Todos los anticipos sobre cómo se tratará el tema valórico en el Mensaje de este 21 de mayo indican que en él prevalecerán los antivalores que son favorecidos por las encuestas. Desde el punto de vista de los principios morales, las encuestas deberían estar bastante desprestigiadas desde ese día viernes del año 33 D. C. en que una mayoría popular incontrarrestable resolvió que debía castigarse con la crucifixión a Jesucristo y premiarse con la libertad a Barrabás.
Las cosas no han cambiado mucho en casi dos mil años. Ahora nos aprestamos a enterarnos de que el Gobierno propiciará legislar sobre las uniones no-matrimoniales, incluidas las de homosexuales y lesbianas, generando así un nuevo menoscabo a la institución matrimonial, ya tan desmedrada entre nosotros que más del sesenta por ciento de los chilenos que nacen carecen de un hogar consolidado y normal, fundado en el matrimonio de un hombre y una mujer.
El Presidente que tenemos se guía por las encuestas y las encuestas dicen que debe seguirse pulverizando los valores familiares. Hace pocos días se publicó que nunca había habido tantos presos en nuestras cárceles ya sobrepobladas. La explicación arranca del mismo origen antivalórico: desaparecen los hogares bien constituidos, la mayoría de los niños y jóvenes "andan sueltos", caen en la droga y, para financiarla, delinquen. No es que el sistema penal sea eficiente y tome presos a más delincuentes que antes. Lo que sucede es que hay cada vez más delitos y delincuentes, porque la urdimbre moral de la sociedad, lo que algunos llaman "el tejido social", están rotos y maltrechos. Y lo están porque sucesivas legislaciones han debilitado el matrimonio y la familia tradicional. Ahora lo que se pretende es dar un status legal y facilitar uniones alternativas a ella, que la debilitarán todavía más, hasta lograr que casi nadie se case y que el hogar formador y la familia sólida, que son el núcleo moral de la sociedad, desaparezcan.
Si hay hombres y mujeres que quieren vivir en pareja y sin matrimonio, será lamentable, pero nadie puede impedirles hacerlo, lo mismo que en el caso de parejas de homosexuales y lesbianas. Pero ninguno de ellos necesita del amparo legal para solucionar todos los aspectos patrimoniales de sus uniones, pues para eso existe la libertad contractual. Pero ella no puede prestarse, por supuesto, para que los derechos nacidos de esas uniones no matrimoniales prevalezcan sobre los de la familia legal y bien constituida, porque eso es social y moralmente inadmisible.
Por eso la agenda que llaman "valórica" y que, se anticipa, se dará a conocer mañana 21 de mayo, en realidad es antivalórica y una consecuencia más de la degradación moral de la política, del nuevo "arte de gobernar" fundado exclusivamente en las encuestas de opinión y no en principios ni en valores.
Supongo que quienes votaron en favor de todo esto y profesan una ética sólida serán tan consecuentes como para reconocer que fueron advertidos a tiempo y debieron haber previsto lo que iba a suceder.
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