad tributaria y dando incentivos, está alcanzando a Chile en materia de inversión minera. En Australia el royalty se ha traducido en paralización de proyectos, tanto que el gobierno izquierdista afronta una crisis justamente por la impopularidad de su proyecto de aumentar el royalty.
Como ha sido frecuente en la historia de Chile desde que gobiernos de izquierda o centroizquierda accedieron al poder, estamos matando la gallina de los huevos de oro, poniendo en duda la palabra del Estado chileno y desalentando la inversión. Se dice que el royalty se justifica porque son recursos no renovables. Pero desde que se garantizó la propiedad minera se ha multiplicado el número de yacimientos descubiertos. En el hecho, las garantías a los inversionistas han conducido a que haya mucho más cobre y otros minerales, todo al revés de la idea de que "están llevándose nuestras riquezas". La garantía a la propiedad y la tributación moderada nos han traído nueva riqueza minera.
Pero este gobierno, para conseguir 700 millones de dólares, los que podría sobradamente conseguir con sólo vender la participación estatal en Edelnor, que requiere nada más que la decisión de un directorio en que el Gobierno manda, ha decidido meter el dedo en el avispero y ya tiene a la izquierda "subiéndose por el chorro" demagógico abierto por la inexplicable idea (como siempre, una idea que seduce a la izquierda). Así el Presidente sólo conseguirá consagrarse como el "Lavandero II" en la tarea de dificultar nuestro desarrollo minero.
No podemos pedirle más a un presidente obsesionado con emular a su precesora. Sólo le falta decir que es Ana Frank porque ya lo ha intentado todo. Esa es la única bolita que le falta.
ResponderEliminarPara este propósito sólo la demagogia le es funcional. En palabras de Hinzpeter: "se trata de quitarle las banderas a la izquierda". ¿Qué más claro?.
Pobre Piñera. Dio verguenza ajena ver el nuevo desaire que le hizo Bielsa en La Moneda. Aunque no me cae bien, hoy me provocó compasión.
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